La corrupción y las corruptelas

Este año que acaba de terminar ha sido el «año de la corrupción», hemos tenido casos flagrantes de esos que nos ponen los pelos de punta y nos indignan, pero después de leer este articulo que precisamente ha aparecido hoy, he comprendido que no todo nos indigna por igual, pues no existe solo una modalidad de corrupción sino varias. De eso va este post, de intentar discriminar que es lo qué entendemos por corrupción.

Como corrupción entendemos una amplia y variada práctica generalmente asociada a la administración publica de abuso y poder, influencias para beneficios privados. Lo interesante de esta definición es que parece como si la corrupción o este tipo de prácticas fueran  especificas de lo público pero no de lo privado, es decir de la lógica de los negocios en general.

En este ámbito de comprensión entendemos como corrupción a una amplia variedad de conductas, aunque la más importante y señalada sea la de cobrar comisiones por contratos públicos, una práctica común en la empresa privada donde los negocios se hacen con aquellos que pagan bien al intermediario, es decir al comisionista que es el que tiene la cartera de contactos. Baste señalar hacia el hecho de que cuando usted abre una cuenta bancaria, compra acciones o suscribe un seguro está pagando comisiones, es decir está favoreciendo a un comisionista, aquel que le vende ese producto.

Se dirá que las comisiones encarecen el producto y es cierto, tanto en la publica como en la privada, pero también es cierto que las empresas adjudicatarias después de ganar un concurso publico y de comenzar a ejecutarlo pronto o tarde lo detendrán e intentarán renegociar un nuevo precio. La causa de esto es que la ley de contratos del estado privilegia la mejor oferta que suele ser si no la más barata la segunda más barata. Precios a la baja al principio predicen nuevos contratos a mitad obra. Personalmente no conozco ningún caso de obra publica que se haya terminado con el precio de inicio al que se licitó, hayan o no hayan comisiones.

Las empresas privadas están acostumbradas a pagar este «impuesto revolucionario», con el tiempo han aprendido que sin mordidas no entran en los concursos y a ellas les da igual a quién han de pagar las comisiones puesto que están acostumbradas a trabajar con intermediarios.

La segunda versión de la corrupción es el nepotismo, el clientelismo o el favoritismo. Entendemos como tal a esa práctica tan española de colocar a nuestros amiguitos, cuñados, amantes, esposas o maridos en puestos clave de la administración una vez que tenemos la sartén por el mango, o bien a aquellos necesitados que nos reconocen en nuestra autoridad. El amiguísimo es una practica muy indignante sobre todo para aquellos que aun creen en la meritocracia, al entender que este sistema de medida les favorece. Pero en realidad la meritocracia solo favorece a los mediocres como más adelante veremos.

Lo cierto es que los políticos una vez se hacen con el poder lo primero que hacen es colocar en puestos claves a gente de «su confianza», que a veces no merecen tal confianza pero que al menos son de su partido, coalición o bien se trata de un pago de favores políticos a otro agente. Colocar a los nuestros es una corruptela muy extendida y bien vista en nuestro país, aun no conozco a nadie que haya ido a la cárcel por designar a alguien concreto como puestos de «libre designación» cuando la ley marca que ha de hacerse un concurso publico incluso para estos puestos de la administración.

Pero hecha la ley hecha la trampa porque aunque estos puestos hayan de cubrirse mediante este engorro del concurso siempre gana el candidato del conseller, alcalde o presidente de turno. Se cumple un tramite pero en realidad el puesto es para fulanito y todo el mundo lo sabe. Un secreto a voces mucho mejor tolerado que la percepción de comisiones.

El tercer supuesto de corrupción es meter directamente la mano en la caja, es decir desviar el dinero destinado a algún fin concreto, usualmente temas de solidaridad o cooperación con el tercer mundo a los bolsillos privados de un grupo de personas cercanas al preboste. Este tipo de prácticas pueden considerarse robos directos y aqui ya no deberíamos hablar de corrupción, es lo mismo que sacar el dinero de una caja fuerte y llevárselo a casa.

Lo interesante de este tipo de prácticas es que no tienen el mismo reproche social que el cobro de comisiones o el nepotismo familiar. La percepción que tiene la gente es que aquello que mayormente le perjudica de forma directa merece más reproche y castigo que aquello que no le llega. Por ejemplo un médico en paro tenderá a ver más fraudulento un contrato que se salte la bolsa de trabajo que el cobro de comisiones por el servicio de basuras del alcalde su su ciudad. Cada cual se queja según su propia percepción de daño recibido. Y debe ser por eso que en esta encuesta que ayer colgué en twitter existe tan pocas diferencias entre la condena moral que los entrevistados declaran en su percepción de «corrupción». Podríamos llamarla la ley de los tres tercios, uno de ellos cree que es el cobro de comisiones lo más grave, otros creen que es el nepotismo el enemigo a batir y curiosamente solo otro tercio ven «meter la mano en la caja» como algo grave.

