Los nuevos estoicos

Estoy leyendo ahora mismo el libro de Javier Recuenco y Guillermo Haro sobre el estoicismo y he recordado que hace algunos años dicté una conferencia en el congreso de familias de pacientes bipolares de la CV donde precisamente abordaba algunas cuestiones que Recuenco y Haro me han recordado en ese librito -que es una joya- , pues las ideas cuando son recolectadas de un determinado lugar para polinizar otras que están en otro enjambre, muestran valores imprevistos cuando se contemplan pasivamente desde la lejanía, sin traslación. El libro de Recuenco y Haro explica cómo ciertas ideas como las de Zenón han sufrido ciertos avatares históricos, han sido hibridadas a la fuerza con el cristianismo y han perdido a lo largo del transcurso histórico su poder comprensivo, si bien sus verdades siguen estando en vigor y retienen su rigor no importa el tiempo que haya transcurrido desde su origen.

En realidad comencé a interesarme por el estoicismo cuando pensaba en dar ciertos consejos a estos pacientes bipolares que eran mi público para aquel acontecimiento. ¿Qué se puede aconsejar a un paciente bipolar, más allá de que tome la medicación o que duerma las horas necesarias? ¿Qué se puede aconsejar más allá de medidas hipocráticas, las de siempre, rutinificar la vida, evitar los excesos, los tóxicos o el estrés?

En realidad cualquier consejo que pudiera dar a estos pacientes podría ser aplicable a cualquier persona y tiene que ver con el control del pathos, es decir de las pasiones, entendiendo como pasiones a emociones intensas que tienen la característica precisamente por su tendencia a la repetición y su intensidad a desbordar la capacidad de nuestra mente para contenerlas. El truco está relacionado con el placer, una vez hallado algo placentero nuestra tendencia es repetirlo e intensificarlo tanto en duración como en intensidad. En el video hablo de cómo algo placentero se transforma en una adicción y de ahi en un displacer.

Pero en realidad en el video lo que planteo es una hipótesis más profunda, me pregunto si es posible la felicidad en tiempo de crisis. Y me propongo escarbar en esa palabra «felicidad» que es una abstracción y contraponerla a estado placentero que es algo concreto y bien diferente para cada uno. Nuestra mente ha de navegar entre estas dos olas: lo abstracto y lo concreto, de manera que podemos ser felices comiendo o fornicando y admitiendo a la vez que existe un universal llamado «felicidad» que es común a toda la humanidad pero del que no tenemos noticia más allá de nuestro estado felicitario individual. Es por eso que ya Séneca nos advirtió que todos aspiramos a la felicidad pero no sabemos dónde habita esa señora, lo único que nos es dado saber es que existen ciertas emociones como el placer o la alegría que nos proporcionan alguna pista sobre ella pero se trata de algo breve y ocasional que nada tiene que ver con la felicidad. Aunque el placer sea el soporte neurobiológico de la felicidad ambos conceptos no son equivalentes. Lo humano transcurre siempre entre estas dos autopistas: lo concreto o subjetivo que no podemos dejar de sentir y lo abstracto, que no podemos dejar de pensar.

Los griegos tenían un tratamiento para modular las pasiones, la llamaron eutimia. Nosotros los psiquiatras utilizamos esta palabra para designar el estado en el que el paciente no está deprimido ni maníaco, pero en realidad se trata de una perversión de la idea de Demócrito. Pues para los griegos la eutimia no era ese estado intermedio que nos representamos hoy en la jerga psiquiátrica sino un paradigma moral que también llamaron virtud. La eutimia es una virtud moral, no algo fisiológico o afectivo. Una virtud de sosiego, calma y práctica.

¿Qué es la virtud?

La virtud procede del latín «vir» que significa varón, y se considera la contrario del vicio, algo así como una cualidad moral que se exigía en la Grecia clásica junto con el aprendizaje de la geometría y la gimnasia, algo exigible a cualquier gobernante. Una mezcla de culto al bien, a la justicia, la belleza y la verdad.

Y la virtud es el tratamiento de la aflicción tal y como nos contó años más tarde Cicerón.

Dejo pues aquí el video de mi conferencia:

El malestar de las muchachas

Hace pocos días me invitaron a un foro de esos donde el organizador lleva a un profesional añoso, ya retirado como yo que sirva de contrapunto a las ideas de otros miembros más jóvenes a fin de que surja -como se dice ahora- un debate sabroso. El tema era la salud mental así en general, de manera que aproveché la primera pregunta que me hizo en organizador para centrar el tema, que no era otro sino en qué han cambiado las patologías mentales -las de entonces- comparándolas con las de ahora.

Les dije que en mi opinión, el dato más preocupante y al mismo tiempo más fascinante desde el punto de vista de la investigación era la explosión de trastornos mentales en la infancia-adolescencia. Preocupante sobre todo, era la enorme cantidad de niñas (y digo niñas por no hablar de menores) que presentan patologías severas que años atrás o bien no se conocían (o eran muy raras) o bien se producían en los adultos. Se trata de niñas de la ESO es decir de educación secundaria, que en nuestro país abarca las edades de 13-16 años. De manera que ha habido un adelantamiento, una especie de precocidad en la manera de presentarse los problemas psiquiátricos y psicológicos y al mismo tiempo tenemos la impresión de que estos problemas en gran parte se «contagian» y más que eso: tienen más que ver con el modelo de sociedad en el que viven estas muchachas que en causas que pudiéramos llamar intrapsíquicas. Dicho de otro modo, se trata de problemas más contextuales que morfológicos, mas sociodependientes que psicodependientes y donde sin embargo la psicologización de nuestra sociedad tiene mucho que ver con su aparición y los conceptos que manejan los pacientes, aprendidos de memoria, de un modo dogmático.

