Los toros y sus pantallas imaginarias

¿A quién ha cogido el toro? A nadie, a un forastero.

(Diálogo oido en una fiesta taurina de pueblo)

razón

Aunque la fiesta taurina es simultáneamente odiada y bendecida por amplios grupos de población lo cierto es que existen pocos trabajos serios sobre la misma. Es por eso que aprovecho este hallazgo de Cecilio Paniagua quien en clave psicoanalítica nos permite esclarecer qué instancias se gratifican en los espectadores y defensores de la misma. Cual es la motivación del torero y por qué no, cual es la que guía a los animalistas o partidarios de su liquidación.

Lo cierto es que a lo largo de la historia de nuestro pais, la fiesta ha estado prohibida en varias ocasiones por su brutalidad y sanguinaria atracción, atribuyéndose a Fernando VII su restauración simultánea con el cierre de las universidades. Tambien es cierto es que no existe tal y como señaló Garcia Lorca una fiesta más culta, de tanto sentido simbólico y que resulte tan significativa y tan representativa de nuestro ibérico espiritu trágico que la llamada fiesta nacional.

No hace falta recordar que la fiesta de los toros tiene un amplia resonancia mitológica en los pueblos del mediterráneo -una herencia grecolatina_ y que el toro es la representación viviente de un Dios totémico, un arquetipo paterno, o una bestia donde ciertas abstracciones como la fiereza, la bravura y la fuerza fisica se dirimen frente a la inteligencia de un hombre, que usa sus dotes de seducción, (parar, templar, mandar) para dominar su acometividad y terminar matándole. Pues de lo que se trata en una corrida de toros es que el torero mate al toro.

Pero no se trata de una carniceria sin más, pues no es posible olvidar que el diestro, expone también su vida, al menos desde que se instituyó el toreo a pie.

De manera que las corridas de toros a diferencia de ciertos festejos populares como los encierros o els bous de carrer tienen una mistica concreta, una estética común, una autoridad competente (el presidente) y un final predecible, la muerte del toro.

Pero el torero tambien puede morir, y en los encierros los que arriesgan y pueden morir son asimétricamente los corredores, es por eso que nos gusta tanto presenciar estos festejos, puesto que de lo que se trata es de proyectar nuestro sadismo. Un sadismo ambivalente que protege al torero y que se centra en el toro como victima propiciatoria. El destino de las pulsiones de ver morir al torero se encuentra a buen recaudo bien reprimido en nuestro inconsciente, pero en realidad lo que alimenta la pulsion del espectador sea de corridas o sea de encierros es ver correr sangre humana en el sacrificio, una pulsión que se reprime o se niega pero que en cualquier caso encuentra reflejo en la fascinación de la fiesta que nos permite liberar nuestras pulsiones homicidas y disociarlas entre toro/torero.

El espectador pide al toro que pelee y al torero que se arrime pues es en esta simetría donde nace el riesgo que equilibra la balanza y lo que hace de lo impredecible el goce añadido.

La idea que se plantea a continuación es ésta: ¿es bueno o malo para la población general el tener esta oportunidad de catarsis? ¿Dónde irian a parar estas pulsiones en el caso de no poder vehiculizarse en la fiesta o los festejos populares?

La verdad es que es en las fiestas populares donde los hombres arriesgan la vida mientras al toro se le perdona y son tan comunes en nuestro paisaje ibérico y la resistencia a su abandono ha sido tan potente que han sido muchos los monarcas que han desistido de tal prohibición ante la evidencia de que los pueblos no acataban los decretos sobre su suspensión, asi viene siendo desde Felipe II. ¿Hay algun politico que hoy osara a prohibir estos festejos? Lo cierto es que la Generalitat de Catalunya prohibió la fiesta en las plazas de toros catalanas y en todo su territorio pero no ha sido capaz de terminar con los festejos que pueblo a pueblo celebran cada año siguiendo la tradición de sus fiestas patronales a las que consideran tradición y cultura mientras a lo que sucede en el ruedo se le niega.

