El i-liberalismo (5)

La palabra «liberal» puede usarse como sustantivo y como adjetivo, casi todos podríamos estar de acuerdo con los postulados liberales que como su nombre indica tiene que ver con la libertad. Todos queremos ser libres por eso nos solemos definir como liberales si no somos marxistas o conservadores, aunque paradójicamente no exista en nuestro país ningún partido que lleve la palabra liberal en su titulo y los que lo llevaron fracasaron, quizá porque en España el liberalismo perdió su guerra contra la monarquía.

Es lógico, el apellido liberal es redundante porque todos los partidos en España, lo son. Como adjetivo.

La democracia puede mejorarse, pero el liberalismo no puede mejorar sino solo mutar es una escalada constante de «éxitos»: mutó primero hacia el socialismo, después hacia el neo-liberalismo , más tarde hacia la dictadura blanda,  su ultima etapa es el transhumanismo y ya estamos contemplando sus primera fases: la pandemia es la mejor prueba de que andamos metidos en un proyecto llamado «nueva normalidad» o agenda 2030.

El liberalismo tiende siempre a la izquierda en lo político hasta en los partidos de derechas y la izquierda o como llaman algunos -la síntesis progresista- terminará con la democracia.

Pues el liberalismo no se limita al plano económico, es decir, a la ausencia del Estado en las transacciones voluntarias entre privados. No sólo de pan vive el hombre. ¿Alguna vez vieron una discusión entre un marxista y un liberal? Es como presenciar un cruce entre un cristiano evangélico y un mormón, sólo que ligeramente menos interesante. No debería hacer falta aclarar que el liberalismo va un poquito más allá, y que se trata de una forma única y completa de ver el mundo. Estamos hablando de un nuevo paradigma occidental: el derrocamiento del tradicionalismo europeo en favor de una nueva teoría de la naturaleza y del hombre. No deja de ser paradójico que una ideología racionalista que emergió para luchar contra las tiranías medievales, las monarquías absolutistas se haya degradado de una forma tan notable.

El paradigma del liberalismo es el individualismo y también la emancipación, siempre individual. Para el liberalismo el individuo es la única identidad que existe o debe existir. Todo tipo de identidad colectiva o interindividual es un obstáculo y debe, por lo tanto, ser superada o destruida, todos los tabúes, la tradición, la religión, la familia, costumbres, la nación, todo ha de ser sacrificado en la pira de lo individual. Todo es mero concepto, y barrera para el individuo. El problema con estas ideas locas es que con el tiempo terminan infectando y destruyendo a la propia civilización que las gestó.

¿Y qué mayor limitación existe que ser hombre o mujer?

Ser un hombre o ser una mujer es una limitación, a la vez que es una forma fundamental de colectivismo. Un individuo libre debe poder elegir lo que quiere ser -autodeterminación de género- porque ya hemos oído que el género se vive a nivel personal. Por este motivo es que la lista de géneros se sigue agrandando: el punto será que habrá un género para cada individuo.

El liberalismo clásico es un estado de transición entre el orden tradicional y una posmodernidad incierta. Es un proceso. Y en esa postmodernidad incierta estamos ahora instalados en un estado de confusión sin saber bien hacia donde nos dirigimos, pues no existe ni modelo, ni una jerga para definir hacia donde vamos o qué queremos conseguir. Es por eso que algunos hablan de «marxismo cultural» para referirse a este fenómeno donde pareciera que nuestros políticos hubieran enloquecido proponiendo una sociedad que más bien parece una distopía que otra cosa. Lo cierto es que las políticas de Irene Montero a cargo del ministerio de Igualdad no tienen nada que ver con el marxismo. Ni siquiera la política que Pablo Iglesias tiene en la cabeza me parece marxista -salvo en su manía por la propiedad privada- y por buscar algún tipo de parecido, me recuerda más a Erdogan que a Lenin.

Los sueños totalitarios de algunos miembros de nuestro gobierno se parecen más a un desvarío adolescente  que a otra cosa, pero siempre teñido de las falacias liberales tomadas al pie de la letra. Si no supiéramos que todo forma parte de un plan de las élites y qué es lo que pretenden casi que podríamos pensar en los populismos como una alternativa a la decadencia de ese liberalismo. Pero las élites saben muy bien que ciertos actores son necesarios para teñir el proceso de cierto estilo libertario, pues ¿quién iba a estar en contra de la igualdad así de una pieza? ¿quién va a estar en contra de ayudar a los pobres inmigrantes que abandonan sus países de miseria o guerra en el mar? ¿Es que no vemos como arriesgan su vida con tal de venir a Europa? ¿Quien hoy en día sostendrá tesis racistas y justificar un apartheid? ¿Estamos a favor de la discriminación?. Claro que no, somos todos liberales.

La democracias formales tienen hoy dos enemigos: el globalismo y la izquierda indefinida, la tercera generación del liberalismo.

Es por eso que se han llevado a cabo correcciones en las democracias liberales y algunos estados que anduvieron oprimidos por la antigua URSS han terminado por adoptar algunas de sus propuestas, me refiero al i-liberalismo.

El i-liberalismo.-

El término democracia iliberal (en inglés, illiberal democracy) es un término relativamente reciente, sobre todo utilizado en el mundo anglosajón y acuñado por un periodista llamado Fareed Zakaria. Una democracia iliberal, también llamada una democracia parcial, una democracia de baja intensidad, una democracia vacía, un régimen híbrido o una democracia guiada, sería un sistema de gobierno en el que, a pesar de que tienen lugar elecciones, los ciudadanos están apartados del conocimiento de las actividades de quienes ejercen realmente el poder debido a la carencia de libertades civiles, y por ello no es una «sociedad abierta«. Hay muchos países «que no se pueden categorizar ni como ‘libres’ ni como ‘no libres’, sino más bien como «probablemente libres», estando en un lugar intermedio entre regímenes democráticos y no democráticos». Rusia podría ser un ejemplo.​

Esto puede ser porque o bien existe una constitución que limita los poderes del gobierno, pero los que están en el poder pasan por alto las libertades reflejadas en la constitución, o porque no existe un marco constitucional legal adecuado sobre libertades.

No todos los países i-liberales son iguales y han desarrollado suertes bien diversas. En cualquier caso el i-liberalismo ha de entenderse como una corrección del liberalismo de tercera generación (el socialismo progresista).

Un ejemplo es Singapur, un país (en realidad una ciudad estado) con varias islas dependientes que figuran en el cuarto lugar del mundo en cuanto a PIB por persona. Singapur fue una colonia británica y de ella y su sistema parlamentario extrajo una forma de gobierno​ tan enrevesada y sin constitución que le permite establecer gobiernos largos y accesos a la presidencia complicados que dejan en suspenso la idea de la democracia. Singapur es un ejemplo de país con varias etnias y religiones coexistiendo y con un nivel de vida y educativo (ocupa el primer lugar en el sistema PISA)  y que parece atractivo para vivir, sin embargo los ciudadanos influyen muy poco en la política del país y se encuentran bastante desconectados de las decisiones.

Singapur se declara una democracia multipartidista, pero el Partido de Acción Popular ha dominado la vida política del país desde la independencia. Aunque las elecciones son libres, no existe una autoridad independiente que las supervise y el gobierno tiene una influencia excesiva y represiva sobre los medios. La Economist Intelligence Unit califica el sistema de Gobierno de «un régimen híbrido» que cuenta con rasgos democráticos y autoritarios. La Freedom House califica a Singapur de «parcialmente libre», los derechos humanos son sistemáticamente violados en Singapur, y las libertades civiles y de expresión están sumamente restringidas.Mientras que el índice de democracia de The Economist califica a Singapur como «democracia defectuosa», el segundo mejor de los cuatro rangos y está ubicado en el lugar 69 de 167, no es considerado debidamente una «democracia electoral» por el informe de Freedom in the World. (Extraído de la wikipedia).

Otro ejemplo son los países del pacto de Visegrado (Polonia, Hungría, Chequia), no podemos decir que sean países plenamente democráticos y se han convertido en un estorbo para la UE, con sus cambios constitucionales, las enmiendas al poder judicial y su rechazo a las políticas de género, leyes de aborto y LGTBi, sin embargo estos países son ordenados y laboriosos, y han comenzado un despegue económico importante. Muchas empresas se han mudado allí donde encuentran seguridad jurídica, y una fiscalidad no depredadora.

Lo interesante de estos países que anduvieron muchos años bajo el yugo soviético y antes bajo la dominación nazi es que parecen estar vacunados de todas las lacras de la modernidad. Si a esto unimos su tradición católica como es el caso de Polonia nos encontramos con la paradoja de que estos paises no se encuentran en su entnro más cómodo entre las politicas de la UE a la que constantemente hacen trampas. Pues la UE es la representante más genuina del liberalismo económico y también la defensora de las políticas liberales.

Es por eso que Hungría se ha hecho i-liberal y contrató a Zacharia para redactar su constitución y dejar a George Soros fuera de cualquier influencia en su país. Desde entonces recibe malos informes de las instituciones internacionales que califican al gobierno de Orban como autocracia competitiva.

En mi opinión existe cierta similitud entre estos países y China aunque por distintas razones: ambos se oponen a ser perforados por una inmigración acultural y también de hecho a la multiculturalidad, son en este sentido enemigos declarados de los planes de las elites globalistas y les veo con un futuro de sombras chinescas cuando la UE se quiebre. De hecho para 2024, esta previsto que China aterrice en Hungria con la primera universidad en territorio de la UE.

Para los próximos años imagino que este tipo de países i-liberales que han tratado de adaptar la democracia liberal a su peculiaridades van a dar mucho que hablar, sobre todo después de ver el marasmo que recorre a países como Francia o como España.

De manera que en mi próximo post hablaremos del gobierno.

Autoritarios pero sutiles (4)

Lo cierto es que la democracia goza de buena prensa a diferencia de otros regímenes políticos que son -sin embargo- mayoritarios en el mundo. Tan buena prensa que incluso países que no son nada democráticos se declaran de ese modo, recordemos la (RDA) República democrática alemana, que de democrática no tenia nada, o la misma URSS que se autodefinía de ese modo, y como olvidar la celebre democracia orgánica que Franco inventó para justificar su dictadura.

De manera que la democracia no es universal tal y como podemos ver en ese mapa de arriba, pero lo cierto es que Occidente es la zona del planeta con mayor bienestar y la democracia es el régimen común instalado en él. Sin embargo es cierto que no todas las democracias occidentales tienen el mismo nivel de calidad ni de complejidad en su sistema de representación. Pero lo cierto es que en la democracia liberal se encuentra el germen de su destrucción.

USA por ejemplo es el país que ostenta la marca de la democracia ha sido el país que ha intentado exportarla más veces alrededor del mundo, en una especie de evangelización muy poco democrática y con métodos a menudo letales. Han tenido que suceder varios desastres (el último en Irak) para que llegaran a comprender que la democracia no es exportable y que en algunos países no existe una cultura democrática en sus tradiciones lo que les hace impermeables a esa pretensión. Y más: algunos países prosperan mejor con regímenes no democráticos (teocráticos por ejemplo) o cesaropapistas como Rusia que en democracias formales (liberales). No basta con que haya elecciones, es necesario que los adversarios no sean envenenados o asesinados, de lo contrario no podemos hablar de democracia. En el caso de Rusia es evidente que se trata de un país difícilmente manejable con un modelo democrático similar al europeo. ¿pero entonces por qué disimular con elecciones fraudulentas? ¿No seria mejor que cada país se gobernara de la mejor forma posible y más adecuadamente a sus tradiciones y a la mentalidad de sus ciudadanos?

Es obvio que la democracia cumple funciones trascendentes en la mente de nosotros los occidentales y estamos dispuestos a proponerla como forma óptima de gobierno para cualquier país y con independencia de su idiosincrasia. Nuestra mejor excusa son los derechos humanos, como si las democracias no tuvieran esqueletos en el armario, secretos de Estado que no se pueden divulgar o crímenes ocultos por razón de Estado. Todo estado los tiene, sean democráticos o no.

Hay una cierta confusión entre democracia y liberalismo. El liberalismo como ya hemos visto anteriormente es la esencia de la democracia: nunca hubiera existido democracia sin liberalismo pero el liberalismo -a su vez- parece que ha funcionado mejor en los países anglosajones con predominio de religiones protestantes o calvinistas. Se acopla peor a los países católicos o a los del sur de Europa. La razón es obvia: la mística del trabajo, y la mística del individualismo van en el mismo paquete tanto del liberalismo como del protestantismo: la libre interpretación de la Biblia es un sucedáneo de la libre individualidad. Para un liberal lo individual es algo sagrado, algo difícilmente comprensible para un chino educado en valores colectivistas, es por eso que la pandemia del coronavirus ha hecho estragos en Europa y EEUU sobre todo, mientras que en los países asiáticos (de donde salió el virus) pudo ser contenida de forma eficaz por las autoridades. ¿La razón? En Occidente los ciudadanos ponen sus derechos por encima de la salud colectiva. «Nadie puede obligarme a llevar mascarilla, ni a guardar distancia social ni a vacunarme», suelen decir algunos, otros simplemente niegan la mayor: que exista realmente la pandemia.

Naturalmente a ningún chino se le ocurriría manifestarse por derechos individuales tan metafísicos cuando lo que está en juego es la propia salud o la de mis familiares o convecinos. Esta es la prueba que ha demostrado que ciertas formas de gobierno son superiores a otras, al menos en lo que respecta a la contención de epidemias. Las democracias liberales occidentales carecen de anticuerpos políticos para casos extremos como una pandemia, la suspensión de derechos siempre es demasiado breve, mal explicada, interrumpida por cuestiones ajenas al control de la pandemia o cuestionada por amplias capas de la población. En este sentido estamos en desventaja y atravesando una tercera ola mientras en China y su área de influencia ya se han controlado totalmente los brotes.

El caso de China.-

China es una sociedad de tipo I tal y como describí en este anterior post. Es una sociedad autoritaria que presenta no obstante algunas novedades respecto a las sociedades tipo I comunistas anteriores. No es una sociedad autárquica sino que ha abrazado la economía de libre mercado de forma abierta. En este sentido es una sociedad híbrida que combina el capitalismo en lo económico con el autoritarismo en lo social. En China se puede hacer cualquier cosa en el mundo de los negocios pero no se puede discrepar del gobierno, ni hay prensa libre, ni se permiten las manifestaciones como en Occidente, más que eso se reprimen con fuego real como sucedió en Tianamen.