«Yo lo que quiero es estar bien conmigo misma»

«Soy un hombre atrapado en un cuerpo de mujer»

Obsérvese cómo estas frases contiene no poco de esa psicología pop -en realidad metafísica- que circula por las redes y que suelen decir las chicas que padecen un trastorno alimentario o aquellas que sienten disconformidad con sus cuerpos y se identifican como trans, una vez han decidido que lo que les sucede es que su esencia no coincide con su cuerpo sexuado.

Como el lector sabrá este problema ha explotado recientemente y el lector puede leer este post sobre el libro de Abigail Shrier, donde podrá ponerse al día del fenómeno.

Pero si pongo el ejemplo de los TCA y del fenómeno trans es porque estoy convencido de que se trata de fenómenos emparentados, se contagian ambos y además -entonces no lo sabíamos- los TCA son la punta del iceberg de una serie de malestares de las muchachas en nuestro tiempo. Una forma de vehiculizar malestares inespecíficos.

La siguiente pregunta que me hizo el entrevistador fue esta: ¿Y a qué se debe ese malestar?

El escape de la femineidad.-

Naturalmente existe una continuidad entre lo que pasa hoy y lo que pasaba hace unos 10-15 años. Entonces lo que sucedía era algo invertido a lo que pasa hoy. Había muchos chicos que sentían que no encajaban en los modelos masculinos y llegaban a la conclusión de que eran homosexuales. Lacan habló de un empuje hacia la mujer (la puissance a la femme), es decir una atracción por lo femenino que no se manifestaba en una atracción física sino en una identificación con lo femenino muchas veces convertido en farsa. Este fenómeno no ha desaparecido sino que se ha normalizado al mismo tiempo que la conducta homosexual ha pasado a formar parte de «lo normal y aceptado» en una sociedad.

Del mismo modo, en los problemas de disforia de género había un predominio de chicos que iniciaban su transito a chicas, si bien la casuística era muy baja, tanto que solo he visto dos casos en mi vida. Sin embargo en los últimos años se ha invertido la prevalencia y las chicas son mayoría tanto que Suecia que fue pionera en estos tratamientos de transición de genero ha levantado todas las alarmas al declarar que en los últimos diez años las consultas y peticiones de transición de género han aumentado de forma espectacular, un 1500% en niñas de 13-17 años.

Naturalmente este fenómeno está emparentado con la prevalencia de los trastornos alimentarios con una diferencia: estos trastornos son considerados trastornos y reciben atención médico-psicologica mientras que la disforia de género o demandas de transiciones en esta población no son consideradas patologías y reciben un tratamiento afirmativo, tal y como podemos ver en este post sobre la disforia.

En mi opinión estamos asistiendo a un escape de la femineidad en estas niñas que se manifiesta de este modo y aunque hay autores que lo achacan a una masculinización de las niñas –Lola Lopez Mondejar habla del modelo Tinder y la adopción por parte de las chicas del «one night stand«- pero yo creo que es algo más profundo, un malestar que roza un vacío: ¿Qué es una mujer?

Y lo cierto es que no existe un modelo atractivo de mujeres para las niñas que han de escoger – una vez liquidada la identificación maternal- entre la mujer «empoderada», para las que la mayor parte de ellas no están preparadas o la «mujer florero» que enseña las nalgas en Instagram, algo a lo que la mayoría de chicas ni pueden acceder y probablemente tampoco quieran. Mientras tanto las feministas siguen empeñadas en combatir los estereotipos de genero, pero parece que están más interesadas en combatir los modelos masculinos que los de ofrecer a las muchachas un modelo atractivo que incluya la función social de la mujer que sigue siendo la maternidad: el eje vertebral de la sociedad.

En el citado debate que mantuvimos sobre las causas del malestar me gustaria destacar la clase de argumentos predominantes: los que sitúan la causa en los hombres o el patriarcado o el machismo, la desigualdad y etc. De entre ellos me gustaría citar algunas perlas:

-«Porque ser mujer es ser esclava de una opresión».

-«Los hombres no nos tratan como iguales, yo tardé mucho tiempo en darme cuenta de ello».

– «Las miradas de los hombres me ponen enferma, gente que podía ser mi padre o mi abuelo me miraban de un modo asqueroso».

-«O eres objeto o eres víctima».

-«La femineidad no es practica».

-«La femineidad es como quieren los hombres que sean las mujeres».

-«Porque ser mujer es incomodo, tacones, prendas apretadas, peluqueria, cosmeticos, sostenes», etc.

Bueno, la mayor parte de las opiniones que recibí proceden de estos ámbitos que podríamos llamar casi traumáticos, la visión de las relaciones en forma de opresión, las miradas indiscretas, la victimización, etc. De tal forma que siguiendo ese protocolo casi que lo mejor seria que chicos y chicas hicieran la ESO de forma segregada. ¿Mejoraría esta segregación la situación de las niñas? No lo creo, pues la mayor influencia de una niña son las otras niñas y no los niños.

