Ficciones

No es este un post destinado a hablar de Jorge Luis Borges, sino que pretendo hablar de las otras ficciones, las que todos nosotros construimos. Aunque no estoy muy seguro de que estas y aquellas ficciones no sean en lo esencial las mismas.

Borges escribió sus «Ficciones» para demostrar o señalar hacia la idea de que a través de lo fantástico podemos entrever que lo imaginario y lo histórico son frecuentemente el mismo fenómeno.

Y que realidad y ficción mantienen entre si una extraña relación de complicidad y de solapamiento.

Usualmente decimos que hay cosas que son verdad, que han sucedido y otras sin embargo son obras de la imaginación humana. Así decimos que Romeo y Julieta son personajes de ficción, como Sherlock Holmes . Y que a pesar de que ambos personajes tienen casa abierta en Verona y Londres nunca existieron. Sabemos también que Churchill o Tejero son personajes reales aunque nunca les hayamos visto más que por televisión, con bombín o tricornio.

La realidad es aquello que es o fue verdad. Eso dicen.

El problema es que no sabemos una palabra de qué cosa es la realidad y cuando hablamos de un hecho histórico aun menos, no podemos saber tal y como comenté en el post anterior, si lo que entendemos como realidad realmente sucedió o fue como nos lo contaron.

Y sucede por algo importante: la realidad es inexplicable en términos de sentido.

Uno va un día por la calle y le atropellan, otro amigo nos traiciona o nos abandona, los amores se disipan, nuestros familiares y nosotros mismos nos morimos. ¿Qué sentido tiene todo eso?

No hay nada más real que la muerte, todos moriremos, algunos ya están muertos aunque solo civilmente, otros emocionalmente, pero no lo saben y no lo saben porque la muerte no admite ningún trámite o excusa. Todos iremos a parar ahi, a esa lona donde caen los hombres knockeados víctimas del tiempo.

Para mi, esta contradicción tiene que ver con el significado que le damos a la palabra «realidad». Muchas personas afirman hoy «que la realidad no existe sino que es un constructo de nuestros sentidos» de ahí a proclamar «que si piensas que estas bien, estas bien» o «si decides pensar en clave positiva el mundo se convertirá en algo positivo», etc. Se trata de recetas de estilo new age que siendo como son falsas contienen algunas gotas de verdad.

Pues no hay que confundir la realidad, la verdad, el medio ambiente o el hábitat. Si usted va por la calle y sufre un atropello, este atropello es de verdad pero no procede de la realidad sin o del hábitat urbano en que usted se desenvuelve. Si un familiar se le muere, muchos le dirán que es ley de vida y es cierto: forma parte de nuestra realidad como humanos.

Pero no es a esta realidad/verdad a la que apelo sino a la otra , a la que construimos. Nosotros no somos sólo animales más o menos hacinados en la gran ciudad, de manera que no estamos solamente sometidos a ese hábitat que puede atropellarnos, sino que vivimos en una cultura.

Y una cultura no es ni hábitat, ni medio ambiente, es un constructo humano tejido por aposiciones, por acumulación de saberes, tradiciones, rituales, expectativas, etc, una especie de herencia lamarckiana que es el resumen de millones de años de evolución gradual . Es una base de datos acerca del mundo de la que echamos mano para comprender y representarnos esa realidad que carece tantas y tantas veces de sentido y que nuestro cerebro no puede procesar.

Pues la realidad solo puede ser representada.

Y lo hacemos a través de ficciones. Y es prudente recordar ahora que ficción no es lo que dice aquí en la wikipedia donde le atribuyen solamente una etimología de simulación. Fictio-fictionis significa esculpir o modelar. Ficción es el modelado, el trabajo de un escultor (Helios Jaime,2010)

La primera ficción que construimos es la identidad, la segunda la personalidad.

Nosotros los humanos venimos de serie equipados con un sexo bien definido. O somos hombres o somos mujeres, pero ser hombre o ser mujer precisa además de una consolidación cerebral, no basta con ser portador de unos atributos determinados. Ahi aparece en nuestro socorro la cultura a través de esa base de datos que Roger Bartra ha denominado exocerebro. En él vamos a buscar los significados, los símbolos que necesitamos para -esculpir- nuestra identidad sexual y lo hacemos a través de redes neurales extrasomáticas que son prolongaciones de las otras redes, las endocerebrales. Ahí y no en el cerebro de cada cual encontramos el sentido y los significados a qué cosa es ser un hombre y qué cosa es ser una mujer. Pues allí viven los símbolos agazapados en una red de enlaces tridimensionales donde conviven unos con otros. Allí nos dirigimos para saber quién somos y más tarde para saber cómo somos.

Y construimos una ficción: somos un hombre o somos una mujer. Naturalmente como en toda ficción podemos construir lo que mas nos convenga cerebralmente pues no hay que olvidar que esos enlaces entre endo y exocerebro son enlaces neurales. Unas ficciones serán fieles a la realidad interna de cada cual, otras alejadas de ella, unas serán construcciones fantásticas y otras pegadas al terreno de lo posible. Pero todas comparten el elemento común de ser ficciones, pues lo masculino y lo femenino no son solo órganos y hormonas que se poseen o no se poseen, sino símbolos, representaciones, comportamientos, formas de pensar y hasta de andar miméticas o acordadas por la cultura, son consensos que están allí en el exocerebro comunal de nuestra especie.

Lo mismo sucede con la personalidad; no voy a extenderme mucho en este asunto pues ya lo abordé en otros lugares, pero aprovecharé ahora para decir que cuando decimos, «es orgulloso, o humilde, o celoso, o interesado o perfeccionista», no estamos señalando hacia el cerebro del sujeto sino hacia su narrativa. Los individuos no somos -por nosotros mismos- ni de una forma ni de otra pues «ser de una determinada manera» no es una prestación cerebral sino cultural. No somos perfeccionistas o humildes porque haya en nuestro cerebro ciertos receptores con mayor densidad que otros que nos empujen fatalmente hacia un rasgo u otro, sino que existe en todo caso una facilitación genética para explorar por ciertas sendas extrasomáticas buscando los significados de ser una cosa u otra. En realidad se equivocan tanto los que dicen que los rasgos de la personalidad son innatos, como los que dicen que son ambientales. Ni una cosa ni otra, pues aunque es más cierto lo segundo: si lo entendemos como que es el sujeto quien va a buscar significados en esa base de datos que llamamos exocerebro tratando de encontrar sus propios sentidos. Sin embargo el camino marcha atrás en busca de porqués  es imposible: la aposición, las bifurcaciones, y el solapamiento de unos con otros hacen imposible desandar el camino, si pretendemos la comprensión de cada paso.

La construcción de la personalidad es como la historia y contiene la misma dificultad que encontramos en los historiadores si lo que pretendemos es «saber la verdad de lo que pasó». Pero para desvelar la verdad necesitamos construir ficciones  y es asi como se conducen los eruditos pues un acontecimiento histórico cualquiera admite múltiples interpretaciones (ficciones) pues la verdad histórica en su mayor parte es opaca y lo peor: carece de sentido o propósito como la muerte individual o la Evolución. Un acontecimiento se monta sobre el anterior sin que acabe de explicarlo del todo. Como en la evolución no se puede hacer marcha atrás y no tenemos más remedio que utilizar los diseños anteriores que en cualquier caso no se pueden deshacer.

Sobre la personalidad y la identidad siguen construyéndose ficciones, las creencias, los gustos, las ideas se construyen en andamios construidos a toda prisa para encajar las emociones dando la impresión de que el edificio finalizado es un edificio sólido y que responde a la lógica de la elección individual. Pero nuestra conciencia de unicidad, nuestro Yo es otra ficción, que naturalmente no existe. No existe ningún homúnculo que tome decisiones, sino que las «decisiones» se engarzan unas con otras por proximidad, por coherencia, por resonancia o por facilitación, pero nunca por determinación genética. Tampoco elegimos ser lo que somos sino que vamos acoplando lo que creemos ser a las sucesivas ficciones que construimos casi cada día para que los hechos encajen en los cajones de nuestra mente.

De manera que todos somos arquitectos de nuestras propias ficciones, entendiendo a estas como formas de interpretar la realidad/verdad según nuestra condición de novelistas.

Y todos estamos expuestos a las ficciones de los demás cuando nos incluyen. Es seguro que usted habrá mediado alguna vez entre dos amigos que se han peleado por alguna razón. Escucha a uno y dice tiene razón, escucha al otro y piensa lo mismo, ¿Quien tiene razón?

La mayor parte de ficciones están destinadas a la confrontación con las ficciones ajenas. El buen mediador es aquel que sabe que los dos tienen su parte de razón pues en una Verdad mediada por el lenguaje hay elementos connotativos, denotativos y pragmáticos. Es posible que ambos se enzarcen en una disputa al atender solamente uno de esos planos por donde discurre el lenguaje y se olviden del elemento pragmático (lo más frecuente), el que contextualiza las palabras. El mediador sabe que ambos tienen razón y no la tienen, pero sobre todo sabe algo más importante: que ninguna ficción es la verdad y que existe un plano donde el conocer que todos construimos ficciones de hecho, nos hace relativizar y alejarnos de la búsqueda de la razón, una ética abyecta. Sabemos que hay una ficción que es a su vez una metaficción, la de saber que todos estamos equivocados y al mismo tiempo acertados.

Es por eso que existen buenos y malos novelistas o constructores de narrativas y es por eso que todos estamos de acuerdo en decir que Borges es mejor escritor que Lafuente Estefania.

Necesitamos la ficción para aprehender la realidad, para hacerla nuestra e injertarla de vuelta en nuestro cerebro en su código de iones y química. Y no sólo la necesitamos -estando como está fuera de nosotros- sino que no tenemos más remedio que aceptarla como único medio de entender la realidad. A cambio no tenemos más remedio que aceptar que la simulación, el engaño y el autoengaño forman parte de nuestro acervo cotidiano. Y que eso no nos hace menos auténticos sino simplemente humanos. Y condenados a auto-inventarnos un lugar en el mundo.

Se trata de un noble ejercicio, el de la simulación pues a la realidad le hacen tanta gracia las ficciones como a nosotros y a veces incluso las imita.

Y entonces decimos aquello que la realidad tiene una estructura de ficción.

Pero no es verdad: la realidad es sólo un inconmensurable que envidia a la narrativa.

El lugar de Dios y la alucinación

Por otro lado, el problema de la alucinación tiene que ver en gran manera con el hecho de que concibamos culturalmente, o no, una “instancia externa” supranatural con la que pueda existir un intercambio bi o unidireccional, según cómo y cuando. Si es desde uno a la instancia se ora, si es desde la instancia a uno hay revelación. Si no hay nada y hay deprivación sensorial por exceso o por defecto, entonces se alucina en un bucle interno intracerebral reverberante sin instancia interna o externa a la que proyectar. Si hay las dos cosas, oración y revelación, entonces entramos en lo místico. (Francisco Orengo)

Escribo este post el día de Pascua de Resurrección del 2011, animado por varias circunstancias que se han unido estos dias en mi inconsciente narrativo. Una de ellas es este post que escribí en mi otro blog y del que éste es una apoyatura o tratará de serlo. La otra es la noticia leída hoy en un periódico de tirada nacional acerca de la publicación por parte de Francisco Mora (pinchar sobre el nombre para ver una entrevista en TV3) de un nuevo libro sobre neuroteología que se titula «El Dios de cada uno».

En él, Mora pasa revista a la idea en clave evolutiva de que la «religiosidad» es adaptativa y ha servido a los fines de la supervivencia -muy popular en ciertos ambientes neurocientíficos- y vinculada a la idea de que la pulsión religiosa es algo así como un hecho biológico, una especie de rasgo de personalidad innato que en términos vulgares puede ser traducido (esto es lo que la gente entiende) que el sentimiento religioso anida en algun gen de nuestro patrimonio genético, que Dios vive entre nuestras neuronas o algo así.

Ni que decir tiene que estoy en contra de esta teoría, tal y como ya comenté en varios posts anteriores. Lo cierto es que el sentimiento religioso es un subproducto social, es decir un rastro de nuestras habilidades sociales (sociabilidad) que están determinadas genéticamente como corresponde a toda especie gregaria, si hemos sobrevidido ha sido efectivamente gracias a nuestra capacidad de establecer vínculos significativos con los otros. La religiosidad es inseparable de ciertos rasgos biológicos como son el apego, la necesidad de pertenencia o la afiliación. Dicho de otra manera estamos diseñados para el etnocentrismo, para la adherencia a un clan, a una ciudad, una patria, una bandera, a un himno, a un campanario y a una religión. Ese es precisamente nuestro drama como especie y el cuello de botella que aplasta nuestra evolución hacia otros niveles de conciencia más abarcativos o universales.

