Religión y espiritualidad

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Si haces una pequeña encuesta entre tus conocidos y les haces esta pregunta: ¿Crees en Dios? tendrás una muestra bastante representativa de las opiniones generales, que son estas posiciones elementales:

  1. Los que dicen que creen en él y siguen alguna religión y abrazan algun tipo de rito o liturgia.
  2. Los que dicen que creen en él pero que no practican ninguna religión.
  3. Los que creen en «algo» que no saben nombrar y que de cualquier forma no se halla presente ni en su vida ni en sus elecciones.
  4. Los que no creen en él, son los ateos.
  5. Los que nunca se lo han preguntado y viven de espaldas a esta idea.

De modo que como podrás comprobar en tus propias estadísticas -que serán muy parecidas a estas- el personal está muy dividido, entre los que creen mucho, los que creen algo, los descreidos y los nihilistas.

Todo lo cual señala en la dirección de que quizá el error estriba en nuestro concepto de qué cosa en Dios, a mi cuando me preguntan sobre este asunto confieso que me ponen en un aprieto del mismo modo que cuando me preguntan sobre si estoy a favor o en contra del aborto o de la legalización de la prostitución, es un decir.

Y me ponen en un aprieto porque yo no sé qué definición tiene mi interlocutor sobre Dios y es por eso que escribo este post, para averiguar cual es la naturalzeza de Dios, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de Dios?

Como todas las abstracciones no es fácil un acercamiento a todos los conceptos que cuelgan de este significante «Dios», no es desde luego una palabra vacia de sentido, al contrario parece que colgados de este concepto hay no sólo otros valores sino incluso leyes, prohibiciones, promesas de tiempos mejores, dones de inmortalidad y sobre todo preceptos sobre el Bien y el Mal, normas sobre como conducirse en la vida y guías para resolver conflictos entre los individuos, guías de convivencia.

De manera que la identificación entre Dios y la religión es bastante comprensible desde esta forma de entender a  Dios pero implica un coste adicional: como cada cultura inventó a su propio Dios y cada cual cree que el suyo es el verdadero y el otro falso, el conflicto entre culturas está servido.

Y no sólo entre culturas sino que en la misma cultura existen conflictos entre aquellos que creen en Dios y aquellos que no creen en él, más abajo volveré sobre este asunto.

Lo cierto es que la palabra «Dios» nos trae a la cabeza no solo un Creador del Mundo sino tambien una especie de homúnculo justiciero con barbas que dejará las cosas en su sitio en la otra vida repartiendo prebendas y castigos. Ignoro por qué Dios se encuentra tan unido con los afanes de inmortalidad del hombre, pero lo cierto es que un Dios que no proclamare la inmortalidad con un Edén más allá de la vida sería un Dios menor, un Dios con pocos acólitos.

Algunas personas parece que creen en Dios un poco como premio de consolación por una existencia y una vida seguramente injusta o donde no han recibido aquello a lo que se cree merecedor. Es por eso -dicen algunos- que el cristianismo tuvo tanto éxito entre los pobres y los parias y es por eso que Carlos Marx dijo -compitiendo con Jesucristo- aquello de que la religión es el opio del pueblo un poco siguiendo la idea de que esos premios de consolación que los pobres persiguen les impiden tomar conciencia de su estado y hacer algo para cambiar las cosas.

Y si Dios puede impartir esta justicia otoñal -después de morir- es porque todo lo sabe (es omnisciente), todo lo puede (es omnipotente) y está en todas partes (omnipresente), tampoco puedo entender por qué los que inventaron a Dios le colgaron tales habilidades como si crear el mundo fuera una tarea fácil.

Pero Dios – en la mirada de un creyente convencional- no se conforma con todos estos poderes sino que además dicta a los hombres su legislación, es decir se nos revela de una u otra forma: las tres religiones monoteistas tienen sus libros sagrados dictados directamente por Dios a los hombres como una Verdad inapelable: la Torah, la Biblia y el Corán son ejemplos bien conocidos de esta revelación como la Cosmogonia de Hesiodo le fue dictada por las Musas con la intención de que fueran leidas como Verdad más que como un relato mítico de indudable calidad literaria y que es explicativo sin intención de explicar nada: la función del mito.