Podríamos decir que China ha logrado combinar lo peor del capitalismo con lo peor del comunismo y si digo lo peor es porque el crecimiento económico chino -que efectivamente ha logrado sacar de la pobreza a gran parte de su población- lo ha hecho a un precio demasiado alto e insostenible. La mayor parte de las emisiones tipo invernadero salen de China donde las grandes obras publicas (puentes, ferrocarriles, embalses) carecen de controles de calidad lo que hace multiplicar el numero de accidentes y agresiones al medio ambiente. Este enriquecimiento de China procede del abaratamiento de mano de obra que ha hecho que gran parte de las inversiones de occidente vayan hacia allí. Personalmente conozco muchas personas de mi entorno que desplazaron en su día sus fabricas a China y desde entonces ganan dinero mientras que con anterioridad mordieron el polvo del cierre patronal aquí en España. Las consecuencias de la descentralización (deslocalización) de la producción significa dos cosas: paro en nuestro país y ganancia para los empresarios y por supuesto la carencia de bienes absolutamente esenciales para nuestro propio consumo, basta con recordar la carencia de mascarillas o Epis al principio de la pandemia.

El modelo chino fascina a nuestros globalistas occidentales que tratan de llegar a pactos e implantar en Europa y en America -sin importarles en este caso el cambio climático que los chinos provocan con sus fábricas (China entera es una fábrica)- sin parar de lanzarles sonrisas y masajes a los chinos (por ejemplo en Davos) sin caer en la cuenta de que ellos tienen su propia agenda y no pactarán nada con los globalistas occidentales. No les necesitan en absoluto.

Mi opinión personal es que el modelo híbrido de China es insostenible y terminará por colapsar a medida de que vayan mejorando las condiciones de vida de sus ciudadanos, sin embargo no será mañana ni pasado, vamos a asistir durante muchos años a un poder chino en lo comercial que tendrá que convivir con el modelo globalista de las élites europeas y americanas sin que USA renuncie a mantener su poderío militar que de momento es superior al chino. En realidad la libertad de comercio china se sustenta en la falta de libertades suscritas por el modelo liberal.

Si existen sociedades híbridas es porque no ha aparecido aun un modelo que enfrentar al modelo neoliberal que en la actualidad carece de enemigos sólidos. La URSS representaba un modelo que enfrentar al modelo capitalista (mejor metacapitalista) y desde su colapso, los neoliberales se han quedado solos. Se las prometían muy felices -el fin de la historia proclamó Fukuyama- pero no cayeron en la cuenta de que les esperaba un nuevo giro histórico: el modelo chino que ha venido a poner sobre el tapete algunas cuestiones:

  • La imposibilidad de una sociedad multicultural.
  • La debilidad de un Estado que conceda nuevas libertades a sus ciudadanos, pues las libertades tienden a una escalada continua. Apenas se alcanza un nuevo derecho ya aparece otro en el horizonte y cada derecho no hace sino debilitar al Estado y hacerlo más vulnerable frente a sus oponentes que suelen ser sus vecinos.
  • La vulnerabilidad de los sistemas de bienestar que se basan en altos impuestos y una deuda inasumible.
  • El colapso demográfico.
  • La vigilancia estrecha de los disidentes.

Es por eso que han aparecido nuevos modelos que tratan de poner limites al Estado liberal. Se trata del modelo i-liberal del que hablaré en el próximo post y que son estados autoritarios pero sutiles, al menos no tan escandalosos como los controles que ejerce China sobre sus ciudadanos.

 

 

La evolución de los whigs (3)

En realidad la palabra inglesa whigs, se refiere a un partido político que en el siglo XVIII se puso en contra del rey Jacobo II y más concretamente contra la monarquía absolutista, de manera que el partido liberal (que así se llamaba) puede considerarse -en su origen- como el padre de las monarquías constitucionales, es decir ese tipo de gobierno donde el rey no deja de ser un símbolo para consumo de las masas, una especie de figura decorativa que paradójicamente ha tenido mucho éxito, dónde menos se le esperaba, es decir en UK.

Pero sigamos con las sociedades tipo 2 que Mencius Moldbug llama sociedades de la seducción:

La catedral.-

La sociedad de tipo 2 es una sociedad del consenso. Su sello distintivo es el fenómeno de la coordinación espontánea. Podríamos llamarlo Gleichschaltung sin Goebbels. La coordinación espontánea puede producir un sistema de información oficial que en todos los demás aspectos, se asemeja al de una sociedad de tipo 1, pero que no es responsabilidad de ninguna autoridad o institución central.

Básicamente, una sociedad de tipo 1 es un gobierno en el que el Estado controla la prensa y las universidades. Una sociedad de tipo 2 es una en la que la prensa y las universidades controlan el Estado. Es fácil distinguir entre los dos tipos, pero la “experiencia de usuario” es más o menos lo misma.

Al igual que una sociedad de tipo 1, una sociedad de tipo 2 puede resultar razonablemente cómoda y agradable para vivir. El diseño de tipo 2 es más estable, en cierto aspectos, y menos estable en otros. No es el fin del mundo. Como alguien que preferiría una sociedad de tipo 3, sin embargo, considero que es perniciosa.

Las sociedades del tipo 2 tienden a formarse a partir del colapso de la autoridad central en sociedades del tipo 1. Recordemos que en una sociedad de tipo 1, la opinión pública es poder. Es el poder de las masas. Una masa no puede derrotar a un ejército, pero si el ejército es neutral, el que tiene el apoyo de la mayor masa gana.

¿Qué sucede en una sociedad de tipo 1 cuando el jefe colapsa? ¿Cuando la censura ya no funciona, los periodistas ya no reciben órdenes, los herejes ya no son quemados en la hoguera, los profesores ya no son contratados o despedidos por sus creencias políticas? Se podría pensar que el resultado natural sería una sociedad de tipo 3, un libre mercado de ideas en el que sólo la libertad gobierna y los pensamientos compiten en función únicamente de su valor.

Pero la conexión entre opinión pública y poder político todavía se mantiene. Por lo tanto, los órganos de información están todavía actuando como centros de poder. Si sus puntos de vista difieren, lo que pasará sin una supervisión de tipo 1, pueden competir de dos maneras: sobre la base de la rectitud intelectual, o sobre la base del poder político. Si optan por la primera y abjuran de este último, estarán en desventaja frente a aquellos a los que todas las armas les son amigas. Más aún, dado que el poder político es un arma mortífera, los competidores exitosos tienden a resolver la disyuntiva entre el poder y la rectitud en favor de lo primero.

Podemos describir la patología tipo 1 como el poder de distorsión por coerción. El poder político distorsiona el panorama de las ideas, haciendo que el campo de juego no sea plano. Las ideas que favorece el Estado, son popularizadas artificialmente. Las ideas que desfavorece, se desalientan artificialmente.

Su equivalente tipo 2 es el poder de distorsión por atractivo. No existe el Estado coercitivo, o al menos no coacciona. Pero la conexión entre poder y opinión pública se mantiene, más que eso pareciera que el Poder hubiera privatizado las ideas a grupos identitarios y minoritarios. Las ideas, por lo tanto, se ven favorecidas selectivamente en función de su capacidad para servir como estándares en torno a los cuales organizar coaliciones, que pueden luchar por el poder por cualquier medio que les sea eficaz.

Una vez más, desde el punto de vista del tipo 3 (sociedad abierta), el poder de distorsión por atractivo es patológico por la misma razón que el poder de distorsión por coerción. Se trata de un criterio alternativo que contribuye al éxito o el fracaso de las ideas, y no tiene nada que ver con su relación con la verdad.

Por ejemplo, de muchas maneras, el absurdo es una herramienta organizativa más efectiva que la verdad. Cualquier persona puede creer en la verdad. Creer en el absurdo es una demostración de lealtad infalsificable. Sirve como un uniforme político. Y si tienes un uniforme, tienes un ejército. Vimos este efecto antes en el estado cohesivo de tipo 1, pero funciona igual de bien para facciones del tipo 2 compitiendo unas con otras.

Esto no explica, sin embargo, cómo la caótica sociedad post-tipo-1 se congela en la madura y espontáneamente coordinada sociedad de tipo 2. ¿Por qué tenemos una Sinopsis y una Catedral, en lugar de toda una serie de sinopsis y catedrales en competencia?

La respuesta, creo, es que incluso la sociedad de tipo 2 tiene un solo gobierno. Es imposible que dos sistemas de información en competencia capturen ambos un único gobierno. Y la captura de un gobierno da a un sistema de información una considerable ventaja sobre cualquier competidor. Se puede subvencionar a sí mismo. Puede penalizar a sus competidores. Puede entregarse a toda una gama sórdida de patologías tipo 1.

Sin adquirir un coordinador central, la catedral puede capturar los recursos y poderes del Estado. Puede elaborar teorías de gobierno que puede incorporar en la Sinopsis, y que el Estado deberá seguir. Estas teorías implican naturalmente apoyo pródigo para la Catedral, que se convierte en responsable de la producción del “orden público”, es decir, las decisiones del gobierno. Es decir, el poder real está en manos de los profesores y periodistas, es decir, la Catedral, no debido a su pureza, rectitud y justicia, sino a través de su control auto-sostenible de la opinión pública.

Pero ¿Por qué la Catedral no se divide en facciones? ¿Qué mantiene a Harvard alineada con Yale? ¿Por qué ninguna de las dos se da cuenta de que no hay necesidad de un millar de sinópticas universidades progresistas, y hay una gran demanda sin cubrir por una sola universidad conservadora de primera categoría? ¿Por qué, en definitiva, es la sinopsis estable?

Creo que la respuesta es que la Sinopsis incluye sólo las proposiciones políticas cuya adopción tiende a fortalecer la Catedral, y debilitar a sus enemigos. Rechaza y se opone a todas las demás proposiciones. Puesto que estos conjuntos de proposiciones cambian con el tiempo, la Sinopsis cambiará también. De ello se desprende una especie de estrategia de escalada, no en el paisaje de la verdad, sino en el del poder. Por lo tanto, por definición, uno no puede oponerse a ella desde dentro.

Ser progresista es simplemente apoyar la Catedral y la Sinopsis. La Sinopsis de hoy es descendiente por línea directa del primer movimiento tipo 2 de la historia moderna, la Reforma. A través de la Reforma se llega a la Ilustración, cuyo vínculo con la Sinopsis es obvio. El régimen occidental posterior a 1945, cuya victoria sobre todas las fuerzas anteriores a la Reforma o anti-Ilustración parece definitiva e irreversible, es el milenio whig.

De todo lo dicho parece desprenderse que mientras que la defensa de la democracia que llevan a cabo los progresistas es simplemente retórica pues el viejo orden ya no existe y es muy improbable que se pueda reverdecer, lo cierto es que las democracias liberales parecen haber tocado fondo en cuanto a sus propias contradicciones al haber permutado un control centralizado en una especie de terapia de grupo antiautoritaria que oculta que la Catedral es percibida también por los ciudadanos como una forma de represión sutil, donde la libertad de expresión está mediada por una doble moral de igual forma que sucede en una sociedad comunista como Corea del Norte o la antigua URSS. Ya no hace falta viajar a esos países, tenemos el ejemplo de las redes sociales que se complacen en censurar a los conservadores mientras hacen la vista gorda con los progresistas e incluso con los vándalos.

Y eso no es democracia.

Para Mencius Moldbug la democracia tiende siempre hacia la izquierda y transforma a los partidos llamados de centro en una nueva izquierda pues aquel que cuestiona la Catedral se va a la calle.

Para Moldbug el poder de la Catedral está en los medios, las universidades y las minorías tanto étnicas como sexuales pero supone que este mecanismo -que tiene su origen en un repudio hacia la autoridad- es autónomo. Es decir no hay nadie al mando. Es posible que no haya sido diseñado por nadie en concreto (como el virus que nos acecha) pero es seguro que ha sido aprovechado por esas entidades espectrales que llamamos NOM y que realmente existen en el mundo de las finanzas y que son las que de alguna forma financian todo este entramado de agendas entrecruzadas.

La democracia para Nick Land es insostenible porque discurre en una pendiente de derechos inventados sobre la marcha, violencia callejera, protestas constantes y pulsación de ideas desquiciadas que no hacen sino aparecer como amenazas muy creíbles contra la propia democracia y el Estado de derecho.

Toda democracia tiende -al envejecer- a la izquierda, es decir hacia una sociedad de tipo 1.

¿Pero y la corrupción?

Nick Land es el autor del manifiesto neo-reaccionario y propone que hay que olvidarse de reformar a la democracia, simplemente  hay que huir, como él mismo hizo. Su punto de vista es pues pesimista y no hay más remedio que esperar a que el sistema colapse por sí mismo.

Para Land, la democracia -tal y como la entendemos los ciudadanos corrientes- es una de las formas en que el latrocinio se ha instaurado en nuestras sociedades y que tiene como objeto devorarlas desde dentro haciendo coincidir al perpetrador con la víctima. Y lo peor: la tendencia de la democracia es la destrucción de toda verdad y de toda sociedad robusta y organizada.

El éxito de las democracias está relacionado con el pago que los gobernantes hacen del voto de los ciudadanos que siempre acaban por votar a aquellos que les proponen algún recurso gratuito. Pero existe otra razón para este éxito: lo que define y abarca a todas las izquierdas es haberse resguardado en una cobertura común para todas ellas: esta cobertura se llama “síntesis progresista” o agenda whig y viene a propagar la siguiente idea: ” haz lo que quieras y luego vota al que pagará por ello”.Naturalmente los que así votan creen que lo gratuito no ha de pagarse, pero en realidad se paga con deuda e impuestos. Pero los ciudadanos siguen ajenos a esta verdad.

Es por eso que la democracia liberal (whig) es invencible pues ¿quién aceptará sacrificios y normativas enmedio de esta vorágine de sexo, consumo, movilidad y libertad?. Ah!, el único problema es el dinero.

