Los nuevos estoicos

Estoy leyendo ahora mismo el libro de Javier Recuenco y Guillermo Haro sobre el estoicismo y he recordado que hace algunos años dicté una conferencia en el congreso de familias de pacientes bipolares de la CV donde precisamente abordaba algunas cuestiones que Recuenco y Haro me han recordado en ese librito -que es una joya- , pues las ideas cuando son recolectadas de un determinado lugar para polinizar otras que están en otro enjambre, muestran valores imprevistos cuando se contemplan pasivamente desde la lejanía, sin traslación. El libro de Recuenco y Haro explica cómo ciertas ideas como las de Zenón han sufrido ciertos avatares históricos, han sido hibridadas a la fuerza con el cristianismo y han perdido a lo largo del transcurso histórico su poder comprensivo, si bien sus verdades siguen estando en vigor y retienen su rigor no importa el tiempo que haya transcurrido desde su origen.

En realidad comencé a interesarme por el estoicismo cuando pensaba en dar ciertos consejos a estos pacientes bipolares que eran mi público para aquel acontecimiento. ¿Qué se puede aconsejar a un paciente bipolar, más allá de que tome la medicación o que duerma las horas necesarias? ¿Qué se puede aconsejar más allá de medidas hipocráticas, las de siempre, rutinificar la vida, evitar los excesos, los tóxicos o el estrés?

En realidad cualquier consejo que pudiera dar a estos pacientes podría ser aplicable a cualquier persona y tiene que ver con el control del pathos, es decir de las pasiones, entendiendo como pasiones a emociones intensas que tienen la característica precisamente por su tendencia a la repetición y su intensidad a desbordar la capacidad de nuestra mente para contenerlas. El truco está relacionado con el placer, una vez hallado algo placentero nuestra tendencia es repetirlo e intensificarlo tanto en duración como en intensidad. En el video hablo de cómo algo placentero se transforma en una adicción y de ahi en un displacer.

Pero en realidad en el video lo que planteo es una hipótesis más profunda, me pregunto si es posible la felicidad en tiempo de crisis. Y me propongo escarbar en esa palabra «felicidad» que es una abstracción y contraponerla a estado placentero que es algo concreto y bien diferente para cada uno. Nuestra mente ha de navegar entre estas dos olas: lo abstracto y lo concreto, de manera que podemos ser felices comiendo o fornicando y admitiendo a la vez que existe un universal llamado «felicidad» que es común a toda la humanidad pero del que no tenemos noticia más allá de nuestro estado felicitario individual. Es por eso que ya Séneca nos advirtió que todos aspiramos a la felicidad pero no sabemos dónde habita esa señora, lo único que nos es dado saber es que existen ciertas emociones como el placer o la alegría que nos proporcionan alguna pista sobre ella pero se trata de algo breve y ocasional que nada tiene que ver con la felicidad. Aunque el placer sea el soporte neurobiológico de la felicidad ambos conceptos no son equivalentes. Lo humano transcurre siempre entre estas dos autopistas: lo concreto o subjetivo que no podemos dejar de sentir y lo abstracto, que no podemos dejar de pensar.

Los griegos tenían un tratamiento para modular las pasiones, la llamaron eutimia. Nosotros los psiquiatras utilizamos esta palabra para designar el estado en el que el paciente no está deprimido ni maníaco, pero en realidad se trata de una perversión de la idea de Demócrito. Pues para los griegos la eutimia no era ese estado intermedio que nos representamos hoy en la jerga psiquiátrica sino un paradigma moral que también llamaron virtud. La eutimia es una virtud moral, no algo fisiológico o afectivo. Una virtud de sosiego, calma y práctica.

¿Qué es la virtud?

La virtud procede del latín «vir» que significa varón, y se considera la contrario del vicio, algo así como una cualidad moral que se exigía en la Grecia clásica junto con el aprendizaje de la geometría y la gimnasia, algo exigible a cualquier gobernante. Una mezcla de culto al bien, a la justicia, la belleza y la verdad.

