Hacer cosas juntos

Hacer cosas juntos es algo bien complicado como sabrá cualquiera que alguna vez haya intentado implicar a alguien en un proyecto común, hay una multitud de razones para ello y este post es un intento de descubrir esta dificultad.

La primera razón, es que estamos persuadidos -debido a que hemos sido educados para el individualismo- de que las cosas funcionan cuando existe un liderazgo claro, es decir alguien que nos hace de guía. Sirve desde la política, hasta el mundo de la empresa o para gestionar una pequeña organización. Mas que eso: existe incluso en el nivel de la gestión de las comunidades de vecinos. Concretamente ayer estuve en una de esas reuniones (a las que casi nunca acudo) y me di cuenta de cosas que aunque ya había observado no había llegado nunca a reflexionar pausadamente. En esas reuniones hay siempre dos «partidos», más claros cuando hay dos bloques de edificios como es mi caso. Podríamos hablar de un partido A y un partido B. Naturalmente los del partido A privilegian los gastos que afectan a sus intereses, dado que los bloques no son exactamente iguales y el A tiene más vecinos que el B puede afirmarse que los del A siempre ganan. Ayer debíamos decidir sobre los gastos del año, y uno de los gastos más demorados (ya 5 años) es la sustitución del ascensor del bloque B que por supuesto tiene menos desgaste que el de los A que ya se ha sustituido. Pero me quedé estupefacto a la hora de votar porque en el bloque B hubo varios vecinos que votaron en contra y eso que viven aquí todo el año. Me llamo la atención que dos ancianos de unos 80 años son los menos proclives al cambio a pesar de vivir en un piso 12 y ser bastante dependientes. Ustedes podrán pensar que la oposición al cambio del ascensor -aunque no todo el mundo lo acepte- es por cuestiones económicas, pero no es el caso de los abueletes que son los más ricos de la urbanización con diferencia. La razón de este voto es pues comprensible: son rácanos.

Pero no hay solo razones económicas para oponerse a algo, de hecho observé que la mayor parte de los negativistas-oposicionistas lo son por vengarse de algo: «a mi no me dejaron hace años hacer tal cosa y ahora no te voy a dejar a ti». No importa el tiempo transcurrido, el rencor no desaparece y se manifiesta año tras año en las votaciones.

Votaciones que se deciden «a la búlgara» casi siempre. «¿Quien está en contra de» y a mano alzada, con lo cual siempre sale lo que propone el administrador que dicho sea de paso es una persona decente, educada, trabajadora y competente. El administrador trae una lista de obras y reparaciones inaplazables y trae debajo del brazo una solución. Casi todo el mundo hace aquiescencia a lo que dice el administrador siempre y cuando pueda manifestar su oposición a casi todo lo demás. Así nos quedamos otro año sin ascensor.

La ley de la propiedad horizontal parece estar pensada por algún jurista genial con tal de que arreglar algo sea imposible si no se cuenta con el quorum pertinente, así ciertas obras que podrían abaratar las derramas anuales no pueden hacerse sin mayorías preceptivas que a veces invocan la unanimidad y cuando estas decisiones son los del partido A o los del B hacen campaña para impedirlas.

Al terminar la reunión pasé revista a las razones ocultas de cada quién para impedir según qué mejoras y me di cuenta de que no siempre son los intereses los que gobiernan una decisión, a veces es el rencor y otras veces la oposición por sí misma. Pensé lo difícil que debe ser gobernar un ayuntamiento, una región o un país, donde las adhesiones ideológicas predominan y se presentan como un pack (o todo o nada), sin contar con las dificultades que no proceden de hacer una cosa u otra sino simplemente porque la mayor parte de las veces no se sabe qué hacer. Y esto es lo que les pasa a nuestros gobernantes, estos o cualesquiera otros: no saben enfrentar problemas complejos y ni siquiera saben qué es un problema complejo y tienden a simplificarlo cuando no a recurrir al pensamiento mágico. La mayor parte de los problemas que aquejan a nuestras sociedades actuales (las del siglo XXI) es que ya no responden a las recetas universales que el liberalismo o el socialismo (las dos ideologías alternantes en Europa) habían construido en el siglo XIX para explicar los dilemas sociales y proponer soluciones adecuadas. Por ejemplo la economía hoy ya no responde a lo que los economistas aprendieron en la facultad, existe un orden nuevo que impide navegar por ese océano sin haber meditado bien en las incongruencias de la vieja economía, no importa si es taylorista o hayekiena. Ya nada sirve, los expertos no nos pueden sacar de este atolladero.

Tal es la deriva interpretativa de nuestros gobernantes que a pesar del desastre que están provocando los incendios en este verano del 2022, solo se les ocurre atribuirlos al cambio climático, como si hubieran desaparecido los pirómanos y no supiéramos todos que la masa forestal se encuentra abandonada. No hay que fiarlo todo a la extinción de incendios sino a las políticas preventivas.

Sigo con este ejemplo:

¿Cual seria una política preventiva de incendios?

Para eso es necesario un diagnóstico del problema que desde luego no es atribuirlo al calentamiento global. Este es un argumento que fortalece una ideología concreta pero no es la verdad, al menos no toda la verdad. Es incluso posible que parte de los incendios hayan sido provocados por agentes contratados precisamente para fortalecer la hipótesis del calentamiento global. La tendencia a atribuir ciertos fenómenos a miasmas metafísicos es muy propio de las ideologías. Así, recordemos que los feminicidios se atribuyen al machismo, como si el machismo por sí mismo matara mujeres, sin contar con otros factores que ya han sido bastante bien identificados por los expertos. No, ni el machismo, ni el calentamiento global pueden explicar los fenómenos que las ideologías (de género o globalistas) les atribuyen.

