Una fábula contra-factual

¿Qué pasaria hoy si Trump hubiera ganado las elecciones en USA en 2020?

¿Crees que hubiera habido de todos modos una guerra en Ucrania?

Se trata de una fabula contrafactual, algo parecido a la ficción pero que discurre en el pasado en lugar del futuro donde siempre se suceden esas utopias y distopías que llamamos ciencia o política ficción. Se trata de un artefacto literario, pues es en la literatura donde podemos articular ese fenómeno que llamamos «suspensión de la operatoriedad» y que pone contra las cuerdas el concepto de hipótesis que siempre se ha de verificar en el futuro. ¿Pero podemos llevar a cabo una hipótesis contrafactual? Si, podemos hacerlo siempre y cuando aceptemos que sea cual sea esta hipótesis ya forma parte del metaverso, de esa nube de posibilidades que pudieron ser pero que ya no son operativas. Sin embargo nos permiten pensar en lo que sucede hoy y puede suceder mañana a poco que seamos capaces de tejer flechas de causalidad. Se trata pues de un experimento mental y cualquiera de mis lectores pueden dejar en los comentarios su opinión.

Es por eso que yo creo que esta guerra, de ser Trump el presidente no se hubiera llevado a cabo. Argumentaré ahora esta hipótesis.

El trilema de Rodrick.-

paradoja

El trilema de Rodrik o también llamado el trilema imposible, descrito en su libro, «La paradoja de la globalización» señala que es imposible conseguir al mismo tiempo, la globalización económica, la democracia política y la soberanía nacional. Las tres opciones simultáneas son incompatibles por lo que nos veremos obligados a escoger sólo tres de ellas. Y por supuesto a globalización es incompatible con la democracia.

-Soberanismo sin democracia, la que lleva a cabo Putin.

-Soberanismo y democracia, la que llevó a cabo Trump.

-Globalización sin democracia, la lleva a cabo Biden con sus falacias bien conocidas: argumentos morales y democracia como bandera.

El partido demócrata americano cuya cabeza visible es hoy Biden es probablemente el motor que lleva a cabo ese proyecto que llamamos globalización, al que no solo se oponen Rusia y China, sino todo el mundo árabe. Las razones de esta oposición son más de mentalidad y tradición que de intereses y tienen que ver con conceptos clave en la antropología humana: los rusos son un pueblo conservador y de raíces cristianas y no quieren verse absorbidos por ideologías estúpidas que hoy gobiernan gran parte del mundo protestante y anglófono con sus delirios feministas, sus cabalgatas gays o sus cuotas de poder regaladas a las llamadas identidades minoritarias. Naturalmente estarán de acuerdo con la «cancelación» si bien el Gulag en el caso de Rusia sustituye a la expulsión de la universidad. En este sentido es siempre mejor una ideología democrática donde se respeten ciertos valores humanos que la que viene produciéndose en Rusia y China con los opositores. No es de extrañar puesto que estamos hablando de países con regímenes dictatoriales. No son democracias sino tiranías más o menos encubiertas, pero sí usted cree que esta guerra va de democracias contra dictaduras le adelantaré que está muy equivocado.

El paradigma moral que acusa al Kremlin de esta guerra contra Ucrania parece obvio. ¿Quién puede estar a favor de bombardear un país y matar indiscriminadamente niños, ancianos y enfermos? Ahora bien, las guerras no se previenen ni se acaban con argumentos morales y mucho menos pueden estos paradigmas explicarlas.

El paradigma geopolítico también parece un poco insuficiente para explicar esta guerra. Los militares no son tontos y saben ya a estas horas que invadir un país no es fácil, sobre todo cuando la población se resiste que es casi siempre y menos aun perpetuarse en él, cambiar el gobierno y asentarse en el mismo durante mucho tiempo. El ultimo país que fue conquistado de ese modo fue la Alemania nazi después de la pinza que aliados y rusos montaron sobre Berlin en 1945. Después de esto no ha habido ningún país que haya logrado invadir a otro por la fuerza, ahí está Afganistán, Vietnam, Irak, Libia para demostrarlo. Las guerras ya no pretenden ocupar espacio vital como en la época del Reich sino en cualquier caso enclaves estratégicos como Crimea cuya adhesión se saldó sin víctimas o dejar a un país en la ruina propiciando un lento despegue a largo plazo, un Estado fallido. Las guerras se hacen por otras razones, son en este sentido cortinas de humo para hacer otra cosa o propiciar que se haga otra cosa. Es muy evidente que a Rusia no le hace ninguna gracia que Ucrania entre en la OTAN, como no le haría a China tener una Corea unificada en su frontera y que le pase como a Hong Kong. Pero se equivocan quienes piensan que esta guerra se ha llevado a cabo para liberar dos regiones de Ucrania con mayorías rusas. Hay una prueba irrefutable Rusia no ha sacado toda su potencia letal y se ha conformado con una guerra de low cost con reclutas y artillería.

