Psicopatología y delirio

Pocas veces se encuentra uno con un diálogo tan fecundo en los videos de youtube, se trata de esa importante intersección que llevan a cabo la psiquiatría y la filosofía. En este caso a cargo de Marino Perez y Iñigo Ongay abordan el tema del delirio. ¿Se puede decir siempre que un delirio es irracional? ¿Es lo irracional la esencia del delirio? ¿Son todas las creencias irracionales delirios?

Parece establecido que la función del delirio es la de estabilizar al paciente psicótico, como dice una máxima psiquiátrica del siglo XIX «Cuando el delirio aparece la psicosis es ya antigua». Ha pasado mucho tiempo de sufrimiento, mucho tiempo de confusión, muchas penalidades, pensamientos absurdos, cenestesias raras, incluso alucinaciones visuales. El delirio es la solución para liquidar todos estos molestos síntomas que a veces identificamos como «trema» o humor delirante, un estado mental insufrible e inimaginable a quién no lo haya sentido alguna vez: una sensación de que algo va a pasar pero un algo que no se puede definir ni identificar.

El problema es que no todos los esquizofrénicos son capaces de construir un delirio y más: no todos los delirios son esquizofrénicos, pueden aparecer en la manía, en la melancolía, y en la paranoia. Nosotros los psiquiatras solemos conceptualizar los delirios en sistematizados, es decir cuando existe un relato coherente sobre el asunto, un contenido que se puede leer como una narración. Decir «me persigue la CIA, porque tengo en mis manos un secreto que puede llevar al mundo a la catástrofe», no es lo mismo que tener una sensación de persecución, de complot, y les llamamos entonces no sistematizados: ciertos delirios comienzan así: con una atmósfera de conspiración hostil, otros fluctúan con el estado de ánimo: «Ayer era Eddy Mercx pero hoy soy Cruyff» como me contaba un paciente maniaco que traté hace años.

También nos guiamos por una cuestión práctica: los delirios esquizofrénicos son fantásticos e involucran acciones de substancias desconocidas o imposibles, rayos, telepatía, cables, ondas de radio: la conocida máquina de influencia. Mientras otros -como los maníacos- responden a estados de grandiosidad donde la identificación radical juega su papel mientras que en la paranoia los delirios son cosas que pueden llegar a pasar: se puede ser perseguido, envenenado, amado en secreto, o ser víctima de una infidelidad.

Lo que me llevo para mi consumo propio es esta idea de Marino Perez:

Existen dos clases de delirios: los delirios ontológicos y los delirios epistemológicos, el delirio ontológico no es propiamente una creencia sino una experiencia que involucra todo el ser, y es además inconmensurable y no puede ser sometido a la prueba de verdad o falsedad, no puede refutarse, mientras que en el delirio epistemológico existe un Yo y un Tu, un sujeto y un objeto: para que exista una creencia ha de haber un sujeto que cree en algo que está sucediendo fuera de él mismo: uno puede ser envenenado por otro, uno cree que puede ser engañado por su esposa con otro. Siempre hay un otro. estos delirios son típicos de la paranoia, pero en el delirio ontológico el paciente también a la larga puede llegar a identificar al autor de sus delirios, identificar a su perseguidor, que en cualquier caso se valdrá de tretas metafísicas para alcanzar sus propósitos siempre malvados.

Vale la pena tomarse una hora para escarbar en el torrente de ideas que fueron vertidas en este dialogo y tomarse muy en serio la idea de Marino Perez de que quizá estamos buscando las causas del delirio donde no hay nada. también vale la pena seguir la argumentación sobre los elementos que se utilizan para construir delirios y que Iñigo Ongay llama fulcros, una palabra que no conocía pero que significa el punto de apoyo de una palanca,
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo /Arquimedes).

Os dejo el enlace de esta sesión

El efecto moiré y el cerebro

Hace unos días me encontraba leyendo un articulo sobre el grafeno y me llamó la atención que ciertos investigadores habían descubierto que sí aproximamos dos placas de grafeno emerge un patrón de moiré.

