Dime a qué partido votas y te diré que parte de la ciencia rechazas
Eduardo Zugasti
Esta semana ha saltado a la prensa un curioso debate propiciado por las NNGG del PP de Castellón. A alguien se le ocurrió montar una web para que los alumnos puedan denunciar los «adoctrinamientos» que los profesores ungidos por eso que ha venido en llamarse «libertad de catedra», hacen en las universidades españolas y que según los miembros de NNGG implican un fuerte sesgo ideológico que viene a imponerse a lo que deberia enseñarse en las universidades: ciencia.
El mandoble de doble filo no se hizo esperar mas que un dia, porque inmediatamente los progres ya tenian un chivo expiatorio: una profesora del CEU llamada Gloria Casanova (una universidad católica) de Valencia habia «adoctrinado»a sus alumnos a través de unas declaraciones en clase sobre el aborto, la violación y otras lindezas.
La diferencia entre las declaraciones de la profesora del CEU y otras -que conozco de primera mano procedentes de la universidad pública- es que son opiniones de una profesora católica que ejerce su magisterio en una universidad privada, concretamente en la facultad de periodismo y donde van aquellos hijos de católicos que buscan acomodo en sus aulas, pagando cuantiosas matriculas, eso si. De manera que en mi opinión la Casanova no está haciendo ciencia cuando dice que el aborto es un crimen (si es que lo ha dicho) o cuando dice que Dios nos pone a prueba con una violación y cosas asi. Eso no es ciencia sino fe, más concretamente eso es una creencia -irracional y si se quiere fanática- pero una creencia al fin y al cabo.
El adoctrinamiento procede más bien del lado opuesto de la trinchera, cuando la ideología se disfraza de papers y de ciencia: son las universidades públicas las que usan la ciencia para adoctrinar -por acción u omisión- y más concretamente son ciertas disciplinas las más sensibles al adoctrinamiento. Concretamente la psicología me parece una de las disciplinas donde se dan más casos de adoctrinamiento de sentido contrario al de la Casanova.
Sucedió con Freud, siempre silenciado en las facultades de psicología y recientemente sucede con Darwin algo muy parecido. Ni Freud ni Darwin empastan bien con los poderes dicotómicos en los que la sociedad está dividida desde principio de siglo. Freud es poco «científico» o un «obseso sexual» y es el padre de una «pseudociencia» -como se dice ahora- y es por eso que las facultades de psicología -algunas de las cuales dan por buena la teoria queer– han rechazado al mayor talento que la psicología ha dado en los ultimos 200 años. Poco científico.
Darwin en realidad es un caso similar, el problema aqui tropieza por la derecha con la teoria del diseño inteligente y del creacionismo puro y duro; por la izquierda con el gran problema de la selección social. Asi mientras los de derechas-creacionistas no tragan a Darwin, sin embargo encuentran en sus ideas justificaciones para lo que seria un darwinismo social, mientras que la izquierda que es atea o agnóstica abraza la parte genética de la evolución (la selección natural) pero niegan la parte social que les enfrenta con la evidencia de que no somos tan iguales como habíamos imaginado. Por otra parte la version holística o cosmológica empasta mal con las ideas conservadoras pero vuelve a encontrar eco en esa especie de religión a la carta que propugnan los «progresistas» de la «new age». En este post de Eduardo Zugasti podeís perseguir estas ideas, junto con este otro post de Cultura 2.0.
Es cierto que: la búsqueda de una sociedad socialista, o de una comunidad devota y ordenada, empujan realmente a las personas a aceptar o rechazar partes substantivas de la ciencia.
Y eso si que es adoctrinamiento, me refiero a ideas que están en el eje de torsión de como nos imaginamos el mundo y que son estas cuatro ideas:
- El fantasma en la máquina.
- El mito del buen salvaje.
- La negación de las diferencias sexuales.
- La tabla rasa.
El fantasma en la máquina es la idea de que existe un principio atemporal o entidad distinta a la propiamente material que se encarna o constela en la materia y la anima. Es por eso que el fantasma en la máquina es el equivalente del alma religiosa, un principio inmaterial o sobrenatural. En realidad esta idea no ha sido resuelta porque encierra uno de los grandes misterios de la neurociencia que es el dilema cerebro-mente y se alimenta de nuestro desconocimiento acerca de la pregunta dificil de la neurociencia. Lo que sabemos a fecha de hoy es que no es necesario invocar a ningún fantasma para explicar el funcionamiento de la máquina y aunque nos resulte dificil de comprender las claves están en profundizar más aun si cabe en nuestro conocimiento de lo material, incluyendo en lo material a las ciencias sociales que tambien son ciencia. Hoy, en la ciencia sólo los neoplatónicos como Sheldrake o Penrose defienden una postura compatible con el fantasma en la máquina.