De manera que no se qué contestar cuando me preguntan si creo en Dios porque -efectivamente- no creo en un Dios legislativo, ejecutivo o judicial como un Estado moderno  ni que después de mi muerte vaya a compensarme de lo que me faltó en vida o que vaya a  castigarme por lo que hice o dejé de hacer durante ella.

Otra cosa es el tema de la Creación.

Y cuando digo creación me estoy refiriendo a la creación del universo, no hablo de la creación de la vida, en este sentido yo soy darwinista y me pliego a las condiciones de la Evolucion para explicármela. Pero una vez dicho esto he de confesar que no creo tampoco en «La santa Evolución» es decir no hago de la evolución un Dios al que adorar sino que la contemplo como una teoria incompleta sobre la que aun queda mucho que decir. Darwin descubrió un continente pero aun falta descubrir algunas islas, por ejemplo la evolución con su selección natural -selección del más fuerte- no explica la especiación, es decir la aparición de nuevas especies tal y como sostienen algunos darwinistas heréticos como Lynn Margulis y sobre la que hablé en este post.

Cuando hablo de la creación me refiero pues a lo que sucedió un segundo -un poco antes de que hubiera tiempo propiamente dicho- antes del big-bang, ¿qué habia alli?, ¿que fue lo que explotó?

Los fisicos dicen que lo que habia alli es una singularidad y una singularidad desde el punto de vista fisico es un estado en el que no se cumple ninguna ley de la fisica tal y como la entendemos hoy, no habia materia, ni luz, ni teoria de la relatividad, ni física cuántica que fueran aplicables en aquel momento previo a la explosión. Lo que explotó entonces fue «algo» que seguramente estaba sometido a una energia intolerable y que precisó desplegarse en un universo lleno de materia, energia y Luz que no ha dejado de expandirse desde entonces.

O sea que de existir Dios es aquello que alli explotó, ese es el Dios en el que yo creo, esa singularidad fisica donde ninguna ley conocida por el hombre parece cumplirse. En este post hablé precisamente de las relaciones que existen entre Dios y el bosón. Dios no puede ser otra cosa sino un bosón, más concretamente un bosón de Higgs, un dador de velocidad y masa, un dador de energia y tiempo. ¿pero como explicarle esto a mi interlocutor contaminado por otras ideas y prejuicios cuando me hace esta pregunta?

Es por eso que siempre respondo «no» a esta pregunta.

Es seguro que el invento de Dios procede de la incertidumbre, del miedo y de la ignorancia de un hombre primitivo viviendo enmedio de una naturaleza hostil e implacable, sin embargo el tema de un Dios creador dista mucho de haberse zanjado con el progreso, pues todo parece señalar en la dirección de que cuanto más sabemos más parecemos encontrar en la Evolución un cierto propósito a pesar de admitir que la evolución -contemplada desde un punto de vista darwinista- es un proceso ciego.

¿Qué necesidad tenia la evolución de dirigirse hacia un simio con conciencia?

¿No podía haberse conformado con la perfección de los insectos, el vuelo de los pájaros o o la astucia de las ratas?

Todo parece indicar que la selección natural sí tiene un propósito y aunque la palabra propósito parece relacionarse con una voluntad en este caso sobrenatural, siguiendo a Margulis es posible establecer que el propósito de la evolución es el aumento progresivo de la complejidad.

Y esa mayor complejidad es por una razón fisica relacionada con la segunda ley de la termodinámica: el planeta necesita disminuir sus gradientes de energia y lo hace aumentando la complejidad de la vida. Luego la evolución tiene una finalidad: la de asegurar que la vida siga adelante y que sea cada vez más compleja a fin de concentrar esa energia en organismos cada vez mas complejos.

Y la mayor complejidad es la conciencia humana.

El cosmos se entiende a si mismo sólo a expensas de la conciencia humana, luego el propósito de la evolución es precisamente ese: entenderse, explicarse y mostrarse a sí misma.

Asi se entiende que Heidegger dijera que la evolución es un proyecto inconcluso y que aún no ha terminado, es posible entender esta flecha que señala hacia el futuro hacia una mayor complejidad del cerebro, la mente humana y ese proceso se llama frontalización. Es predecible decir que el hombre se dirije hacia una mayor frontalización de su conciencia. Es posible entonces hablar de un «Homo cosmicus» que dejará al Sapiens al pie de los caballos.