Me llamó la atención porque yo mismo había usado con anterioridad este concepto de moiré para explicarme ciertos fenómenos mentales a sabiendas de que el citado efecto es muy conocido sobre todo por su uso en los tejidos, en la confección de la ropa, también en el arte gráfico, en matemáticas. física y óptica dando lugar a ilusiones visuales como las que presiden este post.

En realidad el efecto moiré es una ilusión óptica que se genera cuando vestimos camisas de mil rayas como ésta. El lector podrá apreciar que esas rayas tan juntas provocan un fenómeno de sobreelevación o de arrugas en el tejido, por eso hay que andar con cuidado cuando estamos frente a una cámara -sobre todo en TV- de no vestir ciertos diseños como éste, si no queremos que la atención de los espectadores se vaya a la ropa y no a lo que decimos.

El patrón o efecto muaré (en castellano) o moiré (en francés) es una interferencia que se produce cuando se superponen dos superficies con líneas en determinado ángulo. El nombre proviene de un tejido de seda francés llamado moiré porque, al estar formado por patrones de líneas, daba la sensación de que se formaban olas de mar.

Al hablar del campo de la impresión, el muaré es el conflicto que se da entre dos motivos repetitivos. Si la relación de tamaño entre esos motivos varía, el muaré aparece o desaparece de forma poco predecible. En esta web podéis leer algunos conceptos sobre el asunto. Y en esta otra algunos ejemplos más.

Pero lo que a mí me interesó hace tiempo de este concepto es la relación que puede tener en neurociencias, más concretamente en relación con el efecto placebo, un tema más psicológico que abordé en un post que titulé «Ruido y señal».

¿Qué sucede cuando se superponen dos patrones similares y repetitivos sean acústicos, ópticos o informacionales?

Lo que sucede es que se genera un patrón que resulta de la interferencia entre ambos, lo podemos oír en dos patrones acústicos acoplados, ese ruido tan desagradable que se mitiga alejándose de uno de los emisores.

¿Es el efecto placebo un efecto moiré?

En términos cibernéticos ruido es todo aquello que no contiene información alguna, mientras que la señal es aquello que contiene información y por tanto es subsidiario de -sobrepasado un cierto umbral- ser decodificado en términos de información con sentido (significado), procesado y guardado en la memoria.

El problema es que en términos cibernéticos no existe información separada del ruido: vienen en el mismo paquete, es por eso que el cerebro no va a percibir señales limpias desde el exterior sino señales contaminadas que viajan galopando en una base de ruido que no contiene información por sí misma y que nos obliga al esfuerzo de discriminar constantemente lo relevante de lo irrelevante cuando no lo verdadero de lo falso. Y por eso lo importante es la relación, el cociente entre señal y ruido más que los valores absolutos del mismo.

Lo mismo le sucede a nuestro cerebro: posee una actividad intrínseca permanente que es ruido neuronal, es decir el ruido que genera la casi continua actividad de nuestras neuronas incluso cuando no hacemos nada. De manera que tenemos ruido afuera y ruido adentro sobre el que van acabalgadas las señales que contienen información relevante tanto en lo que percibimos de afuera como en lo que predecimos desde dentro.

Naturalmente ese ruido no implica audición puesto que no es una señal acústica que pueda llegar a ser audible por nuestros oídos, ni siquiera es una señal que podamos percibir puesto que no alcanza la suficiente intensidad como para traspasar el umbral de nuestra percepción.

Sin embargo es bueno saber que una señal relevante que comunica algo a alguien es siempre una onda que va montada sobre esos carriles que hemos llamado ruido, de tal modo que el aumento del ruido indefectiblemente dará lugar a una potenciación de la señal. O dicho de otra manera si queremos hacer que una señal traspase el umbral perceptivo una forma de hacerlo es aumentar el ruido del sistema. Otra forma es aumentar la redundancia de la señal, es decir repetirla y otra forma es aumentar directamente la intensidad de la señal.

