¿Es la homosexualidad o la promiscuidad lo que causa rechazo?

orgullo gay

Partiremos de la base de que la homosexualidad causa rechazo moral, no en vano se trata de una conducta que está prohibida aun en 126 países ¿Pero por qué la homosexualidad, -que es una actividad privada y de alguna forma innata- causa tanto rechazo?

En este post voy a utilizar como guía un reciente articulo de Jesse Marzick publicado en psychology today y dónde el autor plantea una hipótesis muy interesante a recordar para todos aquellos que están comprometidos en la normalización de la causa homosexual.

La primera respuesta que nos viene a la cabeza y a la que Marzick presta atención es a la causa religiosa. Efectivamente las religiones (sobre todo las monoteístas) condenan la homosexualidad y por extensión el rechazo hacia los homosexuales es mayor en las personas religiosas que en los ateos o agnósticos. Existe un perfil de conservadurismo- religiosidad que nos puede dar ciertas pistas acerca de este rechazo, en cualquier caso se trata de una causa que afecta a los grupos humanos y no tanto a los individuos concretos y como novedad os revelaré que el mito que relacionaba la homofobia con la homosexualidad latente es falso. Los homofóbicos no son homosexuales escondidos en el armario tal y como cuenta el mismo Marzcick en este articulo. 

La mayor parte de la gente cree que las religiones son una forma de mantener contacto con lo desconocido, con Dios por así decir, pero en realidad las religiones (me refiero a las monoteístas) nacieron para cohesionar a los grupos y hacerlos mas cooperativos y laboriosos. De tribus dispersas que guerreaban entre sí por los recursos y las mujeres, consiguió Abraham unificarlas y lo hizo a través de la invención de un Dios único que de alguna manera venia a agrupar y reunir los cultos individuales de cada una de esas tribus y llevarlas en cierto modo hacia la cohesión social.

Yahvé era un Dios vengativo, que prohibía la idolatría e incluso que se le pudiera nombrar y se comunicaba con los hombres a través de un texto sagrado. La invención de un Dios único creó un pueblo: el hebreo que al principio practicaba la poligamia pero que poco a poco fue entrando en vereda por así decir, (más abajo veremos las ventajas de la monogamia). Con esta política social Abraham y sus descendientes consiguieron cohesionar esas tribus dispersas que estaban dispersas precisamente por sus respectivas culturas etnocéntricas, con distintas religiones, idiomas, cultos y costumbres que operaban como barreras geográficas e impedían la libre circulación de ideas y materias (sobre todo ganado). Abraham inventó una forma de liquidar el aislamiento tribal.

De manera que los grupos humanos tienen una serie de coerciones sobre las conductas individuales, una de estas coerciones-prohihibiones, es el robo, otra el asesinato. La conducta sexual y la conducta alimentaria (en otro orden de cosas) también aparecen muy reglamentadas en estas religiones y no cabe duda de que entran en colisión con la libertad individual. Hay algo en la libertad individual que es profundamente perturbador para los grupos que han de defenderse de las transgresiones individuales de una manera u otra: una forma es el exilio, otra el chisme, la burla o las humillaciones publicas, por no hablar de los castigos físicos y la pena de muerte que aun hoy se aplica con severidad en algunos países y en relación con crímenes de honor que están relacionados con el sexo y con las deudas.

En nuestro entorno la homosexualidad sigue siendo condenada a nivel moral y una manera tautológica de contestar a esta pregunta seria decir que la religión la condena y que por lo tanto las personas religiosas la condenan porque su religión las condena. Pero hay algo más:

Un cuadro más detallado empieza a surgir cuando se considera lo que predice la religiosidad en primer lugar; ¿Qué tipo de persona es atraída a estos grupos religiosos?

Uno de los mejores predictores de quién termina asociándose con grupos religiosos (y también a quién no lo hace es la estrategia sexual). Los que están más inclinados a la monogamia (o, más precisamente, a la promiscuidad) tienden a ser más religiosos, y esto se mantiene a través de las culturas y religiones . Por el contrario, la religiosidad no predice por si misma la moral cooperativa general o el comportamiento pro-social. Sería notable que las religiones de todas las partes del mundo acabaran tropezando con un desagrado común por la promiscuidad si no estuviera inherentemente ligada a la creencia religiosa. Algo acerca de la conducta sexual es un predictor único de la religiosidad, lo que debería ser extraño cuando se considera que el comportamiento sexual de un individuo debe tener poca influencia en si una deidad (o varias deidades) existen. ¿Qué le importa a Dios que seamos heterosexuales u homosexuales?

Incluso se ha propuesto que los grupos religiosos mismos funcionen para apoyar tipos particulares de arreglos de apareamiento relativamente monogámicos . Desde ese punto de vista, los grupos religiosos pueden ser vistos como una estructura de apoyo para parejas monógamas que planean tener muchos hijos.

Dicho de otra manera, parece que de lo que se trata es de mantener una oposición religiosa a la promiscuidad : la promiscuidad hace que los arreglos monógamos sean más difíciles de sostener, y viceversa.  El sexo fácil y barato es el principal enemigo de la monogamia, si planeas tener un montón de hijos, los hombres se enfrentan a los riesgos de cuckoldry (criar a un niño que fue engendrado por otro hombre), mientras que las mujeres se enfrentan a los riesgos de abandono (si su marido huye con otra mujer, dejándola sola en el cuidado de los hijos). Con el fin de apoyar su estilo de vida más monógamo, entonces, estas personas comienzan a castigar a aquellos que se involucran en comportamientos promiscuos para hacer esas estrategias más costosas para participar y, en consecuencia, más raros.

Dicho de otra forma: la monogamia y la promiscuidad empastan mal y los castigos sociales derivados de estas conductas proceden evolutivamente del hecho de mantener la monogamia como estrategia sexual predominante.

Y en este sentido la condena moral de los homosexuales procedería no tanto del hecho de ser homosexuales como de ser promiscuos. ¿Pero son realmente promiscuos los homosexuales?

grafico partners

La respuesta es si, como puede observarse en el gráfico.  El número de parejas de los homosexuales, lesbianas y bisexuales está muy por encima del número de parejas que declaran los heterosexuales al menos en este trabajo de David Schmidt donde paradójicamente se nos recuerda que nuestra especie se parece más a los chimpancés o bonobos que a los gorilas. Somos pues promiscuos por naturaleza.

¿Pero si somos promiscuos por naturaleza cómo es posible que la monogamia haya tenido tanto éxito evolutivo? ¿Qué ventajas aporta la monogamia?

Obviamente la monogamia aporta ventajas a los grupos humanos y no tantas a los individuos fuertemente determinados para la hipersexualidad.

Para contestar a esta pregunta es mejor que el lector vaya a este magnifico trabajo sobre ese laberinto que llamamos monogamia. Pero resumiré en algunos puntos estas ventajas, algunas son individuales y otras grupales:

¿Qué tiene la monogamia?.

Henrich y cols. (2012)  plantean que cuando aumentaron las desigualdades sociales y las sociedades se hicieron más complejas (en el Neolítico) es cuando aumentaron las ventajas a nivel de grupo de la monogamia. En sociedades relativamente igualitarias (cazadores-recolectores), las consecuencias sociales de la poliginia son menores porque pocos hombres pueden conseguir más de una mujer y, si lo hacen, la mayoría de las veces suela ser sólo una más. Además, como suele haber menos hombres que mujeres por mayor mortalidad masculina por accidentes de caza o conflictos violentos, la poliginia igualaría esas diferencias. En sociedades más complejas la poliginia puede llegar a cotas más altas (harenes de cientos de mujeres) y tener consecuencias mucho más graves, reduciendo la competitividad de esa sociedad.

La monogamia aumenta la rivalidad intrasexual masculina pero favorece la paz social en las comunidades mientras que una gran proporción de solteros predice grandes calamidades,  tiene influencia en las tasas de crímenes, motivaciones masculinas, inversión parental, fertilidad y producción económica. Las menores tasas de crimen favorecen el comercio, las inversiones económicas, el flujo libre de información, y una mejor división del trabajo. La mayor inversión parental y la menor fertilidad favorece la mayor calidad de la descendencia. Todo ello lleva a mayor innovación y crecimiento económico.

La poligamia deja a muchos hombres solteros y tiene además otros efectos indeseables sobre las mujeres: disminuye la edad a la que se casan las mujeres Al no haber mujeres se acuerdan matrimonios con padres y hermanos desde edad temprana. También, al ser la mujer un bien cotizado, aumenta la motivación de los hombres (padres y hermanos) para controlarlas. Esto reduce la libertad de las mujeres, su poder, aumenta la violencia doméstica, y ese menor poder e influencia de las mujeres en las decisiones del hogar resulta en mayor fertilidad.

