De Tamames a Ana Obregón

A los políticos no les gusta nada que se levanten debates mediáticos que no sean propuestos por ellos. Cuando esto sucede como pasó con la moción de censura de Tamames y hace pocos días con la maternidad subrogada de Ana Obregón. Y no les gusta porque han de improvisar y raramente saben qué decir salvo volver a ponerse de perfil ante el tema que sea o reiterar alguno de los lugares comunes que antaño dieron sus frutos.

Como ejemplo de los primeros hay que nombrar a Feijoo que abrumado en plena calle por una pregunta que no esperaba dijo «que el PP está de acuerdo con regular la maternidad subrogada siempre que sea de forma altruista», o sea sin pagar. Podemos y Mas Madrid se descolgaron con una negativa a legislar sobre este asunto porque es «una explotación del cuerpo femenino». De manera que son más los que piensan como Errejón, que dijo en su tono habitual de exaltación izquierdista que «ser madre no es un derecho, sino un deseo».

A mí me encantó esta frase de Errejón donde trata de discriminar -sin hacerlo- sobre las diferencias que existen entre un derecho y un deseo. Efectivamente, Errejón tiene razón: ser madre no es un derecho pero ¿porqué consideran entonces que no serlo, es decir abortar sí lo es? Errejón ignora que el derecho a hacer algo, está regulado estado por estado según sus leyes. En España tenemos una ley de plazos, de modo que si usted es española puede abortar dentro de las primeras 12 semanas, no porque tenga un derecho que proceda de algún lejano miasma metafísico sino porque la ley se lo concede. Sin embargo el concepto de «derecho» que maneja Errejón no es lo mismo que lo legal, Errejón se refiere a un derecho fundamental, algo universal, algo así como que habría un derecho natural que permite a la mujer desprenderse de sus fetos a voluntad para ser feliz. Es por eso que usted puede abortar en España -con ciertos limites- pero no puede hacerlo en Andorra o en Nicaragua. Es pues el Estado el que concede tal derecho y también el estado a través de las leyes el que lo puede quitar o restringir como ha sucedido en Polonia o Hungría. De manera que ser madre es un deseo y abortar también

Tengo la impresión de que este debate sobre la maternidad subrogada va a tener muchas consecuencias sobre los anteriores debates, sobre el sexo libre , la anticoncepción y el aborto. Es como si hubiera venido para ponerlo todo patas arriba, porque lo cierto es que en España la maternidad subrogada está de hecho prohibida desde 2006, o mejor dicho no está regulada sino a través de la ley de reproducción asistida, que no la permite pero es un verdadero coladero puesto que «es ilegal pero se pueden inscribir niños».

Yo no voy a señalar aqui todas las contradicciones y las complejidades de regular esta cuestión , porque no soy jurista y no me interesan estos temas, seguro que hay gente más preparada que yo para ver todos los repliegues que tiene ponerse a legislar sobre esta cuestión donde más pronto que tarde veremos alguna barrabasada política. Se me ocurre que será más fácil y tendrá menos requisitos endosarle el hijo a otro útero que conseguir un niño a través de una adopción legal. Un camino que parece lleno de obstáculos y de requisitos infumables para la mayoría de personas que buscan -tienen el deseo- de tener un hijo. Y lo que es peor: elegir el sexo de los mismos o las características de su morfología, más allá de la eugenesia.

De manera que habrá que preguntarle a Michael Sandel que es el que más sabe sobre esta cuestión. Y preguntarle sobre las derivadas probables y posibles que cambiaran nuestro mundo de aquí en adelante pues ya sabemos que la tecnología va siempre por delante de la política y la ética y uno solo ha de echar la vista atrás para adivinar cómo cambiará nuestro mundo una vez que se legisle sobre esta cuestión. Algo que se hará irremediablemente mal, como siempre hacen los politicos con los procesos de alta variabilidad.

Padres imperfectos.

Los padres imperfectos pero deseables y normales son aquellos que asumen su paternidad según los designios de lo inesperado y que se instalan en la incertidumbre de su prole fiándolo todo al azar, al designio de Dios o a la probabilidad. Eso es lo normal, pues es lo que invoca la humana humildad, a ese sentimiento que todos tenemos de no ser dioses y de no controlar todos los imponderables de un embarazo.

¿Será niño, será niña, sera alto o bajito, será listo o torpe, será, no será?

A esa incertidumbre de margaritas deshojadas me refiero cuando hablo de padres imperfectos y contingentes. Y llamaré hybris embriológica a su contrario: ese menú desplegable de elecciones de características y prestaciones de hijos que se abre en el imaginario humano a partir de la selección de embriones.

Hasta ahora un perfeccionista era una persona fascinada por la excelencia que no se conformaba con la mediocridad y que se esforzaba más allá de sus limites en alcanzar ese ideal de perfección, sin embargo esta definición ya se ha quedado anticuada hasta el punto de que es posible hablar de un neoperfeccionismo, un perfeccionismo extendido e hiperreal propiciado por el discurso de la ciencia y que habilitará un dominio sutil y prodigioso sobre la descendencia que podrá elegirse segun sus prestaciones, color del cabello y coeficiente de inteligencia.

Todo comenzó con la pildora antibaby que depositó en manos de las mujeres el control de la natalidad, todos desde la modernidad aplaudimos aquel éxito pero es incontestable decir ahora que ese hallazgo científico ha tenido consecuencias inesperadas sobre la sociedad en su conjunto, nadie supo predecir que la eliminación del refajo, la masiva llegada de la mujer al mundo del trabajo y la sencilla formula de la anovulación iban a cambiar el mundo de la forma en que lo conocemos hoy. El debate ha sido superado por los expertos en bioética, ya nadie piensa que la píldora antibaby sea inmoral y hasta la Iglesia católica ha terminado aceptándola a través de su conocida fórmula «paternidad responsable». Pero dejar a las mujeres el control de la natalidad ha tenido un efecto contraproducente: el suicidio demográfico.

El siguiente debate fue el del aborto, debate en el que seguimos atascados con distinta suerte según cada país, aquí en España está ya vigente una ley que sustituyó a la de los tres supuestos que era una ley-trampa que hizo recaer la responsabilidad sobre la interrupción del embarazo a un supuesto riesgo mental o físico para la embarazada, verdadero coladero de abortos alegales. Así y todo los bioéticos no militantes están de acuerdo en admitir a tramite la idea de que un blastocito no es un bebé, y que un embrión es algo más que un blastocito pero menos que un bebé a término, aunque existe una continuidad embriológica. Parece definitivamente instalada la idea de que el aborto electivo es moral y éticamente aceptable antes de las 12 semanas y que no supone de ninguna manera un asesinato tal y como proclaman algunas voces. Sin embargo pocos podían suponer que la ley del aborto sería en realidad utilizada como un método anticonceptivo en aquellas mujeres que no consumen ningún método anticonceptivo.

Una vez dicho esto es necesario volver a convocar a Medea a esta reunión de maternidades aplazadas en función del goce femenino o sus conveniencias, es necesario decir que hay algo de Medea, de mujer total o de tanático en ese cese elegido de la maternidad. Y si Medea no es el arquetipo adecuado para dar cuenta de esta subjetividad es necesario decir que hace falta crear un nuevo mito que de cuenta de ese aplazamiento que recurre a la destrucción de un blastocito o embrión por razones de oportunidad. Efectivamente ser madre y ser mujer siguen siendo condiciones antagónicas tal y como decía Oscar Wilde y eso quizá sea algo inherente a la naturaleza femenina, es decir algo irremediable.

Y una vez hecha esta anotación es necesario decir que el aborto libre ha cambiado el mundo de una manera mas rápida y mas profunda que la anticoncepción que se quedaba siempre corta en el personal menos informado, mas impulsivo o menos al dia en cuanto a medidas de contracepción. No sólo el mundo cambió sino la fisiología humana cambió y la mayor parte de los hombres quedaron estériles de forma más que precoz. Comparados con sus padres, los hombres de hoy dejan de ser fecundadores eficaces unos diez años antes, se invocan razones de toxicidad alimentaria, pero los que conocemos los efectos de la hiperrealidad no nos creemos esta teoría. Los hombres de hoy son menos fértiles por razones sociales, simplemente son menos necesarios que nunca.

Todo parece indicar en función de la evolución de la ciencia que primero se eligió cuando ser fértil, más adelante se eligió cuando y cómo ser madre, más tarde se eligió la edad de gestación y los espermatozoides fecundadores y lo que nos espera en el futuro ya próximo es la clonación de embriones con distintos propósitos: unos para posibles tratamientos de fetos viables, otros como electivos segun la carga genética una vez liberados de genes «malos» productores de enfermedades, más adelante selección del sexo y fetos viables, sanos y con un buen potencial de crecimiento y maduración, inteligentes y guapos.

¿Donde habrá que poner el limite de estas tecnologías?

Lo que Sandel dice es que la sociedad en que vivimos, una sociedad liberal en la que el éxito, la belleza o los rendimientos son una garantía de fitness propondrán graves problemas éticos en el futuro, pero que más allá de eso terminarán por modificar nuestro concepto de la realidad haciendo de nosotros padres perfectos. Padres que criaremos a nuestros hijos teniendo la sensación de que estamos asistiendo a un experimento de caracter colosal, padres sin libertad que educaremos hijos predestinados al triunfo que sus genes prometen y con un amor condicional que se vendrá abajo a la menor adversidad.

Lo que está en juego paradójicamente son los principios del estado liberal: la equidad, la solidaridad y las garantias asistenciales.

Como corolario a todo este galimatias, Sandel propone elegir en estre estas alternativas:

«Se trata, a fin de cuentas, de si preferimos vivir en un mundo en el que el amor hacia los hijos esté condicionado a sus capacidades, en el que no haya algo previamente dado que nos supere y que nos ponga a prueba, en el que ya no exista la humildad ante la naturaleza (término que suscita menos alergias que la palabra “Dios”), que también utiliza Sandel.

Con el caso de una pareja de lesbianas sordas que buscaban tener un niño de un donante también sordo, Sandel encuentra la pregunta filosófica clave que hay que plantear en el debate bioético: ¿qué es lo que resulta cuestionable: la misma elección de las características genéticas del hijo o las características elegidas? Para Sandel, la búsqueda de la perfección, que tradicionalmente ha caracterizado la práctica genética, esconde lo que, en términos éticos, resulta relevante: la posibilidad de que los padres elijan arbitrariamente el tipo de hijos que quieren tener. (Más en este post)

De lo que se trata es de elegir entre una cierta forma de espiritualidad o de la tecnologia pura y dura con todas sus consecuencias.

Pero todo parece señalar en el sentido de que la sociedad liberal no podrá resolver este problema y tal y como nos enseña la historia deberá ser barrida de la faz de la tierra y ser sustituida por otro tipo de orden, ahora si, ahora parece inaplazable.

La tecnología no retrocederá pero las garantias ciudadanas pueden ir a peor.

Los perfectos padres del futuro tendrán que inventar un nuevo orden político para sobrevivir a sus inventos.

Aqui en este post titulado, «lo que el dinero no puede comprar» existe una conferencia de Michael Sandel en Ted.

Los hombres pactan, las mujeres insisten

No cabe duda de que la nuestra es una especie dimórfica, significa que los sexos pueden identificarse más allá de los genitales, y lo hacemos a simple vista por el tamaño: los hombres suelen ser más grandes, más altos, más fuertes, más veloces, pero también por algunas características de la conducta: los hombres son más agresivos y las mujeres son más reticentes a solventar sus problemas con la agresión, incluso podríamos decir que han desarrollado una profunda aversión a la agresividad en sus interacciones con otros.

Y es precisamente la agresión entre los machos de nuestra especie la responsable del dimorfismo. Estas diferencias tan marcadas -aunque cada vez menos- entre hombres y mujeres señalan en la dirección de entender que nuestra especie procede de un linaje de simios muy agresivos, de una agresividad similar al chimpancé, que es la especie con la que compartimos la mayor parte del genoma. Más concretamente nuestra especie tiene antecedentes de una rivalidad extrema entre machos, es por eso que la evolución favoreció a los más dotados para la lucha y los rasgos de fortaleza física fueron seleccionados positivamente. Dicho de otra manera: la agresividad de los machos procede de una rivalidad continua por las hembras y los recursos.

Ahora bien esta lucha por encontrar los mejores armamentos ha coevolucionado con otra: la de encontrar mecanismos de inhibición de esas mismas conductas que explica que las luchas agonísticas entre machos no terminen casi nunca con la muerte del rival. Nuestra especie no tiene garras ni dientes, ni cornamentas de manera que no tuvo más remedio que inhibir estas conductas a través de señalamientos relacionados con las intenciones y las manos. El sapiens tiene manos, lo que significa que puede portar armas, piedras o lanzas, y tiene también intenciones que pueden identificarse con la teoría de la mente. Podemos llegar a saber si un intruso viene con malas intenciones o si podemos confiar en él. De esta manera nos es más fácil comprender porqué darse la mano en un gesto de amistad: una mano vacía es la mejor prueba de que no contiene armas.

