El lugar de Dios y la alucinación

Por otro lado, el problema de la alucinación tiene que ver en gran manera con el hecho de que concibamos culturalmente, o no, una “instancia externa” supranatural con la que pueda existir un intercambio bi o unidireccional, según cómo y cuando. Si es desde uno a la instancia se ora, si es desde la instancia a uno hay revelación. Si no hay nada y hay deprivación sensorial por exceso o por defecto, entonces se alucina en un bucle interno intracerebral reverberante sin instancia interna o externa a la que proyectar. Si hay las dos cosas, oración y revelación, entonces entramos en lo místico. (Francisco Orengo)

Escribo este post el día de Pascua de Resurrección del 2011, animado por varias circunstancias que se han unido estos dias en mi inconsciente narrativo. Una de ellas es este post que escribí en mi otro blog y del que éste es una apoyatura o tratará de serlo. La otra es la noticia leída hoy en un periódico de tirada nacional acerca de la publicación por parte de Francisco Mora (pinchar sobre el nombre para ver una entrevista en TV3) de un nuevo libro sobre neuroteología que se titula «El Dios de cada uno».

En él, Mora pasa revista a la idea en clave evolutiva de que la «religiosidad» es adaptativa y ha servido a los fines de la supervivencia -muy popular en ciertos ambientes neurocientíficos- y vinculada a la idea de que la pulsión religiosa es algo así como un hecho biológico, una especie de rasgo de personalidad innato que en términos vulgares puede ser traducido (esto es lo que la gente entiende) que el sentimiento religioso anida en algun gen de nuestro patrimonio genético, que Dios vive entre nuestras neuronas o algo así.

Ni que decir tiene que estoy en contra de esta teoría, tal y como ya comenté en varios posts anteriores. Lo cierto es que el sentimiento religioso es un subproducto social, es decir un rastro de nuestras habilidades sociales (sociabilidad) que están determinadas genéticamente como corresponde a toda especie gregaria, si hemos sobrevidido ha sido efectivamente gracias a nuestra capacidad de establecer vínculos significativos con los otros. La religiosidad es inseparable de ciertos rasgos biológicos como son el apego, la necesidad de pertenencia o la afiliación. Dicho de otra manera estamos diseñados para el etnocentrismo, para la adherencia a un clan, a una ciudad, una patria, una bandera, a un himno, a un campanario y a una religión. Ese es precisamente nuestro drama como especie y el cuello de botella que aplasta nuestra evolución hacia otros niveles de conciencia más abarcativos o universales.

Ignoro la razón por la que el que inventó a Dios lo puso en el cielo en lugar de meterlo en nuestro interior, en el centro de la mente. Lo cierto es que lo puso en un lugar inalcanzable y aun más: la comunicación entre El y el hombre pasó a ser imposible directamente y sometida al escrutinio de una casta iniciática especializada en su traducción: curas, sacerdotes, iniciados, santos, misticos, pastorcillos, mártires y herejes. Meter a Dios fuera del horizonte de la mente humana individual y meterlo además en un lugar inhóspito ha traido ciertas consecuencias sobre el desarrollo del psíquismo humano.

La primera consecuencia es que el hombre, al fiarlo todo en el afuera, es un completo analfabeto sobre lo que tiene dentro y a pesar de los grandes maestros que han insistido en no buscar afuera lo que podemos encontrar en nosotros mismos es posible afirmar que la mayor parte de la población -aun sin creer en Dios- situa en el afuera, es decir en el no-Yo las cosas que le suceden sin sentido o no puede comprender tal y como hicieron nuestros ancestros en el paleolítico, bien sea para adorar una fuerza natural, un tótem, un ídolo, un Dios o el culto a las personas concretas.

Lo de afuera es lo ajeno, lo inconmensurable: le llamamos lo sobrenatural y ahí depositamos la causalidad de lo que nos sucede aquí cuando esa causalidad carece de explicación razonable: «Dios lo quiso así» ha sido el argumento tranquilizador para gran parte de la población sometida a las adversidades de la vida, es una explicación poderosa puesto que los designios de Dios son imposibles de adivinar y desde luego son tranquilizadores porque al menos apelan a un cierto sentido, a un orden (aunque inescrutable) de las cosas. Siempre es mejor atribuir al designio divino una calamidad que pensarlo desde el lado del sin sentido. A fin de cuentas a nosotros los sapiens lo que nos interesa no es la verdad sino el sentido de las cosas.

