¿Nacen más niños o más niñas?

niño

Esta es una de esas preguntas que con mentalidad cientifica hay que contestar que el promedio estaría muy cercano al 50-50, dado que solo existen dos sexos, como dos caras de la moneda, lo lógico es pensar que a mayor número de tiradas (población) más cerca nos encontraremos de esa media estadistica 50.

¿Pero funciona esto asi en la naturaleza? ¿Importa o no importa que haya más machos que hembras?

Pues estamos hablando de un sistema que se autoregula a través del potencial reproductivo que siempre es más complicado para un macho que para una hembra. Las hembras tienen su cuota reproductiva asegurada mientras que los machos han de alcanzar cierta aptitud para llegar a reproducirse. Es por eso que ante la duda siempre es mejor tener una niña que tener un niño, puesto que un niño con algun hándicap no tendrá descendencia.

Y sin embargo desde el punto de vista del fitness tener hijos varones (aptos) asegura un mayor potencial reproductivo en número de nietos para los progenitores.

trivers

Robert Trivers un biólogo evolucionista al que se considera uno de los padres de la especialidad (sociobiología) es autor de varias conceptualizaciones de las que he ido hablando constantemente en este blog, pero hay que recordar ahora su hipótesis de la inversión parental (parental investment) y del conocido efecto Trivers-Willard.

Según estas hipótesis las hembras de todas las especies han de ser muy cuidadosas a la hora de calcular sus nidadas (si ponen huevos) y de sus embarazos si son vivíparos. La inversión parental en gestar, parir, alimentar y cuidar de un hijo supone un desgaste enorme (sobre todo por parte de la madre) a la vez que la imposibilita para quedar de nuevo embarazada mientras se ocupa de sus retoños. Lo que significa que el fitness ha de adaptarse a las condiciones externas, sobre todo a los recursos alimentarios. Eso hacen por ejemplo los estorninos en sus anuales reuniones: hacer un balance de población (Wynne-Edwards, 1962) para adecuar sus nidadas al tamaño adecuado de la bandada.

Y cuando fracasan las previsiones, la madre puede optar por devorar a sus crías para que su nido no se parezca al camarote de los hermanos Marx..

Y aun: el aborto espontáneo es muy frecuente en la naturaleza y también en nuestra especie. Más del 70% de los huevos fertilizados no llegarán a implantarse (Nesse y Williams 1994), se sabe que la madre aborta usualmente fetos con malformaciones o fetos a veces incompatibles con la vida o al menos con escasas probabilidades de llegar a la edad adulta y reproducirse. El aborto espontáneo es pues un mecanismo fisiológico que la evolución ha preservado para reducir las inversiones maternas en la crianza de hijos.

El aborto espontáneo es pues en los viviparos (y también en nuestra especie) el mecanismo que usa la evolución (a través de la madre) para limitar el número de embarazos.

Y no sólo el aspecto cuantitativo; la hipotesis Trivers-Willard lo que dice es que la madre puede «elegir» el sexo de sus hijos.

El lector podrá advertir que el verbo «elegir» se encuentra entrecomillado. Lo mismo podriamos decir en el caso del hombre: el varón no elige el sexo de su hijo, sino que son ciertas condiciones ambientales (mal conocidas) las que favorecen o desfavorecen la progresión de espermatozoides portadores de un cromosoma X o un cromosoma Y. El varón no elige pero determina el sexo de su hijo.

Del mismo modo la madre no elige, la evolución lo hace por ella al rechazar la implantación de fetos no viables o hacer el óvulo impermeable a este espermatozoide y no a aquél. Pero parece que la madre hace algo más: «elegir» el sexo de sus hijos. Nótese como el verbo «elegir» vuelve a estar entrecomillado.

¿Qué induce a la madre a elegir entre niños o niñas?

Como en los estorninos sucede, la madre ha de valorar los recursos de los que dispone a fin de adaptar su inversión parental. No es lo mismo -desde el punto de vista del fitness- tener un niño que una niña. El número de nietos que puede tener una madre si su hijo es un varón es enorme en comparación con los que puede esperar de una hija. Por esta razón es mejor tener niños cuando las cosas vienen bien dadas, en epoca de opulencia, bienestar y recursos sobrantes y es mala idea tener niños en epoca de restricción, de calamidades o de escasa seguridad.

Recientemente se ha llevado a cabo una investigación en este sentido (y que se encuentra bien explicada en este post) en Uganda. La variable que se comparó en relación con el sexo del recién nacido fue el tener/no tener una vivienda propia.

Los resultados que se obtuvieron fueron una confirmación de la hipótesis de Trivers-Willard, es decir las mujeres que tenian una casa propia y se sentían mas seguras daban a luz más niños que niñas mientras que las madres que estaban -por asi decir- de alquiler daban a luz más niñas que niños.

Lo que sugiere que la proporción de niños/niñas de una determinada comunidad sufre ciertas fluctuaciones alrededor de la cifra promedio de 55 niños/cada 50 niñas. Una fluctuacion que tiene que ver con los niveles de seguridad de la madre.

Ahora bien, es absurdo trasplantar esta hipótesis a los casos individuales: la hipótesis no nos permite predecir (si está usted embarazada) si tendrá un niño o una niña en función de si tiene o no una hipoteca o está usted viviendo de prestado en casa de sus padres. Se trata de una hipótesis que no sirve para los casos individuales sino para las poblaciones extensas sometidas a un mismo entorno, por ejemplo después de una guerra.

Lo interesante de la hipótesis Trivers-Willard desplegada de un modo extensivo es que no afecta tan solo a la proporción entre los sexos sino también a los tipos cerebrales (mente sistemática o empática) y a otros como la altura de una manera estadísticamente significativa.

Mientras que la proporción de sexos al nacer en la población general es de 0,5122 a 105 niños por cada 100 niñas – los datos muestran que la proporción de sexos entre los ingenieros y otros sistematizadores es 0,5833, es decir, 140 niños por cada 100 niñas. La proporción de sexos comparable entre las enfermeras y otras profesiones empatizantes es 0,4255, es decir, 135 niñas por cada 100 niños. Tambien se ha observado que durante las hambrunas nacen más niñas.

De la misma manera, los padres altos y de cuerpos grandes tienen más hijos y producen mas fetos masculinos porque el tamaño del cuerpo era una clara ventaja en la competencia masculina de los compañeros en el ambiente ancestral, mientras que el tamaño del cuerpo no tiene ninguna ventaja particular para las mujeres, y los padres pequeños tienen más hijas y producen más fetos femeninos. Y esta observación podría explicar por qué nacen más niños durante y después de las grandes guerras, dado que la violencia era probablemente una rutina significativa en la competencia masculina por la adquisición de compañeras sexuales en el ambiente ancestral (como lo es entre nuestros primos primates), la tendencia a la violencia fue una adaptación para los hombres ancestrales, pero no para las mujeres ancestrales. En consecuencia, los hombres violentos tienen más hijos varones, y esto potencialmente puede explicar por qué muchas mujeres maltratadas pueden optar por quedarse con sus parejas abusivas de modo que puedan producir hijos violentos y por lo tanto competitivos intrasexualmente (Escoda 2013).

En conclusión nacen unos pocos más niños que niñas pero estas cifras se encuentran sometidas a fluctuación en función de las necesidades del grupo extenso (las sociedades). No sabemos cuales son los mecanismos a través de los cuales la madre «sabe» el sexo de sus hijos, como tampoco sabemos como «sabe» si su feto es portador de malformaciones o si llegará a ser viable. Lo que es seguro es que existe un mecanismo de «reconocimiento», una adaptación ancestral, que permite a las mujeres embarazadas modular su inversión parental pensando tanto en sí mismas como en las oportunidades de su descendencia.

Bibliografía.-

Wallner, B., Fieder, M., & Seidler, H. (2012). Ownership of Dwelling Affects the Sex Ratio at Birth in Uganda PLoS ONE, 7 (12) DOI: 10.1371/journal.pone.0051463

Trivers RL, & Willard DE (1973). Natural selection of parental ability to vary the sex ratio of offspring. Science (New York, N.Y.), 179 (4068), 90-2

WYNNE-EDWARDS, V.C: Animal dispersion in relation to social behavior. Oliver an Boyd. Edimburgo. (1962)

20 comentarios en “¿Nacen más niños o más niñas?

  1. Otra excelente exposición. Me parece que es todavía muy poco lo que sabemos sobre la testosterona, auténtica hormona de la vida. Lo que parece evidente es que el pensamiento unisex tiene sus días contados, si a «eso» de que todavía algunos viven (y muy ricamente) se le puede llamar ‘pensamiento’.

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  2. Detecto una ‘pequeñísima’ contradicción al decir que las hambrunas favorecen el nacimiento de hembras y más tarde decir que las guerras y postguerras favorecen varones. No sé, creo que las guerras (y postguerras) y las hambrunas van de la mano. No sé bien cómo interpretarlo.

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  3. Si es una contradicción porque parecen dos fenomenos regulados por distintos mecanismos. En el caso de las niñas y las hambrunas se trataria del efecto Trivers-Willard simple. En el caso de las postguerras y las guerras y el predominio de sexo masculino se trataria del efecto Trivers-Willar ampliado donde la presión vendria del lado de la violencia y no d ela deprivación. Asi en entornos de violencia nacerian mas niños pues la violencia era probablemente una rutina significativa en la competencia masculina por la adquisicion de compañeras sexuales en el ambiente ancestral (como lo es entre nuestros primos primates), la tendencia a la violencia fue una adaptación para los hombres ancestrales, pero no para las mujeres ancestrales

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  4. Uyy, pues muchas gracias, Paco. Perfectamente comprendido. ¿Podría contribuir al resultado -aunque sea en poca medida- el hecho de que las violaciones a mujeres (cometidos por hombres violentos, se supone) se utilicen de forma generalizada como un instrumento de guerra?

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  5. En eso de que en Uganda nazcan más niños o más niñas según las familias sean o no propietarias de su vivienda pueden influir factores de índole económica que nada tienen que ver con el concepto «inversión parental». Es probable que, en ese medio cultural y en ese tipo de economía subdesarrollada, las mujeres puedan contribuir, de manera significativa, en mayor medida que los varones, a la economía familiar. En los sistemas económicos preindustriales, las mujeres eran (y son, en donde todavía rigen tales sistemas) un importante objeto de comercio: podían ser vendidas como concubinas -o explotadas para la prostitución-. Por otra parte, en muchas regiones del mundo (y creo que la mayor parte del África Negra cae dentro de esta categoría), el valor de las mujeres como instrumento de trabajo es mayor que el de los hombres. En aclaración de lo anterior, conviene recordar que en algunas regiones del mundo (China e India, por ejemplo) las familias tienen que pagar para procurar marido para sus hijas -lo que guarda correspondencia con el hecho de que en el tipo de agricultura intensiva que allí se práctica tiene mayor valor el trabajo de los hombres que el de las mujeres- mientras que en otras -como creo que es el caso de la mayor parte de África-, son los hombres los que pagan por las mujeres (y estas las que, en el campo, suelen llevar a cabo muchos de los trabajos más pesados). En cuanto a esa contradicción que Cristina Trulla encuentra en afirmar que las hambrunas favorecen el nacimiento de hembras, cuando en otro lugar se afirma que las guerras favorecen el nacimiento de varones, hay que tomar en cuenta que la guerra, en las sociedades modernas, es una actividad altamente cooperativa que tolera mucho peor el exceso de agresividad que su defecto (la eficacia de los ejércitos -de los complejos industrial-militares, más bien- requiere un predominio amplio de temperamentos apaciguados, capaces de convivir y cooperar con gente completamente ajena, acatar mandatos etc).

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  6. El objetivo de la guerra es desarmar al enemigo (eso dice Von Clausevich, al menos). ¿Qué papel puede jugar la violación en una actividad que se vincula a ese propósito? Yo diría que muy poco o ninguno. En primer lugar, esas violaciones suelen afectar a mujeres, y los combatientes casi siempre son hombres. En segundo lugar, con (sólo) violar a alguien no lo incapacitas para combatir. En tercer lugar, el efecto desmoralizador que la violación puede tener para quién la sufre, se contrarresta con la exaltación de odio que es de esperar suscite, tanto en quien la padece, como en sus allegados y compañeros. Maquiavelo dice (muy razonablemente, a mi modo de ver) que el príncipe debe procurar ser temido sin ser odiado, y la violación cumple muy mal esas condiciones. La generalización de una conducta de ese tipo, en el transcurso de un cónflicto bélico, predica más bien falta de disciplina en la tropa que perfidia en los mandos (es algo que suele ocurrir en países del tercer mundo que, por falta de medios para garantizar paga y mínimas condiciones de vida a la tropa, se ven obligados a reclutar a sus soldados entre el lumpen). En relación con este tipo de asuntos, es mejor no hacer mucho caso de lo que dicen los periódicos, pues, así como para escribir de fútbol en las páginas de deportes es necesario saber algo de la materia, para escribir crónicas de guerra en las páginas de internacional parece valer exactamente lo contrario.

