El vicario de Bray

Una vieja historia contada por Matt Ridley en su libro The Red Queen: Sex and the Evolution of Human Nature1 (La Reina Roja: el sexo y la evolución de la naturaleza humana) narra un diálogo entre dos personas, una común y lo otra representada por un filósofo que son atacados por un oso en pleno bosque. Ambos se dan a la fuga, y el hombre común, dice «no es necesario que corramos, nosotros no podemos competir con el oso» a lo que el filósofo contesta «yo no quiero correr más que el oso, me conformo con correr mas que tu».

Lo que viene a decir que el objeto de la competencia no se produce entre el hombre y el oso sino entre el hombre y el hombre y el que pierde la carrera pierde la vida.

Algo que sabía bien el vicario de Bray que parece que existió realmente aunque hoy usamos esa denominación para referirnos a las ventajas de la reproducción sexual versus la asexual y al mismo tiempo para referirnos a las capacidades adaptativas que tienen algunas personas para sobrevivir en entornos hostiles e incluso en ambientes antagónicos, contradictorios o ambigüos.

Seguro que usted conoce a algun vicario de Bray, son esas personas que medran en cualquier situación politica o social y parece que siempre adquieren alguna ventaja con los cambios. Adaptan su pensamiento a lo que les conviene y siempre son identificados como personas de confianza por jefes distintos que no comparten apenas nada. Aquellos que conservan un cargo por encima de las vicisitudes de los cambios politicos, organizativos o coyunturales, son vicarios de Bray, aunque a veces les conocemos como incombustibles o supervivientes. Yo conozco muchas personas así y no cabe duda de que se trata de una habilidad especial, una especialidad que para sí quisieran los cesantes.

Pues al parecer esta habilidad está provocada por la sexuación que da lugar a individuos cada vez más diversos con una amplia gama de estrategias de supervivencia, esta es precisamente la versión evolucionista de tal clérigo y que se encuentra emparentada con la hipótesis de la reina roja que pueden consultar aqui.

Hay una mejora constante -vigor híbrido- de la especie a través de los sucesivos emparejamientos y barajados de genoma que procura la reproducción sexual en contraste con los organismos que se reproducen asexualmente y que hace que los primeros vayan siempre por delante de los segundos. Ahora bien, ¿quienes son los más beneficiados, los grupos o los individuos?

El sexo en sí mismo es tambien un enigma evolutivo, tal y como ya comenté en el post acerca del coste de los machos. La mayor parte de los machos son superfluos desde el punto de vista reproductivo y no contribuyen directamente a la variabilidad de la especie. ¿Entonces para qué sirven los machos redundantes?

El sexo muestra beneficios adaptativos sólo en el nivel de grupos, no en el de genes (aunque la adaptación del Vicario de Bray funciona muy bien para organismos que se encuentran en la base de las cadenas alimenticias). Pero en el nivel de genes (individuos) el sexo es protector para los parásitos que tienen ciclos de vida más cortos que es nuestro caso. Nos encontramos casi permanentemente y de forma cíclica en guerra con ellos. La reproducción sexual preserva los genes que en un momento dado no son los que dan la mayor ventaja, pero que podrían serlo en un futuro contra una nueva población de parásitos.

Dicho de otra manera: la mayor parte de los hombres estamos en el mundo para que haya de todo, sirviendo a una especie de almacén génico por si las cosas se ponen feas. Y pruriginosas.

Y es por eso que existen los vicarios.

Lo que nos lleva al dilema principal, el que cuestionan precisamente Richard Lewontin y Jay Gould cuando ponen en solfa el axioma principal de la evolución que dice asi:

Los genes son el soporte de la evolución y la selección natural.

El dogma ha sido removido y ahora se dice que la evolución no opera sólo sobre los genes sino tambien sobre células, organismos, demes, especies y clados pueden actuar también como unidades evolutivas.

Lo que explicaria las paradojas de la reproducción sexual y los distintos efectos de la selección natural a corto y largo plazo, incluyendo el tema de la reserva génica que es al parecer el destino de muchos de nosotros.