Recientemente he sabido a través de una amiga mexicana que allá tienen una expresión emparentada con la nuestra «de puta madre» que es como llamamos aquí a una cosa muy buena. Los mexicanos sin embargo y quizá intoxicados por el azúcar de la coca cola y las hamburguesas o tal vez por una visión trágica de la vida no hablan de madres sino de padres.
Ellos dicen que algo es «muy padre» cuando una cosa es muy buena, muy guai como decimos ahora en castizo del guasap. A mi estas cuestiones antropológicas me gustan mucho, de manera que interrogué más profundamente a la centroamericana a este menester.
Quería saber por qué en Mexico a algo bueno, le llaman «muy padre» en lugar de apelar al puterío liberador de la madre. Mi interlocutora me contestó, «pues porque son los papás los que tienen el dinero, yo por ejemplo estoy en España gracias a que mi papá me ha pagado el viaje», contestó sin azorarse. Entonces averigüe otras cosas: que aquel iphone 6 plus que llevaba consigo era también un regalo de su papá y que un papá está para eso: para atender los gastos de sus hijos máxime cuando papá y mamá están divorciados que suelen ser la mayoría.
Los regalos a los hijos son así como un peaje revolucionario que los padres hacen a sus hijos, por aquello que «nada les falte» aunque lo más probable es que se trate de un residuo culpable por haberse buscado la vida con otra más joven..
Entonces, no se por qué me acordé de aquella canción de Seguridad Social que se titula «Adios papá», toda una declaración generacional «un poco de dinero más» . Es eso, los papás se divorcian y entonces han de pagar no solo pensiones a la abandonada sino los caprichos de sus hijos. Serán cosas del divorcio pensé y ahi lo dejé.
Pero a los pocos días y como si hubiera habido una especie de sincronicidad entre mi amiga y yo, cayó en mis manos este articulo, que se titula ¿Por qué es más importante tener papá que mamá?» escrito por Francesca Caregnato una psicologa clinica también mexicana a juzgar por las expresiones castellanas con tintes de mañanitas.
En realidad el articulo puede ser entendido entre nosotros que no tenemos papás tan proveedores y un exceso de mamás como sexista pero si el lector supera las dificultades idiomáticas verán como tiene algo de razón.
Toda la razón diría yo que tiene la autora de este articulo El argumento evolucionista es muy claro, no se trata de poner en una balanza el peso de las mamás y compararlo con el de los papás que es lo primero que nos viene a la cabeza en las comparaciones, sino entender que la maternidad y la paternidad son cosas muy distintas-
Para empezar, el maternaje es obligado, si usted es la mamá de alguien no tiene más remedio que serlo. Hay en ello una seguridad cien por cien. Usted sabe (si es mujer) que sus hijos son sus hijos. Es verdad que usted puede morirse, abandonar a sus hijos en un orfanato o bien practicar el machista «ahí te quedas» pero sus hijos siempre encontrarán una mamá suplente. Cualquier persona puede ejercer de mamás de sus hijos, incluso un hombre.
Esta posibilidad de reemplazo de la matenridad es una forma de aloparentalidad que se da con la función materna pero es muy rara entre los hombres. Si un papá desaparece de casa (cosa que al parecer es bastante frecuente en Sudamerica) es poco probable que otro hombre se haga cargo de los hijos de usted. ¿La razón? Los hombres estamos poco motivados a hacernos cargo de los hijos de otros.
No cabe ninguna duda de que es muy padre tener padre, mejor si está en casa que conviviendo con otra mujer, pero menos da una piedra.
Volviendo al articulo en cuestión son interesantes los argumentos que maneja la autora para ponerse del lado de la importancia de un padre en un hogar, algo que viene aderezado con algunos casos clinicos y los efectos que esta carencia tiene en los hijos.
Muchos de los problemas actuales de niños y adolescentes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación de sus progenitores, especialmente de los padres (Calvo, 2014). En nuestra cultura cuando por la razón que sea un niño o una niña no cuentan con su madre biológica o ésta es marginal o ausente, inmediatamente se despliegan varias figuras maternas sustitutas que suplen esta carencia: abuela, tía, prima, vecina. E incluso cuando sí hay una mamá, parece que no basta y con frecuencia se crean alrededor del niño o niña una serie de “mamás extras” que quedarán tales para toda la vida.
Si no hay papá:por el contrario no hay despliegue de figuras paternas, hay un empobrecimiento del entorno y una ausencia de referentes que tienen distintas consecuencias según se trate de niñas o niños.
En el citado articulo se lee: “México es un país huérfano de padre”, y creo que es verdad. Muchos, demasiados hijos nacen sin padre; muchos, demasiados padres abandonan a sus hijos; muchas, demasiadas madres alejan a los padres de sus hijos.