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  7. Sin embargo pasas por alto el efecto humillación del enemigo que suscita la violacion. No solo se le roban las mujeres sino que se las mancilla y además de una forma definitiva pues muchas quedaran embarazadas de sus enemigos. El efecto moral de las violaciones es para varias generaciones.

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  8. Otra posibilidad es que se trate de un gen ¿Cómo podría este gen inclinar la balanza bebé después de una guerra? Considere la posibilidad de la herencia de dos hombres hipotéticos llamémosles John y Rich. Juan tiene tres hijos, todos los cuales van a pelear en la guerra, y una hija, que no lo hace. Rich tiene la estructura familiar lo contrario: tres hijas y un hijo. John tiene más posibilidades de ver el regreso de varios hijos de la guerra con vida y con Y de tendencia esperma. Así que van a producir más hijos propios. Rich es probable que pierda a su único hijo, que si estuviera vivo, tendría niñas engendrado para igualar la proporción de sexos. El mecanismo, cambia la proporción de sexos de vuelta a la normalidad ya que el descenso de la mortalidad masculina se recupere.
    (mal traducido del inglés) pero se entiende creo

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  9. Ramón, estoy de acuerdo con Paco en que dejas mucha tinta en el tintero. Creo que tienes una idea muy idealizada de cómo se conducen hoy las guerras. En mi opinión, creo que jamás antes fueron tan crueles. Apropiarse de las hembras de un país y por tanto del color de la descendencia creo que es una demostración de fuerza -y por ello, de cruel humillación- que tiene más poder destructivo que cualquiera de las armas esas de destrucción masiva.
    Recomiendo: http://www.filmaffinity.com/es/film492064.html

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  10. «A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos», dice Maquiavelo. La violación no hace ni lo uno ni lo otro. «La ofensa que se haga debe ser tal que resulte imposible vengarse», dice igualmente el florentino; la violación no cumple tampoco este requisito. «El príncipe […] debe evitar que le aborrezcan […] cosa que logrará con sólo abstenerse de poner mano en la hacienda de sus súbditos, así como de despojarles de sus mujeres y del honor de éstas»… Maquiavelo no creía en la humillación como método para pacificar los espíritus, y yo tampoco. No hay que extrapolar, sin más, lo que ocurre en las luchas ritualizadas de los lobos o de los mandriles (en las que a la humillación sigue el sosiego, sin mayores consecuencias para el humillador que tenerse que someter a ceremonia similar, si el desafío se renueva y sale perdedor) a cualquier situación humana que induzca a un sentimiento de indignidad. La violencia organizada, al servicio de un propósito de conquista y conservación del poder, es un arte sofisticado que atiende a provocar temor sin causar agravio; si los soldados de alguna facción, en cualquier guerra africana, se entregan a forzar mujeres, es porque satisface sus impulsos, no porque sirva a los intereses de quien los emplea (a no ser que obtenga algun beneficio de la provocación, claro está)… Otra cosa es si hablamos de la tortura, pero entonces no estamos hablando de una estrategia encaminada a inhibir la hostilidad, sino de una técnica destinada a obtener una colaboración -activa y concreta- de alguien que -a todos los efectos- ha sido eliminado como enemigo (no sirve para abatir, sino para activar -en un sentido conveniente- a quien ya ha sido abatido).

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  11. Cristinatrulla: Me gustaría saber en qué argumentos te basas para afirmar que las guerras «jamás antes fueron tan crueles». Tendrás elementos de comparación, supongo, para asegurar una cosa así.