Donald Trump era soberanista y demócrata pero intuyó que la prosperidad de China era la ruina de USA propiciada básicamente por la deslocalización de la producción de ciertos bienes y que si bien ha contribuido a disminuir la pobreza de algunos países, tuvo consecuencias nefastas en las economías mas fuertes del planeta sobre todo en USA. El paro ha sido la consecuencia de cierres patronales de empresas que han desplazado sus factorías a países donde la mano de obra y los costes empresariales son menores. La libre circulación de personas con permeabilización de las fronteras ha sido otra de las consecuencias de esta globalización con las secuelas conocidas por todos los occidentales, algo que ha venido en llamarse multiculturalidad, una forma de blanquear estas dificultades a veces insuperables que llamamos integración.

De manera que podemos decir con toda claridad que la globalización ha sido una buena idea para las élites financieras y también para ciertos países que han visto disminuir su pobreza consuetudinaria.

Volviendo al trilema de Rodrik, lo que este autor apunta es que es imposible aspirar a la globalización al tiempo que se mantiene la democracia o la soberanía nacional. De las tres hay que elegir a dos. Trump eligió la soberanía (junto a la democracia) y China optó por la globalización que en cualquier caso la beneficia y la soberanía pero renunció a la democracia y Rusia optó por el soberanismo sin democracia. La UE es un ensayo general de algo más complejo: de lo que se trata es de un experimento de supranacionalidad que necesariamente ha de sacrificar la soberanía de sus miembros en aras de esa entidad que llamamos Unión Europea, algo muy alineado con las tesis globalistas.

El problema es que la Unión europea es en realidad una unión a la alemana en la que apenas caben los países latinos, Francia, Italia y España-Portugal no encajan bien en ese proyecto que parece pensado para sesudos alemanes y  beatos calvinistas. Un proyecto donde los ricos han impuesto sus condiciones a los países del Sur, como ya vimos en Grecia y posteriormente hemos visto como los países de Europa del Este (Polonia, Austria, Hungría) se han sumado al descontento oponiéndose a la inmigración tanto como a la austeridad para llevar a cabo políticas fiscales globales. De manera que el proyecto de la UE, después de la salida de UK, parece hallarse en un impasse, donde el descontento parece haberse transformado en una opción política más, que ahora se articula en una serie de partidos que reciben la etiqueta despectiva de «ultraderecha», cuando en realidad son partidos que cuestionan esa cesión de soberanía a ese ente burócrata con sede en Bruselas.

Pero además sucede otra cosa: la UE juega al disimulo con sus aliados naturales (USA), en realidad USA y la UE son competidores con la balanza de pagos a favor de esta ultima. USA a través de Trump inició un proceso de renegociación de las condiciones comerciales con la UE y la amenaza de desmantelamiento de la OTAN puesto que se cansó de pagar por la seguridad de Europa mientras Europa le ofende continuamente a través de alianzas chavistas, castristas y gobiernos de izquierdas en general, como hace nuestro país desde la época de Zapatero. Lo cierto es que no hay un enemigo común y la UE juega a la ambivalencia desde hace mucho tiempo.

Trump planeaba dejar que Europa se las apañara sola y que decidiera cuales eran sus reclamos de seguridad sin el concurso de la OTAN. Que se pagara un ejercito propio si es que temía ser invadida por Rusia hasta que llegó Biden e invirtió este programa recrudeciendo la postura de la OTAN, algo que viene también de la mano del gas y de sus propios intereses. A USA le interesa que Europa deje de comprar el gas ruso y se lo compre a ellos aunque sea mucho más caro (gas licuado y transportado en barco). Y esta parece ser una parte de la jugada. A mí personalmente me parece que hemos de comprar el gas a quien nos lo venda más barato o a quien nos convenga. ¿Por qué no comprar el gas a Rusia o a Argelia? ¿Solo porque son comunistas?

