Si la disforia nacional -de la que hablé en el post anterior- afecta al menos a la mitad de los catalanes, a los valencianos les pasa un poco lo mismo: la mayor parte de la población valenciana no quieren ser catalanes.
Cuando yo era un joven adolescente estudiante de medicina en Valencia tuve oportunidad de conocer bien los entornos culturales donde Joan Fuster era una especie de gurú del valencianismo. Su tesis es bien conocida: el valenciano es la misma lengua que el catalán, su bandera la del reino de Aragón y su denominación de origen, el Pais Valenciano que junto a les Illes (islas Baleares) y el Principat (Catalunya) formaban parte de una realidad supranacional llamada «Països Catalans».
Fuster, afirmaba en su archinocido ensayo y parafraseando a Jaume Vicens i Vives, «no haber encontrado nunca una reflexión realmente seria sobre la identidad del pueblo valenciano y que por ese motivo se consideraba obligado a descifrarla», rompía con el valencianismo precedente, al considerarlo provinciano y sucursalista, y rompía también con el trabajo histórico y sociológico realizado hasta ese momento, acusándolo de padecer de una «deplorable e indecorosa miopía ‘nacional'»..
Esto sucedía en la década de los sesenta pero en 1978 ya en plena vorágine democrática y mientras se estaba componiendo la Constitución y diseñándose las autonomías, vino una polémica que se centró, cómo no, en la bandera, la denominación y la lengua. Cosa de simbolos y de identidades , otra vez disfóricas.
Se conocían a los anticatalanistas con el nombre de blaveros (azules) o «barraqueros» o bien «los del bunker» demostrando que las guerras carlistas no habian terminado y que «maulets i botiflers» seguian existiendo -aunque procedían de otra época- bajo otras máscaras.
Els blaveros eran aquellos que defendian la bandera conocida como la Senyera que al parecer fue la que usó Jaime I durante la conquista de Valencia allá por 1200 y pico, que nada tenia que ver con los Borbones y sus pleitos. Como el lector puede observar en la imagen de arriba, los valencianos, o al menos las élites valencianas no querian ser catalanes de ninguna manera. Fueron años de mucha crispación politica y sobre todo lingüistica. Los valencianos de»soca»sostenian que el valenciano era un idioma distinto del catalán, incluso algunos pensaban que era anterior al catalán y que en cualquier caso la denominación que imponían era de «Regne de Valencia».
Los partidos politicos de entonces, sobre todo UCD y PSOE tenian que tomar una decisión con tal de no perder el tren de la Autonomia que era el gran chollo del poder politico regional, de modo que después de algunas idas, venidas y calentones se llegó a una conclusión salomónica: la bandera, la de Jaime I, la denominación, «Comunidad valenciana», ni para mi ni para ti y el valenciano era un catalán si pero no.
Dicho de otro modo se trató de mantener la ambigüedad sobre este espinoso asunto de la lengua que irritaba a la mayor parte de los valencianos de Valencia, mientras que dejaba indiferentes al resto que ya hablaba el valenciano en su casa o en su pueblo. Y la mejor forma de sustraer ese debate era nombrando una especie de academia de la lengua (AVL), una academia tutelada, claro está.
Asi fue que hubo escisiones, retiradas y deserciones, las nuevas élites pasaron por el aro de las prebendas y el PSPV se convirtió a la verdad oficial, los valencianos en la otra trinchera alimentaron varios partidos «blaveros» de raigamabre hasta que Gonzalez Lizondo se pasó con armas y bagajes al PP contribuyendo a la pacificación de la lengua y quedando de paso la «barraca» sin dueño, puesto que ya habia penetrado lo suficiente en las instituciones para que hubiera necesidad de un partido politico especialmente dedicado a ello.
Desde entonces Valencia es -en palabras de Fuster- una franquicia de Madrid (tal y como era antes) y todo por culpa de ese «complejo de criollo» que el propio Fuster acuñó para designar a los valencianos que querian ser antes «moros» que catalanes.
Han pasado casi 30 años desde aquello y la situación nacionalista en Valencia se ha desactivado totalmente. Los partidos que aun hoy mantienen alguna idea sobre el valencianismo son minoritarios, quiero decir eran minoritarios hasta las ultimas eleccione smunicipales pues ahora Monica Oltra, lider de Compromís es la «lideresa» de un gobierno bipartito entre el PSOE y Compromís que es una coalición de partidos donde el Bloc, -unico representante del catalanismo politico- mantiene su representación.
Dicho de otra manera el pancatalanismo parece que tiene pocas opciones en la Comunidad valenciana y que los valencianos no hemos hecho los deberes en cuanto a nuestra propia identidad como pueblo. La Comunidad Valenciana está muy dividida haciendo honor a su origen occitano-catalano-aragonés. El fusterismo parece que murió en la Transición y no se le espera en la Valencia actual.
Pero no se puede profetizar nada y menos en politica.
Pues las cosas han cambiado, ya no tenemos a ETA envenenando el debate sobre las nacionalidades ni tenemos a los cuarteles en pie de guerra. Entonces «no tocaba», pero es muy posible que ahora si toque.
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