Cómo dejar de ser «progre»

La mayor parte del personal no lo sabe pero la palabra «progre» fue un invento de mi generación. Antes de nosotros no había progres sino falangistas y activistas del Sagrado Corazón. Pero aunque la palabra «progre» ha ido derivando a través de otras acepciones profanas, quiero dejar claro cómo era ser progre en los 60-70.

Un progre era un adolescente que se dejaba el pelo largo, patillas y algunos -los que podían- bigote inglés, los más osados vestían pantalones acampanados y botines, los más contenidos aquellas trincas – color camello- que señalaban hacia una pertenencia de origen. Aunque las señas de identidad de la progresía de entonces fue sin duda la música, pues la nuestra era una progresía estética no política como ahora que se ha convertido todo en ideología. Entonces los homosexuales no eran gays sino poetas y los heteros éramos músicos y tocábamos en un conjunto. No había progre sin conjunto y sin seguidoras, grupys las llamaban.

Quiero decir que los progres de entonces no estábamos interesados en la política, aunque los había en la universidad, en los cine clubs y en algunos colegios de curas, pero eran una minoría adscrita al PCE que fue el único partido que plantó cara a la dictadura, pero nosotros los progres auténticos no estábamos por Marx ni por la URSS sino por King Crimson, Yes y Pink Floyd, esos eran nuestros referentes. Naturalmente los políticos estaban en contra del rock y contra las guitarras eléctricas que creían eran una degeneración burguesa del arte, pero perdieron la batalla contra los progres verdaderos que éramos nosotros, los que quisimos ser progres porque estábamos hartos de obedecer a nuestro padre y lo que de verdad buscábamos era follar con aquellas chicas – igualmente progres pero estrechas- que llevaban minifalda o al menos pantalones de pana y no tomaban anticonceptivos que eso solo lo hacían las francesas. Para eso queríamos la libertad, no como ahora hacen los progres postmodernos que la quieren para quitársela a los demás y nos lo van a prohibir todo, el porno, el folleteo, la prostitución, el tabaco en las terrazas y pronto el alcohol. Pero antes de hacernos progresistas del todo hubo que pasar por las drogas, la musica basura y la cutrez, de repente los tatuajes dejaron de ser cosa de legionarios y toreros y pasaron a ser elementos de referencia para la cultura popular.

La hipergamia no había sido inventada ni el feminismo se había revelado como una ideología deconstructiva de la masculinidad y aun nadie sabía que era eso de LGTBI, había lesbianas que estudiaban filosofía y homosexuales polímatas que se metieron en el cine, en el teatro o en el asunto catalanista y triunfaron como algunos que yo me sé. Pero se trataba de estrategias individuales para tocar poder, poder meter o poder medrar en una sociedad que aun mantenía abiertas todas las posibilidades de ser como una opción vital no encuadrada en ninguna pack ideológico.

Dejé de ser progre allá por los 90 y fue una conversión lenta, para nada una apofanía, yo diría que comenzó con Felipe Gonzalez y el desencanto que me produjo su deriva. Para entonces yo ya era médico y había abandonado la música por completo. estaba en el mundo laboral y vivir en aquel periodo de cambio en el mundo del trabajo y también social supuso una vorágine apasionante, no había tiempo para más. Digerir que los socialistas venían a ser un poco como los demás fue un verdadero trance para muchos de nosotros, fue por eso que poco a poco comencé a interesarme por la psicología evolucionista, es decir volví mis ojos a la naturaleza por ver si alguien podía explicarme porqué las ideas naufragan en cuanto tocamos poder. Como psiquiatra mantuve durante mucho tiempo ideas equivocadas sobre el ser humano, pues mi generación procedía de un ambiente casi metafísico, en lo político y en lo religioso. Y aunque yo no era ni una cosa ni otra he de reconocer que ese entorno modeló mis valores y mi manera de pensar, mi mentalidad. Una mentalidad que podríamos definir como «vivir de espaldas al mal». O de que todos podemos ser rescatados de nuestras equivocaciones.