Eso es lo que hacemos cuando damos a un paciente depresivo un antidepresivo, un analgésico al jaquecoso o damos sesiones de acupuntura a un paciente con dolor neuropático.

Sobre los efectos placebo de los antidepresivos ya hablé en este post pero me gustaría señalar a continuación que: el efecto placebo no solo puede curar las no-enfermedades sino las enfermedades genuinas y que seguramente lo hace a través del procedimiento señalado como incremento del ruido. No porque el ruido en sí mismo provoque cambios sino porque incrementa la señal (en este caso la expectativa de curación) y al aparecer esta nueva señal generada entre la expectativa y el remedio (efecto moiré) el cerebro no tiene más remedio que reorganizarse y esa organización suele tener lugar en el sentido de lo que el individuo espera de ella aunque también puede suceder lo contrario, entonces hablamos de efecto nocebo. Es por eso que los antidepresivos tienen efecto tanto si tocan la serotonina, la noradrenalina o la dopamina, de lo que se trata en cualquier caso es de que el cerebro se desorganice  para encontrar una nueva estabilidad , cosa que tendrá que suceder necesariamente pues ha de adaptarse al fármaco para lo que precisa cierto tiempo, es por eso que los antidepresivos tienen un periodo refractario en que carecen de actividad alguna. Y es por eso que debe repetirse su aplicación, pues no hay efecto moiré sin repetición.

Los políticos saben usar este mecanismo y lo usan con mucha eficacia, generalmente para lanzar cortinas de humo a través de emitir ruido y no prestar atención a otra señal más importante, dado que la información que obtenemos de los políticos nos viene sesgada y triturada por los medios de comunicación (hiperrealidad), no tenemos más remedio que perecer y atender donde el dedo señala en lugar de mirar a la luna. Un ejemplo de ruido emitido por una ministra del actual gobierno es algo así como esta idea:

«La ley del aborto favorecerá que las mujeres dejen de sentir vergüenza por ponerse un tampax y podamos hacerlo sin escondernos»

Naturalmente en la citada frase todo es ruido, no proporciona información sino una referencia -más que una señal-, la de la menstruación y la higiene intima de la mujer, pero esta frase comprensible en el siglo XIX pierde totalmente su vigencia en el momento actual, es algo así como un retorno a la vaca esférica y una buen forma de desviar debates más provechosos para los ciudadanos cada vez más empobrecidos.

¿Es la psicoterapia un subproducto del efecto moiré?.-

Si el efecto placebo puede explicarse a través del efecto moiré, cualquier tipo de interacción humana donde hay dos emisores y dos receptores participa también de ese efecto. ¿Qué queremos decir cuando decimos que tenemos afinidad, sentimos simpatía, buena onda o atractivo con alguien?¿Qué queremos decir cuando decimos que alguien sabe escuchar?

La psicoterapia puede definirse como una tecnología basada en la conversación entre un experto y un paciente que consulta a partir de unos síntomas de origen psicológico. En la psicoterapia no suelen usarse fármacos aunque también es posible una combinación de ambos. La idea de que la psicoterapia no es más que un placebo es una idea bastante antigua y no ha sido puesta a prueba por la mala fama que arrastra la palabra «placebo» siempre identificada con el engaño. Lo cierto es que sea como sea la efectividad de la psicoterapia es similar al tratamiento convencional con fármacos en las patologías psiquiátricas menores al menos en la población general.

