Desde la cuna es un álbum de Eric Clapton donde el músico homenajea el blues que señala sus orígenes musicales. Pero no es de Eric Clapton de quien voy a hablar en este post sino de otras cunas, y de bebés. Bebés que son raptados en sus cunas.
Fue al leer esta novela cuando recuperé la memoria de Madeleine Mc Cann, ¿recuerdan? aquella niña que fue raptada mientras sus padres cenaban con sus amigos en un resort del Algarbe. Algo así sucede en el caso de Cora, una niña de pocos meses que es raptada de su cuna mientras sus padres cenaban en la casa de los vecinos de al lado. Una novela muy interesante de leer aunque con un final un poco extravagante obra de una escritora canadiense llamada Shari Lapena.
Aunque quizá el caso más mediático de niños raptados desde su cuna es el del hijo del matrimonio Lindberg que fue raptado por un individuo que escaló hasta el segundo piso de un edificio y que probablemente el niño murió accidentalmente durante ese rapto.
Los secuestros de niños son probablemente uno de los eventos que mayormente movilizan a la opinión publica y quizá por eso son seguidos por los medios de comunicación hasta el paroxismo. Muchas veces los padres utilizan a los medios precisamente para obligar a que el caso no se olvide o para obtener colaboraciones de posibles testigos. Lo cierto es que lo que consiguen es oscurecer aun más las investigaciones porque la mejor forma de sumar confusión a lo sucedido es divulgar opiniones y sobre todo los inevitables chismes o disparatadas hipótesis por parte del publico y la prensa. Tanto para lo que pudo suceder como para encontrar al presuntamente niño raptado.
Y digo presuntamente porque una posibilidad en la que los no profesionales no piensan nunca es que un secuestro puede haber sido simulado tal y como sucede en la novela de Lapena.
Es más: la mayor parte de niños raptados en su cuna, son simulados por los padres con o sin ayuda externa. Esos sucede en la novela que cito, un verdadero tratado sobre criminología del secuestro. También es la hipótesis de Gonzalo Amaral que fue el inspector portugués que investigó el caso de Madeleine Mc Cann. Aquí os dejo un video sobre sus opiniones expertas.
De manera que si usted ha perdido un hijo en estas condiciones que se narran, ha de saber que es usted el mayor sospechoso para la policía. Es por eso que cuando sucede algo así (un niño es raptado en su casa) la policía traerá unos perros entrenados en detectar sangre. He dicho sangre y no perros de presa. La policía buscará indicios de que cerca de esa cuna ha habido sangre o ha habido violencia de algún tipo.
Se trata de estadística, los raptos de niños tienen -por asi decir- mal pronostico y aunque para los no expertos, la primera causa de desapariciones de menores son los secuestros con el fin de obtener rescates o los más conspiranoicos: raptos por bandas de pederastas u otros pervertidos, lo cierto es que los más frecuentes son los secuestros simulados. Aunque no fue raptado en su cuna estoy recordando ahora el secuestro del joven Gabriel por parte de su madastra. En realidad un crimen que trató de ocultar detrás de un supuesto secuestro.
La mente experta.-
Propongo un ejercicio intelectual extraído de este libro de Kahneman.
En una ciudad cualquiera, una noche cualquiera un taxi atropella a un peatón y se da a la fuga. La policía comienza con sus indagaciones.
1) En la ciudad existen dos clases de taxis, unos verdes y otros azules.
2) Hay un único testigo poco fiable -según la policía- que asegura que el taxi era de color azul.
3) La policía averigua que los taxis verdes en la ciudad representan el 80% del total, siendo los azules solo un 20%.
¿Era el taxi, de color verde o como asegura el testigo era azul?
El lector puede hacer aquí su propia predicción.
Y ahora contemplemos el asunto visto de otra manera.
Y añadamos una información más:
“La mayor parte de los taxistas verdes son unos imprudentes, extranjeros y en su mayor
parte ilegales”
¿Variaría en algo su predicción anterior?
Lo cierto es que la mayor parte de nosotros daríamos a esta segunda versión más peso de verosimilitud que a la primera. La razón de esta predilección es que mientras en la primera versión sólo tenemos tasas estadísticas frías que no informan de nada, en las segunda hay un dato causal: si es verdad que los taxistas verdes son imprudentes entonces ya tenemos una hipótesis causal, existe una historia, un relato, una narrativa. En realidad el primer supuesto -puramente estadístico- informa mucho más que el segundo, pero atendemos más al segundo al considerarlo más plausible. Sin embargo lo más probable es que el taxi fuera verde si atendemos a las tasas de frecuencia de taxis de la ciudad.
Dicho de otro modo es mejor echar mano de las tasas que de los estereotipos. Aunque la mejor estrategia es una combinación de ambos.
En realidad los estereotipos nos parecen detestables, cuando señalan razas, nacionalidades, sexo o religiones. Son una especie de prejuicios incompatibles con nuestra idea de la democracia, pero los estereotipos existen y representan atajos en el razonamiento de manera que un buen policía no debería negarlos o subestimarlos. Pero no conviene confundir los estereotipos con los prejuicios o con la inventiva del publico o la prensa en general.
Pero hay otros estereotipos que son en todo caso inciertos y en algunos casos refuerzan el pensamiento en forma de tasas. Un policía haría mal en no sospechar -ante el asesinato de una mujer- en que el criminal es su marido o una pareja o ex-pareja. Aunque la “violencia machista” es un estereotipo contiene cierta verdad en relación con un pensamiento bayesiano.,Efectivamente la mayor parte de crímenes contra las mujeres los cometen parejas agraviadas. Es poco probable el asesinato de una mujer por otra mujer. Pero hay excepciones en la literatura y el cine.
Y haría mal ante un niño raptado desde su cuna en no pensar en sus padres juntos o por separado, con o sin cómplices, con accidente o sin él.
La verdad es estadística, el problema es que no sabemos qué significa.
Por eso las versiones que llevan consigo un relato tienen tanto éxito: