Casi nadie sabe que Alhucemas es un peñón que preside la bahia del mismo nombre y que forma parte de las pocas posesiones que le quedan a España en el Mediterráneo. La bahia es famosa por haber sido protagonista del primer desembarco anfibio de la historia en tiempos de Primo de Rivera, cuando España guerreaba contra los insurrectos magrebíes.
Y casi nadie sabe que yo hice alli mi servicio militar siendo ya médico. Soldado médico.
Hoy dia 20 de Noviembre pero en 1975 sucedieron dos acontecimientos históricos: Franco murió y yo abandoné Alhucemas y me vine de permiso a la «Peni», al haberme relevado el teniente médico «Nagore», aun recuerdo su nombre.
Un destino nada agradable para un militar de carrera.
Y menos en 1975, pues Hassan II habia aprovechado la agonía de Franco para invadir «pacíficamente» el Sahara Occidental en aquel simulacro -que tan buen resultado obtuvo- de adhesión territorial sin disparar un solo tiro.
La historia es bien conocida, España abandonó a su suerte al pueblo saharahui, que previamente nos habia hostigado en el desierto. Hassan II se anexionó el Sahara por la fuerza de los hechos consumados y el pueblo saharahui fue desplazado a zonas que Argelia les cedió en su frontera con Marruecos. Alli siguen.
Es frecuente oir que España traicionó a los saharahuis en aquella desbandada presidida por el propio Rey Juan Carlos como Teniente General del ejército. La otra alternativa era disparar y detener a aquella multitud conocida con el nombre ecológico de «Marcha verde».
Un ministro del regimen llamado Solís fue el que pactó con Marruecos aquella retirada. No sabemos cuales fueron las condiciones del pacto pero los que estábamos en Alhucemas nos temiamos lo peor.
La idea de que España iba a invadir Marruecos corría por los cuarteles y el hostigamiento de F-18 y de patrulleras marroquíes en las aguas de Alhucemas era diaria. Apenas con el armamento adecuado (unas cuantas ametralladoras) sentíamos que estábamos vendidos. Sin embargo a Marruecos no les interesaba Alhucemas, ni Chafarinas ni el Peñon de Velez de la Gomera, ni siquiera recuperar las ciudades de Ceuta y Melilla. A Marruecos los que le interesaba era el banco de pesca del Sahara y sus fosfatos.
Franco murió y solo Solis y probablemente el CESID saben las condiciones de aquel pacto que se mantuvo durante años hasta el incidente de Perejil. Otro truco para asustar al personal, esta vez del hijo de Hassan que tenia la lección bien aprendida de cómo intimidar a los españoles.
El 20-N era la fecha en que tenia que venirme de permiso a España y ese mismo dia por la mañana Arias Navarro lloriqueó en TV. Comencé a deshacer el petate, aquello no auguraba nada bueno.
Y al final embarqué y dejé para siempre Alhucemas, una isla, en realidad un peñón que nació para ser cárcel militar y que en 1975 seguía siendo un lugar para exiliar al personal «sospechoso». Comunistas, vascos, -sospechosos todos de ser etarras-, catalanes separatistas, frikis de la vieja hornada y algún que otro trastorno de personalidad o chicos con antecedentes penales o simplemente disociales componian la población de aquel lugar.
Aun es español, aunque las cosas han cambiado un poco según vi recientemente en un reportaje en TV. La tropa está compuesta casi en su totalidad por musulmanes y hasta algún oficial es musulmán. No es de estrañar puesto que tanto Ceuta como Melilla han multiplicado por tres su población. Su demografia ha aumentado precisamente por la población musulmana. Y casi todos ellos son españoles.
Cuando vi que la teniente que en la actualidad está al mando en Alhucemas era musulmana sentí un escalofrío.
Hemos perdido -pensé- y no porque perdimos esa guerra que Franco probablemente hubiera iniciado. Hemos perdido la batalla demográfica. ese lugar donde se pierden todas las guerras.
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