Ignoro la razón por la que el que inventó a Dios lo puso en el cielo en lugar de meterlo en nuestro interior, en el centro de la mente. Lo cierto es que lo puso en un lugar inalcanzable y aun más: la comunicación entre El y el hombre pasó a ser imposible directamente y sometida al escrutinio de una casta iniciática especializada en su traducción: curas, sacerdotes, iniciados, santos, misticos, pastorcillos, mártires y herejes. Meter a Dios fuera del horizonte de la mente humana individual y meterlo además en un lugar inhóspito ha traido ciertas consecuencias sobre el desarrollo del psíquismo humano.

La primera consecuencia es que el hombre, al fiarlo todo en el afuera, es un completo analfabeto sobre lo que tiene dentro y a pesar de los grandes maestros que han insistido en no buscar afuera lo que podemos encontrar en nosotros mismos es posible afirmar que la mayor parte de la población -aun sin creer en Dios- situa en el afuera, es decir en el no-Yo las cosas que le suceden sin sentido o no puede comprender tal y como hicieron nuestros ancestros en el paleolítico, bien sea para adorar una fuerza natural, un tótem, un ídolo, un Dios o el culto a las personas concretas.

Lo de afuera es lo ajeno, lo inconmensurable: le llamamos lo sobrenatural y ahí depositamos la causalidad de lo que nos sucede aquí cuando esa causalidad carece de explicación razonable: «Dios lo quiso así» ha sido el argumento tranquilizador para gran parte de la población sometida a las adversidades de la vida, es una explicación poderosa puesto que los designios de Dios son imposibles de adivinar y desde luego son tranquilizadores porque al menos apelan a un cierto sentido, a un orden (aunque inescrutable) de las cosas. Siempre es mejor atribuir al designio divino una calamidad que pensarlo desde el lado del sin sentido. A fin de cuentas a nosotros los sapiens lo que nos interesa no es la verdad sino el sentido de las cosas.

Pero la idea de un Dios alejado viviendo en algun lugar inaccesible del Cosmos ha tenido más consecuencias a largo plazo: ha dotado de explicaciones esotéricas a fenómenos bien conocidos aunque mal explicados por la ciencia. Pongo el ejemplo de la alucinación de la que hablé en este post y donde apuntaba hacia la posibilidad de que el fenomeno alucinatorio andaba de la mano junto a la predisposición de los humanos a obtener explicaciones sobrenaturales sobre fenómenos que en realidadcomo los sueños- nos están representando a nosotros mismos y nos aluden o apelan en lo más íntimo. No quiero decir con eso que la alucinación como fenómeno neurobiológico proceda del hecho de creer en un Dios inalcanzable que está en el cielo, lo que quiero decir es que usualmente las explicaciones que los alucinadores dan a su alucinación son sobrenaturales, tanto los alucinadores patológicos (psicóticos) como aquellos heautoscópicos que han tenido experiencias cercanas a la muerte.

Se encuentra ciertamente difundida -por parte de ese fenómeno religioso que llamamos new age- la idea de que en realidad los alucinados ven cosas que nosotros somos incapaces de ver, volvemos asi al concepto griego de «enfermedad sagrada». No se trata en esta concepción del fenómeno que el cerebro del alucinado se halle distorsionado de una u otra forma sino que somos nosotros -los que no alucinamos espontáneamente- los que padecemos de algun extraño déficit corregible con ciertas experiencias con drogas o a través de ciertas practicas espirituales. Es verdad que intoxicados por ciertas drogas somos capaces de tener experiencias visionarias de lo más interesantes pero esta experiencia no representa de ningún modo una conexión con lo sobrenatural ni con Dios sino con las posibilidades de nuestra conciencia expandida inexploradas.

«No hay que buscar afuera lo que tienes dentro», le dijo fray Pedro de Alcántara a Santa Teresa de Jesus cuando está le consultó a propósito de sus desgarros interiores motivados por sus alucinaciones continuas que ella interpretaba como favores de Dios. Esta sencilla prescripción del franciscano fue suficiente para invertir el rumbo de la vida espiritual de Teresa desde la contemplación pasiva y torturante de fenómenos alucinatorios constantes hacia una vida social de reforma y viajes. Pedro de Alcántara la curó de sus alucinaciones invirtiendo el sentido de su experiencia y haciéndole ver otra misión para sí misma, encontrándole un lugar en lo simbólico. A partir de entonces Teresa ya no fue una alucinada sino una fundadora.

Efectivamente el viaje interior es el más eficaz de todos los viajes, volver el rumbo hacia nosotros mismos en lugar de prestarle atención a los designios divinos tiene consecuencias psicológicas importantes sobre la salud de las personas. En realidad, la alucinación sólo es patológica cuando uno trata de explicársela a partir de narraciones extraordinarias y fuera de la realidad que incluyen distorsiones importantes por sí mismas. Para una persona del siglo XVI que aspiraba a la santidad la alucinación no tiene la misma trascendencia que para un sujeto laíco y contemporáneo nuestro que carece de intereses religiosos y que no ha alcanzado el suficiente nivel de conciencia para integrar su experiencia -sea la que fuere- en su narración vital. Es así como se comienza a delirar y todo delirio construye por sí mismo irrealidades que alejan cada vez más al alucinado de su posición de salida, es por eso que decimos que la experiencia alucinatoria es enloquecedora por sí misma.

La psicosis, por cierto no es sólo una enfermedad alucinatoria o una ocurrencia extravagante sino una alucinación a la que no se encontró sentido y que se transvistió en delirio y que una vez establecido se hizo fuerte en las creencias individuales modificando para siempre la experiencia consesuada, hay algo en la psicosis que el sujeto se niega a abandonar. ¿Qué? Pues su concepción del mundo tal y como por cierto hacemos nosotros, adheridos siempre a nuestras viejas y a veces insostenibles ideas.

De manera que lo que caracteriza a la psicosis no es la alucinación (incluso hay psicosis sin alucinaciones) sino la convicción en defender el delirio que interpretará a las alucinaciones y su adherencia ulterior al pensamiento no consensual que caracteriza la psicosis.