Lo importante es señalar que estas respuestas son de mujeres adultas, no proceden de esas niñas que sufren ese tipo de problemas que más arriba dibujé, de manera que no tenemos más remedio que especular y hacerlo teniendo en cuenta de forma simétrica lo que les pasa a los chicos de hoy que también presentan ese desquicio -aunque manifestado de otras formas- trataré ahora de dar mi opinión sobre la procedencia de este malestar:

La hiper-psicologización.-

Una de las características de la crianza de hijos actual en las sociedades opulentas, es la idea de que cualquier malestar, enfado, discrepancia, sufrimiento, comparación o conductas inapropiadas de nuestros hijos son debidos a una patología. Los padres actuales están muy involucrados en la crianza de sus hijos y no toleran la mínima adversidad en su trato ofreciendo continuamente explicaciones psicológicas a su malestar y consultando todo tipo de especialistas en edades muy tempranas. Hay un horror al TDH, a los trastornos del aprendizaje o del espectro autista, al bajo rendimiento escolar o a los deficits de crecimiento y maduración de los niños. Los padres aspiran a que sus hijos sean felices y que tengan éxito, sobre todo éxito. Estas niñas con frecuencia no hay tenido escarceos sexuales, ni se han masturbado nunca y por supuesto no fuman. Sin embargo son capaces de declararse del otro sexo sin saber muy bien cómo llevar adelante su propio proceso de identidad o bien iniciar una dieta sin tener en cuenta las consecuencias y negando sus efectos sobre su salud.

La identificación negativa con la madre.-

Las niñas no quieren ser como su madre, cada una de ellas por una razón. Y ninguna de estas niñas se plantea ser madre y no dudan en castrarse (La anorexia es una forma de anovulación natural), o bien transicionar de género no tanto para ser hombres sino para dejar de ser mujeres. Parece que el contagio es la forma que puede explicar este aumento explosivo de casos en ciertas sociedades.

El contagio procede de la socialización.-

Los chicos y las chicas tienen distintas formas de socializar pero tanto para ellas como para ellos, ser aceptados por el grupo es vital.

Para una niña de esta edad es muy importante ser miembro de un grupo. ser aceptada por él y evitar la exclusión. es vital para todos los niños esa aceptación pero para las niñas lo es aun más.

Lo cierto es que el contagio es más potente en ciertos sexos (el femenino) y en ciertas edades (la adolescencia) y los psicólogos que estudian la influencia de pares se preguntan porque la histeria por ejemplo se contagia y se propaga tan fácilmente entre las muchachas. Amanda Rose ha estudiado este fenómeno y explica: «A diferencia de los chicos cuando escuchamos a las chicas hablar entre sí es mucho más probable que respondan con declaraciones de validación y apoyo más que con cuestionamientos». Las chicas socializan hablando, hablan de sus cosas, construyen relatos pormenorizados de su vida interior, pero no solo eso sino que encuentran en sus oyentes justificaciones para seguir sintiendo lo que sienten. Por esta razón las adolescentes son más propensas a asumir la depresión por la que está atravesando una amiga y a deprimirse ellas mismas.

A Amanda Rose le debemos el concepto de co-rumia que ha detectado en las relaciones entre pares femeninos. Se trata de la discusión excesiva de una dificultad, una especie de sobrecalentamiento argumental de un problema, lo que hace que las relaciones entre chicas sean más fuertes y sobre todo más peligrosas a la hora de asumir las dificultades de la otra.

Otro fenómeno descrito por la Dra Rose es la persecución excesiva de consuelo y la búsqueda de retroalimentación negativa en la que alguien mantiene una sensación de control al procurar confirmar con los demás su baja autoestima. Hay que recordar ahora que la mayor parte de las personas necesitan mantener el control sobre sí mismas y la conducta ajena y que siempre será preferible sentirse culpable o con una autoestima baja si no se pierde el control.

Y no cabe ninguna duda de que la anorexia mental es un ejercicio de control radical. Mantener el control de la situación es muy importante para las chicas.

La rivalidad intrasexual.-

La rivalidad intrasexual es una variable que procede de la psicología evolucionista y a la que se le da muy poco valor en los estudios psicológicos o sociales sobre estos problemas que abruman a la población adolescente. Hay que recordar ahora que una niña cuando sale de Primaria y se integra en la Eso transiciona de un entorno maternal a un entorno donde ha de vérselas no solo con compañeros y compañeras de su misma edad sino también con todos los que son mayores que ella. A los 13 años puede empezar a sentir los dardos de los chicos sobre su cuerpo, las burlas sobre su peso o la crueldad con todo aquellos que la estigmatice, sea peso, acné, ropa, tetas, psoriasis, orejas de soplillo, etc.

Cualquier cosa que la señale tiende a estigmatizarla, del mismo modo sucederá si es la más guapa, o la mas fea, la más popular o la más desvergonzada, la «empollona» o la retraida. Los grupos siempre presionan hacia la mediocridad (el termino medio) y se trata de un hecho que sucede no solo en las chicas sino también en los chicos.