Suele decirse que las actividades de pastoreo «cuidan» el monte al desbrozarlo de ramas secas y tambien suele atribuirse a la despoblación del mundo rural a que esta actividad ha cesado pero lo cierto es que en España los montes son de tres titularidades, privados, públicos y comunales. No hay que confundir un monte publico con uno comunal. Los montes comunales podían ser explotados en su madera por algunos lugareños como sucedía en Yeste hasta que la República vendió los montes a manos privadas. y desencadenó un problema grave de desordenes atajado a tiro limpio. Los sucesos de Yeste (Mayo de 1936, no, no fue Franco) ejemplifican lo que sucede cuando se interrumpe la forma de vida de una comunidad: el desencadenante fue que unos montes comunales pasaron a ser particulares.

Los campesinos no cuidan el monte porque no se les da nada a cambio salvo ecologismo y proteccionismo de especies exóticas, los bosques son para las alimañas y no para los campesinos. Una solución podría ser convertir en comunales -y no públicos- gran parte de la masa forestal que nos quede después de este año y conseguir reconquistar los espacios rurales que aun queden en pie.

Yo no soy un especialista en bosques y ni siquiera se nada de pastoreo ni de madera, por eso si fuera presidente del gobierno lo primero que haría es abrir un debate con los especialistas en el tema; quisiera soluciones prácticas y no aplicar mi rodillo ideológico a un problema ya dado. Este es el principal problema con el que nos enfrentamos: la supremacía de las ideologías sobre las soluciones prácticas. Aplicar una plantilla de ideas del siglo XIX no van a resolver ningún problema del siglo XXI.

Pero «el problema es la definición del problema». Y el problema entonces son las ideologías, pero ¿qué serian los políticos sin ideología? ¿Alguien les votaría? Pensar en un partido que no apelara a las emociones o sentimentalismos de la población qué resultado tendría?

Pero es inevitable y tal y como dice Amalio Rey en su libro que dejemos de pensar en los liderazgos mesiánicos y comencemos a pensar en una mentalidad cooperativa que en cualquier caso no deberá convertirse en una nueva religión new age, no hay que olvidar que hasta los científicos tienen su cosmovisión muy cercana a la ideología o a sus intereses y que en prevención de ello debemos empezar a pensar en las soluciones compartidas de ideas, (las ideas no son intereses, lo son las ideologías), de comunidad de pensamiento colaborativo o como dicen algunos, conectivo .

Al final un pequeño grupo de personas, una comunidad vinculada de forma local lograrán cambiar el mundo.

El malestar de las muchachas

Hace pocos días me invitaron a un foro de esos donde el organizador lleva a un profesional añoso, ya retirado como yo que sirva de contrapunto a las ideas de otros miembros más jóvenes a fin de que surja -como se dice ahora- un debate sabroso. El tema era la salud mental así en general, de manera que aproveché la primera pregunta que me hizo en organizador para centrar el tema, que no era otro sino en qué han cambiado las patologías mentales -las de entonces- comparándolas con las de ahora.

Les dije que en mi opinión, el dato más preocupante y al mismo tiempo más fascinante desde el punto de vista de la investigación era la explosión de trastornos mentales en la infancia-adolescencia. Preocupante sobre todo, era la enorme cantidad de niñas (y digo niñas por no hablar de menores) que presentan patologías severas que años atrás o bien no se conocían (o eran muy raras) o bien se producían en los adultos. Se trata de niñas de la ESO es decir de educación secundaria, que en nuestro país abarca las edades de 13-16 años. De manera que ha habido un adelantamiento, una especie de precocidad en la manera de presentarse los problemas psiquiátricos y psicológicos y al mismo tiempo tenemos la impresión de que estos problemas en gran parte se «contagian» y más que eso: tienen más que ver con el modelo de sociedad en el que viven estas muchachas que en causas que pudiéramos llamar intrapsíquicas. Dicho de otro modo, se trata de problemas más contextuales que morfológicos, mas sociodependientes que psicodependientes y donde sin embargo la psicologización de nuestra sociedad tiene mucho que ver con su aparición y los conceptos que manejan los pacientes, aprendidos de memoria, de un modo dogmático.

«Yo lo que quiero es estar bien conmigo misma»

«Soy un hombre atrapado en un cuerpo de mujer»

Obsérvese cómo estas frases contiene no poco de esa psicología pop -en realidad metafísica- que circula por las redes y que suelen decir las chicas que padecen un trastorno alimentario o aquellas que sienten disconformidad con sus cuerpos y se identifican como trans, una vez han decidido que lo que les sucede es que su esencia no coincide con su cuerpo sexuado.

Como el lector sabrá este problema ha explotado recientemente y el lector puede leer este post sobre el libro de Abigail Shrier, donde podrá ponerse al día del fenómeno.

Pero si pongo el ejemplo de los TCA y del fenómeno trans es porque estoy convencido de que se trata de fenómenos emparentados, se contagian ambos y además -entonces no lo sabíamos- los TCA son la punta del iceberg de una serie de malestares de las muchachas en nuestro tiempo. Una forma de vehiculizar malestares inespecíficos.

La siguiente pregunta que me hizo el entrevistador fue esta: ¿Y a qué se debe ese malestar?

El escape de la femineidad.-

Naturalmente existe una continuidad entre lo que pasa hoy y lo que pasaba hace unos 10-15 años. Entonces lo que sucedía era algo invertido a lo que pasa hoy. Había muchos chicos que sentían que no encajaban en los modelos masculinos y llegaban a la conclusión de que eran homosexuales. Lacan habló de un empuje hacia la mujer (la puissance a la femme), es decir una atracción por lo femenino que no se manifestaba en una atracción física sino en una identificación con lo femenino muchas veces convertido en farsa. Este fenómeno no ha desaparecido sino que se ha normalizado al mismo tiempo que la conducta homosexual ha pasado a formar parte de «lo normal y aceptado» en una sociedad.