Lo cierto es que todo el sistema atributivo de una alucinación se modificaría si Dios en lugar de haberse ubicado en el cielo hubiera sido puesto enmedio de nuestra mente como un contenido mental más. Si tuvieramos la convicción de que en nosotros hay una chispa divina en lugar de poner todo el fuego en lo celestial, la alucinación hubiera cambiado su color y no sería posible aludir a lo sobrenatural como explicación de experiencias no consensuadas de conciencia.

Pero el asunto se complicó más porque el que inventó a Dios y lo situó en lo alto enseguida encontró a otro que inventó al demonio y lo situó en el abajo.

Y de ahi se nutren la mayor parte de las alucinaciones y de los delirios y tiene su explicación en ese orden inventado en el que alguien decidiera que la comunicación con Dios era imposible pero no así con el demonio que andaba con nosotros, tan cerca que incluso a veces podia poseernos (como sostenian los teólogos de la Edad media) y hacernos sentir cosas que no estaban en nuestra naturaleza, una explicación de la causalidad que una vez más ponia la causa en el afuera, esta vez en el abajo. El demonio y el Mal fueron así dispuestos como más cercanos y accesibles a lo humano que el propio Dios que se mantenía mudo y a distancia.

No es de extrañar pues que la mayor parte de las alucinaciones contengan imagineria torturante, órdenes, influjos malévolos, espionajes, persecuciones, delaciones, traiciones, imprecaciones, insultos, comentarios humillantes, infidelidades, envenenamientos, transmisión mágica de enfermedades, localizaciones de vacíos inconcretos, ondas controladoras, robos del pensamiento, difusión de la identidad, enamorados perseguidores, fragmentación del mundo, hilo directo con extraterrestres, Dioses y diablos de cualquier naturaleza y todas las versiones de lo apocalíptico segun el nivel narrativo de cada cual.

Una minoría, sin embargo es capaz de alucinar con cosas agradables, otros viven en una especie de megalomanía subproducto de un narcisismo mal resuelto, los maníacos que creen ser millonarios, omnipotentes o genios, inventores, profetas, adivinos, hijos o hijas de Dios o ser señalados por el dedo de la divinidad en una especie de implosión de hybris que de cualquier forma situa al alucinado fuera de la realidad.

Efectivamente, Dios de ser alguna cosa es un lugar, pero yo creo que habita entre nosotros y está en mí. Hay una chispa divina en cada uno de nosotros lo que sucede es que nos hemos conformado con acceder a ese Dios inalcanzable que está en los cielos y con el que no podemos relacionarnos más que a través del delirio o la alucinación sucedáneos de otras posibilidades de nuestra conciencia expandida.

Dios no es una alucinación como propone Dawkins es simplemente una idea indemostrable, más que una idea es un lugar, un dedo que debió señalar en el centro de la frente de los humanos y nunca al azul del cielo.

La presencia y el ahora

Todos somos capaces de experimentar -aunque sea por un momento muy pequeño- lo que significa estar sin pensamiento y ser plenamente consciente. Significa que es posible estar consciente del todo (en el sentido más neurológico de la palabra) y sin embargo no tener la mente ocupada en ese constante trasiego de imágenes y pensamientos, ese murmullo casi omnipresente que llamamos «parloteo».

Esa experiencia es la que se conoce con el nombre de mindfullness o conciencia plena. Me gustaria en este post añadir algunas cuestiones más a este concepto, me refiero a ciertos atributos que vienen colgados de él. Presencia y ahora.

La mayor parte de nuestros contenidos mentales en estado de vigilia son pensamientos, en cierto modo el hombre moderno es un hombre intoxicado con sus propios pensamientos que de forma constante e interminable aparecen en el horizonte de nuestra mente como si hubiera un motor que los pusiera ahi de forma imperceptible e involuntaria. Es muy dificil mantener la mente limipia de pensamientos, recuerdos, ideas, cancioncillas, creencias, fantasias, anticipaciones o diálogos interiores. Tenemos pues muy poco tiempo para mirar, para contemplar.

Pensamiento y presencia se oponen, no es posible adquirir presencia mientras la mente se halla ocupada por los pensamientos. Para que haya presencia es necesario sólo «estar ahi». La condición para la presencia es la no-mente. Ni el pasado (recuerdo) ni el futuro (anticipación) ni el presente (pensamientos) toleran la presencia, que se desvanece apenas colisiona con cualquier elemento mental.

Presencia puede definirse como estar ahi «aqui y ahora», es decir se trata de una forma de estar en plena conciencia en un intervalo temporal que no es pasado ni futuro, sino ahora y aqui. Lo curioso de este «ahora y aqui» es que aun siendo muy intuitivo es muy poco accesible a la experiencia mental directa. Si adquirir presencia es tan complicado es por dos causas:

Una es que estamos condicionados a pensar incluso cuado estamos operando automáticamente como cuando cosemos, andamos, conducimos, oimos musica o contemplamos un cuadro. Todo pareciera indicar que tenemos horror al vacío de la mente y tendemos a llenarla de contenidos de forma compulsiva, como si nuestra identidad fuera a fragmentarse si dejamos de pensar y es muy posible que este horror vacui se encuentre en la base de ciertas experiencias de fragmentación de tipo psicótico.

La segunda causa es que el tiempo transcurre -en nuestra percepción sensible- desde el pasado hacia el futuro siendo el presente una traza intangible que apenas la percibimos ya ha desaparecido y siempre se nos muestra de espaldas. Sucede porque nuestra conciencia adquiere conciencia de sí misma preciamente  a través de una discontinuidad que se transforma en una secuencia ilusoria como conté en este post.

Asi, decia alli:

Cada unidad de conciencia dura alrededor de una décima de segundo o lo que dura una onda cerebral (una décima de segundo equivaldria a un ritmo alfa de 10 ciclos por segundo), la onda se inicia en el tálamo que hace el papel de reloj y desde alli se esparce en forma ascendente hacia las estructuras más jóvenes, alcanzando la corteza donde se juntan las percepciones y el movimiento dando lugar al momento consciente. La onda se expande tambien hacia el exterior por el sistema perineuronal (glia) alcanzando todos los tejidos inervados del cuerpo.

Lo importante es entender que desde el punto de vista neurofisiológico sólo podemos hablar de un momento consciente y no de conciencia que en cualquier caso seria la forma en que nuestro cerebro rellena los tiempos muertos entre momento y momento.

Sólo podemos hablar pues de instantes. De una sucesión de instantes discontinuos.