Efectividad de la psicoterapia.-

1)Que la psicoterapia es igualmente de eficaz que los tratamientos médicos convencionales en una muestra aleatoria de pacientes con problemas mentales o emocionales si bien su eficacia aumenta con la repetición de las sesiones y la duración total del tratamiento.
2) Que la variable crítica de la psicoterapia no estaba en la técnica dado que orientaciones diferentes daban los mismos resultados.
3) Que las psicoterapias funcionan por cosas diferentes a las que sus defensores defienden.
4)Que las psicoterapias son más exitosas en un determinado grupo de pacientes y son ineficaces en otros, aquellos pacientes que tienen fácil verbalización, inteligentes, jóvenes, con un gran potencial de cambio y con gusto por el autoexamen, son los mejores candidatos para una psicoterapia. El potencial de cambio y el deseo del mismo son las variables criticas para el logro del cambio.
5) Que el sufrimiento mental no es la misma cosa que la enfermedad o los trastornos mentales reglados y que seguramente aquellos responden mejor que estos últimos.
6) Y que de entre todas la variable más importante de una terapia la personalidad de quien la imparte.

El tema quedó liquidado o casi con estas conclusiones y algo aun más insólito: las psicoterapias eran exitosas o fracasaban por algo que estaba más allá de sus concepciones teóricas. Dicho de otro modo: eran todas igualmente útiles o no lo eran fueran cognitiva, existenciales, dinámicas o conductuales. Y más probablemente el éxito de las psicoterapias se debía a factores comunes, es decir cuando funcionaban lo hacían por algo común a todas ellas y no por lo que los terapeutas especulan.

Y por último: hay algo en el inconsciente del terapeuta que cura y algo en el consciente del pacientes que quiere curarse. Dos plataformas que son complementarias entre sí y que muchas veces dan lugar a anclajes profundos y otras veces a anclajes débiles y burbujas ilusorias pues existe otra cuestión ajena al paciente y al terapeuta: los recursos disponibles.

El paciente lleva una camisa a rayas y el terapeuta otra camisa parecida, cuando se da cierto ángulo que en este caso es la proximidad y la escucha, sucede algo extraordinario: emerge un nuevo patrón que llamaremos vínculo y que es en realidad una negociación, una modificación cognitiva de lo vivido, un cambio en el relato que el paciente nos trajo. Un trabajo creativo llevado a cabo entre dos que pactan una nueva novela sobre lo que sucedió, lo que está sucediendo y lo que podrá suceder.

Esta forma de pensar la psicoterapia excede lo que en términos clásicos llamamos transferencia y contratransferencia. En realidad lo que se transfiere es el rayado de la camisa de cada cual que puede ser muy parecido o en absoluto concordante con la plataforma ajena. Simplemente hay rayados que son compatibles y rayados que no lo son, como sucede en el amor: ese otro encuentro mágico.

Si el lector quiere profundizar en los riesgos de la psicoterapia le aconsejo que visite este post

El malestar de las muchachas

Hace pocos días me invitaron a un foro de esos donde el organizador lleva a un profesional añoso, ya retirado como yo que sirva de contrapunto a las ideas de otros miembros más jóvenes a fin de que surja -como se dice ahora- un debate sabroso. El tema era la salud mental así en general, de manera que aproveché la primera pregunta que me hizo en organizador para centrar el tema, que no era otro sino en qué han cambiado las patologías mentales -las de entonces- comparándolas con las de ahora.

Les dije que en mi opinión, el dato más preocupante y al mismo tiempo más fascinante desde el punto de vista de la investigación era la explosión de trastornos mentales en la infancia-adolescencia. Preocupante sobre todo, era la enorme cantidad de niñas (y digo niñas por no hablar de menores) que presentan patologías severas que años atrás o bien no se conocían (o eran muy raras) o bien se producían en los adultos. Se trata de niñas de la ESO es decir de educación secundaria, que en nuestro país abarca las edades de 13-16 años. De manera que ha habido un adelantamiento, una especie de precocidad en la manera de presentarse los problemas psiquiátricos y psicológicos y al mismo tiempo tenemos la impresión de que estos problemas en gran parte se «contagian» y más que eso: tienen más que ver con el modelo de sociedad en el que viven estas muchachas que en causas que pudiéramos llamar intrapsíquicas. Dicho de otro modo, se trata de problemas más contextuales que morfológicos, mas sociodependientes que psicodependientes y donde sin embargo la psicologización de nuestra sociedad tiene mucho que ver con su aparición y los conceptos que manejan los pacientes, aprendidos de memoria, de un modo dogmático.

