Ficciones

No es este un post destinado a hablar de Jorge Luis Borges, sino que pretendo hablar de las otras ficciones, las que todos nosotros construimos. Aunque no estoy muy seguro de que estas y aquellas ficciones no sean en lo esencial las mismas.

Borges escribió sus «Ficciones» para demostrar o señalar hacia la idea de que a través de lo fantástico podemos entrever que lo imaginario y lo histórico son frecuentemente el mismo fenómeno.

Y que realidad y ficción mantienen entre si una extraña relación de complicidad y de solapamiento.

Usualmente decimos que hay cosas que son verdad, que han sucedido y otras sin embargo son obras de la imaginación humana. Así decimos que Romeo y Julieta son personajes de ficción, como Sherlock Holmes . Y que a pesar de que ambos personajes tienen casa abierta en Verona y Londres nunca existieron. Sabemos también que Churchill o Tejero son personajes reales aunque nunca les hayamos visto más que por televisión, con bombín o tricornio.

La realidad es aquello que es o fue verdad. Eso dicen.

El problema es que no sabemos una palabra de qué cosa es la realidad y cuando hablamos de un hecho histórico aun menos, no podemos saber tal y como comenté en el post anterior, si lo que entendemos como realidad realmente sucedió o fue como nos lo contaron.

Y sucede por algo importante: la realidad es inexplicable en términos de sentido.

Uno va un día por la calle y le atropellan, otro amigo nos traiciona o nos abandona, los amores se disipan, nuestros familiares y nosotros mismos nos morimos. ¿Qué sentido tiene todo eso?

No hay nada más real que la muerte, todos moriremos, algunos ya están muertos aunque solo civilmente, otros emocionalmente, pero no lo saben y no lo saben porque la muerte no admite ningún trámite o excusa. Todos iremos a parar ahi, a esa lona donde caen los hombres knockeados víctimas del tiempo.

Para mi, esta contradicción tiene que ver con el significado que le damos a la palabra «realidad». Muchas personas afirman hoy «que la realidad no existe sino que es un constructo de nuestros sentidos» de ahí a proclamar «que si piensas que estas bien, estas bien» o «si decides pensar en clave positiva el mundo se convertirá en algo positivo», etc. Se trata de recetas de estilo new age que siendo como son falsas contienen algunas gotas de verdad.

Pues no hay que confundir la realidad, la verdad, el medio ambiente o el hábitat. Si usted va por la calle y sufre un atropello, este atropello es de verdad pero no procede de la realidad sin o del hábitat urbano en que usted se desenvuelve. Si un familiar se le muere, muchos le dirán que es ley de vida y es cierto: forma parte de nuestra realidad como humanos.

Pero no es a esta realidad/verdad a la que apelo sino a la otra , a la que construimos. Nosotros no somos sólo animales más o menos hacinados en la gran ciudad, de manera que no estamos solamente sometidos a ese hábitat que puede atropellarnos, sino que vivimos en una cultura.

Y una cultura no es ni hábitat, ni medio ambiente, es un constructo humano tejido por aposiciones, por acumulación de saberes, tradiciones, rituales, expectativas, etc, una especie de herencia lamarckiana que es el resumen de millones de años de evolución gradual . Es una base de datos acerca del mundo de la que echamos mano para comprender y representarnos esa realidad que carece tantas y tantas veces de sentido y que nuestro cerebro no puede procesar.

Pues la realidad solo puede ser representada.

Y lo hacemos a través de ficciones. Y es prudente recordar ahora que ficción no es lo que dice aquí en la wikipedia donde le atribuyen solamente una etimología de simulación. Fictio-fictionis significa esculpir o modelar. Ficción es el modelado, el trabajo de un escultor (Helios Jaime,2010)

La primera ficción que construimos es la identidad, la segunda la personalidad.

Nosotros los humanos venimos de serie equipados con un sexo bien definido. O somos hombres o somos mujeres, pero ser hombre o ser mujer precisa además de una consolidación cerebral, no basta con ser portador de unos atributos determinados. Ahi aparece en nuestro socorro la cultura a través de esa base de datos que Roger Bartra ha denominado exocerebro. En él vamos a buscar los significados, los símbolos que necesitamos para -esculpir- nuestra identidad sexual y lo hacemos a través de redes neurales extrasomáticas que son prolongaciones de las otras redes, las endocerebrales. Ahí y no en el cerebro de cada cual encontramos el sentido y los significados a qué cosa es ser un hombre y qué cosa es ser una mujer. Pues allí viven los símbolos agazapados en una red de enlaces tridimensionales donde conviven unos con otros. Allí nos dirigimos para saber quién somos y más tarde para saber cómo somos.

