El efecto moiré y el cerebro

Hace unos días me encontraba leyendo un articulo sobre el grafeno y me llamó la atención que ciertos investigadores habían descubierto que sí aproximamos dos placas de grafeno emerge un patrón de moiré.

Me llamó la atención porque yo mismo había usado con anterioridad este concepto de moiré para explicarme ciertos fenómenos mentales a sabiendas de que el citado efecto es muy conocido sobre todo por su uso en los tejidos, en la confección de la ropa, también en el arte gráfico, en matemáticas. física y óptica dando lugar a ilusiones visuales como las que presiden este post.

En realidad el efecto moiré es una ilusión óptica que se genera cuando vestimos camisas de mil rayas como ésta. El lector podrá apreciar que esas rayas tan juntas provocan un fenómeno de sobreelevación o de arrugas en el tejido, por eso hay que andar con cuidado cuando estamos frente a una cámara -sobre todo en TV- de no vestir ciertos diseños como éste, si no queremos que la atención de los espectadores se vaya a la ropa y no a lo que decimos.

El patrón o efecto muaré (en castellano) o moiré (en francés) es una interferencia que se produce cuando se superponen dos superficies con líneas en determinado ángulo. El nombre proviene de un tejido de seda francés llamado moiré porque, al estar formado por patrones de líneas, daba la sensación de que se formaban olas de mar.

Al hablar del campo de la impresión, el muaré es el conflicto que se da entre dos motivos repetitivos. Si la relación de tamaño entre esos motivos varía, el muaré aparece o desaparece de forma poco predecible. En esta web podéis leer algunos conceptos sobre el asunto. Y en esta otra algunos ejemplos más.

Pero lo que a mí me interesó hace tiempo de este concepto es la relación que puede tener en neurociencias, más concretamente en relación con el efecto placebo, un tema más psicológico que abordé en un post que titulé «Ruido y señal».

¿Qué sucede cuando se superponen dos patrones similares y repetitivos sean acústicos, ópticos o informacionales?

Lo que sucede es que se genera un patrón que resulta de la interferencia entre ambos, lo podemos oír en dos patrones acústicos acoplados, ese ruido tan desagradable que se mitiga alejándose de uno de los emisores.

¿Es el efecto placebo un efecto moiré?

En términos cibernéticos ruido es todo aquello que no contiene información alguna, mientras que la señal es aquello que contiene información y por tanto es subsidiario de -sobrepasado un cierto umbral- ser decodificado en términos de información con sentido (significado), procesado y guardado en la memoria.

El problema es que en términos cibernéticos no existe información separada del ruido: vienen en el mismo paquete, es por eso que el cerebro no va a percibir señales limpias desde el exterior sino señales contaminadas que viajan galopando en una base de ruido que no contiene información por sí misma y que nos obliga al esfuerzo de discriminar constantemente lo relevante de lo irrelevante cuando no lo verdadero de lo falso. Y por eso lo importante es la relación, el cociente entre señal y ruido más que los valores absolutos del mismo.

Lo mismo le sucede a nuestro cerebro: posee una actividad intrínseca permanente que es ruido neuronal, es decir el ruido que genera la casi continua actividad de nuestras neuronas incluso cuando no hacemos nada. De manera que tenemos ruido afuera y ruido adentro sobre el que van acabalgadas las señales que contienen información relevante tanto en lo que percibimos de afuera como en lo que predecimos desde dentro.

Naturalmente ese ruido no implica audición puesto que no es una señal acústica que pueda llegar a ser audible por nuestros oídos, ni siquiera es una señal que podamos percibir puesto que no alcanza la suficiente intensidad como para traspasar el umbral de nuestra percepción.

Sin embargo es bueno saber que una señal relevante que comunica algo a alguien es siempre una onda que va montada sobre esos carriles que hemos llamado ruido, de tal modo que el aumento del ruido indefectiblemente dará lugar a una potenciación de la señal. O dicho de otra manera si queremos hacer que una señal traspase el umbral perceptivo una forma de hacerlo es aumentar el ruido del sistema. Otra forma es aumentar la redundancia de la señal, es decir repetirla y otra forma es aumentar directamente la intensidad de la señal.

Eso es lo que hacemos cuando damos a un paciente depresivo un antidepresivo, un analgésico al jaquecoso o damos sesiones de acupuntura a un paciente con dolor neuropático.

Sobre los efectos placebo de los antidepresivos ya hablé en este post pero me gustaría señalar a continuación que: el efecto placebo no solo puede curar las no-enfermedades sino las enfermedades genuinas y que seguramente lo hace a través del procedimiento señalado como incremento del ruido. No porque el ruido en sí mismo provoque cambios sino porque incrementa la señal (en este caso la expectativa de curación) y al aparecer esta nueva señal generada entre la expectativa y el remedio (efecto moiré) el cerebro no tiene más remedio que reorganizarse y esa organización suele tener lugar en el sentido de lo que el individuo espera de ella aunque también puede suceder lo contrario, entonces hablamos de efecto nocebo. Es por eso que los antidepresivos tienen efecto tanto si tocan la serotonina, la noradrenalina o la dopamina, de lo que se trata en cualquier caso es de que el cerebro se desorganice  para encontrar una nueva estabilidad , cosa que tendrá que suceder necesariamente pues ha de adaptarse al fármaco para lo que precisa cierto tiempo, es por eso que los antidepresivos tienen un periodo refractario en que carecen de actividad alguna. Y es por eso que debe repetirse su aplicación, pues no hay efecto moiré sin repetición.