Ahora y volviendo a esas encuesta doméstica que os he sugerido al principio del post haced a vuestros entrevistados esta otra pregunta: ¿has tenido alguna vez en tu vida una experiencia espiritual?

Quizá algunos de vuestros entrevistados respondan que si, pero lo más probable es que la mayoría contesten con un no sorprendido. La sorpresa procede del hecho de que el personal identifica espiritualidad con religión. La gente moderna, asertiva, materialista, racional y comprometida consigo misma no tiene ese tipo de experiencias que de alguna forma se hacen equivaler a la locura, a la intoxicación por drogas o a la extravagancia.

Pero imaginemos por un momento que en lugar de Dios creemos en una conexión entre todo lo vivo, que creemos que nuestra mision en el mundo es comprender cual es la naturaleza de las relaciones entre esos vínculos, que deseamos contribuir al bienestar de nuestro entorno, que queremos ampliar el conocimiento que legaremos a los demás, que estamos convencidos de que los malestares del hombre pueden llegar a desaparecer cuando lleguemos a frontalizarnos a voluntad, que podemos desafiar la enfermedad y la violencia de nuestra condición de simios, que podemos reinventarnos a nosotros mismos dia a dia y podemos morir y renacer tantas veces como precisemos a pesar de seguir siendo mortales.

De creer en esta progresiva expansión de la conciencia en lugar de hacerlo en un Dios creado a imagen y semejanza de nuestro egoismo chauvinista tendriamos más experiencias espirituales y no tantas discusiones sobre los preceptos que emanan de las religiones oficiales que fueron creadas para gobernar a personas infelices, pobres e ignorantes y  que se especializaron bien pronto-  más como códigos prejuridicos que espirituales- en gobernar las más bajas pasiones en lugar de enseñar a explorar caminos de perfección humana.

La función de la religión en este modo de pensar lo humano ha concluido, es la hora de la espiritualidad.

La espiritualidad es la superación de las religiones y de los dilemas kantianos de la moral asi como de las morales laicas que emergieron de la revolución francesa.

La supervivencia de las religiones es patética y lleva a la confrontación pero no debemos olvidar que la tendencia de los humanos es a construir nuevas religiones, una de ellas es la pretensión laica de que la ciencia es el unico soporte del saber y que nos dará en el futuro explicaciones a nuestra ignorancia de hoy.

Esta concepción laica es tambien una forma de religión que entra en conflicto con las otras, las canónicas. Lo único que puede oponerse a la religión y al progreso del que hablan los politicos es el despertar de la conciencia, es decir el funcionamiento no convencional de nuestra mente y la superación de los opuestos.

Como muestra ved este botón de la manifestación de ayer contra el proyecto de ley del aborto que nos prepara la laica Bibiana Aido.

¿Se trata de una confrontación entre el progreso y la reacción?

¿O de una confrontación entre dos religiones igualmente integristas?

¿Quien miente?

Todos.

Y es precisamente eso lo que unifica a las opiniones que en número de cinco alineé en la cabecera de este post.

Cada uno tiene una idea diferente de Dios pero todos están de acuerdo en tener razón -lo que impide el acuerdo- y en imponérsela al de enfrente.

El quinto elemento

No entre aquí quien no sepa geometría

La academia de Platón

Dicen que Euclídes andaba tan obsesionado por los misterios que envolvían al pentágono y al pentagrama (estrella de cinco puntas) que fue por eso que se topó de bruces con el numero phi. Quedó estupefacto al notar que la diagonal de un pentágono regular (con lados iguales) dividida por su lado era una proporción incomensurable, y daba 1,618……, es decir un número rarísimo al que hoy llamamos proporción áurea o número phi y que los matemáticos llaman irracional y sobre el que hablé en este post a propósito de la belleza y el cerebro.

Debe ser por eso que a los sólidos en tres dimensiones que procedían de figuras geométricas siempre anduvieron con un pie colgando sobre lo esotérico, lo misterioso y lo sublime. Platón pensaba que los sólidos que llevan su nombre era representaciones de lo perfecto, de un orden supremo que habitaba en algún lugar.