Nuestro despertar fue con el mal del terrorismo de ETA y con otros terrorismos que cada día presidían los titulares de los periódicos como hoy sucede con las noticias de violencia de genero, que abren los telediarios. Los progres de hoy que creen que son progres pero tanto me recuerdan a aquellos monaguillos que dirigían discursos cargados de moralina en las sacristías de algunas parroquias siempre acompañados de guitarras folk y cánticos de grupo para aligerar las misas . Lo cierto es que nosotros los progres ya estamos vacunados de estos discursos como lo estamos también de forma natural contra las picaduras de los mosquitos

En realidad los mosquitos nos pican a todos, es falsa esa idea de que solo pican a ciertas personas que las atraen por su olor u otra cuestión química. Nos pican a todos solo que algunos reaccionan de forma exagerada a través de una hiperinmunidad de base, mientras que otros son picados pero no reaccionan exageradamente. Pero lo más sorprendente es que existe una memoria celular para las picaduras -la teoría del leucocito residente– significa que a veces la picadura de un mosquito puede hacer brotar reacciones hiperinmunes en otras picaduras anteriores. El individuo cree que ha sido picado por varios, pero en realidad solo ha habido uno, que con su saliva nos ha introducido el recuerdo de lo que en otro momento fue una picadura en tiempo real.

Así descubrí que hay personas pro-inflamatorias y personas anti-inflamatorias. Desde los 60-70 solo me hablo con los anti-inflamatorios y es así que los mosquitos no me pican, no porque me conozcan sino porque estoy vacunado.

En conclusión, la idea de que el mundo camina inexorablemente hacia el progreso y que por tanto ser progresista es la mejor opción, es una idea cuanto menos equivocada. Pero yo estoy más convencido hoy de que no es un error sino una maniobra de masas, una ingeniería social para llevar el mundo a una especie de granja orwelliana donde criar ganado insulso y obediente.

5 comentarios en “Cómo dejar de ser «progre»

  1. Es difícil dejar de ser progre, pues en el fondo, la palabra en sí, se refiere a un concepto aparentemente positivo, que es, por supuesto, el del progreso, y a una voluntad de superación, de mejora. ¿Quién, que no sea un desalmado, puede estar contra esto?

    Pero siempre hay un pero. El progreso es simplemente la acción de ir hacia delante, pero ir hacia adelante, simplemente por ir hacia adelante, puede que no sea muy razonable, pues tanto delante como atrás podemos encontrar aspectos no muy deseables.

    Si bien el progresismo tomó forma como tendencia política en las luchas contemporáneas por los derechos civiles y políticos, no es menos cierto que estos movimientos sociales de base naufragaron cuando tocaron el poder, para ser rápidamente fagocitados por la ingeniería social de las elites conservadoras, que originaron ideologías tales como la revolución sexual, el feminismo, el ecologismo, el veganismo, la sexodiversidad LGTI.Etc, entre otros.

    En 1962 se publico ‘La primavera silenciosa’ de la zoóloga Rachel L. Carson iniciando la preocupación social por el medio ambiente. En 1980 la ingeniería social ya aparece, como ideología grabada en piedra, en las llamadas ‘piedras guía’ del condado de Elbert, en Georgia EE.UU.

    En 1982, se aprueba la ‘Carta Mundial de la Naturaleza’ (resolución 37/7) de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En 1987, la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas (Comisión Brundtland), redacta el informe ‘Nuestro Futuro Común’. Siguiendo la recomendación del Informe Brundtland, entre 1990 y 1992 se redactan diversos borradores de ‘carta de la Tierra’, como preparación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra), en Río de Janeiro en 1992, donde se establecen las bases para la Agenda 21.

    La ‘Carta de la Tierra’, promovida en el entorno de las Naciones Unidas y sus organizaciones, fue lanzada en el año 2.000 siendo una declaración internacional de principios y propuestas de corte progresista.

