Si haces una pequeña encuesta entre tus conocidos y les haces esta pregunta: ¿Crees en Dios? tendrás una muestra bastante representativa de las opiniones generales, que son estas posiciones elementales:
- Los que dicen que creen en él y siguen alguna religión y abrazan algun tipo de rito o liturgia.
- Los que dicen que creen en él pero que no practican ninguna religión.
- Los que creen en «algo» que no saben nombrar y que de cualquier forma no se halla presente ni en su vida ni en sus elecciones.
- Los que no creen en él, son los ateos.
- Los que nunca se lo han preguntado y viven de espaldas a esta idea.
De modo que como podrás comprobar en tus propias estadísticas -que serán muy parecidas a estas- el personal está muy dividido, entre los que creen mucho, los que creen algo, los descreidos y los nihilistas.
Todo lo cual señala en la dirección de que quizá el error estriba en nuestro concepto de qué cosa en Dios, a mi cuando me preguntan sobre este asunto confieso que me ponen en un aprieto del mismo modo que cuando me preguntan sobre si estoy a favor o en contra del aborto o de la legalización de la prostitución, es un decir.
Y me ponen en un aprieto porque yo no sé qué definición tiene mi interlocutor sobre Dios y es por eso que escribo este post, para averiguar cual es la naturalzeza de Dios, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de Dios?
Como todas las abstracciones no es fácil un acercamiento a todos los conceptos que cuelgan de este significante «Dios», no es desde luego una palabra vacia de sentido, al contrario parece que colgados de este concepto hay no sólo otros valores sino incluso leyes, prohibiciones, promesas de tiempos mejores, dones de inmortalidad y sobre todo preceptos sobre el Bien y el Mal, normas sobre como conducirse en la vida y guías para resolver conflictos entre los individuos, guías de convivencia.
De manera que la identificación entre Dios y la religión es bastante comprensible desde esta forma de entender a Dios pero implica un coste adicional: como cada cultura inventó a su propio Dios y cada cual cree que el suyo es el verdadero y el otro falso, el conflicto entre culturas está servido.
Y no sólo entre culturas sino que en la misma cultura existen conflictos entre aquellos que creen en Dios y aquellos que no creen en él, más abajo volveré sobre este asunto.
Lo cierto es que la palabra «Dios» nos trae a la cabeza no solo un Creador del Mundo sino tambien una especie de homúnculo justiciero con barbas que dejará las cosas en su sitio en la otra vida repartiendo prebendas y castigos. Ignoro por qué Dios se encuentra tan unido con los afanes de inmortalidad del hombre, pero lo cierto es que un Dios que no proclamare la inmortalidad con un Edén más allá de la vida sería un Dios menor, un Dios con pocos acólitos.
Algunas personas parece que creen en Dios un poco como premio de consolación por una existencia y una vida seguramente injusta o donde no han recibido aquello a lo que se cree merecedor. Es por eso -dicen algunos- que el cristianismo tuvo tanto éxito entre los pobres y los parias y es por eso que Carlos Marx dijo -compitiendo con Jesucristo- aquello de que la religión es el opio del pueblo un poco siguiendo la idea de que esos premios de consolación que los pobres persiguen les impiden tomar conciencia de su estado y hacer algo para cambiar las cosas.
Y si Dios puede impartir esta justicia otoñal -después de morir- es porque todo lo sabe (es omnisciente), todo lo puede (es omnipotente) y está en todas partes (omnipresente), tampoco puedo entender por qué los que inventaron a Dios le colgaron tales habilidades como si crear el mundo fuera una tarea fácil.
Pero Dios – en la mirada de un creyente convencional- no se conforma con todos estos poderes sino que además dicta a los hombres su legislación, es decir se nos revela de una u otra forma: las tres religiones monoteistas tienen sus libros sagrados dictados directamente por Dios a los hombres como una Verdad inapelable: la Torah, la Biblia y el Corán son ejemplos bien conocidos de esta revelación como la Cosmogonia de Hesiodo le fue dictada por las Musas con la intención de que fueran leidas como Verdad más que como un relato mítico de indudable calidad literaria y que es explicativo sin intención de explicar nada: la función del mito.