Pero lo importante es señalar que la exclusión procede del grupo de iguales, es decir son las chicas las que excluyen a las chicas y lo hacen movidas por la rivalidad intrasexual.

Para una adolescente ser aceptada por el grupo y al mismo tiempo ser atractiva para el sexo opuesto es más que un deseo comprensible, es vital, una cuestión de supervivencia cuyos aprendizajes cada vez más precoces y relacionados con el galanteo y el apareamiento tienen un singular parentesco con los desordenes alimentarios. Algunos autores como Abed han llegado a proponer la hipótesis de que la competencia sexual entre mujeres es la causa de los trastornos alimentarios.

Una forma de desbordamiento que procede de la incapacidad de mantener sinergias entre dos deseos aparentemente contradictorios: ser aceptada por el grupo y ser atractiva.

Naturalmente el tema no está resuelto pues la complejidad de las relaciones junto a los malestares que proceden de la propia familia forman un entramado de causas y efectos circulares que oscurecen la realidad de cada caso. Lo importante es comprender que cada niña es un caso único y aunque con fines de investigación hablemos de los malestares de las muchachas, es obvio que el grupo de iguales tiene a su vez varios subgrupos, por ejemplo no es lo mismo las chicas que tienen exito con los chicos y que gracias precisamente a ese éxito son capaces de construir complicidades con las menos atractivas.

¿Quién no ha sido o ha querido ser amiga de la guapa de la clase?

Pero al final la suerte de la fea la guapa la desea.

Si llegas a los 18 sin traumas escolares graves podrás empezar a madurar.

Y madurar significa darse cuenta de que tu malestar es utilizado políticamente en tu contra.

La fascinación

Fascinación es una palabra poco usada en castellano que procede del latin «fascinas» y que tiene que ver con la obsesión,  es decir con el amor.

Los sinónimos de esta palabra son: encantamiento, atracción, alucinación, deslumbramiento, embeleso, sugestión, seducción.

Dicho de otra forma «fascinación» es algo mágico e hipnótico, algo que además tiene que ver con la mirada, una especie de hechizo. Y algo que sucede a través del ojo.

El ojo sirve para mirar y para ver si alguien nos mira. El ojo es una lente, si, pero tambien es un espejo.

De manera que al verbo “ver” hay que añadirle otro infinitivo el verbo “mirar”. Ambas funciones del ojo se realizan simultáneamente pero hasta un ciego sabe mirar si bien no puede ver.

Dicho de otra forma: la función del ojo, es una función disociada. Podemos ver y mirar cosas distintas. Podemos mirar sin ser vistos (espiar) podemos ser mirados sin percatarnos de ello, una inversión pasiva del acto “activo” del mirar y mirar al mismo tiempo. Más que eso: podemos tener la sensación ilusoria de que nos miran sin que, en realidad, nadie lo haga. Sucede porque percatarse de algo es bien distinto a saber-conocer algo. Percatarse y saber son dos funciones disociadas sobre las que ya hablé en este post sobre “Susana y los viejos”.

Hay quien mira y hay quien es mirado, aunque en la vida común todos miramos y somos mirados (somos sujetos y objetos) sin caer en la cuenta de que existe un goce especial cuando se elige posición. Naturalmente no me estoy refiriendo al gusto por exhibirse o hacerse visible que presentan algunas personas histriónicas sino al gusto por ser absorbido (o absorber) que probablemente no está en el repertorio de la patolgía sino en las actividades privadas que se realizan a solas. Es por eso por lo que en ciertos rituales eróticos se vendan los ojos al que hace de objeto mirado, a fin de que, a su vez no pueda mirar y quede a merced del mirador. Una disociación forzada entre sujeto y objeto, entre depredador y presa.

“Fascinas”, es una palabra latina que significa encanto. Es interesante observar que seducción, magnetismo, atractivo, absorción, hechizo y fascinación son sinónimos y apelan a un estado de sobrecogimiento o succión que ha sido vulgarizado por fórmulas o sortilegios casi mágicos y a veces por estereotipos sociales banales como cuando decimos al conocer a alguien :”Encantado/a”. En realidad no estamos encantados y todo es una fórmula de cortesía. Estar encantado es algo así como le sucede a la serpiente con la flauta del faquir, un estado de fascinación, un trance hipnótico.

Fascinar es pues capturar con la mirada, algo relacionado con el mal de ojo., la convicción de que alguien puede enfermarnos o capturar nuestra voluntad con la mirada tal y como sucede en el síndrome de Stendhal. Pero también podemos ser fascinados por una idea – usualmente propia-, algo que se pensó, una especie de auto-revelación, una inspiración, una mirada hacia lo interno que por alguna razón ocupa todo el espacio de nuestra atención y se pone en el centro de nuestro campo imaginario, desplazando el interés por otras ideas: una versión muy corriente de este fenómeno es la megalomanía: esa auto-fascinación que los narcisistas tienen por sí mismos. Una idea sobrevalorada que fue a tu debido tiempo fundacional en el autoconcepto.