Del mismo modo, en los problemas de disforia de género había un predominio de chicos que iniciaban su transito a chicas, si bien la casuística era muy baja, tanto que solo he visto dos casos en mi vida. Sin embargo en los últimos años se ha invertido la prevalencia y las chicas son mayoría tanto que Suecia que fue pionera en estos tratamientos de transición de genero ha levantado todas las alarmas al declarar que en los últimos diez años las consultas y peticiones de transición de género han aumentado de forma espectacular, un 1500% en niñas de 13-17 años.

Naturalmente este fenómeno está emparentado con la prevalencia de los trastornos alimentarios con una diferencia: estos trastornos son considerados trastornos y reciben atención médico-psicologica mientras que la disforia de género o demandas de transiciones en esta población no son consideradas patologías y reciben un tratamiento afirmativo, tal y como podemos ver en este post sobre la disforia.

En mi opinión estamos asistiendo a un escape de la femineidad en estas niñas que se manifiesta de este modo y aunque hay autores que lo achacan a una masculinización de las niñas –Lola Lopez Mondejar habla del modelo Tinder y la adopción por parte de las chicas del «one night stand«- pero yo creo que es algo más profundo, un malestar que roza un vacío: ¿Qué es una mujer?

Y lo cierto es que no existe un modelo atractivo de mujeres para las niñas que han de escoger – una vez liquidada la identificación maternal- entre la mujer «empoderada», para las que la mayor parte de ellas no están preparadas o la «mujer florero» que enseña las nalgas en Instagram, algo a lo que la mayoría de chicas ni pueden acceder y probablemente tampoco quieran. Mientras tanto las feministas siguen empeñadas en combatir los estereotipos de genero, pero parece que están más interesadas en combatir los modelos masculinos que los de ofrecer a las muchachas un modelo atractivo que incluya la función social de la mujer que sigue siendo la maternidad: el eje vertebral de la sociedad.

En el citado debate que mantuvimos sobre las causas del malestar me gustaria destacar la clase de argumentos predominantes: los que sitúan la causa en los hombres o el patriarcado o el machismo, la desigualdad y etc. De entre ellos me gustaría citar algunas perlas:

-«Porque ser mujer es ser esclava de una opresión».

-«Los hombres no nos tratan como iguales, yo tardé mucho tiempo en darme cuenta de ello».

– «Las miradas de los hombres me ponen enferma, gente que podía ser mi padre o mi abuelo me miraban de un modo asqueroso».

-«O eres objeto o eres víctima».

-«La femineidad no es practica».

-«La femineidad es como quieren los hombres que sean las mujeres».

-«Porque ser mujer es incomodo, tacones, prendas apretadas, peluqueria, cosmeticos, sostenes», etc.

Bueno, la mayor parte de las opiniones que recibí proceden de estos ámbitos que podríamos llamar casi traumáticos, la visión de las relaciones en forma de opresión, las miradas indiscretas, la victimización, etc. De tal forma que siguiendo ese protocolo casi que lo mejor seria que chicos y chicas hicieran la ESO de forma segregada. ¿Mejoraría esta segregación la situación de las niñas? No lo creo, pues la mayor influencia de una niña son las otras niñas y no los niños.

Lo importante es señalar que estas respuestas son de mujeres adultas, no proceden de esas niñas que sufren ese tipo de problemas que más arriba dibujé, de manera que no tenemos más remedio que especular y hacerlo teniendo en cuenta de forma simétrica lo que les pasa a los chicos de hoy que también presentan ese desquicio -aunque manifestado de otras formas- trataré ahora de dar mi opinión sobre la procedencia de este malestar:

La hiper-psicologización.-

Una de las características de la crianza de hijos actual en las sociedades opulentas, es la idea de que cualquier malestar, enfado, discrepancia, sufrimiento, comparación o conductas inapropiadas de nuestros hijos son debidos a una patología. Los padres actuales están muy involucrados en la crianza de sus hijos y no toleran la mínima adversidad en su trato ofreciendo continuamente explicaciones psicológicas a su malestar y consultando todo tipo de especialistas en edades muy tempranas. Hay un horror al TDH, a los trastornos del aprendizaje o del espectro autista, al bajo rendimiento escolar o a los deficits de crecimiento y maduración de los niños. Los padres aspiran a que sus hijos sean felices y que tengan éxito, sobre todo éxito. Estas niñas con frecuencia no hay tenido escarceos sexuales, ni se han masturbado nunca y por supuesto no fuman. Sin embargo son capaces de declararse del otro sexo sin saber muy bien cómo llevar adelante su propio proceso de identidad o bien iniciar una dieta sin tener en cuenta las consecuencias y negando sus efectos sobre su salud.

La identificación negativa con la madre.-

Las niñas no quieren ser como su madre, cada una de ellas por una razón. Y ninguna de estas niñas se plantea ser madre y no dudan en castrarse (La anorexia es una forma de anovulación natural), o bien transicionar de género no tanto para ser hombres sino para dejar de ser mujeres. Parece que el contagio es la forma que puede explicar este aumento explosivo de casos en ciertas sociedades.

El contagio procede de la socialización.-

Los chicos y las chicas tienen distintas formas de socializar pero tanto para ellas como para ellos, ser aceptados por el grupo es vital.

Para una niña de esta edad es muy importante ser miembro de un grupo. ser aceptada por él y evitar la exclusión. es vital para todos los niños esa aceptación pero para las niñas lo es aun más.

