CeroCeroCero

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Probablemente haya sido Apple la compañía que más ha ganado en bolsa en los últimos años. Supongamos que usted invirtió 1000 euros antes de que Apple sacara el iphone 5, en poco tiempo habría ganado 1650 euros. Una ganancia de 650 euros es una buena inversión, de las mejores. Pero si usted hubiera invertido en cocaína su apuesta de 1000 euros se hubiera convertido  en 65.000 euros. No hay ningún negocio mejor que la cocaína.

Eso es lo que nos cuenta Roberto Saviano  -periodista y escritor italiano en su ultimo libro- «CeroCeroCero», una especie de historia del narcotráfico desde los cárteles colombianos hasta la actualidad, un reportaje que escribe -con nombres y apellidos- desde dentro, desde las profundidades de ese abismo de torturas, dinero, lujos, mujeres, inversiones en la costa del sol, asesinatos, narcofosas, violaciones, ametrallamientos y luchas atroces de unas bandas con otras para defender su hegemonía, una hegemonía que pasó de ser algo territorial hasta lo de hoy, producto de la globalización y de altos ejecutivos con trajes de Armani dispersos por todo el planeta.

Hay dos maneras de contar algo, una forma fisiológica:  metérselo en la boca, saborearlo y luego escupirlo. La otra manera es tragarlo y sufrir las indigestiones de lo que se ha comido. Saviano es de los que han tragado sus propias historias, sus propias letras. Descender a los abismos para luego emerger con escolta. Sus reportajes le han cambiado, arruinado la vida como a Salman Rushdie, uno no puede recobrar su vida anterior después de contar lo que Saviano ha contado. Ya desde su primera novela «Gomorra», su cabeza tiene precio. Saviano perdió su vida, su novia, sus amigos, todos le abandonaron por miedo. es lógico, la decisión de abismarse fue suya, una obsesión, algo que no se hace por dinero o notoriedad, se hace porque si. La verdad es tan adictiva como la cocaína.

La novela de Saviano contiene no pocas ideas interesantes, una de las que más me llamó la atención es el concepto de banalidad del mal, algo que Arendt ya había adelantado: en realidad el tráfico de cocaína es una actividad tan parecida al comercio de sustancias o productos banales que nos hace pensar ya no sobre la ilegalidad del narcotráfico sino de la banalidad del mal que se encuentra en cualquier forma de comercio.

Y hay una ley elemental de cualquier tipo de comercio: los productores y los consumidores de cualquier producto no ganan apenas nada. Hay que situarse -sean naranjas o cocaína- en el eslabón adecuado para ganar dinero. Son los distribuidores los que se enriquecen con el trabajo de los productores y son los consumidores los que en definitiva consumen el producto final aun adulterado. Así y todo para un campesino colombiano o mexicano siempre será mas rentable cultivar cocaína o adormidera que cereales. Son los distribuidores los que controlan el flujo, el precio y la pureza de la droga que llega a la calle.

Y luego está el tema del consumo. hay una creciente demanda de drogas, hay como una demanda golosa de drogas, mas concretamente de cocaína. La cocaína empasta bien con nuestro tiempo, con la velocidad y la globalización. Todo sucede deprisa, deprisa. Hay un ansia por correr más, por consumir más, por llegar a tiempo, por rendir más ,por aparentar más y por tener mas bienes de consumo al alcance de la mano.

Nosotros los médicos solemos ver las consecuencias de la adicción a las drogas en la escala de los consumidores, tenemos -en este sentido- un sesgo profesional. Pensamos que el uso y abuso de drogas es pernicioso para la salud y sabemos que es muy difícil escapar de una adicción. Casi todos nosotros estamos persuadidos de que las drogas son nefastas no sólo para nuestro cerebro, sino también de nuestro corazón, nuestros riñones y nuestro hígado. Sabemos bien cuales son sus consecuencias a corto, y a largo plazo. Es poco probable encontrar un medico que defienda su legalización. También sabemos de las dificultades para rehabilitar a un drogadicto.

Sin embargo después de leer el libro de Saviano, he construido otro panorama aun más desolador: el narcotráfico no sólo es perjudicial en el entorno de salud de los consumidores, sino que tiene al menos otras dos consecuencias, más graves:

  • El narcotráfico tiene consecuencias sobre los mercados financieros y contamina a través del blanqueo otros negocios que dejan de ser rentables en comparación con los beneficios de la droga. La mayor parte del dinero de la droga se blanquea en los bancos (a pesar de leyes como la Patriot Act) y acaba en el cemento de las inmobiliarias de zonas de lujo en entornos privilegiados de ocio. El dinero del narcotráfico termina por arruinar cualquier tipo de negocio legal a la vez que da trabajo a grandes cantidades de personas enroladas en el negocio de la droga, que pasan a ser delincuentes desalmados.
  • Con todo, el dinero no solo contamina a los capitales legales sino que pervierte a las instituciones: policía, jueces, funcionarios, políticos, funcionarios de prisiones, etc. Cualquiera puede ser arrastrado por el dinero fácil a corromperse.