El argumento moral tiene pocas probabilidades de instalarse en un país como Alemania, ellos seguirán comprándole el gas a Putin aunque sea a escondidas. Mientras tanto en nuestro pais el «tracking sigue siendo ilegal a pesar de que lo acabaremos comprando a USA donde no lo es por orden de la UE.

Lo cierto es que Biden y su prole tienen intereses poco limpios en Ucrania, algo que ya había sido denunciado por Trump y que fue negado no solo por el partido demócrata sino silenciado por casi toda la prensa norteamericana. Ahora los periódicos serios dan marcha atrás y comienzan a destapar la verdad sobre el asunto. Al final es verdad eso de que en Ucrania había laboratorios biológicos clandestinos.

De manera que sí renunciamos al paradigma moral y al geopolítico nos encontramos de bruces con el paradigma globalización-soberanismo. Y con Trump no hubiera habido guerra Rusia-Ucrania porque tanto Trump como Putin eran y son soberanistas y enemigos declarados de la globalización. La OTAN hubiera sido poco a poco desmantelada o trasladada a otro lugar y Europa habría tenido que definir su política de seguridad. El polo Euroasiático hubiera tenido una oportunidad con Trump que no tenia intereses ni en el gas ni en el petroleo ni mucho menos en Ucrania.

Hay algunas pistas que nos permiten responder a la pregunta ¿Qué busca Putin con esta guerra?

Prepararse para el reseteo.

Algunas pistas: 1) Rusia solo aceptará el pago de su gas en rublos que es lo mismo que decir en rublos-oro. Y ¿quién cree usted que tiene las mayores reservas de oro del mundo?

Y otra pista, el próximo día 1 de Abril se pondrá en marcha el sistema cuántico que vendrá sustituir al viejo SWIFT. El dólar dejará de ser la moneda madre en las compras internacionales.

China gana tal como Trump predijo

Un post necesario para entender por qué los enemigos de mis enemigos son mis amigos hasta que dejan de serlo.

La respuesta está en este post

El corazón helado

Este post contiene spoilers, es decir revela datos de la trama de la novela citada, el lector no deberá seguir adelante con la lectura del mismo sí planea leerla.

Confieso que Almudena Grandes (DEP) no me era nada simpática y que de ella solo leí en su día «las edades de Lulu», una novela erótica como se llevaban en los años 80 y que accedió a un premio casi prefabricado para ella (La Sonrisa vertical). Volví a interesarme por su obra cuando sobrevino aquella polémica en el ayuntamiento de Madrid que pretendía hacerla hija adoptiva o ciudadana excelente o algo así. Después, hasta le pusieron su nombre a la estación de Atocha, una especie de sobreactuación de nuestros políticos madrileños. Pero alguien me aconsejó leer este libro que parece que vaya a helarnos el corazón y vaya si lo congela.

Lo cierto que esta es una gran novela y me importa poco si me era simpática o antipática su autora. Una de las mejores novelas que he leído en los últimos años, una novela llena de literatura de la buena, de hallazgos de estilo, una novela polifónica contada a varias voces, de una riqueza exuberante en la descripción de personajes llenos de matices y de dramáticas subjetividades algunas comprensibles e intuitivas y otras no tanto. En cualquier caso una obra maestra.

Se trata de la historia de dos familias de un mismo pueblo (Torrelodones) con un destino divergente en una España desgarrada por la guerra civil, unos -los rojos- con un destino de exilio y de derrota -Ignacio Fernandez- y otros triunfadores -los fachas de entonces- encarnados por un personaje central, Julio Carrión. Ambos prácticamente de la misma edad y con itinerarios distintos, uno en el exilio por comunista y otro en la División azul con objeto de apuntarse al bando vencedor, después de haber pertenecido a un partido socialista, el JSU.