Naturalmente todos estos efectos armamentos-inhibidores afectan a los hombres, las mujeres por su parte no se vieron sometidas a esta selección, por lo tanto no desarrollaron inhibiciones para sus conductas agresivas que también pueden tenerlas de forma reactiva, pero no proactiva, es decir no es necesaria su agresividad para tener sexo , no ha de competir en entornos ancestrales me refiero. Y esta falta de competencia explica que no hayan desarrollado mecanismos inhibitorios frente a su agresión y deseos de dominio que también tienen. Salirse con la suya es un propósito común en ambos sexos.

Y por eso titulé este post de esta forma: los hombres hemos desarrollado complejos sistemas para apaciguar nuestras tendencias competitivas, desde el pacto de caballeros (estrechar una mano) hasta complejos sistemas jurídicos para castigar a los que no cumplen las normas. Vale la pena señalar que el primer sistema de escritura – la cuneiforme sumeria- se utilizaba sobre todo para señalar deudas y pesajes de materiales o comida . Es decir conflictos entre los hombres.

¿Y qué hacen las mujeres?

Como tampoco están muy motivadas para la imposición de sus querencias algo que requeriría cierta dosis de agresión, las mujeres sobre todo utilizan la insistencia. Las mujeres insisten y se salen con la suya a base de insistir y es por eso que es difícil pactar nada con ellas. Otra opción es el sometimiento.

Sonia Abadi, es una psicoanalista argentina que es amiga mía en twitter y hoy mismo me ha dado una pista sobre lo que estoy describiendo ahora. Ella que trata a parejas en su consulta me ha contado que la mayor parte de las mujeres se quejan (en las terapias de pareja las personas se quejan unos de otros) sobre todo de que el marido no ha cambiado nada desde que se conocieron, mientras que el hombre se queja de que su mujer no es la misma de la que se enamoró, que ha cambiado y mucho para peor, se ha hecho quejosa, dominante y discutidora. Esta es una observación universal, al menos en el mundo occidental, ¿pero cómo puede comprenderse esta queja dándola por buena, es decir legitimándola al mismo tiempo?.

Una explicación es el uso que los hombres y las mujeres hacemos de los pactos como ya he explicado antes y otra es de carácter mas ontogénico. La distinta forma de socializarse que tienen hombres y mujeres. Los niños pequeños están poco interesados por las niñas, juegan en otra liga por así decir, en realidad los niños están interesados por los niños mayores que ellos que son los que llevan a cabo las hazañas que quisieran hacer. Por contra las niñas de esa misma edad están muy interesadas por esas mismas hazañas que los niños llevan a cabo en sus juegos y en sus desafíos. Dicho de otro modo, hay cierto grupo de niñas que están interesadas en jugar en la liga de los chicos, mientras que otras no parecen estarlo. Sin embargo los niños no están nada interesados en competir con las niñas, ¿pues que valor tendría ganar a una niña en una carrera? No cabe duda de que los juegos infantiles reproducen hasta la adolescencia una jerarquía primitiva que en tiempo ancestral desempeñó una función muy importante entre las relaciones hombres-mujeres. Los hombres son robustos y cazan y las mujeres son gráciles y recolectan y se ocupan de sus hijos. Y estas conductas tienen mucho que ver con la socialización, para un niño es importante que sus iguales (los otros niños) le acepten y le otorguen algún lugar en la jerarquía de los chicos, sea por sus facultades atléticas, matoniles o académicas. Mientras que en las chicas es más importante para ser aceptada, sus habilidades para compartir y decir compartir es decir hablar de sus debilidades y conflictos. Ningún chico será aceptado si habla de sus debilidades con sus compañeros pero para las chicas es obligatorio. Hablar e insistir es la forma en que las mujeres suplen su falta de habilidades para el pacto y la mayor parte de problemas en las parejas, proceden o bien del hecho de que el hombre quiere dominar y salirse siempre con la suya o bien de que la mujer no sabe pactar y por tanto es incapaz de llegar a compromisos durables.

De manera que lo mejor para la crianza es dejar a los niños que sigan su propia querencia en los estereotipos sexuales, pues ya se encargará la adolescencia de estirar el chicle e imponer la visión entre ellas de que los chicos solo piensan en los videojuegos o los coches y en ellos la idea de que una mujer es una persona que quiere cambiarle.

Así y todo la mujer fascinará al hombre en cuanto sus hormonas se pongan en marcha y la mujer tomará al hombre como referente de todas las cosas.

Hasta que la política les separe.

Nota liminar con Alexia Putellas al fondo.-

Pueden las chicas jugar a futbol?

El caso de Alexia Putellas demuestra varias cosas:

1.- Se puede optar por un juego masculino y no ser lesbiana.

2.- Se puede ser muy femenina y tener gustos de chicos.

3.- Una chica puede alcanzar la excelencia tanto en los deportes como en cualquier otra actividad, oficio, o profesión.

Pero lo cierto es que fueron los hombres los que inventaron el futbol y es muy poco probable que en una sociedad matriarcal se hubiera inventado un deporte así. Las mujeres siguen el rastro de los inventos masculinos para medrar. O dicho de otra forma: las chicas tienen siempre como referentes a los hombres.

Y este es el problema que no se quiere ver cuando se dice que hay estereotipos sexuales y que el resultado es que la sociedad moldea el gusto de chicos y chicas y no caer en la cuenta de que es precisamente al revés: son los gustos de los sexos los que moldean las actividades, los juegos, las preferencias y la elección de profesión.

