Humor e hiperrealidad

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Lo satírico ha desaparecido de la prensa diaria, ya apenas existen publicaciones como aquellas de «La codorniz», «El papus», «Hermano Lobo» o «El jueves», parece que lo satírico sólo tiene éxito en épocas de represión política y desaparece cuando se levantan los controles sobre las ideas aunque las ideas ya no existan como ahora y no necesiten por tanto ser perseguidas.

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Del mismo modo los que hacen chistes tambien han pasado a la clandestinidad como si ya no hiciera falta reirse de nada o quizá porque su función de denuncia haya pasado de moda, quizá ya nadie los contrata. Algo de eso debe de haber porque vivimos en un mundo tan irreal que basta con ver el telediario para contemplar el esperpento que otrora demandaba talento literario y que ahora protagonizan personajes reales, como si la ficción se hubiera instalado en lo cotidiano. Los informativos de televisión son el lugar más risible de toda la programación aunque anuncien desgracias o tragedias. El último reducto de lo satírico y quizá el embrión de su renacimiento es Internet, es en la red donde subsiste el discurso satírico, el más cercano a la verdad de todos los discursos.

En estos chistes de Borges que he subido en formato pps, hay una serie de temas recurrentes de la postmodernidad. Para reirse a carcajada limpia si usted aun no ha sido capturado por «la ilusión de seriedad» de una vida cada vez más irreal y ha llegado a creerse que eso que ve por televisión es la realidad es decir la verdad.

Sólo el cómico y el poeta está liberados de la cadena de lo demostrable y saben que la Verdad pertenece a un orden superior a la demostrabilidad. Si los chistes de Forges nos provocan risa es porque lo trágico que en ellos se nos plantea lo conocemos y lo damos por bueno, como si despertarámos de un sueño y la risa aplacara nuestro desvarío.

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