El síndrome de Oropesa

Oropesa del mar es un municipio costero de la provincia de Castellón enclavado entre una roca con castillo árabe incluido y una bahia que se prolonga hacia el este a través de un humedal que se conecta con el Prat de Cabanes, siempre a pie de playa.

A esa zona la llamaron los romanos Lubricatum que la consideraban un lugar infecto lleno de miasmas, a los que no era aconsejable ni acercarse o habitar. No en vano las rutas comerciales de Roma recorrian la costa a cierta distancia, los romanos evitaban de esta forma el paludismo que fue una infección pandémica en la zona hasta bien entrado el siglo XX. Oropesa estaba encima de una albufera hoy desecada y donde ya no hay mosquitos que trasmitan las fiebres porque ya no hay agua, algo parecido sucede más al este en el conocido Prat de Cabanes, otrora habitat diverso de flora y fauna del humedal mediterráneo.

Pero la riqueza potencial de Oropesa no era la agricultura o el pantanal sino los kilometros de costa virgen que se encontraban más allá del faro mirando al noroeste, kilometros de playa virgen que desembocaba en la zona protegida que aun hoy es el citado Prat de Cabanes.

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En esta foto puede observarse la lengua litoral que ocupa la citada urbanización

Pero la depredación inmobiliaria no tardaria en llegar, primero por el sur y cuando el sur ya no pudo ser exprimido más se dirigió hacia el Norte. Asi nació «Marina d´or» una urbanización a medio camino entre el desierto de las Vegas -su estética kitsch- y el realsocialism de Berlin Este -mazacotes de hormigón- que fue difundida hasta la saciedad en todos los medios publicitarios y bautizada con el sugerente nombre de ciudad de vacaciones. La idea era repoblar la zona con hoteles, apartamentos, campos de golf y zonas de ocio para los miles de turistas ávidos de lujo que algun dia picarían y comprarían alli su segunda propiedad aunque fuera empeñándose de por vida. El proyecto cayó en desgracia hace poco por aquello de la crisis inmobiliaria y no se ha desarrollado -como siempre sucede con estos macroproyectos- en la proporción en que se planeó. Marina d´or simplemente ralentizó el proyecto y se fue a Marruecos a probar suerte.

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Obsérvese la atmosfera hiperreal que destila el citado complejo.

Pero fueron muchos los que compraron alli su apartamento de vacaciones y muchos más los que vinieron a trabajar en la construcción de tal faraónica obra.

Y son asi aún muchos los que se han quedado a vivir alli, de manera que una ciudad de unos 5000 habitantes se ha convertido en un polo de crecimiento cuya población actual es mposible de medir dado que la mayoria de los que alli habitan no están siquiera censados.

Es un ejemplo de lo que los urbanistas llaman crecimiento asimétrico: primero se construye una ciudad y luego uno se pregunta dónde están los servicios para atender a toda esa población. Habrá que recordar que son servicios:

Las panaderias, mercados y supermercados, carreteras, policias, hospitales, ambulatorios, restaurantes, cines, tiendas, pescaterias, fruterias, servicios publicos, transporte ¿dónde esta todo esto?

En parte alguna puesto que Oropesa del mar es un municipio pensado para que vivan en él 5000 personas y no 100.000.

Y cuento todos estos antecedentes para ilustrar una noticia que apareció en el diario el Mundo del pasado domingo dia 22 de Febrero en su edición local. Se trata de un articulo firmado por Javier Arnau que no tiene desperdicio. El citado periodista entrevista a un psiquiatra castellonense -Juan Angel Ramos- que acaba de acuñar un nuevo sindrome psiquiátrico que ha llamado «Sindrome de Oropesa» y que según él se debe a la incapacidad de los ciudadanos que alli viven para integrarse o para encontrar una red social de sostén diseñada a escala humana. El psiquiatra en cuestión especula que se trata de un cuadro de desarraigo, algo similar al sindrome de Ulises que se ha descrito en inmigrantes. Aunque en realidad el síndrome de Oropesa no se ha encontrado en inmigrantes sino en foráneos y no es un cuadro motivado por la nostalgia, la pobreza y la aculturación sino más bien el resultado directo de habitar en un lugar hostil, inhóspito, aislado, sin recursos sociales de apoyo, sin servicios y sin calor humano.