Las relaciones entre niñas y sus madres son siempre muy espesas, en el mejor de los casos espesas, siempre lo han sido. La novedad es que esta espesura se transformó primero en desprecio y más tarde en un odio radical, tanto que hoy muchas niñas no quieren ser como sus madres y a veces no quieren ser mujeres en absoluto. No importa lo liberales o progresistas que estas sean, más dificultades tiene, en definitiva, rebelarse contra una madre protectora y liberal que contra una madre integrista cristiana o tradicional, por ejemplo. Lo cierto es que aunque hoy las mujeres han alcanzado un estatus superior al que tenían sus abuelas o bisabuelas no han sido capaces de construir un modelo femenino atractivo para las jóvenes y se han limitado a seguir la estela que marcan los hombres en sus estilos de vida laborales y competitivos donde prima el éxito y el estatus sobre todo. El feminismo ha fracasado en su intento de conseguir una sociedad igualitaria pues están pensando en otra cosa bien diferente a la equidad, porque han trabajado siempre a la defensiva y contra los hombres perdiendo de vista la verdadera razón de estas desigualdades que proceden sobre todo de que las niñas -al no tener un modelo valioso y femenino- del que echar mano se orientan hacia los deseos masculinos, primero les imitan y luego se quejan de que no se las tiene en cuenta cuando no llegan a los rendimientos de ellos. Garbiñe siempre perdería contra Nadal.

No se puede construir una feminidad que sacrifique la natalidad, pues una mujer es sobre todo alguien que puede ser madre.

Pero hay otra cuestión y es la que tiene que ver con la belleza. No todos somos igualmente deseables como parejas, hay mujeres y hombres de 9-10, pero la mayoría somos medianías, sin olvidar a los feos y feas de remate. Naturalmente una mujer o un hombre alfa (de los que puntúan más alto) siempre tendrán ventajas sobre la mayoría que cae dentro de la campana de Gauss. Los Cristianos Ronaldos y Angelinas tienen muchas ventajas sobre los demás, ventajas poco democráticas, es cierto pero muy naturales. El valor de pareja introduce una dimensión de desigualdad que es letal en los adolescentes pues es en esa época donde se configura la identidad sexual y el atractivo tanto como amigo y compañero como de popularidad sexual.

Sin embargo no creo que las chicas tengan una adolescencia más tormentosa que los chicos, el problema de las chicas es que tienen los problemas que tienen por ser chicas y los problemas que tienen los chicos si juegan en su liga.

Y hay muchos que se caen por las grietas del atractivo. No es de extrañar que las redes como Instagram donde ellas se ofrecen al mejor postor con sus culos y tetas depriman a aquellas que no tienen nada que enseñar y que acaben convenciéndose de que carecen de valor sexual y pasarse al otro lado. No deja de ser curioso que el feminismo no haya podido convencer a las muchachas de que no es necesario ser perfecta fisicamente para ser tan mujer o a los chicos de que no es necesario ser un as en los deportes para ser tan hombre como John Wayne.

Esos estereotipos eran para nuestros abuelos, el problema es que el feminismo no ha combatido los estereotipos sino la masculinidad misma y sobre todo la maternidad que sigue siendo el chivo sacrificial de la identidad femenina.

Robustos y domesticados

El río Congo separa dos nichos ecológicos bien diferenciados, en una orilla viven los chimpancés, una especie de primates con la que compartimos casi todo el ADN, se trata de una especie jerarquizada, agresiva y donde mandan los machos que forman manadas muy belicosas y que atacan con frecuencia en partidas bien organizadas a otros clanes vecinos para robarles hembras y recursos. En la otra orilla viven los bonobos que viven en una sociedad mucho más divertida, aunque no es cierto que hayan prescindido de las jerarquías y sigue habiendo un macho alfa que a diferencia de los chimpancés no es el más fuerte sino aquel que elige una coalición de mujeres. Es por eso que la sociedad de bonobos es una sociedad matrifocal mientras que el «patriarcado» es el régimen de los chimpancés, por decirlo brevemente.

Juan Luis Arsuaga es un paleoantropólogo que es hoy muy conocido gracias a sus trabajos sobre Atapuerca y que ha escrito varios libros en clave de divulgación sobre ese lugar de los tesoros que es el valle donde inició sus excavaciones. En esta ocasión Arsuaga que es un sapiens se combina con Juan Jose Millás que como todo el mundo sabe es un novelista del que vale la pena recordar su obra que podéis consultar aqui.

De esta combinación nace un libro inclasificable que literariamente podría ser considerado un dialogo, entre un experto y uno que se hace el tonto y que va dando forma literaria a las ideas que van surgiendo estampándose siempre en entornos naturales o algo insólitos, como una jugueteria, un parque infantil, un valle inaccesible con paisaje paleolitico, un sex-shop, todo ello bien regado con menús de lugares inhóspitos donde todavía guisan las patatas a la usanza prehistórica o restaurantes indios de Lavapiés.

Así Arsuaga va explicando a través de la pluma de Millás conceptos de la psicología evolutiva trascendentales, como el milagro de la bipedestación («andar es ir cayéndose»), sobre el dimorfismo sexual, sobre la alimentación humana y otras cuestiones deteniéndose sobre todo en el tema de la domesticación y recordándonos en una juguetería lo que disfrutamos con los niños y cómo y porqué nos provocan tanta ternura. Son dos las razones de esta manipulación que nuestros genes ejercen sobre nuestra conducta y preferencias para el juego y el infantilismo: la redondez y la torpeza. Los niños nos seducen con esa mirada ingenua, con ojos grandes y redondos, es decir con los rasgos de la neotenia.

Los neandhertales era una especie robusta, tosca y muy fuerte, temeraria y muy bien adaptada al frío que no solo coexistieron con los sapiens sino que llegaron a cruzarse con nuestros ancestros. Aun hoy tenemos ADN neandhertal en nuestro genoma lo que demuestra que hubo «follisqueo» entre ambas especies y que dieron lugar a descendencia viable  tal y como podéis ver en este post. donde de paso podéis ver que quizá el trastorno bipolar sea una herencia envenenada que nos dejaron los neandhertales.

Dos especies y una hibridación.-

Hasta hace poco tiempo se consideraba que el sapiens y el neanderthal eran dos especies distintas y que entre ambas especies era imposible el flujo genético. Sin embargo recientemente y después de la secuenciación del genoma neanderthal por Svante Paabo del Intituto Max Plank se ha descubierto que compartimos con los neanderthales entre un 2 y un 5% de nuestro genoma.

Una hipótesis -la más ortodoxa- dice que entre neanderthales y sapiens no hubo intercambio o “robo” de genes sino que ambas especies procederían de un antepasado común, probablemente el “Homo erectus”. Otra hipótesis señala que es muy posible que entre neandethales y sapiens  hubiera cohabitación e intercambios genéticos. En un post anterior revisé la teoría que relacionaba ciertas adaptaciones al clima del neanderthal y las relacionaba con el trastorno bipolar, esta es la hipótesis de Julia Sherman (Sherman 2012) donde propone la idea de que el trastorno bipolar seria el subproducto de una adaptación ancestral a la estacionalidad en una Europa cercada por los glaciares y el frío.

