El dormilón

El dormilón no es sólo una película de Woody Allen sino sobre todo la característica biológica que me define a mí y a muchos otros que siempre fuimos catalogados de vagos, perezosos o indolentes.

Hasta mi padre me pronosticó que nunca llegaría a nada en la vida.

Pero la verdad del asunto según me enteré anoche viendo este documental de «La noche temática» es que hay ciertas personas que estamos desincronizados con los ritmos luz/oscuridad en que evolucionamos nosotros los mamíferos. Claro que nosotros somos noctámbulos porque descendemos de una especie de ratón nocturno -en realidad un primate- que medró escabulléndose cuando los dinosaurios se extinguieron quien sabe si por un cometa o porque comían demasiado y no resultaban del todo sostenibles. En la tierra había dos nichos ecológicos uno ocupado por los grandes reptiles que eran diurnos y otros -los innovadores- mamíferos que podían calentarse a sí mismos y que por tanto podían vivir de noche.

De ahí procedemos y por eso nos pasamos el día de siesta en siesta, y es lógico que nosotros los sapiens seamos noctámbulos porque somos homeotermos, es decir no necesitamos calentarnos al sol y nos basta con la pornografía.

Claro que eso del noctambulismo que nos ataca a los dormilones se cura con la edad, yo ahora duermo lo mismo pero de noche, porque ya no estoy para muchos trotes. Aun recuerdo cuando era joven y las carreras que solía hacer con mi amigo del alma a ver quien podía dormir más horas teniendo un orinal debajo de la cama. Siempre me ganó él, pero lo cierto es que ambos parecíamos parasitados por una especie de acedia vital que muchos identificaban con la pereza, aquel pecado capital de cuando entonces. Ahora igual nos catalogaban de esquizofrénicos simples.

Y estábamos aburridos simplemente como esos adolescentes de ahora que no duermen lo suficiente.

Recientemente estuve en el funeral de este amigo que naturalmente murió durmiendo. Ese amigo del alma, esa alma gemela que nos encontramos en la adolescencia y que luego perdemos en las primeras curvas de la madurez. Ese amigo, cuyo recuerdo nos acompaña siempre a pesar del emborronamiento que el tiempo proyecta sobre nuestra memoria.

Y fue precisamente en ese funeral donde comencé a escribir este post a propósito de la memoria.

Me vino este tema de Serrat, una canción que solía cantar mi amigo (al que le gustaba mucho Serrat). En realidad le gustaba casi lo mismo que a mi y por eso fuimos amigos hasta que la vida en sus continuas bifurcaciones nos separó sin saber bien en cual de ellas nos perdimos el uno al otro. Quizá porque pasamos mucho tiempo dormidos sin atendernos mutuamente.

Fue en todo caso una perdida gratuita.

Y fue en su funeral donde caí en la cuenta de que nuestra memoria no es una película sino un álbum de fotografías discontinuas, de escenas como petrificadas, algunas de las cuales llevan incluso banda sonora.

Fotografias que olvidamos, pues el olvido (el no-recuerdo) no es lo mismo que la ignorancia, el no-saber. Se puede no-recordar y saber.

Y es mucho lo que supimos tu y yo amigo pero ya no recuerdo el qué.

Es por eso que la mejor forma de recordar es a través de la música, esa analogía que en sí misma no significa nada pero que precisamente por eso puede re-significarlo todo. Es asi como te recuerdo amigo, tal y como cuenta Serrat.

Decir amigo
es decir lejos
y antes fue decir adiós.
Y ayer y siempre
lo tuyo nuestro
y lo mío de los dos.

6 comentarios en “El dormilón

  1. Paco, creo que está de más decir que me conmovió tu post. Yo también quisiera ser recordada por mis amigos como una buena amiga y una seguidora de Serrat.

    Agregó que también el padre de Freud le llegó a decir a su pequeño Sigui en algún momento de la vida que «no llegaría nunca a nada». Y ya ves.

    Gracias amigo por este post.

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  2. Entrañable post, como corresponde al recuerdo de un buen amigo.

    Algunos humanos estamos estrañamente sincronizados con el dia marciano y quizás por eso necesitamos dormir más.
    Quizás el sueño sea la verdadera vida, o quizás tan solo es nuestra pequeña muerte diaria. En todo caso, que mejor manera de trascender que mediante el sueño final.

    Sinceramente, espero que la musica de Serrat ayude a reencontrarse a los amigos en el saber de la dormilona realidad de los sueños.

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  3. No se trata de tener sueños marcianos; sinó de que mientras el equipo de Charles A. Czeisler, (profesor de Medicina del Sueño) de la Escuela de Medicina de Harvard, chequeaban el reloj biológico de voluntarios sanos y jóvenes, para un experimento organizado para ayudar a los astronautas que algún día desembarcarán en Marte, se encontraron con un sorprendente fenómeno.

    Pese a que los investigadores ya sabían que los ritmos ultradianos rigen el sueño y la salud mental y que las personas no operamos todas bajo el mismo ciclo endógeno de 24 horas exactas, las diferencias que encontraron fueron totalmente inesperadas, pues los 12 hombres y mujeres participantes en el estudio sobre adaptación al día marciano, cuyas edades iban desde los 22 hasta los 33 años, mostraron ciclos circadianos que estaban entre las 23 horas y media y las 24 horas y media.

    Hay que decir que Marte está más alejado del Sol que la Tierra y dar una vuelta le toma más tiempo, de manera que un día marciano es más largo que un día terrestre. Un día en Marte dura 24 horas y 39 minutos, y el cuerpo humano, lógicamente no deberia estar acostumbrado a ello, lo que provocaría trastornos de sueño. Sin embargo los sorprendentes resultados de la investigación significan que existen humanos perfectamente adaptados endógenamente al dia marciano.

    Una posible explicación cronoastrobiologica a ello en:
    • Lynne McTaggart, El Experimento de la Intención, Capítulo 7, El momento adecuado, p.136-148
    https://centinela66.wordpress.com/2014/12/02/ritmo-circadiano-humano-no-corresponde-al-periodo-rotacional-de-la-tierra-sino-de-marte/

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  4. Hermoso, entrañable canto a un amigo, a la amistad. Desaparecen las personas, a veces en vida, a veces ya sin ella, pero las huellas de ese vínculo entretejido perduran sin más. Gracias, Paco, por compartir tu especial canto.

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