La fascinación es una prestación de nuestro cerebro que está relacionada con la absorción (la posibilidad de estar absorto y concentrado en algo) y la disociación. Según Tellegen (1974), la absorción es un rasgo de la personalidad que permite que un individuo se implique en una variedad de experiencias mediante la imaginación. Las personas que tienen capacidad de absorción tienen imaginería intensa y vívida, y tienen experiencias sensoriales e imaginativas al punto de perder su sentido del yo (un ejemplo común es ver una película involucrándose tanto en ésta, que se pierde el contexto que lo rodea, incluso si otro le habla).

Naturalmente podemos caer fascinados ante la belleza o lo sublime pero también por la miseria, lo «cutre», lo lejano, lo exótico, lo peligroso, o una abuela que nos cuidó por su elegancia o interés. Lo que explica las preferencias y los gustos individuales.

Dicho de otra manera, la fascinación es un fenómeno hipnótico al que somos sensibles mayormente cuando somos muy impresionables (la infancia) o cuando hemos recibido cierto entrenamiento para saber que lo que vamos a ver es algo extraordinario. La fascinación es probablemente el núcleo donde se articula nuestra identidad, aquello que nos arrebató cuando aun no éramos capaces de discriminar o pesar el valor que le adjudicamos.

Bibliografia.-

Tellegen, A., y Atkinson, G. (1974). Openness to absorbing and self-altering experiences (‘absorption’), a trait related to hypnotic susceptibility. Journal of Abnormal Psychology, 83, 268–277.

Interrelación entre disociación, absorción y propensión a la fantasía con experiencias alucinatorias en población no-clínica Alejandro Parra (2007)

Las 4 Españas

4 españas

Los estudios sociológicos se pusieron de moda para predecir los resultados de las elecciones y desde entonces los investigadores han tratado de describir perfiles de votantes siendo el nivel de ingresos la variable clásica sobre lo que se han basado estos estudios, una división tosca del mundo entre ricos y pobres. Se suponía que los ricos votaban a la derecha y los pobres a la izquierda. Naturalmente los pobres eran los obreros y los ricos la clase acomodada, esa que vivía de rentas o de profesiones más o menos liberales.

Pero hoy la cosa ya no está tan clara debido a la fragmentación y la atomización que han sufrido nuestras sociedades. La clase obrera pareciera haber desaparecido y en su lugar ha amanecido una clase de parado de alto voltaje de indignación que no ha logrado todavía encontrar trabajo, al menos que corresponda a su titulación.

Fue leyendo este articulo de Ramon Gonzalez como comencé a gestar este post. La idea del articulo es que la brecha actual -postcrisis- ya no es de ingresos, sino generacional. Para ello describe cuatro tipologías descritas en el libro de Belen Barriero (que es la lectura que el articulista nos aconseja) y donde el lector hallará explicaciones a estas 4 Españas que vienen a desmentir la idea de Machado de que una de las dos iba a helarnos el corazón. Al parecer hay más razones para temer esa congelación, con la aparición de estos cuatro tipos: digitales, analógicos, acomodados y empobrecidos.

Pero a mi se me ocurrió leyendo el citado artículo que en realidad la mayor brecha no es tanto digital, de ingresos o generacional sino sexual, entiéndase «reproductiva». En realidad lo que nos diferencia a los humanos europeos de hoy no es tanto lo que ganamos o la edad que tenemos sino las expectativas que tenemos respecto al futuro, es por eso que me pareció tomar la metodología etológica como guía comprensiva del mundo en que vivimos, las variables criticas suelen estar escondidas allí donde nadie miró y es por eso que me puse las gafas de naturalista.

Los alfa.-

Lo que caracteriza a los alfa es su alto valor de pareja y no tanto los ingresos que tienen, tampoco su edad. No hay que confundirlos con los ricos que es una abstracción poderosa emocionalmente pero muy contraintuitiva. Se puede ser alfa por el dinero desde luego pero también por la belleza, la fama, la inteligencia y también el ser un personaje televisivo, un artista de éxito, un deportista de élite, un personaje de la jet o un líder carismático.

El termino «valor de pareja» se debe a David Buss y el lector puede visitar este post donde hablé precisamente de la precariedad del mercado de parejas, una precariedad que no alcanza a los alfa que son ese tanto por ciento que no pueden quejarse de su éxito sexual.

El término » valor de la pareja» , es algo que no gusta demasiado a la gente en general que rechaza el termino al hacerlo equivalente al de precio. Valor no es igual a precio pero incluso en términos evolutivos la palabra “valor” no coincide con nuestra interpretación actual, valor se refiere al valor de fitness, se trata de un variable cuantitativa que se mide en puntos evolutivos no en logros sociales o económicos.

Lo cierto es que el valor de pareja no se distribuye uniformemente. Contrariamente a los anhelos de igualdad, todas las personas simplemente no somos equivalentes en la moneda de la calidad de pareja. Algunos son extremadamente valiosos, fértiles, saludables, sexualmente atractivos, ricos en recursos, agradables y capaces de brindar con generosidad sus prestaciones. Son los alfa.

Pero aqui en este territorio la competencia para atraer a los compañeros más deseables es feroz. Por lo tanto, los más valiosos son escasos en comparación con los muchos que les desean. Las personas que tienen un alto valor de pareja parecen además tener éxito en la atracción de los socios más deseables. En una puntuación informal que se llevó a cabo entre estadounidenses, los 9s y 10s se emparejan con otro 9s y 10s. Y con la disminución del valor de la 8s a los 1, las personas deben bajar su mirada de apareamiento proporcionalmente. De lo contrario se produce una mayor probabilidad de rechazo y angustia psicológica. “Lo que quiero me lo niegan y lo que no quiero me lo dan” , decimos nosotros en plan castizo.