Pero aun existe otra teoría menos conocida, se trata de la hipótesis de Gooch que propone la osada idea de que en realidad nosotros, los “sapiens sapiens” seriamos el resultado de una hibridación entre neanderthales y un sapiens ancestral (cro-magnon).

Sea como fuere lo que sabemos con seguridad es que el sapiens no procede del neanderthal, sino que ambos coexistieron y probablemente se cruzaron en buena vecindad. El neanderthal se extinguió pero no el sapiens a pesar de que la adaptación del neanderthal al clima gélido de Europa era bastante mejor que la del sapiens.

Para explicar la extinción de los neanderthales existe dos teorías: La primera sostiene que los neanderthales no eran una especie separada y que se produjo un mestizaje con los recién llegados “Homo sapiens”, cuyos genes acabaron por ser los dominantes. La segunda afirma que los neanderthales eran una especie distinta, pero que su tasa de natalidad era más baja que la de Homo sapiens, perdieron la batalla por la obtención de recursos y fueron sustituidos por los cromañones, más avanzados culturalmente.

Personalmente me adhiero a la primera. Hubo hibridación con casi total seguridad y una vez establecida tal hibridación los neanderthales se extinguieron en favor de esa nueva especie que pasó a ocupar su nicho ecológico y posteriormente se extendió a toda la tierra, sin prejuzgar la idea cada vez más prevalente de una evolución local independiente y multiregional.

Dicho de otra manera y según Arsuaga, para un Neandhertal los sapiens seriamos algo así como mascotas o peluches. Efectivamente nuestra especie es una especie grácil y donde la neotenia es la regla. Pero lo cierto es que en el mundo actual siguen existiendo ejemplares neanderthalescos y sapiens. El lector solo tiene que ver la morfología y carácter de Trump y compararla con la de Trudeau o Macron.

La domesticación de los humanos.-

La domesticación es una teoría que propuso Wrangram para explicar nuestros rasgos, conducta y sofisticación cultural, nos pasó algo así como a los perros -procedentes de los lobos- que son la especie doméstica más conocida por nosotros, algo que también podemos observar en los bonobos. ¿Quien domesticó a los bonobos para hacerlos tan diferentes a los chimpancés?.

Obviamente fueron las hembras de los bonobos quienes domesticaron a los machos para quitarles tosquedad, agresividad y dominancia, algo a lo que se llega a través de la selección sexual. Evidentemente para una hembra es siempre mejor disponer de un macho doméstico que aporte recursos a la pareja y sus vástagos que un merodeador, pero para eso es necesario algo más que el gusto individual: hace falta que ese gusto sea extensible a toda la especie. Dicho de otra manera es necesaria una coalición de hembras.

¿Pero quién domesticó a los humanos?

La domesticación conduce  a una reducción en la reacción fisiológica periférica a los estímulos o situaciones de estrés, lo que tiene un efecto directo e inmediato en la docilidad al reducir la reactividad temerosa. Belyaev, sin embargo, insistió en una segunda y menos directa, pero igualmente de importante efecto, de desarrollo de la hipofunción simpática en zorros domesticados (Belyaev 1984). Inmediatamente después del nacimiento y durante los primeros 1,5 meses de vida, el eje HPA del zorro es demasiado inmaduro para montar una respuesta en toda regla el estrés y el miedo, a pesar de que los kits para moverse y explorar con los ojos abiertos han madurado ya. Al final de este período, lo kits se convierten en altamente reactivos y temerosos de extraños animales incluyendo seres humanos.

Aunque los zorros domesticados experimentan el mismo efecto, la duración de la inmadurez de su eje HPA es mucho más largo, es decir, de 3-4 meses. Por lo tanto la domesticación parece tener una “ventana de socialización.”  Bajo condiciones de cría en cautividad normales los kits domésticos están expuestos a interacciones repetidas con cuidadores humanos antes de la plena respuesta de miedo fisiológica sea posible (Trut et al. 2004). La exposición humana temprana significa que los cuidadores ya están perceptualmente reconocidos como estímulos de baja amenaza en el momento en el eje HPA está maduro, y por lo tanto la presencia de humanos parece bloquear el componente neural conducido de una respuesta de miedo en el futuro (en este caso, la familiaridad engendra indiferencia) . Diferencias comparables también se observan entre lobos (que tienen una ventana de socialización 1,5-meses) y perros (donde esta ventana se extiende desde 4 a 10 meses), así como en ratones de laboratorio seleccionadas para niveles bajos de agresión (Freedman et al. 1961; Gariepy et al., 2.001).

Fundamentalmente, los perros domesticados, incluso se vuelven temerosos y indomables para la vida si no se les enseña a convivir con seres humanos dentro de esta ventana ampliada (Freedman et al. 1961; de Scott 1962, 1964). Por lo tanto, un retraso heterocrónico leve en la reactividad simpática, causado por retraso en la maduración de la glándula suprarrenal, puede tener efectos de por vida importantes en los niveles cognitivos superiores, a través de un simple prolongación de un período sensible para el contacto positivo con los humanos”.

En resumen, la hipótesis de la autodomesticación predice que las especies de vertebrados y mamíferos que se socializan con la presencia humana sufren una disminución de las células de la cresta neural durante su embriogénesis y que esta reducción tiene que ver con los cambios morfológicos y rasgos caracteriales siendo la agresividad/docilidad el rasgo mas estudiado de entre ellos.

Dicho de otra manera el lobo es robusto, el perro grácil, la agresividad es robusta, la docilidad grácil.

Pero el problema no queda resuelto respecto a la pregunta ¿quién domesticó a los humanos?. Suele decirse que nos autodomesticamos pero esta respuesta no me satisface. Existen en este sentido tres teorías:

  • La teoría de la selección sexual: las mujeres eligieron y seleccionaron positivamente rasgos de pro-sociabilidad en machos favoreciendo así la dispersión de genes domésticos.
  • La teoría cultural: fue la evolución de nuestras instituciones sociales la que domesticó a los humanos, comenzando por la familia monógama ese lugar donde aprendemos a reprimir nuestros impulsos más primitivos siempre y cuando nuestros padres estén ya domesticados.
  • La teoría de Peter Frost llamada «pacificación genética» que atribuye esta mansedumbre de los humanos a la pena de muerte o penas largas de prisión que dejan fuera del mercado reproductivo a los más belicosos de entre nosotros y también a sus genes.

