Imagínese que va a retrete, defeca en él y luego estira de la cadena y que en lugar de desaparecer sus excrementos, el WC le devuelve multiplicada la mierda de toda una semana.
Eso es la pulsión.
Siempre retorna.
La pulsión es juguetona, muda (afásica), infantil, ingenua, perversa e incluso obscena y siempre tiende a su satisfacción, si o si.
Como Harpo.
¡Y tanto que sí! De todas ellas, la erótica es la reina porque su fin último -incluso si se reduce a lo imaginativo- es la propagación de «vida».
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Sannio no te haría mal una epoca de ascetismo. A veces cansa amparar nuestra irrefrenable pulsión sexual en teorías neo-darwinianas. La imagen del cagadero con la foto del rey carmesí es un apología al movimiento infrarrealista.
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