Familia Carrion (fachas)

Familia Fernandez (los rojos)

La narración de Almudena Grandes señala de manera inequívoca a su querencia de izquierdas, pero resulta que no nació durante la guerra sino en 1960, 9 años mas tarde que yo mismo. de manera que Almudena no vivió durante la guerra civil y el sitio de Madrid y todo lo que cuenta lo saca de su memoria familiar y sus narrativas y de los libros que haya podido leer sobre el asunto que básicamente se desarrolla en el sitio de Madrid. Y no lo digo en tono de critica pues nadie puede renunciar ni a su experiencia ni a su memoria, pero la literatura no es un genero periodístico ni historicista, la literatura no busca la verdad, se trata de ficción, es decir de la suspensión de la realidad (Jesus G. Maestro). Pero si la literatura existe es precisamente porque la realidad y la historia sobre lo que sucedió carecen de sentido. Casi todo en la vida y no digamos en la historia pasada carece de sentido aunque todos nosotros nos ocupamos de encontrárselo y a veces hasta lo conseguimos. Y es por eso que necesitamos a la literatura pues nosotros los humanos lo que necesitamos es sentido. Y Almudena Grandes nos lo da mascado y digerido: el sentido de todo lo que sucedió en la guerra civil es fácil de contar: había unos malos muy malos que se alzaron en armas frente a un régimen -elegido democráticamente- de gente buena muy buena, y muy culta y razonable que no hicieron sino defenderse de forma heroica para rechazar a los moros que venían de Africa con el general Franco. Ellos defendían la democracia y la república, la igualdad y la libertad, y siguiendo algunas de sus frases, «todas las personas decentes eran republicanas». Una frase como esta bien valdría para refutar todo el texto pero recordemos que estamos hablando de una novela y esta explicación que es la de Almudena Grandes -a través de la boca de Alvaro Carrión- es una frase tolerable en una novela pero intolerable políticamente.

En realidad hay quien piensa que la guerra comenzó en Julio de 1936 con el Alzamiento de Franco pero es lo mismo que pensar que todo lo que sucedió en España y Europa pongamos 5 años antes no existió nunca. La República fracasó porque el Frente popular respondía a intereses muy diversos entre los partidos que lo componían, entre otros los intereses soviéticos y alemanes y porque fue incapaz de frenar los abusos, incendios y asesinatos previos a Julio de 1936. No supo o no pudo controlar a las huestes de anarquistas e incontrolados que incendiaban conventos, atacaban a la gente conservadora de derechas o daban paseillos a quien era denunciado por algún vecino envidioso. De manera que la guerra no empezó en 1936, sino quizá en 1931 y desde luego no se trataba de una guerra entre demócratas y autócratas -esa es una versión sencilla para gente sencilla- sino de una guerra multipolar donde los intereses de la URSS, Alemania. El Reino Unido e Italia se dieron cita en España por una confluencia de circunstancias que facilitaron el dislate.

La guerra es el entorno más adecuado para que la gente apolítica se polarice. Evidentemente si yo hubiera vivido en Madrid en 1937-38-39 bajo las bombas del ejercito sublevado y sufriendo el hambre y la carestía me hubiera puesto en contra de quienes me bombardeaban. Si a alguien le matan a un padre, a un hijo o a un hermano en una guerra no dudará en ponerse en contra del agresor y a favor del contrario, como hoy sucede en Ucrania. Para un ucraniano el malo -y no digo que no lo sea- es Putin. Para los madrileños de entonces el malo era Franco, del mismo modo que para los familiares de aquellos que fueron víctimas de aquellos asesinatos llamados paseillos, los malos eran los rojos, sin distinción. Todavía hoy existen descendientes de los crímenes de Paracuellos, habría que hablar con ellos para saber qué piensan de los ejecutores de aquel crimen en masa. Es natural, los seres humanos solo tenemos una experiencia y una memoria, de manera que es inútil poner a pensar a una víctima sobre los recónditos abstractos que explicarían la guerra desde un punto de vista neutral. Las víctimas carecen de neutralidad.

Lo cierto es que fuera quien fuera el fusilado, el paseado, el exiliado o el prisionero, en casi todos los casos (digo en casi todos porque hubo muchos asesinos reales), no existen explicaciones que den sentido a esas muertes. Nadie merecía ser asesinado o ejecutado en un paredón fuera del bando que fuera, si es que leer el ABC, ir a Misa o tener un carnet de UGT es pertenecer a un bando.