Lo cierto es que hay mucha hipocresía en esto de la fiesta taurina y tambien mucha politica, mucho «cogersela con papel de fumar» y pusilanimidad. Los politicos utilizan con frecuencia su rechazo a las corridas de toros como paradigma y sustitutos de otros rechazos, en este caso de lo español. En realidad y descontadas ciertas tradiciones como el toro de Tordesillas, las fiestas populares suponen riesgos para los hombres y no tanto para los animales. Un toro de nombre Ratón murió de viejo y jubilado dejando tras de sí victimas humanas.

Y luego están los prohibicionistas, ¿quienes son los que se oponen a la fiesta nacional, a los encierros o a cualquier festejo donde los toros sean los protagonistas?

Hay que ser español y haber vivido y convivido con toros y fiestas populares para saberse disociar. Los franceses que nos invadieron en nuestra guerra de Independencia solian vomitar cuando presenciaban una de aquellas corridas donde los caballos solían ser destripados. Sin embargo esos mismos soldados se mostraban impasibles cuando fusilaban o torturaban españoles. Aun hoy los extranjeros tienen un espasmo de repugnancia o de terror cuando presencian una corrida de toros y las turistas se desmayan en el coso. Algo que no sucede a aquellos que hemos aprendido a disociar nuestros impulsos sádicos entre toreros y toros.

Los prohibicionistas son simplemente lo que se ponen de parte -se identifican- con el toro y privilegian sus derechos, su sangre y su vida frente a los del torero.

Bibliografia.-

Psicologia de la afición taurina de Cecilio Panigua, en pdf

37 comentarios en “Los toros y sus pantallas imaginarias

  1. «Los franceses que nos invadieron en nuestra guerra de Independencia solian vomitar cuando presenciaban una de aquellas corridas donde los caballos solían ser destripados. Sin embargo esos mismos soldados se mostraban impasibles cuando fusilaban o torturaban españoles. Aun hoy los extranjeros…»

    Deseos de vomitar le dieron al ‘Reichsführer’ de las SS Heinrich Himmler (1900-1945) tras presenciar una corrida de toros en Madrid el 20 de octubre de 1940.
    «Himmler no durmió muy bien esa noche, asaltado por sangrientas pesadillas relacionadas con la corrida de toros». La cruel paradoja de la vida.

    http://el-odradek.blogspot.com.es/2012/06/himmler-en-los-toros.html

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  2. La evolución del arte del toreo tiene mucho que ver con el progreso de la medicina… Cuando menos eso decía un ganadero (creo que era Victorino Martín) en una entrevista, hace años. En esencia, el asunto venía a dar en que, antes de inventarse las sulfamidas y los antibióticos, los toreros tenían que ser muy diligentes en escapar del bicho, porque torero corneado era, con gran probabilidad, torero muerto. En consecuencia, el tipo de toreo que se imponía era muy diferente del que practicaba Manolete, caracterizado por el gesto contenido y la parsimonia y lentitud de los movimientos. Antes de eso -decía el ganadero-, lo que hacían los toreros no era lo que ahora llamamos torear, sino «burlar»; es decir, no esperaban inmóviles la embestida, después de incitar al toro, sino que esquivaban la carga, con movimientos rápidos y ágiles, sin dudar en salir a escape, si veían que las cosas se ponían feas. Dicho de otro modo: el espectáculo del toreo, como rito provisto de esa carga de solemnidad que asociamos con lo trágico, es bastante moderno. Al hilo de esto, recuerdo haber visto, por televisión, alguna corrida de uno que creo que es paisano suyo, señor Traver, (Esplá, se apellidaba) que practicaba un estilo de toreo alegre, provisto de un garbo desenfadado que difería bastante de este otro, parsimonioso, lento y grave, quizás ese antiguo toreo, del que hablaba Victorino, se pareciese a este.