Y la virtud es el tratamiento de la aflicción tal y como nos contó años más tarde Cicerón.

Dejo pues aquí el video de mi conferencia:

Los tres juanes de Juan

Sagitario

Sagitario es el arquetipo de la desidentificación, el opuesto a Geminis

En Juan hay tres juanes:

1) El Juan que él cree ser
2) El Juan que los demás creen que es
3) y el Juan que realmente es.

Al primero le llamamos identidad, al segundo reputación y al tercero esencia.
En realidad los tres se presentan juntos en el mismo pack, de manera que es complicado decir a que Juan nos estamos refiriendo cuando nos evaluamos o definimos de una forma u otra. Pero lo cierto es que no siempre aparecen juntos o coordinados. A veces hay disonancias. A estas disonancias:
1) Si uno es mayor que 2, estamos en el terreno del narcisismo
2) Si 2 es mayor que 1 estamos en el terreno de la humildad.

El Juan que realmente eres (la esencia) es el autoafecto, la mismidad, la identificación con uno mismo. El Juan que realmente eres es hombre o mujer sin géneros intermedios, sin «tertium inter pares». Es un conocimiento próximo, axiomático (no precisa demostración) y siempre es verdad. Es el Juan que está presente en el sueño aunque no sueñe, mientras no hacemos nada, ni enjuiciamos, cuando tenemos el cerebro en reposo o contemplamos un atardecer u oímos una canción.

El Juan que creemos ser es un Juan identitario, un Juan que tiene una historia y por tanto una narrativa, es un Juan memoria, un Juan que se reconoce autor, personaje y lector de su propio relato. Es un Juan que fuma o un Juan que está jubilado como yo.

El Juan que los demás creen que soy es el Juan social, el Juan de la reputación (buena o mala), el Juan de los amigos, de la familia, del trabajo, de la comunidad por así decir, esos que nos legitiman o devaluan con sus juicios, los que nos dejan de lado o nos aplauden, los que nos invisibilizan o nos hacen favores sin pedirselos.

De estos tres juanes solo hay uno que puede enfermar y otro que nos puede enfermar: son los juanes de la identidad y el de la reputación, pues no hay enfermedad sin relato, sin identidad y sin legitimidad del otro por eso pueden enfermarnos las opiniones ajenas, es por eso que es conveniente mantenerse alejado de la murmuración y de los chismes. Pero ningún Juan esencial está enfermo o sufre porque la esencia de cada uno es una gema, una piedra brillante que hay que tratar con mucho decoro y finura una vez descubierta.

Curarse con el método Barrueco o cómo tratar con nuestra identidad.-

La identidad es ilusoria en efecto. En lo que a mi respecta no soy ni psiquiatra ni psicólogo, solo hablo por mi propia experiencia. Cuando sufría de depresión me observaba a mi mismo y me di cuenta de una cosa: mientras dormía no había sufrimiento. Sólo sufría cuando estaba despierto. Entonces comprendí que el sufrimiento no era algo inherente a mi mismo en sentido absoluto, porque sí así hubiera sido, dado que yo soy yo despierto o dormido, tendría que sufrir aún durmiendo.

Entonces me propuse ver cómo era que mi sufrimiento aparecía. Y me di cuenta que aparecía no en el instante mismo de despertarme, tal como suele ocurrir con las dolencias físicas, sino que aparecía cuando «volvía a recordar quien yo era, es decir, cuando recuperaba el recuerdo de mi circunstancia». Esto fue muy revelador para mí, porque me permitió comprender la diferencia entre lo que soy, y mi identidad. Lo que soy lo soy estando despierto o dormido, más mi identidad es lo que creo ser cuando estoy despierto, porque mi identidad es un producto de mi memoria: es una construcción, una imagen que elaboré de mi mismo utilizando mis recuerdos, y a la que miro todo el tiempo; es como una ropa que me coloco ni bien me despierto. Mi identidad entonces es lo que me digo que soy.