Pero la idea de un Dios alejado viviendo en algun lugar inaccesible del Cosmos ha tenido más consecuencias a largo plazo: ha dotado de explicaciones esotéricas a fenómenos bien conocidos aunque mal explicados por la ciencia. Pongo el ejemplo de la alucinación de la que hablé en este post y donde apuntaba hacia la posibilidad de que el fenomeno alucinatorio andaba de la mano junto a la predisposición de los humanos a obtener explicaciones sobrenaturales sobre fenómenos que en realidadcomo los sueños- nos están representando a nosotros mismos y nos aluden o apelan en lo más íntimo. No quiero decir con eso que la alucinación como fenómeno neurobiológico proceda del hecho de creer en un Dios inalcanzable que está en el cielo, lo que quiero decir es que usualmente las explicaciones que los alucinadores dan a su alucinación son sobrenaturales, tanto los alucinadores patológicos (psicóticos) como aquellos heautoscópicos que han tenido experiencias cercanas a la muerte.

Se encuentra ciertamente difundida -por parte de ese fenómeno religioso que llamamos new age- la idea de que en realidad los alucinados ven cosas que nosotros somos incapaces de ver, volvemos asi al concepto griego de «enfermedad sagrada». No se trata en esta concepción del fenómeno que el cerebro del alucinado se halle distorsionado de una u otra forma sino que somos nosotros -los que no alucinamos espontáneamente- los que padecemos de algun extraño déficit corregible con ciertas experiencias con drogas o a través de ciertas practicas espirituales. Es verdad que intoxicados por ciertas drogas somos capaces de tener experiencias visionarias de lo más interesantes pero esta experiencia no representa de ningún modo una conexión con lo sobrenatural ni con Dios sino con las posibilidades de nuestra conciencia expandida inexploradas.

«No hay que buscar afuera lo que tienes dentro», le dijo fray Pedro de Alcántara a Santa Teresa de Jesus cuando está le consultó a propósito de sus desgarros interiores motivados por sus alucinaciones continuas que ella interpretaba como favores de Dios. Esta sencilla prescripción del franciscano fue suficiente para invertir el rumbo de la vida espiritual de Teresa desde la contemplación pasiva y torturante de fenómenos alucinatorios constantes hacia una vida social de reforma y viajes. Pedro de Alcántara la curó de sus alucinaciones invirtiendo el sentido de su experiencia y haciéndole ver otra misión para sí misma, encontrándole un lugar en lo simbólico. A partir de entonces Teresa ya no fue una alucinada sino una fundadora.

Efectivamente el viaje interior es el más eficaz de todos los viajes, volver el rumbo hacia nosotros mismos en lugar de prestarle atención a los designios divinos tiene consecuencias psicológicas importantes sobre la salud de las personas. En realidad, la alucinación sólo es patológica cuando uno trata de explicársela a partir de narraciones extraordinarias y fuera de la realidad que incluyen distorsiones importantes por sí mismas. Para una persona del siglo XVI que aspiraba a la santidad la alucinación no tiene la misma trascendencia que para un sujeto laíco y contemporáneo nuestro que carece de intereses religiosos y que no ha alcanzado el suficiente nivel de conciencia para integrar su experiencia -sea la que fuere- en su narración vital. Es así como se comienza a delirar y todo delirio construye por sí mismo irrealidades que alejan cada vez más al alucinado de su posición de salida, es por eso que decimos que la experiencia alucinatoria es enloquecedora por sí misma.

La psicosis, por cierto no es sólo una enfermedad alucinatoria o una ocurrencia extravagante sino una alucinación a la que no se encontró sentido y que se transvistió en delirio y que una vez establecido se hizo fuerte en las creencias individuales modificando para siempre la experiencia consesuada, hay algo en la psicosis que el sujeto se niega a abandonar. ¿Qué? Pues su concepción del mundo tal y como por cierto hacemos nosotros, adheridos siempre a nuestras viejas y a veces insostenibles ideas.

De manera que lo que caracteriza a la psicosis no es la alucinación (incluso hay psicosis sin alucinaciones) sino la convicción en defender el delirio que interpretará a las alucinaciones y su adherencia ulterior al pensamiento no consensual que caracteriza la psicosis.

Lo cierto es que todo el sistema atributivo de una alucinación se modificaría si Dios en lugar de haberse ubicado en el cielo hubiera sido puesto enmedio de nuestra mente como un contenido mental más. Si tuvieramos la convicción de que en nosotros hay una chispa divina en lugar de poner todo el fuego en lo celestial, la alucinación hubiera cambiado su color y no sería posible aludir a lo sobrenatural como explicación de experiencias no consensuadas de conciencia.