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Una hembra alfa de nuestro entorno

Dicho de otro modo, los alfa se emparejan entre ellos o con algunas personas beta que ascienden de rango cuando se emparejan con algún alfa. Los alfa practican la hipergamia y no es raro que acumulen tres o más matrimonios con un número de hijos superior a la media junto con un numero de parejas elevada más o menos pasajeras.

Los beta.-

Los beta somos el grueso de la población, los pagafantas del sistema. Los que corremos con los gastos del emparejamiento. Somos los que empleamos estrategias «dad» como estrategia de fondo. «Dad» significa papá y es el modelo de emparejamiento de las sociedades tradicionales donde el sexo es caro. En este post puede el lector profundizar en este tipo de estrategias de emparejamiento que se opone a la estrategia «cad» furtiva y errante.

Lo que caracteriza a los hombres beta es su característica de proveedores y lo que caracteriza a la mujer beta es su carga reproductiva que simultanea con las cargas del empleo y su trabajo dentro de la casa. El matrimonio beta es la pareja tradicional, esas parejas que trabajan ambos y que tienen dos hijos, la parejita. Su enemigo más importantes son las desavenencias y el estrés, el divorcio es letal para los beta, pues perjudica fuertemente a los hombres y les encadena a proveer una casa que ya no habitan dejándoles exánimes para construir otro nido. Para las mujeres beta su condena son los hijos y la cruel atadura de sus familias extensas.

Los beta están en regresión y son los más empobrecidos post crisis, son los que soportan una mayor carga fiscal, la clase media por así decir, aunque lo que caracteriza a los beta no es la clase social sino su creencia en cierto valores tradicionales y en cierto modo aquellos que viven con sentimientos de culpa las infidelidades e incluso el divorcio.

Los valores de clase media han sido los colchones de seguridad del sistema y uno de los puntos de apoyo: la familia ha resistido las embestidas de todas las crisis, pero las amenazas que se ciernen sobre ellos son demasiadas para no tenerlas en cuenta.

Los omega.-

Son los parias del sistema, pero en cierto modo también la reserva genética de la civilización dado que los beta son permeables por abajo y son ellos los que corren con los gastos reproductivos más intensos aun sin disponer de recursos. También son los que acumulan menores puntajes de «valor de pareja». En este extremo de la distribución  están los omegas, tal vez menos saludables, con menos recursos materiales, o con rasgos de personalidad indeseables tales como la agresividad o la inestabilidad emocional que causan grandes perjuicios a las relaciones y a la calidad de vida. Por no hablar de enfermedades graves, invalidantes o enfermedades adictivas, tan frecuentes como el alcoholismo. También los maltratadores de pareja intima suelen ser omegas deprivados de sexo, deprivados de poder y que sueñan con ascender de rango o al menos emular a esos alfas que tanto les llaman la atención.

Sus estrategias reproductivas son similares a los beta pero pueden darse escarceos más o menos regulares en termino de «cad». Lo que caracteriza a este perfil es que no comparten los valores de la clase media, por ejemplo invertir en la educación de los hijos, para ellos el dinero es para gastarlo en bienes de consumo, no ahorran ni piensan, en el futuro quizá porque no creen en él.

El lector que haya llegado hasta aquí es casi seguro que se haya ubicado ya en alguno de esos grupos o perfiles, teniendo en cuenta que estos compartimentos no son estancos y que una familia o individuo puede transitar de un bloque al otro en función de la suerte y los avatares de la vida. Lo importante son los valores morales y por supuesto el valor de la pareja: los guapos y las guapas tienen el camino más fácil si bien no pueden garantizarse un futuro de certidumbre solo con la belleza. Ya sabemos que un individuo puede estar hoy a todas horas en TV cobrando royalties y el año que viene desaparecer.

Volviendo ahora a la sociología, creo que podemos adivinar por donde irá el voto de cada cual en las elecciones, siempre y cuando se permita una cierta desviación típica en esa consideración, pero a mi juicio lo que falta en este esquema es la cuarta fuerza.

La cuarta fuerza.-

La cuarta fuerza es la que está compuesta por mujeres jóvenes, fértiles, educadas, competentes, universitarias que han logrado un alto estatus profesional y se han liberado, por así decir de la tutela de padres y los hombres en general. No necesitan proveedores, porque ellas mismas se bastan para subsistir, aunque en realidad estas mujeres no están contra los hombres sino contra los niños. Se trata de aquellas mujeres beta que han logrado liberarse de la cruel atadura y han apostado por el sexo a corto plazo (hipergamia) o la monogamia sucesiva y por supuesto por la infertilidad.  Son las que abaratan el sexo y llevan a los hombres hacia su paroxismo de holgazaneria.

Son estas mujeres las que dictan las políticas de Estado sobre casi todo, son feministas y votan progresista, léase socialdemócrata. Son el grupo social con más influencia en estos momentos en Europa, son las que deciden unas elecciones, llevando al voto a su ascua, que no es otro sino seguir manteniendo su poder e influencia y sobre todo esa concepción grácil y emotivista que caracteriza a lo femenino, es el auge del animalismo, del veganismo y de la anorexia mental. Es el predominio de la emoción y de los buenos sentimientos. Es la victoria de la ginecocracia y de los valores matrifocales.