A mi personalmente no me satisface del todo ninguna de esas teorías porque en nuestra especie no hay una «coalición de mujeres» que sean capaces de transmitir esa domesticación de una forma universal. La prueba es que hay muchas mujeres fascinadas aun por los «malotes»  y muchas mujeres por domesticar. Es como si en nuestra especie coexistieran rasgos de personalidad de neandhertales y de sapiens, de bonobos y de chimpancés y que ambas poblaciones estuvieran sujetas a fluctuaciones autoreguladas, lo que redundaría en favor de esa hibridación de la que hablé antes.

Lo que es cierto es que los hombres actuales -hablando en general y de los hombres europeos en particular- han perdido gran parte de su potencialidad viril y reproductiva y cada vez se asemejan más a las mujeres de su entorno abrazando sus valores y sus estrategias reproductivas. Esta uniformidad alosexual solo tiene un problema y es que cada vez hay más hombres que no se interesan por las mujeres, lo que representa sin duda la cara oculta de la domesticación..

 

Por si a alguien le interesa conocer más sobre el tema de la autodomesticación que está muy emparentado con nuestra vulnerabilidad psicológica os dejo aquí un video que grabé hace algún tiempo en un curso sobre el trauma psicológico.

 

Bibliografia.-

Julia Sherman: “Evolutionary origin of bipolar disorder-revised: EOBD-R”Medical hipotheses 78, 2012.

↵ Belyaev D. K., 1969  La domesticación de animales. Ciencia J. 5: 47-52. Google Académico
↵ Belyaev D. K., 1974  La domesticación, vegetal y animal, pp. Novecientos treinta y seis – novecientos cuarenta y dos en la Enciclopedia Británica, Ed. 15, editado por Benton H. H.. Enciclopedia Británica-Helen Hemingway Benton Publishing, Chicago. Google Académico
↵ Belyaev D. K., 1979  selección desestabilizadora como un factor en la domesticación. J. . Hered 70: trescientos un – trescientas ocho. GRATIS texto completo.
↵ Sapolsky R. METRO., 1992  neuroendocrinología de la respuesta al estrés, comportamiento de Endocrinología, editado por Becker J. B., Breedlove S. M., Crews D.. MIT Press, Cambridge, MA. Google Académico.

El sindrome de domesticación.

De ranas a príncipes (y II)

Si en el post anterior hablé de «Un nuevo contrato sexual» es porque ya existía uno más antiguo: el que describe Helen Fischer -desde un punto de vista evolucionista- en su libro «El contrato sexual», el que procede de la infancia de la humanidad -el paleolítico- construido a base de adaptaciones ancestrales y selección sexual.

Un «contrato» que tuvo muchas ventajas civilizatorias y culturales: la desaparición de la regla solar y su sustitución por la regla lunar silenciosa, el acceso de la mujer a las proteínas animales (comida a cambio de sexo), la aparición del orgasmo en la mujer, el coito cara a cara y otros eventos evolutivos como la prohibición del incesto y el parricidio (la aparición de Edipo en nuestro imaginario) que produjeron un fortalecimiento de los vínculos entre hombres y mujeres, así apareció la monogamia, un hito evolutivo que garantizaba la supervivencia de las crías y de las propias mujeres sometidas a los avatares de los partos y a las caminatas continuas.

Así nació el patriarcado, no tanto como explican algunas feministas que han escrito libros con el mismo titulo que el de Helen Fisher, – me refiero a Carole Pateman- que defiende un origen bien distinto al que la ciencia evolutiva ha consensuado con pruebas y no tanto con deseos: existió y aun existe efectivamente una cultura matrilineal pero la civilización emergió con el patriarcado, es decir al darle a los hombres ciertos privilegios a cambio de su protección y alimentación de la parentela, comprometiéndole a medio plazo. La aloparentalidad de las mujeres es efectivamente más antigua que la monogamia que ha tenido que convivir con la competencia intrasexual femenina un subproducto de la monogamia. Aloparentalidad se refiere a ayuda mutua entre mujeres, sobre todo relacionada con las tareas del parto y la crianza.

Así fue como los hombres pasaron de ser ranas a príncipes. Pues el cuento de la rana de lo que habla en realidad es de la naturaleza masculina, es decir de su naturaleza asocial, chapoteando en una charca, quizá solitario o en compañía de otros dedicando su vida a la caza, fiestas y a coitos erráticos.

Fue la mujer quien domesticó al hombre llevándole a su terreno-necesidad y lo hizo a través de un proceso lento que consistió en hacer que los hombres fueran cada vez más parecidos a las mujeres, algo que puede explicar los cambios morfológicos y conductuales de nuestra especie, tanto en los hombres como en las mujeres, un proceso que hemos llamado neotización.

Esto explica también que tanto los hombres como las mujeres actuales tengamos cerebros tan parecidos en prestaciones (cerebros balanceados en la jerga de Baron-Cohen) a pesar de ser tan diferentes, cerebros balanceados que coexisten con los cerebros extremos, masculino y femenino, si bien parece que la tendencia es al equilibrio, es decir a aproximarse en cuanto a talentos, habilidades e inteligencia. Seria posible elaborar una trazabilidad de los cambios masculinos recientes desde Clint Eastwood hasta Johnny Depp, el primero demasiado viril para el gusto actual orientado más hacia los hombres suaves y de facciones menos toscas o duras. Incluso ha llegado a describirse un «síndrome de Johnny Depp».

 

¿Es necesario un nuevo contrato sexual?.-

Obviamente si, nuestras situación actual es muy distinta al paleolitico donde se forjaron esas adaptaciones. El entorno actual se caracteriza por:

  • Las mujeres disponen de tecnologías reproductivas y no reproductivas  que hacen que el hombre sea superfluo y más aun: que puedan controlar la reproducción de los hombres a través de abortos o anovulatorios.
  • Las mujeres al acceder a la educación, en pocos años han logrado igualar a los hombres en  prestaciones, destrezas y talentos, llegando a posiciones profesionales que antaño solo eran ejercidas por los hombres.
  • Las mujeres siguen eligiendo, cuando, cómo y con quién pero siguen enganchadas a preferir a los hombres de alto estatus, dinero o magisterio.
  • Las mujeres siguen siendo especialmente sensibles a su apariencia física y no parece que ese acceso a profesiones de alto nivel haya cercenado su devoción por cuidar su atractivo que sigue siendo central incluso después de reproducirse.
  • Las mujeres tienen pocos hijos y por lo general al no necesitar ayuda económica por parte de los hombres están más orientadas a romper sus relaciones o bien a cambiar de pareja sin llegar a compromisos reproductivos con nadie. Del mismo modo con hombres con recursos suelen hacen lo propio pero los hombres con menos recursos son los grandes perdedores de este estado de cosas. Para algunos hombres ser abandonados por su mujer supone no un contratiempo sino un trauma psicológico de graves consecuencias.