«Yo lo que quiero es estar bien conmigo misma»

«Soy un hombre atrapado en un cuerpo de mujer»

Obsérvese cómo estas frases contiene no poco de esa psicología pop -en realidad metafísica- que circula por las redes y que suelen decir las chicas que padecen un trastorno alimentario o aquellas que sienten disconformidad con sus cuerpos y se identifican como trans, una vez han decidido que lo que les sucede es que su esencia no coincide con su cuerpo sexuado.

Como el lector sabrá este problema ha explotado recientemente y el lector puede leer este post sobre el libro de Abigail Shrier, donde podrá ponerse al día del fenómeno.

Pero si pongo el ejemplo de los TCA y del fenómeno trans es porque estoy convencido de que se trata de fenómenos emparentados, se contagian ambos y además -entonces no lo sabíamos- los TCA son la punta del iceberg de una serie de malestares de las muchachas en nuestro tiempo. Una forma de vehiculizar malestares inespecíficos.

La siguiente pregunta que me hizo el entrevistador fue esta: ¿Y a qué se debe ese malestar?

El escape de la femineidad.-

Naturalmente existe una continuidad entre lo que pasa hoy y lo que pasaba hace unos 10-15 años. Entonces lo que sucedía era algo invertido a lo que pasa hoy. Había muchos chicos que sentían que no encajaban en los modelos masculinos y llegaban a la conclusión de que eran homosexuales. Lacan habló de un empuje hacia la mujer (la puissance a la femme), es decir una atracción por lo femenino que no se manifestaba en una atracción física sino en una identificación con lo femenino muchas veces convertido en farsa. Este fenómeno no ha desaparecido sino que se ha normalizado al mismo tiempo que la conducta homosexual ha pasado a formar parte de «lo normal y aceptado» en una sociedad.

Del mismo modo, en los problemas de disforia de género había un predominio de chicos que iniciaban su transito a chicas, si bien la casuística era muy baja, tanto que solo he visto dos casos en mi vida. Sin embargo en los últimos años se ha invertido la prevalencia y las chicas son mayoría tanto que Suecia que fue pionera en estos tratamientos de transición de genero ha levantado todas las alarmas al declarar que en los últimos diez años las consultas y peticiones de transición de género han aumentado de forma espectacular, un 1500% en niñas de 13-17 años.

Naturalmente este fenómeno está emparentado con la prevalencia de los trastornos alimentarios con una diferencia: estos trastornos son considerados trastornos y reciben atención médico-psicologica mientras que la disforia de género o demandas de transiciones en esta población no son consideradas patologías y reciben un tratamiento afirmativo, tal y como podemos ver en este post sobre la disforia.

En mi opinión estamos asistiendo a un escape de la femineidad en estas niñas que se manifiesta de este modo y aunque hay autores que lo achacan a una masculinización de las niñas –Lola Lopez Mondejar habla del modelo Tinder y la adopción por parte de las chicas del «one night stand«- pero yo creo que es algo más profundo, un malestar que roza un vacío: ¿Qué es una mujer?

Y lo cierto es que no existe un modelo atractivo de mujeres para las niñas que han de escoger – una vez liquidada la identificación maternal- entre la mujer «empoderada», para las que la mayor parte de ellas no están preparadas o la «mujer florero» que enseña las nalgas en Instagram, algo a lo que la mayoría de chicas ni pueden acceder y probablemente tampoco quieran. Mientras tanto las feministas siguen empeñadas en combatir los estereotipos de genero, pero parece que están más interesadas en combatir los modelos masculinos que los de ofrecer a las muchachas un modelo atractivo que incluya la función social de la mujer que sigue siendo la maternidad: el eje vertebral de la sociedad.