Por contra, la monogamia disminuye la presión para llevar mujeres al mercado matrimonial, no es tan grande la diferencia de edad entre marido y mujer, no hay tanto control masculino y se reduce la desigualdad de la mujer y la fertilidad. Algunos estudios en sociedades poligínicas encuentran también que no hay ningún caso en el que las relaciones entre co-esposas sean armoniosas. La competencia entre ellas es grande y al haber mayor número de parejas adulto-niño sin relación genética eso aumenta el conflicto a todos los niveles: vivir con adultos no emparentados genéticamente es el factor de riesgo más potente para abuso, negligencia y homicidio de niños. Por otro lado, los niños de hogares poliginicos son los que tienen los niveles más elevados de cortisol, lo que indica un mayor nivel de estrés. La monogamia aumenta también la inversión parental en los hijos y la supervivencia y calidad de los mismos (algunos padres poligínicos no se saben ni el nombre de todos sus hijos). Los padres poligínicos siguen buscando mujeres y gastan recursos en ello en vez de en sus hijos. (Extraido de esta web).

Existe en nuestra especie una disonancia entre nuestras adaptaciones ancestrales (la promiscuidad) y los mandatos de nuestra cultura que parece que favorece la monogamia que también favorece a los individuos concretos, al menos a la mayoría, de lo contrario no habría parejas a largo plazo ni matrimonios. La monogamia es la estrategia sexual predominante en todas las culturas, mientras que la promiscuidad favorece la competencia intrasexual en las mujeres y les da a los hombres poder sobre lo que realmente les interesa: el sexo, a cambio los hombres se hacen holgazanes y poco comprometidos en el largo plazo, algo que sucede cuando la ratio sexual mujer hombre aumenta.

Volviendo al articulo de Marzick, la promiscuidad seria la conducta rechazada y no la homosexualidad. Las sociedades y los grupos humanos podrían rechazar a cualquier individuo que no correspondiera con su conducta sexual al beneficio de la comunidad (un hombre con una mujer). Naturalmente no se trata de una causa única y la homosexualidad puede ser rechazada por otras cuestiones ajenas a la moral: la causa más conocida es la hipótesis del germen gay.  Es posible que parte de la leyenda negra que arrastran los homosexuales proceda del hecho de que la conducta homosexual puede haberse atribuido a una especie de enfermedad contagiosa y por tanto transmisible.

Si la hipótesis de Marzcick fuera cierta la estrategia del «orgullo gay» seria incorrecta y podría ofender no solo a amplias capas de la población sino a una parte de los homosexuales que no comparten esta exposición de estereotipos y conseguir precisamente lo contrario de lo que se pretende: consolidar los derechos de los homosexuales en una sociedad abierta con respecto a las conductas sexuales individuales

Bibliografía.-

Joseph henrich, Robet Boyd y Peter J. Richerson. The puzzle of monogamous marriage. Phil. Trans R. Soc. B 2012 367, 657-669. 

Pinsof, D. & Haselton, M. (2017). El efecto del estereotipo de la promiscuidad en la oposición a los derechos de los homosexuales. PLoS UNO 12 (7) : e0178534.Https://doi.org/10.1371/journal.pone.0178534

Un futuro de androides perfectas

robot

Las mujeres perfectas no existen a pesar de que existe una pelicula que afirma lo contrario. Los hombre perfectos tampoco existen pero no es de hombres de lo que voy a hablar, porque la mayor parte de nosotros, los hombres somos superfluos, tanto desde el punto de vista reproductivo como desde el punto de vista sexual.

Soy de los que piensa como Freud y Reich que la gran asignatura que tiene nuestra especie es la del sexo, más concretamente de la privación o del disgusto o insatisfacción sexual de sus usuarios, no tanto por represiones o moralismo (que ya quedan pocos) sino por conformidad con lo que hay. Compaginar eso que llamamos civilización con el deseo sexual es algo complicado y que requiere de grandes equilibrios y desequilibrios que conviven con bolsas de inanición y de miseria que condenan a muchos hombres al ostracismo, al rencor, al delito, los crimenes sexuales, la pederastia o la alienación.

No me cabe ninguna duda de que estos males impresos en la cultura proceden de un mal reparto de las mujeres tal y como dicen los antropólogos que se han ocupado del asunto: las mujeres son un bien escaso, al menos las mujeres que no piden peajes insostenibles en forma de compromisos eternos. Pero hay otros hándicaps en esto del intercambio sexual y de las oportunidades de goce -dado que no todas las mujeres son igualmente deseables- y que estas desigualdades se encuentran en la raíz misma de la hominización, de modo que no son de esperar grandes cambios en la naturaleza humana, es la que es.