Los políticos saben usar este mecanismo y lo usan con mucha eficacia, generalmente para lanzar cortinas de humo a través de emitir ruido y no prestar atención a otra señal más importante, dado que la información que obtenemos de los políticos nos viene sesgada y triturada por los medios de comunicación (hiperrealidad), no tenemos más remedio que perecer y atender donde el dedo señala en lugar de mirar a la luna. Un ejemplo de ruido emitido por una ministra del actual gobierno es algo así como esta idea:

«La ley del aborto favorecerá que las mujeres dejen de sentir vergüenza por ponerse un tampax y podamos hacerlo sin escondernos»

Naturalmente en la citada frase todo es ruido, no proporciona información sino una referencia -más que una señal-, la de la menstruación y la higiene intima de la mujer, pero esta frase comprensible en el siglo XIX pierde totalmente su vigencia en el momento actual, es algo así como un retorno a la vaca esférica y una buen forma de desviar debates más provechosos para los ciudadanos cada vez más empobrecidos.

¿Es la psicoterapia un subproducto del efecto moiré?.-

Si el efecto placebo puede explicarse a través del efecto moiré, cualquier tipo de interacción humana donde hay dos emisores y dos receptores participa también de ese efecto. ¿Qué queremos decir cuando decimos que tenemos afinidad, sentimos simpatía, buena onda o atractivo con alguien?¿Qué queremos decir cuando decimos que alguien sabe escuchar?

La psicoterapia puede definirse como una tecnología basada en la conversación entre un experto y un paciente que consulta a partir de unos síntomas de origen psicológico. En la psicoterapia no suelen usarse fármacos aunque también es posible una combinación de ambos. La idea de que la psicoterapia no es más que un placebo es una idea bastante antigua y no ha sido puesta a prueba por la mala fama que arrastra la palabra «placebo» siempre identificada con el engaño. Lo cierto es que sea como sea la efectividad de la psicoterapia es similar al tratamiento convencional con fármacos en las patologías psiquiátricas menores al menos en la población general.

Efectividad de la psicoterapia.-

1)Que la psicoterapia es igualmente de eficaz que los tratamientos médicos convencionales en una muestra aleatoria de pacientes con problemas mentales o emocionales si bien su eficacia aumenta con la repetición de las sesiones y la duración total del tratamiento.
2) Que la variable crítica de la psicoterapia no estaba en la técnica dado que orientaciones diferentes daban los mismos resultados.
3) Que las psicoterapias funcionan por cosas diferentes a las que sus defensores defienden.
4)Que las psicoterapias son más exitosas en un determinado grupo de pacientes y son ineficaces en otros, aquellos pacientes que tienen fácil verbalización, inteligentes, jóvenes, con un gran potencial de cambio y con gusto por el autoexamen, son los mejores candidatos para una psicoterapia. El potencial de cambio y el deseo del mismo son las variables criticas para el logro del cambio.
5) Que el sufrimiento mental no es la misma cosa que la enfermedad o los trastornos mentales reglados y que seguramente aquellos responden mejor que estos últimos.
6) Y que de entre todas la variable más importante de una terapia la personalidad de quien la imparte.

El tema quedó liquidado o casi con estas conclusiones y algo aun más insólito: las psicoterapias eran exitosas o fracasaban por algo que estaba más allá de sus concepciones teóricas. Dicho de otro modo: eran todas igualmente útiles o no lo eran fueran cognitiva, existenciales, dinámicas o conductuales. Y más probablemente el éxito de las psicoterapias se debía a factores comunes, es decir cuando funcionaban lo hacían por algo común a todas ellas y no por lo que los terapeutas especulan.

Y por último: hay algo en el inconsciente del terapeuta que cura y algo en el consciente del pacientes que quiere curarse. Dos plataformas que son complementarias entre sí y que muchas veces dan lugar a anclajes profundos y otras veces a anclajes débiles y burbujas ilusorias pues existe otra cuestión ajena al paciente y al terapeuta: los recursos disponibles.

El paciente lleva una camisa a rayas y el terapeuta otra camisa parecida, cuando se da cierto ángulo que en este caso es la proximidad y la escucha, sucede algo extraordinario: emerge un nuevo patrón que llamaremos vínculo y que es en realidad una negociación, una modificación cognitiva de lo vivido, un cambio en el relato que el paciente nos trajo. Un trabajo creativo llevado a cabo entre dos que pactan una nueva novela sobre lo que sucedió, lo que está sucediendo y lo que podrá suceder.

Esta forma de pensar la psicoterapia excede lo que en términos clásicos llamamos transferencia y contratransferencia. En realidad lo que se transfiere es el rayado de la camisa de cada cual que puede ser muy parecido o en absoluto concordante con la plataforma ajena. Simplemente hay rayados que son compatibles y rayados que no lo son, como sucede en el amor: ese otro encuentro mágico.

Si el lector quiere profundizar en los riesgos de la psicoterapia le aconsejo que visite este post

La metasexualidad

La libido es masculina (S. Freud)

Terminé el post anterior con una pregunta: ¿Es la sexualidad femenina la misma (similar o parecida) que la sexualidad del hombre?

También he hecho una miniencuesta en twitter para preguntar al personal sus opiniones. Como podemos ver en los resultados, todos más o menos estamos de acuerdo en que la sexualidad masculina y la femenina son diferentes.

La pregunta del millón viene ahora: ¿En qué son diferentes?