Y sin embargo a pesar de estas novedades seguimos atados a nuestras adaptaciones ancestrales, de forma que podríamos empezar por admitir que: ninguna novedad podremos alcanzar en este «contrato sexual» si despreciamos los orígenes de nuestra especie o queremos pasar por alto aquellas adaptaciones. Hay algo que se resiste a ser cambiado y lo es porque demostró durante muchos tiempo su eficacia en la supervivencia y la reproducción individual (el fitness).

Un nuevo contrato

1.- Revalorización de la maternidad.

Es obvio que la maternidad es la columna vertebral de una sociedad como el trabajo del hombre. El trabajo de la mujer es en cualquier caso contingente.

Ser centrales en la sociedad tiene también sus inconvenientes. La mayor dependencia de otros de las mujeres hace que disfruten de una menor libertad personal que los hombres. Las feministas han tomado esto como una gran injusticia y culpan al patriarcado, pero el patriarcado sirve en realidad para moderar esa diferencia entre sexos al extender a los hombres el tipo de responsabilidades sociales que son hostiles a la libertad individual y acercar así a los hombres a roles sociales similares a los de las mujeres.
La relación madre-hijo es la piedra angular sobre la que se construyen todas las estructuras sociales. Al nacer los bebés tan indefensos y ser tan exigente su cuidado, tuvieron que inventarse mecanismos para apoyar a las madres y estas ayudas vinieron de otras madres tanto de la familia como de fuera de la familia, y también de sus parejas varones. Sin esas ayudas, sería extremadamente difícil para las mujeres superar los periodos arduos y peligrosos en el que hay que criar a los niños pequeños. Estas redes de asistencia dieron forma a estructuras comunitarias que superaban a la familia y la participación en estas estructuras comunitarias básicas es totalmente diferente en el caso de las mujeres y en el de los hombres. Como madres actuales o potenciales, las mujeres no pueden evitar ser atraídas a estas redes de intercambio de favores y relaciones y normas de reciprocidad. Las mujeres saben que necesitarán ayuda en muchos momentos cuando tengan que cuidar de los niños y, por tanto, es importante para ellas aprender a responder a las necesidades de los demás a cambio de esa ayuda que recibirán. 
Puede concluirse diciendo que el Estado ha de proteger a las madres sobre todo a esas que se conocen con el nombre de «amas de casa», probablemente el colectivo más opaco que existe en nuestro mundo a pesar de lo mucho que aportan como madres y abuelas y no a las mujeres por el hecho de serlo. Proteger a las madres significa derechos laborales concretos como la posibilidad de conciliar, así como otros derechos o prestaciones económicas por cada hijo cuidado, sobre todo durante los 3 primeros años de vida, periodo en el que los vínculos se establecen para siempre, es la mejor manera de no tener hijos-ranas.
2- Más crianza y menos terapia.
Vivimos probablemente en el periodo de la humanidad donde el compromiso de los hombres con la crianza es superior a todo lo que hemos conocido hasta ahora, pero la crianza es algo muy complejo que no puede reducirse a libros de autoayuda, no es una técnica sino un conjunto de actitudes. Hay personas que parecen dotados de forma innata de estas actitudes y otros que sienten una gran confusión de cómo criar a sus hijos, es imposible dar consejos sobre la crianza de los hijos que en cualquier caso no asegura nunca buenos resultados ni en el entorno escolar, ni en los rendimientos ni en el entorno de la salud mental.
Existen muchos niños que han tenido un apego seguro pero más tarde en la vida tienen adversidades que les llevan a una pendiente de desvaríos, pues no es solo la familia la que influye en el desarrollo de un niño, hay que contar también con el entorno y sobre todo con el «espíritu de cada tiempo» o Zeitgeist, también con la herencia genética y otros imponderables como una adolescencia interminable.
Así y todo es posible afirmar que una «base segura» es el mejor legado que les podemos brindar, así como un ambiente familiar coherente y amoroso, un lugar donde se puede siempre volver sin temor a ser juzgado o reprendido. Un lugar incondicional.
Admitir que los cerebros de los hombres y las mujeres son diferentes.-
Admitir las diferencias entre los sexos es a pesar de los hechos científicos algo que no es fácilmente aceptado por algunos grupos de población que siguen prefiriendo pensar que las diferencias observables son una cuestión cultural y no un fenómeno biológico a pesar de las pruebas que desmienten tal creencia.

El primer paso es reconocer que las orientaciones sociales de hombres y mujeres nunca pueden ser idénticas. La negativa a aceptar esto, y la búsqueda de la intercambiabilidad y la igualdad estricta en lugar de la equidad de género, es probable que aumente las diferencias entre los sexos y la brecha de género al menos en personalidad.

Las mujeres en todas las sociedades responden mejor a las necesidades de los demás y es más probable que vean el objetivo de un contrato social. Necesitan más de la sociedad. El largo y arduo proceso de crianza de los hijos hace que las mujeres valoren la cooperación con los demás de una manera que no se aplica tan fácilmente a los hombres. Estamos mejor capacitados para llevarnos bien solos. La sociedad es, en el fondo, femenina, y se construye alrededor de la maternidad compartida.

Como lo muestra el estudio intercultural de hombres de David Gilmore (1990), en el pequeño puñado de culturas sin patriarcado, los hombres viven una existencia narcisista de Peter Pan, poniendo muy poco en la comunidad y dejando la mayor parte del trabajo a las mujeres. Dichas sociedades no se han desarrollado más allá de un nivel rudimentario, y no pueden competir con sus vecinos más organizados y estructurados. Es por eso que hay tan pocos de ellos. Sin los aportes masculinos una sociedad no progresa.

Igualdad de oportunidades.-

Pero tratar de suplantar a los hombres en su espacio vital y laboral -tal y como propone el feminismo de genero-no es una buena idea.