Ahora bien, si mi sufrimiento aparecía sólo recién cuando me acordaba de mi circunstancia, apenas un instante después de despertarme, era un sufrimiento que se disparaba cuando volvía a vestir la ropa de mi identidad, y esa ropa estaba guardada en el closet de mi memoria. Entonces me dije: «Y si pruebo no vestirme ni bien me despierto? Y si soy capaz de eso y pruebo luego a vestirme con otra ropa?» Ahí pude comenzar a ver mi identidad como desde afuera, como la ropa que elijo ponerme cada día al despertar.

Y así, poco a poco, probé cada mañana al despertar no colocarme la ropa habitual de inmediato, sino continuar un rato así, desnudo. Desnudo. Y me fui afianzando en sostener ese momento en que, estando desnudo, era libre de la compulsión de correr al closet a vestirme. La compulsión de ir de inmediato a verificar mi identidad, a mirarme en el espejo de mi memoria.

Al descubrir que no era mi ropa: mi identidad, y que podía elegir qué ponerme, comencé a ser el dueño de mi sufrimiento y no su esclavo. Indagando más profundamente en porqué tenía esa compulsión de despertarme y lanzarme inmediatamente sobre mi memoria activando el sufrimiento, me di cuenta que de alguna manera era adicto a mi identidad, como si fuera adicto a usar siempre las mismas ropas. De algún modo sentía que si no hacía así estaba traicionando mis recuerdos, mi memoria, la memoria de quienes vivían en mi memoria, lo que me habían hecho, lo que yo había hecho, lo que me había sucedido, etc. Y sentía que no podía traicionar aquello sin sentir que me traicionaba a mí mismo. Desentenderme de mi sufrimiento era sentido por mí entonces como un acto de crueldad, de abandono, hacia un sufriente que era yo. Era como una claudicación moral, como un acto de desamor, que me avergonzaba profundamente, al tiempo que parecía algo muy peligroso de hacer.

Pero al afirmarme en el pensamiento de que yo no era mis ropas, que yo no era ese aspecto de mi identidad, dejé de sentir que me traicionaba a mi mismo si elegía usar otras ropas. Mis queridas y tan usadas ropas de dolor continuaban allí guardadas en el clóset, así que no estaba traicionando nada ni siendo cruel con nadie y simplemente yo elegía ese día no vestir esas ropas, no ponérmelas, sabiendo que si quería volver a usarlas estaban allí al alcance de mi mano en el clóset de mi memoria. Y así poco a poco fui desidentificándome con aquel sufrimiento, con aquellas ropas, y fui dejando de usarlas. Y con ello poco a poco fui dejando atrás el sufrimiento. No hubo violencia, hubo paciencia, mucha paciencia y amor a mi mismo, hubo confianza y un esfuerzo, si, por persistir en pensar de un modo diferente.

 

 

 

Lo simple, lo complicado, lo complejo y lo caótico

cynefin-inner1

Vale la pena que el lector comience con este articulo para hacer boca, pero no importa si no lo hace porque voy a basarme en él para intentar explicar un fenómeno que me parece muy confuso sobre todo a la hora de tomar decisiones en entornos de incertidumbre.

Aunque el blog está orientado a temas de marketing y de coaching y remite a la vez a un articulo de Snowden sobre un modelo (Cynefin) de toma de decisiones empresariales que me ha parecido interesante y he querido rescatar algunas de sus conceptualizaciones para intentar explicar temas importantes de la neurociencia, tanto en el ámbito social como en el psicológico y de la Salud mental.

Para empezar describiré uno a uno de estos dominios:

1. Dominio Simple

En este dominio se opera con problemáticas simples. Es muy fácil identificar las causas y sus efectos. Por lo general, la respuesta correcta es clara, conocida por todos e indiscutible, en cierto modo axiomática. En este dominio existen las mejores prácticas, soluciones conocidas para problemas conocidos y al alcance de todos. Los procesos más eficientes en este dominio son aquellos que especifican una serie lógica de pasos y se ejecutan de manera repetitiva, una y otra vez. Ejemplos de este dominio son la construcción en serie de un mismo producto, la producción en cadena o la identificación de causas elementales de enfermedades que dan lugar a través de la acumulación de evidencia a tratamientos eficaces.