Vamos a ver primero en qué consiste la sexualidad masculina, la verdadera sexualidad al decir de Freud y al mismo tiempo innata, lineal y predecible. Funciona más o menos así: estimulación-excitación-erección-penetración-eyaculación-periodo refractario-relajación. Nótese que esta secuencia con más o menos exactitud se reproduce de esta manera en todos nosotros los hombres, si bien caben algunas modificaciones:

1.- Puede haber erección sin estimulo previo, siguiendo el volcado pulsátil de la testosterona o las simples ganas de orinar, algo que nos sucede a los hombres cuando despertamos. La erección puede terminar sin eyaculación, lo que conocemos como calentón y que pagamos en la senectud con una próstata bien hipertrófica.

2.-Puede haber excitación y erección pero fracaso en la penetración por perdida de la erección. Es la escena más temida por los hombres, el conocido «gatillazo» que es según el DSM una patología llamada «trastorno eréctil», o algo así.

Nunca me he parado a pensarlo ni creo que se haya estudiado el asunto pero está por hacer un trabajo cuantitativo que cuente las horas en que el hombre medio pasa con el pene erecto sin ningún futuro, se trata de una historia de tribulaciones. Nos llevaríamos una sorpresa. Lo cierto es que la sexualidad masculina no tiene ningún secreto, se trata de una sexualidad codificada, un tanto miserable, vulnerable, hidráulica y en cierto modo mecánica e insípida y sin embargo necesaria, ha de llevarse a cabo sí o sí.

La mayor parte de las personas que me contestaron individualmente a la encuesta referida están de acuerdo en que la sexualidad masculina es más física mientras que la femenina es más emocional, sea lo que sea que eso signifique. Otros dicen que es más contextual y otras aseguran que lo que más les importa es el deseo que implica estar con alguien especial, alguien que se desea, lo cual no deja de ser una tautología, aunque lo cierto es que el amor es una tautología, ha de ser con éste y no con aquel. Dicho de otra forma, la mayor parte del personal adoctrinado por una sexología conductual tipo Master y Johnson podrían aceptar aquella vieja idea de que no hay mujer fría sino hombre inexperto. Y es verdad que las mujeres pueden desarrollar una sexualidad muy parecida a la de los hombres renunciando -claro está- a la sexualidad que les corresponde, la femenina.

Y en qué consiste la sexualidad femenina.

La sexualidad femenina es una metasexualidad.

Es importante saber que nuestras abuelas no tenían sexualidad, ni se planteaban eso, lo que sabían es cómo eran sus maridos y que las requerían sexualmente con más asiduidad que el derecho matrimonial les exigía. Las mujeres carecieron de sexualidad hasta los 60 del pasado siglo XX, hasta entonces se limitaban a cumplir con el matrimonio cómo se solía decir. Y como ellos andaban siempre erectos y se quedaban con ganas de más casi siempre, se iban de putas. Las putas han hecho un gran servicio a la humanidad al rellenar los huecos que dejaban vacíos las jaquecas maritales, aunque hay que señalar y admitir que el sexo matrimonial es muy aburrido, tanto para ellos como para ellas, que aunque ignorantes de su propia sexualidad algo debían de olerse, al menos aquellas más cultas que oyeron hablar del doble estandard.

Qué es metasexualidad.-

Si busca la definición en la wiki no encontrará nada, significa que es un neologismo que he extraído de la lectura de algunos textos psicoanalíticos y también de la lectura de Bruckner y Finkielkraut de los que ya hablé en mi post anterior, sobre todo de ese texto que titularon de una forma bastante paradójica «El nuevo desorden amoroso», y no deja de ser curioso que no lo titularan «El nuevo desorden sexual». Pero hay que leerlo para entender porque para los autores el amor es desorden, mientras que el sexo es orden, es decir código, ritual, repetición. Al menos en el hombre y/o en las mujeres que se creen portadoras de una sexualidad similar.

Para entender qué significa ese prefijo «meta», antes de sexualidad, vamos a dar una vuelta por otro meta bien conocido, me refiero a la metacognición.

Imagine que está usted en un bar con amigos charlando animadamente sobre cualquier cosa. bromean y charlan pero en un momento determinado uno de los presentes se levanta de su asiento y sin decir nada, abandona la reunión y sale del bar. Ustedes se quedan pensando que le ha pasado, comentan entre ustedes y se preguntan si el ausente se habrá ofendido por algo, tratan de averiguar que ha podido pasar. Tanto si llegan o no alguna conclusión lo que ustedes saben es que el amigo se ha enfadado por algo y se ha ido disgustado.

Eso es metacognición, también le llamamos «teoría de la mente», una inferencia sobre lo que le ha sucedido a otra persona echando mano de nuestra propia experiencia, comprensión y nuestra memoria. Una inferencia sobre lo Otro, que suponemos similar a lo propio: efectivamente todos podemos ofendernos o enfadarnos por un comentario poco sutil sobre una área delicada.

Metacognición es un conocimiento sobre nuestro propio conocimiento. Una reflexión sobre un razonamiento. Es interesante quedarse con esta palabra reflexión» que es como pasar dos veces, esa partícula «re» denota al menos dos pases.

Ahora estamos en condiciones de entender mejor qué queremos decir cuando afirmamos que la mujer no tiene sexualidad sino que es metasexual. Puede tener una sexualidad parecida a la del hombre -genital- pero no se agota en sí misma, su potencia orgásmica es inconmensurable y solo tiene un limite: el agotamiento o esa sensación voluptuosa tan parecida al sueño.

Otra de las fuentes –que Freud llamó Quelle– de los que emerge esa metasexualidad femenina, es el deseo del otro. La sexualidad masculina es visual, voyeurista, la femenina es la que se ofrece a esa mirada a través de un ofrecimiento exhibicionista, un requiebro sutil, una insinuación, algo que se vela y se desvela, pues la sexualidad en la mujer ocupa el polo negativo (pasivo) de lo escoptofílico. Estoy hablando de la mujer media claro está, ya he dicho que las mujeres pueden reproducir el modelo masculino si es que creyeron alguna vez en él, como suele suceder en los discursos feministas actuales.

Pero en realidad la metasexualidad en la mujer -al carecer de centro- puede tomar distintos caminos: algunas mujeres optan por la consagración a una tarea, otras a la maternidad de sus hijos, otras a la maternidad de su marido, otras siguen el camino de sus referencias masculinas, mientras otras optan por el modelo místico. Pero siempre en esa tarea de emparejamiento se reproduce el mismo fenómeno: el para siempre, se puede estar en pareja fusional o fisional, pero siempre es para siempre. Solo los célibes tienen abiertas todas las posibilidades del para nunca.

El lector sagaz ya habrá advertido que el amor es la deconstrucción del sexo, su decodificación, lo que convierte un ritual predecible, una secuencia de hechos mecánica en algo creativo: introducir un elemento de perturbación, sea a través del BDSM con sus repartos de dominación, dolor y sacrificio, el sapiosexualismo que es una forma de paideia postmoderna calcada del efebismo helénico, el poliamor que es el viejo harén polígamo, o de cualquier otro tipo aun por inventar hace que el sexo sea algo impredecible, algo que rompe la secuencia matrimonial de hechos donde sobrevuelan contratos reproductivos, bienes inmobiliarios y los hijos, siempre los hijos. No hay nada tan anti-afrodisiaco como los hijos pero a quien más amamos es a los hijos y añado, a los nietos.

Lo que plantean Bruckner y Finkielkraut es precisamente esta cuestión, el amor es lo que hace que la sexualidad de la mujer tenga ese más allá, algo que se añade a la sexualidad misma. Es por eso que la mujer puede ser madre, futbolista, prostituta, monja, hetaira o casta viuda con ese sobrante sublimatorio que llamamos amor.

Vale la pena leer este viejo post donde hablé precisamente de ese hiato, esa disociación, esa brecha o gap que existe en las mujeres entre deseo y excitación.

La tasa flower-power

Planteo el siguiente experimento mental, supongamos dos escenarios, usted tiene que elegir en cual quisiera vivir.

Escenario 1.– Usted tendrá todo el sexo que quiera, no habrá limites para una sexualidad desbocada, todos con todos, un orden de ordalía continua pero a cambio vivirá en una casa de 50 metros cuadrados, ganará el dinero justo para vivir aunque no trabaje: el Estado se ocupará de su manutención a cambio de trabajos puntuales.

Escenario 2.- Usted tendrá todo el dinero del mundo, podrá viajar, comer los mejores manjares, vivirá para la diversión pero a cambio no podrá mantener relaciones sexuales con nadie.

¿Cual elegiría?

Esta pregunta y también su respuesta está incluido en el texto que presento en la bibliografía.

Francesc Artigues es un economista de orientación psicológico evolucionista y un experto en diferencias de genero y lo que recomienda en su texto, después del fracaso de la monogamia y los moralismos religiosos es la aplicación de una tasa fiscal a los promiscuos, entendiendo como promiscuos a todas las personas que tengan más de una pareja. La idea fundamental de Artigues es que gran parte de los malestares sociales proceden de la hipergamia y que hoy, la única forma de luchar contra ella es a través de los impuestos, después de llegar a la convicción de que ni la moral religiosa ni la monogamia estricta prescrita por las costumbres sociales, han conseguido detener el influjo de esta costumbre que está en el origen de no pocos malestares sociales como la violencia, los abusos sexuales, las enfermedades mentales y las obsesiones corporales, la rivalidad a muerte (especialmente entre hombres y empresas) y el individualismo. Habla Artigues de que la hipergamia llevada a cabo preferentemente por las mujeres es un elemento de inestabilidad social y de desigualdad y lo peor: de desierto demográfico. Hay muchas copulas pero pocos niños y hay pocos niños porque no hay parejas comprometidas con el largo plazo y no hay parejas porque hay demasiadas oportunidades de copular.

Ahora bien, estas oportunidades para la cópula no son iguales para todos sino que dejan fuera del mercado sexual a muchos y muchas y paradójicamente aumentan las posibilidades de una minoría: los que presentan valores de pareja altos. la competencia en esos estratos es feroz tal y como ya comenté en este anterior post de mi autoría.

Los beneficiados y perjudicados por la hipergamia.-

La hipergamia puede definirse como la actividad sexual diversa entre parejas bien distintas entre las que puede existir una relación o simplemente un encuentro puntual, sin que entre ellas exista una relación de compromiso a largo plazo. Hoy este tipo de actividades sexuales basadas en el encuentro, son las preferidas por las mujeres jóvenes, o al menos son a las que benefician más directamente, pues son ellas las que en ultima instancia van a dar o no el visto bueno a la relación-encuentro casual. Pero estas relaciones están codificadas, al menos de un forma oculta. Dado que las mujeres son mucho mas selectivas que los hombres lo que podemos predecir es que:

Si eres hombre: alto, rico, de alto estatus y te encuentras en buena forma física las posibilidades de éxito pueden medirse incluso por los cm de tu altura (ver el texto de Artigues). Si eres bajito, pobre, careces de estatus social o estás en paro tus posibilidades de éxito caen a cero. Hay sabemos que existen célibes involuntarios (incels) que no han tenido una experiencia sexual en su vida a los 30 años. Es poco posible encontrar -entre las mujeres- a alguna , más allá de las solteras electivas que no hayan tenido alguna experiencia sexual a esa edad. Y es así, porque ningún hombre dirá no a las demandas explicitas de una mujer. Lo más probable es que una mujer llegue al matrimonio o a una pareja estable después de una carrera de fracasos y decepciones amorosas y sexuales mientras va descubriendo su valor de pareja, algo que hará llevando a cabo la perfomance hipergámica.

