La primera vez que oí esta declaración fue a Jordan Peterson en una de sus conferencias grabadas en youtube. Ya había oído de todo, aunque lo más seguro es que ganara por goleada la idea de «pecado»o «transgresión». También sabía que el sexo estaba muy regulado en casi todas las culturas, con fuertes prescripciones y prohibiciones. Quizá la más universal de estas prohibiciones sea el «tabú del incesto», es decir la señalización de algunas personas como parejas prohibidas, usualmente parientes de sangre aunque no es necesario que exista un parentesco genético y a veces basta con la crianza conjunta.
Más adelante y leyendo un libro de Michael Pollan sobre los omnívoros llegué a darme cuenta de que no solo el sexo estaba regulado por creencias religiosas u ordenanzas estatales, también la alimentación estaba muy regulada, quizá no tanto como el sexo pero al fin y al cabo regulada, con alimentos prohibidos, épocas de ayuno y abstinencia, etc. En este post hablé precisamente de eso y del porqué comer es peligroso.
El sexo es peligroso por muchas razones, las más conocidas de las cuales son quizá las menor importantes desde el punto de vista colectivo: el sexo puede dar lugar a embarazos extemporáneos a veces en edades donde la madre no tiene la suficiente madurez para ocuparse de su descendencia. Naturalmente también hay que citar las ETS, es decir las enfermedades de transmisión sexual. Embarazos y enfermedades son los dos riesgos más fácilmente identificables de su ejercicio. Sin embargo existen otros riesgos que son mucho más perturbadores socialmente hablando, me refiero a las secuelas emocionales que se derivan y se tejen entre personas (parejas) que mantienen relaciones sexuales, tanto al largo como al corto plazo.
Los niños ya sienten celos a muy temprana edad aunque no los podamos catalogar como sexuales.
La secuela más conocida de entre ellas son los celos. Los celos son una curiosa emoción que probablemente evolucionó como una forma de intimidación a fin de ahuyentar al resto de los machos merodeadores. Hace tiempo escribí un post sobre esta cuestión, aqui.
Obviamente tal y como conté en aquel lejano post, los celos tienen muchos planos explicativos, pero de momento me inclinaré tan solo a recordar uno de ellos: la propiedad sexual amenazada. Y cuando hablo de propiedad amenazada me refiero sobre todo a la mujer como propiedad del hombre, pues de momento me interesa enfocar el tema de los celos desde un punto de vista evolucionista y no desde el punto de vista psicológico. Es obvio que los hombres no quieren alimentar hijos que no llevan sus genes y también es cierto que el hombre no tiene la seguridad de que sus genes están en sus hijos.
En un articulo ya clásico de 1982, firmado por Margot Wilson, Martin Daly junto a Suzanne Weghorst esta seria la razón por la que los celos de los hombres inducen muchas mas patologías mas severas y agresión que los celos de las mujeres. Ese «no saber con seguridad» es una fuente de sufrimiento para muchos hombres que evalúan de forma desconfiada a sus parejas y otras veces de forma francamente paranoide. Dicho de otra manera: los celos en los hombres serian una adaptación que conseguiría que los machos de nuestra especie hubieran podido pasar sus genes «celosos» a sucesivas generaciones blindándose frente a eventuales engaños de sus parejas.
Como podemos observar en esta fotografía los celos de las mujeres son «evaluativos» sobre el potencial erótico de las contrincantes.
Los celos de las mujeres son bastante distintos y no se encuentran emparentados con patologías psiquiátricas tan graves como las celotipias delirantes o la conducta disruptiva hostil que caracteriza a estos hombres celosos. Los celos de las mujeres son emocionales por decirlo de una forma fácil de entender y en ellas el miedo está mas relacionado con la perdida o abandono de la pareja a manos de otra pareja más joven o dotada de ciertos encantos. Para el hombre el engaño de su pareja supone cargar con los hijos de otro y para la mujer el engaño de su pareja carece de importancia sino da lugar a un abandono del nido, más allá de -como se dice hoy- la perdida de confianza.
De estas consideraciones se derivan una serie de ideas útiles para comprender ciertos fenómenos como la violencia de género que algunos -entre los que me incluyo- preferimos llamar violencia de pareja íntima.