Suele decirse que los gobiernos de nuestros estados democráticos tienen muchos limites a su poder, que en realidad quienes mandan son las grandes corporaciones eléctricas, petroleras, bancos y grandes constructoras. es verdad, lo que no suele decirse es que la corporación más imperante del mundo es el narcotráfico, son ellos los que aportan liquidez al sistema y financian guerras bien directamente aportando armas o bien a través de ciertos intermediarios comunes.

Visto de esta manera la adicción de los individuos consumidores es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor, de un problema global. Un daño colateral como se dice en el Ejército.

Abordar este problema desde la bienintencionada prevención del uso de drogas de nuestros gobiernos se revela como una estrategia pueril. Ninguna política conseguirá nunca reducir la demanda de drogas a no ser que…no haya drogas en las calles. Sin embargo la lucha contra el narcotráfico está destinada al fracaso, no tanto por la ineptitud de las agencias destinadas a tal fin sino por las dificultades jurídicas, los entramados burocráticos, las trampas procesales, la mentalidad democrática y la protección del delincuente es el mejor escondite para los narcos, incluyendo las complicidades que encuentran dentro de las cárceles para seguir con sus negocios en medio de una condena casi siempre benigna y apelable

La democracia es el mejor aliado del narcotráfico que naturalmente no puede progresar allí donde el Estado no tiene leyes, sino reglas mafiosas.

Es por eso que los países totalitarios no tienen drogas.

Leí con avidez el libro de Saviano con tal de llegar al final. ¿Qué propone Saviano?

Lo que propone es una solución que el propio Saviano detesta y que a su parecer es en sí misma inmoral: legalizar el tráfico de drogas siendo el Estado el que monopolice su venta y distribución.

Para hacerse una idea de esta solución: el tráfico de cocaína que se vende en España podría sufragar los gastos en sanidad y educación juntos. 

En España cerca de la mitad de los presos que cumplen condena en la actualidad son delincuentes relacionados con drogas. Son consumidores al mismo que tiempo que pequeños traficantes. Recientemente ha saltado a la prensa el caso de una mujer con un niño de corta edad que había sido condenada a 6 años de cárcel por tener una plantación de cannabis en una nave de su propiedad. Cultivaba cáñamo y al mismo tiempo elaboraba haschis para el consumo y venta. ¿Era una traficante esta mujer?

¿Hay proporción entre su condena y las condenas que se llevan a cabo con los grandes traficantes que cuentan con abogados especialistas en encontrar todos los resquicios a la ley?

En realidad no era más que una consumidora que había aprovechado la facilidad con la que el cáñamo prende en nuestro país para consumo propio y que más adelante había encontrado una forma de ganarse la vida vendiendo sus excedentes. ¿Puede considerarse un delito plantar cáñamo o adormidera, especies bien adaptadas a nuestro clima?

Para mi, esto no debería ser un delito, no más grave que tener una piraña o una boa en casa.

La batalla está pues perdida y da lugar a injusticias sobre el peldaño más débil de la cadena. La democracia y el Estado de derecho han fracasado y cuanto más tiempo tardemos en reconocerlo más víctimas habrá.

Como Saviano, que nunca podrá recuperar una vida normal, ese tipo de vida de los que no quieren ver.

Ha visto más allá de lo tolerable y ya no puede seguir callado.

Ateismo 2.0

Soy ateo, pero me entusiasman y me emocionan los villancicos, la Pasión según San Mateo de Bach y el Requiem de Mozart me ponen los pelos de punta, las catedrales y sobre todo las pequeñas Iglesias románicas me sobrecogen. Algo que he sentido también en alguna mezquita y cuando en alguna ciudad árabe, llaman a rezar.

Sucede porque las religiones tienen como dos grandes islas de conocimiento: una es la doctrina, pudiéramos decir lo que hay que creer por obligación y la otra es el rito, el símbolo que nos apresa y nos lleva de la mano hacia algo colectivo, supraindividual, trascendente.

Naturalmente nosotros los ateos, rechazamos las doctrinas, los dogmas, pero nos acoplamos bien a la liturgia y sobre todo rechazamos que nos traten como niños. Por eso parecemos huérfanos.