Si ya no eres joven, estás gorda, no tienes algún rasgo atractivo o alguna gracia especial pasarás a formar parte de esa base social de deshauciados, si bien tu estatus no será nunca de tan escaso valor como el de los hombres deshauciados.

La consecuencia de ello es que los hombres con alto valor de pareja acumularán un gran numero de copulas y parejas mientras los que están abajo de la pirámide irán acumulando rencor, decepciones y odio. Estos machos perdedores son los más peligrosos para las mujeres y para la sociedad en su conjunto. Pero -a su vez- las mujeres que son desplazadas por otras con mayor valor de pareja también son perdedoras en esta confrontación continua del mercado sexual y guardan de por vida un rencor invisible contra los hombres y a veces contra las propias mujeres.

Para Artigues el cobro de esta tasa es la mejor opción para soluciónar el problema de la violencia y la avaricia desmedidas (por ej. incremento de manadas, aumento de la competitividad en la empresa privada) que muestran los hombres de hoy en día a pesar de todos los esfuerzos del feminismo y las instituciones, que se han empeñado en cambiar las reglas del juego mediante la invocación de una feminización del hombre, obligándole por decreto a ser buena persona, como si ser buena persona asegurara más copulas. La verdad es que los rasgos de personalidad del hombre no aseguran el éxito entre las mujeres y por otro lado la continua invocación del machismo como entelequia que sobrevuela sobre todo el tejido social y que lo explica todo en términos de causas y efectos, es anticientífica y no tiene en cuenta la realidad de la naturaleza humana.

El texto de Artigues ha de leerse con un temple bien abierto y con cierto sentido del humor, pues aunque el diagnóstico es en su base correcto, contiene algunas lagunas a las que me referiré más abajo y sobre todo una fundamental por inaplicable: ¿Cómo se cobraría esa tasa? ¿Qué pasaría con los que mientan? ¿Serian delatados por sus parejas decepcionadas? ¿No es una propuesta algo bizarra? ¿Tan bizarra como pagar un impuesto a las personas que tengan mascotas? ¿O estas serian más fáciles de detectar?

Según Artigues las prostitutas no pagarían la tasa flower-power sí pueden demostrar que tienen una pareja estable, pero estarían los usuarios de servicios sexuales obligados a pagarla. Me parece un poco difícil pensar en que las prostitutas hagan de caja fiscal. En suma, el texto de Artigues es simpático y distraído, el tipo sabe mucho de evolucionismo y está bastante al día de los males que aquejan a nuestras sociedades hipergámicas, pero yo le aconsejaría que se documentara un poco más sobre un libro que fue escrito en 1977 por Bruckner y Finkielkraut.

Estos autores son poco más o menos de mi edad, dos boomers que pasaron su adolescencia en el Mayo Francés y que ya detectaron en su momento lo que estaba pasando. Y lo que estaba pasando en aquel momento fue una explosión sexual de los hombres, una rebelión completa contra el padre. De las barricadas a la cama, todo aquello del amor libre era una excusa para copular con las compañeras de barricada. Nosotros los hombrecillos de entonces fuimos los que impusimos a las chicas con minifalda y pretensiones fálicas nuestra sexualidad. Y la sexualidad de los hombres es miserable, insípida, liquida, pretenciosa y vulnerable. Desde entonces las mujeres creyeron que su sexualidad (que no conocían) era clavada a la nuestra, se trata de una sexualidad eyaculatoria, hidráulica, centrada en el orgasmo y en la repetición de un código. Seguidores de Reich o de Master y Johnson no cayeron en la cuenta de que Freud fue el primero en hablar de la sexualidad femenina que es una metasexualidad y que no tiene nada que ver con la sexualidad masculina. Poco psicoanálisis y mucha sexología conductual han llevado al feminismo a hacerse complices de esta idea de falización secundaria de las mujeres. Las mujeres de hoy han adquirido hasta la jerga de los hombres para definir sus perfomances sexuales, la jerga y una fisiología que ha venido a ocultar su verdadera esencia, una sexualidad no genital, sin centro. Otro tipo de feminismo está en el otro polo: el de la beatería, el feminismo protestante es mucho más beato y moralista que el europeo, sin duda.

Lo que provoca la decodificación de la sexualidad miserable es el amor en pareja -la relación- tal y como supieron ver los autores de ese libro seminal que más arriba cité. Y siendo verdad lo que dice Artigues, dentro de ese contexto histórico que he mencionado, lo cierto es que si las mujeres son más devotas de la hipergamia que los hombres lo cierto es que es por nuestra culpa: nosotros las convencimos de que copular era lo más importante del mundo, las engañamos, porque lo cierto es que el sexo no solo proporciona placer, sino también mueve afectos, identidades, autoevaluaciones y autofirmaciones. Y también, porqué no decirlo, que la Sexología haya terminado con los debates académicos que el psicoanálisis pudo haber llevado a cabo de no ser expulsado por la ciencia oficial. Hubiéramos hecho muchas preguntas que otros, desde otro lugar nos hubieran podido contestar. Como por ejemplo:

¿Es la sexualidad de las mujeres y de los hombres similar o parecida?

Bibliografía.-

30 años después: el nuevo desorden amoroso

La tesis de Francesc Artigues:

El poder de los símbolos

Símbolo es lo que une, diábolo lo que separa.

