El arte del twiteo

twiteo

Pascal les llamó Pensamientos, Marco Aurelio Meditaciones, San Agustín y Rousseau Confesiones, Hipócrates Preceptos, Machado Proverbios, los chinos Estrategias, Lao Tsé El Camino del Tao, Cicerón Discursos, Séneca Epigramas, Epicuro Aforismos, Cioran no les dió ningún nombre y Gomez de la Serna les llamó greguerías.

Pero ahora se le llama twitear.

Twitear es una nueva forma de literatura rápida y comprimida que ha surgido con Internet y que consiste en breves mensajes que aparecen en una página de autor del twiteo. El verbo twitear es difícil de traducir pero se parece mucho a nuestra idea de «gorjeo» o musitación de oreja a oreja.

Se trata de un subproducto de la «mensajería instantánea» que se ha desarrollado a partir de la telefonía móvil en lo que se conoce como  mensajes SMS que fueron adscritos más tarde a las redes sociales como Facebook que se alimentan de la colectivización de sus contenidos. Compartir fotografías, enlaces, textos, videos o estados mentales periódicos dieron lugar con el tiempo a una mayor sofistificación de estos contenidos alcanzando algunos de ellos la calificación de arte apresurado.

Lo que comenzó siendo una banal forma de comunicar a un grupo o red de amigos aquello que se estaba haciendo (dejar recados en la red) con el tiempo el twiteo pasó a convertirse en una especie literaria de profundo calado calcando aforismos, sentencias o en algunos casos verdaderas cibergreguerias, la resucitación de un viejo género literario por la propia dinámica del medio.

Recordando a Ramon Gomez de la Serna y sus greguerias.

Como veís no se trata de la invención de un nuevo género literario sino de su revivificación a través de la tecnologia y sobre todo de la universalización y libre acceso a la red que liberó no pocos talentos ocultos. Del mismo modo que Internet propició el género epistolar a través del email también fue capaz de reanimar el género de la gregueria a través del twiteo.

El twiteo tiene dos acepciones, una débil y otra fuerte. En su acepción débil el twiteo carece de interés literario y consiste en dejar constancia de lo que uno hace o ha estado haciendo, como dejando testimonio público de la banalidad de la propia vida, algo que Kafka no hubiera rechazado de antemano:

«No volveré nunca más a beber»

El interés de semejante declaración sólo puede interesar a aquellos que compartieron borrachera la noche anterior con el aconjogado y arrepentido bebedor, pero existe otro twiteo que intenta hacer literatura y del que hablaré más abajo.

Usualmente se dice que esto del twiteo no es más que una forma de exhibicionismo barato, algo que suelen repetir mucho los ciberparanoicos de la red, aquellos que se sospechan espiados por la red en sí misma y que no quieren aparecer en Intenet porque están convencidos de que algun dia sus datos puedan ser usados contra su voluntad en espúreos negocios de bragas o calzoncillos.

Algo de eso hay -me refiero a la pasión por ser visible- desde luego pues el exhibicionismo no es máas que el deseo de existir para la mirada ajena o quizá el saberse vivos precisamente por esta razón, no es de extrañar que lo que impulsa a una gran mayoria de personas a divulgar sus actividades en Internet -a través de mensajes ciertamente estúpidos- sea la constatación de que tienen seguidores.

Pero existe una versión fuerte del mismo asunto y es aquella que procede de autores sin editorial, de espontáneos genios que de no ser por Internet no hubieran nunca encontrado un medio de expresión que les acogiera, son los militantes de la red, aquellos que han llegado a comprender que esto de compartir genera un capital humano y social nada desdeñable y que se han puesto a trabajar gratis -curándose asi de sus apegos anteriores- para los demás y permutan lectores por dinero.

Un twiter que se precie acude a las dos formas universales del aforismo: la busqueda y divulgación del conocimiento, la pretensión noética que va casi siempre de la mano de otra: la evocación de la risa. Hacer reir y hacer pensar son las motivaciones de aquel que twitea a diario como yo mismo. Las conversaciones y comentarios que suelen acompañar a estos twiters no tienen desperdicio y cualquier twiter sabe de la enorme capacidad de ideación noética que puede desplegar un comentario-aforismo de este tipo.

Y lo hacen casi siempre utilizando las propiedades de la paradoja.

La paradoja hace pensar y hace reír precisamente porque nos enfrenta con los equívocos del lenguaje, con sus enredos y con nuestras propios sobreentendidos acerca de las palabras.

Para ilustrar lo que estoy diciendo les pondré mi ultimo twiteo en facebook, dice así:

«Los excursionistas salen de viaje con frecuencia, los viajeros no viajan nunca pero a veces salen de excursión».

Lo que quiere decir -mas bien señalar- este twiteo es que no es necesario salir de viaje para viajar. Que podemos viajar hacia dentro, hacia nuestro interior que es seguramente el único viaje que interesa. Más aún: algunas personas viajan hacia afuera, precisamente, para no tener que viajar hacia dentro.

La combinación entre las palabras «ex-cursion» y «viaje» es usada en este caso para señalar que aquellos que viajan son precisamente los que tienen un talante excursionista, mientras que los viajeros de verdad (lo que recurren a las in-cursiones) viajan muy poco.

El aforismo termina con una paradoja:

«Los viajeros a veces salen de ex-cursion»

¿Qué es una ex-cursión?

Una excursión es abandonar momentáneamente un entorno habitual cualquiera con la intención de regresar. La excursión se diferencia del verdadero viaje en que hay un billete de vuelta mientras que el viaje es sólo de ida. Eso que hacemos en vacaciones entonces no son viajes, por más lejos que nos vayamos, sino excursiones que vivimos como aventuras quizá porque nos desplazamos a lugares lejanos y exóticos es decir muy distintos de nuestro entorno habitual y que nos provocan la ilusión de que hemos cambiado.

Pero seguimos siendo los mismos porque lo único que es capaz de cambiarnos es la expansión de nuestra Conciencia y eso no se consigue viajando sino comprendiendo y sabiendo. Comprendiendo lo que (ya) se sabe.

Asi es usual que un viajero de verdad a veces salga de excursión pues casi todo el tiempo lo pasa de incursión en incursión y hasta los viajeros más notables han de descansar.

Aunque a mi me basta con pasear, que es otra forma de excursionar sin dejar de viajar.

Twitear es ya una de las bellas artes.

En esta dirección de Facebook titulada «Intuiciones», hay una buena colección sobre twiteos.

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