En el citado debate que mantuvimos sobre las causas del malestar me gustaria destacar la clase de argumentos predominantes: los que sitúan la causa en los hombres o el patriarcado o el machismo, la desigualdad y etc. De entre ellos me gustaría citar algunas perlas:

-«Porque ser mujer es ser esclava de una opresión».

-«Los hombres no nos tratan como iguales, yo tardé mucho tiempo en darme cuenta de ello».

– «Las miradas de los hombres me ponen enferma, gente que podía ser mi padre o mi abuelo me miraban de un modo asqueroso».

-«O eres objeto o eres víctima».

-«La femineidad no es practica».

-«La femineidad es como quieren los hombres que sean las mujeres».

-«Porque ser mujer es incomodo, tacones, prendas apretadas, peluqueria, cosmeticos, sostenes», etc.

Bueno, la mayor parte de las opiniones que recibí proceden de estos ámbitos que podríamos llamar casi traumáticos, la visión de las relaciones en forma de opresión, las miradas indiscretas, la victimización, etc. De tal forma que siguiendo ese protocolo casi que lo mejor seria que chicos y chicas hicieran la ESO de forma segregada. ¿Mejoraría esta segregación la situación de las niñas? No lo creo, pues la mayor influencia de una niña son las otras niñas y no los niños.

Lo importante es señalar que estas respuestas son de mujeres adultas, no proceden de esas niñas que sufren ese tipo de problemas que más arriba dibujé, de manera que no tenemos más remedio que especular y hacerlo teniendo en cuenta de forma simétrica lo que les pasa a los chicos de hoy que también presentan ese desquicio -aunque manifestado de otras formas- trataré ahora de dar mi opinión sobre la procedencia de este malestar:

La hiper-psicologización.-

Una de las características de la crianza de hijos actual en las sociedades opulentas, es la idea de que cualquier malestar, enfado, discrepancia, sufrimiento, comparación o conductas inapropiadas de nuestros hijos son debidos a una patología. Los padres actuales están muy involucrados en la crianza de sus hijos y no toleran la mínima adversidad en su trato ofreciendo continuamente explicaciones psicológicas a su malestar y consultando todo tipo de especialistas en edades muy tempranas. Hay un horror al TDH, a los trastornos del aprendizaje o del espectro autista, al bajo rendimiento escolar o a los deficits de crecimiento y maduración de los niños. Los padres aspiran a que sus hijos sean felices y que tengan éxito, sobre todo éxito. Estas niñas con frecuencia no hay tenido escarceos sexuales, ni se han masturbado nunca y por supuesto no fuman. Sin embargo son capaces de declararse del otro sexo sin saber muy bien cómo llevar adelante su propio proceso de identidad o bien iniciar una dieta sin tener en cuenta las consecuencias y negando sus efectos sobre su salud.

La identificación negativa con la madre.-

Las niñas no quieren ser como su madre, cada una de ellas por una razón. Y ninguna de estas niñas se plantea ser madre y no dudan en castrarse (La anorexia es una forma de anovulación natural), o bien transicionar de género no tanto para ser hombres sino para dejar de ser mujeres. Parece que el contagio es la forma que puede explicar este aumento explosivo de casos en ciertas sociedades.

El contagio procede de la socialización.-

Los chicos y las chicas tienen distintas formas de socializar pero tanto para ellas como para ellos, ser aceptados por el grupo es vital.

Para una niña de esta edad es muy importante ser miembro de un grupo. ser aceptada por él y evitar la exclusión. es vital para todos los niños esa aceptación pero para las niñas lo es aun más.

Lo cierto es que el contagio es más potente en ciertos sexos (el femenino) y en ciertas edades (la adolescencia) y los psicólogos que estudian la influencia de pares se preguntan porque la histeria por ejemplo se contagia y se propaga tan fácilmente entre las muchachas. Amanda Rose ha estudiado este fenómeno y explica: «A diferencia de los chicos cuando escuchamos a las chicas hablar entre sí es mucho más probable que respondan con declaraciones de validación y apoyo más que con cuestionamientos». Las chicas socializan hablando, hablan de sus cosas, construyen relatos pormenorizados de su vida interior, pero no solo eso sino que encuentran en sus oyentes justificaciones para seguir sintiendo lo que sienten. Por esta razón las adolescentes son más propensas a asumir la depresión por la que está atravesando una amiga y a deprimirse ellas mismas.

A Amanda Rose le debemos el concepto de co-rumia que ha detectado en las relaciones entre pares femeninos. Se trata de la discusión excesiva de una dificultad, una especie de sobrecalentamiento argumental de un problema, lo que hace que las relaciones entre chicas sean más fuertes y sobre todo más peligrosas a la hora de asumir las dificultades de la otra.

Otro fenómeno descrito por la Dra Rose es la persecución excesiva de consuelo y la búsqueda de retroalimentación negativa en la que alguien mantiene una sensación de control al procurar confirmar con los demás su baja autoestima. Hay que recordar ahora que la mayor parte de las personas necesitan mantener el control sobre sí mismas y la conducta ajena y que siempre será preferible sentirse culpable o con una autoestima baja si no se pierde el control.

Y no cabe ninguna duda de que la anorexia mental es un ejercicio de control radical. Mantener el control de la situación es muy importante para las chicas.

La rivalidad intrasexual.-

La rivalidad intrasexual es una variable que procede de la psicología evolucionista y a la que se le da muy poco valor en los estudios psicológicos o sociales sobre estos problemas que abruman a la población adolescente. Hay que recordar ahora que una niña cuando sale de Primaria y se integra en la Eso transiciona de un entorno maternal a un entorno donde ha de vérselas no solo con compañeros y compañeras de su misma edad sino también con todos los que son mayores que ella. A los 13 años puede empezar a sentir los dardos de los chicos sobre su cuerpo, las burlas sobre su peso o la crueldad con todo aquellos que la estigmatice, sea peso, acné, ropa, tetas, psoriasis, orejas de soplillo, etc.

Cualquier cosa que la señale tiende a estigmatizarla, del mismo modo sucederá si es la más guapa, o la mas fea, la más popular o la más desvergonzada, la «empollona» o la retraida. Los grupos siempre presionan hacia la mediocridad (el termino medio) y se trata de un hecho que sucede no solo en las chicas sino también en los chicos.

Pero lo importante es señalar que la exclusión procede del grupo de iguales, es decir son las chicas las que excluyen a las chicas y lo hacen movidas por la rivalidad intrasexual.

Para una adolescente ser aceptada por el grupo y al mismo tiempo ser atractiva para el sexo opuesto es más que un deseo comprensible, es vital, una cuestión de supervivencia cuyos aprendizajes cada vez más precoces y relacionados con el galanteo y el apareamiento tienen un singular parentesco con los desordenes alimentarios. Algunos autores como Abed han llegado a proponer la hipótesis de que la competencia sexual entre mujeres es la causa de los trastornos alimentarios.

Una forma de desbordamiento que procede de la incapacidad de mantener sinergias entre dos deseos aparentemente contradictorios: ser aceptada por el grupo y ser atractiva.

Naturalmente el tema no está resuelto pues la complejidad de las relaciones junto a los malestares que proceden de la propia familia forman un entramado de causas y efectos circulares que oscurecen la realidad de cada caso. Lo importante es comprender que cada niña es un caso único y aunque con fines de investigación hablemos de los malestares de las muchachas, es obvio que el grupo de iguales tiene a su vez varios subgrupos, por ejemplo no es lo mismo las chicas que tienen exito con los chicos y que gracias precisamente a ese éxito son capaces de construir complicidades con las menos atractivas.

¿Quién no ha sido o ha querido ser amiga de la guapa de la clase?

Pero al final la suerte de la fea la guapa la desea.

Si llegas a los 18 sin traumas escolares graves podrás empezar a madurar.

Y madurar significa darse cuenta de que tu malestar es utilizado políticamente en tu contra.