Hace algún tiempo publiqué un libro que titulé «Del mito a la clínica», donde traté de hacer ciertas equivalencias entre los relatos que una serie de pacientes me hicieron en terapia, con algunos mitos clásicos, fundamentalmente griegos, con la idea de reducir su complejidad, algo así como encontrar el meollo o el tema principal que suponía en el origen de sus malestares, una especie de factorización. Siempre me llamó la atención que las peripecias vitales de los individuos -contadas por ellos mismos- contuvieran pistas que remitían a ciertos relatos universales y alguna vez tuve la tentación de escribir un libro sobre textos directos que hubiera llamado algo así como «cosas que me contaron mis pacientes» a fin de clasificar y reducir su complejidad a algo más simple.

También sucede en el cine, donde los héroes por más modernos que nos parezcan en realidad remiten a epopeyas clásicas o a dilemas subjetivos que ya han sido tratados por la literatura universal. A pesar de que el hombre es un gran arquitecto de símbolos y de mitos, lo cierto es que no parece haber mucha originalidad en los nuevos planteamientos que se nos ocurren bien en nuestra rol de escritores, o bien en el rol de construir nuestra novela personal. No hay demasiadas diferencias entre Superman o Spiderman y el Jason clásico.

El libro de Jordi Balló y Xavier Perez, «La semilla inmortal» del que hablo aqui , es un buen ejemplo de esta repetición de temas con distintos finales, protagonistas y recorridos pero que no pueden evitar su parecido en origen con lo clásico, siempre a mitad camino de lo mítico y lo literario.

El mito es una narración de algo que nunca sucedió y es muy importante atender a este concepto de fantasía o de invención creada por la subjetividad humana; algo que nunca sucedió pero que pudo ser pensado y pudo ser contado. Usualmente un mito se cuenta por dos razones: para que no suceda en la realidad lo que allí acontece (como sucede en la tragedia griega) o con una inclinación pedagógica a fin de explicar fenómenos inexplicables -lo sagrado-, es por eso que el totemismo es un mito que pretende explicar el parentesco o la religión una forma de explicar fenómenos naturales amenazantes sin explicación racional.

Ultimamente mientras releía algunos párrafos de mi libro me ha llamado la atención la ausencia de un principio explicativo sobre el mito y el símbolo. La pregunta que me hice a mí mismo fue ésta: ¿Cómo hacemos los individuos para repetir mitos en nuestra vida personal, sin conocer mitología ni tener disposiciones especialmente eruditas sobre ese tema concreto? o ¿Cómo se inmiscuye el mito en la vida real?

Bueno, creo que es el momento para introducir el concepto de Bios y Zoé, sobre el que hablé aqui pero recupero un párrafo para orientar al lector sobre lo que quiero decir:

«Dicen que para aprender a pensar hay que conocer el griego antiguo y es verdad que algunos idiomas contienen más recursos cognitivos que otros, el alemán -aseguran algunos- es el ideal para filosofar. Si cuento esto es porque me ha llamado la atención que la palabra «vida» en nuestro idioma carece de matices, así o se está vivo o se está muerto, pero la verdad del asunto es que no es necesario estar vivo para estar animado, el sol, el viento, el agua, el fuego, lo volcanes y los tornados no están vivos pero están animados, del mismo modo en el relato de ciencia ficción de Stanislaw Lem.titulado «Solaris», aparece una entidad que parece estar viva aunque es de carácter mineral, en cualquier caso animada aunque inorgánica. Hablamos entonces de fenómenos naturales que nos muestran su poderío, su fuerza destructiva, su ambivalencia».

«Y es por eso que los griegos tienen dos palabras para nombrar a la vida. Una es «Bios» que se refiere a la vida de los seres individuales sean personas, animales o vegetales y otra es la palabra «Zoé» que se refiere a la vida colectiva, a la vida de la especie».

Cuando Zoé se convierte en Bios aparece la cultura, el símbolo y la comunidad. Pero como Bios sigue atravesada por la Naturaleza (Zoé) aparecen la guerra, el diábolo y los trastornos sociales que son la otra cara de esas producciones de la Bios, lo tanático. El símbolo pues, es lo que une Bios y Zoé y también lo que da cuenta de aquello que nuestro raciocinio rechaza, algo así como lo reprimido freudiano. El problema es que símbolo y diábolo, guerra y cultura, comunidad y anarquía van en el mismo pack, entrelazados como el ying y el yang, como Orden y Caos.

Un símbolo es por definición algo que no existe y que sin embargo tiene efectos materiales en nuestra vida, en nuestra Bios. Un símbolo no es sólo la representación de algo que está ausente sino algo que además de eso conecta Bios y Zoé, por ejemplo ese obelisco que hay aquí arriba ¿qué simboliza?. Simboliza el poder del sol -de una deidad solar- pero obsérvese que es una figura que apunta al cielo con una flecha en su punta, un arma peligrosa pero también el poder masculino fálico: el pene y la milicia.

Pongo un ejemplo que acabo de utilizar y que se usa mucho en psicoanálisis, la palabra «falo». Podemos pactar que esa palabra remite a otra, «el pene» que es un órgano que existe realmente. Pero pene y falo no son sinónimos, sólo lo son en cierta escala; uno pertenece al terreno de lo material y el otro es un termino conceptual, en realidad su significado es puramente semántico: «el símbolo de lo que falta o de lo que completa». Aqui hay un post donde hablo del falo y no voy a volver a repetirme salvo para decir que el falo no existe pero tiene efectos falizadores. No es desde luego un único ejemplo, hay más: por ejemplo la palabra «género», el género no existe salvo para la gramática, lo que existe es el sexo (o eres hombre o eres mujer) pero el género aun no existiendo generiza, es decir puede conseguir que un hombre se considere mujer o con gustos femeninos y al contrario, con una multitud de matices y combinaciones casi infinitas. ¿Cuantos géneros existen? Dicen que 112.

