Las encuestas políticas nos rodean a diario desde los medios y es posible que esto se prolongue dado que este es el año en que votaremos peligrosamente, tanto que es muy posible que el votante quede inane antes de terminar el año que es más o menos la fecha en que Rajoy tiene previsto convocar elecciones generales.
Pero las encuestas llevan trampa, la principal de ellas es que tratan de predecir (e influir) en el voto, pero en el momento es que no hay voto. Se trata de una simulación que tiene como consecuencia que lo que las encuestas dicen no es lo que sucederá el día H sino lo que las personas votarían hoy a sabiendas que es de mentirijillas.
Es bien sabido que lo que determina el voto es el bolsillo, es por eso que no hay que creerse del todo esas encuestas que dan a los partidos radicales una bolsa de votos y a veces incluso la mayoría. La gente está enfadada y con razón y la mejor forma de mostrar enfado es retirarle el voto a los grandes partidos, que son PP y PSOE y amagar con que el bipartidismo va a romperse. Pero lo cierto es que si el bipartidismo se rompe será para que emerja otro bipartidismo , eso si con caras nuevas.
Las cocinas de los que se dedican a medir ese barómetro que llamamos predicción de voto lo hacen por teléfono y después de recoger pequeñas muestras de personal hacen una traslación del voto a las comunidades. Es por eso que determinadas encuestas le dan la mayoría a Podemos, ¿pues quién va hoy a declarar que vota al PP o al PSOE? Seria inhumano.
Pero el PP y el PSOE no son simples agrupaciones de personas como Podemos o Ciudadanos, son partidos con implantación nacional, infiltrados en todos sitios, desde la prensa, los sindicatos, el mundo de la fiesta, en la administración, etc. Tienes sedes y mensajes unitarios para todo el Estado, tienen caras conocidas que se dejan ver en todos los foros y corrillos allí donde hay alguien que mire. Van a las Fallas, salen de ninots indultados o no, desfilan a los pies de la virgen, son de una cofradía o de varias, están en los palcos del fútbol y salen en procesión. En fin, tienen eso que se llama circuitería lo que significa que tienen franquicias en todos los poblados, por muy alejados que estén de la capital.
Por contra Podemos o Ciudadanos carecen tanto de circuitería como de caras conocidas. Las elecciones no se ganan en las redes sociales pues en ellas (en las redes) no están los promedios sino los efectos cola de la distribución, es decir el voto extremo. Las elecciones se ganan instalándose en el promedio de las cosas.
En cada provincia hay un abanderado o franquiciado al que no conoce nadie, carecen de sedes y no están infiltrados en ningún lado porque acaban de salir del cascarón. Y lo peor, carecen de un mensaje unitario en todo el Estado, aquí hay un iluminado y allá un mudo. No sabemos lo que piensan ni sabemos que planes tienen para el futuro, municipal o autonómico. Más claros parecen sus planes a nivel de Estado.
Prueba de ello la vamos a tener en Andalucía. El PSOE volverá a ganar a pesar de los ERES, pues Andalucía es como Grecia, una región que vive del subsidio y del «dolce fer niente«. Que no les hablen a los andaluces de innovación, esfuerzo y competitividad. El PSOE les garantiza ese estado de cosas y no habrá gran revolcón, sino tan solo una pequeña perdida de votos que irá a Podemos que engordará así hurtándole votos a IU, que es un partido que también huele ya a la naftalina de la casta pero sin posibilidades de repartir. Entre lo que tenemos y lo que nos darán para qué preocuparse.
El PSOE ganará en Andalucía y es posible que Ciudadanos ejerza de bisagra con los votos que logre quitarle al PP o al propio PSOE. En el peor sitio posible pues llamarse Albert en Andalucía es pecado mortal tal y como ha dicho alguien relevante por ahí. Que se lo pregunten a Roca y su invento del PRD.
Luego vienen las catalanas y un poco más tarde las autonómicas y municipales que a mi me interesan: las valencianas.
Un poco la misma idea.
El PP volverá a ganar, con Gurtel y todo, si bien es posible que suceda como en Andalucía sin mayoría absoluta. Será una derrota dulce, no catastrófica.
Las encuestas miden el estado afectivo del pueblo, en estos momentos el cabreo es nacional y bien fundamentado, pero la gente votará mirando la cartera y ya saben a estas horas que hay quien propone su expolio.
Podemos, paradójicamente ha asustado más al personal que toda la corrupción de los partidos junta. No olvidemos que España es un país sin resiliencia y es muy posible que el crecimiento que tiene a día de hoy Ciudadanos proceda de ese voto que hace unos meses decía que quería cambiar el estatu quo y ahora ha encontrado en Ciudadanos una alternativa sensata a los radicales de la coleta. Podemos le ha hecho la campaña, sin quererlo a Ciudadanos.
Que nadie se equivoque, lo primero es la cartera, los cambios pueden esperar.
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