Lo cierto es que el contagio es más potente en ciertos sexos (el femenino) y en ciertas edades (la adolescencia) y los psicólogos que estudian la influencia de pares se preguntan porque la histeria por ejemplo se contagia y se propaga tan fácilmente entre las muchachas. Amanda Rose ha estudiado este fenómeno y explica: «A diferencia de los chicos cuando escuchamos a las chicas hablar entre sí es mucho más probable que respondan con declaraciones de validación y apoyo más que con cuestionamientos». Las chicas socializan hablando, hablan de sus cosas, construyen relatos pormenorizados de su vida interior, pero no solo eso sino que encuentran en sus oyentes justificaciones para seguir sintiendo lo que sienten. Por esta razón las adolescentes son más propensas a asumir la depresión por la que está atravesando una amiga y a deprimirse ellas mismas.

A Amanda Rose le debemos el concepto de co-rumia que ha detectado en las relaciones entre pares femeninos. Se trata de la discusión excesiva de una dificultad, una especie de sobrecalentamiento argumental de un problema, lo que hace que las relaciones entre chicas sean más fuertes y sobre todo más peligrosas a la hora de asumir las dificultades de la otra.

Otro fenómeno descrito por la Dra Rose es la persecución excesiva de consuelo y la búsqueda de retroalimentación negativa en la que alguien mantiene una sensación de control al procurar confirmar con los demás su baja autoestima. Hay que recordar ahora que la mayor parte de las personas necesitan mantener el control sobre sí mismas y la conducta ajena y que siempre será preferible sentirse culpable o con una autoestima baja si no se pierde el control.

Y no cabe ninguna duda de que la anorexia mental es un ejercicio de control radical. Mantener el control de la situación es muy importante para las chicas.

La rivalidad intrasexual.-

La rivalidad intrasexual es una variable que procede de la psicología evolucionista y a la que se le da muy poco valor en los estudios psicológicos o sociales sobre estos problemas que abruman a la población adolescente. Hay que recordar ahora que una niña cuando sale de Primaria y se integra en la Eso transiciona de un entorno maternal a un entorno donde ha de vérselas no solo con compañeros y compañeras de su misma edad sino también con todos los que son mayores que ella. A los 13 años puede empezar a sentir los dardos de los chicos sobre su cuerpo, las burlas sobre su peso o la crueldad con todo aquellos que la estigmatice, sea peso, acné, ropa, tetas, psoriasis, orejas de soplillo, etc.

Cualquier cosa que la señale tiende a estigmatizarla, del mismo modo sucederá si es la más guapa, o la mas fea, la más popular o la más desvergonzada, la «empollona» o la retraida. Los grupos siempre presionan hacia la mediocridad (el termino medio) y se trata de un hecho que sucede no solo en las chicas sino también en los chicos.

Pero lo importante es señalar que la exclusión procede del grupo de iguales, es decir son las chicas las que excluyen a las chicas y lo hacen movidas por la rivalidad intrasexual.

Para una adolescente ser aceptada por el grupo y al mismo tiempo ser atractiva para el sexo opuesto es más que un deseo comprensible, es vital, una cuestión de supervivencia cuyos aprendizajes cada vez más precoces y relacionados con el galanteo y el apareamiento tienen un singular parentesco con los desordenes alimentarios. Algunos autores como Abed han llegado a proponer la hipótesis de que la competencia sexual entre mujeres es la causa de los trastornos alimentarios.

Una forma de desbordamiento que procede de la incapacidad de mantener sinergias entre dos deseos aparentemente contradictorios: ser aceptada por el grupo y ser atractiva.

Naturalmente el tema no está resuelto pues la complejidad de las relaciones junto a los malestares que proceden de la propia familia forman un entramado de causas y efectos circulares que oscurecen la realidad de cada caso. Lo importante es comprender que cada niña es un caso único y aunque con fines de investigación hablemos de los malestares de las muchachas, es obvio que el grupo de iguales tiene a su vez varios subgrupos, por ejemplo no es lo mismo las chicas que tienen exito con los chicos y que gracias precisamente a ese éxito son capaces de construir complicidades con las menos atractivas.

¿Quién no ha sido o ha querido ser amiga de la guapa de la clase?

Pero al final la suerte de la fea la guapa la desea.

Si llegas a los 18 sin traumas escolares graves podrás empezar a madurar.

Y madurar significa darse cuenta de que tu malestar es utilizado políticamente en tu contra.

Tipologías de los tuiteros

Twitter es una red social donde cada perfil esconde una persona que a veces se anuncia con su nombre mientras otras veces se esconde tras un nick. Me he entretenido en clasificar las motivaciones que llevan a las personas como yo a tuitear es decir a emitir juicios, enunciar ideas, promover articulos determinados y a hacerlo públicos siempre atendiendo a la brevedad de los mensajes. He observado estos 9 perfiles o dimensiones:

1.- Los creadores de contenido.-

Solo por ellos merece la pena estar en tuiter, son informadores, divulgadores, opinadores sobre diversos temas y la mayor parte de la gente a la que sigo divulgan cosas en sus blogs, sugieren artículos, proponen temas, hacen encuestas, graban sus videos siempre sosteniendo una especie de uniformidad en sus propuestas, se aprende mucho de ellos. Pero no todos los creadores de contenido son así.

Algunos divulgan un contenido especial: ellos mismos, como si se tomaran a si mismos como marca y a veces estos contenidos tienen cierto valor artístico, con imágenes acompañadas o no de comentarios.

Luego están los aforistas: yo mismo publico casi a diario aforismos, lo que procede es explicar que un aforismo es una sentencia corta que no cierra la posibilidad de debate aunque tuiter no es un buen lugar para debatir, sino para abrir melones sin que se sea obligado cerrar ninguno. En realidad el aforismo es como una ventana que se abre para que fluya el pensamiento, de manera que no se puede estar en contra ni a favor de un aforismo, sirve para sugerir un tema en clave abstracta y pensar.

