El error fundamental de atribución y la corrupción

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¿Es España un paíis corrupto? ¿Estamos rodeados de ladrones y de pillos? ¿Es España un país tan corrupto como esas repúblicas bananeras donde la polícía te pide una mordida a cambio de no multarte? ¿Cómo es posible que sin narcotráfico a gran escala haya tanta corrupción?

Oyendo a los políitcos que estos días han tomado las riendas del poder gracias a un marketing anticorrupción a gran escala uno se pregunta qué sucederá ahora que los buenos por fin han tomado sus varas de mando. ¿Estamos a las puertas de un buenismo generalizado donde la corrupción habrá terminado por fin?

Ya verán como no.

Saldrán enanos por doquier.

Recientemente en un programa de esos de tertulias me quedé con los argumentos de una mujer (cuya identidad no importa) que decía en un tono muy bélico que la culpa de todo estaba en el PP, dejando de lado la evidencia de que la corrupción había alcanzado a todos los partidos (y que acabará alcanzando a todos los demás, incluyendo a los debutantes). El argumento de la reivindicadora y locuaz señora consistía en identificar corrupción con PP. Un argumento de mucho peso intelectual, no tanto porque sea verdad sino porque es fácil de creer.

El problema está en la misma palabra «corrupción». ¿Qué significa «corrupción»?.

Para un ciudadano normal corrupción es todo lo que sale en el telediario y lleva esa etiqueta. El ciudadanos de a pie identifica corrupción con imputación judicial o mediática, da igual si la imputación es por un fraude fiscal, que por meter la mano en la caja o bien por favorecer a la empresa del cuñado en un concurso publico de farolas. ¿Todo es corrupción pues?

Pues no. Esconder dinero para no pagar al fisco no es corrupción, ni siquiera utilizar nuestros contactos para arrimar el ascua a nuestra sardina lo es. Corrupción es corromper las reglas por las que debería regirse un contrato publico entre la administración y un proveedor. Favorecer al amiguete es corrupción siempre y cuando de tal favor se desprenda un beneficio económico, pues sin beneficio económico ¿hablaríamos de corrupción o simplemente de intercambio de favores?.

Desviar fondos destinados a la formación de personal y convertirlos en subsidios para los militantes de un determinado partido es corrupción a gran escala, una especie de ingeniería de la corrupción, como esas tramas llamadas Gurtel o Púnica lo son. Se trata de tramas destinadas a corromper el funcionamiento de algo que se organiza según una serie de reglas que son de esta manera corrupta, corrompidas.

La linea que separa lo intolerable de lo comprensible y del encaje normal de favores y «pago de deudas» emocionales es una linea muy delgada y yo ya no se qué es y qué no es corrupción, más allá de lo que dice el telediario desde que se ha puesto de moda la «pena de telediario».

Esto me decía un amigo mio ricachón (el único ricachón que conozco) el otro día mientras comíamos en un restarurante de esos «low cost» que ahora se han puesto de moda. El mismo -que es un comercial- y se dedica a vender productos al extranjero, tiene una amplia experiencia en «corruptelas» de esas que están muy bien vistas en la empresa privada y tan mal vistas en la pública. Me aseguraba que sin comisiones, sin restaurantes caros, sin putas y sin chanchullos no venderia nada. Y él que está acostumbrado a viajar a países árabes, USA, Rusia y otros países semejantes me contaba que más allá de la nacionalidad todos los que compran sus productos están dispuestos a dejarse «agasajar» con esos regalos que los vendedores usan para «comprar» voluntades. «Y si no los compro yo se irán a la competencia».

Vender algo consiste en comprar la voluntad de alguien. Así llegamos al postre.

Dicho de otra manera y volviendo al tema de la corrupción – se entiende de la corrupción de la administración- y no la de mi amigo que no es pecado. Volviendo al tema digo: los que quieren vender algo siempre buscarán a aquel que pueda facilitarles el camino para hacerlo. Y aquel que está en condiciones de hacerlo es el que manda en cualquier departamento donde se ventilen compras, favores, contratos y proveedores.

Habrá quien ceda a la «tentación» y habrá quien se resista, lo que es seguro que aquellos de nosotros que no estamos en esa situación de decidir nos quedamos con las ganas de saber si somos honrados o corruptibles. Y esos -la inmensa mayoría son los que están en contra de la corrupción- de los otros, claro. ¿Que diria Freud?