Las mujeres siempre llevarán ventaja en las relaciones a corto-plazo y serán menos abundantes que los hombres, del mismo modo tenderán a la monogamia, y serán menos activas y más conformistas -sexualmente hablando- que los hombres. Del mismo modo los hombres parten con una ligera ventaja en el largo plazo pero los peajes son demasiado costosos de mantener salvo para los ricachones o los guaperas.

De manera que siempre existirán bolsas de deprivación, de codicia, de lujuria más o menos contenida y de rechazos y decepciones, de miedo al abandono y de rencor misógino. El hombre es más dependiente de la mujer que al revés y lleva la peor parte en el reparto de la escasez.

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En un post anterior y a propósito de un libro de David Levy que titulaba «Sexo y amor con robots», ya me detuve a hablar de esta utopía -para algunos distopía- que seria poder disponer de robots siliconados para satisfacción de aquellos deprivados que tanta hambre pasan. Todos conocemos casos.

Para mi, el libro de Levy no es en absoluto una distopía sino que pienso que es la única forma de regularizar y homogeneizar el mercado sexual que en la actualidad depende demasiado de los gustos (intereses) femeninos y de la castidad impuesta. Y es por eso que existen prostitutas y no prostitutos entre otros subproductos del mal reparto.

Pero ¿no seria mejor disponer de una sexual doll a tiempo completo que recurrir a la prostitución?

En esta página -tecnología alemana- ya puedes elegir tu androide segun tus gustos y prestaciones. Y en este album puedes ir eligiendo.

Claro que se puede afirmar que por muy perfectas que sean no dejan de ser muñecas con ciertos dispositivos evacuadores de emisiones espermáticas. Y es verdad que estos dispositivos no pueden quitarse de encima cierto siniestro parecido con los autómatas de pelicula de miedo. Para consumo de fetichistas o desesperados, si.

¿Se acuerdan ustedes de los primeros móviles? ¿De aquellos que llamábamos ladrillos y que llevaban antena y todo y pesaban como una piedra?. Recuerdo cuando empezó esta industria de los móviles que solo los usaban los hombres de negocios, esos que andaban todo el dia colgados a su ladrillo comprando y vendiendo valores. Entonces era frecuente que criticasemos a aquellos pioneros, parecían ciertamente ser snobs y uno no encontraba ninguna diferencia entre el móvil, el fijo o la cabina de telefónica si necesitaba llamar.

Pero el mercado de los móviles se fue sofisticando  y abaratando, hasta el punto en que hoy todos (hasta los pobres) tienen móvil. Se ha convertido en un articulo irreemplazable y lo ha hecho yendo más allá de sus propias prestaciones, los móviles se han vuelto inteligentes (smartphones) y sirven para cosas que no estaban entre su programación inicial de llamar por telefono.

Algo asi, presumo sucederá con las sexual dolls. No solamente se mejorará su apariencia fisica y su tacto y contacto sino que pronto andarán, se moverán y serán cada vez mas proto-humanas sin serlo. El propio Levy adelanta que incluso tendrán dispositivos para hablar y mantener conversaciones según los gustos del clientes y sus orgasmos podrán programarse o bien se llevarán a cabo a mano.

¿Existirían en una sociedad así los delitos sexuales? ¿Podrán ser acusados los sádicos de quemar, asesinar, ahogar o desmembrar a sus muñecas? ¿Podrian existir muñecas aniñadas para satisfacción de pederastas?

Es de prever que esa utopía de muñecas sexuales puede cambiar este panorama de abusos y crimenes relacionados con la sexualidad que tanto abruma a los machos de nuestra especie y por el que nuestra sociedad paga un precio tan alto.

Una de las preguntas filosóficas que algunos se harán es ésta: ¿Pero estas sexual dolls serán capaces de amar? ¿Y ese amor será verdadero?

La misma pregunta me hice en este post acerca de la verosimilitud de los sentimientos entre humanos y humanoides y me serví de Blade runner para alumbrar esta cuestión filosofica. ¿Sabe o no sabe Harrison Ford que Daryl Hanna es una mutante? ¿Lo es o es humana?

En cualquier caso parece que no le importa demasiado.

Post relacionado.-

¿Por que nunca lograremos la igualdad reproductiva?

La infidelidad

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Ha sido después de leer este artículo de hoy publicado en el Pais y firmado por Anne Ce, que se me ha ocurrido escribir este post después de haber sido inundado por recuerdos, recuerdos de mi adolescencia.

Y he recordado a Mosen Ramón diciendo que el matrimonio era la mejor manera de evitar la concupiscencia. La del hombre claro está, pues las mujeres o no tenian concupiscencia o la perdían apenas se casaban. Más tarde comprobé que esto era más o menos cierto.