De manera que no se qué contestar cuando me preguntan si creo en Dios porque -efectivamente- no creo en un Dios legislativo, ejecutivo o judicial como un Estado moderno ni que después de mi muerte vaya a compensarme de lo que me faltó en vida o que vaya a castigarme por lo que hice o dejé de hacer durante ella.
Otra cosa es el tema de la Creación.
Y cuando digo creación me estoy refiriendo a la creación del universo, no hablo de la creación de la vida, en este sentido yo soy darwinista y me pliego a las condiciones de la Evolucion para explicármela. Pero una vez dicho esto he de confesar que no creo tampoco en «La santa Evolución» es decir no hago de la evolución un Dios al que adorar sino que la contemplo como una teoria incompleta sobre la que aun queda mucho que decir. Darwin descubrió un continente pero aun falta descubrir algunas islas, por ejemplo la evolución con su selección natural -selección del más fuerte- no explica la especiación, es decir la aparición de nuevas especies tal y como sostienen algunos darwinistas heréticos como Lynn Margulis y sobre la que hablé en este post.
Cuando hablo de la creación me refiero pues a lo que sucedió un segundo -un poco antes de que hubiera tiempo propiamente dicho- antes del big-bang, ¿qué habia alli?, ¿que fue lo que explotó?
Los fisicos dicen que lo que habia alli es una singularidad y una singularidad desde el punto de vista fisico es un estado en el que no se cumple ninguna ley de la fisica tal y como la entendemos hoy, no habia materia, ni luz, ni teoria de la relatividad, ni física cuántica que fueran aplicables en aquel momento previo a la explosión. Lo que explotó entonces fue «algo» que seguramente estaba sometido a una energia intolerable y que precisó desplegarse en un universo lleno de materia, energia y Luz que no ha dejado de expandirse desde entonces.
O sea que de existir Dios es aquello que alli explotó, ese es el Dios en el que yo creo, esa singularidad fisica donde ninguna ley conocida por el hombre parece cumplirse. En este post hablé precisamente de las relaciones que existen entre Dios y el bosón. Dios no puede ser otra cosa sino un bosón, más concretamente un bosón de Higgs, un dador de velocidad y masa, un dador de energia y tiempo. ¿pero como explicarle esto a mi interlocutor contaminado por otras ideas y prejuicios cuando me hace esta pregunta?
Es por eso que siempre respondo «no» a esta pregunta.
Es seguro que el invento de Dios procede de la incertidumbre, del miedo y de la ignorancia de un hombre primitivo viviendo enmedio de una naturaleza hostil e implacable, sin embargo el tema de un Dios creador dista mucho de haberse zanjado con el progreso, pues todo parece señalar en la dirección de que cuanto más sabemos más parecemos encontrar en la Evolución un cierto propósito a pesar de admitir que la evolución -contemplada desde un punto de vista darwinista- es un proceso ciego.
¿Qué necesidad tenia la evolución de dirigirse hacia un simio con conciencia?
¿No podía haberse conformado con la perfección de los insectos, el vuelo de los pájaros o o la astucia de las ratas?
Todo parece indicar que la selección natural sí tiene un propósito y aunque la palabra propósito parece relacionarse con una voluntad en este caso sobrenatural, siguiendo a Margulis es posible establecer que el propósito de la evolución es el aumento progresivo de la complejidad.
Y esa mayor complejidad es por una razón fisica relacionada con la segunda ley de la termodinámica: el planeta necesita disminuir sus gradientes de energia y lo hace aumentando la complejidad de la vida. Luego la evolución tiene una finalidad: la de asegurar que la vida siga adelante y que sea cada vez más compleja a fin de concentrar esa energia en organismos cada vez mas complejos.
