Volver a casa por Navidad

navidad

Escribo este post después de ver un programa que anteayer, día de Navidad pude visionar en la Sexta. Se trata de un reportaje sobre familias separadas -usualmente por cuestiones laborales- que se reencuentran por Navidad. Las cámaras de la Sexta escrutan el horizonte en Barajas y extraen las pequeñas historias que pueden encontrarse en la sala de espera de un aeropuerto.

Confieso que el programa me encantó y probablemente me llevó de cabeza hacia un post que escribí recientemente. El citado documental me pareció una perfecta nota liminar a lo que escribí en ese post que titulé «La familia y las familias».

Una familia es precisamente ese entorno donde las personas que la componen, usualmente un hombre, una mujer, sus hijos, hermanos y respectivos padres conspiran en una especie de pacto para sobrevivir, para sacar adelante a sus hijos, amarse y respetarse mutuamente. Se trata de un compromiso a largo plazo donde cada cual tiene un papel determinado que cumplir, un lugar que ocupar. Donde cada uno está en su sitio, unos aguardan, otros vuelven o se van y otros reconocen.

Como Ulises, como Penélope, como Telemaco.

Un lugar donde cada uno esta en su sitio.

Pero también hay inventos humanos -nuevas subjetividades- que pugnan por socavar esta forma de supervivencia que tan buenos resultados ha dado a nuestra especie, movidos por el rencor, las malas experiencias, el auto-odio, un imaginario demasiado colorido,  una genética trasnochada o el simple capricho y han optado por situarse a medio camino de esta opción o inventado otras. Una estrategia que podeís ver en esta entrevista que se le hace a Massa Gessen en este diario, donde asegura que la ideología gay trata de destruir a la familia tradicional al considerarla la responsable de todos los males.

Pero no sólo de ciertas ideologías como la queer proceden estos empeños, algunos escritores «progres» también ponen su acento en la obsolescencia de la familia a la que acusan de «mostrenca, opresiva y anacrónica».

Estas personas -algunos de los cuales son efectivamente inventores de una nueva subjetividad-, no saben una palabra de evolucionismo y desconocen la idea de que no todas las novedades (por el hecho de serlo) representan una innovación que la cultura guardará (seleccionará positivamente). Al contrario, la cultura opera por descarte como Cortazar y elimina todo aquello que no aporta ninguna ventaja a la convivencia entre personas de distintas edades y con tareas muy concretas -la crianza de los hijos- que llevar a cabo. La mejor forma de reproducirse es la convencional y ni toda la industria genética, ni las costumbres sociales, ni la tolerancia frente a la disidencia sexual, ni las leyes dictadas para las minorias por gobiernos cobardes ni los «derechos de la mujer» con aborto libre incluido podrán vencer jamás a la familia tradicional. Es demasiado exitosa y es por eso que la copian en todos lados.

Y es por una razón de sentido común: porque es la mejor forma de cuidar hijos, de sostenerse mutuamente y de efectuarse relevos.

Estar cada uno en su sitio, a través de la plomada de la sexuación, porque la anatomia si es el destino.

3 comentarios en “Volver a casa por Navidad

  1. Hay que tener cuidado de no destruir la base. Cuando po exceso de eufória, soltamos lo que ha tardado miles de años en construirse, resulta que nos quedamos colgando al vacío, al despreciar lo de siempre y creer que se puede vivir una vida sin los pies bien enraizados en el suelo.

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