Y algo de razón tenia mosen Ramón con eso de la concupiscencia (el mismo era un hombre) que al parecer no era como los demás, a juzgar porque no habia tenido que recurrir al remedio convencional que recomendaba. Yo sabia bien que era la concupiscencia, tendria unos 15 años, la situaba en la entrepierna, era como una especie de erupción, un torrente hidraulico de deseo que parecia proceder del infierno y  que no cesba jamás, era -como decian los curas de entonces- el mismisimo Satanás el que habitaba alli, en mi bragueta, la tentación de la carne, los placeres del mundo. Ah! cuanto trabajo nos daba Satanás a los adolescentes de entonces.

Y aqui comienza mi primera intuición acerca de las desigualdades del mundo: ellas no estaban sometidas a Satanás, ellas eran puras y sus impurezas eran cíclicas y le llamaban «regla». Entonces no podian tocarse por si, pero el resto del tiempo eran como ángeles, no tenian a Satanás bajo la falda pugnando por emerger o al menos si lo tenian nunca me pidieron consuelo para aquel infiernillo donde Satanás pretendía volver. Fue asi, de forma abrupta como me di cuenta: los hombres estamos sometidos al demonio de la carne permanentemente y nunca nos abandonaria y ellas se dejaban querer y nos apartaban la mano. De eso iba el juego, hasta que cuando ya no se podia más uno se casaba por aquello de la concupiscencia y empezaba a engordar.

De manera que esta mañana cuando he leido este artículo, escrito por una mujer (qué sabrá ella) me he sentido indignado como un iaioflauta cualquiera. Es injusto que ellas salgan con el tema de la infidelidad, ellas, el poderoso sindicato que defiende los derechos de las desatanizadas, ellas las defensoras de la honestidad en la pareja, que viene a decir algo asi como: no le pongas los cuernos a tu mujer con tu amante, si estás enamorado de ella, véte con ella.

Es curioso que la articulista se meta con la honestidad de aquel que se debate entre ésta y la otra y no caiga en la cuenta de que el problema no es ésta o la otra sino la monogamia. Abandonar a la esposa oficial para caer en brazos de otra no resuelve el problema, solo cambia los personajes.

Y el problema es éste: los hombres necesitamos variedad y las mujeres necesitan estabilidad.

¿Pueden compatibilizarse la variedad y la estabilidad?

Claro que si, solo que necesitamos muchos recursos emocionales y una inteligencia algo dotada para no cometer errores de bulto. Y el principal error de bulto es autoconvencerse de que nos hemos enamorado de otro/a. En realidad la mayor parte de las personas casadas que conozco lo que buscan son relaciones a corto plazo, sin costes ni peajes, tanto ellos como ellas (en menor proporción).

Los principales enemigos de esta estrategia son dos: el creerse enamorado/a o el enredarse en una relación que copie o mimetice a la otra. Pero la peor estrategia para un hombre seria meterse en dos hipotecas a la vez, cosa que hay que vigilar de cerca porque las mujeres entienden el amor de una forma quasi inmobiliaria.

Y ahora les hablaré de la monogamia.

La monogamia, la poligamia y la promiscuidad son las tres estrategias evolutivamente estables (EEE) de las que hablaban Trivers y Maynard Smith y que han tenido éxito en nuestra especie. Cada una de ellas tiene sus ventajas y sus desventajas, pero lo importante es comprender que las tres se encuentran activas tanto en hombres como en mujeres a fin de lograr diversificar los genes del personal. De eso va la vida, los replicantes solo buscan hacer copias de sí mismos.

Las ventajas de la monogamia alcanzan tanto a la mujer como al hombre. dado que la mujer viene de serie con el handicap de la cruel atadura (no puede desprenderse de su prole) y la crianza de la misma impone grandes sacrificios y gasto de recursos, obetener la compañia de un hombre comprometido con la crianza (de sus) hijos es una buena estrategia, una estrategia de cooperación a largo plazo. Es por eso que las mujeres se afanan y compiten por este tipo de hombres, aquellos que se comprometen a largo plazo y aparentan ser buenos padres. Son los hombre proveedores, los preferidos de las mujeres y que no son necesariamente los mismos que elegirian para pasar una noche de sexo. Para los hombres las ventajas son claras: la mayor parte de los hombres sin atractivo o con poco atractivo o considerados de escaso valor de pareja (aqui hablé de este concepto) tienen una oportunidad de emparejamiento que probablemente no tendrian en condiciones de promiscuidad (chimpancés) o de poligamia (gorila).