En un post anterior donde hablé precisamente de la naturaleza del tiempo me ocupé de la paradoja de que mientras el tiempo parece que fluya desde el pasado hacia el futuro el espacio no le acompaña. Este fenómeno señala que existe una ilusión, un truco biológico diseñado seguramente por la evolución para dar a nuestra experiencia una continuidad fílmica que no tendríamos si solo percibieramos fotografias o flashes de la realidad. Sabemos, sin embargo, que tiempo y espacio son la misma cosa y que el tiempo no puede fluir sin arrastrar tras de sí al espacio.

Es curiosa, en este sentido que la semántica de la palabra «reloj», en francés, «horlogue» remita a dos raices, Logos y Horas. Significa que lo que entendemos como tiempo no es sino una combinación de la palabra (logos), razón e instantes de conciencia (duración). Sin duda es nuestra corteza cerebral la que cose esa discontinuidad entre instantes y les pone el nombre que percibimos como tiempo en el sentido de duración de las cosas.

Y es por eso que tenemos la experiencia de continuidad en un cerebro que en realidad sólo puede percibir trazos discontinuos.

Una de las curiosidades de nuestra mente es que sólo podemos prestar atención a una tarea determinada por vez, no podemos pensar, preocuparnos, hablar, planear, fantasear, anticipar o disertar al mismo tiempo que contemplamos algo, de ese modo es posible afirmar que siempre andamos distraídos como sonámbulos. Nuestro pensamiento nos lleva hacia el pasado a fin de exorcizar las nostalgias -si es que sentimos que hemos perdido algo- o hacia el futuro en forma de preocupaciones o de planes para que el porvenir se acople a nuestros fines. De este modo es posible afirmar que la ansiedad es un timbre que suena cuando nos perdemos en el futuro. No hay ansiedad sin futuro y no hay depresión sin pasado, sin sentimiento de pérdida y sin una tarea de recuperación ilusoria.

De manera que tanto la depresión como la ansiedad son jugarretas que nos impone nuestra secuenciación del tiempo: la misma ilusión cognitiva que nos lleva a pensarnos como un ente que discurre en el tiempo es responsable de que nos perdamos en las ideas de que «cualquier tiempo fue mejor» y en su recuperación -de ahi la repetición que es una reedición- de aquel tiempo que se nos escurrió entre los dedos o en la anticipación de las consecuencias de nuestros actos y decisiones en el futuro.

Hay dos maneras de experimentar con el ahora: una de ellas es el entrenamiento, dado que se trata de una experiencia nada rara y que todos hemos tenido alguna vez de forma espontánea o durante una relajación, de modo que podemos ejercitarla a voluntad si le perdemos el miedo a la contemplación sin juicio y sin interpretación, algo asi como la epoché -suspensión del juicio-de la que hablan los meditadores. Otra forma probablemente relacionada con esta experiencia son las que suceden durante la intoxicación con algunas drogas, estoy pensando en el cannabis y planteo a modo de hipótesis que quizá la vivencia distorsionada del tiempo que tiene lugar durante esas experiencias pueda estar relacionada con aquella experiencia que llamé «Eso» y que describí de la siguiente forma:

Se trata de una experiencia que sólo puede vivirse en primera persona (como todas las experiencias) pero que a diferencia de las experiencias comunes no puede comunicarse pues no existen consensos sobre ella. No es tener la mente en blanco, no es un bloqueo, ni un ataque epiléptico, no es una convulsión ni un dejà vu ni una de esas sincronicidades- coincidencias significativas- que a veces nos parecen bien siniestras o bien maravillosas; quizá la palabra “rapto” o “paroxismo noético” pudiera describirla mejor que cualquier otra palabra, es una degustación de algo desconocido como un sabor, un olor o una textura exótica o inusual – a pesar de no ser algo perceptual- como si ese algo hubiera penetrado en mi por unos instantes y que se desvanece raudo, tan veloz que no hay tiempo suficiente para atraparlo.

Y lo peor que podemos hacer cuando “eso” nos penetra es pretender atraparlo pues apenas lo intentamos se desvanece.

Es muy posible que «eso» sea el tiempo estirado como un chicle, una experiencia de atemporalidad que sucede cuando nuestro cerebro es golpeado en su sistema cannabinérgico con un resoplido de anandamida y que nos devuelve la percepción del tiempo en su verdadera dimensión: como un instante eterno, al disolver la droga la ilusión de secuencialidad del transcurso.

¿Es la experiencia relatada en este post la misma que sucede en las vivencias del aqui y ahora?

Es seguro que volveré sobre ello.

El poder del ahora por Eckhart Tolle:


Puedes leer el libro de Eckhart Tolle en pdf aqui.

El buen salvaje

Hobbes tenia razón, Rousseau se equivocó

Steven Pinker

Recientemente me hicieron una entrevista para un reportaje sobre periodismo cientifico y la periodista me hizo una de esas preguntas que ponen a prueba nuestra concepción de la existencia y la naturaleza humanas. Me dijo, casi al terminar la interviú:

– ¿El hombre es malo o bueno por naturaleza?.

Me cogió por sorpresa y traté de explicarle a la entrevistadora que en realidad «bueno» y «malo» son conceptos muy poco biológicos, sino más bien conceptos morales. Pero pactando esa extravagancia del lenguaje y en el contexto de lo que estábamos hablando concluí diciéndole que la maldad o bondad de los actos de las personas son calificativos morales que no tienen nada que ver con las ventajas de ciertas conductas para la supervivencia o comodidad de quien los practica. Lo malo es malo para la victima de la maldad pero no para el que obtiene de su maldad ciertas ventajas. El Sapiens es un simio egoista y agresivo pero tambien es capaz de ser altruista y bondadoso.

¿Como pueden compatibilizarse ambas tendencias?

Pues a través de la teoria de los juegos, imagínese usted a una persona muy egoísta que siempre y en todas las ocasiones fuera egoísta tal y como conté en este post sobre el «grooming» o despiojado mutuo. Lo que le pasaria a una persona asi es que una vez detectado por sus congéneres seria condenado al ostracismo y ya no podria explotar a nadie de manera que sus genes se extinguirían. En el caso contrario, si imaginamos a una persona muy altruista seria constantemente blanco de abusos y ejerceria además un «efecto llamada» sobre los abusones de modo que sus dias tambien estarian contados.