Los más pedagógicos saben construir largos hilos para sus explicaciones, esas que no caben en un solo tuit y que podrían ser incluso artículos más extensos (tuiter es un mal lugar para las explicaciones largas)

2.- Los puntualizadores.-

Son los que intervienen periódicamente para puntualizar alguna cosa, alguna opinión que precisa de una extensión para que pueda ser compartida por el puntualizador. Los puntualizadores son tímidos y casi nunca generan contenidos y mucho menos opiniones.

3.- Los exégetas.-

Son de dos tipos, los perezosos que simplemente dan un «me gusta» a alguna publicación y los más comprometidos que incluso dan al botón de retuiteo, incluso añadiendo algún comentario.

4.- Los discutidores.-

Son los que vienen a desmentir algún contenido, casi siempre operan contra corriente, parece que disfrutan con llevar la contraria aunque no es posible saber nunca qué piensan, probablemente porque lo que piensan está en función de lo que otros escriben y su habilidad es manifestarse a la contra. Su propósito es debatir y no tanto ridiculizar, probablemente porque mediante el debate aprenden algo sobre lo que piensan en realidad. Pero ya dije que twitter no es un buen lugar para el debate de ideas complejas.

5.- Los simpáticos.-

Son esos perfiles que parece que siempre estan de broma incluso cuando tratan de temas serios, algunos hacen autoterapia con su sentido del humor, mientras que otros resultan muy pedagógicos precisamente por no tomarse demasiado en serio a si mismos y banalizando de forma superficial aspectos de los mas serios. Un subtipo de este tipo son los que generan contenidos de tipo «cotilleo» tratando solo temas superficiales, como está sucediendo hoy con Eurovisión que así y todo ha llegado a un debate político de lo más cutre.

6.- Politicos y agitadores.-

No debe existir ningún político que no tenga twitter, las redes son ideales para la propaganda, pero tiene poca penetrabilidad cuando esta propaganda viene de interesados en ella, los que arriman el ascua a su sardina no interesan a casi nadie. Todos los partidos políticos tienen su gestor de redes y se dedican a la publicidad de sus partidos y se solapan con sus «creyentes» y hooligans. Estos suelen ser más creíbles que los anuncios institucionales, pero pierden credibilidad cuando son detectados como pensadores unidimensionales. «Arrimar el ascua a su sardina» ya no tiene apenas efecto.

Un subtipo de estos agitadores sociales son el grupo de antivacunas y aunque este grupo es muy heterogéneo y hay múltiples sensibilidades entre ellos, lo cierto es que suele ser el tema preferido de algunos tuiteros, algo que considero aburrido a largo plazo pues ya todos tenemos una opinión formada sobre el asunto.

7.- Trolls y acosadores.-

Es el perfil más odioso de tuiter, algunos son pagados bien por partidos, bien por politicos, pero otros van por libre. Insultan y tratan de intimidar a ciertos tuiteros a veces en forma de manada y otras veces traspasando el insulto se instalan en la posibilidad de delito. Hacen comentarios muy hirientes, ofendiendo o incluso llegando a desear la muerte o todo tipo de desgracias a alguien. Hay que denunciarles a la policia cuando se traspasan ciertos limites, no ya de decoro, sino de código penal.

Se trata de perfiles que aparecen y desaparecen de la red y se detectan porque no tienen seguidores y todos usan el anonimato como auto-protección. Deben tener cierto éxito de lo contrario no les contratarían.

8.- Publicidad pura y dura.-

Las corporaciones han descubierto una mina en tuiter, me refiero a bancos, teleoperadoras y televisiones, periódicos, etc. Incluso algunos tienen empleados destinados a atender las criticas que podamos hacer a una determinada entidad. En mi opinión atienden mejor que por teléfono pues tienen pánico a la publicidad negativa de sus productos y son bastante rápidos. Pero en realidad no solventan nunca nada como sus compañeros del teléfono. Son golems.

9.- Los voyeurs.-

Son esos seguidores que leen las publicaciones pero nunca dicen nada, ni positivo, ni negativo, están aquí para mirar por la cerradura, ver sin ser vistos, esa es la esencia de los voyeurs, dejan algunos rastros pero no sabemos quienes son, quizá son tímidos radicales.

¿Y tu con qué perfil te identificas?

Ingeniería social

Dar una definición de qué es ingeniería social es complicado como veremos a continuación. La mayor complicación procede del hecho de discriminar los cambios sociales que proceden de la evolución de las sociedades de forma espontánea, de los dispositivos creados artificialmente para provocar esos mismos u otros cambios en la menor cantidad de tiempo y aprovechando la ventana de Overton.

Lo que define una época es sobre todo su mentalidad, es decir la mentalidad de las mayorías sociales. En la época de mis abuelos, que una pareja conviviera junta sin estar casados, ser homosexual o tener hijos fuera del matrimonio era considerado algo abyecto, inmoral y que merecía toda clase de repudio social. Hoy sin embargo, consideramos que estos estilos de vida son aceptables y merecen el mismo respeto ciudadano que las parejas casadas, los hijos tenidos en el matrimonio o incluso que los niños tengan dos madres o dos padres. ¿Qué ha sucedido para que hayamos cambiado de opinión apenas en dos generaciones?

