El anticristo

Este post contiene spoilers, es decir revela datos de la trama de la pelicula citada, el lector no deberá seguir adelante con la lectura del mismo si quiere visionarla.

«Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto estaba el otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea.” (Borges, «Los Conjurados»).

Hay varias maneras de contar una historia en el cine pero solo hay tres formas de verla: la primera es contemplarla como si se tratara de algo que realmente sucede, sucedió o podría suceder en la realidad, la segunda forma es suponer que aquello que vemos podria suceder en el futuro aunque es poco probable o incierto o bien algo que nunca podrá suceder como sucede en el género fantástico donde existe un distanciamiento pactado entre lo que sucede en la pantalla y el espectador, la tercera forma es contemplar la pelicula como algo que debería estar oculto y que sin embargo se nos desvela de una forma brutal que nos alude desde lo doméstico como una metáfora cotidiana que habla de algo que no puede explicarse desde sí mismo, sino a través de la narración -la vida- de otros.

A esta ultima clase de visionado pertenece la pelicula de Lars Von Trier, «El anticristo», un cineasta danés que parece una reencarnación de Bergman aunque no tan obsesionado por los aspectos interpersonales del drama humano sino por aquello que sucede detrás de la escena, por aquello que sucede entre bastidores que nos alude desde lo arcaico y se sitúa más allá de lo que percibimos y queremos ver los sujetos bienpensantes y razonables.

Y un sujeto bienpensante es aquel que reniega del mal, no me estoy refiriendo al Mal como abstracción sino al mal que sucede en nosotros mismos, a ese mal que en la pelicula parece emerger a través de un personaje femenino -malherido por la muerte de un hijo- y cuyo marido -terapeuta silvestre y ocasional- hace recaer en la Naturaleza, no en la Naturaleza del medio ambiente sino en la naturaleza de la condición humana.

Por que lo cierto es que hay algo diabólico en los humanos y de ahí el titulo de esta pelicula que no es una pelicula de miedo sino de horror. Se trata de una pelicula que nos enfrenta con ese aspecto cotidiano, siniestro, ominoso del espanto que tantos esfuerzos nos cuesta reprimir, negar, ocultar o suprimir de la conciencia. Se trata de una pelicula que no trata de conflictos entre personas sino que nos muestra las escaramuzas de la eterna guerra entre arquetipos: Eros y Thánatos se enfrentan sin piedad en los teatros del cuerpo de una pareja que pretende remontarse anímicamente después de la muerte accidental de su hijo y que provoca en la mujer la emergencia de lo tanático, en la forma clinica de una severa melancolía.

La mujer se siente culpable de la muerte de su hijo, podríamos interpretar.

Pero no: la mujer es culpable de la muerte de su hijo, pues el niño murió a causa de una negligencia suya.

Como mínimo negligencia pues es difícil entender por qué estaba la ventana abierta en un día frío con nieve afuera.

Efectivamente, no se trató de una negligencia sino de un infanticidio: la mujer iba a por ese niño, el suyo. La película nos da alguna pista acerca de esta cuestión cuando el padre descubre que la madre torturaba sistemáticamente al niño con zapatos invertidos de pie, algo que conoceremos a partir de la autopsia.

Pero ¿por qué una mujer puede desear torturar a su propio hijo, carne de su carne y sangre de su sangre (y la de su padre) como en esos casos que leemos a veces en la prensa de niños atados a la cama como cachorrillos de bestias inmundas y/o quemados por sus madres con el cigarrillo o suplicios similares?

Medea tenía por tías a dos renombradas hechiceras: Calipso y Circe, y gracias a sus dotes heredadas y a diversas profecías y pócimas mágicas, es como ayuda a su amado Jasón en sus vicisitudes en busca del vellocino de oro. Curiosamente, la suerte de Medea discurre de modo parecido a la de su prima Ariadna: tras el apoyo incondicional a su amado (Teseo y Jasón, respectivamente), ambas son ingratamente abandonadas por éste. ¿Sería acaso este abandono el germen de una rabia pulsional que luego deriva en parricicio en el caso de Medea?

Medea, presa y creadora a la vez de su fatal destino, arrebata la vida de sus propios hijos, acaso como venganza de Jasón, lo que nos recuerda a un viejo cuento astrológico que define el temperamento plutoniano:

Un escorpión pidió a la rana que le ayudara a cruzar el río sobre su espalda. La rana no se fiaba de la fama del escorpión y le negó el favor diciendo “No, escorpión, que conozco tu fama y cuando estemos a medio camino me picarás con tu aguijón”. El escorpión argumentó que aquello era absurdo, pues si lo hacía morirían ambos. La rana encontró esa razón sensata y accedió así a subirle a su espalda para llegar a nado a la otra orilla. A medio camino, el escorpión pica a la rana, hiriéndola mortalmente. Mientras agoniza y se hunden ambos, la rana acierta a decir “Pero escorpión, ¿cómo haces esto, si  morirás tú conmigo?” A lo que el escorpión, justo antes de ahogarse efectivamente ambos, responde simplemente: “Es mi naturaleza...”.

Como lo es la naturaleza de Medea y también de la madre enajenada de El Anticristo, que asesina a su hijo en este caso no con un acto, sino con un no-acto: ignorando que el niño está subiéndose al alfeizar de la ventana abierta justo mientras ella, a pocos metros, lanza un alarido orgásmico en pleno coito con su marido.

Lo cierto es que en esa película esa mujer no mata a su hijo por celos de su marido sino porque algo despierta en ella un odio ancestral contra los hombres, algo que emerge durante un encierro en una choza y en mitad del jardín del ese Eden tiránico que es la naturaleza salvaje y que la lleva a enloquecer mientras escribe su inacabable e inacabada tesis doctoral, una tesis paradójica, sobre la violencia del hombre hacia la mujer; es como si ella hubiérase identificado con todo su género, ese que clama venganza a traves de su tesis y que realiza en su cerebro una inversión: ella pasa de cierto posicionamiento masoquista hacia un polo sádico psicótico donde se venga de los hombres -en la persona de su marido- y posteriormente se amputa a sí misma toda posibilidad de placer.

Pero Eros ganará al final la batalla contra el Thánatos femenino y se instalará en la naturaleza de una forma ingenua, volviendo hacia ese Edén estúpido pero apacible al que todas las muertas del mundo insisten una y otra vez en volver para celebrar una especie de picnic naif.

Confiemos en la oscura rebelión de los muertos.

Vale la pena ver los primeros cinco minutos de la pelicula, sobre todo por la belleza de las imágenes y su banda sonora.

La desdicha

ADVERTENCIA AL LECTOR DE ESTE POST (¡CONTIENE SPOILEERS!)

Este post versa sobre una pelicula titulada «Revolutionary road» y contiene interpretaciones de su trama asi como revelaciones acerca del final de la historia. Si usted pretende verla en directo ahórrese la lectura de este post.

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