Javier Mas es un doctor en historia contemporánea que actualmente dirige la editorial Sar Alejandria, una editorial generalista con sede central en Castellón de la Plana.
Recientemente ha publicado «María de Castilla» en la editorial «Altera», una novela -como se dice ahora- de ficción donde el autor mezcla hechos reales con otros dramatizados que dotan a la novela de ese encanto que la novela histórica tiene para muchas personas. Un encanto que procede del desconocimiento de la historia propia, pues Maria y su marido Alfonso el Magnánino son dos grandes desconocidos tanto para los españoles en general como particularmente de los valencianos a pesar del peso que ambos protagonistas tuvieron en eso que hoy conocemos como «la corona de Aragón» de la que nosotros los valencianos formábamos parte.
Precisamente a través de esa lectura y de las conversaciones que mantuve con Javier fui entendiendo el clima político, religioso, cultural de la época: hablo del siglo XV, donde tuvieron lugar muchos acontecimientos de interés no ya para el historiador sino para el hombre de hoy.
No cabe duda de que estamos hablando de una época de esplendor donde Valencia era el centro del mundo conocido, tanto es así que podríamos hablar del siglo de oro valenciano, con figuras de la talla de Ausias March o Joanot Martorell, San Vicente Ferrer, Benedicto XIII y los famosos Borgía oriundos de Gandia; una época donde Valencia tenia un Palacio Real, sede de María y Alfonso, desde donde gobernaban todas sus posesiones en el mediterráneo, las islas baleares, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. El reino de Nápoles seguramente era el más importante de los territorios dependientes de la Corona de Aragón pues no se limitaba solo a la ciudad de Nápoles sino a todo el sur de la península itálica. El resto de la «bota» eran dominios pontificios, la misma Roma y algún principado independiente como el de Florencia. El Norte estaba ocupado por Francia y el Sacro imperio germánico. Dicho de otra forma Aragón tenia una flota y un ejercito terrestre con mucho poderío si bien andaba muy mermado por las continuas injerencias de Francia y del papado en su política exterior.
En cuanto a la península las cosas tampoco andaban demasiado bien pues Castilla era una permanente amenaza para María y Alfonso a pesar de que el rey castellano Juan II era hermano de María. La amenaza de guerra era constante debido a las conspiraciones de señores feudales que descontentos por una causa u otra conspiraban constantemente contra Aragón. Y mención aparte merece Cataluña donde su nobleza estaba constantemente amenazando a María por cuestiones casi siempre fiscales. Es importante señalar que Maria y Alfonso eran un matrimonio de conveniencia y no tuvieron descendencia. Más que eso: Alfonso estaba dedicado casi por completo a Nápoles donde tenia una amante con la que compartía visiblemente su poder y siempre pareció estar mas interesado por aquellas tierras que pos las de la metropoli. De modo que Maria gobernó Aragón sola y según la descripción que hace Javier en su libro parecía una mujer capaz y como se dice ahora de armas tomar.
Aragón y Castilla no se unificarían hasta que Isabel y Fernando se casaron en secreto en Valladolid a pesar de ser primos hermanos y no tener dispensa papal. Es interesante señalar que tanto Castilla como Aragón estaban gobernadas por una misma estirpe: los Trastámara, siendo Isabel sobrina de María e hija de su hermano Juan.
Parte del poder que desempeñó la Corona de Aragón en ese tiempo procede del hecho de que recibieron la herencia de los Templarios que ya habían sido expulsados de Francia por el rey Luis IX que les hizo la guerra sometiéndoles a persecución en Francia, es por eso que los templarios acabaron refugiándose en territorio aragonés y poniéndose de parte del papa Benedicto XIII (el papa Luna) durante el Cisma de Occidente. Es interesante pensar en los templarios como un lobbye de la antigüedad, al margen de sus periplos y conquistas militares los templarios eran una especie de milicia con componentes monásticos (tenían voto de obediencia, pobreza y castidad) lo que hizo que acumularan un enorme poder económico y militar durante los siglos anteriores. Aunque se les supone guardianes del sepulcro de Jesucristo en Jerusalén eran en realidad un ejercito privado que servía a los comerciantes para vender sus productos mas allá de sus territorios e inventores de una embrionaria banca. Dicho de otro modo los templarios tenían demasiado poder y resultaban una seria amenaza para los reyes y para el papa. Sin embargo se suponía que poseían reliquias que dotaban de un enorme poder a quien las poseyera: el Santo Grial y la tiara de San Silvestre.
No es de extrañar que en este contexto se produjera el Cisma de Occidente con el papa Luna refugiado en Peñiscola (una fortaleza templaria) desde donde Roma y Aragón obraban hostilidades continuas, el uno contra el otro, con la inestimable ayuda de Francia y Castilla en una partida que siempre parecía acabar en empate. El libro de Javier Mas se sitúa precisamente en este contexto, una época de gestión de hostilidades que tuvo a María como protagonista principal y que terminó sus días en el convento de la Trinidad en Valencia. Allí mismo profesaba Isabel de Villena (una hija bastarda del conde de Villena) a quien la reina adoptó aunque carecía de derechos dinásticos.
Alfonso tuvo un hijo bastardo en Nápoles que se le sucedió allí como virrey con el nombre de Fernando I, sin embargo el trono de Aragón lo heredó su hermano Juan II (de Aragón). El Magnánimo se distinguió por sus intereses y políticas culturales. Debe ser por eso que la Diputación de Valencia tiene una fundación con su nombre destinada precisamente a estudios y publicaciones históricas.
Addenda.-
Esta pregunta va dirigida a mis lectores valencianos ¿Sabría usted ubicar el convento de la Trinidad en la actualidad?
¿Y el palacio real?
Bueno el palacio real ya no existe sino bajo el asfalto que circunda los jardines de Viveros pero no fue destruido por mala gestión de las autoridades sino porque cuando el ejercito francés se acercaba a Valencia (en la guerra de la Independencia) fue demolido por los propios valencianos para evitar que desde allí se bombardeara la ciudad. El convento de la Trinidad aun existe (a pocos metros de Viveros) pero no está abierto al publico y solo puede visitarse con cita previa. Las autoridades valencianas deberían rescatar esa joya para el patrimonio gótico de la ciudad si las monjas clarisas lo permiten.
Un post relacionado con el ambiente del quatrocento valenciano