Sueño, ficción e hiperrealidad

No cabe ninguna duda de que el proceso creativo guarda cierto parentesco con los procesos oníricos. Ambos utilizan el lenguaje, la imágen, el símbolo y la metáfora como herramientas de construcción. Nuestros ensueños son procesos creativos.

No cabe tampoco ninguna duda de que los ensueños son simulaciones de la realidad y que se desarrollan siempre en una atmósfera de realismo, a veces con tintes dramáticos, puesto que en ellos -además- estamos inmóviles y por tanto somos extremadamente vulnerables, la única forma de escapar de un sueño -de una pesadilla es despertándose-, mientras que la única forma de escapar de la realidad, de la vida es la locura o muriéndose.

No cabe ninguna duda de que los sueños están hechos con imágenes pero no cualquier tipo de imágenes sino aquellas que son significativas (Sinn Bild) y que expresan sobre todo nuestras emociones y sentimientos. Los sueños no significan nada pero expresan emociones, las nuestras, ante ellos cabe cualquier interpretación, puesto que el símbolo o la metafora no son unidireccionales sino creaciones significativas individuales. También es cierto que los sueños son filogenéticamente hablando una ganancia evolutiva que sólo nos compete a los animales de sangre caliente y que tal y como decia Freud «dormimos para soñar», lo más importante del descanso nocturno son esas salvas de 90 minutos de duración que llamamos sueño paradójico y cuya privación es enloquecedora. Paradójico es efectivamente que el Yo no duerma, que no descanse del todo como podriamos pensar que es la función del sueño. Dormimos para soñar y el ensueño es el guardián del dormir.

Pero además en los ensueños se pervierten las relaciones espacio-temporales de la realidad-real. El tiempo deja de ser sucesivo y se convierte en esos «senderos que se bifurcan» de los que hablaba Borges, el tiempo vuelve a parecerse a su arquetipo la eternidad, lo de antes puede ir después y de lo de mañana ayer. Al espacio le sucede algo muy parecido a eso que denominamos hiperrealidad y que podemos contemplar en determinados entornos de ordenador como «Second life» o más genéricamente en el metaverso o la realidad virtual: podemos volar desafiando las leyes de la gravedad o trasladarnos a miles de kilometros desde una escena a otra.

Nuestra mente es un simulador intencional y dentro de nuestra mente hay la posibilidad de simular hiperrealidades, lo hacemos durante el sueño y durante los procesos creativos, también durante la fantasía diurna y sobre todo y más elaboradamente en eso que llamamos ficción: el proceso mediante el cual moldeamos el lenguaje para adaptarlo a una narrativa que siendo, a su vez, leida, oida o visualizada por otra persona le llevará hacia otro universo ficticio recreado por él mismo en una caida perpetua e infinita de sueños donde cada cual sueña en el sueño del otro, en una sucesión de muñecas caucasianas que van desde lo infinitamente menor hasta lo colosal pero que todas pertenecen a un orden perfectamente establecido: el lenguaje, el supremo amo.

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Todo aquel que sueña está contenido en otra cosa un poco mayor que le sueña mientras él duerme.

 

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Y que nos vigila como esta gheisa mientras es leida

2 comentarios en “Sueño, ficción e hiperrealidad

  1. En el cuadro de Magritte he visto a Platón: en el lienzo la pared del fondo de la cueva, en la pintura (lo pintado) la sombra reflejada, y en el mar el que pasaba por ahí y se reflejó en la pared.

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