Una ciudad que no genera en su entorno una sociedad no es una ciudad sino un simulacro, un museo urbano.

Un lugar invivible como Las Vegas, ¿es que alguien cree que esa ciudad existe, más allá de los jugadores? El psiquiatra castellonense define el sindrome de Oropesa como un cuadro básicamente de ansiedad y responsabiliza de ello tanto al boom inmobiliario como al crack financiero. Al parecer afecta por igual tanto a mujeres como a hombres, que comparten algo en común: se trata de personas españolas que acudieron a Oropesa buscado el alto nivel de vida que les permitía trabajar en el sector de la construcción pero tambien podriamos incluir entre ellos a aquellos que vinieron de vacaciones, compraron un apartamento y se quedaron a vivir alli atraídos por la oferta laboral que parecia infinita e inacabable. O los que aprovecharon las vacaciones para deshacerse de un familiar conflictivo, anciano o enfermo.

Cuando las cosas han empezado a ir mal, estas personas se han encontrado en una ciudad inhabitable sin apoyo social, sin trabajo y con una hipoteca en las manos para los proximos 30 años. Y esto sin contar con los ciudadanos provisionales que al menos y al no haber contraído deudas para toda la vida han podido levantar el campamento y volver a casa.

La mayor parte de los afectados por el sindrome de Oropesa han acuñado frases como esta «esta ciudad no está preparada» o «esto en mi tierra no pasaba». La ciudad de vacaciones ha pasado a convertirse en una jaula opresora y es un claro ejemplo de la influencia de un urbanismo salvaje en la salud de los humanos, empezando por los más débiles: aquellos que cambiaron un suburbio capitalino por una ciudad de vacaciones, los que creyeron que el paraiso estaba a un tiro de piedra y sacrificaron todo para acercarse a él.

Las ciudades, en comparación con los nucleos rurales, tienen muy mala influencia en la salud de sus habitantes, se conoce desde hace mucho tiempo que la anomia social que se vive en las ciudades ejercen un pernicioso efecto en  el curso de algunas enfermedades mentales como por ejemplo la esquizofrenia. En un post anterior me referí a esta curiosa y malsana infuencia que ejercen las ciudades sobre las personas que en ellas habitan y tambien la manía por la que -a pesar de esta evidencia- la gente se empeña en vivir en ellas.

Y esto es lo que sucede en las ciudades podriamos decir con cierto estatuto de antigüedad, es decir en las ciudades normales, las que ya están hechas y crecen segun los planes urbanisticos prfigurados ¿sucede lo mismo en las ciudades de nueva planta? ¿Cómo y quién decide donde fundar una ciudad como esta de vacaciones a la que me referí?

En un sistema liberal como el nuestro el dinero va donde quiere, es decir alli donde espera multiplicarse. Una ciudad de vacaciones no se construye para beneficiar a los seres humanos, ni siquiera a sus clientes sino para ganar dinero y como todo el mundo sabe en nuestro pais la forma mas rápida y segura de ganar dinero es en el sector de la construcción. La plusvalia que gana un promotor-constructor vendiendo pisos es superior a la de cualquier otro negocio. Para los lectores que no lo sepan los economistas llaman «buen negocio» a aquel que da un 10% de beneficios sobre lo invertido. De manera que hablar de doblar los beneficios (lograr un 200 %) no sólo es hablar de un suculento negocio sino de un negocio que destruye el tejido empresarial de todo un pais. Ganar demasiado dinero tiene otros efectos colaterales pues en su arrastre desactiva el resto de negocios, ¿quien inveritiria en un negocio que solo da un 10 % de beneficio si en poco tiempo pueden llegar a esos márgenes abusivos de liquidez?