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  3. «El espectáculo del toreo, como rito provisto de esa carga de solemnidad que asociamos con lo trágico, es bastante moderno».

    Lo trágico (lucha a muerte, dolor, peligro, derramamiento de sangre) está en la esencia de ese «arte», sea éste el antiguo o el moderno toreo; al igual que en la lucha de gladiadores, abolida por la moral cristiana; o, por poner un ejemplo menos ‘trágico’ -para los humanos, claro-, en las peleas entre gallos. En el primer caso combate un animal contra un hombre; en el segundo, hombres contra hombres; en el tercero animales contra animales. La lucha es a muerte y los espectadores ‘gozan’ catárticamente -‘gozaban’, en el caso de los gladiadores- de la misma forma. El boxeo, en realidad, no es sino un ‘aggiornamento’, un combate de gladiadores adaptado, en sus reglas, a otros tiempos.

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  4. Lo trágico no es necesariamente agonístico. No me parece que el núcleo dramático de la tragedia resida en la lucha, más bien se encuentra en los males que sobrevienen al héroe sin que pueda hacer nada contra ellos. Quiero decir que no veo tragedia en el hecho de que dos perros peleen hasta la muerte de uno de ellos; en lo que veo tragedia es en que un perro, constreñido por su instinto de sumisión, se deje apalear hasta la muerte por un amo enloquecido. La tragedia (si yo entiendo bien las cosas) escenifica la fatalidad; el sometimiento a fuerzas que nos superan. En la catarsis veo eso: un público que se siente hermanado, unido espiritualmente, con un héroe con el que comparta esa indefensión ante los designios aciagos de ese destino que castiga a culpables como a inocentes, a valientes como a cobardes… Y como escenificación de la fatalidad el tipo de toreo que hacía el maestro Manolete acomodaba más que el tipo de toreo de esos «burladores» de los que hablaba Victorino Martín, pues en esa inmovilidad ante la carga de la fiera reconozco esa noble aceptación de un cruel destino que dignifica al héroe trágico. He leido «El nacimiento de la tragedia», de Nietzche, y soy consciente de que existen otras maneras de entender que cosas sean la tragedia y lo trágico, pero yo tengo cierto apego a ésta que acabo de exponer… Y, por cierto, que no lo digo por quitarle meritos a Espla, que fue un gran torero… Ni tampoco a Nietzche, del cual -no se por qué- se me figura que, de haber sido aficionado a los toros, habría de sido más partidario de Esplá que de Manolete.

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  5. La suposición -sin porqués- de que ‘si’ Nietzsche hubiese sido aficionado a los toros, riza la aleluya de su interesante comentario sociocultural. Sobre qué sea tragedia o no, cada cual, en un país presuntamente «democrático», es muy libre de «opinar».

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  6. El toreo de Esplà, en lo que pude ver de él (que no fue mucho) mostraba esa vivacidad, ese espíritu gracil y ligero que Nietzche estimaba tanto. Manolete, en cambio, manifestaba una solemnidad grave, casi litúrgica, animada por una intensa voluntad de perfección en su arte, de ejecución impecable. Digamos que Manolete era un torero apolíneo, en tanto que Esplà podría pasar por representante del toreo «dionisíaco». En cuanto al valor que pueda tener mi opinión, tendrá usted que perdonarme, señor, pero o bien tiene usted más títulos universitarios que la Universidad de Salamanca, o en esta sección de comentarios ha sacado, en más de una ocasión, su cuarto a espadas, acerca de materias sobre las que toca de oídas tanto como yo puedo estarlo haciendo ahora al hablar del Nietzche, el toreo y la tragedia.

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  7. Vamos a ver:

    Supongo que todos estaremos de acuerdo en que el toro sufre, no?
    Y el no puede elegir no ir a la corrida.

    Supongo que estaremos todos de acuerdo que aunque el torero puede morir, hay una gran desproporción de ventaja del torero al toro y no a la inversa, de hecho, tal es la ventaja del torero, que este puede vivir toreando toda su vida.
    Sin embargo el toro, tendrá mucha suerte si sobrevive a una corrida.