Dicho de otro modo el egoísmo o el altruismo extremos serian conductas poco adaptativas que serian detectadas por nuestro prójimo con celeridad y ya no representarian entonces ninguna ventaja evolutiva: tanto los genes egoistas como los genes altruistas se extinguirían. Por otra parte está bien establecido que el atruismo en nuestra especie tiene que ver con el parentesco. Significa que somos altruistas con aquellos de nuestros familiares que portan nuestros genes pero no tanto con los extraños.

De manera que ya sabemos dos cosas, somos egoistas y somos además de egoistas bastante chauvinistas en nuestras predilecciones.

Trataba de hacerle llegar a la periodista la idea de que altruismo y egoismo son estrategias conductuales muy bien implantadas entre nuestra especie y que de su equilibrio depende eso que llamamos vida social que no es sino un consenso destinado a establecer reglas para la convivencia entre congéneres y que cada vez han ido sofisticándose más y más sobre todo a partir de la Ilustración cuando se constituyeron gracias a Hobbes y Rousseau las dos teorias más importantes sobre nuestra naturaleza, ambas opuestas entre sí.

El buen salvaje es la suposición rousseauniana de que el hombre es bueno por naturaleza y que es precisamente la sociedad quien lo pervierte.

Todos crecimos con esta idea: la escuela o los sistemas educativos era la mejor forma de transformar seres humanos en zombies, hasta Pink Floyd lo creyó asi cuando escribieron esta mitica canción de la pelicula  «El muro». Ladrillos eramos pues los individuos, ladrillos de un muro destinado a separanos los unos a los otros y de nuestra idílica naturaleza que emergería espontáneamente situando a los sujetos en escenarios tipo Icaria o los diseños socialistas de carácter utópico que emergieron en el siglo XIX como los que propiciaron Saint Simon o Charles Fourier.

Naturalmente esta idea sobre la naturaleza humana es falsa, tan falsa como la de la Tabla rasa de la que hablé en este post y sin embargo ambas son teorias que han tenido un extraordinario éxito entre politicos, educadores,  psicólogos y público en general al menos durante el siglo XX, aun hoy hay que constatar que todos nuestro sistema educativo se sustenta en la idea de que los sujetos vienen al mundo con una pizarra sin escribir (tabla rasa) y que cuanto menos intervengamos en sus instintos tanto mejor (El buen salvaje) a fin de no «reprimirlos» o «discriminarlos» demasiado.

Lo que es verdad es justamente lo contrario: que es la sociedad la que atempera el egoísmo humano y lo modula hasta lo que entendemos como convivencia dejando de lado a aquellos que no son de ninguna manera resinsertables para convivir en sociedad, psicópatas, asesinos en serie y etc.

Para mi el sistema educativo de los paises opulentos de Europa adolece de un fallo de perspectiva garrafal al no atender los hallazgos de la moderna neurociencia y aplicarlo practicamente en las aulas. Dicho esto, me gustaria decir tambien que la educación gratuita y obligatoria es un éxito de las sociedades democraticas siempre y cuando se partiera de la base -la predicción- de que no va a ser aprovechada por todos de manera similar y de que muchos niños son disfuncionales en su convivencia con otros niños a los que retrasan en sus progresos.

El mayor problema con el que se encuentran los enseñantes es que la creencia del Buen salvaje ha  erosionado gravemente el principio de autoridad y es bastante complicado mantener en las aulas el necesario recato para que puedan llevar a cabo su función siempre cuestionada no sólo por los niños sino tambien por sus padres. Los enseñantes no están entrenados tampoco para manejar situaciones de violencia en el aula que son probablemente las situaciones más frecuentes, asi como un sinnúmero de contradicciones sociales que se dan cita en los colegios como es lógico, pero con las que tienen que lidiar a diario y sobre las que voy a referirme ahora atendiendo especialmente al tema de la violencia escolar.

Si los niños no se matan entre si ya en el parvulario es porque carecen de la suficiente fuerza muscular y las suficientes herramientas cognitivas para planearlo o llevarlo a cabo. A conclusiones similares llegaron ciertos investigadores citados por Adolf Tobeña en este video donde habla de las relaciones existentes entre castigo y socialización en clave neurocientifica y que creo que cualquier enseñante deberia visionar.

Nombra Tobeña algunas experiencias grabadas en las guarderias donde los investigadores contabilizaron una a una las agresiones que llevaban a cabo los niños, se encontraron con que:

  • un grupo de niños pegaban, empujaban o mordían a sus congéneres casi cada dia.
  • otro grupo solo lo hacian cuando existia -por asi decir- un conflicto de intereses, de vez en cuando.
  • mientras que habia otro grupo que no lo hacia nunca o casi nunca.

Naturalmente este ultimo grupo -la buena gente por asi decir- eran victimas de los dos grupos anteriores y corrian con todo el gasto de la violencia que ejercían contra ellos los otros dos grupos. Y no recuerdo bien si se contabilizó en este estudio las agresiones de chicos a chicas que sufren extorsiones o abusos continuas en los lavabos que se llevan a cabo usualmente entre sexos.

Dicho de otra manera: algunos niños utilizan la violencia sistemáticamente para salirse con la suya, otros lo hacen de vez en cuando y otros (victimas propiciatorias del sistema) no lo hacen nunca y se llevan todos los golpes.

Existen al menos tres grandes grupos de dispositivos para modular la agresión innata de las personas, son estas tres:

  • El toma y daca: la agresión no sale casi nunca gratis porque el contrincante no se dejará avasallar y practicará aquello del «donde las dan las toman» de modo que los niños agresivos aprenden a modular su agresión en función de sus costos.
  • La empatía es el más potente dispositivo intrapsíquico inhibidor de la agresión, sin embargo existen muchas personas incapaces de desarrollar empatía como los psicópatas que parece que obedecen a averias en la corteza cerebral cingulada anterior, una estructura neurobiológica destinada a construir hipótesis sobre las intenciones de nuestros congéneres, (desarrollar una teoria  de la mente) e inhibir la impulsividad.
  • La supervisión, pedagogia y control. El sólo hecho de sentirse observado es un potente inhibidor de la agresividad, en este articulo los autores proponen que las creencias sobrenaturales surgieron precisamente de la necesidad de promover actitudes sociales entre los individuos.

Y cuando todo falla el más potente disuasorio para la inhibición de la agresión es el castigo. Y cuando falla la disuasión la pena.