Pero en el pecado está la penitencia porque ¿de qué sirve tener éxito sino no va acompañado del éxito reproductivo?

Usted puede vivir 100 años con buena salud, puede ser poseedor de un magnífico cerebro y haber tenido éxito en su vida profesional pero si no se reproduce, todas esos éxitos van a perderse en el limbo de los justos. El fitness es un concepto etológico de importancia capital pues combina la supervivencia con la reproducción, el fitness es por definición inclusivo, sin sobrevivir no hay reproducción pero sin reproducción la supervivencia es superflua.

La demografía y la política están en manos de esta cuarta fuerza pero en su fortaleza se esconde precisamente nuestra debilidad, la de todos.

Familias y tribus

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.

No vienen de ti, sino a traves de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

(Khalil Gibran)

anna-gabriel

Es obvio que el poeta no se refería a lo mismo que Anna Gabriel -esa chica del flequillo en casquete- que ha proclamado esta semana en una entrevistas que ha dado mucho que hablar; Gabriel suspira por una especie de propiedad comunal de los hijos, «que los eduque la tribu», vino a decir. O: los hijos no son de nadie parafraseando a Kahlil. El lector sagaz sabrá discriminar a qué realidad se refiere el poeta -metafórica- y a qué realidad se refiere la catalana anticapitalista, mas bien literal.

A propósito de estas declaraciones de la Gabriel hoy mi compañero Pablo Malo ha subido un interesante post que demuestra el porqué los socialismos utópicos –tipo Saint Simon- fracasaron en el siglo XIX, simplemente habían sido pensados para una especie  de simios diferente a la nuestra. Lo mismo sucedió con la contracultura hippye de los años 60 que yo viví en su esplendor y en su caída: sencillamente las comunas fracasaban por varias razones que el mismo Pablo Malo ha señalado en su post:

Pero vamos a mirar desde el lado práctico la propuesta de volver a las tribus. ¿Cuáles serían las tribus? Los vecinos que viven en un mismo portal? ¿compañeros de trabajo? ¿un grupo que practica el poliamor y quiere vivir juntos? Como decía más arriba, esos vínculos maternales y paternales fuertes no van a surgir viviendo cada uno en su casa así que tendríamos que hablar de algún tipo de vida comunitaria. En las ciudades de hoy en día lo veo difícil. Podemos pasar a construir pisos de 20 habitaciones, o sin habitaciones, para tribus pero va a ser complicado. ¿Qué pasaría con el dinero? El dinero que me den a mí por trabajar lo metemos en una cuenta común para alimentos y colegios de todos los niños de la tribu? ¿cuánto contribuye cada uno? Y si hay gente en paro? Y si hay quien no tiene hijos? Cómo reconocemos legalmente la paternidad o maternidad de los hijos, si es que la reconocemos? ¿Y el sexo?… ¿Nos acostamos unos con otros por turnos cada noche? ¿Y si un hombre prefiere acostarse con una mujer o viceversa y no con otros miembros del grupo ? ¿estaría obligada/o? Por supuesto cada tribu puede poner las normas que quiera pero, a este respecto, la realidad es que todas las comunas que se formaron en época hippies- y otras- acabaron rotas por los celos , el enamoramiento y demás.

Volvemos al eterno problema Nature/Nurture. Creemos que la cultura es una causa que no es causada por nada, que no tiene antecedentes ni factores causales previos. La cultura , en ese modelo, sólo depende de nuestra imaginación: pensamos un modelo de organización y ya está, lo podemos hacer. No nos damos cuenta de que la cultura es un guante que tiene que adaptarse a una mano. Tenemos variabilidad y se pueden hacer muchos tipos de guantes, pero si nos vamos mucho en la relación mano-guante al final el guante no funciona. Si hago un sombrero y lo quiero usar de guante pues no va a funcionar igual de bien que un guante.

Concretamente, estas experiencias fracasaron por una exclusiva razón: nuestra especie no está cableada para querer a los hijos de los demás igual que a los nuestros, para no tener celos, para no enamorarse y pretender exclusividad en nuestras relaciones sexuales. No está cableada para mantener a los demás con nuestro trabajo o esfuerzo. Y no lo está para sacrificarnos por abstracciones sino por las cuestiones concretas que son siempre nepotismos más o menos disfrazados. Somos mamíferos, que es lo mismo que decir que creamos vínculos y uno de los más poderosos es el vinculo materno-filial.

Es por eso que el mejor invento de la humanidad es la propiedad privada, la libertad para los negocios y el aumento y movilidad de nuestro perímetro social, la monogamia ( con trampas, la infidelidad o la monogamia sucesiva para quien la puede pagar) y la paternidad de los hijos. Le llamamos capitalismo a este sistema aunque poco tiene que ver el modelo económico exitoso con el modelo de organización sexual que llamamos «familia» y es verdad que tiene secuelas pero no se ha inventado ningún sistema que haya logrado integrar las necesidades biológicas de nuestra especie con la convivencia comunitaria de una forma tan eficiente. La interacción y la dialéctica entre lo publico y lo privado ha sufrido a lo largo de la historia muchos vaivenes y ensayos, pues el hombre es capaz de imaginar muchas formas de vivir y muchas maneras de interactuar con los demás: de construir un espacio social cómodo y supuestamente feliz, sin tantas contradicciones como las que supuestamente soportamos. Pero no han funcionado y no han funcionado porque se oponen a la naturaleza del hombre, a nuestra naturaleza.