    Me parece sospechosamente prejuicioso,(y por tanto no objetivo), el hecho de justificar «hacer sufrir un animal» con argumentos psicológicos. Seguro que nuestro sadismo lo podemos proyectar hacia otros asuntos más sanamente productivos.

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  8. No se enoje usted, don Ramón, que no he pretendido molestarlo. Los títulos míos a los que usted alude no sé donde paran. De la prestigiosa universidad de Salamanca sé poco, muy poco. ¿Ha echado usted un vistazo al lugar que ocupa en el ARWU de Shanghai? Seguro que casa puesto en ese ránking con tan rancio prestigio. «Quien quiere saber, que vaya a Salamanca», dice el refrán. Pues mis títulos para mí no cuentan, no queda otra opción en su disyuntiva: saber no sé nada, a lo sumo toco cosas «de oídas». Se nos muestra usted como un fino aficionado al toreo, capaz de relacionar ideas de Nietzsche con ese noble arte de la capa y la espada.

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  9. Yo no critico propiamente el festejo o el valor simbólico que tenga(que está claro que lo tiene), ni tampoco digo que los que están a favor son más malos que los que están en contra, entiendo que el que se ha visto envuelto desde la niñez en esa clase de fiestas lo tiene como «normalizado» el que el toro ha de morir y por tanto también sufrir.
    A la contra, tampoco me valen los argumentos de querer prohibir una fiesta nacional por cuestiones de defender los derechos de los animales, cuando en el fondo parece ser que se quiere prohibir más por una cuestión política que otra cosa, es decir, no me vale que alguien diga que quiere prohibir en Cataluña las corridas porque el animal sufre, cuando en el fondo lo que quiere es desvincularse del resto de España, es decir utiliza un buen motivo cuando en el fondo es otro.

    Puedo entender que existan tribus aisladas en donde esté instalado el canibalismo, ahora bien, si alrededor de esas tribus va desarrollándose nuevas tribus en donde han abandonado ciertas prácticas no tan viscerales y llegan a un nivel de sofisticación en donde les puede aparecer, como mínimo, insensible comerse a otro ser humano, entiendo entonces que estas intenten abolir el canibalismo.

    Siendo objetivo, creo que hay que partir de una premisa clara, y es que cualquier sufrimiento que uno siente, no lo quiere para si mismo, por lo tanto es lógico que no lo quiera para otro ser, pues por suerte la empatía es universal en el ser humano(y tener poca empatía es más malo que bueno), esta premisa cada vez es más refinada y la sociedad cada vez más globalizada, va en esa dirección(aunque aún falta mucho).

    Existe una relación de proporción entre derechos humanos y derechos de animales, me refiero al hecho, de que contra más reforzados están los derechos humanos más despuntan los derechos de los animales, y eso es significativo e indicativo que al final lo correcto es respetar todo aquello en donde el ser humano se pueda de alguna forma proyectar, pero proyectar más como humano sensible que como humano provisto de pulsiones inconscientes y por tanto totalmente egoístas.

    Desde el punto de vista de una persona que disfruta con las fiestas en donde existe sufrimiento hacia algún animal, su argumento correcto tendría que ser el siguiente:
    sí, si, entiendo que el animal sufre bastante, pero en ese aspecto no me fijo, me invade una euforia cuando estoy en el festejo y eso me satisface, la verdad es que no reparo en que el animal sufre aunque si que reconozco que lo pasa muy mal.

    Éste es un argumento válido, aunque claro bastante insensible.