Recordemos los sólidos platónicos, son estos cinco:

solidos

  • El cubo o hexaedro, seis caras cuadradas,
  • El tetraedro cuatro caras triangulares,
  • El octaedro, ocho caras triangulares,
  • El dodecaedro doce caras pentagonales
  • Y el icosaedro veinte caras triangulares y no hay ya más posibles poliedros que sean regulares.

La idea platónica de que existía un mundo paralelo donde habitaban las ideas o los universales perfectos entre los que se consideraban estos poliedros los llevó a relacionarlos con la doctrina de los 4 elementos, así el cubo sería Tierra, el tetraedro aire, el octaedro fuego y el icosaedro agua.

¿Pero en qué lugar quedaba el dodecaedro?

Dodecaedro

En realidad la fascinación de Euclídes por el dodecaedro procedía no sólo de aquella proporción aúrea que ya encontró en sus caras pentagonales sino en otra cuestión: el dodecaedro podía inscribir en su interior a todos los demás poliedros, los contenía a todos (tal y como podeís ver en la web linkeada).

Fue Aristóteles quien tuvo la idea de contar con el dodecaedro y encontrarle un lugar en la teoría de los 4 elementos, para él el dodecaedro representaba la quinta esencia a la que llamó éter.

El éter era el elemento que contenia a los otros cuatro.

Para entender qué es el éter según lo griegos es necesario abordar el problema cosmológico de qué es lo que separa una estrella de otra. Es decir qué hay más allá de nuestra atmósfera (aire). Los griegos llamaron éter a ese elemento que separaba un astro de otro y que la física actual niega que sea un vacío sino algo que en realidad está lleno de otra cosa.

Para los fisicos actuales la idea de vacío o nada es simplemente una idea metafisica, no es posible.

Si retiráramos de esta habitación todos los objetos, todo el aire y todo el calor, radiación y ondas que la cruzan y disminuyéramos su temperatura hasta el cero absoluto lo que habría ahí, no es el vacío o la nada sino un campo de Higgs.

Para conocer qué es un campo de Higgs recomiendo al lector que visite este post sobre el asunto que yo mismo escribí hace algun tiempo.

Dicho de otra forma: la quinta esencia aristoteliana es una campo de Higgs.

O lo que es lo mismo: el dodecaedro es la representación gráfica de un campo de Higgs: aquello que es capaz de incluir en sí mismo a todos los elementos: del mismo modo sucede con el bosón de Higgs, no tiene masa ni velocidad pero es capaz de dotar de masa  y velocidad a todo el resto de bosones y fermiones, como por ejemplo, el fotón que es un bosón o el electrón que es un fermión.

Para aquellos de vosotros que querais profundizar en esta historia de las particulas elementales os recomiendo esta página donde se repasa y se ponen al dia los conocimientos que aprendimos en el bachiller de forma fácil y divulgativa.

Hasta una pelicula de ciencia ficción se ha hecho de este asunto del quinto elemento, vale la pena ver este film de Jean Luc Besson para ilustrar estos argumentos del dodecaedro.

Aunque lo mejor es visitar y explorar lo que han dicho algunos artistas plásticos iluminados como Escher uno de los que intuyeron que el universo podia tener esta forma.

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Las estrellas según Escher son sólidos platónicos.

Y la vida es polvo de estrellas apresada entre sus bordes.

Algo que mas adelante defenderian algunos fisicos como Jean Pierre Luminet, en su libro «El universo arrugado», para saber más sobre este asunto podeís visitar su pagina web y algunos artículos de divulgación dedicados a esta idea.

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Como podeís ver en este grabado de Escher el artista pretende decirnos que la vida -representada por ese reptil- emergió de la materia inerte, desde un patrón mórfico dibujado en el papel, desde ahí transita tanto sólidos ordenados como materia caótica. Escher quizá quiso llamar nuestra atención acerca de que la vida podría ser un accidente relativo a las leyes del caos y el vacío cíclicos.

La evolución estaría patrullando tanto los patrones mórficos como algunos sólidos platónicos que les sirven de recipiente y les incluyen a todos, alternando con objetos sin forma o desordenados.

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El caso es que Dali volvió sobre el tema de dodecaedro en varias ocasiones a lo largo de su carrera, aqui en esta ultima cena parece señalar hacia la idea de que lo sagrado (la sagrada escena) parece estar inscrita en una especie de nave espacial, naturalmente en forma de dodecaedro.

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¿Qué es el tiempo?

El tiempo no existe en el inconsciente

Sigmund Freud

Esta frase que Freud escribió a principios del siglo XX parece en una primera lectura algo esotérico y precisa de alguna aclaración al lector interesado.

Fíjese usted en esa palabra «tiempo» y caerá enseguida en la cuenta de algo muy importante: el lenguaje no es algo unívoco o unidireccional, sino en todo caso equívoco y multidireccional. Y es equívoco porque esta palabra tiene al menos tres o cuatro acepciones:

  • El tiempo, más conocido por todos, el cronológico, el que marcan los relojes. La hora como intervalo simétrico igual a si misma en todos los casos.
  • El tiempo atmósferico, es decir el que se refiere al clima (wheather en inglés, oratge en valenciano).
  • El tiempo como experiencia subjetiva, como tiempo vivido. Es esa extraña cualidad que hace que el tiempo transcurra más rapidamente cuando somos jóvenes y más lentamente cuando somos mayores o estamos aburridos, se trata de un tiempo asimétrico donde no es posible asegurar que los intervalos del pasado son o serán iguales que los del futuro.
  • El tiempo como momento oportuno, como momento justo. Estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, algo que remite al sentido de oportunidad. El kairós de los griegos.

El tiempo al que se refiere Freud sin embargo no es fácil de identificar con los anteriormente mencionados. De lo que Freud hablaba era de la atemporalidad es decir de la eternidad. La flecha del tiempo en el inconsciente no señala necesariamente hacia el futuro y todos tenemos experiencias de esa realidad frecuentemente mientras soñamos, pareciera como si el cerebro humano poseyera un registro que permitiera a los humanos poner el tiempo del revés cosa que no es nada rara porque también podemos hacer otras cosas muy singulares cuando soñamos, volar, viajar a grandes distancias y recorrer escenas vividas o imaginadas sin necesidad de traspasar los muros de la lógica espacio-temporal. Algo semejante sucede con la contradicción: mientras soñamos no podemos decir «no» y es por eso que para negar algo necesitamos afirmarlo.

Siempre me pareció que la frase de Freud era más una intuición que algo científicamente demostrado pero estaba equivocado. Está absolutamente demostrado por algo más potente que la ciencia: la experiencia directa y personal, ¿quien no ha tenido un sueño donde el tiempo parece haberse quebrado, prolongado o torsionado por la narración onírica?

Helios Jaime es un lingüista de la Sorbona de origen argentino que recientemente ha publicado una monografia titulada «Ideosemántica de la inteligibilidad del universo»;  en ella Jaime sostiene una hipótesis personal: que existen correspondencias entre las palabras -sus raices semiológicas- y los hechos naturales de los que se ocupa la ciencia, es decir que entre el fenómeno y su aprehensión formal existe una palabra común para varias lenguas -con raices compartidas- que tratan de apresar esta idea.

Se trata de una hipótesis muy sugerente porque nos permite predecir aquello de que «si tiene nombre seguramente existe» y lo «que no tiene nombre es seguro que no existe». Parece una buena idea y en su trabajo pone ejemplos diversos acerca de estas correspondencias que existen entre determinadas palabras y realidades fácticas. Y que nos recuerda la máxima esotérica:

Lo que es, es, lo que no es ni ha sido ni será.

Se ocupa por cierto del tiempo, tal y como otro argentino ilustre -Jorge Luis Borges- hizo , en forma de ficción, con aquella obra titulada «Historia del tiempo». Cuando leí esta colección de cuentos me llamó la atención esta frase:

«El tiempo es una metáfora de la eternidad».

Confieso que esta palabra era entonces para mí algo más relativo a la poesía que a la ciencia pero después de leer la monografia de Helios Jaime he cambiado mi opinión, efectivamente existen al menos dos clases de «tiempo» de lo que los físicos  y los cosmólogos podrian decir más cosas que yo. Uno es eso que llamamos duración y que mide esa entelequia que llamamos horas una forma arbitraria de dividir el dia teniendo en cuenta lo que tarda la tierra en dar una vuelta completa sobre si misma.