El rol de la paternidad ha sufrido diversas modificaciones en la historia. Ha pasado de un modelo rígido y dominante a una estructura más flexible e igualitaria; de sólo proveedor económico los padres ahora pueden ser proveedores de cuidados, afectos, enseñanza y formación. La función paterna es entonces una función afectiva, sociocultural, relativizada por los momentos históricos (Aray, 1992).
Actualmente los hombres están en transición de un modelo tradicional a un nuevo modelo inacabado al cual adherirse y que han cambiado con respecto a la paternidad de sus propios padres. Hoy el rol paterno es más impreciso y menos establecido que antes, y sobre todo con respecto al de la madre. Además, el papel del padre está más determinado por factores individuales, familiares, y culturales que influyen en su práctica, lo que no ocurre con la maternidad. La función paterna en psicoanálisis funge como reguladora del deseo y el goce, que censura el incesto y la fusión madre-hijo. Es una función psicocultural que facilita el distanciamiento de lo biológico, de lo instintivo-pulsional favoreciendo el acceso a lo simbólico (Arvelo, 2000).
Consecuencias conocidas de la ausencia de padre.-
En un trabajo de investigación que se basó en un seguimiento de más de 70.000 adolescentes y adultos jóvenes de ambos sexos a lo largo de casi 20 años (McLanahan & Sandefur, 2000; en: Chouhy, 2000), se estudiaron las siguientes variables: 1) riesgo de interrumpir estudios secundarios 2) riesgo de permanecer sin estudiar ni trabajar por períodos prolongados (idleness) 3) riesgo de embarazo en la adolescencia, comparando a jóvenes que crecieron con un padre, con aquellos que crecieron sin un padre. Los resultados obtenidos fueron:
- El riesgo de permanecer sin estudiar ni trabajar por períodos prolongados es un 50% más alto para jóvenes que crecieron sin su padre.
- El riesgo de interrumpir estudios secundarios es un 100% más alto.
- El riesgo de embarazo en la adolescencia es también un 100% más alto.
Más de 500 estudios (sintetizados en el National Fatherhood Initiative, disponible en www.fatherhood.org/ soportan el mayor impacto del rechazo paterno versus el materno en relación a sus consecuencias.
Algunos resultados de este meta análisis arrojan que crecer sin un padre explica (pero no implica):
• 5 veces más propensión a ser pobres en la adultez
• 20 veces más propensión a los desórdenes de conducta
• 14 veces más propensión a violar a una persona
• 10 veces más propensión a adicciones
• 20 veces más propensión a la depresión
• 5 veces más propensión a cometer suicidio
• 32 veces más propensión a escapar del hogar
La conexión entre ausencia del padre y delincuencia surge de numerosos trabajos de investigación. En Estados Unidos por ejemplo, el 70% de los delincuentes juveniles, de los homicidas menores de 20 años y de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin padre. En la comunidad afro-americana, en la que la figura paterna ha virtualmente desaparecido, uno de tres menores de 25 años está preso o en libertad condicional. Un padre ausente es el mejor predictor de criminalidad en el hijo varón (Adams, Milner & Schrepf, 1984; Anderson, 1968, Chilton & Markle, 1972; Monahan, 1972; Mosher, 1969; Robins & Hill, 1966; Stevenson & Black, 1988; Wilson & Herrnstein, 1985; Bohman, 1971; Kellam, Ensminger & Turner, 1977. Todos en: Chouhy, 2000).
La falta de padre constituye además un factor de riesgo para la salud mental del niño, quien además presenta mayores dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de tener problemas con la ley (Angel & Angel, 1993; en: Chouhy, 2000).
Y así llegamos a lo importante: la paternidad no es una persona, es un síimbolo, un Gran Otro, por decirlo en términos lacanianos, algo vinculado a lo vertical, a la autoridad, de manera que el lector ya puede ir husmeando por donde andarán los conflictos de un adolescente sin padre: podrá identificarse pero no diferenciarse. Podrá parecerse a ese otro imaginario que nunca conoció pero no diferenciarse de él.
Terminaria este post diciendo con Virgilio que la patria es incierta y la maternidad inevitable.
En este articulo de Satoshi Kanazawa puede el lector conocer como la ausencia del padre precipita la menarquía en las chicas, es decir favorece la precocidad sexual. De manera que ya sabemos porque en algunas culturas ser «muy padre es algo que se asocia con lo bueno, con la suerte. Lo que no me queda claro es por qué para nosotros lo bueno es «de puta madre». ¿Será que tenemos un exceso de madres santas? ¿O será que las putas no son madres?
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