¿Podemos mejorar la democracia? (I)

Winston Churchill decía que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, pero da la impresión de que cada día es “más” –y no menos– malo. 

Ya Aristóteles se preguntaba cual podría ser el mejor régimen de gobierno para el estado (en este caso las ciudades-estado), para lo cual mandó ojeadores a distintos lugares del orbe conocido a fin de que llevaran a cabo un «estudio de campo» de esta cuestión. Entonces habían aristocracias, tiranías, oligarquías y alguna forma de democracia que no era en absoluto lo que predominaba en el orbe. Grecia era una excepción aunque su democracia estaba muy lejos de la consideración actual: en Grecia no podían votar ni las mujeres ni los esclavos, era un modo «sui generis» de democracia que siempre acababa defenestrada ante el surgimiento de algún tirano o demagogo. Quizá por eso Sócrates estaba en contra de ella, y hasta Platón acabó por decepcionarse tras la ejecución de su maestro.

Aristóteles terminó concluyendo que no había ninguna forma de gobierno superior a otra y que la variable critica estaba en el gobernante. Aquellos que gobernaban para el beneficio del pueblo (que es el objetivo de la democracia) tenían más éxito que aquellos que lo hacían para aumentar su poder o su ambición. Hasta en Siracusa hubo un gobernante llamado Dionisio que durante cierto tiempo gobernó según los consejos de Platón, pero este régimen solo duró unos 10 años. Más allá de eso el gobernante, el que domina al pueblo demostró que carecía de autodominio, por lo que es de esperar que por bueno que sea éste siempre acabará por transformarse en un tirano si carece de controles externos.

Además había otro problema en la antigüedad que no era otro sino los vecinos belicosos, es por eso que Grecia terminó cayendo ante el poder militar de Esparta en la guerra del Peloponeso. La democracia es un mal lugar para vivir en tiempos de guerra.

«Contra la democracia» es un libro cuyo autor es Jason Brenan y que se inscribe en esa serie de pensadores que tratan de reflexionar sobre el funcionamiento de las democracias en el mundo actual.  El libro de Brenan se inscribe en una verdad que todos aceptarían de buen grado: la idea de que existe un malestar profundo en la población general con respecto al funcionamiento de nuestras democracias, fundamentalmente existe un divorcio entre la calle (lo que piensan los ciudadanos) y sus gobernantes. Brenan divide a los votantes en tres grupos: los hobbits, los hooligans y los vulcanianos. En esta entrevista podéis conocer mejor las ideas de Brenan y de su clasificación de la ciudadanía. En síntesis lo que propone es que no todo el mundo debería tener derecho al voto, pues la mayor parte de los ciudadanos no están capacitados para tomar decisiones complejas, y se dejan arrastrar por ideologías, simpatías o emociones mediadas por la propaganda, cuando no por el desinterés más radical.

Un ejemplo es el Brexit, ¿cuantos ciudadanos británicos están capacitados para entender las consecuencias de tal decisión? La mayor parte de las decisiones políticas son extremadamente complejas y exceden de la comprensión del ciudadano común y también a veces de los gobernantes profesionales. Un ejemplo es la independencia de Cataluña. ¿Alguien puede llegar a comprender en términos racionales en qué derivaría tal decisión? No se trata de una decisión baladí, se trata de una decisión que afectaría a la geopolitica global. ¿Alguien puede creer que no habría intereses supranacionales que se opondrían beligerantemente a una Cataluña fuera de la OTAN?

Lo que Brenan propone es lo que llama «epistocracia«, es decir  una especie de democracia por puntos donde los votos de los vulcanianos (el voto racional de personas informadas) valdría más que el de los hooligans o de los hobbits. Y que incluiría la formación de un gobierno de gente preparada y no solo de advenedizos como estamos tan acostumbrados a ver.

Yo estoy de acuerdo con la idea de que la democracia ha de mejorarse, solo que como el lector pronto advertirá creo que esta tarea es imposible y lo es básicamente porque los que pueden hacerlo no lo van a hacer. Es imposible esperar un cambio desde dentro del propio sistema que genera los problemas. Los políticos nunca van a acometer cambios que mejoren la democracia pero es posible que introduzcan arena en el engranaje para otros objetivos.

Pero antes de meternos en distintos modelos de los que han hablado politologos importantes vamos a por una definición: ¿qué es la democracia?