Esta versión del tiempo que está relacionada con la duración de las cosas, de las cosas que están destinadas a desvanecerse o desaparecer fue en realidad un invento de los griegos. Ellos le llamaron Cronos y más tarde los romanos le pusieron el nombre de Saturno. Y de ahi viene la voz castellana «cronológico» con el que identificamos el tiempo en su versión de duración, ese que es una especie de plazo fijo para las vidas de los seres humanos y para todo lo vivo.

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Saturno devorando a sus hijos es una metáfora de que el tiempo acaba con todo lo finito, con todo lo que está sujeto a sus leyes.

Pero los griegos tenian otra versión del tiempo al que llamaron aion que en griego actual significa «siglo» pero que en su versión clásica nombraba la expansión infinita o eterna del impulso vital. De ella deriva la voz latina aevum (eternidad) y la castellana «eones» con la que denominamos hoy  una interminable cantidad indeterminada de tiempo y de ella procede también la voz francesa élan, impulso.

No deja de ser curioso que los clásicos de todas las culturas dispusieran de una palabra para designar el tiempo asimétrico, un tiempo vinculado al espacio tal y como sabemos hoy desde la enseñanza de Einstein. Y otra palabra para nombrar el tiempo como duración algo que siempre es simétrico lo que significa que una hora en el siglo X es igual a una hora del siglo XXI pues se trata de una convención, de algo consensuado.

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Observese la expansión en forma de campana del espacio-tiempo desde el momento del Big Bang.

Nada de esto parece suceder en el tiempo entendido como expansión permanente, desde el Big bang para acá nada hay de simétrico en el tiempo, el universo ha continuado su expansión lo que es lo mismo que decir que el espacio-tiempo se expande constantemente de forma infinita. Y equivale a decir que no existe una correspondencia simétrica entre cualquier instante del pasado y del futuro.

Significa que el tiempo contemplado de esta manera está relacionado con uno de los criterios fundamentales del la fisica cuántica, aquella que enunció Heisenberg con el nombre de principio de incertidumbre y que puede interpretarse de esta manera: aunque podamos atribuir duración (tiempo cronológico) a los fenómenos, a medida de que estos se alejan del presente hacia el futuro o el pasado, las previsiones son cada vez mas aleatorias. Una cuestión que todos podemos experimentar con nuestra propia memoria: simplemente no podemos asegurar que nuestros recuerdos respondan a la verdad vivida desde el punto de vista histórico, nuestra memoria nos engaña o dicho de otra manera no podemos asegurar que lo que recordamos responda a la verdad experimentada puesto que se rigen por los principios cuánticos de probabilidad, las previsiones son asi aleatorias.

El tiempo se puede medir pero esta medida no correponde con el tiempo propiamente dicho. El tiempo en realidad carece de duración.

Y este es precisamente el tiempo al que se refiere Freud cuando habla de la atemporalidad del inconsciente, va hacia adelante (futuro) y hacia atrás (pasado) y se rige por el prinicpio de Heisemberg , un principio cuántico más que por el determinismo clásico. Todo en él es probabilidad y aleatorio al menos cuando desconectamos la corteza cerebral y nos dormimos: no cabe ninguna duda de que si en el cerebro existe un representante del reloj (horlogue= horas+logos) es la corteza cerebral, una especie de delegación del tiempo como duración, del tiempo de Cronos, el que siega con su hoz la vida de los hombres.

Y todo parece indicar que en el interior o en las profundidades de nuestro cerebro existe una delegación abierta por la eternidad y que podemos observar fenoménicamente a través de nuestra imaginación, de nuestra interminable creatividad, algo que no tiene fin, que no tiene bordes y que se expande infinitamente.

Amores cósmicos y amores terrestres

Este señor de cabeza mercúrica y rostro ratonil es Alexander Friedmann un fisico ruso que publicó una serie de ecuaciones incomprensibles para los legos y que llevan su nombre pero que sirven como pretexto matemático para algo más comprensible: ilustrar los tres escenarios posibles mediante los cuales el universo evolucionó desde el big bang hasta ahora. Según sus mediciones esos escenarios eran tres: un universo finito que acabaría en un big crunch (closed), un escenario con una velocidad de expansión siempre creciente (open), y otra posibilidad que es un universo expandiéndose a una velocidad muy cercana a la velocidad crítica necesaria para que la gravedad de toda la materia del cosmos no acabara con su colapso (flat).