    La Carta de la Tierra pone énfasis en los mismos temas básicos que las ‘piedras guía’: control de la reproducción, gobernanza mundial, la importancia de la naturaleza y el medio ambiente, así como una nueva espiritualidad. La similitud entre las ideas grabadas en las Piedras Guía de Georgia y las expuestas en la Carta de la Tierra reflejan los orígenes comunes de ambos mandamientos.

    Las Naciones Unidas lanzaron su impulso hacia el «desarrollo sostenible», un concepto adoptado por la Asociación Estadounidense de Planificación que desde entonces se ha implementado, al menos parcialmente, en casi todo el mundo.

    Como se ha dicho, la ‘Carta de la Tierra’ sirvió como base para el documento de la ONU conocido como ‘Agenda 21’/Desarrollo Sostenible, al que siguió la actual ‘Agenda 2030’.

    Es difícil mirar las 10 pautas inscritas en el granito de las piedras guía de Georgia y no reconocer temas comunes con las Naciones Unidas, la OMS y sus agendas bien documentadas para despoblar el planeta y promover una agenda de gobernanza global.

    Se publicita la climatología variable de la Tierra, primero como calentamiento global, y luego el cambio climático se identifica con un supuesto exceso de CO2 debido a la actividad de demasiados humanos, no solo hay que mercadear y reducir el CO2, sino también la humanidad. La humanidad es el mercado y el problema.

    Clásicos de la guerra como debilita, divide y vencerás, son utilizados como medios progresistas contra la humanidad. Debilitar: mediante medicamentos, alimentos, transhumanismo e ideologías que dividen y confrontan, como el feminismo, el ecologismo, el veganismo y la sexodiversidad, entre otros.

    Quico, el progre , fue una tira de prensa creada por J.L. Martín que se publicó entre 1978 y 1989 en El Periódico de Catalunya. Quico era un hombre que había sido joven, universitario y revolucionario a principios de los años setenta. En los años ochenta ya casado y con hijos, le crece la barriga y se dedica a ganar dinero. La serie es un reflejo de las contradicciones y el desconcierto de toda una generación.

    Efectivamente, parece que ya estamos en una especie de granja orwelliana donde criar, de manera transhumana y eugenésica, ganado insulso y obediente, a la vez que, mediante una neoversión del programa Aktion-T4 del pasado siglo, se elimina a los ‘Lebensunwertes Leben’, término empleado para designar los segmentos de población que, según la política nazi, no tenían derecho a seguir viviendo, y que por lo tanto debían ser exterminados por el bien de la humanidad. Pese a que la ideología no ha cambiado mucho, la metodología ha experimentado, un gran avance, es decir un gran progreso, puesto que la violencia de los procesos ha casi logrado ser integrada en la sociedad.

    Alguien dijo que un progre es aquél que cree que todo se torna obsoleto, salvo sus ideas.

    A pesar de todo tampoco deberíamos ‘tirar al niño con el agua del baño’. Hay que ir hacia adelante, progresar, pero con pies de plomo. Un lento viaje puede ser más interesante y fructífero que un desplazamiento en avión.

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  2. Bueno no está claro si los movimientos progresistas fueron fagocitados por las élites o si fue al revés. Lo que está claro es que el éxito de estos movimientos que hoy llanos woke procede de una lógica del sistema liberal que siempre tiende a la izquierda. Es muy posible que un determinado momento histórico las élites cayeran en la evidencia de que la mejor manera de dominar el mundo fuera s través de los derechos abstractos y el hedonismo de las masas.

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  3. Probablemente fue una mezcla de factores; los progres que pasaron a formar parte de las elites se volvieron progres conservadores, los conservadores de siempre cayeron en la evidencia de que la mejor manera de dominar el mundo seria a través de los derechos abstractos y el hedonismo de las masas. Lo que parece evidente, es que ambos utilizaron todos los medios de propaganda a su disposición para promocionar, controladamente desde arriba, las ideologías que surgían anárquicamente desde las bases de la sociedad. En este sentido, fueron fagocitados por el sistema.

