La tabla rasa

John Locke es uno de esos filósofos que estudiamos en el Bachiller y del que sólo retuvimos que era empirista y muy inglés. No volvimos a oir hablar de él hasta unos años más tarde cuando alguien nos explicó aquello de que los niños al nacer eran como «una pizarra en blanco». Resulta que esa idea -la tabla rasa- pertenecía a aquel señor que nunca supimos de qué iba.

Iba de anti-innatista y de antideterminista. Creia que todo conocimiento procedía de la experiencia (por eso era un empirista) y mas o menos lo que venia a afirmar es que los niños al nacer todos son iguales: igual de ignorantes y potencialmente educables en aquel valor tan moderno que era y es la igualdad pues como una esponja absorben cualquier conocimiento que se les ponga delante. Las ideas de Locke como todo el mundo puede comprender privilegiaban la educación (Locke era un pedagogo más que otra cosa) sobre cualquier otra consideración.

Ni que decir tiene que las ideas de Locke han tenido y siguen teniendo una enorme influencia en eso que llamamos las verdades compartidas por todos : políticos, medios de comunicación, publico en general, jueces y psicólogos y también una enorme influencia politica pues encajaba perfectamente en los ideales transformadores de la Ilustración y la modernidad. La idea que privilegia lo social sobre lo biológico o lo psicológico es la idea que inspira los metodos educativos actuales y las politicas de casi todos los gobiernos avanzados del mundo: una educación obligatoria, gratuita y universal para todos los niños y que con el tiempo ha degenerado en eso que ha venido en llamarse post-modernidad, es decir la amortización de todo valor individual.

Lástima que Locke estuviera equivocado.

Steven Pinker es uno de esos psicólogos modernos con una universidad adherida que recientemente escribió un libro con este mismo titulo «La tabla rasa» donde echa por tierra todas las especulaciones de la modernidad en torno a la posibilidad de que la igualdad fuera en realidad una condición biológica y natural. La tabla rasa simplemente no existe en términos biológicos y cualquier persona que tenga hijos o una simple mascota sabe que estos traen consigo un temperamento, un caracter , una diferencia. Unos son torpes y otros son listos, unos tienen habilidades sociales y otros se retraen, unos son inteligentes y otros creativos, los hay torpes y los hay francamente perturbados. o sea que la modernidad tiene una deuda importante con la Verdad, simplemente se nos escurrió entre las manos la idea de que, a lo mejor, no se trataba tanto de conseguir la igualdad sino de gestionar mejor las desigualdades.

Y asi se justifica el subtitulo del libro: la negación moderna de la naturaleza humana.

Efectivamente se trató de una negación.

Una negación en la que en cierto modo estamos instalados aun, pues cuando se habla de igualdad -tal y como ya comenté en este post a propósito de la igualdad femenina- no se sabe bien si estamos hablando de igualdad morfológica, de igualdad de derechos, de igualdad de oportunidades, de igualdad ante la ley o de igualdad de rendimientos. Lo cierto es que la modernidad y a través de las politicas usualmente paternalistas de ciertos gobiernos han llegado a pervertir de tal modo esta cuestión de la igualdad que han propiciado una especie de mundo al revés donde los ineficientes y los revoltosos obtienen mayores prebendas que aquellos que ni se quejan o pretenden pasar inadvertidos mientras que la contractualidad social de los ricos continua manteniendose incólume, es como si la modernidad ni siquiera hubiera logrado tocar uno de los goznes de la igualdad: la distribución sensata de la riqueza.

Fiarlo todo a la educación o a los programas sociales es una consecuencia del fracaso de estas politicas, una especie de premio de consolación socialdemócrata que hace aparecer a nuestras izquierdas europeas -en palabras del propio Pinker- como más reaccionarias que sus homólogos liberales.

Pinker sin embargo especula con datos genéticos para apoyar sus tesis sobre la desigualdad biológica, se trata de hechos que tienen que ser elaborados por los politicos a fin de realizar proyectos realistas basados en la auténtica naturaleza del hombre. ¿Si somos desiguales por qué seguir defendiendo esta idea trasnochada de la igualdad?

Para ilustrar mi punto de vista les pondré un ejemplo de como veo yo la genética, lo haré con un ejemplo de gastronomía.