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  12. Seguramente será cierto que en el transcurso de las guerras nacen más chicos, lo que no creo es que eso se deba a la existencia de una mayor violencia ambiental… Y la razón de no creerlo es que durante el transcurso de las hostilidades (estoy hablado de lo que representó algo como la primera o la segunda Guerra Mundial para los EEUU o el Reino Unido), en la retaguardia (que era donde esos niños eran concebidos) no había mayor violencia que en tiempos normales (sino menos), y tampoco -por extraño que parezca- la había en el frente. Me explico: las guerras modernas no se hacen a puñetazos, ni a palos, es decir: no involucran ese tipo de actividad física, que, por su intensidad -y otras características particulares- exige movilizar esos sentimientos de cólera, ira, odio vehemente, etc. que se requieren para que un hombre con aptitudes físicas normales dé y encaje lo que habría que dar y que encajar en una pelea entre cro-magnones. No se requiere ningún sentimiento vehemente de ese tipo para accionar un gatillo, ni para cargar un obús, ni para conducir un camión, ni para cavar una trinchera, ni para operar una central telefónica, ni para realizar un inventario, ni para empalmar un cable de un motor de un tanque… ni para hacer practicamente ninguno de los trabajos que hace un soldado en una guerra moderna. La verdad es que de esa interacción específica entre congéneres de una misma especie, y -en particular-, entre congéneres de la especie humana, a la que llamamos violencia, había menos en las trincheras de Flandes, que en Londrés o en Berlín. Incluso bajo las más espesas lluvias de granadas de obús y de balas de ametralladora, había menos violencia… Porque lo que los hombres enfrentaban en esas pavorosas situaciones no era la hostilidad de otros hombres, sino una fuerza impersonal; un monstruo burocrático y mecánico tan ajeno a lo humano, como las fuerzas que en el mar desencadenan huracanes y tifones («Tempestades de Acero», tituló Ernst Junger al relato de sus experiencias en el Frente durante la 1ª GM). Frente a ese tipo de desencadenamiento de elementos -al igual que frente al desencadenamiento de elementos que representa un huracan- tengo la impresión de que la tendencia que predomina es hacia el apaciguamiento de la discordia (y, en todo caso, la necesidad de orden impone un mayor control social que hace más dificil que esa discordia se traduzca en hechos efectivos). La diferencia más grande que encuentro entre las situaciónes «estar en guerra» y «acabar de salir de una guerra» es la tensión nerviosa que impone a los hombres la conciencia de que el permiso de que disfrutan (en cuyo transcurso fecundan a sus mujeres), acabará, y ellos habrán de volver al matadero (tensión a la que -evidentemente- no están sometidos, cuando su regreso es definitivo.

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  13. Sobre guerras y partos. Sería muy interesante saber, por cierto, cuántos hijos varones parieron los dos millones de mujeres alemanas (2,000.000) que fueron violadas por el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. Otro episodio de «violencia ambiental» bélica…, que, de poseerse estadísticas, sería muy valioso en el asunto que nos ocupa.

    http://www.abc.es/hemeroteca/historico-01-10-2002/abc/Cultura/anthony-beevor-stalin-encontraba-divertido-que-las-mujeres-alemanas-fueran-violadas_133191.html

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  14. No menos que los rusos en Berlín, violaron los marroquíes en Italia, y nadie dijo que eso le hiciera gracia a De Gaulle (servían en unidades francesas). Sus superiores cerraban los ojos ante eso porque no querían complicarse la vida con una tropa que había sido reclutado entre el lumpen de una sociedad semicivilizada, a los que -por añadidura- se pagaba muy poco en relación con lo que se exigía de ellos (la victoria aliada en Montecasino se cimentó sobre una montaña de marroquíes muertos). Cuando los que combatían eran ingleses, franceses de la metrópoli o ingleses, lo habitual es que se ciñeran a lo que la convención de Ginebra podía considerar admisible. Esto valía también para los alemanes (para las matanzas en masa empleaban o bien a extranjeros -letones, por ejemplo- o a personas reclutadas para ese cometido, entre aquellos que poseían especial aptitud psicológica para ese tipo de cosas). Y valía también para los soviéticos. Para cuando el Ejército Rojo llegó a Berlín, la guerra había consumido a un porcentaje tan abrumador de la población activa masculina que se hizo imperativo reservar lo más posible la vida de la gente útil. Como consecuencia, la infantería de las unidades de primera línea estaba llena de elementos antisociales, reclutados, en muchos casos, en Asia Central y Siberia (entre pueblos cuya conciencia moral no había sobrepasado ese estadio en el que la obligación -de una persona hacia otra- se vincula al parentesco). Lo que pudieran hacer en Berlín o en Italia un mogol buriato, o un ex presidiario bereber no contradice el hecho de que la matanza bélica a gran escala, metódica y científica, como las que conoció Europa en la primera mitad del XX, requiere pueblos pacíficos.

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  15. El Ejercito Rojo no violó mujeres en Berlín sino en todos los territorios alemanes conquistados. Eso sí: la cifra de mujeres alemanas violadas oscila entre 600.000 y 2,000.000, según las fuentes. Saber cuántos nacidos varones originó esa tragedia sería, insisto, muy interesante. .

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