Lo que ha sucedido es que hemos cambiado una sociedad teológica por una sociedad cívica, donde Dios ya no es el argumento-soporte de la moral social sino que este mismo soporte va cambiando en función de otros cambios sociales que se les solapan. Por ejemplo, la secularización del mundo sucedió al mismo tiempo que la revolución industrial, cuando se precisaba de parejas jóvenes dispuestas a desplazarse a la vecindad de las fábricas, este fenómeno rompió no solo a las familias extensas sino también la manera en que los individuos se relacionaban con desconocidos y también la forma en que valoraban su propia emancipación y libertad. De manera que la mentalidad de una generación depende y mucho de las condiciones económicas, sociales y políticas de un tiempo y la moral emancipada de su fundamento teológico sufrió no pocos vaivenes en su interpretación por parte de los individuos concretos. No es lo mismo ser homosexual en una aldea de 600 habitantes destinada a la ganadería o a una agricultura primitiva que serlo en una gran urbe industrial donde la mayor parte de individuos se desconocen entre sí. Esta privacidad -podríamos decir industrial- fue el primer elemento que tuvo efectos causales sobre la mentalidad de una época.

Pero lo cierto es que las sociedades cívicas tienen grandes contradicciones cuando han de posicionarse contra algo, así la homosexualidad anduvo prohibida en Inglaterra más allá de la segunda guerra mundial, el fundamento ya no era teológico sino moral (una moral victoriana). Sin embargo hoy, la homosexualidad se ha establecido cómo una opción más en las sociedades democráticas y ya no es perseguida por ninguna instancia gubernamental: un homosexual tiene los mismos derechos que un heterosexual. Es como si, hubiéramos llegado a la conclusión de que ser homosexual no atenta contra nadie, incluyendo a la moral del grupo. La pregunta que me hago a continuación es ésta ¿Es este cambio de mentalidad producto de algún tipo de ingeniería social o es el resultado de una cambio social a este respecto?

Mi opinión es que se trata de un cambio social que no es ajeno a la idea de sociedad democrática donde el Estado no debe inmiscuirse en la vida privada de sus ciudadanos. No hay ni hubo nadie al mando de ese cambio social que se produjo casi espontáneamente, por sí mismo si bien anclado en la evolución de esas mismas sociedades democráticas. Algo parecido sucedió con la abolición de la esclavitud o del voto de las mujeres. Se abolió la esclavitud porque democráticamente era imposible imaginar un mundo en USA que aspiraba a una república muy especial, donde los esclavos carecieran forzadamente de la dignidad humana que les atañe, del mismo modo sucedió con el voto femenino: no era de recibo mantener esa exclusión en los ideales democráticos, es decir liberales. Dicho de otra manera, no es que la mentalidad cambiara por razones morales sino que cambió por razones políticas. El realidad el hombre actual es una analfabeto moral que ha progresado poco en este sentido tal y como propone John Gray que sostiene una idea bien distinta a la que propone Kolhberg, la moral no evoluciona como los organismos biológicos, ni en un sentido teleológico, sino dando tumbos y a través del ensayo y el error.

En realidad la moral es:

«Algo que surgió no para autocontrolarnos sino para controlar las conductas de los otros. La moral emergió del mismo modo que el chisme para que el grupo detectara y sancionara a los tramposos. La moral es un juego de grupo y no tanto de personas individuales».

Dicho de otra manera, la moral es una imposición del grupo al individuo, algo que va en contra de las políticas liberales como podemos ver hoy en los conflictos creados por la pandemia sobre la obligatoriedad de las vacunas o los pasaportes sanitarios. Y en ese juego entre moral grupal y libertad individual es donde se juega el partido de las ingenierías sociales.

Podemos definir ingenierías sociales como toda actividad procedente de gobiernos, grupos o lobbys que pretenden modificar la mentalidad de los ciudadanos a través de dos potentes armas: las leyes y la propaganda. Y sus coadjutores: Poderoso caballero es D. dinero. Sin dinero es imposible llevar a cabo ninguna obra de este tipo.

Algunos autores piensan que en realidad es imposible discriminar un cambio social (objetivado en una ley) de una maniobra de ingeniería social. Ponen el ejemplo de la prohibición del homicidio. El homicidio está sancionado fuertemente en los estados modernos, algo más en los estado no democráticos pues existe un consenso en que matar es malo, no solamente para quién muere y su familia, sino para toda la comunidad. Ejercer violencia contra otra persona en sus versiones menores o el robo es disruptivo y atenta contra la cohesión social. Hay que prohibirlo y no solo prohibirlo sino sancionarlo no solamente moralmente sino también jurídicamente. Sin castigo, no habría posibilidad de controlar a los disidentes. Sin castigo no hay civilidad, algo que se opone frontalmente a nuestras concepciones liberales, es por eso que los castigos, aun los muy merecidos están mal vistos y generan disensos en los políticos.

Pero los que ponen este ejemplo pasan por alto una cuestión fundamental: la prohibición del homicidio o del robo es una imposición del grupo social anterior incluso al inicio del Estado como tal, se trata de normas sobre las que existe un consenso desde el inicio de la civilización, sin embargo las consecuencias de ciertas ingenierías sociales no tratan sobre consensos, sino que utilizan la propaganda para manipular las conciencias individuales, se trata de un verdadero atentado a la capacidad racional de los individuos concretos que son tomados como ratones de laboratorio para cambiarles la percepción sobre un determinado hecho. Un ejemplo es el tema de los okupas, ¿cómo podemos tolerar ocupaciones de nuestro espacio más íntimo por parte de unos individuos que paradójicamente son protegidos por la ley? ¿Es que la ley no prohibe la ocupación de un domicilio?¿ Es que no existe derecho de propiedad? ¿Por qué no basta la denuncia a la policía?

Nótese como los okupas ponen patas arriba los consensos anteriores sobre la inviolabilidad del domicilio, pero lo cierto es que la Justicia carece o parece carecer de herramientas para resolver este problema que cuando atañe a una persona concreta parece que se atasca en un enormidad de burocracia. ¿Qué han hecho los ingenieros sociales para lograr meter en la sociedad la idea de que la ocupación es tolerable?