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  10. Tan insensible como comer pollos, ver atrocidades en el telediario, mirar hacia otro lado cuando contemplamos una injusticia y pescar salmonetes.
    A mi personalmente las corridas no me gustan, pero no me gustan como espectáculo, como no me gustan las carreras de motos o de bólidos pero no creo que las personas que van a los toros sean menos insensibles que usted o de la media de sensibilidad. Me adscribo a las ideas de Gustavo Bueno que se encuentran en el video que colgué ayer. Las corridas no son una tortura, sino un enfrentamiento mitico del Dios-toro con el hombre de igual a igual, una pelea limpia.
    Yo me apuntaria a otro argumento:
    La fiesta de los toros es violenta pero fascinante.

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  11. No me he enojado, señor Sannio. En cuanto a lo que dice Ivan, en un relato de Isaac Babel (en «Caballería Roja»), un intelectual, al que los azares de la Guerra Civil Rusa han conducido a las filas de un escuadrón de Cosacos Rojos (una cuadrilla de energúmenos de mucho cuidado), es reprendido, en el tono más severo, por un cosaco que acaba de descubir que su humanitario compañero acostumbra a entrar en combate con la pistola descargada. «Eres un egoista repugnante» -le viene a decir- «sólo te preocupa tu maldita conciencia». No recuerdo exactamente las palabras, porque leí eso hace muchos años, pero si que el conflicto entre moralidad y e impulsos del sentimiento moral se dibujaba con nitidez. En cuanto al caso que estamos tratando, la verdad es que los padecimientos del toro -quizás porque he visto siempre el espectáculo por televisión- no llegan a conmoverme… A decir verdad, hay un momento en que si me conmueve. Es el momento en qué el toro depone su acometividad (en que «humilla», expresado en el argot taurino). Me produce una fuerte impresión de nobleza el modo como el animal manifiesta, en su compostura, la conciencia del fin (si es que se puede hablar de eso en un animal); pero ese es el instante en que se le da muerte, por lo que no puede decirse que haya regodeo en su sufrimiento, ni en su derrota. No me bato por la moralidad del espectáculo taurino; es posible que, apurando el deslinde de pros y contras, los antitaurinos vengan a tener razón, pero nunca sentí el impulso de hacer ese deslinde (y conste que no es porque en mi tierra exista una arraigada cultura taurina).

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  12. Muy interesante esa distinción entre moralidad y sentimientos Morales, se puede hacer mucho daño a las personas concretas llevando la moralidad al límite, por eso hoy se habla de overdrive moral como un exceso de la empatía

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  13. Pero la «moralidad» dominante es la que fragua e impone el código. ¿Existe la «moralidad consensuada»? No vale decir que es la que brota de las urnas, «la más contrastada [¿por quién?] para el desarrollo armónico de una sociedad democrática», etc. El ‘overdrive’ moral perjudica a quienes lo perciben como exceso de empatía, no a los otros. O sea, el exceso de empatía no es perjudicial en todas las situaciones. Vivir sin renunciar a la ascesis es continua lucha. Imponerse o ser dominado. ¿Existe una tercera vía?… se denomina «teatro».* Otros la llaman «paciencia». Hay momentos en el devenir social en que el vórtice «gran teatro del mundo» cobra fuerza y muta en «gran circo del mundo». Es muy probable que si explicáramos estos razonamientos a los toros no los entenderían. Cuando un toro se «humilla» (¡vaya palabrita del argot taurino!) y depone, por debilitamiento, la pelea, no expresa nobleza: expresa la inexorable cercanía de la muerte. Nietzsche, muy débil ya por el estrago en su cerebro de la neurosífilis, dio el paso definitivo a la locura abrazando a un caballo.

    * Hipocresía, fingimiento, socarronería, astucia, listeza, «mentira piadosa / jesuíca», «savoir faire», «laissez faire, laissez passer» [hasta un límite, claro], etc., etc.