Nos permite por ejemplo separar dos poblaciones de hombres bien distintas: 1) aquellos que agreden a mujeres con las que no han tenido ni mantienen relación intima alguna y 2) aquellos que agreden o asesinan a parejas o ex-parejas. Dicho de otro modo: lo que parece diferenciar ambos grupos de agresores es una variable: el haber tenido relaciones sexuales con la victima o no. En el primer caso es muy probable que el deseo de mantener relaciones sexuales con una mujer que en condiciones normales rechazaría tal propuesta es la razón por la que el agresor recurre a la violencia sexual. En el segundo caso y tal y como planteaban precisamente Wilson y Daly:
Las conductas celosas se ponen en marcha muy a menudo tras la ruptura de la pareja. El sujeto que se siente abandonado tiende a pensar que esta situación viene determinada por la aparición de un tercer personaje y reivindica, a veces peligrosamente, sus derechos a quien supuestamente ha motivado la ruptura y diversos estudios sociológicos lo confirman (Daly y Wilson, 1982).
Aunque han sido descritas varias tipologías de agresores sexuales que podeis ver aqui, pera hacerlo más sencillo propongo pensarlos como dos grupos en relación con la variable tener/no haber tenido relaciones sexuales con la pareja agredida. El primer grupo de perpetradores lo constituyen personas disreguladas, eventualmente con CI bajos, trastornos de personalidad, abuso de drogas y personas disociales. Entre ellos también es posible encontrar a un subgrupo de personas sobrecontroladas que han sido descritos por Kivisto (2015) como catatímicos, es decir personas que llegan a un episodio de violencia de forma esporádica, como una explosión y por razones poco claras. Es poco probable que el maltratador clásico se encuentre dentro de esta descripción puesto que aunque también hay en ellos mucha hostilidad hacia las mujeres, la deprivación sexual y la envidia no parece ser el gatillo que dispara la agresión, sino más bien la dificultad en mantener-retener a la pareja. Esto podría explicar porqué la mayor parte de homicidios de pareja intima se producen después de que la pareja verbalizara sus deseos de separarse o de abandonar o romper la relación. Todo parece indicar que la ruptura de una relación es intolerable para los agresores de pareja íntima, naturalmente es posible además que haya solapamientos entre ambas poblaciones. Obtener-mantener y retener a una pareja son tareas que pueden separarse para poderse observar mejor pero forman parte de un mismo cluster de conductas seductoras, asi hay hombres (los más psicopáticos) que son capaces de seducir fácilmente a sus parejas pero son incapaces de comportarse de un modo adaptativo en su convivencia motivados probablemente por los celos, la desconfianza, la vida errática y la misoginia, mientras que hay otros que son incapaces de optar al tipo de mujeres que desearían quizá por ciertas peculiaridades de su personalidad que les hacen desagradables y poco fiables y acumulan un gran número de decepciones sexuales en el corto plazo.
De manera que el sexo es peligroso cuando se elige a la pareja inadecuada. Y lo es por razones menos extremas también, pero de momento me serviré de estos casos extremos para señalar el peligro que corren algunas mujeres, fascinadas por los «malotes». No cabe duda de que son las que más riesgo corren.
La mala noticia es que es son muy difíciles de predecir los crímenes de pareja íntima.
Este estudio de Bridger y cols es muy interesante porque habla de lo difícil que es predecir el homicidio ya que en la mitrad de los caos no hay antecedentes de violencia. Encuentran que el mejor predictor disponible de homicidio doméstico es la anterior conducta suicida del agresor (intentos, amenazas, ideación o autolesiones) que aparece en un 40% de los homicidios.
Este otro estudio de Thorton encuentra que no es posible predecir el homicidio en base a datos policiales previos porque la mayoría (55%) no tienen contactos policiales previos y en los que los tienen la mayoría son catalogados como no de alto riesgo, la tasa de falsos negativos es de 90%.Y de falsos positivos el 100%. El problema es que el homoicidio es un suceso raro y la mayoría de los sujetos de alto riesgo no lo van a cometer. Este estudio tampoco confirma la opinión común de que las agresiones graves son resultado de una escalada de años. Se compara a los que intentaron homicidio o lo consiguieron con sujetos control y los sujetos control tienen más denuncias, arrestos y condenas que los que cometieron homicidio. Esto pone en cuestión la base misma en la que se basan los instrumentos de predicción.
La pregunta que habría que hacerse en este momento es la siguiente: ¿Son los celos siempre sexuales? ¿Por qué los niños tienen también celos?
Será en un próximo post.
Bibliografia.-
Daly M, Wilson MI, Weghorst SJ (1982) Male sexual jealousy. Ethology & Sociobiology3: 11-27.
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