Los conservadores tienen muy poco que hacer frente a tanta libertad.

La síntesis progresista puede definirse como una metaideología que tiene como objeto liberar todas las potencialidades del deseo, es decir legitimar cualquier reivindicación individual o gremial, atendiendo sobre todo a las minorías supuestamente oprimidas: mujeres, homosexuales, pobres, inmigrantes, negros, hispanos en USA, disidentes sexuales, minorías supersticiosas o religiosas, etc. El hecho de pertenecer a una de estas minorías es un certificado de legitimidad. No es de extrañar pues que el tema de las razas, el género o los derechos de los homosexuales constituyan el centro de gravedad de la democracia hacia la que tienden -elección tras elección- los países democráticos.

Todo tiende a la izquierda, hasta la derecha, lo que explica como el dinero puede torcer la opinión publica y porqué los gobiernos democráticos tienen tan poca capacidad de maniobra. Las ideologías han desaparecido o han sido subcontratadas a los grupos de presión, solo existe el dinero.

Y la deuda.

Los whigs (2)

Aquellos de ustedes que leyeron el post anterior quizá hayan llegado a la misma conclusión que yo: la democracia no es el fin de la historia como dice Fukuyama, no es un dogma y no es una ideología y si bien es verdad que tal y como decía Churchill es el mejor sistema comparado con los otros que hemos inventado, nada nos debe detener en la intención de mejorarla, no tanto considerándola desde un punto de vista fundamentalista sino como un ejercicio instrumental. Hay muchas cosas que podemos mejorar de la democracia aunque nuestro principal obstáculo son aquellos que viven de ella,  o bien la tratan como el Fundamento de toda forma de relación entre ciudadanos o bien forman parte de la Catedral.

Para que podamos hablar de democracia es necesario que exista un Estado, una comunidad política, que existan leyes, jueces independientes, medios de información u opinión y que exista policía. La democracia popular no existe, los juicios sumarios tampoco (salvo en tiempos de guerra), pero el castigo debe subsistir, en este sentido es falsa la idea de que los problemas que se presentan en una democracia se resuelven con más democracia, no es cierto, se resuelven con la autoridad. En realidad los que así piensan son o bien totalitarios disfrazados de demócratas, bien idealistas kantianos o lo que es lo mismo: protestantes o calvinistas. Sobre este tema volveré mas abajo.

El libro que preside este post es uno de esos libros que he leído últimamente y que se sitúa en las antípodas de mi pensamiento, pertenece a un whig, es decir a un liberal y lo recomiendo precisamente para situar al autor entre aquellos que hay que leer críticamente para entender por donde van los tiros y las agendas de los whigs, si bien los whigs tienen sus agendas privatizadas a grupos de presión.

Adelantaré que un whig es hoy lo que en castizo llamamos un «progre», una de esas personas que no se explican como Trump ganó las elecciones en 2016 y que han recobrado el aliento en cuanto Trump fue derrotado de mala manera. Ninguna critica al fraude electoral ni al sistema electoral americano ni a los jueces que rechazaron las pruebas que se acumulaban en varios estados. Hemos vuelto por fin a la democracia y para Runciman como buen protestante e idealista, al parecer democracia significa mirar hacia el lado contrario de la corrupción, de las trampas y de los pucherazos aunque admite que las democracias están pasando por una crisis de crecimiento (sic). Un buen gobernante no ha de pedir nunca explicaciones a su antecesor, ha de ocultar todas sus corrupciones, todas las mentiras, incluso todos sus crímenes y por supuesto mantener las cloacas anteriores, en nombre de la razón de la democracia. Lo que importa es que esta persista y no tanto esclarecer la verdad o hacer justicia. Rajoy fue otro de esos whigs bien conocido entre nosotros y basta con recordar algunas ocultaciones como las del 11-M o la siniestra amenaza de Pujol. Quizá por eso nunca pisó la cárcel.

Mencius Moldbug.-

Se trata del nombre literario de un informático americano llamado Curtis Yarvin, uno de los representantes más importantes de la Ilustración oscura en USA. Sus ideas son interesantes más en el diagnóstico que hace de la perversión de nuestras democracias liberales que en su propuesta de reforma. Lo que propone Moldbug es algo así como una privatización del estado de tal modo que su gestión se parezca más a una empresa siendo sus ciudadanos una especie de accionistas de la misma. Según él, los accionistas despedirían a sus gobernantes si no estuvieran contentos con su gestión. En realidad este punto de vista ingenuo tiene mucho que ver con lo que estamos viendo hoy: poderes supranacionales con agendas propias gestionan a nuestros gobiernos y ponen y quitan gobernantes a su criterio sin que los ciudadanos podamos hacer nada para censurarles pues ellos no se presentan a las elecciones: manejan el cotarro de las finanzas y con eso les es suficiente para comprar voluntades y dirigir la deriva del pensamiento cada vez más uniforme entre la población, no parece posible ni tan sencillo como cambiar de proveedor. El Estado corporación me parece ridículo.

No obstante su principal aportación a este debate sobre cómo podemos mejorar las democracias se encuentra en su obra «La Catedral» que podéis ver aquí en forma resumida. Para Moldbug, la Catedral es la sinergía entre la universidad, los medios y los políticos. Son sus argumentos intermedios los que nos interesan y no tanto sus conclusiones.

Moldbug no habla de democracia pues está más interesado en hablar de la civilización, carece pues de un sentido trascendente o fundamentalista de la misma. Y divide a las sociedades entres categorías, las de tipo I, las de tipo 2 y las de tipo 3.

Sociedades tipo 3. La sociedad abierta.-

El tipo 3 es lo que Karl Popper llamaba sociedad abierta. En una sociedad de tipo 3, los pensamientos compiten en base a su semejanza con la realidad. Las instituciones que propagan pensamiento compiten en base a la calidad de los pensamientos que propagan.

Las buenas ideas superan y desplazan a las malas en una sociedad de tipo 3, porque la mayoría preferiríamos estar en lo cierto que ser unos ilusos. Si bien muchas personas tienen sesgos cognitivos – como una preferencia natural por predicciones optimistas sobre predicciones pesimistas, o al revés – están lejos del promedio y son empequeñecidos en comparación con la ambición general de los intelectuales por ver la realidad tal como es. Los intelectuales son brutalmente competitivos por naturaleza, y se deleitan en hacer escarnio de los autoengaños y sesgos de los demás. Lo absurdo, no debe durar mucho tiempo alrededor de ellos.

De este modo, en una sociedad de tipo 3, no podemos decir que todo el mundo estará de acuerdo y que todo estará bien. Pero podemos estar bastante seguros de que los mejores pensamientos estarán fácilmente disponibles para aquellos que se preocupan de pensar por ellos. En una sociedad de tipo 3, siempre habrá supersticiones, porque siempre habrá gente supersticiosa, que pueden como todos los demás, pensar y hablar como les plazca. Siempre habrá diferencias de opinión, ya que muchas preguntas no pueden ser respondidas por métodos precisos y objetivos. Pero puesto que la realidad es una, y la gente es como es, la gente que es inteligente y quiere entender la realidad, generalmente se agruparán en torno a la verdad.