Pero el asunto se complicó más porque el que inventó a Dios y lo situó en lo alto enseguida encontró a otro que inventó al demonio y lo situó en el abajo.

Y de ahi se nutren la mayor parte de las alucinaciones y de los delirios y tiene su explicación en ese orden inventado en el que alguien decidiera que la comunicación con Dios era imposible pero no así con el demonio que andaba con nosotros, tan cerca que incluso a veces podia poseernos (como sostenian los teólogos de la Edad media) y hacernos sentir cosas que no estaban en nuestra naturaleza, una explicación de la causalidad que una vez más ponia la causa en el afuera, esta vez en el abajo. El demonio y el Mal fueron así dispuestos como más cercanos y accesibles a lo humano que el propio Dios que se mantenía mudo y a distancia.

No es de extrañar pues que la mayor parte de las alucinaciones contengan imagineria torturante, órdenes, influjos malévolos, espionajes, persecuciones, delaciones, traiciones, imprecaciones, insultos, comentarios humillantes, infidelidades, envenenamientos, transmisión mágica de enfermedades, localizaciones de vacíos inconcretos, ondas controladoras, robos del pensamiento, difusión de la identidad, enamorados perseguidores, fragmentación del mundo, hilo directo con extraterrestres, Dioses y diablos de cualquier naturaleza y todas las versiones de lo apocalíptico segun el nivel narrativo de cada cual.

Una minoría, sin embargo es capaz de alucinar con cosas agradables, otros viven en una especie de megalomanía subproducto de un narcisismo mal resuelto, los maníacos que creen ser millonarios, omnipotentes o genios, inventores, profetas, adivinos, hijos o hijas de Dios o ser señalados por el dedo de la divinidad en una especie de implosión de hybris que de cualquier forma situa al alucinado fuera de la realidad.

Efectivamente, Dios de ser alguna cosa es un lugar, pero yo creo que habita entre nosotros y está en mí. Hay una chispa divina en cada uno de nosotros lo que sucede es que nos hemos conformado con acceder a ese Dios inalcanzable que está en los cielos y con el que no podemos relacionarnos más que a través del delirio o la alucinación sucedáneos de otras posibilidades de nuestra conciencia expandida.

Dios no es una alucinación como propone Dawkins es simplemente una idea indemostrable, más que una idea es un lugar, un dedo que debió señalar en el centro de la frente de los humanos y nunca al azul del cielo.

49 comentarios en “El lugar de Dios y la alucinación

  1. Magnífica exposición de tan complejo tema!
    Si me lo permite, me tienta mucho a pesar de su longitud, aportar aquí un fragmento de «El poder de las palabras» (E.A. Poe) que, como si de sincronicidad se tratara, leía apenas ayer mismo.
    Felicidades again.

    «Oinos.-Y ahora, Agathos, mientras avanzamos, instrúyeme. (..) No he comprendido lo que acabas de insinuar sobre los modos o los procedimientos de aquello que (..) estábamos habituados a llamar Creación. ¿Quieres decir que el Creador no es Dios?

    Agathos. -Quiero decir que la Deidad no crea.

    Oinos.-¡Explícate!

    Agathos.-Solamente creó en el comienzo. Las aparentes criaturas que en el universo surgen ahora perpetuamente a la existencia sólo pueden ser consideradas como el resultado mediato o indirecto, no como el resultado directo o inmediato del poder creador divino.

    Oinos. -Entre los hombres, Agathos mío, esta idea sería considerada altamente herética.

    Agathos. -Entre los ángeles, Oinos mío, se sabe que es sencillamente la verdad.

    Oinos.-Alcanzo a comprenderte hasta este punto: que ciertas operaciones de lo que denominamos Naturaleza (..) darán lugar, bajo ciertas condiciones, a aquello que tiene todas las apariencias de creación. Muy poco antes de la destrucción final de la tierra recuerdo que se habían efectuado afortunados experimentos, que algunos filósofos denominaron torpemente creación de animálculos.

    Agathos.-Los casos de que hablas fueron ejemplos de creación secundaria, de la única especie de creación que hubo jamás desde que la primera palabra dio existencia a la primera ley.

    Oinos.-Los mundos estrellados que surgen hora ahora en los cielos, procedentes de los abismos del no ser, ¿no son, Agathos, la obra inmediata de la mano del Rey?

    Agathos-Permíteme, Oinos, que trate de llevarte paso a paso a la concepción a que aludo. Bien sabes que, así como ningún pensamiento perece, todo acto determina infinitos resultados. Movíamos las manos, por ejemplo, cuando éramos moradores de la tierra, y al hacerlo hacíamos vibrar la atmósfera que las rodeaba. La vibración se extendía indefinidamente hasta impulsar cada partícula del aire de la tierra, que desde entonces y para siempre era animado por aquel único movimiento de la mano. Los matemáticos de nuestro globo conocían bien este hecho. Sometieron a cálculos exactos los efectos producidos por el fluido por impulsos especiales, hasta que les fue fácil determinar en qué preciso período un impulso de determinada extensión rodearía el globo, influyendo (para siempre) en cada átomo de la atmósfera circundante. Retrogradando, no tuvieron dificultad en determinar el valor del impulso original partiendo de un efecto dado bajo condiciones determinadas. Ahora bien, los matemáticos que vieron que los resultados de cualquier impulso dado eran interminables, y que una parte de dichos resultados podía medirse gracias al análisis algebraico, así como que la retrogradación no ofrecía dificultad, vieron al mismo tiempo que este análisis poseía en sí mismo la capacidad de un avance indefinido; que no existían límites concebibles a su avance y aplicabilidad, salvo en el intelecto de aquel que lo hacía avanzar o lo aplicaba. Pero en este punto nuestros matemáticos se detuvieron.

    Oinos.-¿Y por qué, Agathos, hubieran debido continuar?» (..)

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  2. En cuanto al sentido, totalmente de acuerdo en que nos pesa más hallar el «sentido» que lo «verdadero». Es «como si» nuestro cerebro precisara para sobrevivir en sanidad que las piezas le encajen (al menos en su lógica particular). A ese «encajar» le llamo personalmente «sentido», esa sensación como de puzzle completado (sea o no sea verdad el dibujo que conforma el puzzle), un sentido que creo asociamos más con los porqués (motivo) que con los paraqués (objetivo), dicho sea de paso.
    Por último, comentar la curiosidad de que el arriba-abajo no es, en realidad, sino un vector centrífugo o centrípeta (alejándose de la gravedad o bien dejándose atrapar por ella). En las antípodas, su «arriba» es nuestro «abajo» y viceversa. ¿Donde ubicar a Dios, por tanto?

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  3. Por lo que veo Dawkins quizás sea otro de los que crean que «Dios está en el cielo» y por eso alucinará tanto con él.

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  4. A mí Francisco Mora me ha parecido un señor muy educado sobre todo cuando felicita a Jaume Barberá por cómo dirige su programa.

    Intentar saber por qué dejó de alucinar Santa Teresa es algo complicado a la luz de sus escritos y teniendo en cuenta la época que le tocó vivir.

    Por otra parte si se inventa el concepto de Dios omnipotente me parece lógico que se le ubique en un lugar inalcanzable y al mismo tiempo que denote una idea concreta «cielo» y lo suficientemente amplia como para ser inabarcable. Qué gracia tiene poner a Dios en nuestra mente cuando el hombre se percibe como dominado por una naturaleza que le supera. La superación de su propia limitación ha de centrarla fuera de sí aunque la fuerza sea desarrollada por su interior. En la ruptura de su unidad y búsqueda de la misma, como una bomba de fisión-fusión, es donde se encuentra la mayor descarga energética.

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  5. Podríamos determinar si Dios está en el cielo o en el interior de nosotros, cuando alguien nos definiera aunque fuera someramente en qué consiste ese concepto; lamentablemente aun no he encontrado ninguna definición mínimamente coherente sobre lo que significa o es eso que llaman «Dios». De pequeño me enseñaron que era mi padre y que vivía en el cielo. Y me lo enseñaron así no metafóricamente, sino literalmente y con claridad meridiana. Son demasiadas las personas que creen en este disparatado concepto, por lo que de alguna manera coincido con Dawkins en que se trata de algo parecido a un alucinación colectiva. Si lo situamos en nuestro interior, como se propone en el post, desde luego la cosa mejora mucho… pero en ese caso ya estaríamos hablando de una metáfora. Sería lo mismo que decir que Dios está en el chocolate, lo cual solo puede ser verdad como licencia poética.

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  6. Agustín: yo lo que pensé de pequeña es «si Dios está en todas partes, como el aire (oxígeno) está en todas partes, ergo Dios es el aire» 🙂 Más adelante lo que pensé es que lo único que podía estar en todas partes era TODO. De modo que por esto -creo ahora- dentro y fuera hay exactamente lo mismo, un conglomerado de TODO + conciencia, y que nuestra mente es la membrana que lo divide en dos.