2. Dominio Complicado

En este dominio encontramos problemas complicados que no hay que confundir con los complejos. Para abordarlos son necesarias buenas prácticas y perfiles expertos. Hay múltiples soluciones correctas para una misma problemática, pero se requiere del concurso de expertos para poder identificarlas. Un ejemplo típico de este escenario es la solución de un problema de diagnóstico médico de una enfermedad con varias variables donde cada una de ellas opera como una adición a todas las demás. Un ejemplo podria ser: ¿Cuando está indicada hacer una cesárea en un parto? Evidentemente se necesita el concurso  de un experto y de valoración de las circunstancias del embarazo y de la paciente (edad, factores de riesgo, presentación de nalgas, etc). Existen múltiples variables en juego pero todas son computables en la decisión final.

3. Dominio Complejo

Cuando nos enfrentamos a problemas complejos, los resultados se vuelven más impredecibles. No existen ni mejores ni buenas prácticas catalogadas para las situaciones frente a las cuales nos podemos encontrar. Simplemente, no sabemos con anticipación si una determinada solución va a funcionar. Solo podemos examinar los resultados y adaptarnos. Este es el dominio de las prácticas emergentes. Las soluciones encontradas rara vez son replicables, con los mismos resultados, a otros problemas similares.

Para poder operar en la complejidad necesitamos generar contextos donde haya lugar para la experimentación y donde el fallo sea de bajo impacto. Se requieren niveles altos de creatividad, innovación, interacción y comunicación.

En otro lugar he hablado de estos entornos con el nombre de problemas «endemoniados» (wicked problems). Lo interesante es que en este tipo de entornos los expertos no sirven de mucho más que para apuntar opiniones más o menos estandarizadas pues lo que define a un dominio complejo es que el problema no puede ser definido sino después de haberse resuelto,

Este es el campo de las soluciones políticas a problemas difíciles de abordar, y también los problemas sociales y como no, los problemas mentales. Tratar un problema mental siempre se da en un contexto de incertidumbre pues no solo intervienen muchas variables como en el dominio complicado sino que estas variables están ocultas entre los vínculos de una variable y otra.

Tratar un problema mental siempre será mas seguro si lo hace un psiquiatra o un psicólogo pero de ahí no podemos deducir que todos los psiquiatras o todos los psicólogos van a estar de acuerdo, no sólo en el tratamiento sino en la solución del problema. El profesional experto introduce a su vez una variable -la de su personalidad o carisma- que va a operar como una emergencia incierta. Un psicólogo no podrá replicar nunca lo que le enseñó su maestro: siempre habrá que tener en cuenta la novedad y la innovación creadora de su discípulo, que pocas veces será consciente de su potencial de operar cambios en los demás. No solo no hay dos pacientes iguales sino que no hay dos patologías iguales, ni dos terapeutas iguales y lo que hoy fue un éxito aquí mañana puede ser un fracaso allí.

Esto es precisamente la razón por lo que la economía es una de las ciencias más inciertas de todas las que pueblan las mentes de nuestros expertos. No existe ninguna receta que funcione bien en todos los contextos, ni por supuesto tampoco en política: la democracia liberal es un buen paradigma de lo que estoy diciendo: pareciera que ha funcionado muy bien en Europa y America del Norte pero muy mal en Medio oriente, o Sudamerica.

4. Dominio Caótico

Los problemas caóticos son los más amenazantes y se dan cuando los hechos son inciertos, los valores en disputa, las opiniones diversas y las decisiones urgentes, más allá de eso cuando el Poder del estado se debilita o la autoridad no existe a pesar de que.requieren una respuesta inmediata. Estamos en crisis y necesitamos actuar de inmediato para restablecer cierto orden, Es lo que sucede en los países en guerra o en situaciones revolucionarias. Imaginemos que el sistema de despacho de vuelos en un aeropuerto de alto tráfico deja de funcionar, alguien debe tomar el control y mover la situación fuera del caos.