Lo cierto es que la mayor parte de españoles no eran de ningún bando, casi nadie militaba en los partidos políticos, en los sindicatos o participaba en la vida política, la gente común era indiferente a la política, y esa es la memoria que yo guardo de mis abuelos que vivieron también esa guerra: gente muy acostumbrada a sufrir estoicamente y a vivir con poco, pero eso si, siempre con el fruto de su esfuerzo. Podríamos decir que el nivel de adhesión política era muy bajo y hay que recordar que España en aquella época era predominantemente rural y que no existían medios de comunicación universales como sucede hoy. La mayor parte de los trabajadores agrícolas eran analfabetos y no leyeron un periódico en su vida. Su nivel de conciencia político era por consiguiente inexistente y esta es la razón por la que el frente popular perdió la guerra, pues el único partido que tenia cohesión organizativa y disciplina era el PCE que fue barrido por un golpe de Estado del que se ha hablado muy poco. Me refiero al golpe del coronel Casado partidario de dar la guerra por perdida frente a Negrín que pretendía -siguiendo las consignas soviéticas- resistir hasta el fin. Casado que triunfó en todo el territorio español liquidó a buena parte de los comunistas combatientes debilitando así el frente de Madrid y en toda la España republicana, de modo que la República tuvo un golpe dentro de sí misma que no procedía del otro bando sino de una escisión interna que tuvo mucha influencia en el desarrollo de la guerra. Para empezar Ignacio Fernandez que era un capitán comunista se vio obligado a exiliarse en Francia después de un largo periplo huyendo tanto de sus compañeros milicianos anarquistas como de los del bando nacional. Y al llegar a Francia le metieron en un campo de prisioneros. Un sin sentido.

Este capitán comunista es sin duda el héroe preferido por Almudena Grandes, un personaje que aparece un tanto mitificado e idealizado, claro que la autora tiene todo el derecho del mundo a elegir a quién idealiza, si lo comento aquí es para señalar que en esta novela hay muchos personajes que idealizan a otros y también personajes que devaluan o condenan a otros. Y ya en clave intencional psicológica voy a hablar de esos personajes que en mi opinión revelan muchos datos de la personalidad de Almudena Grandes.

El dilema moral de Alvaro Carrión.-

Alvaro es uno de los cinco hijos de Julio Carrión, el triunfador, el simpático, el hombre de negocios que se hizo rico robándoles las propiedades a los Fernandez, un buen padre y un tipo excepcional a pesar de que Alvaro nunca quiso ser como él. Hay en toda la novela una contradicción entre el cariño que tiene a su padre y el repudio que le genera ese mundo de los negocios inmobiliarios donde sus otros dos hermanos han logrado encajar perfectamente. Alvaro es físico y profesor universitario, le va bien en su profesión, en su vida y en su matrimonio, pero es rico por poderes y esa riqueza parece que le pesa como una losa. Podríamos decir -poniéndonos freudianos- que Alvaro se siente culpable de vivir tan feliz, una vida organizada y predecible, algo que se vendrá abajo cuando conoce a Raquel Fernandez Perea, nieta enamorada de su abuelo Ignacio y porqué no decirlo, obsesionada por impartir esa especie de justicia privada que llamamos venganza.

¿Pero por qué Alvaro se siente culpable si él no ha hecho nada?

Eso mismo decían los familiares de los miles de fusilados, represaliados, exiliados, expoliados, humillados. «Si él no ha hecho nada», «si nunca se apuntó a ningún partido» » si no sabía qué significaba la palabra fascista a pesar de que le acusaban de ello». Si no había hecho nada.

De manera que la culpa es anterior a la falta como decía Freud, la culpa atraviesa las generaciones en busca de una lucidez, de un querer saber. Se equivocan los curas cuando dicen que uno solo es culpable de lo que hace, que solo podemos pecar individualmente, que no tenemos ninguna culpa de lo que hicieran nuestros ancestros. Todo en el inconsciente parece negar esta idea: la culpabilidad es un sentimiento por poderes, algo que se hereda, como cualquier patrimonio por vía paterna.

Naturalmente Alvaro y Raquel se enamoran, mas que un amor un reencuentro de almas gemelas e invertidas y entre ambos se teje la trama y desteje la memoria, aquí Almudena está magistral en esa oscilación constante entre distintas voces que van aclarándole al lector los antecedentes y el porvenir de lo que está por suceder. Raquel y Alvaro son los verdaderos protagonistas de la novela y los que identifican el presente actual con las cargas que ambos comparten de una vida paralela destinada al encuentro, a una síntesis.

No hay mas remedio que recurrir a «Los miserables» y a la psicología de Jean Valjean, aquel personaje shakesperiano que se debate entre la maldición (de su familia, de ser hijo de quién es) y la redención que procurará a través del amor de Raquel. A ella le pasa un poco lo mismo que a Javert el eterno perseguidor, justiciero de Valjean, que solo puede redimirse a través de Alvaro.

Piense usted ahora ¿qué sentiría si a la edad adulta supiera que su padre había sido un asesino, un ladrón, un delator y que hubiera confiscado los bienes de aquellos que asesinó?

Hay varias soluciones a este dilema:

1.- Negarlo todo, hacer caso omiso a todas las pruebas que se te presenten. Es lo que hace Rafa.

2.- Justificarlo. «eran otros tiempos», «vete a saber qué pasó, etc». Es la posición de Julio.

3.- No querer, saber, no querer ver, no querer oir. Es lo que hace su hermana Clara.

Alvaro opta por saber, por saberlo todo, por buscar explicaciones a todo y a abandonar su posición de comodidad en una familia organizada en torno a la memoria de un padre ideal con varios esqueletos en el armario. Podríamos decir que el único que acomete el parricidio simbólico es el propio Alvaro que será por ello repudiado por su familia que le percibe como una amenaza, pues la verdad siempre es amenazante. Pues Alvaro no se conforma con saber pretende que todos sepan qué pasó, pretende que todos vean lo que él ha visto en un ejercicio de hipermoralidad acusatoria frente a su familia.

Solo así puede perdonar a Raquel y solo así puede Raquel perdonarse a si misma sus intenciones que no eran demasiado honestas e incluso favoreció la muerte de Julio Carrión después de tratar de sobornarle con las pruebas documentales de sus expolios.

En conclusión, una gran novela que tiene muchas lecturas y múltiples interpretaciones solo añadiré que me parece un artefacto poco creíble que Raquel mintiera a Alvaro diciéndole que había sido amante de su padre. No sé usted, pero sí a mí me hace esa confesión una mujer atractiva, inmediatamente me deja de interesar. Hasta ahí me llega a mí la pulsión parricida.

Edipo siempre sobrevuela.

Las guerras entre oligarquías

Ayer le hicieron a Javier Cercás una entrevista en TV a propósito de su ultimo libro, una nueva entrega sobre su héroe a mitad camino entre policía y bibliotecario, llamado Melchor Marín, sobre el que seguramente volveré en otro momento, lo que me llamó la atención de esta entrevista fue la pregunta que le hizo el entrevistador sobre el tema de estos días ¿Qué opina de la guerra Ucrania-Rusia? Es inevitable para un periodista preguntar eso aunque no venga a cuento de la ultima novela del entrevistado. Pero la contestación e Cercás me dejó aun más perplejo: «Se trata de una guerra entre las democracias y el comunismo». Esta es la narrativa oficial y debe ser por eso que tanta gente -incluso inteligente- la cree y la repite hasta la saciedad.

Lo cierto es que el comunismo ya no existe diga lo que diga Jimenez Losantos, tampoco las democracias; existen otras cosas que se le parecen, una especie de sucedáneo. Lo comprendí perfectamente durante la pandemia donde esas democracias se saltaron a la torera todas las reglas y los derechos de los ciudadanos, y Trudeau le dio el ultimo toque totalitario para terminar con el acoso de los camioneros que protestaban por las sanciones a los que se ha sometido a la población durante estos dos últimos años: confinamientos, cierres de negocios, administración bloqueada, trabajo a destajo para los sanitarios, teletrabajo, toques de queda, prohibiciones de viajar, pasaportes sanitarios e incluso obligatoriedad de vacunarse, etc. Dicho de otra manera, la democracia liberal tal y cómo nos la imaginábamos en 2019 ha sido suspendida y casi al final de esta pandemia nos viene una guerra en el corazón de Europa.

Y entonces vuelven los dos bandos, unos, la izquierda cantando «Give peace a chance» y apelando al diálogo, «a Putin se le vence con la Paz» dicen algunos. Mientras otros , la UE en su conjunto se apresta a darles armas a los ucranianos para que defiendan su patria. Pero todos, incluyendo a Biden, están de acuerdo en dos cosas: que la OTAN no va a intervenir y que van a hundir la economía rusa merced a ciertas maniobras financieras para bloquear económicamente al país. Hasta el corralito, dicen.

Un país del que -paradójicamente- depende Europa aunque solo nombraré el gas ruso. Dicho de una forma más clara: es toda Europa y no solo Rusia la que ha sido castigada por esas medidas económicas y sanciones diversas aunque lo cierto es que la luz y el gas comenzaron a subir antes de la invasión de Ucrania, como si adelantaran el coste. O sea igual que en la pandemia.