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  14. El toro «humilla», no «se humilla». No se humilla, porque no es «humillable», ya que no tiene «amor propio». No resulta humillado, porque recibe la sentencia sin rebelarse…Eso, desgraciadamente, no es lo que acostumbramos a hacer las personas. En los bestiarios medievales, a menudo, los animales son puestos como ejemplo de virtudes para las personas. El toro, en ese trance, constituye un ejemplo de piedad. La piedad -en la acepción personal que yo doy a esa palabra- es el sentimiento de empatia hacia el superior (sentimiento que se pone de manifiesto, en el modo más nítido, cuando ese superior nos oprime). El toro recibe -del destino- la sentencia de su fin, y lo hace de manera completamente opuesta a como lo hace el Capitán Ajab, en Moby Dick (el Capitán Ajab; ese que en la escena de la tormenta, a bordo del Pequod le dice a Dios: «te adoro en desafío»). Ahab y el Toro «humillado» son dos grandes héroes trágicos (bien que de signo opuesto). En cuanto a esa escena que protagonizó Nietzche en Italia, no termino de resolverme en si he de interpretarla en el sentido de estar diciendo a Dios o al Destino «te adoro en desafío», o en el de estar diciendo «está bien, me rindo». Tanto una opción como la otra me parecen respetables, porque un esclavo encuentra su dignidad tanto en la rebelión como en la lealtad; en ser Espartaco o en ser un samurai… Lo que que no es tan respetable es dar coces contra el aguijón, y el hombre moderno encuentra dificultad en evitarlo. Estamos acostumbrados a que la técnica nos solucione los problemas, y esperamos de ella que nos libre de todas las angustias, por eso no sabemos luchar con alegría -como los toreros de la vieja escuela-, ni morir con dignidad, como Manolete…o el toro.

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  15. El toro «humilla», O sea, muestra sumisión y acatamiento y baja la cabeza ante el torero en ese trance previo a su muerte… El toro, que es un animal, no tiene «amor propio» porque el amor propio es exclusivo del hombre; en cambio constituye un «ejemplo de piedad» (no para él, que carece de ella, sino para el humano) en ese trance, previo a la muerte… Respetable, pero no lo percibo yo así. El lenguaje es metafórico y equívoco, la polisemia campa por sus respetos. Y en el respeto al modo en que a cada uno se nos representa el mundo cobra valor este diálogo; que está muy lejos, por fortuna, de ser un «debate» entre partidarios y detractores de ese espectáculo.

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  16. Por supuesto que las personas que les gustan esa clase de espectáculos no son menos sensibles que yo, en términos generales los que les gusta esa fiesta y los que no les gustan tienen un nivel de sensibilidad similar, ahora bien, y es lo que destaco: que como mínimo al que le guste esas fiestas ya sean de toros o de lo que sean en donde hay un juego violento hacia el animal, que como mínimo, reconozcan que el animal sufre.
    Entonces, serán coherentes, porque claro no me vale que me digan que es que el toro sufre poco, o que siente un dolor mucho menor que el de un se humano o que prácticamente no padece, no, no, el toro sufre y mucho.
    Ahora bien me parece bien y correcta o coherente, la expresión:

    La fiesta de los toros es violenta pero fascinante.

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  17. «al que le guste esas fiestas ya sean de toros o de lo que sean en donde hay un juego violento hacia el animal, que como mínimo, reconozcan que el animal sufre».

    En el fondo de todo esto subyacen dos formas distintas de conceptuar el asunto. La forma A, en que el ‘homo sapiens’ es una entidad distinta (y superior) a los animales; y la forma B, en la que el primero y los segundos son distintas manifestaciones de vida, cada cual en su lugar, pero no en oposición dialéctica. Y así, para A, los animales no tienen «amor propio» -por ser ése un atributo humano-, ni pueden expresar «piedad», pero sí «humillan», etc. Para B, los animales sufren cuando se los maltrata o tortura, y no prejuzgan si el dolor animal es mayor o menor que el dolor humano. Creo que los chimpancés, los perros o los toros piensan; pero -y es de Perogrullo-, no piensan como humanos por no ser humanos. Si sostener que ‘los animales piensan’ es herético -¡Sancho, con la ciencia oficial hemos topado!-, sustitúyase por «sufren». Da igual: ‘pensar’ o ‘sufrir’: son, a su entender, atributos del hombre, no de los animales. Asegurarán que el pensamiento es un atributo ‘exclusivamente’ humano. Réplica que tiene la virtud de silenciar toda respuesta. Expresamos nuestras ‘ideas’ a través de símbolos y por signos lingüísticos. Por eso el lenguaje es simbólico y equívoco. Me sumo al respeto cosechado por la frase que cita. Todos han expresado su ‘sentimiento’ por el espectáculo taurino, quizá menos yo (hasta ahora, me parece, no me he pronunciado).

    Para mí, la fiesta de los toros es violenta y no fascinante.

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  18. Hay otra razón que suele exponer Gustavo Bueno:
    La razón por la que los humanos noestamos en jaulas o en pocilgas o en corrales, como lo están los pollos,los cerdos o los toros es fundamentalmente por una razón: porque tenemos mas poder que ellos.

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  19. sannio10:

    Claro, supongo que tu perteneces al «grupo A» y yo supongo que debo pertenecer al «grupo B».
    Creo que haces una descripción muy simplista de todo ser vivo, no crees??.

    Pero las cosas ni subyacen de esa forma, ni son así.

    En primer lugar, eso de que el ser humano es una entidad distinta al resto de seres vivos, no es verdad.
    Yo diría que somos ligeramente distintos desde un punto de vista puramente fisiológico y incluso neurológico, sin embargo, lo que nos hace realmente distintos es que el ser humano tiene por decirlo de alguna forma, gran capacidad cultural.
    La cultura acumulada de nuestros antepasados nos da el dominio y no nuestras facultades innatas con lo que nacemos, y me explico, imaginemos que naciera y pudiera vivir y sobrevivir un ser humano en un bosque, desprovisto de toda clase de cultura y por tanto desprovisto de toda clase de censura en sus impulsos, éste, el ser humano tan grande del que hablas, actuaría prácticamente como todo animal del bosque, saciaría sus apetencias y poco más.
    No tendría lenguaje(quien se lo enseñaría), no utilizaría la abstracción(sin lenguaje inicial y sin cultura de ninguna clase, dime tu), y encima estaría arrastrado por sus instintos más básicos,(pues nadie le ha puesto freno y no ha tenido modelo de censura de ninguna clase).
    Así pues el ser humano sin su cultura acumulada durante cientos de años no sería mucho más distinto de un orangután.
    Pero encima, su capacidad física en el bosque sería inferior al de un orangután.

    Así pues le podemos dar gracias a la herencia cultural, que es lo que realmente nos hace humanos, pero eso de que somos innatamente superiores a los animales, no se, no se, a mi no me gustaría quedarme sólo en una selva, ni siquiera con el nivel cultural que tengo ahora, aunque recibiera una gratificación económica por ello.

    Añadiría también, que el hombre es un lobo para el hombre, y que el ser humano ha tenido al ser humano en jaulas, pocilgas, etc… e incluso es capaz de realizar arte con la tortura hacia otro ser humano.

    De todas formas tampoco quiero parecer que soy un santo o un defensor de los animales, pero si que creo que todo tiene que tener su proporción justa, a mi no me escandaliza ver una corrida de toros, lo único que me produce es aburrimiento, pero es normal, no he estado rodeado de ese tipo de fiestas y por tanto no me llaman la atención.

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  20. Yo diría que los humanos tendemos a antropomorfizar a los animales y a adjudicarles características humanas. Sufrimiento, tortura, depresión, etc. Creo que es eso a lo que se refiere Sannio, claro que hay una continuidad filogenética entre el hombre y el mono, pero eso no implica que los monos deban de ser protegidos por instituciones jurídicas inventadas por el hombre para el hombre.