Esto es uno de los efectos secundarios de los negocios abusivos: el aniquilamiento y la destrucción de otros negocios más productivos y más seguros al menos para los trabajadores a largo plazo. La construcción en si misma es un negocio trashumante que obliga a la mano de obra a desplazarse de aqui para allá siguiendo los polos de crecimiento de obras.  Es un negocio que se basa en el desarraigo y en la competencia desleal con otros sectores. El sector inmobiliario remeda las condiciones abusivas de los primitivos trabajadores en los albores de la revolución industrial, los saca de sus entornos y los trasplanta a otro. Hoy estamos viendo este fenómeno no sólo en los trabajadores sino en nuestros consumistas conciudadanos que no dudan en comprarse un apartamento a kilometros de distancia de sus lugares de origen sin caer en la cuenta de que están pagando un billete hacia el aislamiento.

La primera mala noticia es ésta; no hay que fiarlo todo a la construcción, un pais con mucho sector inmobiliario es un pais que pronto o tarde se verá empobrecido, pues los sectores boyantes terminan por arruinar a los sectores tradicionales con menor margen de beneficio aunque aparentemente dependan de él.

La segunda mala noticia es que estas decisiones -los recursos- siguen al beneficio y nunca al interés colectivo, se pasa por encima de carreteras y por encima de albuferas, se desecan humedales y se talan bosques, se impregna todo de una atmósfera de corruptelas para que los constructores desplieguen eso que se ha venido en llamar progreso. Ya sabemos qué es el progreso: todo aquello que es letal para el medio ambiente. Y no hay que olvidar que los humanos vivimos en él, en ese medio ambiente que contribuimos a maltratar cuando pedimos una hipoteca para habitar en un lugar asi.

La gracia que tiene el articulo mencionado más arriba es que por primera vez alguien identifica un sufrimiento mental con un municipio dado, con un estilo de vida y con unas expectativas que llevaron a los individuos a ese lugar y no a otro. Aunque creo que el síndrome deberia llevar otro nombre no tan costoso para el buen nombre de sus habitantes y el desarrollo turistico de la zona y podría generalizarse a otros entornos urbanos bien consolidados. Es verdad, las personas necesitamos ciertas condiciones de vida para podernos considerar a nosotros mismos personas, no estoy hablando de comodidades, se puede vivir en una cueva, en una choza o en una jaima pero no se puede vivir sin el contacto humano, sin servicios públicos, sin asistencia, amigos, vecinos o conocidos, sin red social no somos más que individuos ni siquera somos ciudadanos. No se puede vivir en lugares desangelados a los que se acudió bajo el reclamo del lujo y la fiesta continua. No se puede vivir sin transporte publico y sin carreteras. No se puede vivir despersonalizado, desconectado del entorno a menos que uno pretenda terminar mimetizándose tanto con él que acabe por no saber ni quien es.

Eso parece sucederles a los que sufren el sindrome de Oropesa y a tantos otros que permutaron un entorno protector por una supuesta mejoría en su calidad de vida.

14 comentarios en “El síndrome de Oropesa

  1. Con su permiso seguiré en busca del pueblecito de mi vida, aquel con 85 habitantes y con las gallinas por la calle y olor -aún- a estiercol.
    Con zona wi-fi, eso sí 🙂

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  2. No hay pueblecitos con esos habitantes y wi-fi, sin embargo en los paises nordicos es lo habitual. Lo que significa que hay un entorno para el consumo y otro entorno para la vida, pero alguien tiene que tomar esa decisión, me refiero a los politicos.

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  3. Muy buen artículo, Paco, herida directa a los pilares de las torres de cemento. Qué añoranza del humedal, sí, qué pérdida la de Lubricatum!

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  4. ¿CUANTAS OROPESAS / MARINAS D´OR HABRÁ EN ESPAÑA?

    O, MEJOR, ¿CUANTAS ESPAÑAS HABRÁ EN OROPESA…?