Pero para entender este galimatías tendré que explicar alguna cosa más y tiene que ver con las oligarquías. Se habla mucho de los oligarcas rusos y casi todos los días sale en TV algún yate de unos 300 millones de euros que ha sido embargados por el estado tal o cual, dejando al oligarca sin recursos marítimos, también sin cuentas en los principales bancos y todo el mundo queda boquiabierto de lo malos que son esos ricachones rusos que apoyan a Putin, pero en realidad esos oligarcas no mandan en Rusia, quien manda allí es una antigua estructura sovietizante llamada KGB, esos oligarcas que tienen clubes de futbol como Abramovich, que acaba de vender el Chelsea, son los que se benefician de contratos del estado pero no son el verdadero poder ruso. Pero lo curioso es que nadie habla de los oligarcas occidentales, ¿Quién manda en Biden , en USA, en Europa? ¿Quienes son esos que apoyan a Biden y ponen gobiernos?: Trudeau, Macron, Sanchez o Draghi.

Nosotros los demócratas españoles no comprenderemos nada si no aceptamos que nuestros gobiernos, esos que elegimos con nuestro voto, son en realidad vasallos de ciertas oligarquías ocultas a veces en la UE o a veces detrás de nombres como Soros, o Rothschild, el G-7, Hildelberg o el G-20, la Trilateral o el viejo Kissinger en cualquier caso, siglas o caras que ocultan a los verdaderos artífices del complot. Y estos oligarcas son los que inventaron una ideología para sustituir los viejos valores republicanos y que está teniendo un éxito extraordinario en occidente.

La ideología woke.-

Al principio de este post he escrito que el comunismo y la democracia ya no existen. Me propongo ahora esclarecer esta afirmación que puede crear ciertas disonancias cognitivas en aquellos que todavía rotulan ciertas ideologías y formas de gobierno de esta manera. Cuando oía a Cercás hablar de ambas -democracia y comunismo- me pregunté en qué año estamos, pues esa reflexión podría estar fechada en los años 70 y 80, pero no sirve para hoy por dos razones, el comunismo, como sistema político y económico ya fracasó con el derribo del muro de Berlin y el colapso de la URSS, es cierto que aun hay países que se rigen por esa doctrina como Corea del Norte, Venezuela o Cuba, pero se trata de países marginales o fronterizos donde la etiqueta «comunismo» aun sirve para aglutinar a la población en torno a una idea. De donde se deduce otra: hay dos formas de cohesionar una sociedad, o vía religiosa o vía política y las dos pueden ser utilizadas para fragmentarla. La vía política necesita de una ideología, pues las personas comunes consumen ideas y necesitan creer en algo por encima de sí mismos, sea la patria, la República, el comunismo, la anarquía, el imperio, el feminismo o cualquier otra cosa que se pueda inventar. Pero las élites que dominan los países no precisan ideologías, solo necesitan poder pero saben que para obtener poder y un dominio global del mundo necesitan atontar a la gente común con algún tipo de señuelo. A esta oligarquía tan secreta como la KGB se la conoce informalmente como NOM (nuevo orden mundial).

La agenda woke.-

Pero estas elites saben alguna cosa más: saben que hay que adornar la píldora de la ideología que nos venden con envolturas atractivas: la igualdad, la sostenibilidad, el clima, la lucha antidiscriminación, la tolerancia, la justicia social, las minorías oprimidas, las buenas ideas, cargadas de valores democráticos y -porqué no decirlo- cristianos, ¿Quien no estará de acuerdo con eso?. Eso vende en Europa, no tanto en el mundo árabe o en China. Ninguna ideología tendría éxito hoy en occidente sino se tratara de una ideología hedonista. El sacrificio, el respeto a la autoridad, la idea comunitaria, la maternidad, y los valores estoicos no arrastrarían tantos votos como el botellón, una justicia con castigos blandos y desiguales según sexo, la poliginia, los chiringuitos feministas y sus cuotas y facilidades para entrar en la administración, los carnavales LGTBI, el despiporre, las drogas y el alcohol, junto con el sexo fácil son los señuelos que propone la ideología woke. «No tendrás nada pero serás feliz».

Podríamos decir que esta ideología está fuertemente implantada en todo occidente y es asumida tanto por partidos de izquierda como de derecha. En España todos los partidos del arco parlamentario son woke desde el PP hasta Podemos, el único que se mantiene al margen es Vox. Por eso ya no tiene sentido el binomio izquierda-derecha sino este otro, globalismo-soberanismo.