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En un reciente estudio de investigación llevado a cabo en la UJI de Castellon se ofrece a los sujetos de experimento actuar de jurado en un ayuntamiento para la concesión de obras públicas a empresas constructoras. Se presentan dos empresas y una de ellas ofrece un soborno en dinero al voluntario. Le avisa que el dinero que le ofrece, lo descontarán del proyecto de obra pública con lo que bajará la calidad final. El 82% de los voluntarios acepta el soborno y solo el 18% lo rechaza. Si se avisa que un inspector revisará el resultado del concurso y, si descubre irregularidades, habrá castigo, el número de voluntarios que acepta baja al 44% y, así, por miedo al castigo, el 56% no lo acepta. Nos queda la esperanza del 18% que no acepta, aún en el caso de no haber amenaza de castigo.

Cuando los autores miden las emociones con la conductividad de la piel, encuentran que los que rechazan el soborno se sienten estresados por hacerlo. Es decir, es más sencillo y menos estresante aceptar el soborno. Duele menos ser corrupto. Alguien dijo hace tiempo que la especie humana tiende biológicamente a la corrupción, o sea, a conseguir recursos como se pueda para el individuo y para el grupo al que pertenece. Quizá por ello hay tantos familiares de corruptos implicados en estos asuntos.

Y quizá sea por eso también que los electores no dejan de votar a los políticos corruptos y se debaten entre corrupto/eficiente y honesto/ineficaz. Siempre habrá quien prefiera a los corruptos que nos traen recursos al pueblo, la provincia o la comunidad que aquellos que prefieren la honestidad aunque vaya con el lastre de la ineficiencia o la inanidad. Parece que estamos ante dos grupos de personas, en este caso de electores.

Todo parece indicar que lo que percibimos es aquello que nos beneficia o beneficia a nuestro grupo de pertenencia con independencia de cómo se consigue, si un alcalde corrupto trae trabajo, enchufes, recursos y riqueza al pueblo estamos dispuestos a mirar hacia otro lado.

Usualmente la corrupción en nuestro país está relacionada con el urbanismo y el boom inmobiliario, pero también en las concesiones administrativas y la Obra publica. Los electores consideran que esta corrupción no perjudica a nadie, excepto al erario público que, por otra parte, consideran que no les pertenece. En cambio, traer dinero al municipio, beneficia a muchos y, en último término, algo toca a todos.

Algo parecido sucede con los fraudes a hacienda, la mayor parte de la gente no condenaría que el fontanero no nos cobre el IVA, podamos hacer una pequeña obra en nuestra casa sin pedir permiso al ayuntamiento o se ahorren impuestos escondiendo nuestras ganancias, sin embargo la cosa cambia cuando se eluden impuestos en paraísos fiscales sobre todo cuando esta evasión la llevan a cabo «los ricachones», siempre y cuando no sean futbolistas de élite a quienes se le perdona todo.

Dicho de una manera más clara: la moral individual es maniquea y no es de fiar.

Pero lo cierto es que las leyes tampoco son de fiar pues en España tenemos muchos ejemplos de impuestos injustos que pagamos todos desde el recibo de la luz hasta la situación injusta que soportan los pensionistas y los autónomos.

La relación entre la corrupción y la administración del estado.-

No puede disociarse los casos de corrupción en nuestro país sin abordar el tema de la reforma de las administraciones públicas, un texto que duerme en algún cajón del ministerio desde los tiempos de Felipe Gonzalez. Ningún gobernante se ha atrevido a meterle mano al enorme poder que tienen los políticos, los sindicatos y la penuria que atenaza a los profesionales de cualquier ámbito y a los ciudadanos. La ley de financiación de los partidos es un enorme coladero de corrupciones y corruptelas, del mismo modo que sucede con los sindicatos, ya vacíos de sentido en un mundo en el que trabajar será pronto un privilegio y que no han sabido modernizarse con el paso del tiempo. Y no sólo son las leyes administrativas las que hay que cambiar sino la ley del funcionariado que es un verdadero estorbo para el crecimiento de la economia real, para el cambio y para la innovación. Aquí hay un articulo que habla de esto.

No se trata de aplicar el bienintencionado recurso del mérito para acceder a un puesto de trabajo en la administración sino de ir más allá de ese planteamiento del siglo XIX. Los puestos de médicos del sistema por ejemplo no deberían estar sometidos a bolsas de trabajo según un turno o según unas oposiciones que garanticen un trabajo de por vida, sino contratos puntuales por un tiempo determinado 6-8 años y con existencia de reevaluaciones, claro que estas evaluaciones no deben quedar en manos de sindicatos o políticos sino de gerentes independientes y que dispongan de un plan de futuro para su Hospital o su área de salud. Siempre es preferible una cooptación (no confundir con nepotismo) que un meritoriaje de la mediocridad.

Es precisamente este sistema de meritoriaje el que impide que nuestro país sea puntero en temas de investigación, al impedir que profesionales de otros países accedan a venir a España a trabajar o que los españoles afincados en el extranjero regresen en condiciones de seguir enseñando a los nuestros. Lo primero que se les pide es una oposición que los primeros espadas siempre rechazan si además va acompañada de un sueldo mísero. Dicho de otra forma: para captar buenos investigadores hemos de cambiar nuestro sistema de contratación y esto mismo sirve para todo el personal sanitario, sean médicos o enfermeros.

Pero no se trata solo de cambiar el sistema de contratación, es necesario además impedir que las investigaciones básicas que se llevan a cabo en nuestro país acaben vendiéndoles las patentes a laboratorio americanos. ¿Qué sentido tiene financiar la investigación para que el investigador acabe vendiéndole la patente a alguien que no es su propio país?

Para los políticos los corruptos siempre son los otros ignorando que la corrupción correlaciona con los años en que se esté en el poder y la existencia de excedentes y oportunidades. El político honesto hoy tiene muchas probabilidades de ser corrupto dentro de 5 años y mucho más si sigue gobernando y si no es él será alguien de su grupo salpicándole también a él. La variable critica es el sistema, es decir la organización administrativa que es realmente una fábrica de corrupciones grandes o pequeñas.

Bibliografía.-

Jaber-López, T. et al. 2014. Physiological and behavioral patterns of corruption. Frontiers in Behavioral Neuroscience doi: 10.3389/fnbeh.2014.00434

2 comentarios en “La corrupción y las corruptelas

  1. La verdad es que a los políticos -incluyendo en esa categoría a los directores de centros de investigación, rectores y sus adláteres, decanos, directores de departamento, etc.- no les interesan los buenos investigadores y/o buenos profesores cuando en ellos concurren independencia y excelencia: un cóctel explosivo, incontrolable y, por tal, extremadamente peligroso; a los otros políticos -los no mencionados-, les interesan todavía menos los buenos profesores y/o buenos investigadores porque ni se lo plantean.
    Todo esas soluciones están muy bien; pero nadie -al menos por mucho tiempo- va a ponerle el cascabel al gato: no interesa. Pero eso sí: no hay mal que cien años dure ni cuerpo (o país) que lo resista.

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  2. El viejo adagio reza que el poder corrompe absolutamente, y como muestra de la corrupción de quienes nos gobiernan, tenemos que el libro más solicitado en la biblioteca de la ONU es: Inmunity of Heads of State and State Officials for International Crimes, de Ramona Pedretti.
    http://pijamasurf.com/2016/01/la-onu-revela-cual-es-el-libro-mas-consultado-de-su-bibliotecta-y-dice-mucho-de-lo-que-esta-mal-con-el-poder/
    Mancur Olson, economista de reconocido prestigio, estudió en su obra principal, La lógica de la acción colectiva, cómo se crean los grupos de interés y cómo estos consiguen subvertir los intereses de la sociedad en su conjunto mediante el perjudicial impacto que ejercen sobre la eficiencia económica en general.

    Haz clic para acceder a 234384.pdf

    El poder de la acción colectiva de gobierno sobre los otros provoca un endiosamiento de los políticos en el que el derecho de corrupción es el mal menor.
    Tu (nuestro) enemigo está en el poder
    Lentamente, como la rana que terminó hervida en la olla, la acción colectiva de los grupos de poder mundial, que no se contentan con la corrupción y el abuso, nos están coartando la libertad natural para encerrarnos en una prisión dorada.
    http://www.voltairenet.org/article194806.html
    Lo que sigue nos lo demuestra el experimento de la prisión de Stanford
    https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_la_c%C3%A1rcel_de_Stanford

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