Enfermos de hiperrealidad

Las neurosis clásicas se baten en retirada frente a la avalancha de trastornos causados por la hiperrealidad, la anorexia y la bulimia, las adicciones con y sin droga, la alienación, la soledad, el pánico y el estrés, el dolor sin causa orgánica que lo justifique, los trastornos de impulsividad: se trata de las enfermedades de la postmodernidad, enfermedades que nos trae la hiperealidad.

Tal y como ha sido definida por la wikipedia la hiperrealidad es una “realidad que viene definida por intermediarios”, es decir no se trata de una experiencia perceptiva directa sino mediada por alguien, usualmente los medios de comunicación, las drogas o el arte. En este sentido postmoderno ya no hay simuladores porque ya no hay realidad sino un constructo pactado y decodificado por los operadores mediáticos. Significa que la realidad-real ha sido penetrada por la función simbólica, diluyendo la realidad fenoménica y convirtiéndola en un remedio de nuestra imaginación, una imaginación que ha sido hurtada a la mente individual y depositada en casa de aquellos que trafican con la realidad, por eso Baudrillard dice que la guerra del golfo nunca existió. No existió en el sentido de que la vimos por televisión lo que de alguna manera convierte la guerra en una hiperrealidad.

Nada de lo que nos cuentan en los informativos televisivos existe en realidad puesto que ya viene filtrado, escindido, triturado por los medios de comunicación.

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Esta es la imagen, la evidencia mediática de que aquella guerra tuvo lugar.

 

La Psiquiatría ha sido clásicamente obligada a interceder y discriminar sobre las enfermedades verdaderas y las enfermedades falsas, a dictaminar sobre lo falso y lo genuino sobre todo desde que existen indemnizaciones. Es posible afirmar que gran parte del conocimiento psiquiátrico acumulado a lo largo de estos últimos dos siglos procede de la manía clasificatoria de la psiquiatria inducida por la justicia muy interesada en diferenciar las enfermedades “reales” de aquellas imaginadas, fingidas o inventadas.

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La histeria puede ser considerada como un paradigma de este tipo de dolencias ¿se trata de una enfermedad genuina o de una enfermedad imaginada? ¿Los dolores, convulsiones y parálisis de los enfermos histéricos son verdaderos o fingidos? Las verdades y las mentiras que se cuentan en el ámbito de lo privado, sobre lo verdadero y lo falso, en la patología, en los conflictos entre las familias, en los pleitos laborales , en los juicios por crímenes y hasta en los conflictos conyugales son los campos donde la Psiquiatria ha sido llamada a dictaminar sobre lo patológico y lo fingido cuando no a pronunciarse sobre otras cuestiones mucho menos objetivas.

Baudrillard no distingue entre el fingimiento y la simulación o entre lo genuino y lo falsificado, se pronuncia directamente sobre los subtipos de la simulación omnipresente en este gran teatro del mundo, habla de simulacros de 1, 2 y 3º orden. Por ejemplo si un niño finge un dolor de vientre para no ir a la escuela eso es una mentira simple, una simulación de primer orden, fácil de detectar y corregir y que no compromete en ningún caso el sentido de realidad. No poder mover un brazo es una simulación de segundo orden, ya no es una simple mentirijilla, ahí hay algo más que remeda a una enfermedad real y que precisa una negociación, una decodificación. Si uno se cree iluminado por Dios eso es una simulación de 3er orden, y es muy probable que esté muy cerca de la pseudología fantástica, si, un delirio compensatorio, pero aún estamos cerca de las neurosis. ¿Cómo ha cambiado la clínica en un mundo presidido por la supremacía de las imágenes, en un mundo simulado?

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En este sentido me gustaría acercaros un texto de una psicoanalista que he encontrado por Internet y que hace referencia a los efectos secundarios del orden de simulación que vivimos desde los 70 para acá, para los que no hayan leído a Baudrillard os lo resumiré en una frase: Baudrillard cree que los medios de comunicación -sobre todo ellos- han generado cambios en la percepción acerca de la realidad, a este tipo de percepción se le ha llamado «hiperrealidad» y consiste en el desdibujamiento entre las diferencias entre la realidad fenoménica y su representación mental. Dicho de otro modo el hombre moderno se caracterizaría por poseer un defecto en la simbolización que le llevaría al «acting» (acción) “silencio se rueda” por una parte y a ser invadido por la realidad puesto que su capacidad para establecer limites entre lo real y lo imaginario han sido truncados por la repetición y exposición continua al bombardeo de los medios.

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Sonia Abadi dice:

Omnipresencia de la información, imperativos mediáticos, violencia cotidiana. En un nuevo estilo de subjetividad característico de la sociedad de la comunicación y el consumo, el sujeto, enfermo dehiperrealidad, urgido a vigilar sus fronteras, evoca la imagen de un sí mismo centrifugado hacia sus bordes y vacío en el centro, arrinconado a una modalidad de rasgos fronterizos aun si ésta es transitoria, defensiva y funcional. Este sujeto siente como principal objetivo la necesidad de frenar cantidades de excitación.
El efecto del uso abusivo de la escisión como defensa de la frontera del sí mismo es la dificultad para construir la galería de representaciones y objetos que sirven para poblar el mundo interno. El espacio intrapsíquico, así desolado, es incapaz de absorber y ligar los impulsos, que son expulsados hacia la acción, representada con frecuencia por el consumo compulsivo, versión apenas metaforizada del robo y el saqueo. O bien el robo y el saqueo a secas, sin ninguna metáfora, en los márgenes del sistema, cuando faltan los recursos materiales y las redes socioculturales.
Bajo el apremio de la hiperrealidad, las patologías parecen constituirse a contramano de las neurosis; en todo caso, en una contracorriente que enfrenta o refuerza a la de la formación de síntomas. La imagen, como nueva versión de la subjetividad, origina trastornos en la mentalización del cuerpo y diferentes modalidades de patología somática. En la frontera psique/soma, el cuerpo se adueña de lo psíquico y lo distorsiona. La imagen corporal, en una suerte de hipocondría crónica, invade y parasita la psique. El sentido de la conversión se ha invertido. El cuerpo vacío y mudo, incapaz de hacer oír su necesidad o su sufrimiento y de hacerse eco de los deseos reprimidos, sólo logra su reinvestidura a través de la imagen. Ante las vivencias de desintegración, el hecho de ocuparse compulsivamente de lo estético opera a la manera de una restitución, en el mismo sentido en que lo es el delirio.
En el área del pensamiento, en vez del síntoma obsesivo cargado de significación, aparece un pensamiento despojado de su función metafórica, un pensamiento que se libera del afecto, apenas operatorio.

Pierre Marty y Michel de M’Uzan, en un texto ya clásico («El pensamiento operatorio«, Revista de Psicoanálisis, APA, 1983), se detienen en el diagnóstico diferencial entre el trastorno grave caracterizado por el pensamiento operatorio y la neurosis agravada por las condiciones del medio. Afirman que existen formas de pensamiento operatorio -carente de simbolización- en personas neuróticas expuestas a elevadas exigencias de adaptación por una presión externa y actual, ya que el sujeto, condenado a recurrir casi exclusivamente a esta modalidad de funcionamiento automático, pierde la capacidad para elaborar y fantasear y para toda expresión creativa y liberadora.
Las fobias clásicas por proyección han dejado lugar a los llamados ataques de pánico, por intrusión de la exterioridad, que lleva a vivencias de despersonalización. En un círculo infernal, la disociación opera como una defensa de alto costo que impide al sujeto la construcción de la trama psíquica necesaria para absorber y neutralizar las nuevas experiencias.
Motivos de consulta tan distintos convocan a una clínica diferente: actuaciones compulsivas, depresión, trastornos psicosomáticos, ataques de pánico, estrés, derrumbes en personalidades narcisistas, soledad y desamparo. También las alteraciones de las funciones vitales: anorexia, bulimia, insomnio, perturbaciones de la sexualidad. Y la adicción a variadas formas de «estimulantes»: alcohol y psicofármacos, trabajo, situaciones de riesgo, actividades competitivas, juegos de azar, etc.

9 comentarios en “Enfermos de hiperrealidad

  1. Muy cierto…hasta cierto punto. Toda esta teoría de hiperrealidad esta contrapuesta a aquellos que piensan que no hay realidad sin experiencia.
    La experiencia dada en términos físicos no mentales ni ideales. Es decir no es lo mismo que me cuentes como te fue en la guerra que estar y vivir en la guerra. La realidad que relatas es una «realidad extracorporea»…Muy interesante desarrollo, da para mas comentarios. Gracias 😀

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  2. Efectivamente el sentido de realidad procede de la experiencia directa o incluso de los consensos, por ejemplo damos por cierto que la tierra es redonda aun sin haberlo visto directamente desde el espacio. El problema es que nuestro aparato perceptual es muy vulnerable y en el mundo en el que vivimos tenemos que dar por verdaderas muchas cosas de las que no tenemos una experiencia directa. pero Baudrillard va más allá de eso y dice: «no es que la guerra de Irak no existiese porque no estuvimos alli, sino porque alli no hubo ninguna guerra», es decir sólo hubo un espectaculo de televisión, ¿alguien vio al ejercito iraquí por algun sitio?

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  3. Quiero felicitar a los autores de este blog, en especial, por su excelente contenido. Actualmente dirijo una revista digital donde algunos de los temas presentados aquí: tanto el arte, la hiperrealidad, así como algunas formas que asume el malestar en la cultura en este cruce de caminos que es la posmodernidad, direcciona la temática de nuestra Revista. Es por esto que los invito a colaborar – si lo desean – con algun/os escrito/s para ser publicado/s en ella, con gusto se le dará la difusión merecida. Pueden escribirme a: rosak@speedy.com.ar
    o a: info@psikeba.com.ar

    Un saludo cordial.

    Rosa A.

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  4. Sií!! el mundo esta enfermo de hiperrealidad!!! me desespera saber a donde nos llevara esta enfermedad a la humanidad entera…
    Al hombre, como animal simbólico, no le es fácil percatarse ni salirse de la interpretación dominante de lo real. Como dicen Cyrulnik y Morin, el principal organo de la visión es el cerebro, el observador «observa» pero es el inconsciente el que organiza la observación» o B.Russell, «cuando el observador ve una piedra caer, lo que en realidad observa es el efecto de la piedra sobre si mismo».
    El problema es como observar lo mas conscientemente posible… difícil, imposible… como instrumentar la resistencia a imagenes cada vez mas vacías y falsas que activan el deseo inalcanzable (de belleza, familia, exito, etc.) en el que se consumen las vidas de los hombres, llenándonos de frustraciones y violencia.

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  5. Tras Morin y Cyrulnik, permítanme recomendar a Platón, Varela, Krishnamurti, Damasio, Naranjo, Watzlawick, Chopra y etcétera, el cocktail está sabroso y quizá así acabemos embriagados de simplicidad, chi lo sa.

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