En realidad sólo podemos ser ateos los que hemos crecido bajo la influencia de la religión cristiana que tiene una vocación universalista. Las otras dos religiones monoteístas son religiones reveladas localmente, tienen una diana: un pueblo elegido. No se puede ser ateo si eres judío o musulmán. En realidad eres un infiel, un apóstata. Es por eso que solo la religión cristiana tiene misioneros.

De manera que los ateos somos los herederos de la religión cristiana, hemos renegado de ella en función de una mayor información y conocimiento, ya no necesitamos doctrinas, pero sin embargo hemos quedado huerfanos de ritos con sentido y hemos derivado nuestra necesidad de ser ayudados en profesiones laicas.

Pero aun teneis una opción: podeís ser ateos teístas, como yo.

 

Los laberintos de la motivación

Andaba yo pensando estos dias en nuestra profesión, me refiero a la de psiquiatra. Reflexionaba sobre ello a partir de un duro intercambio de ideas en uno de esos foros que se organizan en Facebook, donde personas procedentes de varios campos del saber se dan cita para criticar a la Psiquiatria.

Fue un intercambio que no era nuevo para mi y comprobé una vez más que nuestra profesión es probablemente la más criticada de la medicina, más que la Oncologia que sería otra de las mas criticadas. Y es lógico, al fin y al cabo, tratamos con la locura y con la muerte respectivamente. Dos temas negados.

No voy a exponer aquí los términos de aquella discusión sino para enlazarlos con los prolegómenos del video que cuelgo más abajo del Dr Lerma donde nos habla de la motivación o mejor de dónde proceden nuestras motivaciones.

En la introducción al tema Ivan Lerma toca por encima la impresión que se llevan nuestros interlocutores cuando les confesamos nuestra profesión. Las reacciones se podrían dividir en tres grupos: 1) el psiquiatra es un médico loco, 2) es un médico poco serio que trata con fenómenos escasamente mensurables y/o filosóficos y 3) el psiquiatra tiene poderes mágicos que implican la adivinación del pensamiento.

El resumen, el estigma no sólo es algo que afecta a los enfermos mentales sino a los propios profesionales y también a la disciplina entera. Cualquier psiquiatra que trabaje con otros médicos en un Hospital general sabrá a que me refiero, nuestros compañeros tienen esa mezcla de actitudes que más arriba fragmenté en tres: temor, prevención e ignorancia sobre qué trata nuestra disciplina. No quieren saber.

El Dr Lerma aborda en esta conferencia en TEDGalicia los cuatro motores o centros de la motivación: preservación, sexo, narcisismo y apego. Vale la pena visionar el video para entender que hacer trabajar a cada uno de estos centros vitales con su propio combustible y que cada uno de ellos trate con aquello que le define y que es su especialidad, es una buena manera de mantener la salud mental y escapar además del escrutinio de nosotros los psiquiatras.

No somos los únicos que sabemos que las cosas no son lo que parecen.

Pero hemos hecho una profesión de ello.

¿Es posible la prosperidad sin crecimiento?

tutsimesurenez

Un gubernamental «hutu» toma los datos antropométricos de un «tutsi», una etnia masacrada en Ruanda.

Mientras leía este post recordaba que esta era precisamente una idea que siempre me había rondado por la cabeza. Cuando era más joven la respuesta que me habia dado a esta pregunta hubiera sido afirmativa.

La idea que propone el autor del citado post es bastante lógica y comprensible: dado que ya hemos llegado al convencimiento de que el crecimiento no es sostenible indefinidamente, lo mejor es detenerse y conformarse con lo que tenemos.

Afirma: El crecimiento no es la solución, es el problema. En tiempos de recesión, la sociedad del crecimiento nos conduce al colapso económico y, en tiempos de bonanza, nos lleva directamente al colapso ecológico.

Define el autor a este dilema como «el dilema del crecimiento» al que atribuye el paro,  la pobreza y la agresión a la naturaleza,el cambio climático,  la crisis alimentaria y perdida de biodiversidad cuando la economía rebrota.Estamos pues condenados a una especie de trastorno bipolar que agrede nuestro medio ambiente cuando nosotros estamos más joviales pero que nos deprime cuando tocan medidas de austeridad. Propone una tercera vía: «es hora de poner en marcha una “prosperidad sin crecimiento”, entendida como nuestra capacidad de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos de la naturaleza». Habla de: « soberanía alimentaria y agroecología, autosuficiencia energética, banca ética, monedas locales, ciudades en transición, etc que desafían diariamente al coloso liberal-productivista con pies de barro y construyen ya la transición social, ecológica y ética de la sociedad».

En resumen propone una utopía. Una utopía obligatoria.