Lo más interesante del castigo al que muchos de nuestros educadores renuncian de antemano en la creencia de que sirve para poco como metodo educativo. Lo cierto es que el castigo es inoperante en cierta clase de individuos ineducables pero curiosamente el castigo, la amenaza o expectativa creible de castigo hace crecer el grupo de cooperantes frente al desorden o el caos que hacen crecer precisamente a los insurrectos. Hobbes tenia razón cuando especuló que la mejor forma de someter el egoismo y la violencia individuales era el Estado, el gran Leviatán.

Me gustaria ahora hablar de una forma bastante común de violencia y discriminación, probablemente la mas frecuente en enotrnos escolares y que se dirige a los niños gordos o en sobrepeso y que suelen ser victimas de discriminacion, violencia verbal y fisica y aislamiento o estigmatización.

Quiero decir ahora que no sólo hay que luchar contra la violencia, la discriminación o el ostracismo sino que además los profesores tienen que luchar contra la autoestigmatización.

Sucede que ciertos niños son victimas constantes y repetidos de acoso  escolar o violencia y los padres se plantean con excesiva superficialidad el cambio de colegio o emprenden «cruzadas» para reparar el daño o las injusticias que sus hijos han tenido que sufrir.Los profesores por su parte se dividen entre simpatizantes de unos y otros y exceptuando los casos más graves los niños agresores salen impunes encontrándose con la paradoja de que un niño expulsado  de este colegio ha de ser escolarizado en otro, pues la escolarizacion es un derecho que está por encima de la disciplina. Naturalmente las autoridades educativas son prisioneras de esta contradicción y los niños disociales acaban sembrando el caos y de victimas todas las aulas que visitan.

Siendo esto cierto aunque seguramente se trata de casos de bullyling graves, los colegios están llenos de victimas menores de acosadores menos sistemáticos. Los niños en sobrepeso son los que suelen atraer la mayor parte de las agresiones al ser detectados como «débiles» y no participar en juegos violentos o competitivos. Estos niños aprenden muy pronto algo que en el futuro operará en contra suya: aprenden a colgar cualquier fracaso en la percha de su sobrepeso -que pasa de este modo a ser un beneficio- y obtienen de este modo ciertas prebendas y ventajas escolares, obteniendo simpatias entre algunos de sus profesores que tienden a sobreprotegerlos. Asi es posible encontrarse con niños en sobrepeso muy bien dotados intelectualmente que fracasan repetidamente y que se hacen holgazanes, manipuladores y que se niegan a seguir dietas o participar en deportes.

Lo cual indica que nosotros los sapiens somos muy hábiles a la hora de revertir ciertos escenarios que nos perjudican y que una «victima» puede ser un tirano con sus padres o educadores al tiempo que resulta una pieza fácil de atraer burlas de sus iguales.

Por eso concluyo en este caso que:

El mejor programa de socialización para un niño gordo es hacerle bajar de peso.

Pues cada cual tiende a encontrar una manera de salirse con la suya, unos a empujones y otros a través de la debilidad, la impotencia y si es necesario a través de la enfermedad.

Nota liminar.-

Este post es una continuación de este otro donde expuse mi forma de ver esta contradicción biológica donde los genes egoistas y los genes altruistas comparten ubicación en nuestro genoma y generan comportamientos opuestos segun la situación y dependiendo tambien de eso que hemos llamado nepotismo (la preferencia por los nuestros sobre los desconocidos) y que presenta una molesta contradicción con nuestros ideales democráticos..

¿Y tu qué sabes de tu regla?

Seguramente usted sabe que las mujeres menstruan regularmente con una perdiocidad lunar de unos 28 dias aproximadamente, pero si usted no es médico es muy probable que no sepa como funciona este delicado mecanismo que hace que las mujeres en edad fértil sangren todos los meses, exceptuando:

  • A las embarazadas y durante la lactancia.
  • Las que tienen un peso por debajo de sus necesidades energéticas: las situaciones de inanición del origen que sea.
  • Las menopáusicas.
  • Las prepúberes.
  • Las ovariectomizadas.
  • En el sindrome de Simmonds-Seeham (una forma de necrosis hipofisiaria posthemorrágica)

En realidad las mujeres menstruan por la acción directa de estrógenos/progestágenos (que fabrican sus ovarios) sobre el epitelio uterino, se trata de una acción de reparación, exoneración y limpieza epitelial que está directamente relacionada con las hormonas femeninas operando a nivel local.

Pero la cosa es un poco más complicada, porque en ese proceso intervienen no solamente los estrógenos o los progestágenos producidos por el ovario sino hormonas de la hipófisis y hormonas hipotalámicas, es por eso que hablamos de un eje hipofisiario-hipotalamico-ovárico, un eje que opera por retroalimentación.

Para entender mejor este término de la retroalimentación se recurre siempre a la metáfora de un termostato: usted pone en una estufa una determinada posición de calor y cuando el ambiente ha alcanzado esa temperatura la estufa se desconecta hasta que se alcanza un nivel determinado de frio y la estufa vuelve a enchufarse. Los ingenieros que inventaron este sencillo mecanismo no sabian que estaban abriendo a las ciencias de la salud un modelo para que entendiéramos como funcionaba este regulador interno que hace que hipofisis, hipotálamo y ovario se autoregulen mutuamente: los excesos de uno son compensados por los déficits del otro.

Lo que sucede es que la hipófisis segrega una serie de hormonas en forma secuencial (una después de otra), FSH, LH y LTH que son en realidad factores liberadores que van a actuar en el hipotálamo que a su vez retroalimenta a la hipófisis a través de factores liberadores de gonadotropinas y que dispara la secuencia hipofisaria adecuada aunque en realidad son estas hormonas hipofisiarias las que van a regular el ciclo menstrual femenino -por su acción directa sobre el ovario y la espermatogénesis en el hombre a través de su acción en el testiculo.

La FSH, la LH y la LTH son pues hormonas hipofisiarias que regulan el crecimiento, maduración y expulsión del ovocito-óvulo ya maduro. Operando de forma secuencial provocan la maduración del foliculo en el ovario, tanto la FSH como la LH. El óvulo emerge en el pico de LH y posteriormente aparece en escena la LTH que es la hormona responsable de la formación del cuerpo lúteo que es el que mantiene -si la hubiere- la gestación. Lo importante es recordar que en un primer tiempo el ovario responde a estos estimulos hipofisiarios a través de la secreción de estrógenos mientras el cuerpo lúteo está especializado en la secreción de progesterona necesaria para mantener un embarazo.