Suponga que usted va a comer a un restaurante y le dicen que le pueden ofrecer el plato del dia, puede elegir entre dos primeros y dos segundos. Usted puede acoplar su apetito a esos platos o bien puede pedir la carta. Lo cierto es que en la carta de un restaurante tampoco esta su plato favorito, de manera que opta usted por comerse lo que le ofrecen. Dicho de otra manera, la genética puede explicar la poca diversidad de platos pero nada le obliga a usted a tener que comerse a la fuerza lo que le ponen delante. En ultima instancia puede usted salir del restaurante y buscar otro cercano donde exista una oferta que se acople mejor a su gusto.

Pienso que la genética es algo muy parecido: no se trata de un plato único que vaya a determinar la conducta de un individuo concreto salvo en casos muy poco frecuentes. Lo usual es que existan platos alternativos como muestra de la neurodiversidad pues al fin y al cabo entre el gen y la conducta hay un amplio espacio por recorrer. Existen variaciones a los platos (polimorfismos) y existen además factores ambientales que inciden en la genética. A estos se dedica la epigenética una nueva disciplina cientifica aun en pañales.

Aqui hay un video de una conferencia de Steven Pinker muy interesante para conocer sus ideas.

La negación de la realidad humana le ha costado al progreso grandes calamidades y muchas idas y venidas politicas y de ingenieria social erradas. Pero también nos equivocaríamos si pensáramos que el desciframiento del genoma nos dará las claves para apoyar politicas de discriminación entre unos individuos y otros.

Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

Y mientras tanto los politicos deberian elaborar leyes pensando mas en los hechos que en sus ideales.

8 comentarios en “La tabla rasa

  1. Un tema nada baladí (por cierto, Pinker parece creer que no se habló de la tábula rasa hasta el s. XIX), pues las consecuencias de que se pongan de acuerdo neurocientíficos y políticos son tan esenciales que da vértigo pensarlo.

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  2. Me encanta eso de «no se trata tanto de conseguir la igualdad sino de gestionar mejor las desigualdades»
    Los políticos nunca tienen en cuenta la realidad social, ése es el eterno problema. Excelente post maestro!

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  3. Precisamente iba a resaltar la misma frase que Elena Ramirez. Muy buena la reflexión, simplemente para plantear una situación problemática. Aunque no se me ocurre cómo se podría gestionar mejor esa desigualdad. Quizás porque nos han metido tan en ciernes la pretendida y políticamente correcta «igualdad» que se me hace difícil imaginar posibilidades diferentes. ¿Segregación en la educación? Habla de una revolución social… Aunque, por supuesto, lo primero es aceptar y cambiar los conceptos. Estoy divagando un poco… En fin, me ha gustado mucho la reflexión y creo que es poderosa (un meme fácilmente contagiable 🙂 ). Un saludo

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  4. La idea original era buena, por lo menos en educación, más que una igualdad en sí misma, se trataba de una igualdad de oportunidades, es decir, compensar de alguna manera las limitaciones de los más «desfavorecidos». Está claro que esto no está funcionando como debiera. Pero cual es la alternativa? En mi caso, por origen social ( y por motivos personales, llamémoslos genéticos o como queramos, para qué negarlo), sin cierto apoyo «oficial», nunca habría terminado una titulación superior que me permite ganarme la vida razonablemente y gozar de cierto prestigio profesional (dentro de la media de la profesión, sin exagerar), cosa para la que en principio no lo tenía fácil. Todo ello suponiendo que eso sea una ventaja frente a otra alternativa vital, está claro.
    Un saludo.

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  5. Leyendo por aquí y por allá acabo de leer esto y he pensado que le venía bien a su post:
    «Pese a las fundamentales diferencias entre los planteamientos de Jung y Maslow, ambos autores entienden que el ser humano no es una tabula rasa, a la que amoldar o programar según el deseo de los gobernantes, de los empresarios o de la sociedad, sino, por el contrario, que el hombre posee una naturaleza humana que debe ser desplegada en el transcurso de su vida individual. De modo semejante, Assaglioli, en su modelo terapéutico denominado Psicosíntesis, compartía con Jung y con Maslow la misma idea de la naturaleza humana (Feixas, 1993).»

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  6. Excelente remate: «Lástima que Locke estuviera equivocado». ¿Por su buena fe, tal vez lo de la ‘lástima’? Sin duda. Pero resulta evidente que esa semilla vana acaba por infestar el campo y por desertizarlo, como ya resulta evidente comprobar. Y un poco más adelante, ¿qué ocurrirá? Pregunta cuya respuesta no es necesaria… por obvia.

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