Sexo, muerte y el significado de la vida

Richard Dawkins es un biólogo evolutivo, etólogo y divulgador de la ciencia evolutiva y autor de uno de los best sellers de la biología evolucionista «El gen egoista», probablemente uno de los libros más leidos, conocidos y citados en esta disciplina.

Ultimamente sin embargo anda metido en una tarea insólita en un cientifico de su calibre, me refiero a su militancia atea que va un poco más allá de lo razonable empeñado como parece estar en la construcción de una moral no religiosa.

Personalmente creo que Dawkins se ha metido en un pantanal al pretender demostrar con argumentos científicos la inexistencia de Dios.

Es por eso que subo esta serie de videos subtitulados en español por su interés en cuanto a su busqueda y sus argumentos irreprochables si nos olvidamos de la cuestión principal. Las creencias religiosas son impermeables a los argumentos racionales, es algo asi como tratar de persuadir a un enfermo delirante de la irrealidad de sus delirios.

No quiero decir que creer en Dios sea un delirio o una enfermedad, pero tampoco quiero decir lo contrario, en realidad la creencias irracionales se caracterizan por un aspecto concreto: su certeza. Y es eso lo que comparten tanto los delirios como las creencias irracionales.

Ahora bien, la creencia en Dios es, por así decir, muy adaptativa y proporciona enormes ventajas de sentido y significado a los que creen en él, dejando aparte que creer en algo superior a uno mismo es un relé antinarcisista que nos obliga a integrarnos en algo más grande que nuestro propio Ego o nuestra propia conveniencia. Dicho de otro modo la creencia en un mismo Dios favorece las estrategias de cohesión en los grupos sociales. Es asi como el egocentrismo se transforma en etnocentrismo.

El problema de las religiones (y de los etnocentrismos) es que cada grupo social tiene su Dios y es inevitable que el Dios de unos entre en conflicto con el Dios de los otros, no tanto porque los dioses se peleen entre sí sino que sus mandamientos, sus dogmas, sus prohibiciones y su liturgias, el sentido que le dan al pecado y su castigo, su posición frente al más allá y la muerte y sobre todo: su posición frente al sexo entran en colisión con la religión de sus vecinos pues inducen conductas bien distintas en la organización social.

El pecado.-

Aqui Dawkins trata de demostrar que la religión no evita el pecado sino que solo añade culpa y mentirosa hipocresía a la transgresión. Y lo consigue. Efectivamente la religión no evita el pecado y añade un sufrimiento complementario a la vida.

La muerte.-

Aqui trata del misterio de la muerte y aporta su visión -bien distinta de las visiones al uso- de que la muerte es en realidad una suerte, pues solo pueden morirse aquellos que han vivido. Un argumento irreprochable que no conculca la angustia frente a la muerte que caracteriza lo humano, lo cierto es que con creencias sobrenaturales o sin ellas, la muerte genera un enorme miedo en todas las personas y es seguro que la creencia y la promesa de «una vida despúes de la muerte» sea un argumento para mitigar este temor.

El significado de la vida.-

Dawkins quiere demostrar que el sentido de la vida no depende de Dios y que no es necesaria ninguna creencia religiosa para sostener ese sentido. Eso fue al parecer lo que atormentó a Tolstoi y probablemente lo que le impulsó a entrar en una vida contemplativa quizá movido por la culpabilidad de haber perdido la fe.

De manera que efectivamente la religión se apoya en grandes falacias fácilmente refutadas por la ciencia, pero Dawkins se olvida de lo más importante, me refiero a la evolución de la conciencia de las masas mayoritariamente enfangadas en el etnocentrismo y el v-meme azul.

Personalmente creo que la religión provee a las mentes humanas de un mecanismo que dota de sentido a la vida de los creyentes al adjudicarle a Dios intencionalidad y agenticidad. Es precisamente eso lo que la ciencia no puede ni podrá nunca hacer, más bien el conocimiento cientifico opera de modo inverso: enfrentando al hombre con una pavorosa soledad y con el sinsentido de la vida que no es otro sino el de la vida misma tal y como es.

Al adjudicarle intención y agenticidad junto con un inmenso poder, los creyentes disponen además de un mecanismo suplementario para enfrentar el estrés: la capacidad de apaciguar, someterse y rendirse. Capacidades que el hombre moderno ha perdido movido por los ideales de igualdad que le imposibilitan hacer frente a -lo que en otro lugar-contabilizan como perdidas en sus rivalidades sociales.

El paso del etnocentrismo al sociocentrismo no dispone de ningun aliado salvo las politicas de los Estados democráticos enfangados en su propia supervivencia etnocéntrica. La religión impulsó el paso del egocentrismo al etnocentrismo, pero no parece que los ideales de los ilustrados hayan logrado ser tan eficaces como las creencias religiosas para dar el salto, al menos de momento.

El temor, obediencia ciega y sumisión a Dios son estrategias muy adaptativas para hacer frente a las adversidades, pero si prescindimos de Dios ¿en nombre de qué reconoceremos que hemos sido vencidos? Algo asi pareció sucederle a  Job que remontó una depresión profunda hasta que reconoció la autoridad divina.

Es poco probable que en un futuro inmediato la ciencia ocupe el lugar de la religión, pues no satisface -de momento- a la mayor parte de mentes de nuestros conciudadanos que prefieren creer en algo a sabiendas que es falso que abrazar una verdad sin fundamento tal y como podemos observar en las creencias más comunes de nuestros congéneres que parecen haber sustituido sus creencias religiosas por otras igualmente irracionales y supersticiosas.