En mi opinión esta es la razón por la que la monogamia se ha impuesto como la estrategia preferida en la mayor parte de la humanidad, al menos en la humanidad con más recursos y que no está obligada al nomadismo, a vivir en condicioens dificiles como los desiertos y en otros entornos hostiles.

Pero la monogamia tiene muchas desventajas, la más importante es que no tiene en cuenta la testosterona (lo biológico) de los hombres. Las mujeres son mucho menos activas sexualmente y una vez pasan los primeros ardores guerreros de la juventud y sobre todo cuando vienen los niños, la mayor parte de ellas pierden el interés por el sexo y sus maridos quedan deprivados alimentando otra vez a su Satanás juvenil y maldiciendo a mosen Ramón que no habia dicho ni una palabra de la escasa vocación sexual de las esposas profesionales.

La deprivación y los celos, la infidelidad, el rencor hacia las mujeres y la misoginia, la violencia llamada machista, la prostitución, el acoso y el acecho, el divorcio y el ahi te quedas, las guerras por los hijos y otros males proceden y son subproductos de un mito que se denomina «amor para siempre».

De manera que pedir fidelidad u honestidad «consigo mismos» a estos señores deprivados me parece un broma moralista de mal tono. Ningún hombre seria infiel si tuviera un harén de 4 o 5 mujeres en casa a las que naturalmente habría que vigilar con eunucos armados, pues entonces serían ellas las que buscarian la diversidad cual gorrionas (*)

El problema en este caso seria que habría otros hombres que pasarían «la mano por la pared» y entrarían en conflicto con el que acapara tantos bienes sexuales.

Pero este es otro lío.

(*) Los gorriones son una especie con comportamientos muy parecidos a los nuestros: son predominantemente monógamos y establecen parejas de por vida pero no se privan de echar una canita al aire cuando pueden, tanto ellas como ellos. Y lo llevan a cabo a través de engaños, pues los machos no están dispuestos a mantener hijos de otros, al tiempo que no le hacen ascos a esparcir sus semillas a los cuatro vientos.

Eso es la vida y no como se la imagina esa señora citada más arriba.

Vergüenza y desvergüenza

Dice el Génesis que Dios instaló  a nuestros primeros padres en un primoroso vergel y alli los tenia a todo meter y ellos estaba felices, bien alimentados aunque ciertamente aburridos y con ganas de hacer alguna trastada. Sólo asi podemos entender que a pesar de las advertencias de Dios que en realidad se limitaron a una sola -No comer del arbol de la ciencia del bien y del mal- a pesar de eso, digo, no se les ocurriera otra cosa sino transgredir esa norma y echarle mano a la manzana.

No sabemos si la idea fue cosa de Eva o de la serpiente, en esto hay diferencia de opiniones según las versiones,  el caso es que cuando Dios -que todo lo ve- se dio cuenta de que sus órdenes habian sido desobedecidas se encaró primero con Adán, pero este se escondió porque entonces se dió cuenta de que andaba por alli desnudo y esa no era forma de presentarse ante la divinidad y es por eso que Eva echó mano de una hoja de higuera para confeccionar un braguero ortopédico para ocultar sus partes -las pudendas- que hasta aquel momento habian pasado desapercibidas por nuestros torpísimos padres.

Lo importante es señalar dos cuestiones: 1) que Adan al ser descubierto no se sintió culpable sino avergonzado y 2) que para defenderse le echó la culpa a Eva y ella a su vez a la serpiente.

Y de aqui ya podemos sacar ciertas consecuencias: la vergüenza es una emoción que solo precisa de dos actores (como la envidia) y la culpa sin embargo precisa de tres (como los celos). Y más conclusiones:

Al parecer la emergencia de la vergüenza tiene que ver con el conocimiento del Bien y del Mal y que ese conocimiento (vinculado en el mito a comerse una manzana) implica además la ingestión, la incorporación de algo. No vale sólo mira o tocar la manzana, es necesario comérsela para que tenga efectos de revelación, en este caso de la dualidad: del Bien y del Mal. Asi en este sencillo cuento del Génesis el mitografo nos explica la emergencia de lo humano, una emergencia que acaece de la pura animalidad virginal (el bosque edénico) y se transforma merced a algo que se comió o incorporó en una conciencia humana que se avergüenza de estar desnudo. Y es lógico que se interprete así pues que la desnudez y la consciencia de la misma tienen que ver con la emergencia de un orden nuevo,un orden humano que va más allá del sexo y la reproducción que seguramente ya existian en el bien cuidado vergel del Edén que es de donde procedemos, otra forma de decir la Naturaleza o dicho en términos más modernos la Evolución.