Bueno, a todos nos importa poco que los ocupas ocupen viviendas de bancos, en realidad los bancos son los malos de esta película, los que deshaucian a personas sin domicilio, los que retienen viviendas para hacer negocios, los que venden barrios enteros a fondos buitre, los que cobran hipotecas, etc. Dicho de otra manera, si toleramos la ocupación es porque se nos ha vendido (con la propaganda) de que es algo secundario a la especulación bancaria. De este modo algo abyecto acaba siendo tolerable.

Y esta es una de las diferencias fundamentales entre qué es ingeniería social y qué es cambio social: la manipulación sobre la opinión publica al asociar la ocupación con la conducta de los que tienen y prestan el dinero. El objetivo no es resolver el problema sino crear confusión, y un problema más grande para sabotear en este caso el poder de la banca y la cohesión cívica.

Los ingenieros sociales ocultan siempre sus propósitos pero los tienen bien medidos y siempre van acompañados de bellos discursos sobre el progreso y sobre los derechos de ciertas minorías supuestamente oprimidas. ¿Quién estará en contra de suprimir derechos a estas minorías? ¿Quién estará de acuerdo en que nuestro planeta y nuestro clima sean más bondadosos con nuestra vida en él?

Naturalmente las acciones que llevan a cabo estos ingenieros sociales tienen su réplica y su oposición en algunos ámbitos minoritarios de la prensa, de las personas individuales o de la Ley pero estos ingenieros ya cuentan con eso y tienen en marcha otra estrategia. La cancelación, ya no se trata de asesinar a los disidentes como hacía Mao, pero se pueden condenar al ostracismo, a través de las universidades, las redes sociales, o los contactos sociales o laborales. Se les marca y se les tacha, eso hacen, pero…

Fracasos de la ingeniería social.-

Los intentos teledirigidos de arreglar el mundo desde el Estado o una instancia superior son un rosario de fracasos a pesar de lo que dicen los optimistas racionales, baste recordar ahora el argumento de que la esclavitud ha sido abolida en todo el mundo. Lo cierto es que si bien la esclavitud fue abolida en un primer momento en USA por las razones que ya he dicho, no sucedió lo mismo con la servidumbre vigente aun hoy en media Eurasia y estamos viendo un repunte de la esclavitud sobre todo en esos estados fallidos como Libia y otros. Las cosas pueden ir a peor puesto que el “progreso” no es unidireccional o irreversible, el progreso no es teleológico.

La revolución bolchevique triunfó en la URSS, en Cuba y en media Europa pero el comunismo fue un fracaso allí donde se instaló y aun podemos ver sus terribles secuelas en Venezuela y en Corea del Norte. Pero las revoluciones no son ingenierías sociales sino evoluciones rápidas, violentas y forzadas dirigidas por ideologías, su antecesor más conocido.

China también tuvo su revolución maoísta pero su estrepitoso fracaso solo pudo soslayarse con la irrupción de un capitalismo salvaje que hace de ella la nación más contaminada del mundo, al tiempo que se restringen libertades. La política del hijo único fue un genocidio encubierto que ha dejado al menos a una generación desparejada con los conflictos que de ello cabe suponer. Un exceso de hombres solteros es una medida de caos social.

Para entender estos sucesivos fracasos de los ingenieros sociales es necesario ver cómo funcionan las sociedades por dentro, y de paso entender como funcionan los cerebros individuales. Todos los intentos diseñados por el hombre para cambiar el mundo fracasarán, pues todos nos ponemos en contra cuando entendemos que nos están manipulando.

Sobre todo cuando se llevan a cabo con la manipulación y el engaño.

Los ingenieros sociales creen que van a ganar y es por eso que ni siquiera disimulan, se han quitado la careta y cada vez más la población general es más consciente de ello aunque no sepan qué está sucediendo en realidad.

Paisaje de amistades y desconciertos

Mi padre siempre me echó en cara mis escasas habilidades sociales, a pesar de que él carecía de esas habilidades que reivindicaba en mí, más como un reproche que como una recomendación, como si fuera una especie de vicio, un defecto de mi personalidad. Para mi padre era muy importante saludar, ser simpático, tener muchos amigos de los convenientes y sobre todo hacer bien la pelota para hacerse de querer por los demás. Es la universidad de la vida, decía.

Lo cierto es que a mi nunca me faltó el querer de los demás y sobre todo el amor incondicional, debe ser por eso que nunca me esforcé en ser simpático. Pero es verdad que nosotros los introvertidos como mi padre y yo tenemos pocas habilidades para hacernos con amistades «convenientes», más allá de esas que nos vienen por naturaleza, la infancia, la vecindad o la escuela. A mi nadie me enseñó pues a ser simpático sino cierta impasibilidad del ademán y cierta beligerancia frente a la estulticia. Debe ser por eso que ahora a mis 69 años me pasa lo que me pasa. No tengo más que un puñado de amigos a los que ni siquiera veo.

Y si escribo este post es para hablarles de la amistad y para completar un antiguo post donde ya había comenzado a hacerlo y todo a causa de ciertos sueños que se van repitiendo en el ultimo año de confinamiento, una clase de sueños que interpreto en clave de recuento, de catálogo quizá de un ajuste de cuentas. Aparecen en mis sueños personajes que he tratado a lo largo de mi vida, amigos, compañeros, conocidos y personajes banales de esos que tuvieron presencia en mi vida aunque de un modo periférico y por poco tiempo. Todos a la vez aparecen en mis sueños como si buscaran rehacer conmigo una amistad que no pudo ser, una amistad perdida o desperdiciada. Es desconcertante.

¿Qué es un amigo? ¿Son amigos todo los que llevan ese titulo?¿Qué queremos decir con la palabra amistad?