Del mito del buen salvaje no voy a decir nada ahora porque ya escribí un post sobre esta vieja idea roussoniana de que el hombre librado a sus propias fuerzas y sin la sociedad seria inevitablemente bueno. La idea de que es la sociedad la que pervierte al hombre es una idea ridicula que aun hoy podemos perseguir en ciertas ideologías de izquierda, buenistas o utópicas que paradójicamente han contribuido de forma notable a aumentar los beneficios de una educación libre, gratuita y universal. Hasta hoy, donde estas ideas parecen haber tocado fondo y alimentado grandes bolsas de decepción, fracaso educativo y gasto social. El mito del buen salvaje alimenta aun hoy gran parte de las Constituciones de los paises mas opulentos y democráticos de Occidente al sostener -de forma ya contradictoria con lo que sabemos de genética- que todo individuo es reinsertable o rehabilitable cuando comete un delito. Se trata del mito y la creencia que existe detras de nuestro sistema de justicia, demasiado blando y permisivo con el crimen y orientado hacia el redentorismo y del que ya hablé aqui, en este post sobre «Culpa y Biología» a propósito de «Incógnito», el libro de Eagleman.
Algo parecido sucede con el mito de la tabla rasa, uno de los paradigmas de la idea de igualdad con la que supuestamente todos venimos al mundo como una pizarra sin escribir, un renuncio a la genética y a la ciencia, o mejor, como dice Pinker una negación persistente de la evidencia. Algo parecido sucede con la otra patata caliente con que se enfrenta la verdad cientifica: la diferencia sexual. Un mito alentado a partes iguales por la izquierda y las feministas que han llegado a escotomizar hasta las diferencias sexuales limitando el tema de las diferencias a constructos sociales o de género. En este modo de pensar si les quitáramos a todas las niñas las muñecas y a todos los niños los mecanos, los sexos serian cada vez mas iguales. Otra falacia desenmascarada. El lector puede leer este post sobre la paradoja noruega donde aparece bien a las claras lo que es ciencia ( o simple conocimiento empírico y sentido común) y lo que es ideología.
De manera que ya sabemos que el principal adoctrinador es la ideología que practican las personas concretas. Pero no solo la ideología adoctrina sino el nepotismo familiar. Un nepotismo que puede resumirse en la siguiente y antidemocrática frase: «todos queremos más a nuestros hijos que a los hijos del vecino». ¿No es cierto? ¿Y no es cierto también que por nuestros hijos haríamos cosas que no haríamos por los hijos de los demás? ¿Y no es cierto que los padres se preocupan más por sus hijos que por sus padres?
Lo que indica que el nepotismo es algo profundamente biológico, no un constructo social. Yo quiero a mis hijos porque son míos y portan mis genes y si sobra algo puedo tambien querer a otros niños, pero por supuesto menos que a los míos. El nepotismo es algo biológico y va de arriba-abajo, del padre al hijo y además puede constituirse como una identidad. Eso es lo que hay que esperar y legislar para evitar que la sociedad entera favorezca solo a los hijos de los privilegiados
La probabilidad de que un hijo sea de izquierdas es mayor en las familias de izquierdas y del mismo modo si usted se ha educado en una familia conservadora tiene más probabilidades de ser religioso, creer en Dios, abominar del aborto y estar en contra del matrimonio entre homosexuales que si se ha criado en una familia «progresista». De modo que la ideología es un nepotismo identitario y no tiene nada o muy poco de libre elección.
De manera que el adoctrinamiento es inevitable y en mi opinión el hombre del mañana habrá de acostumbrarse a vivir en un mundo muy dividido donde será difícil discriminar lo verdadero de lo falso. Lo que carecteriza nuestras sociedades avanzadas es el disenso, no hay lugar para consensos universales ya. Sucede porque este tipo de sociedades han alcanzado supuestamente el meme verde que es el meme que lleva colgando el valor del igualitarismo. Todas las opiniones tienen el mismo derecho de manifestarse (lo que no significa que todas tengan el mismo valor) y de alguna forma enredan el buen gobierno de una sociedad donde cada uno cree tener el derecho a imponer su propio nepotismo identitario. El problema de las sociedades «verdes» es que se encuentran en un cuello de botella –descrito por Wilber aqui– y que impiden el progreso y la trascendencia de los valores que arrastran consigo.
Lo que es de esperar es una guerra continua entre nepotismos identitarios, lo que es lo mismo que decir entre ideologías: la izquierda y la derecha tradicionales ya amansadas, domesticadas y pervertidas por el poder y el dinero darán lugar a nuevas ideologias más radicales que profundizarán aun más en esa división o disenso hasta el paroxismo.
¿Existe alguna solución a este dilema?¿Cómo atravesaremos ese cuello de botella que se cierne sobre nosotros? ¿Podemos prescindir de nuestro nepotismo identitario? ¿Como escapar del atractor de la ideología?
Lo intentaré en el proximo post.
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