Y la trampa está en la palabra «crecimiento». ¿Qué es crecimiento? Naturalmente el autor del citado post se refiere al crecimiento económico pero no habla del otro crecimiento: el crecimiento de la población.

Lo cierto es que es imposible mantener al planeta vivo con tanta población, somos ya 7000 millones y en el último siglo esta cifra ha aumentado en un tercio. La verdad es que para que las cosas pintaran bien necesitaríamos reducir la población mundial de un modo drástico. Unos 3000 o 4000 millones seria el tamaño ideal de la humanidad.

Claro que no toda la humanidad crece al mismo ritmo, por ejemplo estas cifras coexisten con lo que ha venido en llamarse el suicidio demográfico de Europa donde no llegamos a un indice de reemplazo dos por dos.

Dicho de otra manera comprensible: los que más hijos tienen son los pobres.

Los pobres tienen más hijos por varias razones y no todas están ligadas a la ignorancia, la falta de métodos anticonceptivos o concepciones arcaicas o religiosas sobre la reproducción, sino que muchas veces la reproducción indiscriminada se utiliza como un arma de guerra. Ciertos países ponen en marcha políticas que prohiben las prácticas inhibidoras de la gestación y no solamente en relación con el concepto que algunos países mantienen sobre la mujer.

Aqui en este post podemos ver por donde andan los planes de ciertos regímenes, por no hablar de la estrategia del pueblo palestino que viene a ser muy parecida.

Lo cierto es que tendemos a ver ciertos conflictos como guerras tribales, entre ideas o religiosas cuando en realidad la guerra actual ya no se hace por ideas o por el nombre de un dios concreto sino por los recursos. La guerra en el siglo XXI, será por recursos, algunos de ellos tan poco poéticos como el agua.

En Ruanda tuvo lugar hace poco tiempo un genocidio a gran escala entre dos tribus de etnia diferente (aunque indistingibles para nosotros), los tutsis y los hutus. Todo el mundo conoce los resultados de aquella masacre casi televisada en directo como estos días estamos viendo en los telediarios con el otro conflicto eterno entre israelíes y palestinos. Pero poca gente sabe que Ruanda es el país de mayor sobrepoblación que existe en el mundo, al menos así era antes de comenzar aquella guerra. Una mujer ruandesa media tenia 8 hijos.

Y lo que nadie dice es que con ese nivel de «crecimiento» es imposible no ya mantener el medio ambiente sino una mínima cohesión entre aquellos que compiten por los mismos recursos, agua y comida.

Desde hace más de 200 años, la advertencia ya era explícita: el inglés Thomas Malthus advertía en su célebre «Ensayo sobre el principio de la población» que los recursos naturales serían insuficientes para abastecer a la población mundial. La investigadora Rosamund McDougall, directora adjunta de la ONG Fondo para una Población Óptima (OPT, en inglés) advierte que «una población de más de 9.000 millones de personas tendría un impacto terrible sobre la Tierra, no sólo en la calidad de vida. La cantidad de emisión de gases de efecto invernadero haría imposible vivir en el planeta en 2050».

Lo cierto es que Malthus ha sido estigmatizado no ya por los cristianos sino por eso que ha venido en llamarse la «síntesis progresista», los socialdemócratas, para entendernos. Ser malthusiano está mal visto, y se considera hoy una visión apocaliptica y de derecha radical. Politicamente incorrecta digamos.

La fe en el futuro de la humanidad ha sustituido a la fe en Dios, y la mayor parte de cientificos y politicos están convencidos de que Dios o la Ciencia proveerá.

Pero Malthus tenia razón y con él los defensores de la hipótesis Gaia que ven en la Tierra un ser vivo que de cuando en cuando ha de llevarse por delante a unos cuantos ciudadanos para poder respirar. Como un perro cuando se quita de encima las pulgas que tanto le molestan asimismo el planeta ensaya a través de catástrofes naturales despiojarse de vez en cuando.

Catástrofes que son como crisis epilépticas por parte de Gaia y guerras por los recursos son el resultado de este estado de cosas derivadas de la sobrepoblación. Del mismo modo que el perro, Gaia solo puede aliviarse momentáneamente, su única esperanza es la desaparición de nuestra especie.

Dado que no hay ni nunca habrá un gobierno mundial que se haga cargo del problema -digan lo que digan los conspiracionistas (I)- preveo que el futuro que nos espera es bastante desolador. De manera que hoy contestaría a la pregunta que planteo en el post de este otro modo ¿Podremos adaptarnos a la escasez y a la idea de que el crecimiento ha terminado?

(I) ¿Que dicen los conspiracionistas? Véase este blog y verán por donde andan.