La democracia (del latín tardío democratĭa, y este del griego δημοκρατία dēmokratía)1​ es una manera de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

La democracia implica tres cuestiones fundamentales:

  • El voto universal y secreto.
  • La prensa libre.
  • El poder judicial independiente.

Y naturalmente un Estado soberano, un Estado de derecho, donde los ciudadanos -solo por el hecho de serlo- sean depositarios de derechos y de deberes.

Esta es la teoría, claro, es una bella idea, lo que sucede es que no siempre (o casi nunca) sucede así , en nuestro país por ejemplo no se cumplen ni la condición 2ª ni la 3ª. Por otra parte la democracia tiene ciertas debilidades estructurales que son las siguientes:

1.- El tema de la representatividad no está resuelto. Una forma de resolverlo es «un hombre un voto», si esto se hiciera de este modo por ejemplo con una circunscripción única, el resultado sería lo más cercano a la idea que el pueblo busca, pero esto no se hace así (salvo en las elecciones europeas) y lo que gobierna nuestras elecciones es una división administrativa como son las provincias. Pero las provincias no tienen todas la misma población, de modo que para ello se introdujo una corrección llamada ley D´Hont. En teoría esta ley electoral sirve para que se puedan configurar mayorías y funcionó bien el principio de nuestra democracia pero hoy este efecto se ha pervertido con la aparición de minorías a las que favorece este sistema y mucho más cuando se agrupan para hacer oposición a la mayoría y que pueden llegar a dinamitar cualquier gobierno.

Este problema explica el porqué en Zamora o Teruel el coste en votos para un diputado sea más caro que en Barcelona o en Madrid y explica que un candidato tenga más votos que otros y esos votos no se traduzcan en más escaños. De manera que aquí tenemos un ejemplo de que la democracia no es igualitaria para los ciudadanos de distintas circunscripciones, lo que explica que la traducción de votos en escaños es muy engañosa y explica que unas minorías se impongan a la mayoría gracias al señor D´Hont.  La democracia debería girar en torno a los ciudadanos y no en torno a los territorios.

Una manera de resolver este problema -cuando no aparecen ganadores evidentes- sería la doble vuelta donde solo podrían presentarse dos candidatos, lo que garantizaría el gobierno sin necesidad de pactos contra natura.

2.- El segundo problema es lo que ha venido en llamarse partitocracia. En realidad los candidatos al Congreso, Senado, municipios o parlamentos autonómicos no representan al ciudadano sino a sus partidos. Ellos hacen listas cerradas y cuando votamos lo hacemos a un partido determinado que nos impone sus propias listas sin que podamos hacer nada para mejorarlas. No tenemos más remedio que votar por el pack entero.

Esta forma de plantear el funcionamiento de la democracia tiene un problema: los candidatos no le deben nada al ciudadano sino al jefe de su partido, quien le puso allí, en un buen lugar para salir elegido. Algo que desmiente la misma definición de democracia que en cualquier caso es una relación contractual entre el electorado y los gobernantes.

Una forma de resolver este problema podría ser el diputado por distrito, cercano a sus votantes y con una relación contractual más personalizada con su entorno. Y naturalmente ese diputado de distrito podría presentarse por un partido o en representación de cualquier otra cosa. Lo que nos lleva a otro problema:

4.- ¿Por qué partidos? ¿Por qué la política se deja en manos de los partidos políticos y no en manos de ciudadanos que libremente se asocien para llevar a cabo proyectos útiles para la colectividad?

En realidad dejar la política a partidos políticos es algo arbitrario y hubiera podido dejarse en manos de otros colectivos «naturales». ¿Por qué no familia, sindicato y municipio, como en la democracia orgánica? (ya me sabe mal decir esto)  En realidad me representa mucho más mi familia o mi ciudad que el partido al que voté en las ultimas elecciones.

Llevando el argumento al limite podríamos organizar la democracia votando a empresas. Se presentarían Vodafone, Iberdrola, Apple, Amazon, Mercadona, etc. ¿Por qué no? Podrá decirse que cada una de estas empresas no haría otra cosa sino velar por sus propios intereses. Bueno, ninguna novedad, eso es lo que hacen los partidos políticos, ¿no es así? Pues, ninguna diferencia. Otra solución será segmentar el voto por escalas de edad o intereses, así habría un partido de millenials que defenderían el botellón, el aprobado general y la legalización del cannabis, otro partido de pensionistas que defenderian sus pensiones, cada vez más dignas, otro partido de parados que reivindicarían trabajo y otro de feministas en busca de la igualdad y del aborto universal. Cada uno votaría según sus intereses y es cierto que no habría cohesión social pero los partidos tampoco la garantizan.

Es más, los partidos como su nombre indica se inventaron para partir a la población entre nosotros y ellos y no para cohesionar una sociedad y en una sociedad donde los partidos cada vez están más polarizados y más presentes en la vida privada de las familias, el mundo se convierte en invivible. ¿Cuantas familias se han roto en Cataluña a causa de la política?

3.- Los controles al gobierno brillan por su ausencia en nuestra democracia española, el gobierno no debe dar cuentas a nadie salvo en periodos electorales donde suelen mentir con respecto a sus intenciones y la propaganda suele anular los efectos de incumplimientos anteriores. Una democracia ha de tener controles donde cada uno vigile de cerca al otro pues los padres que inventaron la democracia ya sabían que el ser humano es susceptible de pervertirse y convertir a un demócrata en un tirano en poco tiempo. El poder emborracha.

Debe ser por eso que EEUU tiene una constitución tan complicada según hemos podido comprobar en estas ultimas elecciones con la candidatura de Trump-Biden y las dificultades para ordenar los procesos jurídicos en cada Estado y las denuncias de fraude generalizado. Por contra en Europa los Estados no tienen constituciones tan complejas y algunos como UK ni siquiera tienen constitución, pero los poderes -por lo que he llegado a entender- están mucho más engarzados que en el nuestro. Aquí en España no hay ningún poder, ninguna institución que pueda detener el rodillo actual que ha demostrado que se puede gobernar con decretos leyes y así hasta el paroxismo. El Congreso sirve de muy poco y el Senado -que podría ser una buena balanza- tampoco. Del rey mejor no hablar, se trata de una figura obsoleta que carece de poder alguno, tanto que me hace pensar en un Presidente de la República, alguien que pudiera para los pies a aquel gobernante que se extralimitara.

Un contrapoder esencial ha sido siempre el Ejército, pero sus intervenciones en política han sido siempre desafortunadas y en nuestro país, los pronunciamientos, alzamientos y asonadas han terminado casi siempre en matanzas y en guerras civiles, de manera que parece que los militares han aprendido la lección y más perteneciendo a la OTAN y a la UE, no parece que ellos ocupen ese contrapoder tan necesario que vigile los planes de los gobiernos. Para eso están la oposición política, los medios y los jueces que son como todo el mundo sabe un poder aparte como los medios informativos (el cuarto poder) ¿pero qué sucede si el gobierno controla la carrera de los jueces y la supervivencia de los medios?

En España ningún medio informativo subsiste por sus propios medios a pesar de ser entidades privadas, todos, diarios y televisiones subsisten gracias al Estado, lo que corrompe de hecho las relaciones entre poderes y les anula en su capacidad de ejercer de vigilantes del poder establecido. Lo mismo sucede con la oposición política, ¿qué pasa cuando la oposición tiene el mismo plan o agenda del gobierno salvo matices?

Lo cierto es que es más fácil pasar de una democracia a una tiranía que al contrario. Salvo Fernandez Miranda (de la ley a la ley) no se conocen casos de transiciones políticas desde una dictadura a una democracia. Sin embargo -de la ley a la ley- desde una democracia es cuestión de tiempo pasar a una tiranía, tenemos el caso de Venezuela o Irán. Y tenemos el ejemplo de Hitler, siempre mencionado para recordar a la gente que la democracia carece de anticuerpos cuando ha de enfrentarse a una amenaza de este tipo, la ley no es suficiente cuando nadie la respeta.

4.- ¿Qué sucede cuando no somos soberanos y dependemos de las políticas que nos dictan desde fuera? ¿Alguien puede creer que con nuestra deuda podemos ser independientes? Naturalmente que no. No es una conspiranoia cuando pensamos que estamos gobernados por poderes ajenos, lobbies, grupos de presión, intereses o esas extrañas élites que llamamos NOM, Bildelberg o Davos.

En mi opinión esta es la principal razón que explica ese divorcio entre ciudadanos  y gobiernos, más allá de las torpezas, las incapacidades o la estupidez de nuestro gobierno, lo cierto es que todos tenemos la impresión de que hay alguien que mueve los hilos y que ellos están a sus órdenes. Y cuando digo ellos, me refiero a toda la clase política.

