Psicología del terrorista

terror

Joe Navarro es un escritor americano de origen cubano que trabajó para el FBI como asesor en temas de terrorismo y más concretamente en temas de personalidades terroristas a pesar de ser más conocido como  experto en temas de lenguaje corporal.

Lo cierto es que cada día más aparecen nuevas investigaciones sobre los perfiles terroristas sobre todo después de la continua exposición de imágenes apocalípticas en los medios que nos llegan desde que ISIS optó por publicitarse a través del horror.

Sin embargo la mayor parte de las noticias que nos llegan desde la prensa de masas y en relación con estos perfiles terroristas son banales, cuando no anticuados y estereotipados. Lo que se nos suele vender es que los terroristas son psicópatas.

Para empezar la etiqueta «psicópata» es una antigualla del siglo XIX, algo que encaja mal con la maldad actual que está más relacionada con los idealismos morales que con la búsqueda rápida de beneficio propio. Decir «psicópata» equivale tanto a algo caracterial (en la terminología de Schneider), como a lo que hoy entendemos como antisocial, si bien el psicópata va un poco más allá de los entornos «antisociales» en los que suelen crecer la mayor parte de los delicuentes habituales. La psicopatía es una patología innata que debuta ya en la primera infancia con esa extraña manía de atormentar a los demás: hoy diríamos que un psicópata es una persona que no tiene en cuenta los sentimientos de los demás, que carece de empatía por así decir. El lector puede visitar este enlace donde escribí precisamente de psicópatas y de su relación con el mal.

Pero la definición de psicópata encaja mal con lo que sucede hoy en el mundo a escala global. Para empezar los psicópatas son una minoría en la población (1%) y no todos los psicópatas son sanguinarios, la mayor parte de ellos son simples aprovechados, egoístas o tramposos, por otra parte sabemos que las personas supuestamente normales pueden convertirse en peligrosos psicópatas -indistinguibles de los otros- a poco que el ambiente lo propicie como ya se demostró en el experimento Stanford. Existe una banalidad para el mal y no es necesario invocar a la patología mental. Nos es necesario pues abandonar esta socorrida etiqueta si queremos saber más sobre la maldad actual, sobre los crímenes en masa o sobre los genocidios más o menos televisados en directo. Nos es necesario comprender la relación que tiene este fenómeno con los idealismos morales.

Aquí hay un buen articulo (en inglés) sobre el que he basado este post. Se trata de un articulo firmado por el propio Joe Navarro.

Los elementos que constituyen un perfil terrorista son los siguientes:

1.- Narcisismo patológico. Para que el lector entienda de un modo gráfico qué es eso que los psiquiatras o psicólogos llamamos «narcisismo» (un termino propuesto por Freud, pero que hay que ocultar). les dejo aquí un dibujo de una mente normal: observarán que en la mente normal el «Yo» que es la primera instancia psíquica en aparecer en la mente, una vez se ha establecido un vinculo especular con el «Tu», ocupa un lugar elevado pero periférico, de tal modo que la mente está ocupada en casi toda su extensión por el «Nosotros» y el «Mundo». El «Mundo» es por así decir muy importante porque ahí reside la realidad con toda su complejidad y el «Nosotros» es también muy grueso porque ahí residen nuestros apoyos y nuestros recursos.

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Sin embargo en el narcisista lo que sucede es esto otro:

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Una ubicación central del Yo que expulsa hacia la periferia al Nosotros y al Mundo y que genera un conflicto de figura fondo. El «Yo» nunca llega a tener la suficiente perspectiva para computar la realidad, lo que nos viene directamente de los otros ni obviamente del «Tu» que pasa a formar parte de un cuerpo extraño. El narcisista no está loco pues no pierde el sentido de la realidad, sabe que el Mundo existe y tiene unas reglas que simplemente no puede acatar porque lo que en realidad teme el narcisista es su propia vulnerabilidad, algo sobre lo que ya escribí en Narcisismo normal, patológico y maligno.

2.- Lo paranoide.- La mejor forma de describir en que consiste esa constelación que los psiquiatras llamamos paranoide es señalar sus tres características principales: rencor, desconfianza/sospecha y hostilidad proyectada. El paranoide no delira, no hay que confundir la personalidad paranoide con sus rasgos de dureza anteriormente citados y el delirio paranoide que es una forma de psicosis. Naturalmente un paranoide puede acabar delirando pero en esencia una personalidad paranoide no es un enfermo mental por el hecho de serlo.

El paranoide es una persona corriente que se presenta como un coleccionista de ofensas, es por así decir un resentido con o sin razones objetivas para ello, las humillaciones que suponemos en su biografía pueden ser reales o simplemente imaginadas o sobrevaloradas, pero en cualquier caso conforman a una persona rumiadora, que anda siempre desoonfiando de todo el mundo, a la vez que es incapaz de deshacerse de su rencor o de su manera de inferir la realidad en busca de signos de ameneza contra su persona.