Así que cuando se vive en una sociedad de tipo 3, si bien puedes pensar por ti mismo, por lo general, no necesitas pensar por ti mismo. ¿Por qué comprar una vaca, cuando la leche es tan barata? La sociedad de tipo 3 tiene una percepción exacta de la realidad fácilmente disponible para cualquier persona que lo desee. Si deseas una comprensión precisa de la historia, simplemente compras un libro de historia. Si quieres una rara y espeluznante comprensión de la historia, es probable que puedas encontrar eso también, pero primero tendrás que encontrar un grupo de historiadores que comparten tus raros y espeluznantes sesgos. Es casi seguro que los cuerdos serán mayoría.

Creo que podemos estar de acuerdo en que una sociedad de tipo 3 es donde querríamos vivir. La pregunta es: ¿Vivimos en una? Dejemos la respuesta para más tarde.

Sociedades tipo I. Sociedades de la lealtad.-

El tipo 1 es básicamente lo contrario del tipo 3. La llamaremos sociedad leal. En una sociedad de tipo 1, tus pensamientos son coordinados por el gobierno. La opinión pública es un asunto de seguridad del Estado.

¿Por qué la opinión pública es un asunto de la seguridad del Estado? Porque la gente que piensa por sí misma es peligrosa y tiende a contagiar a otros.

En una sociedad de tipo 1, el Estado establece dos categorías de pensamiento: los buenos pensamientos y los malos pensamientos. Penaliza a las personas por expresar malos pensamientos, o los recompensa por expresar buenos pensamientos, o, idealmente, por supuesto, ambas cosas.

Un mal pensamiento es un pensamiento que, si un número suficiente de personas llegaran a pensarlo, podría suponer una amenaza para la seguridad del Estado. Un buen pensamiento es cualquier pensamiento que sea útil para el Estado, aunque sólo sea porque encaja en el hueco donde de otro modo podría ir uno malo.

Para instalar sus buenos pensamientos en tu cerebro, el Estado dará apoyo a un conjunto de órganos oficiales de información, instituciones que emitirán buen pensamiento sobre un sistema de la cuna a la tumba. Los órganos instalan buenos pensamientos en los jóvenes, y los mantienen en los adultos. Los homínidos son máquinas de aprender. Aprenden lo que se pone delante de ellos. En realidad no es tan difícil.

Para evitar que los malos pensamientos se propaguen, el Estado utiliza sus poderes para desalentar, prohibir o destruir órganos de información no oficiales o de otro modo no coordinados. Construye un entorno legal en el que la transmisión directa, de persona a persona, de malos pensamientos, es social y profesionalmente imprudente en el mejor de los casos, o conllevará acciones de algún tipo en el peor. Se podrá eximir a los disidentes de la protección de la ley, o imponer incapacidades legales sobre ellos, o sobre los que los toleran. O, por supuesto, se les puede encarcelar, desterrar o ejecutar.

En una sociedad exitosa de tipo 1 – ha habido muchas – la gama de buenos pensamientos puede ser rica y amplia. Muchos, si no todos ellos, pueden ser bastante sensatos. Debería ser posible para un miembro inteligente de las clases gobernantes el vivir una vida normal y exitosa sin sentir ni una vez la tentación de aventurarse fuera de la reserva.

Por supuesto, no todo el mundo en una sociedad de tipo 1 tiene que ser un creyente. Cuantos más, mejor, sin embargo, sobre todo entre las clases gobernantes. Una estructura ideal es aquella en la cual los creyentes se concentran entre los círculos sociales más de moda y exitosos, y los disidentes (si los hay) tienden a estar poco educados, ser menos inteligentes, y estar lejos de ser igual de ricos. Si esto se puede lograr, los creyentes sentirán un desprecio natural y saludable por los disidentes, quienes estarán así dispuestos a abandonar los malos pensamientos que pueden haber criado si tienen deseo de tener éxito en la vida.

La condición sine qua non de una sociedad de tipo 1 es la coordinación centralizada de la información. Debido a que los órganos son los instrumentos que hacen de la seguridad del Estado una realidad, no se puede permitir que se contradigan entre sí. En un estado que está asegurado exclusivamente por la fuerza militar, ¿Pueden varias unidades del ejército y la armada entrar en pequeñas peleas recurrentes entre sí? Um, no. Del mismo modo, en un estado garantizado por el control del pensamiento (así como probablemente cierta fuerza militar), cualquier conflicto intelectual es una amenaza de primer orden. Incluso en los detalles triviales, el desacuerdo significa inestabilidad.

En otras palabras, los órganos de información de una sociedad de tipo 1 son sinópticos. Ven el mundo a través de un ojo, un conjunto de doctrinas, una historia oficial. Llamémosle la sinopsis.

¿Cómo puede un Estado de tipo 1 mantener la coherencia de su sinopsis? Una forma fácil es tener un solo líder, quien ejerce una unificada supervisión ejecutiva . Lo ideal sería que el mismo líder gestionara tanto la seguridad física como la intelectual. Si el estado del tipo 1 no tiene un solo líder, debe por lo menos tener una única institución autorizada (el partido único). Dado que la seguridad depende de la coherencia sinóptica, cualquier divergencia puede llevar literalmente a la guerra civil.

No hay ningún misterio en torno a la identidad histórica de las sociedades del tipo 1. Este es un patrón inequívocamente de derecha. Es también la estructura por defecto del gobierno humano: el Dios-Rey. Los griegos la llamaron “despotismo oriental”. En la historia cristiana se conoce como cesaropapismo. En la historia anglo-americana, es el «trono y altar», representado en la tradición de la alta iglesia anglicana o la católica. Cuando los estadounidenses expresan su afecto por la separación de Iglesia y Estado, están expresando una antipatía hacia el diseño del tipo 1.

También vemos el patrón de tipo 1, aunque no tan claramente, en los estados comunistas. Tiende a ser más institucional y menos personal. Es fácil identificar Hitlers comunistas en la URSS, China o Corea del norte. Los estados comunistas experimentaron a través del tiempo un declive de la autoridad personal, que pasó en cambio a las instituciones. Pero el partido en un estado moderno de un solo partido es más o menos equivalente a la Iglesia en la antigua dispensación cristiana y una iglesia establecida es una iglesia establecida ya sean gobernadas por papa o camaradas.

El estado de tipo 1 es sin duda la forma más común en la historia. No es el fin del mundo. La China de hoy es una sociedad de tipo 1. También cuenta con la economía más exitosa del mundo, y no es un mal lugar para vivir en absoluto si la comparamos con Venezuela o Irán. La Inglaterra isabelina, que experimentó tal vez la mayor explosión artística en la historia humana, era una sociedad de tipo 1, con abundancia de policía secreta similar a la Stasi. Por otra parte, Corea del Norte es una sociedad de tipo 1, y es horrible en casi todas las formas posibles. Puedo decir que, en general, preferiría vivir en una sociedad de tipo 3 que en una sociedad de tipo 1, pero los detalles importan.

Sociedades tipo 2. Sociedades de seducción.-

Para Moldbug la esencia de las sociedades tipo 2 es que carecen de coordinación central, dicho de otro modo están deslocalizadas en la toma de decisiones. Representan cambios espontáneos de una mayor complejidad que las sociedades tipo 1 pero tienen el mismo efecto en cierta parte de la ciudadania: la sensación de ser gobernados por tiranos.