Lo paradójico es que Vox y Podemos tienen respecto a este conflicto de Ucrania ideas muy parecidas: están en contra del envío de armas a Ucrania. Bien es cierto que cada uno de ellos por una razón, Podemos porque son un partido de izquierda indefinida que mantiene vivos ciertos mitos comunistas, aunque yo no estoy de acuerdo con los que piensan que Podemos es comunista. Es verdad que tiene algunos lideres que proceden de ese mundo -como el propio Putin- pero no son comunistas, como organización, son woke. ¿Algún país comunista defiende el cambio de sexo en los niños, el feminismo, el matrimonio homosexual o la ideología queer? Bueno, solo Irán pero no es comunista sino teocrático, debe ser por eso que cuelgan a los homosexuales de grúas. Tampoco Vox son fascistas, ni ultraderechistas cómo dicen algunos, sino conservadores. Vox tampoco está de acuerdo con esa idea de mandar armas, porque piensan que puede recrudecer la guerra y obligar a Putin a ser todavía más agresivo de lo que es a medida que aumente la resistencia del pueblo ucraniano. Vox sospecha que USA ha utilizado su poder para envenenar la situación pre-bélica y dejar después en la estacada a la UE y a los ucranianos. Ciertamente, pues la estrategia de Biden, (no confundir a Biden con USA) es arruinar Europa incluyendo a Rusia, y una guerra larga y de desgaste es la mejor estrategia para conseguirlo. Hay que recordar que la balanza de pagos era superior a la UE con respecto a USA, pero ahora el gas licuado ha venido en ayuda de USA.

El problema es que la ideología woke no tiene oposición. Aun no se ha inventado una ideología que le sirva de contrapeso. Es como si el mundo hubiera derribado el muro de la democracia liberal, esa donde los individuos -la libertad, los derechos individuales- eran el referente de todas las cosas y donde el ciudadano contaba para diseñar el futuro, instalando otra cosa sin la más mínima oposición, pues Vox no es alternativa a lo woke pues no han sido capaces de pergeñar un sistema de pensamiento que pueda neutralizar las acometidas de la «progresía» que ocupa a los woke. Vox se limita a ir a la contra, no lleva la iniciativa cultural y no ha encontrado la manera de meterle el diente a las miles de contradicciones que tiene nuestro gobierno, donde hoy alguien dice algo y mañana se desdice o se descuelgan con alguna ocurrencia improvisada de oscuro perfil freudiano.

Putin no es woke, pero tampoco han sido capaces en Rusia de dar con una ideología que defienda los valores europeos sin necesidad de recurrir a las armas. Cuando se tiene que recurrir a ellas ya podemos entender la debilidad de sus argumentos. Putin es un sátrapa, un dictador, pero hubiera podido convertirse en un líder anti-woke, si Trump hubiera ganado las elecciones, aunque por sus orígenes era dudoso que se hubiera convertido al proyecto que diseñaba Trump en el sentido de oposición al partido demócrata de USA que es el motor que hace girar la rueda de los woke junto con las democracias liberales europeas. Pero hay que recordar que tanto Trump como Putin morirán algún día y es muy posible que la ideología anti-woke siga latente en la mente de muchos pensadores o lideres.

En este sentido la guerra Rusia-Ucrania, no es la lucha de la democracia contra el comunismo, sino la lucha de Occidente- Oriente, un occidente que ve colapsar sus ideales republicanos -probablemente insostenibles- en manos de una ideología-ingeniería impuesta y Rusia que hubiera debido aspirar a una Euroasia unida si hubieran encontrado el método, el momento y el lider propicio.

UN consejo a Vox o a quien corresponda:

Enfrentarse una a una a todos esos elementos que cuelgan en ese gráfico donde describo las tres agendas del NOM, es un error. Es mejor enfrentarse a aquellos elementos no hedonistas, a las obligaciones, a las imposiciones. Estar contra las mascarillas es mucho más eficaz que meterse con el recibo de la luz. Creanme, la gente moriría si le quitan la posibilidad de viajar, divertirse, le cierran los bares, tener gatos en casa o copular, pero no moverán un dedo si les acribillan a impuestos o les suben la cesta de la compra. tampoco dirán nada si prohiben la carne y nos obligan a comer grillos. Ese será el momento de pasar a la clandestinidad.