Y construimos una ficción: somos un hombre o somos una mujer. Naturalmente como en toda ficción podemos construir lo que mas nos convenga cerebralmente pues no hay que olvidar que esos enlaces entre endo y exocerebro son enlaces neurales. Unas ficciones serán fieles a la realidad interna de cada cual, otras alejadas de ella, unas serán construcciones fantásticas y otras pegadas al terreno de lo posible. Pero todas comparten el elemento común de ser ficciones, pues lo masculino y lo femenino no son solo órganos y hormonas que se poseen o no se poseen, sino símbolos, representaciones, comportamientos, formas de pensar y hasta de andar miméticas o acordadas por la cultura, son consensos que están allí en el exocerebro comunal de nuestra especie.

Lo mismo sucede con la personalidad; no voy a extenderme mucho en este asunto pues ya lo abordé en otros lugares, pero aprovecharé ahora para decir que cuando decimos, «es orgulloso, o humilde, o celoso, o interesado o perfeccionista», no estamos señalando hacia el cerebro del sujeto sino hacia su narrativa. Los individuos no somos -por nosotros mismos- ni de una forma ni de otra pues «ser de una determinada manera» no es una prestación cerebral sino cultural. No somos perfeccionistas o humildes porque haya en nuestro cerebro ciertos receptores con mayor densidad que otros que nos empujen fatalmente hacia un rasgo u otro, sino que existe en todo caso una facilitación genética para explorar por ciertas sendas extrasomáticas buscando los significados de ser una cosa u otra. En realidad se equivocan tanto los que dicen que los rasgos de la personalidad son innatos, como los que dicen que son ambientales. Ni una cosa ni otra, pues aunque es más cierto lo segundo: si lo entendemos como que es el sujeto quien va a buscar significados en esa base de datos que llamamos exocerebro tratando de encontrar sus propios sentidos. Sin embargo el camino marcha atrás en busca de porqués  es imposible: la aposición, las bifurcaciones, y el solapamiento de unos con otros hacen imposible desandar el camino, si pretendemos la comprensión de cada paso.

La construcción de la personalidad es como la historia y contiene la misma dificultad que encontramos en los historiadores si lo que pretendemos es «saber la verdad de lo que pasó». Pero para desvelar la verdad necesitamos construir ficciones  y es asi como se conducen los eruditos pues un acontecimiento histórico cualquiera admite múltiples interpretaciones (ficciones) pues la verdad histórica en su mayor parte es opaca y lo peor: carece de sentido o propósito como la muerte individual o la Evolución. Un acontecimiento se monta sobre el anterior sin que acabe de explicarlo del todo. Como en la evolución no se puede hacer marcha atrás y no tenemos más remedio que utilizar los diseños anteriores que en cualquier caso no se pueden deshacer.

Sobre la personalidad y la identidad siguen construyéndose ficciones, las creencias, los gustos, las ideas se construyen en andamios construidos a toda prisa para encajar las emociones dando la impresión de que el edificio finalizado es un edificio sólido y que responde a la lógica de la elección individual. Pero nuestra conciencia de unicidad, nuestro Yo es otra ficción, que naturalmente no existe. No existe ningún homúnculo que tome decisiones, sino que las «decisiones» se engarzan unas con otras por proximidad, por coherencia, por resonancia o por facilitación, pero nunca por determinación genética. Tampoco elegimos ser lo que somos sino que vamos acoplando lo que creemos ser a las sucesivas ficciones que construimos casi cada día para que los hechos encajen en los cajones de nuestra mente.

De manera que todos somos arquitectos de nuestras propias ficciones, entendiendo a estas como formas de interpretar la realidad/verdad según nuestra condición de novelistas.

Y todos estamos expuestos a las ficciones de los demás cuando nos incluyen. Es seguro que usted habrá mediado alguna vez entre dos amigos que se han peleado por alguna razón. Escucha a uno y dice tiene razón, escucha al otro y piensa lo mismo, ¿Quien tiene razón?

La mayor parte de ficciones están destinadas a la confrontación con las ficciones ajenas. El buen mediador es aquel que sabe que los dos tienen su parte de razón pues en una Verdad mediada por el lenguaje hay elementos connotativos, denotativos y pragmáticos. Es posible que ambos se enzarcen en una disputa al atender solamente uno de esos planos por donde discurre el lenguaje y se olviden del elemento pragmático (lo más frecuente), el que contextualiza las palabras. El mediador sabe que ambos tienen razón y no la tienen, pero sobre todo sabe algo más importante: que ninguna ficción es la verdad y que existe un plano donde el conocer que todos construimos ficciones de hecho, nos hace relativizar y alejarnos de la búsqueda de la razón, una ética abyecta. Sabemos que hay una ficción que es a su vez una metaficción, la de saber que todos estamos equivocados y al mismo tiempo acertados.