Lo que si sabemos es que cada uno de ellos presentaría una autojustificación (en el caso de haber caído en la tentación) o una inquisitorial moralización contra el otro en el caso de haber resistido la misma. Dicho de otro modo el que ha hecho un mayor sacrificio (en resistir) es menos tolerante a la corruptela del amigo. Para saber más de este fenómeno les recomiendo que lean este post.

Pero más allá de la corrupción como fenómeno jurídico-administrativo, me interesa hablar de otro fenómeno asociado que está relacionado con el concepto de la atribución. Más concretamente sobre el «error fundamental de la atribución» que he extraido de este post y del cual he elegido algunos párrafos:

El Error Fundamental de Atribución.-

En uno de los experimentos más conocidos de la psicología, Jones y Harris (1967) pidieron a un grupo de personas que estimaran la actitud verdadera de otras personas tras haber leído o escuchado las opiniones de estas sobre un tema controvertido. Es decir, les daban a leer (o a escuchar) un texto y, acto seguido, les preguntaban si pensaban que la persona que lo escribió pensaba realmente lo que había escrito.

Jones y Harris se dieron cuenta de que los participantes tendían a creer que las personas pensaban sinceramente lo que decían con independencia de que esas fueran sus opiniones reales. Esto resultaba curioso en un experimento en el que se les pedía a los participantes explícitamente que estimaran la ‘actitud real’ de los que escribían; o sea, que pese a que las mismas instrucciones experimentales dejaban claro que podía haber actitudes fingidas y actitudes reales, los participantes pensaban que la mayoría eran reales.

Como se suele decir (Jones, 1990, p. 138), este es “uno de los descubrimientos más robustos y estables de la psicología social”. Y es tan fundamental que los psicólogos le llaman así, «Error Fundamental de Atribución» (Ross, 1977). El Error Fundamental de Atribución  nos dice que tendemos a pensar que la conducta de otras personas está provocada por factores internos (disposicionales) como la personalidad, más que por factores externos (situacionales) del momento en que esa conducta ocurre. Es decir, que las personas tendemos a minusvalorar sistemáticamente el contexto y a adjudicar la causa de la conducta a cómo es “en realidad” la persona.

Dicho de otra manera tendemos a pensar que el que roba es (siempre) un ladrón y el que se corrompe es (siempre) un corrupto. Sin embargo cuando nos evaluamos a nosotros mismos tendemos a verlo de una manera más realistica, no tanto como algo disposicional sino situacional. ¿Nunca has cometido una infracción de tráfico? ¿Siempre cobras o pagas el IVA a tus clientes?

Seguro que en algún momento os habréis dado cuenta de que los conductores suelen condenar las infracciones o imprudencias de otros porque ‘no saben conducir’, mientras que disculpan las propias porque ‘no podía hacer otra cosa’.

Así, el «Error fundamental de atribución», usado como atajo mental, nos da las claves para entender muchas de las cosas que podemos ver en el día a día. También en la política. Y, por supuesto, también para entender con más claridad la extraña idea de que determinada persona o grupo político va a solucionar todo.

El error fundamental de atribución en el tema que nos ocupa es creer que los políticos (sobre todo los del PP) son corruptos de forma innata, mientras que los demás o bien son menos corruptos o son incorruptibles por una extraña naturaleza angelical.

Y no caer en la cuenta de que es el propio sistema político con su amplia designación de poderes municipales, estatales y regionales abandonado en manos de personas que no dan la talla suficiente es el responsable de que haya demasiados incentivos en juego en la administración de lo publico. hay demasiado dinero en juego, demasiado poder y pocos controles internos y externos para oponerse a lo que es de esperar: que el egoísmo de unos pocos se infiltre en el sistema contaminando a todos sus miembros.

Y así todos somos corruptos, pero tu más claro, y más si eres del PP.

Un comentario en “El error fundamental de atribución y la corrupción

  1. Dirías que es muy neurótico eso del “Error Fundamental de Atribución” (Ross, 1977)? Porque, atribuir causas exógenas a nuestros errores, si bien no es condición para afirmar que se haya llevado cabo un E.F.A., correlaciona muy fuerte con «tender a pensar que la conducta de otras personas está provocada por factores internos (disposicionales) como la personalidad, más que por factores externos (situacionales) del momento en que esa conducta ocurre» ¿o no?

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