Desde la Ilustración, las doctrinas filosóficas del individualismo han entrado en conflicto con las ideas sobre las diferencias sexuales. Durante el siglo XX, a medida que el estado ha ofrecido un apoyo cada vez más directo a las mujeres, los libertarios, especialmente en los países protestantes, han supuesto que el patriarcado y el papel que asigna a los hombres, como una fuente importante de injusticia social.

Esta deslegitimación de lo masculino se ha intensificado desde los años 60, cuando la aparición de la píldora alentó a las mujeres a comenzar a reclamar una participación igualitaria en el ámbito público. Creo que este desarrollo ha debilitado decisivamente el marco de las responsabilidades familiares que sustentaron la motivación de los hombres para asumir un trabajo socialmente útil. Es hora de descartar este legado sesentayochesco. Ha llevado a un colapso no solo en la participación masculina en la sociedad, sino también en el ámbito privado, donde los hombres son cada vez más reacios a comprometerse con los roles de esposo y padre. Lejos de conducir a una distribución más equitativa del trabajo, ha acumulado cargas cada vez mayores para las mujeres.

Priorizar el trabajo masculino.-

Las altas tasas de desempleo se consideran ampliamente relacionadas con el colapso de la moral y la motivación masculina. Pero es un error considerar el desempleo en sí mismo como la causa de los problemas de los hombres. El desempleo masculino no es una novedad, y alcanzó altos niveles en los años 30 sin debilitar la resolución masculina y el compromiso familiar o la disposición para volver a capacitarse para nuevos tipos de trabajo. Podría decirse que incluso los agudizó.

Lo nuevo es la pérdida de la moral y el sentido de propósito entre los hombres, y este es un cambio cultural más que económico, que surge del asalto libertario a los roles sexuales. Los hombres son bombardeados con el mensaje de que las mujeres modernas valoran la oportunidad de autorrealizarse a través del trabajo. Entonces, lo caballeroso que se debe hacer en estos días es que los hombres no se esfuercen demasiado por mantener un trabajo o buscar un ascenso, sino que se mantengan a un lado y dejen que las mujeres lo hagan ellas mismas. Este es un fenómeno que podemos observar ya en la escuela, los niños se esconden cuando las niñas brillan en clase y están poco motivados para competir con ellas, sin embargo a las niñas les encanta competir y vencer a los chicos no solo en los estudios sino también en los deportes: las chicas tienen incentivos para ello pero los chicos ninguno. Esta es la raíz del fracaso económico y educativo masculino contemporáneo, y la razón por la cual hay un número creciente de hombres desempleados.

Impulsar el trabajo desde el estado acaba favoreciendo a las mujeres, ya que actualmente son las que están más motivadas (por los deberes familiares existentes o anticipados) para tomarse el trabajo en serio. Necesitamos medidas que reconozcan la mayor importancia relativa del trabajo para los hombres como su contribución distintiva a la sociedad.

Un paso sería cambiar la naturaleza del apoyo estatal ofrecido a los hombres cuando están sin trabajo. En todo Occidente, se han introducido esquemas que limitan la ayuda estatal a los desempleados, y los han reemplazado por esquemas de capacitación y subsidios para solicitantes de empleo de diversos tipos. Pero estos esquemas aún dependen del sector privado para crear nuevos empleos, al tiempo que reducen su capacidad de generarlos gracias a la necesidad de altos impuestos para pagarlos.

Una actualización del patriarcado.-

Una reconstrucción general de las familias convencionales produciría una serie de poderosos refuerzos para la moral de los hombres. Por el momento, los sistemas impositivos en la mayoría de los países occidentales crean incentivos perversos para que las mujeres tengan hijos fuera del matrimonio y brindan a los hombres y mujeres pocas razones para permanecer casados. Este problema debería ser abordado. Las personas solteras, en particular los hombres solteros sin hijos, deben pagar impuestos a una tasa más alta porque es menos probable que participen en actividades de apoyo recíproco de la economía moral que limitan las responsabilidades colectivas del estado de bienestar.

Algunas personas rechazarán las propuestas descritas aquí porque alentarían a las mujeres a que vuelvan al trabajo doméstico. Pero no necesitan tener este efecto. Más bien, representan una actualización del patriarcado con el que muchas mujeres simpatizarían. En cualquier caso, es absurdo hablar de empujar a las mujeres de vuelta a las cocinas, porque la gran mayoría nunca se ha ido, y todavía lo hacen y con mucho, la mayor parte del trabajo doméstico, incluso aquellas que tienen parejas masculinas. La liberación doméstica de las mujeres ha tenido más que ver con la tecnología que con la ayuda de los hombres, y en la medida en que exista, está positivamente relacionada con el estado de sostén de los hombres, es decir, cuanto más tradicional sea el hogar, más probabilidades hay de que los hombres ayuden con los quehaceres domésticos.

Rana pobre peor pronóstico.-

No todas las ranas son iguales naturalmente pero existe un fuerte sesgo de clase, ya que el efecto desmotivador de la retórica de igualdad de oportunidades no afecta a todos los hombres por igual. Es regresivo en términos de clase. A medida que el rol del proveedor masculino se desvanece como fuente de respeto, los hombres que solo pueden esperar de manera realista un trabajo de bajo estatus son los que tienen más probabilidades de perder la voluntad de buscar trabajo o de volver a capacitarse a medida que las viejas industrias disminuyen. Los hombres de clase media con más posibilidades de obtener trabajos interesantes y prestigiosos tienen incentivos para tener éxito que necesitan menos impulso por las obligaciones familiares. Por lo tanto, no se retienen de la misma manera.

A lo largo de la historia, las comunidades han descubierto que la forma más efectiva de encerrar a los hombres en una membresía útil es vincular su estatus y recompensas en el grupo más amplio a su aceptación y desempeño de roles familiares definidos por el género. Cuando esta conexión se debilita, como sucedió después de las revoluciones francesa y rusa y más recientemente en el Mayo francés del 68, por ejemplo, la moral y el comportamiento de los hombres se deteriora y las familias sufren. Esto se está descubriendo nuevamente, y no pasará mucho tiempo antes de que todos nos exhortemos a aceptar a los hombres tal como son, y trabajar con el grano, y olvidar las ideas sobre cómo es solo «el patriarcado» lo que los hace diferente de las mujeres. 

Y así las ranas se transformarán en príncipes o en princesas, quién sabe.

 

 

Geoff Densch: «Revertir el descenso del hombre»

El principe y la rana