Recientemente he leído en twitter un hilo sobre política y China escrito por un tuitero que vive alli y que nos habla e interpreta esta política según su punto de vista que me parece interesante reseñar aunque tenga mis discrepancias con algunas de sus aseveraciones que mas abajo aclararé. El nombre del tuitero está en chino por lo tanto no le citaré sino con esa ideografía.
马悟空, lo único que sabemos de él es que es un gallego residente en China, pero dejaré aqui su pagina de perfil en twitter por citarle de alguna manera.
El hilo.-
Más allá de la batalla del relato, en la que China aparece como enemigo de occidente, se obvia un hecho irrefutable que perjudica a todos en caso de ser ocultado: el Partido Comunista Chino ha triunfado porque se ha adaptado a China, y no al revés.
La descripción simplona y que muchos buscan vender para los cortos de espíritu es que China es un país «autoritario», sugiriendo que el PCCh, de algún modo, «oprime» a sus ciudadanos, que no tienen «libertades». Que dicho partido sea «comunista» pone las cosas más sencillas.
Entiendo que los que no tienen relación con China, e incluso los que viven aquí y no pasan del analfabetismo, compren dicha teoría. Un análisis a pie de campo de cualquier occidental (como yo) que intente ir un poco más allá se dará cuenta de cómo funcionan las cosas realmente.
Las relaciones en China se basan en claras, clarísimas, estructuras de poder. Dichas relaciones no son horizontales, son verticales. Estas ocurren a lo largo y ancho de toda la sociedad en China, no solo a nivel político.
Ocurren a nivel educativo, donde el profesor es una figura referencial al que el alumno venera; ocurren a nivel familiar, donde los mayores deciden todo; ocurren a nivel laboral, donde el jefe no aconseja o guía, simplemente decide.
En China no se valora el diálogo como algo absolutamente necesario para alcanzar un acuerdo; la experiencia del que ocupa el poder es una forma más factible de ver cómo se van a tomar las decisiones.
Estas posiciones de poder se articulan en torno al mérito. China es una meritocracia factual. Ejemplo claro, el ‘Gaokao’: un examen que, literalmente, puede determinar tu posición social hasta que te mueras.
En China, cada vez más, se ríen de la «libertad de expresión» en occidente, del hecho de que cualquiera pueda expresar su opinión y que cualquier opinión tenga el mismo valor. Esto aquí no ocurre.
Tu opinión no es valorada por ser una opinión en sí, es valorada por quién eres, desde dónde hablas, qué has hecho para llegar al lugar que ocupas. Tienes que ganarte el respeto para que tu opinión sea tenida en cuenta.
Esto descoloca a cualquier occidental que venga, por ejemplo, a trabajar a China. Sin embargo, muchos notarán que tienen un trato preferencial. Su opinión cuenta más. ¿Por qué? Porque vienes de un país desarrollado y es eso, y no tu opinión en sí, lo que te da poder.
Como foráneo, veo cómo los chinos se mueven a lo largo y ancho de estas estructuras de poder. Moldean su comportamiento en función de con quién estén. He visto a compañeros tratar a inferiores como seres inmorales, pero, a los 5 min., ser terriblemente dóciles con un superior.
El ideólogo.-
Muy poca gente conoce a este señor, pero se puede decir que Wang Huning (王沪宁) es el principal ideólogo chino de las últimas 3 décadas.
Es miembro del Politburó solo desde 2017, pero sus ideas son centrales en la República Popular China actual y ocupan un papel crucial en el marco discursivo usado por Xi Jinping. Repasemos algunos puntos clave de su posicionamiento ideológico a través de sus primeros años.
Wang desarrolló sus primeros trabajos acerca de la idea occidental de soberanía nacional, desde la Antigua Grecia hasta la modernidad, contrastada con la historia tradicional política china. Estos estudios comparativos serían la base para desarrollar su posterior pensamiento.
En 1988 escribiría «La estructura de la cultura política cambiante de China». Texto fundamental en la China moderna. Os dejo aquí el enlace al texto como introducción, en inglés: https://readingthechinadream.com/wang-huning-ldquothe-structure-of-chinarsquos-changing-political-culturerdquo.html
Aclarar que Wang evolucionó ideológicamente, aunque siempre anclado en la necesidad de atenerse a las particularidades de China, desde unas posturas aperturistas y liberales a unas claramente nacionalistas y proteccionistas. Expliquemos qué pasó
En dicho texto, Wang expone que la «consciencia colectiva» en los sistemas occidentales se centra en la regulación externa, esto es, regula la acción humana a través de sistemas legales, sistemas políticos, relaciones de poder, etc. para alcanzar objetivos políticos y sociales.
Sin embargo, la «consciencia colectiva» en China enfatiza valores como la sabiduría, la lealtad, la piedad filial, el perdón… la unión del cielo y el hombre con el objetivo de convertirse en un sabio por dentro y un rey por fuera (格物致知诚意正心修身齐家治国平天下).
