¿Qué es comprender?

La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero hay que vivirla mirando hacia delante. (Kierkegard)

gadamer

De la cita anterior se desprende que el acto de comprender algo se encuentra disociado en origen: por una parte necesitamos echar mano de nuestra memoria a fin de hacer encajar lo nuevo con lo viejo. Algo que solo podemos llevar a cabo a través de las semejanzas, las similitudes, los parecidos que encontramos entre lo nuevo que acontece y lo viejo que sucedió.

¿Pero qué sucede cuando lo nuevo no puede encajarse en ningún patrón conocido?

Es entonces cuando la inteligencia, el entendimiento sale al paso para alumbrar nuestro conocimiento de algo. Pues precisamente la inteligencia es la capacidad para encontrar comprensión, entender lo nuevo, creando o inventando soluciones ex novo. La inteligencia es sobre todo inventora. De repetir ya se encarga el automatismo con el que funciona nuestra memoria (la experiencia). Esto se parece a aquello, luego esto y aquello son la misma cosa. O bien tal y como decia Spinoza:

Quien recuerda una cosa de la que gozó una vez, desea poseerla en las mismas circunstancias que cuando gozó de ella por primera vez.

La memoria es por definición nostalgiosa.

De manera que inteligente es aquella discriminación que hacemos para reconocer un patrón nuevo y despreciar la similtud que nos promete esa especie de pensamiento mágico que encuentra semejanzas en aquello que se parece. Inteligir es discriminar.

Las tres dimensiones del comprender.-

Comprender es aquello que cae y sucede (acaece) dentro del campo tridimensional que configuran la inteligencia, la experiencia y la instrucción. Comprender es como decia Gadamer un acto de interpretación.

Conocer es interpretar. Y para interpretar necesitamos de la ayuda de una herramienta simbólica: el lenguaje, sin lenguaje habría una comprensión primitiva, ligada a la supervivencia y a la detección de amenazas, pero no una comprensión de la alteridad o de un fenómeno complejo. Es a través del lenguaje como utilizamos los marcajes, las etiquetas y las guías que nos permiten comprender algo.

Pero no debemos confundir interpretar algo con recordar algo que nos aconteció en el pasado. Cuando echamos mano de nuestra experiencia a fin de interpretar algo nuevo nos encontraremos con la paradoja de creer haber comprendido algo sin haber comprendido nada.

¿Qué queremos decir cuando afirmamos que hemos comprendido algo? ¿Qué queremos decir cuando sentimos que nos comprenden?

Lo que queremos decir es que compartimos o no esa matriz triangular que configuran ciertos lugares comunes, un plano de definición. De estos lugares comunes de los que cierran el campo de la comprensión, hay dos sobrevalorados: la experiencia y la instrucción (adquiridos) y uno infravalorado: la inteligencia (innata).

La inteligencia es probablemente una de las funciones mentales más abandonadas por la ciencia y la psicología. Pocas personas se interesan por la inteligencia a pesar de la evidencia, intuitiva y automática que tenemos para detectar a aquellos que tienen una menor o mayor inteligencia que nosotros mismos. La decadencia del valor atribuido a la inteligencia está provocada por la preeminencia de un ideal ilustrado: el de la igualdad. Si todos somos (debemos ser) iguales entonces la inteligencia debe ser igual para todos. Y si no es asi, entonces debe ser por falta de instrucción. La falacia moralista.

Es verdad que la falta de instrucción ( o una instrucción equivocada) puede malograr una inteligencia lúcida, como tambien es verdad que los problemas emocionales pueden obstruirla. Pero no deja de ser también verdad que atribuir a todo el mundo (a los niños en la escuela) la misma inteligencia puede causar y causa de hecho muchos problemas emocionales y sobre todo derrotas académicas, casi tanto como la nostalgia hace mella en criaturas que tanto prometían.

Los enemigos de la comprensión son fundamentalmente tres: la brecha de la inteligencia, las creencias estereotipadas y el particularismo.

Lo curioso de la inteligencia alta es que puedes descender de nivel a fin de comprender algo que le sucede a alguien de inteligencia baja (hasta cierto punto), pero el que tiene una inteligencia baja no comprenderá al de una inteligencia más alta y tenderá a construir estereotipos a fin de construir una causalidad en términos comprensibles. Somos máquinas causales.

La ideología, o la adhesión a determinadas creencias son un obstáculo para la comprensión no solo de otras ideologías (los que piensan distinto, suele decirse) sino de aquellos hechos cognoscibles que no se enredan en ideología alguna.

El particularismo es siempre autoreferencial y es algo que acontece con mucha frecuencia en las redes sociales o en cualquier tipo de diálogo donde se debata cualquier cosa. Asi por ejemplo, si yo digo:

«Las mujeres no improvisan jazz».

Siempre habrá quien me recuerde a Diana Krall o a a esta otra

Dicho de otro modo se confunde el termino medio con las excepciones. Algo que suelen hacer mucho las personas, «si yo encajo en esa descripción, entonces la proposición está equivocada».

Y entonces los particularistas acusan al otro de generalizar y asesinan asi la retórica, quee s una herramienta para facilitar la comprensión.

Y se socava, se pierde nivel de inteligencia: cada vez que particularizas pierdes bits de comprensión, la mente se contrae. Pues la comprensión no viene de serie en nosotros los humanos, sino que precisa de una cierta epojé, de cierta suspensión del juicio y que tolere fallos, pues a fin de cuentas la comprensión no precisa exactitud sino cierta complicidad en el uso de las palabras.

Comprender es escotomizar las diferencias de opinión a fin de construir una semejanza de interpretación.

La incomprensión es pues un problema de falta de inteligencia.

La inteligencia se manifiesta en la tolerancia.

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