Descartados los conocidos y a los vecinos. Existen tres clases de personas a las que nombramos como amigos: los semejantes, los convenientes y los diferentes.

Los semejantes son aquellos con los que nos unimos por afinidad. Son de nuestra misma edad, proceden de nuestra infancia o de nuestra adolescencia, cuando contar con semejantes era necesario para robustecer nuestra identidad y comparten con nosotros aficiones, intereses, proyectos o estilos de vida. Son muy parecidos a nosotros y si no tienen nuestra misma profesión nuestros intereses nunca entrarán en colisión. No solemos competir con ellos y por tanto la amistad puede perdurar a lo largo de los años hasta que la vida por alguna de aquellas bifurcaciones nos separa. Aun así siempre mantenemos el contacto a largo plazo, un contacto que se mantiene por el recuerdo, los buenos recuerdos de cuando entonces alimentados por la nostalgia y la amabilidad con que los evocamos. De hecho en mi recuento, los amigos que mantengo pertenecen a este grupo: aquellos cuyos incentivos eran tan intangibles como los míos: la relación en sí.

La amistad es pues:

Lo que está detrás de la amistad no es ni sexo ni amor romántico sino una emoción llamada “amor compasivo” por los psicólogos evolucionistas y que han descubierto que tiene su propia psicología. Piense usted en una pareja a largo plazo o en dos amigos que han resistido durante muchos años los embates de la vida: ambos se sienten en deuda con los otros, pero son deudas que ni se miden ni existe la obligación de saldarlas, es una deuda satisfactoria (Pinker 1997). El amor compasivo que sólo se da con los verdaderos amigos y excluimos aquí a los amigos ficticios que son aquellos que se hacen amigos de quien les conviene (usualmente personas poderosas que son los que están en condiciones de hacer favores) o entre aquellos que habiendo sido amigos se caen de la amistad por encontrarse en otros planos de definición de su propia realidad. Discriminar un amigo verdadero de uno ficticio es a veces bastante difícil, sobre todo en nuestro mundo actual donde las relaciones están fuertemente intervenidas por los beneficios a corto plazo.

El amor compasivo consiste en un extraño placer espontáneo que sentimos cuando ayudamos a un amigo de alguna manera que para nosotros carece de costes y produce sin embargo un enorme bienestar a la otra parte, es por eso que la gratitud, la simpatía, el cariño y la confianza son estirados hasta el limite desde un extremo y el otro. La amistad verdadera se reconoce porque -a diferencia del amor que es un pago sin cash- se trata de un cash sin pago, un beneficio mutuo donde no necesariamente se suceden los préstamos y los favores.

La cosa se complica en entornos como en el trabajo, pues en el trabajo casi todos son semejantes pero existen jerarquías, castas y jefes y además los compañeros no son amigos sino desconocidos. Aquí hay una discordancia pues los incentivos materiales, de promoción o de poder van a influir en las relaciones. Hay mucha gente que elige amigos entre sus compañeros de profesión o trabajo pero se trata de una mala idea. No se puede mantener una amistad a largo plazo con aquellos que compiten por los mismos bienes que nosotros. Lo más probable es que emerjan bandos entre unos y otros y la cosa es aun peor si alcanzamos un puesto de relevancia en la jerarquía profesional. Entonces habrá muchos y muchas que se acercarán a nosotros para compartir prebendas y «tocar poder», pero eso no es amistad sino conveniencia. Se trata de amigos que nos abandonan cuando ya no pueden beneficiarse de nosotros.

Uno sabe cuando tiene influencia en una organización cuando observa que se acercan unos y otras en busca de promoción, también nota que le han salido enemigos, adversarios y personas que se nos oponen por razones espúreas, políticas o de mera antipatía personal. Los jefes reclutan muchas antipatías pero también adhesiones quebrantables solo por el tiempo.

Pero existen además las amistades que se sostienen en la admiración, algo que no puede suceder con un semejante y que necesita un modelo al que por alguna razón consideremos superior en alguna cosa. Una especie de sustituto del padre, un sustituto imaginario que viene a coser las carencias que mantuvimos con el nuestro, un anti-Edipo como decían Deleuze y Guattari. Agenciarse un padre alternativo es necesario si queremos completar nuestra identidad adolescente pes los padres biológicos se nos quedaron cortos. Es por eso que hacemos mimesis con él, queremos ser como él, le imitamos en gustos, preferencias y a veces en la elección de una determinada profesión. A lo largo de mi vida he tenido tres o cuatro figuras paternales alternativas y con todos quedé mal y aparecen en mis sueños con frecuencia para reprocharme mi escasa habilidad social o a veces mi traición. Pues los padres sean imaginarios o reales siempre suelen sentirse traicionados por sus hijos pero los hijos no podemos hacer otra cosa sino traicionar a los que nos prestaron su identidad para que en ella apoyáramos la nuestra mientras crecíamos. La deuda lleva cash en este tipo de relaciones.

Pues la paternidad es una tarea imposible, tal y como decía Freud y hagas lo que hagas te equivocarás y eso lo dijo Platón.

Es por eso que es poco realista mantener amistades que en su momento estaban apoyadas en el paternaje o en los intereses. Simplemente se desvanecerán y es bueno para nuestra salud mental que aprendamos a conformarnos con esta idea: las relaciones de poder o de interés -las relaciones desiguales- son imposibles de compatibilizar con la amistad aunque quizá no con el amor.

Solo nos quedan los amigos de la infancia o de la adolescencia, nuestros semejantes, esos que nos quieren como una madre, de forma incondicional por ser quienes somos y por nada más.

Y entonces llegó la pandemia.

Pero he dejado para el final las amistades virtuales que merecen un post aparte.