De manera que hay muchas razones para intentar mejorar nuestra democracia.

En el próximo post revisaré algunas de las propuestas que se han hecho para mejorar la democracia y mientras tanto le daré la razón (aunque me duela) a Pablo Iglesias cuando dice que nuestra democracia es de muy baja calidad.

Aunque lo cierto es que por razones bien distintas a las que él piensa.

3 comentarios en “¿Podemos mejorar la democracia? (I)

  1. Cuando se habla de la «democracia griega» (en rigor debería hablarse de la «democracia ateniense») prácticamente siempre se hace desde un enfoque totalmente equivocado: la inmensa mayoría de quienes apelan a esa «democracia griega» olvidan (por ignorancia o por oportunismo) que la característica fundamental de dicha democracia era que la casi totalidad de los cargos públicos se elegían no por votación, sino por sorteo.

    El equivalente al senado o parlamento, la «bulé», era elegido por sorteo. Los jueces de los tribunales eran elegidos por sorteo. Los diez «arcontes», lo que podríamos comparar a nuestro gobierno, también eran elegidos por sorteo (pese a lo que digan la mayor parte de los libros de texto que corren por los institutos, donde erróneamente se dice que eran elegidos por votación). Los únicos cargos realmente importantes que eran elegidos por votación eran los diez comandantes del ejército (los «strategoi»): cada uno de ellos era elegido por los hombres de su propia filé, los mismos que luego combatirían bajo sus órdenes (y a los que, por tanto, les iba literalmente la vida en elegir a alguien con capacidad y experiencia).

    Pese a lo que el autor de esta bitácora parece entender, la democracia ateniense funcionó bastante bien en época de guerra: Atenas se convirtió en la más importante ‘polis’ griega por sus éxitos militares contra el imperio Persa, y estas victorias se consiguieron bajo el régimen democrático (y no se piense solamente en las etapas iniciales de las Guerras Médicas, las que suelen mencionarse en los libros de texto, sino en el medio siglo de lucha constante para desalojar al Imperio Persa de las islas y de Anatolia, lucha en la que Esparta no quiso ni participar). Es cierto que en las Guerras del Peloponeso (que duraron treinta años) al final acabó triunfando Esparta, pero ello fue debido, sobre todo, a una casualidad meteorológica: una fuerte tormenta destruyó a la escuadra naval ateniense justo en el momento en el que parecía que Atenas iba a obtener la victoria definitiva. Por lo demás, el régimen espartano, se parecía mucho más a lo que hoy suele entenderse por democracia que el ateniense: en Esparta los principales cargos políticos (los éforos) sí eran elegidos por votación.

    Cuento todo esto para intentar llamar la atención sobre una cosa que nuestros teóricos políticos, intelectuales y publicistas parecen empeñados en ignorar ¿Por qué se quiere olvidar que lo característico de la democracia era el sorteo, más que la votación?

    La gente suele escandalizarse pensando en que los cargos de responsabilidad política se pudieran conceder, simplemente, por votación: ¿y si le toca a un idiota? Esta prevención es explicable para cargos políticos individuales que acumulen mucho poder, pero no para cargos colegiados más o menos amplios, donde un sistema de sorteo introducirá a un grupo diverso de personas, muy semejante a la masa social, donde la estupidez o la maldad de alguno quedará compensada con la inteligencia y la integridad de otros. Supongamos un parlamento elegido por sorteo: ¿de verdad que 350 españoles mayores de edad elegidos por sorteo iban a ser, en conjunto, más incompetentes o más inmorales que los actuales políticos profesionales? Mucho más claramente aún, el sorteo sería la forma de que órganos como el Consejo General del Poder Judicial garantizaran una auténtica independencia de los jueces. Pero, naturalmente, todo esto no le interesa lo más mínimo ni a las oligarquías políticas que son dueñas de los partidos políticos, ni a las oligarquías económicas para las que los partidos políticos trabajan.

    (athini_glaucopis@hotmail.com)

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  2. [en el texto anterior hay una errata: «La gente suele escandalizarse pensando en que los cargos de responsabilidad política se pudieran conceder, simplemente, por votación»; en vez de «por votación», quería decir «por sorteo»]

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