Es por eso que existen buenos y malos novelistas o constructores de narrativas y es por eso que todos estamos de acuerdo en decir que Borges es mejor escritor que Lafuente Estefania.

Necesitamos la ficción para aprehender la realidad, para hacerla nuestra e injertarla de vuelta en nuestro cerebro en su código de iones y química. Y no sólo la necesitamos -estando como está fuera de nosotros- sino que no tenemos más remedio que aceptarla como único medio de entender la realidad. A cambio no tenemos más remedio que aceptar que la simulación, el engaño y el autoengaño forman parte de nuestro acervo cotidiano. Y que eso no nos hace menos auténticos sino simplemente humanos. Y condenados a auto-inventarnos un lugar en el mundo.

Se trata de un noble ejercicio, el de la simulación pues a la realidad le hacen tanta gracia las ficciones como a nosotros y a veces incluso las imita.

Y entonces decimos aquello que la realidad tiene una estructura de ficción.

Pero no es verdad: la realidad es sólo un inconmensurable que envidia a la narrativa.

14 comentarios en “Ficciones

  1. Estoy totalmente de acuerdo (aunque ya lo sabe) con la idea de que no somos ni sí ni no sino todo lo contrario, y además todo junto. Somos potencialidades cuánticas, estamos vivos o muertos cuando el otro nos da por vivos (o muertos), y somos soberbios y humildes, y conservadores y rebeldes, sólo que quizá exageramos la fidelidad a una línea congruente que, con frecuencia, no nos resuena pero de la cual a veces es difícil desviarse, por hábito o por creernos erróneamente “así” o “asá” (o, inversamente, por creer al vecino “así” o “asá”, y de ahí eso tan oído de “Que ha asesinado a su hermano?? pero si era una persona tan agradable, y respetuosa… ¡no puede ser!”). Claro que hay personas “de línea plana”, fieles a su línea, pero yo tb diría que la gran mayoría somos un poco de todo. Y el error de los demás son sus apreciaciones y expectativas en base a esa congruencia, supongo. Y así va el mundo 🙂
    “construimos para que los hechos encajen en los cajones de nuestra mente” Pienso igual e incluso lo expresé así en Neurobudismo: “¿Por qué esa manía crónica de ajustar o encajar contínuamente la realidad a lo percibido o creído de antemano? Quizá porque en nuestro fuero interno nos molesta bastante que la realidad subjetiva no acabe de coincidir con los esquemas que preconcebimos ni recordamos ya cuándo. El abismo que las separa nos produce vértigo porque los abismos siempre dan vértigo a quien no tiene alas y solemos interpretar los desajustes en términos de “no tener la razón”. Y a los humanos nos encanta tenerla aunque sea con nosotros mismos. “Si los hechos no se adecúan a la teoría, tanto peor para ellos” dijo irónicamente Hegel (Watzlawick, 1989)”
    En cuanto a la realidad-ficción, tampoco es lo mismo leer un libro conociendo el contexto del autor, su entorno, etc. que sin ello… “Necesitamos la ficción para aprehender la realidad”. Personalmente, no estoy segura de si es para aprehenderla o para embellecerla, pero me pondré a pensarlo, que es lo que siempre le hemos de agradecer, cuestionárnoslo todo, todo 🙂
    Una entrada fascinante, bravo 🙂

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  2. Bueno, la mayor parte de la gente que conozco está tan apegada a una forma monolitica de ver el mundo que incluso son felices. Una minoria es bipolar y pueden llevar dos ficciones alternantes. Solo una minoria sabe que todo es ficción.

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  3. Para entender la realidad necesitamos la ficción pero es fascinante comprobar cómo existen personas que elaboran constructos de ficción o escriben capítulos de su vida e incluso de la de los demás antes de que sucedan como si siempre supiesen lo que va a ocurrir (o debería ocurrir) a continuación porque según yo lo veo las ficciones también pueden ser cuánticas, por ejemplo, lo que en principio se pensaba que iba a ser una muerte podría ser una resurrección o viceversa. Viendo esta peli que recomendaste hace poco Paco creo que se puede entender lo que quiero decir

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  4. Kissy, estoy muy de acuerdo contigo, pues dices algo muy importante: «como si» («como si supiesen lo que les va a ocurrir»). Yo tb lo he observado con frecuencia. Un ejemplo banal sería: «Huuy, tal como me encuentro, seguro que mañana estoy con anginas, SI LO SABRÉ YOOOO..» (y el día siguiente fijo que están con anginas). Otro: «Siempre supe que mi sino es ser abandonado/a», y esto me trae a la mente los patrones repetitivos tan famosos, las mujeres que atraen «niños malos», los que siempre «tienen mala suerte con los trabajos», y un larguísimo montón de etcéteras. Interesante tema, desde luego.