3.- Una ideología paranoide.- Naturalmente no todos los narcisistas o paranoides construyen o se hospedan en una ideología concreta que les sirva de refuerzo a sus temores. Lo que hace a un individuo peligroso dentro de este conglomerado de variables de personalidad es el hallazgo de ese algo que da carta de naturaleza a la propia paranoia. Es por eso que los paranoides suelen agruparse en sectas o en grupos paranoides y excluyentes. Mis enemigos son los que no piensan como nosotros. Se trata de un refuerzo, aparece el «Nosotros» como un soporte, como una muleta que lo justifica todo, incluso el exterminio del otro. Pero de lo que se trata sobre todo es de identificar al enemigo: los judíos, los comunistas, los yanquis, los infieles, los musulmanes, los homosexuales suelen ser las víctimas propiciatorias de este tipo de ideologías paranoides, peor aun si los gobernantes de un país abrazan este tipo de axiomas como forma de control político, algo muy socorrido y sobre lo que ya Hitler nos instruyó sobre manera apoyándose en su ministro de propaganda Goebbels. Un país entero puede ponerse a pensar y creer que los judíos eran el enemigo a exterminar (en aquel momento en Alemania).

4.- La violencia como arma política.- No cabe duda de que nuestra especie va evolucionando en el sentido de una menor agresividad del mismo modo que a una gracilización de las formas anatómicas que van abandonando la tosquedad de nuestros ancestros y virando hacia la neotenia y la feminización. Este proceso ha sido llamado «síndrome de domesticación». se trata también de una gracilización de las creencias.

Naturalmente no todas las religiones han seguido este proceso que es atribuible al cristianismo, algunas de ellas como el islamismo o el judaísmo ortodoxos se resisten a este cambio, algo que el propio Rudolf Otto ya predijo en su libro Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Pero Otto también reprocha que el racionalismo religioso no entiende el aspecto irracional de la idea de Dios, que llama «numen» o también «lo sagrado». Santo, sin embargo, es más que racional, y más que bueno. Es mysterium tremendum, pavor numinoso que trasciende las categorías morales y se resiste a los intentos de domesticación. En este sentido la vida humana es sagrada.

En realidad para hablar de terrorismo es necesario que se cumpla este requisito (el 4) pues terrorismo es «el uso sistemático del terror para coaccionar a sociedades o gobiernos, utilizado por una amplia gama de pseudoorganizaciones políticas en la promoción de sus objetivos, tanto por partidos políticos nacionalistas y no nacionalistas, de derecha como de izquierda, así como también por corporaciones, grupos religiosos, racistas, colonialistas, independentistas, revolucionarios, conservadores y gobiernos en el poder».

Dicho de otra manera: mientras que hay sociedades y culturas en las que la violencia es inadmisible e inmoral, otras siguen creyendo -basadas en esa idea irracional de Dios de la que hablaba Otto-, que cualquier medio es legitimo para imponer a los demás su verdad. Salirse con la suya está legitimado por sus propias creencias irracionales.

5.-El papel de las sociedades mediáticas.- No cabe duda de que el objetivo de un grupo terrorista es amedrentar a la población diana que ha escogido para amedrentar y no cabe duda de que la publicidad sirve a dos propósitos fundamentales, el primero para divulgar su razón y su causa. Sin propaganda nadie sabría siquiera cuales son los propósitos de estas personas y en segundo lugar, la publicidad sirve para captar nuevos seguidores, nuevos acólitos a su causa.

Pero la publicidad tiene a su vez un lado perverso pues puede generar actos terroristas por sí misma, del mismo modo que puede generar crímenes domésticos o gamberradas simples como podemos observar en algunos videos publicados en youtube. De lo que se trata es de epatar, de sorprender, de espantar si cabe, lo que nos lleva al ultimo item, el papel del grupo.

6.- El papel del grupo.- Todo acto violento tiene dos aspectos, uno relacionado con el propósito político, de simple depredación, religioso o publicitario que a un individuo concreto le inspira y que suele estar relacionado con el «sentido de misión paranoide» o con el mesianismo. No olvidemos que detrás de muchos actos violentos se esconde un sentido moral todo lo irracional que se quiera pero moral a fin de cuentas. Pero no debemos olvidar la función del marketing de grupo, uno comete actos atroces para ganarse el respeto de los miembros de su grupo, aquellos que comparten su finalidad paranoica. Publicitarse es una estrategia para ganar visibilidad y medrar dentro del grupo de iguales. A ver quien es el más malo, el más retorcido, el que consigue pensar y llevar a cabo el acto más monstruoso. Una competición de atrocidades para ganar reconocimiento.

En conclusión, no hace falta ser un psicópata para degollar infieles, basta con pertenecer a una cultura donde la vida humana carece de ese hálito sagrado y donde las ideas irracionales sobre Dios prevalecen aun en la población que pertenece a esa cultura. Por otra parte existe también un terrorismo de Estado, más fácil de explicar pues en cualquier caso trata de amordazar la disidencia y aun: existe otro «terrorismo de autor» que suele ser un modo de expresión de una persona que sufre alguna patología mental, me refiero sobre todo a los terrorismos xenófobos como este del noruego Brevik y otros más enloquecidos aun como este caso que cité en el antibatman.