Esta idea hace que, en China, exista una distinción muy clara entre el líder y el pueblo. Wang argumenta que dichos valores no han mutado y afirma que el confucianismo ejecuta su influencia culturalmente, anclado en la naturaleza humana y su idea pacífica del mundo.
Wang concluye que las ideas tradicionales de la cultura democrática occidental (derecho natural, soberanía popular, contratos sociales, separación de poderes) son contrarias al espíritu de las estructuras clásicas de China.
El problema de la nueva China (contexto: finales de los años 80), por tanto, puede reducirse a crear una cultura social que pueda generar nuevos comportamientos y cambiar las condiciones psicológicas de los gobernantes y los gobernados y su relación entre los mismos.
La cultura, los valores y las actitudes del pueblo son tan importantes como la economía, las instituciones y el sistema en sí. Este es un punto fundamental que rompe con el materialismo ortodoxo marxista.
Como ya hemos apuntado en esta cuenta en muchas ocasiones, el éxito absoluto actual del PCCh, y su apoyo y legitimidad masiva, real, genuina, por parte de los chinos, se debe a que ha sabido incorporarse a la civilización china y no imponerse sobre ella.
Wang creía que la modernidad y el desarrollo materialista que estaba imponiendo Deng Xiaoping deslocalizaba a los chinos y los dejaba sin ninguna referencia cultural autóctona. Sin valores, ni dirección. Esto, según él, acabaría provocando rechazo masivo a las instituciones.
Es así como Wang regenera el «Socialismo con Características Chinas»: podemos aceptar ideas marxistas o extranjeras, pero todas han de anclarse y reflejarse en la flexibilidad que permitan los valores tradicionales chinos.
Tras este texto y convertirse en el profesor más joven de la Uni. de Fudan, Wang viajó a EEUU
Antes de dicho viaje, repetimos: Wang sostenía ideas ciertamente liberales, rechazada la «ideología de izquierdas» y creía en la ulterior democratización (a la occidental) de China.
Con «ideología de izquierdas» parece claro que Wang no sostiene una opinión muy favorable de lo que fue la Revolución Cultural, que para él fue consecuencia de la incapacidad del marxismo de adaptarse a la China de la época. Para él, un mal necesario, aunque ese es otro tema.
Todo cambió una vez vio Estados Unidos de primera mano. Su pensamiento sobre Occidente ya no sería el mismo. Reflejó dichas ideas en ‘Estados Unidos contra Estados Unidos’, en 1991. El libro es una auténtica profecía sobre el Estados Unidos de 2023, por cierto.
Wang había dedicado sus trabajos a encontrar unos valores fundacionales sobre los que asentar al PCCh en China, pero se dio cuenta que la principal fuerza de Estados Unidos era el nihilismo. Rechazó el extremo individualismo del país y que absolutamente todo se mercantilizase.
Argumentó que la mercantilización de todo lo material y espiritual corrompía a la sociedad y que el sistema económico de «conducía a la extrema soledad humana» y «a una extrema desigualdad». Vaticinaba que dicha sociedad acabaría explotando tarde o temprano.
Le alertó la extrema desconexión entre las generaciones más jóvenes y los valores ilustrados. Se dio cuenta de que todo lo que admiraba desde China no existía. Así, al volver a China, se convirtió en un firme opositor a la liberalización del país.
Wang, entonces, empezó a abogar por una civilización china orgullosa, unificada culturalmente, que fuese gobernada por un potente Partido único, que abarcase a todos los chinos. Wang fundó el llamado «neo-conservadurismo» chino, movimiento y corriente líder de la China actual.
Puntos clave: 1) Socialismo marxista. 2) Legalismo, filosofía china. 3) Valores tradicionales confucianos. 4) Ideas maximalistas occidentales sobre control y poder del Estado. 5) NACIONALISMO CHINO.
Lo demás, es historia. Tras una década de los 80 tumultuosa, donde Deng Xiaoping empezó la transformación de China enfocándose solo en lo material, el PCCh necesitaba un anclaje ideológico y un modelo de Estado para legitimarse. Y ahí apareció Wang Huning.
En 1993, Wang llamó la atención de Jiang Zemin ganando un debate en Singapur acerca del modelo de Estado liberal occidental: «El modelo civilizatorio occidental puede que traiga la prosperidad material, pero no mejora necesariamente a la naturaleza humana.»
Se sabe muy poco de Wang Huning. Los que lo conocen dicen que es arisco, que trabaja enfermizamente y que es receloso hasta lo patológico. La verdad es que sobre su batuta se mueve la arquitectura de la China contemporánea: el maestro en la sombra.
Contraargumentos.-
En el mundo han existido y existen 4 ideologías: el liberalismo, el fascismo, el comunismo y las teocracias. siendo el socialismo una evolución europea del comunismo. Pero incluso podemos decir que aun existe otra ideología: el globalismo.