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  5. Lo que describís son las profecias autocumplidas, pero lo cierto es que sólo podemos construir un pequeño puñado de ficciones, la mayor parte de ellas ya están patentadas por la cultura y se encuentran a nuestra disposicion en el exocerebro. En realidad salvo los muy raros, la mayoria de nosotros solo usamos unos cuantos supuestos y luego a repetir, a repetir.

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  6. Cuánta razón, maestro Carmesí! A menos que nos sacrifiquemos en la pira ritual y lavemos cuantos pecados del mundo cargamos sobre nuestras espaldas y un «clic» nos excomulgue y nos bendiga. Exequatur 🙂

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  7. Más relativista no puede ser este post. Pareciera que la entrada en el nuevo año hubiera marcado en un ensueño de alta ficcionalidad todo el post para encuadrarlo dentro de la nueva era. Tanto que tengo que determinar todavía si es o no real. Bueno, cuando enciendo el PC y tecleo la dirección correspondiente parece que existe porque sale en pantalla, pero este habitat más allá de la pantalla es imposible de encontrar, por mucho que uno viaje de aquí para allá, y ¡ vive dios que yo lo hago ( eso de viajar )¡, no hay manera de encontrarlo en ningún soporte físico real que esté más allá de una máquina conectada a una red eléctrica y a una red telefónica.

    Demasiadas ondas para tan efímero mar. Pero si de mares se trata no se habrá de despreciar porque por si a alguien todavía no se le ha ocurrido este no es nuestro medio natural. ¡ Qué poética estoy hoy ¡

    Tendré que repensar todo esto ya que eso de convertirse en PESCAO / PEZ (PC ) no me hace desasiada gracia por muy ficcional, mítico y literario que sea convertirse en SIRENA. ¡ qué cosa tan fea ¡ ¿ Cómo hablan las sirenas ? Y digo hablar, no escribir, que por lo que se sabe las Sirenas nunca escribieron. ¿ O si ?

    Creo que de ficciones postmodernas, como las del juego de la OCA y el MONOPOLI hablamos mi amiga Teresa y yo en latiniparla:

    http://latiniparla.blogspot.com/2008/11/that-entertainment.html

    http://latiniparla.blogspot.com/2008/11/mina-tintarella-di-luna.html

    ESTO ES UN JUEGO, lo malo es cuando se quiere hacer ver que la vida posee la misma ficcionalidad que la realidad virtual,entonces empezamos a hablar de otra cosa.

    Para que todos podamos ser igual de postmodernos y poder entender la realidad verdadera de la gran mayoría de los trabajadores del S. XXI propondría que los que llevan 10, 20, 30 años en el mismo habitat jugando al MONOPOLI se pongan a jugar a la OCA. Ser moderno y entender la realidad tal y como es pasa por algo más que comprarse la última versión de las maquinita que han sacado al mercado y ponerse a jugar apretando botoncitos.

    NO, NO, para entender la realidad de lo que está pasando hay que jugar de verdad, al otro lado del espejo y con el dinero real de uno y no con el dinero virtual de los demás.

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  8. A repetir, a repetir, la mayoría de la gente -entre los que me incluyo- es incapaz de soportar una muerte (metafóricamente hablando);unos provocan la muerte antes de que se produzca y otros alargan la vida hasta que no da más de sí, aunque existe preferencia por una de las dos opciones creo que se pueden adoptar ambos papeles.Y es verdad que nos negamos a habitar nuestras propias ficciones;para creerse un papel hay que sentir que uno es el personaje, por ej si uno siente que es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo o un personaje de Romeo y Julieta debe creérselo y actuar como tal, si no que coño hacemos aquí, que no se quién dijo que no hay mayor espectáculo que ver a alguien haciendo de sí mismo y todo esto como diría Ana, ya lo sabíamos.

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  9. A propósito de la última frase del post : » la realidad es sólo un inconmensurable que envidia la narrativa » La frase es ambigua porque cuál es el sujeto
    » realidad » o » narrativa «.

    Esta ambigüedad y la idea de que no hay nada más real que la muerte me ha recordado un post que yo hice donde menciono de Damian Hirst a propósito de su obra: The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living.

    Este es el post al que me estoy refiriendo :

    http://mimesisazul.wordpress.com/2009/03/09/le-femme-crucifie-ximo-lizana/

    Le femme crucifie se refiere a una imagen de Ximo Lizana, curiosamente su anatomía es más parecida a una Sirena que a una mujer real. El texto está tomado de » La vida no imita al arte »

    Por eso es tan importante el arte porque es la única manera de acercarnos no a la muerte sino a la vida, a la creación… quien lo probó lo sabe. Pero los códigos empleados para la creación son diferentes en uno y otro medio.

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