    SINTESIS: ESPAÑA YA ES MARINA D´OR Y TIENE EL SÍNDROME

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  5. Y aún así es un sitio tranquilo para tener un apartamento, no tan masificado como otras zonas de Levante, de sobra conocidas. Un Mercadona (en tu alusión a la panadería, es pequeño ejemplo), y más o menos algún sitio al que ir a tomar algo (en invierno también). Cerca de Castellón y Peñíscola, y con algún que otro atractivo histórico y cultural (en el mismo pueblo o cerca).
    Tampoco creo que haya que ser tan radical, y supongo que habrá de todo, incluso gente que allí esté la mar de agusto en invierno, sin muchos vecinos.
    Que se infló y que se vendió a bombo y platillo, cierto, que no es mala zona, eso también.
    Apostillo, el balneario en épocas no masificadas, es espectacular.

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  6. Creo que ha habido de todo. Lo que está claro es que Marina D’Or se hizo para enriquecer de manera rápida y espectacular sus promotores. Vivo en una zona más al sur de Alicante y en algunas lugares de urbanizaciones existen algunas semejanzas sin embargo la intención en algunas estas urbanizaciones es que fueran lugares donde los jubilados europeos vendría a vivir y pasar el invierno, por lo que segunda residencia sí, pero no vacacional. Por otro lado, también existen políticas que animan a que los habitantes se registren en el padrón para que el municipio en cuestión reciba más fondos por habitante, por lo que deduzco que este consistorio ni quiere saber mucho de los «indeseables» del complejo ya que estos, no votan.

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  7. El síndrome de Oropesa es el síndrome todo el litoral mediterráneo y parte del atlántico español. Construcciones masivas sin orden ni concierto en busca del beneficio rápido y consumismo feroz que caracteriza una economía basada en el turismo barato que es para lo que ha quedado la economía española.

    Tras la desapación del INI después la entrada en la CEE, nuestro país queda relegado a una economía de subsistencia en espera de que los oleadas de turistas de clase media-baja quieran arribar en nuestras costas. En España hay muchas Oropesas con distintos nombres, Arenal, Torremolinos, Marbella, Aguadulce, Roquetas, Gandía, La Manga, Santa Cruz, Antilla… todos ellos lugares que esperan como agua de Mayo que llegue la temporada alta para que durante un mes y medio puedan entrar en funcionamiento pleno pasando el resto del año semiabandonados y todos cobrando del paro. Con la explosión de la burbuja inmobiliaria España era presa fácil de una profunda crisis y tenemos que esperar a que nos visiten los personajes de moda de la alta sociedad para reactivar el único motor de arranque que se le permitió a España como segunda residencia de la clase media-baja de los jubilados europeos que huyen de sus fríos y humedos países de origen, o peor que las riadas de jóvenes bárbaros encuentren apetecible la oferta de sol, playa y bebidas de barra libre para poder venir aunque destrocen cual salvajes todo lo que encuentren a su paso.

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  8. Pero hay algo que distingue a Marina D’ Or frente a otras construcciones turísticas con más años de construcción, como muy bien indicas en la foto este complejo turístico tiene una atmósfera de hiperrealidad que está marcada por un consumo masivo de luz que hacen de ella una ASCUA D´OR, sólo la entrada con unas 60 puertas rocieras colocadas unas detrás de otras a poco metros deja perplejo al más pintado porque la atmósfera de hiperrealidad da justamente ese efecto, el efecto de ser una pintura sobre un marco real, el efeto de ser un fantasma en medio de la noche. La gran luminotécnia del complejo es una caso, por lo que yo he visto único, como mariposas atraídas por la luz que acaba atrapándolas en el mundo de una existencia no hiperreal sino hiporreal a juzgar por todos los problemas que encuentran los que allí deciden arribar, LUCÏA 2.O No sé si ese efecto de la luz os ha llegado hasta Castellón- ciudad y alrededores.

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  9. Uy¡ Se me olvidaba una cosa importante: para que España se convierta en el Valhalla europeo es concidición imprescindible que los precios de las nuevas residencias bajen, claro¡ Si no qué gracia tendría. Por el contrario en la costa Azul francesa, residencia de los privilegiados los precios aumentan, con crisis y todo, oye¡ Será que en el mundo se habla francés… JA…JA

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