Y por ultimo Snowden nos regala una quinta posibilidad:

5. Dominio Desordenado

Nos movemos en el espacio desordenado cuando no sabemos en qué dominio estamos. Se la clasifica como una zona peligrosa, ya que no podemos medir las situaciones ni determinar la forma de actuar. Es muy típico en estas situaciones que las personas interpreten las situaciones y actúen en base a preferencias personales. El gran peligro del dominio desordenado es actuar de manera diferente a la que se necesita para resolver ciertos problemas. Por ejemplo, mucha gente cree que un problema complejo puede resolverse con una solución simple, pongo el caso del problema catalán. No existen soluciones simples para un problema así, del mismo modo cabe interpretar las soluciones simplistas a problemas muy enredados y con muchas variables ¿Qué hacemos con las drogas?¿Acabaría la legalización con el narcotráfico? ¿Habría mas o menos consumidores? ¿Que impacto tendría en la emergencia de problemas psiquiátricos en la población?¿Qué haríamos con esos nuevos enfermos con patologías mentales?

La lista de propuestas simples a problemas complejos es demasiado larga para que me extienda. Lo importante es que estas soluciones que se proponen son casi siempre demasiado simples pues el que las emite no sabe a qué dominio pertenece el problema.

De manera que:

Si nos encontráramos en el espacio desordenado, todo lo que hagamos debe estar enfocado netamente a salirnos de ese espacio hacia uno mejor identificado, para luego actuar de la manera en que dicho dominio lo requiera.

¿Cómo resolver este tipo de problemas?

La primera idea a anotar es que estos problemas no se resuelven jamás pero pueden disolverse, perder vigencia o desclasificarse si cambian las condiciones del entorno -las relaciones entre sus enlaces- que es el lugar donde el problema anida.

Una consecuencia de esta primera aproximación es que no están justificadas grandes decisiones  y conformarse con no empeorar las cosas: hay que hacer notar que los “wicked problems” tienen tendencia a empeorar precisamente a causa de los esfuerzos que hacemos por mejorarlos.

Otra paradoja psicologica de interés es ésta:  ¿ a quién tratar?  Sin olvidar de que a veces el mejor tratamiento es aquel que no llega a realizarse jamás. Una buena prescripción puede incluir tanto tratar como no tratar.

La segunda consideración es que si bien los problemas comunes admiten sólo una solución verdadera este tipo de problemas admiten muchas explicaciones buenas, son por así decir multidefinibles y pueden ser abordados de múltiples formas bien diferentes entre sí con idénticos resultados. Son problemas que parecen haber evolucionado con la idea de la multidisciplinariedad y múltiples modelos explicativos y quizá por eso pueden adaptarse perfectamente a entornos terapéuticos variados.

Y por fin, una idea fundamental que vale tanto para la psiquiatría como para otros ámbitos de conflicto:

La resolución del problema sólo puede obtenerse a través de principios éticos y no técnicos.

No hay mas remedio que negociar.

Asi se resuelven los “wicked problems” que se resuelven.

O bien se disuelven, por ejemplo ¿quien se acuerda hoy de los piratas de Somalia y se plantea si hay que pagar o no rescates?

La actualidad lo ha quitado del catálogo de problemas sin resolver.

Bibliografía.-

1. Snowden, D. (2000). «Cynefin, A Sense of Time and Place: an Ecological Approach to Sense Making and Learning in Formal and Informal Communities» conference proceedings of KMAC at the University of Aston, July 2000 and Snowden, D. (2000) «Cynefin: a sense of time and space, the social ecology of knowledge management». In Knowledge Horizons : The Present and the Promise of Knowledge Management ed. C Despres & D Chauvel Butterworth Heinemann October 2000 

La mano lenta

Eric-Clapton-Motherless-Child-162023

Está por escribir un libro que explique cual fue esa extraña constelación de razones que hicieron que en la década que va desde 1960 a 1970 hubiera tal explosión de talento musical en las islas británicas.