Lo mismo sucede con el mito del andrógino, mitad hombre y mitad mujer, algo que conocemos a través del Banquete de Platón. Lo cierto es que el andrógino o el hermafrodita (Hermes+Afrodita) no existen pero tienen efectos androgenizadores, masculinizadores en la mujer y feminizadores en el hombre.

La función del andrógino es terminar con la asimetría radical que representan hombres y mujeres, desfertilizarles, terminar con esa tensión erótica necesaria para fundar una unidad fértil, pues solo es fértil aquella union que se da entre dos polos asimétricos. Ninguna igualdad puede ser fértil.

La pregunta en este momento es la siguiente ¿Cómo es posible que algo que no existe tenga efectos materiales en la vida de los humanos? Nótese que los símbolos carecen de efectos en los animales, solo los tienen entre nosotros los humanos y lo tienen precisamente porque solo nosotros, los humanos podemos pensar en las cosas que no existen y más que eso: podemos inducir en los demás – a través de nuestro ejemplo escénico- modos de pensar las cosas que van más allá de la realidad. En este sentido el símbolo tiene más penetrabilidad que la percepción y sobre todo, más homogeneidad con el deseo.

Existe el hombre, y existe la mujer que piensan y tienen deseos, pero tanto uno como otro pueden estar falizados, es decir pueden pensarse a sí mismos como portadores de un extra simbólico que llamamos falo y que está relacionado con el poder. No es de extrañar que hoy se llame «empoderamiento» a la falicización de la mujer. Pues la mujer no tiene pene pero puede tener falo, pues el falo no está en el campo de lo sensible o de lo material sino en el campo de lo simbólico.

¿Pero si la mujer se faliza secundariamente qué sucede en el hombre cuando se faliza?

Lo que le sucede es que se convierte en un ser protésico, algo así como un golem, un ser sin alma, incompleto, que solo adquiere músculo al saberse portador de un ornamento que nadie puede ver pero que se manifiesta en algo relacionado con el poder. Dicho de otra manera, el falo se presenta en forma de síntoma, con frecuencia en forma de dominio, engaño o violencia.

Pero si un símbolo cualquiera puede manifestarse a través de lo carnal, es obvio que un relato, un mito puede manifestarse a través de la novela personal. Es por eso que repetimos el contenido de los mitos y es por eso que los reproducimos, a ciegas, sin saber porqué, como obedeciendo una lacra imponderable que suponemos que es algo que nos sucedió, sin caer en la cuenta de que estamos atravesados por la magia de un cluster simbólico del que somos víctimas pero también verdugos, pues al fin al cabo el que elige su mito, es siempre uno mismo.

Bibliografía.-

Del pene al falo Tesis doctoral de Sebastien Carrer, 2017.

Locos que no lo parecen

Tal y como vimos en el post anterior, la mejor manera de estudiar criminología y más aun psicología es leer buena literatura, pues la literatura se mueve con mayor libertad que la ciencia a la hora de establecer relaciones entre la mente y sus condicionamientos y el resultado final que no es otro sino la conducta o las ideas operando en la realidad.

Pero para entender mejor la psicología de Raskolnikov es necesario situarnos en la época en que se publicó «Crimen y Castigo» (1866). En aquella época la psiquiatría francesa dominaba el cotarro científico en el mundo pero entonces no había psiquiatras sino alienistas. Esta distinción es crucial para entender que aun no existía el termino «enfermedad mental» y los que se hacían cargo de este tipo de alienados no eran médicos sino filósofos. Hay que recordar ahora que Janet tuvo que estudiar medicina a la fuerza después de haber sido contratado por Charcot para trabajar con él en la Salpetrière. El padre de la liberación de los locos -al quitarle las cadenas- fue Philipe Pinel a partir de sus ideas políticas y sociales herederas de la Ilustración.

Esquirol , su más preciado discípulo, fue el continuador de su obra, si bien aportó a la historia de la psiquiatría algunas novedades. Como Pinel, creía que la alienación procedía de causas pasionales y no tanto de averías del cerebro. Tiene dos contribuciones a la psiquiatría actual: la diferenciación entre ilusiones y alucinaciones y además fue el autor de la primera nosografía psiquiátrica (Rafael Huertas en su articulo explica bien tanto su pensamiento acabalgado entre el mundo clásico y el moderno, junto con la clasificación de las patologías mentales según su nosografía). Pero sin duda el aspecto más controvertido de su clasificación son las manías sin delirio que conocemos con el nombre de monomanías, es decir estados patológicos en los que el paciente no sufre ningún problema de inteligencia o cognitivo, se trata de esos locos que no lo parecen.

Esta idea ya había sido planteada por Pinel y cuenta con un amplia tradición es psiquiatría: las locuras razonantes de Serieux y Capgras, los delirios parciales y más recientemente la idea de psicosis ordinarias de la escuela lacaniana. Es decir, la idea de que se puede estar loco pero no en todos los ámbitos de la vida, solo en ciertos aspectos. Estar loco pero solo en una cosa.

Las monomanías.-

Todo el mundo de estos pacientes gira alrededor de una idea o de ideas relacionadas, solo parece estar loco en una cosa manteniendo la lucidez en todo lo demás. La monomanía es una idea-fija, algo que aparece en la conciencia de forma de ocurrencia y que poco a poco va tomando el mando de toda la personalidad, algo así como una obsesión pero de una obsesión que podriamos llamarle instintiva, no se trata solo de una idea sino de algo que llevar a cabo. Esquirol distinguía este menú de monomanías:

1.- La piromanía o la manía de prender fuego, con o sin intereses economicos de por medio

2.- La cleptomanía, el robo simbólico de algo que se hurta por ese valor con independencia del valor económico de lo robado.