No existe un Goebbels que le diga a los escritores qué escribir, a los realizadores de cine que filmar, a los periodistas que imprimir, o a los profesores que enseñar. No hay Papa, no hay Iglesia, no hay partido, no hay una ideología clara. Y como hemos visto, el diseño de tipo 1 no tiene sentido sin coordinación. Pero las sociedades tipo 2 no precisan coordinación pues a cambio tienen el «pensamiento correcto», una especie de doctrina inclusiva y sostenible según los whigs. Un simulacro que pretende en cualquier caso no ser identificado con el autoritarismo de las sociedades tipo 1.

Este tipo de sociedades son las que más nos interesan en estos momentos puesto que vivimos en ellas, de manera que esperaré a la próxima entrada para abordarla. Y aquí es donde la Catedral tiene mayor espacio para subsistir.

Mencius Moldbug: «Carta a los progresistas de mente abierta» (en inglés)

¿Podemos mejorar la democracia? (I)

Winston Churchill decía que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, pero da la impresión de que cada día es “más” –y no menos– malo. 

Ya Aristóteles se preguntaba cual podría ser el mejor régimen de gobierno para el estado (en este caso las ciudades-estado), para lo cual mandó ojeadores a distintos lugares del orbe conocido a fin de que llevaran a cabo un «estudio de campo» de esta cuestión. Entonces habían aristocracias, tiranías, oligarquías y alguna forma de democracia que no era en absoluto lo que predominaba en el orbe. Grecia era una excepción aunque su democracia estaba muy lejos de la consideración actual: en Grecia no podían votar ni las mujeres ni los esclavos, era un modo «sui generis» de democracia que siempre acababa defenestrada ante el surgimiento de algún tirano o demagogo. Quizá por eso Sócrates estaba en contra de ella, y hasta Platón acabó por decepcionarse tras la ejecución de su maestro.

Aristóteles terminó concluyendo que no había ninguna forma de gobierno superior a otra y que la variable critica estaba en el gobernante. Aquellos que gobernaban para el beneficio del pueblo (que es el objetivo de la democracia) tenían más éxito que aquellos que lo hacían para aumentar su poder o su ambición. Hasta en Siracusa hubo un gobernante llamado Dionisio que durante cierto tiempo gobernó según los consejos de Platón, pero este régimen solo duró unos 10 años. Más allá de eso el gobernante, el que domina al pueblo demostró que carecía de autodominio, por lo que es de esperar que por bueno que sea éste siempre acabará por transformarse en un tirano si carece de controles externos.

Además había otro problema en la antigüedad que no era otro sino los vecinos belicosos, es por eso que Grecia terminó cayendo ante el poder militar de Esparta en la guerra del Peloponeso. La democracia es un mal lugar para vivir en tiempos de guerra.

«Contra la democracia» es un libro cuyo autor es Jason Brenan y que se inscribe en esa serie de pensadores que tratan de reflexionar sobre el funcionamiento de las democracias en el mundo actual.  El libro de Brenan se inscribe en una verdad que todos aceptarían de buen grado: la idea de que existe un malestar profundo en la población general con respecto al funcionamiento de nuestras democracias, fundamentalmente existe un divorcio entre la calle (lo que piensan los ciudadanos) y sus gobernantes. Brenan divide a los votantes en tres grupos: los hobbits, los hooligans y los vulcanianos. En esta entrevista podéis conocer mejor las ideas de Brenan y de su clasificación de la ciudadanía. En síntesis lo que propone es que no todo el mundo debería tener derecho al voto, pues la mayor parte de los ciudadanos no están capacitados para tomar decisiones complejas, y se dejan arrastrar por ideologías, simpatías o emociones mediadas por la propaganda, cuando no por el desinterés más radical.

Un ejemplo es el Brexit, ¿cuantos ciudadanos británicos están capacitados para entender las consecuencias de tal decisión? La mayor parte de las decisiones políticas son extremadamente complejas y exceden de la comprensión del ciudadano común y también a veces de los gobernantes profesionales. Un ejemplo es la independencia de Cataluña. ¿Alguien puede llegar a comprender en términos racionales en qué derivaría tal decisión? No se trata de una decisión baladí, se trata de una decisión que afectaría a la geopolitica global. ¿Alguien puede creer que no habría intereses supranacionales que se opondrían beligerantemente a una Cataluña fuera de la OTAN?

Lo que Brenan propone es lo que llama «epistocracia«, es decir  una especie de democracia por puntos donde los votos de los vulcanianos (el voto racional de personas informadas) valdría más que el de los hooligans o de los hobbits. Y que incluiría la formación de un gobierno de gente preparada y no solo de advenedizos como estamos tan acostumbrados a ver.

Yo estoy de acuerdo con la idea de que la democracia ha de mejorarse, solo que como el lector pronto advertirá creo que esta tarea es imposible y lo es básicamente porque los que pueden hacerlo no lo van a hacer. Es imposible esperar un cambio desde dentro del propio sistema que genera los problemas. Los políticos nunca van a acometer cambios que mejoren la democracia pero es posible que introduzcan arena en el engranaje para otros objetivos.

Pero antes de meternos en distintos modelos de los que han hablado politologos importantes vamos a por una definición: ¿qué es la democracia?

La democracia (del latín tardío democratĭa, y este del griego δημοκρατία dēmokratía)1​ es una manera de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

La democracia implica tres cuestiones fundamentales:

  • El voto universal y secreto.
  • La prensa libre.
  • El poder judicial independiente.

Y naturalmente un Estado soberano, un Estado de derecho, donde los ciudadanos -solo por el hecho de serlo- sean depositarios de derechos y de deberes.

Esta es la teoría, claro, es una bella idea, lo que sucede es que no siempre (o casi nunca) sucede así , en nuestro país por ejemplo no se cumplen ni la condición 2ª ni la 3ª. Por otra parte la democracia tiene ciertas debilidades estructurales que son las siguientes:

1.- El tema de la representatividad no está resuelto. Una forma de resolverlo es «un hombre un voto», si esto se hiciera de este modo por ejemplo con una circunscripción única, el resultado sería lo más cercano a la idea que el pueblo busca, pero esto no se hace así (salvo en las elecciones europeas) y lo que gobierna nuestras elecciones es una división administrativa como son las provincias. Pero las provincias no tienen todas la misma población, de modo que para ello se introdujo una corrección llamada ley D´Hont. En teoría esta ley electoral sirve para que se puedan configurar mayorías y funcionó bien el principio de nuestra democracia pero hoy este efecto se ha pervertido con la aparición de minorías a las que favorece este sistema y mucho más cuando se agrupan para hacer oposición a la mayoría y que pueden llegar a dinamitar cualquier gobierno.

Este problema explica el porqué en Zamora o Teruel el coste en votos para un diputado sea más caro que en Barcelona o en Madrid y explica que un candidato tenga más votos que otros y esos votos no se traduzcan en más escaños. De manera que aquí tenemos un ejemplo de que la democracia no es igualitaria para los ciudadanos de distintas circunscripciones, lo que explica que la traducción de votos en escaños es muy engañosa y explica que unas minorías se impongan a la mayoría gracias al señor D´Hont.  La democracia debería girar en torno a los ciudadanos y no en torno a los territorios.