Lo interesante es que Adán y Eva vivian en una especie de ignorancia de su desnudez hasta que comen la manzana (el fruto del bien y del mal)

La emergencia de la vergüenza es pues indicativa de esa consciencia de desnudez y por ende de la consciencia humana. Hay algo que se añadió al sexo animal, hay algo más que los mitografos han llamado Eros y que han velado para la mirada ajena. Aqui en el mito de Eros y Psyché puede el lector encontrar la narrativa concreta de ese «no poder mirar» a los ojos del Amor y es por eso que Cupido se venda los ojos y es por eso que Orfeo pierde definitivamente a Euridice al mirarla. Mirar está vinculado pues a algo humano y que debe permanecer velado a través de la vergüenza.

La vergüenza está en la mirada. La vergüenza es cosa de ojos y por tanto tecnología de espejos y de imaginación.

Y e spor eso que el vergonzoso elude la mirada, una elusión que es a la vez juego (ludo), una especie de simulacro sobre lo que no se debe mirar.

Curiosamente y contrariamente a lo que sucede con la culpa, la vergüenza es un sentimiento que aunque ubicuo está mal estudiado. Todos tenemos la experiencia de sentirnos avergonzados, la podemos observar en los niños que se esconden detras de la madre ante la presencia de un extraño, la podemos observar ante un reto social, un examen oral, el exponerse en publico (y que ahora se ha ocultado detrás del velo de la fobia social) o cuando nos entrevistamos con alguien a quien admiramos, tememos o que se halla investido de autoridad, poder o relevancia.

De modo que es más que evidente que la vergüenza tiene al menos dos acepciones: hay una vergüenza sexual que tiene que ver con la exposición del cuerpo desnudo y otra vergüenza podriamos llamar ética que aparece en la exposición ante una persona «éticamente superior», la encarnación de la divinidad, entonces nos sentimos como Adán cuando fue descubierto y recriminado por Dios: primeró se ocultó y después trató de culpar a Eva.

Existen dos maneras de defenderse de la vergüenza: una es la de ocultarse, esconderse y otra es la de «velarse», Velarse es un esconderse pero no del todo, es mantener un velo entre el avergonzado y el vergonzante un velo que puede descorrerse en ciertas ocasiones.

Y es por eso, porque existen velos que existe la desvergüenza y con ella el mostrarse a los ojos del otro.

Hay algo de cinismo en la desvergüenza: es como si el desvergonzado nos dijera: no hay nada de que avergonzarse. Somos iguales que Dios, no estamos desnudos y aunque lo estuviéramos no tendriamos de que avergonzarnos. Las personas que operan de este modo contrafóbico disminuyen las posibilidades de éxito social pues son detectados siempre como antisociales, tramposos, inauténticos, como enfermos mentales o como psicópatas. Pero siempre detras de un desvergonzado hay un vergonzoso que niega la vergüenza de su origen, niega la vergüenza de su linaje. Niega su cuerpo sexuado y por eso se ocultan en sucesivas máscaras, una de las cuales las más importante y frecuentes en clinica son los trastornos alimentarios que recorren una multitud de disfraces desde la anorexia extrema hasta la obesidad mórbida, verdaderos reductos de la vergüenza original transformada en velos y ocultamientos clinicamente aceptados, pero siempre relacionados con la guerra continua que mantenemos entre nuestro Yo y nuestra imagen asi como las dificultades de trajinar con los espejos ideales que nos llegan desde afuera.

Aqui hay un post dirigido precisamente a escarbar en este concepto de la imagen ideal y la forma en cómo interfiere en la ceguera hacia nuestro propio cuerpo.

Y casi siempre la desvergüenza está al servicio del espanto de lo monstruoso, una estrategia para alejar al otro y que deje de mirar.

Todos podemos mirar y ser vistos, pero no siempre que miramos lo hacemos con nuestros ojos ni siempre somos vistos tal y como somos sino con algo que nos es añadido o sustraido por la mirada del otro. Es por eso que la unica mirada convincente es la propia o aquellas benefactoras que son capaces de descubrir tonalidades ocultas para nosotros mismos: aprender a mirar con tus propios ojos y aplicar tu mirada a la epistemologia del mundo es la principal tarea de nosotros, los exiliados del Edén.

Histérica antigua, histérica moderna

La existencia del hombre actual está atravesada por el sentimiento informe del horror. Desde la violencia urbana de los “hooligans” hasta los conflictos laborales, familiares, internacionales o locales están teñidos por el miedo, penetrados por el pavor (Baudrillard).