El mismo Carlo Marx cuando andaba haciendo campaña en Inglaterra en tiempos de la revolución industrial ya dejó dicho, ante las preguntas de los deprivados (sexualmente) obreros, lo siguiente:

Oponer a la propiedad privada la propiedad general, puede expresarse también en la forma animal que busca oponer al matrimonio, la comunidad de las mujeres. Este es un comunismo tosco e irreflexivo. La envidia general constituida en poder no es sino la forma escondida en que la codicia se establece o se satisface de otra manera“. (Carlos Marx)

Lo que los obreros le preguntaban era si podrían beneficiarse a todas las mujeres que quisieran, ese era el concepto que los hombres de entonces tenían del socialismo, una igualdad radical en oportunidades. ¿Si no puedes acceder sexualmente con quien quieras en qué consiste el socialismo? ¿En pagar?

Naturalmente esta forma de codicia sexual pensante podemos encontrarla también en la igualdad femenina: ¿Estarían dispuestas todas las mujeres a cohabitar con quién las demandara? ¿Qué sucedería si se resistían o rechazaban a una pareja? ¿Donde quedaría la igualdad si las mujeres fueran obligadas a copular con todos? ¿Que sucedería con las más o los más solicitados? ¿Acabarían creando una casta de élites sexuales?

Un tema más interesante que el anterior y que también aborda el Dr Malo en su post es el tema de la «privatización del matrimonio» que yo mismo abordé en un post anterior. Se trata de una idea que procede de Frederick de Boer  y que no lleva tanto polvo como la idea de la crianza tribal que propone la Gabriel. Es una idea novedosa y que puede argumentarse de esta manera:

El matrimonio ha sido muy protector para la mujer y los hijos debido a que las mujeres eran dependientes de sus parejas, pero ¿tiene sentido seguir manteniendo la idea de que el matrimonio debe seguir siendo público (es decir tutelado por el Estado) en un mundo donde la poligamia es un hecho, donde las mujeres pueden quedar embarazadas (y quedan) por machos merodeadores distintos a sus parejas o incluso sin tener pareja, dónde una mujer ya no necesita un hombre que la mantenga y que al mismo tiempo controle con los anovulatorios la capacidad reproductiva de sus parejas?

No parece muy sensato mantener un orden de cosas que ya no existe en el mundo moderno, sin embargo este modelo no tiene nada que ver con el modelo tribal-comunal de los socialismos utópicos sino que es profundamente sensato y congruente con la realidad que ya estamos viviendo.

El matrimonio es una institución obsoleta y lo es por varias razones:

-Las parejas tienen fecha de caducidad y a nadie se le ocurre formalizar una relación para el corto-medio plazo.

-El acceso de la mujer a su emancipación económica ha hecho innecesaria una “protección” económica de por vida. Hay que señalar que el matrimonio es -ancestralmente hablando- una especie de “seguridad social” para las mujeres. Una especie de seguridad social del desierto. La poligamia es muy protectora con las mujeres aunque ciertos prejucios vayan en dirección contraria. “Ninguna mujer sola” es el slogan de ciertas culturas, algo que se opone a eso que ahora llaman “hogares monoparentales”

– Las segundas parejas son más frecuentes sin papeles que las primeras, los que están divorciados ya han acumulado la suficiente experiencia para no volver a zozobrar en otro matrimonio y además puede que ya tengan su cupo de hijos completo. Hay que recordar que el divorcio es otra institución publica que parece ser el reverso del matrimonio y que favorece a las mujeres mientras que es muy destructivo para los hombres. Si hay matrimonio ha de haber divorcio. Y con uno basta para una economía de clase media.

– El ultimo golpe al matrimonio es la sustitución de los bienes gananciales por los privativos de cada cual. De esta manera el matrimonio ha dejado de ser un contrato mercantil entre iguales y cada uno de sus miembros puede comprar y vender sus bienes aun estando casado, lo cual en mi opinión genera más diferencias que igualdad y predice más hogares de mujeres solas y hombres jóvenes desemparejados.

Y una ultima cuestión: si los homosexuales tienen derecho a casarse ¿por qué los heterosexuales no podemos tener derecho a la poliginia?

Es verdad que  los hombres necesitan saber que sus hijos son sus hijos y aunque el matrimonio por sí mismo no garantiza esta seguridad, lo cierto es que tiene más seguridad que la ordalía o la promiscuidad del todos con todos. Pero no es necesario que el Estado nos de visados de «patria potestad», basta con los análisis de ADN.

Y la orgía del todos con todos nunca sucederá porque unos , machos y hembras siempre tendrán mas valor de pareja que otros, lo que nos llevará a la mayoría otra vez a la precariedad. Pero se tratará con toda seguridad de una precariedad estratificada, donde los más cotizados tendrán mas oportunidades que los menos favorecidos.

Y se agrandará la grieta que ya se vislumbra.