No sólo se trata de Beatles y Rolling Stones, sino de Moody Blues, Kinks, Who, Procol Harum, Animals, Pink Floyd, Queen, Hollies, Spencer Davis Group, Manfred Man, Cream, Blind Faith, John Mayall  and the blues breakers y un largo etcétera de figuras que desempeñaron papeles importantes bien en solitario o bien en grupo. A veces de las dos maneras.

Es verdad que los precursores se situan en el blues y el rock americanos que pertenecen a la raza negra y a su tradición esclavista, pero no es fácil explicar como fue posible que la llamada musica pop tuviera aquella concentración de artistas innovadores en una generación que o bien nació durante la guerra mundial o bien se crió en condiciones de privación durante la posguerra.

John Lennon nació en 1940, Paul Mc Cartney en 1942, Joe Cocker en 1944, Mick Jagger en 1943, Freddy Mercury en 1946.

En 1945 nacieron Eric Clapton y también Rod Stewart.

Y un detalle para los estudiosos del fenómeno: las ciudades donde nacieron estos artistas, Sheffield, Birmingham, Manchester, Londres o Liverpool son las mismas ciudades donde se desarrolló un par de siglos antes la revolución industrial.

Al parecer Eric Clapton -tal y como cuenta él mismo en sus memorias- tuvo una infancia bastante triste pues se crió sin madre (como John Lennon) pero con ciertas diferencias. Al parecer la madre de Eric le tuvo a los 16 años y nunca conoció a su verdadero padre que era un soldado canadiense casado, quizá por eso sus abuelos la hicieron pasar por su hermana. Eric se crió con su padrastro, con su abuela y su madre que creyó su hermana hasta que tuvo la suficiente sensatez para discriminar su edad.

Naturalmente esto no explica su talento para el blues, ni su pericia con la guitarra eléctrica, tampoco explica su innovación para encontrar sonidos como este:

fender

La Fender stratocaster fue la prótesis que Eric Clapton necesitaba, junto con su tendencia enamoradiza, impulsiva y adicta. Speed, heroína, cocaína y alcohol junto con analgésicos presidieron la vida de este hombre de tendencias autodestructivas y que supo sacar de su Fender y de su formación en blues -esos 12 compases que se repiten según una secuencia especial- los ingredientes necesarios para impulsar la música popular hacia la excelencia y la fusión de estilos.
Al final reconoció que la cocaína no dice siempre la verdad:

Eric Clapton le quitó la novia (Patty Boyd) a su amigo George Harrison y como amor con amor se paga, Mick Jagger le quitó a Carla Bruni, de la que entonces andaba enamoriscado. Pero en realidad todas las mujeres son la misma mujer cuando están representando a la ansiada madre que nunca tuvo. Y la tendencia a la repetición es tal que siempre terminaba eligiendo a mujeres fatales, esas que acaban siempre dejándote por otro macho alfa. Hasta con lady Diana tuvo una experiencia bastante decepcionante. No podía ser de otra manera. Eric era un coleccionista de desamor. Lo que hacia buena a su madre.

¿Quien seria Layla?:

Dos veces intentó suicidarse y no lo consiguió, quizá porque tal y como él dice, «los muertos no beben». Nunca sabremos si la muerte de su hijo cayendo de un edificio de Manhattan le reconcilió con la muerte. Lo que es seguro es que en el cielo aun lloran por él:

Al final Eric que ahora tiene 70 años se redimió junto a su actual esposa con tres hijas otoñales que más que hijas parecen nietas.

CeroCeroCero

000

Probablemente haya sido Apple la compañía que más ha ganado en bolsa en los últimos años. Supongamos que usted invirtió 1000 euros antes de que Apple sacara el iphone 5, en poco tiempo habría ganado 1650 euros. Una ganancia de 650 euros es una buena inversión, de las mejores. Pero si usted hubiera invertido en cocaína su apuesta de 1000 euros se hubiera convertido  en 65.000 euros. No hay ningún negocio mejor que la cocaína.

Eso es lo que nos cuenta Roberto Saviano  -periodista y escritor italiano en su ultimo libro- «CeroCeroCero», una especie de historia del narcotráfico desde los cárteles colombianos hasta la actualidad, un reportaje que escribe -con nombres y apellidos- desde dentro, desde las profundidades de ese abismo de torturas, dinero, lujos, mujeres, inversiones en la costa del sol, asesinatos, narcofosas, violaciones, ametrallamientos y luchas atroces de unas bandas con otras para defender su hegemonía, una hegemonía que pasó de ser algo territorial hasta lo de hoy, producto de la globalización y de altos ejecutivos con trajes de Armani dispersos por todo el planeta.

Hay dos maneras de contar algo, una forma fisiológica:  metérselo en la boca, saborearlo y luego escupirlo. La otra manera es tragarlo y sufrir las indigestiones de lo que se ha comido. Saviano es de los que han tragado sus propias historias, sus propias letras. Descender a los abismos para luego emerger con escolta. Sus reportajes le han cambiado, arruinado la vida como a Salman Rushdie, uno no puede recobrar su vida anterior después de contar lo que Saviano ha contado. Ya desde su primera novela «Gomorra», su cabeza tiene precio. Saviano perdió su vida, su novia, sus amigos, todos le abandonaron por miedo. es lógico, la decisión de abismarse fue suya, una obsesión, algo que no se hace por dinero o notoriedad, se hace porque si. La verdad es tan adictiva como la cocaína.

La novela de Saviano contiene no pocas ideas interesantes, una de las que más me llamó la atención es el concepto de banalidad del mal, algo que Arendt ya había adelantado: en realidad el tráfico de cocaína es una actividad tan parecida al comercio de sustancias o productos banales que nos hace pensar ya no sobre la ilegalidad del narcotráfico sino de la banalidad del mal que se encuentra en cualquier forma de comercio.

Y hay una ley elemental de cualquier tipo de comercio: los productores y los consumidores de cualquier producto no ganan apenas nada. Hay que situarse -sean naranjas o cocaína- en el eslabón adecuado para ganar dinero. Son los distribuidores los que se enriquecen con el trabajo de los productores y son los consumidores los que en definitiva consumen el producto final aun adulterado. Así y todo para un campesino colombiano o mexicano siempre será mas rentable cultivar cocaína o adormidera que cereales. Son los distribuidores los que controlan el flujo, el precio y la pureza de la droga que llega a la calle.

Y luego está el tema del consumo. hay una creciente demanda de drogas, hay como una demanda golosa de drogas, mas concretamente de cocaína. La cocaína empasta bien con nuestro tiempo, con la velocidad y la globalización. Todo sucede deprisa, deprisa. Hay un ansia por correr más, por consumir más, por llegar a tiempo, por rendir más ,por aparentar más y por tener mas bienes de consumo al alcance de la mano.

Nosotros los médicos solemos ver las consecuencias de la adicción a las drogas en la escala de los consumidores, tenemos -en este sentido- un sesgo profesional. Pensamos que el uso y abuso de drogas es pernicioso para la salud y sabemos que es muy difícil escapar de una adicción. Casi todos nosotros estamos persuadidos de que las drogas son nefastas no sólo para nuestro cerebro, sino también de nuestro corazón, nuestros riñones y nuestro hígado. Sabemos bien cuales son sus consecuencias a corto, y a largo plazo. Es poco probable encontrar un medico que defienda su legalización. También sabemos de las dificultades para rehabilitar a un drogadicto.