Una manera de resolver este problema -cuando no aparecen ganadores evidentes- sería la doble vuelta donde solo podrían presentarse dos candidatos, lo que garantizaría el gobierno sin necesidad de pactos contra natura.

2.- El segundo problema es lo que ha venido en llamarse partitocracia. En realidad los candidatos al Congreso, Senado, municipios o parlamentos autonómicos no representan al ciudadano sino a sus partidos. Ellos hacen listas cerradas y cuando votamos lo hacemos a un partido determinado que nos impone sus propias listas sin que podamos hacer nada para mejorarlas. No tenemos más remedio que votar por el pack entero.

Esta forma de plantear el funcionamiento de la democracia tiene un problema: los candidatos no le deben nada al ciudadano sino al jefe de su partido, quien le puso allí, en un buen lugar para salir elegido. Algo que desmiente la misma definición de democracia que en cualquier caso es una relación contractual entre el electorado y los gobernantes.

Una forma de resolver este problema podría ser el diputado por distrito, cercano a sus votantes y con una relación contractual más personalizada con su entorno. Y naturalmente ese diputado de distrito podría presentarse por un partido o en representación de cualquier otra cosa. Lo que nos lleva a otro problema:

4.- ¿Por qué partidos? ¿Por qué la política se deja en manos de los partidos políticos y no en manos de ciudadanos que libremente se asocien para llevar a cabo proyectos útiles para la colectividad?

En realidad dejar la política a partidos políticos es algo arbitrario y hubiera podido dejarse en manos de otros colectivos «naturales». ¿Por qué no familia, sindicato y municipio, como en la democracia orgánica? (ya me sabe mal decir esto)  En realidad me representa mucho más mi familia o mi ciudad que el partido al que voté en las ultimas elecciones.

Llevando el argumento al limite podríamos organizar la democracia votando a empresas. Se presentarían Vodafone, Iberdrola, Apple, Amazon, Mercadona, etc. ¿Por qué no? Podrá decirse que cada una de estas empresas no haría otra cosa sino velar por sus propios intereses. Bueno, ninguna novedad, eso es lo que hacen los partidos políticos, ¿no es así? Pues, ninguna diferencia. Otra solución será segmentar el voto por escalas de edad o intereses, así habría un partido de millenials que defenderían el botellón, el aprobado general y la legalización del cannabis, otro partido de pensionistas que defenderian sus pensiones, cada vez más dignas, otro partido de parados que reivindicarían trabajo y otro de feministas en busca de la igualdad y del aborto universal. Cada uno votaría según sus intereses y es cierto que no habría cohesión social pero los partidos tampoco la garantizan.

Es más, los partidos como su nombre indica se inventaron para partir a la población entre nosotros y ellos y no para cohesionar una sociedad y en una sociedad donde los partidos cada vez están más polarizados y más presentes en la vida privada de las familias, el mundo se convierte en invivible. ¿Cuantas familias se han roto en Cataluña a causa de la política?

3.- Los controles al gobierno brillan por su ausencia en nuestra democracia española, el gobierno no debe dar cuentas a nadie salvo en periodos electorales donde suelen mentir con respecto a sus intenciones y la propaganda suele anular los efectos de incumplimientos anteriores. Una democracia ha de tener controles donde cada uno vigile de cerca al otro pues los padres que inventaron la democracia ya sabían que el ser humano es susceptible de pervertirse y convertir a un demócrata en un tirano en poco tiempo. El poder emborracha.

Debe ser por eso que EEUU tiene una constitución tan complicada según hemos podido comprobar en estas ultimas elecciones con la candidatura de Trump-Biden y las dificultades para ordenar los procesos jurídicos en cada Estado y las denuncias de fraude generalizado. Por contra en Europa los Estados no tienen constituciones tan complejas y algunos como UK ni siquiera tienen constitución, pero los poderes -por lo que he llegado a entender- están mucho más engarzados que en el nuestro. Aquí en España no hay ningún poder, ninguna institución que pueda detener el rodillo actual que ha demostrado que se puede gobernar con decretos leyes y así hasta el paroxismo. El Congreso sirve de muy poco y el Senado -que podría ser una buena balanza- tampoco. Del rey mejor no hablar, se trata de una figura obsoleta que carece de poder alguno, tanto que me hace pensar en un Presidente de la República, alguien que pudiera para los pies a aquel gobernante que se extralimitara.

Un contrapoder esencial ha sido siempre el Ejército, pero sus intervenciones en política han sido siempre desafortunadas y en nuestro país, los pronunciamientos, alzamientos y asonadas han terminado casi siempre en matanzas y en guerras civiles, de manera que parece que los militares han aprendido la lección y más perteneciendo a la OTAN y a la UE, no parece que ellos ocupen ese contrapoder tan necesario que vigile los planes de los gobiernos. Para eso están la oposición política, los medios y los jueces que son como todo el mundo sabe un poder aparte como los medios informativos (el cuarto poder) ¿pero qué sucede si el gobierno controla la carrera de los jueces y la supervivencia de los medios?

En España ningún medio informativo subsiste por sus propios medios a pesar de ser entidades privadas, todos, diarios y televisiones subsisten gracias al Estado, lo que corrompe de hecho las relaciones entre poderes y les anula en su capacidad de ejercer de vigilantes del poder establecido. Lo mismo sucede con la oposición política, ¿qué pasa cuando la oposición tiene el mismo plan o agenda del gobierno salvo matices?

Lo cierto es que es más fácil pasar de una democracia a una tiranía que al contrario. Salvo Fernandez Miranda (de la ley a la ley) no se conocen casos de transiciones políticas desde una dictadura a una democracia. Sin embargo -de la ley a la ley- desde una democracia es cuestión de tiempo pasar a una tiranía, tenemos el caso de Venezuela o Irán. Y tenemos el ejemplo de Hitler, siempre mencionado para recordar a la gente que la democracia carece de anticuerpos cuando ha de enfrentarse a una amenaza de este tipo, la ley no es suficiente cuando nadie la respeta.

4.- ¿Qué sucede cuando no somos soberanos y dependemos de las políticas que nos dictan desde fuera? ¿Alguien puede creer que con nuestra deuda podemos ser independientes? Naturalmente que no. No es una conspiranoia cuando pensamos que estamos gobernados por poderes ajenos, lobbies, grupos de presión, intereses o esas extrañas élites que llamamos NOM, Bildelberg o Davos.

En mi opinión esta es la principal razón que explica ese divorcio entre ciudadanos  y gobiernos, más allá de las torpezas, las incapacidades o la estupidez de nuestro gobierno, lo cierto es que todos tenemos la impresión de que hay alguien que mueve los hilos y que ellos están a sus órdenes. Y cuando digo ellos, me refiero a toda la clase política.

De manera que hay muchas razones para intentar mejorar nuestra democracia.

En el próximo post revisaré algunas de las propuestas que se han hecho para mejorar la democracia y mientras tanto le daré la razón (aunque me duela) a Pablo Iglesias cuando dice que nuestra democracia es de muy baja calidad.

Aunque lo cierto es que por razones bien distintas a las que él piensa.