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  21. Si es así lo que dice Sannio puedo estar de acuerdo en ese punto, es cierto que se antropomorfita a los animales, es más, no sólo a los animales, prácticamente a todo, en el momento en que una tribu cree que un volcán puede ser un Dios, ya está polarizando el volcán a su imagen, e inconscientemente supongo que todo objeto que trata tiene de alguna forma reminiscencias humanas, lo humaniza.
    De hecho puede costar muchísimo romper una carta de amor, y eso, que sólo es un papel con garabatos, pero claro, posee una carga efectiva grandísima, es decir en cierta manera humanizada.

    Ahora bien, independientemente que se pueda o no se pueda proyectar a un animal cualidades humanas, una cosa está claro, y es que los animales tienen sistema nervioso, es decir sienten dolor, y eso como mínimo es incómodo para el animal, se le humanice o no.

    Con respecto a que los monos sean protegidos por instituciones jurídicas, tiempo al tiempo, personalmente lo me veo excesivo, pero quizás los hijos de mis hijos en el futuro vivan esa realidad y lo tengan normalizado.

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  22. Sannio me baso en el descarte, y en lo que dices.

    Sólo das dos opciones, «A» y «B», presupongo que no me incluyes en el «A», por descarte me queda el «B».
    Presupongo que no estás de acuerdo conmigo, con lo cual no puedes estar en el «B», por descarte te queda el «A».
    Además al grupo le has llamado «A», la primera letra del alfabeto, el superior, vamos el que va por delante, por eso presupongo que te quedas con el «A».
    Al segundo grupo lo has llamado «B», y claro esta ya es la segunda letra del abecedario, la que va después de la «A», vamos el que no tiene tanta razón, por eso presupongo que me das el «B».

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  23. Es dificil saber como evolucionara el mundo en el sentido moral. En realidad todo parece indiciar que ciertas conductas han sufrido un proceso d emoralización mientras otras han sufrido un proceso de desmoralización, aqui en este post hablé de ellos. Es posible que dentro de un centenar de años se considere intolerable correr delante de los toros, pero es posible tambien que se considere admisible asesinar gente en función de ciertos descubrimientos que atenten contra el libre albedrio. Aqui en este post hablé de eso:

    http://pacotraver.wordpress.com/2012/11/27/dilemas-de-la-moral-y-ii/

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  24. «Presupongo que no estás de acuerdo conmigo, con lo cual no puedes estar en el “B”, por descarte te queda el “A”. »

    Presupones equivocadamente. Está bien que te haya respondido con tanta claridad, ¿no? ☺

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  25. Pienso yo también así, Paco. Augurar es intuir poderosamente, pero SIEMPRE a través de criterios y supuestos del momento en que se augura. Desde ese instante en que se augura hasta transcurridos los cien años las entropías (positivas o negativas) pueden mutar en todas las direcciones, excepto linealmente. Por eso es imposible predecir qué criterios morales imperarán en el mundo dentro de cien años.

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  26. sannio10:

    Si me he equivocado pues rectificar es de sabios.

    Quizás si te expresases un poco más linealmente y un poco menos barrocamente no hubiera dado lugar al equívoco.

    De todas formas para ser justos no me había percatado de la última frase en donde pones:

    «Para mí, la fiesta de los toros es violenta y no fascinante.»

    Ese «no», no lo había visto.

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  27. Muy interesante de leer, si se me permite sugerir o preguntar, ¿ha escrito algo referente a las contradicciones con que puede vivir o no un individuo? Como la admiración de la figura del Che entre adolescentes burgueses o gustar del toreo o las peleas de gallos pero no disfrutar las de perros, por ejemplo.

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  28. No he escrito nada sobre el asunto que planteas, pero la moralización de algunas actitudes conlleva la naturalización de otras. Por ejemplo se puede estar a favor del aborto pero no de las corridas de toros. Naturalmente este fenomeno bien conocido y muy frecuente señala en la dirección de un desplazamiento de las fuerzas morales y en contra de la represión que nos viene impuesta desde el estado. Hoy ya no está prohibida la sexualidad sino la maternidad.

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