    A partir de la Segunda Guerra Mundial, la izquierda, que desde su origen existía como alternativa global al liberalismo, modera sus posiciones y se convierte en socio de sus adversarios. De este modo, la izquierda que nació como alternativa al capitalismo, para sustituir al capitalismo; reconoce su incapacidad y adopta el capitalismo como sistema limitándose a intentar mejorar el capitalismo. Como quien dice, ahora, de lo que se trata es de ser capitalistas, pero buenos.

    Si ser de izquierdas se resume en comportarse como personas decentes, civilizadas y razonables, no queda sitio para la derecha.

    «Todos somos iguales, pero los occidentales, más». Este es el capitalismo que deseamos gestionar tanto la izquierda progre, como la derecha conservadora o el wokismo: el de los colonizadores privilegiados.

    Una de las teorías disponibles para explicar el deterioro relativo de las ideologías de izquierda-derecha desde finales del siglo 20 asume que estas pueden haber sido reemplazadas por una nueva escisión materialista-posmaterialista (Inglehart, 1977 y 2007). La dimensión de la “nueva política” (Mair, 2008: 218) supone otro reemplazo ideológico a la lucha de izquierda-derecha. Está representada por un continuo entre valores libertarios (verdes-alternativos-libertarios) y autoritarios (tradicionales-autoritarios-nacionalistas). Cualquiera de estos dos enfoques ideológicos está vinculado a nuevas formas más sofisticadas de identidad política en las que la clase social ya no es el factor determinante, como solía ser.
    Por eso a Quico el progre, le crece la barriga y se dedica a ganar dinero, tan solo quiere mantener su modo de vida sin mancharse las manos. De eso ya se encargan otros.

    El problema es que los países que gravitan en torno a Occidente, lo que pomposamente denominamos ‘comunidad internacional’, (los países de la OTAN y los que gravitan en su órbita), representan tan solo el 20% de la población mundial, y el resto suelen tenernos una cierta resaca histórica por el expolio y trato occidental continuado.

    Quizás deberíamos redefinir el progreso o dejar de ser progres.

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  4. Yo no estoy tan seguro de que la moral no evolucione junto a la cultura, en cualquier caso es evidente que se adapta, pues si evolución equivale a cambio, adaptación significa acomodo, aunque ello no implique que en muchos aspectos sigamos en un mundo paleolítico.

    El progresismo y los progres significaron un cambio, pero se adaptaron acomodándose en el capitalismo acabando por difuminar muchas de las diferencias entre las ideologías de la izquierda y la derecha, afectando a la diversidad del sistema.

    A mi modo de ver; los progres, inicialmente pasotas, se convirtieron, al acomodarse, en progres de la cancelación que apoyan, consciente o inconscientemente, el globalismo unilateral, algo común a muchas de las tribus urbanas.

    Solemos entender el progreso en la versión de avance, adelanto, perfeccionamiento, en el sentido de una reducción de la incertidumbre de la vida humana en su aspecto de comodidad material. Pero la opulencia de nuestra sociedad supone un aumento de la incertidumbre de otras vidas, incluso de las nuestras.

    La vida es incierta, y su seguro de continuidad se encuentra tanto en las variaciones de los palos de ciego de la evolución, como en la capacidad de adaptación de la diversidad de los cambios evolutivos. La cooperación entre su diversidad es la clave de la vida. Seguramente en las sociedades humanas pase algo parecido.

    Pero somos seres contradictorios. Es difícil entender que los mismos progres que rechazan los alimentos genéticamente modificados, para alimentarse de forma natural; sean capaces de fomentar vacunaciones y revacunaciones masivas a la humanidad, con inyecciones experimentales de ARNm, que modifican la genética humana y provocan nefastos efectos adversos.

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