En esta grafica se pueden ver estos tres escenarios visualizados como open, flat y closed.

Lo más comprensible para los que no sabemos ni una palabra de física es entender que cada uno de esos escenarios nos lleva a un modelo geométrico distinto del mundo. En efecto en el modelo closed el mundo sería esférico poco más o menos como nuestra Tierra, en el modelo flat nuestro universo sería plano y en el modelo open tal universo sería curvo poco más o menos como una silla de montar. Pero no sólo eso sino que cada uno de esos modelos tendria consecuencias sobre como nos imaginamos su principio y su final si lo hubiera. Por ejemplo en el modelo esférico de Friedmann el universo es finito aunque tampoco tiene ningún limite (una idea dificil de pillar para un no fisico). A causa de la gravedad el espacio se curvaria cerrándose sobre sí mismo, aunque sus bordes estarian borrados como sucede con este cuadro de Escher:

En el segundo tipo de modelo (open) el espacio está curvado pero al contrario, sin estar replegado sobre si mismo, forma por tanto una silla de montar y no sólo no contiene bordes sino que además es infinito (no precisa ni un principio ni un fin). Asi:

Finalmente en el tercer tipo (el flat) el espacio no está curvado y es por tanto también infinito aunque sólo precisa de dos dimensiones espaciales y la cuarta del tiempo.

O sea que las relaciones humanas obedecen también a las leyes de la fisica si atendemos a su duración y a su permanencia. Es verdad que las relaciones humanas -el amor por ejemplo- no puede ser infinito al menos si atendemos a su duración terrenal, al fin y al cabo somos finitos y no hay relación que cien años dure, pero si nos imaginamos a la relación en si misma y nos despegamos de protagonizarla es más que evidente que algunas relaciones son planas, otras esféricas y algunas, solo algunas en «silla de montar».

Dicen los físicos que el modelo más probable es el esférico o sea aquel que tiene un principio y un final, bien es cierto que contando el tiempo en millones y millones de años lo que significa que para la experiencia humana sensible este tiempo equivaldría al infinito y ese es el modelo de muchos amores terrenales, comienzan y terminan con un «ahi te quedas» según demuestran las estadisticas de divorcios que sólo cuentan los matrimonios anteriores, de hecho las rupturas de parejas y abandonos son la regla y no la excepción.

Después están lo amores planos que según la física también son infinitos y deben de ser así porque se desarrollan en una dimensión espacial donde hay que pedir permiso para adelantar, imagínense ustedes viviendo en un mundo plano, nadie sabría donde tiene la cabeza ni los pies, ni la boca ni el ano, una confusión total de esfínteres que se manifestaría por lo menos en indigestiones continuas.

Otra cosa es el amor de silla de montar, una especie de carrera en túnel como ésta de aqui abajo. Frente a un universo que siempre es más grande por delante (el futuro) que por detrás, lo lógico es esperarse una especie de encoñamiento expansivo que es lo mismo que decir que los humanos vivimos mucho así, proyectando hacia el futuro nuestros deseos más intimos como si allí hubiéramos de encontrar esa felicidad que no supimos encontrar detrás, alli en el big bang , la densidad infinita y la singularidad, ese lugar donde ninguna ley se cumple.

Este es el mapa del universo tal y como lo imaginan los fisicos con independencia de su geometría, observaran ustedes que se parece a un túnel como la novela de Sábato. La pregunta que más incomoda a los fisicos es ésta ¿qué hay fuera de ese cono? Ellos dicen que esa pregunta está fuera de contexto porque no hay afuera ni adentro, y que el universo está contenido dentro de si mismo o sea como el amor.

Nadie puede hablar del amor sino de su experiencia corporal con el amor, el resto es una abstracción sin corporeidad alguna y sin interés.

Se trata de una experiencia vital que o se tiene o no se tiene y que como las grandes ideas siempre vienen a pares, al menos dos veces, la primera como filosofia y la segunda como ciencia.

Lo importante es que no se puede ir hacia atrás y que se haga lo que se haga en los tres modelos no habrá una segunda oportunidad, a cambio tenemos la posibilidad de hacer infinitos nuestros modelos sobre la realidad. E infinitos modelos sobre la realidad:

Del amor.