Sin embargo después de leer el libro de Saviano, he construido otro panorama aun más desolador: el narcotráfico no sólo es perjudicial en el entorno de salud de los consumidores, sino que tiene al menos otras dos consecuencias, más graves:

  • El narcotráfico tiene consecuencias sobre los mercados financieros y contamina a través del blanqueo otros negocios que dejan de ser rentables en comparación con los beneficios de la droga. La mayor parte del dinero de la droga se blanquea en los bancos (a pesar de leyes como la Patriot Act) y acaba en el cemento de las inmobiliarias de zonas de lujo en entornos privilegiados de ocio. El dinero del narcotráfico termina por arruinar cualquier tipo de negocio legal a la vez que da trabajo a grandes cantidades de personas enroladas en el negocio de la droga, que pasan a ser delincuentes desalmados.
  • Con todo, el dinero no solo contamina a los capitales legales sino que pervierte a las instituciones: policía, jueces, funcionarios, políticos, funcionarios de prisiones, etc. Cualquiera puede ser arrastrado por el dinero fácil a corromperse.

Suele decirse que los gobiernos de nuestros estados democráticos tienen muchos limites a su poder, que en realidad quienes mandan son las grandes corporaciones eléctricas, petroleras, bancos y grandes constructoras. es verdad, lo que no suele decirse es que la corporación más imperante del mundo es el narcotráfico, son ellos los que aportan liquidez al sistema y financian guerras bien directamente aportando armas o bien a través de ciertos intermediarios comunes.

Visto de esta manera la adicción de los individuos consumidores es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor, de un problema global. Un daño colateral como se dice en el Ejército.

Abordar este problema desde la bienintencionada prevención del uso de drogas de nuestros gobiernos se revela como una estrategia pueril. Ninguna política conseguirá nunca reducir la demanda de drogas a no ser que…no haya drogas en las calles. Sin embargo la lucha contra el narcotráfico está destinada al fracaso, no tanto por la ineptitud de las agencias destinadas a tal fin sino por las dificultades jurídicas, los entramados burocráticos, las trampas procesales, la mentalidad democrática y la protección del delincuente es el mejor escondite para los narcos, incluyendo las complicidades que encuentran dentro de las cárceles para seguir con sus negocios en medio de una condena casi siempre benigna y apelable

La democracia es el mejor aliado del narcotráfico que naturalmente no puede progresar allí donde el Estado no tiene leyes, sino reglas mafiosas.

Es por eso que los países totalitarios no tienen drogas.

Leí con avidez el libro de Saviano con tal de llegar al final. ¿Qué propone Saviano?

Lo que propone es una solución que el propio Saviano detesta y que a su parecer es en sí misma inmoral: legalizar el tráfico de drogas siendo el Estado el que monopolice su venta y distribución.

Para hacerse una idea de esta solución: el tráfico de cocaína que se vende en España podría sufragar los gastos en sanidad y educación juntos. 

En España cerca de la mitad de los presos que cumplen condena en la actualidad son delincuentes relacionados con drogas. Son consumidores al mismo que tiempo que pequeños traficantes. Recientemente ha saltado a la prensa el caso de una mujer con un niño de corta edad que había sido condenada a 6 años de cárcel por tener una plantación de cannabis en una nave de su propiedad. Cultivaba cáñamo y al mismo tiempo elaboraba haschis para el consumo y venta. ¿Era una traficante esta mujer?

¿Hay proporción entre su condena y las condenas que se llevan a cabo con los grandes traficantes que cuentan con abogados especialistas en encontrar todos los resquicios a la ley?

En realidad no era más que una consumidora que había aprovechado la facilidad con la que el cáñamo prende en nuestro país para consumo propio y que más adelante había encontrado una forma de ganarse la vida vendiendo sus excedentes. ¿Puede considerarse un delito plantar cáñamo o adormidera, especies bien adaptadas a nuestro clima?

Para mi, esto no debería ser un delito, no más grave que tener una piraña o una boa en casa.

La batalla está pues perdida y da lugar a injusticias sobre el peldaño más débil de la cadena. La democracia y el Estado de derecho han fracasado y cuanto más tiempo tardemos en reconocerlo más víctimas habrá.

Como Saviano, que nunca podrá recuperar una vida normal, ese tipo de vida de los que no quieren ver.

Ha visto más allá de lo tolerable y ya no puede seguir callado.