No llamemos salvajismo a esas bacanales de fin de semana, con mobiliario urbano destrozado o puñaladas por la espalda en la puerta de las discotecas por una masa informe descerebrada, llamemosle por su nombre, llamemosle horror (Baudrillard).

No somos más violentos que los salvajes, sino que hemos perdido la capacidad de serlo y por eso reaccionamos con violencia ante situaciones «contagio» como en el fútbol, en el hogar con eso que ha venido en llamarse «violencia de género» o en nuestra vida privada, peor cuanto mas socializada se encuentre.

No se trata tan solo de que hayamos perdido las inhibiciones que ponían a buen recaudo nuestras pulsiones mas agresivas, es algo más profundo, se trata de una violencia anómica, estúpida, que no persigue ningún fin, la gente no se pelea por antagonismo, por dinero o por poder (los hay que también), sino por indiferencia. La gente se ha vuelto absolutamente indiferente a todo lo que le rodea incluyendo a las manifestaciones de la violencia, nos hemos hecho insensibles a la violencia, al dolor y al hambre, nos hemos hecho insensibles a casi todo lo que nos rodea puesto que no nos reconocemos ya en ninguna otra cosa sino en el impacto de lo real sobre nuestro deseo. En esa colisión vivimos y a través de sus intersticios nos desangramos simbólicamente, una vez despojados de todo lo humano que había en nosotros antes de la gran evasión que supuso el blanqueamiento del mal, el blanqueamiento o desdibujamiento de esa línea delgada que separa lo simbólico de lo real, nos encontramos exánimes, sin alma.

La anoréxica no tiene miedo a engordar como ella misma declara sino que sólo dispone de dos mecanismos para lidiar con la pulsión: la expulsión y la repulsión.

La histérica charcotiana se desmayaba para mostrarse y entregarse, la histérica postmoderna se disfraza para provocar espanto o aversión.

Despojada de su registro simbólico ¿como lidiar con el eterno conflicto femenino que supone la confrontación de la realidad con el deseo de ser atractiva?

En las neuróticas clásicas este conflicto se hallaba de alguna forma simbolizado, la histérica de antaño simplemente se especializaba en la seducción, la queja o la impotencia: mecanismos artísticos que la llevaban a un continuo despliegue de estrategias para asegurarse un publico «entregado», algunas incluso lo conseguían, pero ahora nuestras histéricas ya no recurren a la seducción sino a la épica, ¿para qué gastar tiempo en seducir a nadie, si podemos simplemente pasar al acto y fornicar directamente con quien nos venga en gana?

Esta es la diferencia que existe entre la histeria clásica, una mujer seductora que prometía mucho y no daba nada de los desarrollos ultramodernos tipo “border-line”: mujeres que no prometen nada pero lo dan todo y que lo dan de entrada, sin condiciones si es que alguien osa.

Es el miedo el que provoca ambas conductas, el miedo a no resultar atractiva, a no dar la talla, a haber perdido por la edad la capacidad de seducir, pero mientras en el primer caso podemos observar cierta capacidad para simbolizar la decepción, el rechazo o la odiosa comparación con el resto de mujeres, en el segundo caso podemos ver como opera la repugnancia del vómito, la expulsión de todo valor simbólico, la negación de la naturaleza humana y la vuelta al automatismo o a la inhumanidad.

El vómito de las bulímicas es una forma de expulsión, de exorcismo mágico mediante el cual la mujer «expulsa» todo aquello de nocivo que encuentra dentro de sí, como un demonio encarnado en esos kilos de más , en esas cartucheras que imponen de inmediato una comparación con todas esas imágenes desprovistas de defectos que pululan por televisión. Lo nocivo no puede transformarse, no puede neutralizarse o compensarse con los valores porque han sido excluidos de lo simbólico y arrastrados hacia lo real y ya nadie cree en ellos, ni siquiera de forma laica, porque toda ética ha sido despresurizada y reconvertida en un menú desplegable de deseos a los que todo el mundo tiene derecho:

Derecho a la vida, derecho a elegir el sexo, derecho a elegir la orientación sexual, derechos diseminados por un poder que difunde hasta el paroxismo la idea que las fatalidades pueden cambiarse. ¿Cabe un mito más estúpido que decir que tenemos derecho a la vida?

La vida o la muerte no son derechos sino nuestro destino, una fatalidad o una maravilla, pero un destino ineluctable ante el que sólo cabe una posición: el acatamiento.