De todas ellas el liberalismo es la que ha tenido históricamente un mayor éxito en cuanto a bienestar y libertades, o sea lo que nosotros entendemos como democracias liberales: estado de derecho, elecciones, prensa libre, etc.
También la historia nos ha demostrado que ciertas culturas son impermeables a esta ideología. Así los países árabes, China, Rusia o Corea del norte rechazan el liberalismo no tanto por su vertiente económica sino por el efecto de arrastre de su decadencia moral. No es posible decir que China es en lo económico comunista ni socialista, es fundamentalmente un mercado casi libre con algunas condiciones. Una de ellas para quien quiera hacer negocios allí, es tener un chino de socio con otras condiciones que no vienen al caso. Lo cierto es que algunos países son comunistas aun manteniendo la fachada de las elecciones como es el caso de Venezuela o Rusia que es un país monárquico (zarista) con la misma fachada de democracias que celebran elecciones, mientras otros como Cuba ni siquiera tienen esa fachada. Dicho de otra forma: mantener esa fachada de democracia parece que interesa mucho a ciertos países aunque no sean en absoluto democráticos y mantengan un control férreo de sus instituciones, de la disidencia política, sus minorías étnicas y de la prensa.
Pero es cierto que la mentalidad de los pueblos hace que ciertas formas de gobierno sean más eficaces que otras en según dónde, estoy de acuerdo con el amigo tuitero en que la mentalidad china está mas relacionada -en función del confucionismo entre otras cosas- con la aceptación de liderazgos casi divinos o providenciales. Pero lo cierto es que mantener la cohesión de un país de la extensión y población de China que no permite ninguna disidencia solo puede conseguirse a través de una fuerte represión. Decir que tenemos una idea equivocada sobre esta cuestión me parece un broma, claro que China es un país autoritario y claro que existen redadas de ciudadanos díscolos o caídos en desgracia y campos de concentración donde se lleva a ciudadanos a «reeducarse» cuyo paradero es imposible de saber.
De manera que sin negar su éxito económico que procede de un sistema hibrido que combina aspectos neo-liberales en lo económico con comunistas en lo social y lo político, he de admitir que a mi personalmente no me gustaría vivir en ese país, donde la policía puede entrar en tu casa y detenerte sin que uno sepa bien y nunca llegará a saber porqué. Lo que sí me gusta es la idea de que, cualquier régimen ha de contar con la idiosincrasia de su población y que la democracia liberal no es buena para todo el mundo. Y lo peor: parece cada vez más que ya no es buena ni siquiera para nosotros los occidentales.
Algo que sucede porque el sistema democrático liberal se ha pervertido, de manera que también estoy de acuerdo en que:
La cultura, los valores y las actitudes del pueblo son tan importantes como la economía, las instituciones y el sistema en sí. Este es un punto fundamental que rompe con el materialismo ortodoxo marxista.
Efectivamente , esta idea se parece mucho más a lo que aquí llamamos ultraderecha que a una idea comunista. Una idea inseparable del nacionalismo. Eso es, los chinos son nacionalistas, es decir los verdaderos opositores al globalismo junto con Rusia y Polonia y Hungría entre nosotros.
Aunque la verdad es que al globalismo le encantaría implantar un régimen global a lo chino: una economía neo-liberal a lo bruto, sin restricciones éticas ni respeto por el medio ambiente (aunque digan lo contrario) y un control sobre la población y sus disidentes bien organizada.Pero los chinos, a su vez, no están nada interesados en una globalización a la occidental, teniendo en cuenta que la globalización es una uniformización de las mentalidades, sin tradición, cultura o religión. Los chinos saben que son ellos los que pueden llegar a ganar esta guerra cultural, económica, científica y militar. No necesitan a los liberales occidentales para ello.
Por otra parte es obvio que las democracias occidentales están pervertidas moralmente y que huelen a cadáver ideológico por sus errores conceptuales que se basan en una carrera de derechos cada vez más delirantes que paradójicamente se vuelven contra sus mayorías . Las democracias carecen de un sistema protector de la propia democracia, carecen de anticuerpos, lo que es lo mismo que admitir que no pueden defenderse de las amenazas que proceden de la inmigración ilegal, la violencia en las calles, los crímenes sexuales, las mafias organizadas, el narcotráfico o los terroristas radicales. Por otra parte su dependencia en su propia de la defensa de USA les situa en una posición de vasallaje que consiste sobre todo en el seguimiento de políticas globalistas poco congruentes con la mentalidad europea. Asi tenemos paises como Hungría o Polonia que se oponen a las directrices woke de las politicas europeas sin nombrar las diferencias entre los paises del Norete y del Sur que van agrandandose cada vez mas.
Mi conclusión es que necesitamos una nueva ideología que tome de cada una de las que ya se han inventado lo mejor de cada una de ellas, pero me temo que ni el globalismo ni los chinos nos dejarán y nos arrastrarán a una guerra de bloques similar a la que estamos viendo en Ucrania: una guerra proxy entre Rusia y USA.
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