Como ustedes observarán la menstruación es el subproducto de un mecanismo muy complejo donde se encuentran involucrados muchos mensajeros químicos lentos (hormonas) operando en sinergia con tal de asegurar que cada mes madure un óvulo, se desprenda y sea eventualmente fecundado, la menstruación es precisamente la prueba de que el óvulo no ha sido fecundado y que se reinicia un nuevo ciclo.

Simulacros y menstruación.-

El primer invento farmacológico para la simulación de la menstruación procede de los anovulatorios que comenzaron a venderse en los sesenta y cuyo uso se ha generalizado de tal modo que hoy es casi imposible encontrar a una mujer que no los haya utilizado alguna vez en su vida con o sin prescripción y vigilancia facultativa.

Como su nombre indica anovulatorio es un fármaco que suprime la ovulación dejando  a la mujer infértil pero no suprime la menstruación dando una apariencia de normalidad. En realidad su uso comenzó siendo un metodo de control de la natalidad pero hoy sus indicaciones han crecido sobre manera incluyendo a los casos que comentaré un poco más abajo.Me refiero a las muchachas que en condiciones naturales no menstruarían debido a su escaso indice de masa corporal.

Los anovulatorios son estrógenos y progestágenos en proporción equilibrada de hormonas en cada comprimido que cuando se toman diariamente y durante 21 dias provocan un engaño a la hipófisis que deja de producir FSH, LH y LTH creyendo que la ovulación ya se ha producido precisamente porque los estrógenos/progestágenos retroalimentan el sistema hipofisiario con tal fin.

Dicho de otra manera: la anovulación es posible porque la sobrecarga externa de estrógenos y progestágenos inducen a la hipofisis al error. La regla se produce precisamente cuando la mujer cesa de consumir estos comprimidos, se trata como en condiciones naturales de una hemorragia por deprivación. Una regla simulada en el sentido de que no es una regla como consecuencia de un óvulo que no fue fecundado sino de la consecuencia de un fármaco que dejó de tomarse.

Pero esta no es la peor consecuencia de la pildora como se la conoce vulgarmente. No cabe duda de que tal y como comenté en este post, la mujer opulentta y occidental está sometida a una estrés estrógenico muy superior al de nuestros ancestros. Los embarazos y las lactancias -periodos de supresión naturales de estrogenos- han disminuido, la menarquia se presenta antes, el climaterio se trata con estrógenos sustitutivos para evitar los riesgos de su deprivación (usualmente la osteoporosis), de manera que no cabe ninguna duda de que las mujeres actuales soportan una bomba de estrógenos muy elevada que tiene consecuencias en el desarrollo de cánceres hormonodependientes como el de mama.

La sobrecarga de estrógenos en las muchachas jóvenes tiene además otra consecuencia que usualmente se pasa por alto, me refiero a las consecuencias emocionales: algunas chicas no toleran el tratamiento hormonal, precisamente aquellas con una vulnerabilidad elevada al exceso de emotividad. Hay muchachas que simplemente se intoxican con sus propias emociones bien por una exceso de estrógenos circulantes o bien por una respuesta exagerada a los mismos. En medicina se conoce a este sindrome como de tensión premenstrual y se le da muy poca importancia a pesar de que muchas veces puede llegar a ser muy incapacitante fisicamente y casi siempre lo es emocionalmente, con reacciones exageradas, comportamientos histriónicos o impulsivos e incluso disforias (sintomas parecidos a la depresión con predominio de la irritablidad).

Es conveniente tambien decir que los anovulatorios tienen complicaciones hepáticas y muchas interacciones con otros medicamentos que bien pueden dejarlos sin efecto o bien el caso contrario: aumentar su toxicidad; su uso deberia estar en todos los casos monitorizado. Del mismo modo deberían utilizarse en periodos cortos de tiempos con igualdad de periodos de descanso.

Con todo el error más importante  es utilizar los anvulatorios para el tratamiento de los llamados desarreglos de la regla.

El desarreglo más frecuente en nuestro entorno es la amenorrea y su causa más frecuente es la perdida brusca de peso, bien en una persona que se mantiene en un peso normal (muchas obesas pueden presentar amenorreas a pesar de presentar un peso dentro de la normalidad) o bien el caso de las anoréxicas jóvenes que regresan a un estado hormonal prepuberal con su adelgazamiento rápido.

En cualquier caso la regla no debe forzarse, es necesario restituir el peso premorbido para que se produzca un ajuste de ese reloj biológico que llamamos hipotálamo y las cosas vuelvan a su cauce.

Un cuerpo deshidratado, desnutrido y debilitado no va a reglar nunca espontáneamente, el organismo tratará de reservarse todo el Fe (hierro) que pueda para la respiración celular y lo primero que tratará de ahorrar es sangre, oxigeno, agua y sales minerales.

Por otra parte el reloj biológico se pone en marcha produciendo la maduración de ovocitos. La ovulación es la variable critica y en ningún caso la regla.

Dar un tratamiento anticonceptivo a estas muchachas para que reglen forzadamente es un error muy frecuente, demasiado frecuente en nuestro entorno que tranquiliza a las madres pero debilita aun más a las pacientes.

Por otra parte es muy frecuente que una vez alcanzado el peso normal (que corresponde por talla, edad y constitución) la regla no se normalice. Es curioso observar que la menstruación puede tardar aun un año -después de haber normalizado el peso- en aparecer. Sucede por una cuestión: la amenorrea es el marcador biólogico más importante de inanición mucho más que el peso o el IMC (índice de masa corporal). Y mientras no aparezca podemos afirmar que aun estamos en la convalecencia y que la desnutrición no se ha resuelto puesto que el organismo sigue en su manía ahorradora, no tanto por defecto de nutrientes sino por la imposibilidad de aprovecharlos adecuadamente.

Las situaciones de inanición que enfrentamos hoy en nuestras pacientes adolescentes (usualmente trastornos alimentarios) son tan graves y recidivantes que no podemos estar seguros de haber resuelto la situación hasta que la regla se presenta espontáneamente: una niña puede estar consumiendo las calorias necesarias pero ser incapaz de asimilarlas..

¿Pero podemos favorecer o acortar esta convalecencia?

¿Con qué medios?

Será en un proximo post.