3.- La lipemanía, que hoy llamamos depresión, la tendencia al ánimo triste y las ideas pesimistas.

4.- La manía homicida.

5.- La demonomanía (sic)

6.- La dipsomanía, la tendencia periódica a la embriaguez.

7.- La erotomanía, cuya versión delirante es la erotomanía de Clérambault.

8.- Ludopatía, pasión por el juego de azar.

De todas ellas tan solo quedan la piromanía y la cleptomanía en nuestras clasificaciones actuales y quizá también la ludopatía que es considerada una adicción. El resto ha sido barrido de lo que hoy entendemos como «trastornos del control de impulsos» y ya no consideramos el homicidio o la depresión como monomanías o manías sin delirio. Por otra parte la demonomanía ni siquiera ha llegado a nuestros días con otro nombre, algo así sucedió con la ninfomanía o la satiriasis que hoy se consideran adicciones sexuales (comportamentales). La dipsomanía ha pasado a interpretarse como un «trastorno por adicción al alcohol» y ya no aparece en el DSM.

De todas ellas la manía homicida ha sido la más controvertida y más precozmente. Se han hecho muchas criticas a esta clasificación sobre todo por parte de los jueces de aquella época que se negaron a considerar locos a los asesinos (todo ello está bien expuesto en la monografía de Rafael Huertas) y aun hoy en las tertulias aparecen expertos llamando la atención sobre el hecho -innegable- de que los locos no suelen ser más peligrosos que las personas comunes. Esta cuestión quedaría invertida si consideráramos algunos homicidios como monomanías o admitiéramos que con frecuencia el delirio previene el paso al acto.

Algo se perdió pues en el curso histórico de las ideas psiquiátricas en torno al crimen o a esos impulsos que los pacientes no pueden sino acatar. Hoy no se considera que exista la dipsomanía aunque yo he visto casos clinicos que concuerdan con esta definición. Y en mi opinión ciertos crímenes responden mejor a las ideas de Esquirol (la idea de manía sin delirio) que a motivaciones comprensibles, pongo el caso de algunos crímenes seriales.

En «Crimen y castigo» hay dos personajes muy importantes para comprender la pasión que aqueja a Raskolnikov, uno es Porfirio el juez y otro Azimov el médico. Todos incluyendo a sus amigos están persuadidos de que Raskolnikov está loco y el primero en creerlo es Azimov quien habla de ideas fijas y de monomanías (sin nombrarlas) aunque habla de delirios. Y Raskolnikov se esfuerza para presentarse ante todos ellos como una persona lúcida. Raskolnikov disimula algo que por cierto hacen muchos locos para evitar su ingreso o tratamientos forzados.

El caso es que Azimov aunque no es un médico con experiencia es un representante de esa psiquiatría llamada realista que al igual que la novela de Dovstoyeski precedió a la psicología naturalista y a la novela social. Azimov es un esquiroliano sin saberlo y en la misma dirección opera Porfirio que parece encajar en las ideas esquirolianas en el sentido de que cree que cuando se comete un crimen el criminal está loco, algo que encaja con la idea de que los delirios tienen un efecto protector frente a los actings (el paso al acto). En este sentido cobra importancia la idea de que las manías sin delirio son mucho más peligrosas que las que contienen delirios.

El castigo.-

Ya Freud en 1915 publicó una monografía sobre la cuestión de la culpa en relación con la delincuencia y aunque no todos los criminales parecen responder a esta causa, lo cierto es que en el caso de Raskolnikov es evidente que su salud mental empeora después del crimen. Es entonces cuando comienza a cometer actos irreflexivos y a mostrarse como si estuviera loco, apareciendo muerto de frío al amanecer al lado de un matorral después de vagar toda la noche sin destino fijo. Hoy diríamos que bajo una patología disociativa y Azimov habla de un delirio.

Porfirio que sospecha de Raskolnikov, pone a su disposición la solución: que confiese para aliviar su conciencia y a cambio será benevolente con la condena. Al final es condenado a trabajos forzados en Siberia, del mismo modo que lo fue el autor, Dostoyevski por una condena -en este caso. política. Fuere como fuere parece que el tiempo que pasaron ambos en esa condena tuvo resultados expiatorios para ambos, algo así como un cambio de personalidad, una enantiodromia pues la culpabilidad es siempre anterior a la falta y tiene un marcado carácter teológico siendo la responsabilidad su equivalente cívico. Raskolnikov necesitaba ese castigo para resolver su culpabilidad y muchos criminales lo han comentado en sus entrevistas con psiquiatras. A veces el castigo solamente no es suficiente: no se trata solo de castigar o rehabilitar sino de expiar, y hay crímenes que carecen de expiación o de redención, incluso con la propia vida.

Raskolnikov resuelve su culpabilidad tanto por el castigo pero tambié por el amor de Sonia que le sigue a Siberia y le acepta a pesar de que él ya le confesó su crimen. Lo mismo sucedió con Dostoyevski que abandonó su militancia política -nihilista- después de su cautividad y se convirtió decididamente en escritor: el escritor psicológico más importante de la literatura.

Bibliografía.-

Rafael Huertas: «Entre la doctrina y la clinica: la nosografía de J:E:D Esquirol (1772-1840)

Sara Lopez Van Dam Merino: «Analisis criminologico del personaje de Raskolnikov en la novela Crimen y Castigo»

S. Freud: «El criminal por sentido de culpa»