Y la mayor complejidad es la conciencia humana.
El cosmos se entiende a si mismo sólo a expensas de la conciencia humana, luego el propósito de la evolución es precisamente ese: entenderse, explicarse y mostrarse a sí misma.
Asi se entiende que Heidegger dijera que la evolución es un proyecto inconcluso y que aún no ha terminado, es posible entender esta flecha que señala hacia el futuro hacia una mayor complejidad del cerebro, la mente humana y ese proceso se llama frontalización. Es predecible decir que el hombre se dirije hacia una mayor frontalización de su conciencia. Es posible entonces hablar de un «Homo cosmicus» que dejará al Sapiens al pie de los caballos.
Ahora y volviendo a esas encuesta doméstica que os he sugerido al principio del post haced a vuestros entrevistados esta otra pregunta: ¿has tenido alguna vez en tu vida una experiencia espiritual?
Quizá algunos de vuestros entrevistados respondan que si, pero lo más probable es que la mayoría contesten con un no sorprendido. La sorpresa procede del hecho de que el personal identifica espiritualidad con religión. La gente moderna, asertiva, materialista, racional y comprometida consigo misma no tiene ese tipo de experiencias que de alguna forma se hacen equivaler a la locura, a la intoxicación por drogas o a la extravagancia.
Pero imaginemos por un momento que en lugar de Dios creemos en una conexión entre todo lo vivo, que creemos que nuestra mision en el mundo es comprender cual es la naturaleza de las relaciones entre esos vínculos, que deseamos contribuir al bienestar de nuestro entorno, que queremos ampliar el conocimiento que legaremos a los demás, que estamos convencidos de que los malestares del hombre pueden llegar a desaparecer cuando lleguemos a frontalizarnos a voluntad, que podemos desafiar la enfermedad y la violencia de nuestra condición de simios, que podemos reinventarnos a nosotros mismos dia a dia y podemos morir y renacer tantas veces como precisemos a pesar de seguir siendo mortales.
De creer en esta progresiva expansión de la conciencia en lugar de hacerlo en un Dios creado a imagen y semejanza de nuestro egoismo chauvinista tendriamos más experiencias espirituales y no tantas discusiones sobre los preceptos que emanan de las religiones oficiales que fueron creadas para gobernar a personas infelices, pobres e ignorantes y que se especializaron bien pronto- más como códigos prejuridicos que espirituales- en gobernar las más bajas pasiones en lugar de enseñar a explorar caminos de perfección humana.
La función de la religión en este modo de pensar lo humano ha concluido, es la hora de la espiritualidad.
La espiritualidad es la superación de las religiones y de los dilemas kantianos de la moral asi como de las morales laicas que emergieron de la revolución francesa.
La supervivencia de las religiones es patética y lleva a la confrontación pero no debemos olvidar que la tendencia de los humanos es a construir nuevas religiones, una de ellas es la pretensión laica de que la ciencia es el unico soporte del saber y que nos dará en el futuro explicaciones a nuestra ignorancia de hoy.
Esta concepción laica es tambien una forma de religión que entra en conflicto con las otras, las canónicas. Lo único que puede oponerse a la religión y al progreso del que hablan los politicos es el despertar de la conciencia, es decir el funcionamiento no convencional de nuestra mente y la superación de los opuestos.
Como muestra ved este botón de la manifestación de ayer contra el proyecto de ley del aborto que nos prepara la laica Bibiana Aido.
¿Se trata de una confrontación entre el progreso y la reacción?
¿O de una confrontación entre dos religiones igualmente integristas?
¿Quien miente?
Todos.
Y es precisamente eso lo que unifica a las opiniones que en número de cinco alineé en la cabecera de este post.
Cada uno tiene una idea diferente de Dios pero todos están de acuerdo en tener razón -lo que impide el acuerdo- y en imponérsela al de enfrente.
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