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  7. Aquello q estás buscando está dentro de ti. Dios está dentro de ti. Dios está en ti y en todas partes. Dios es la Vida, la Vida es Dios.
    Todas estás frases cargadas con otra forma de ver a Dios, distinta del Cristianismo actual, me fueron presentadas cuando empecé a prestar atencion al satsang de Prem Rawat, de esa manera me liberé del catolicismo impregnado en mis entretelas. Hoy no me hago ideas al respecto y si me las hago, pienso q Dios está en mi, como algo q está en todas partes, y lo pienso en sentido de bondad, por que si afirmara q no existe, algo q a veces me acerco a pensar, se me abre un abismo en la mente q no sé a q oscura soledad me transporta, es un destete violento y triste. Pero a veces timidamente me acerco a considerarlo.

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  8. En realidad el budismo no es una religión sino que es famosa por su aspecto de religión. El budismo es una fenomenologia de la mente pero a la gente lo que le atrae es lo folclorico, el molinillo, el atuendo azafrán, su liturgia y sobre todo la reencarnación, aqui nos volvemos a topar con el aspecto mas primtivio y religioso-creencial.

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  9. Mucha es la razón que lleva usted, maestro Carmesí. El budismo (y con él la difícil idea de que somos parte de un todo holístico, etc.) NO es una religión, pero -es cierto- lo que atrae en Occidente es la parafernalia subyacente, túnicas, gurúes y demás (hasta he visto alguna vez usar el nombre de Ommm en vano). La moda de las disciplinas orientales ha degenerado hasta creer mucha gente que «practicar meditación zen» es algo que precisa turbante e incienso, cuando, en realidad, es un estado compatible con cualquier creencia o religión (si la hay) que puede practicarse hasta en la parada del autobús. Mucha confusión es lo que veo yo en fín.

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  10. Para no ser una religión y no tener ningún dios hay qué ver la cantidad de ritos e imágenes de Buda que tienen por todas partes: pequeñito, mediano, inmenso, de todos los tamaños.

    Confieso mi ignorancia sobre el budismo no religioso así que me surge esta pregunta, los monjes budistas cuando se ordenan hacen algún tipo de juramento. ¿Por quién o por qué cosa juran los budistas? Esto es muy importante porque en la base del juramento está la fe que se profesa.

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  11. ¿Existe un programa en el cerebro que es el que nos da la capacidad de «creer», independientemente de que nuestras creencias se dirijan a un dios o cualquier otra entidad?. Esta aseveración la escuché de una neuróloga que hablaba sobre la «neuroteología». No me quedé muy convencida de lo que esta doctora estaba diciendo, pero aprovecho el blog para plantear mi duda.

    Para mi, el budismo y el Dalai Lama son dos cosas muy diferentes. Veo el budismo como una filosofía, una forma de entender hechos de la vida, con los que se puede o no estar de acuerdo, pero finalmente es un intento de vivir mejor. Lamentablemente parece ser, y cito el artículo que agrega Paco, que el budismo se ha pervertido y se ha convertido en una religión que alimenta el pensamiento mágico.

    En cuanto al Dalai Lama, parece ser que todo el asunto se ha convertido en una empresa transnacional que ha dejado muchas ganancias a sus socios.

    En cuanto al concepto de Dios, me gusta el abordaje que hace Régis Debray desde la filosofía. Recomiendo el texto «Dieu, un itinéraire», de Debray, supongo que debe haber una traducción.

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  12. Ety, en español en una de las acepciones del verbo creer su significado aparece como sinónimo de pensar, sospechar algo o estar persuadido de ello. Es decir, la capacidad de creer del cerebro está íntimamente relacionada con su capacidad de pensar porque pensar implica la creencia de que aquello que se está pensando toma cuerpo y existencia en la propia configuración de la mente » Cogito ergo sum «.

    Ana María Matute en su discurso tras recibir el Premio Cervantes dijo: «El día de hoy lo disfrutaré luego, porque todas las cosas buenas que me han pasado las guardo en mi cabeza, como una película, y las recuerdo luego» .Y también señaló: «San Juan dijo: ‘el que no ama está muerto’ y yo me atrevo a decir: ‘el que no inventa, no vive».

    Pone en relación la capacidad de amar y la capacidad de crear, el amor implica deseo, el deseo de conseguir algo. La búsqueda de algo- cada cual imagine su deseo- es el motor de la vida, lo que hace que el individuo no desfallezca ante la multitud de adversidades que se pueden presentar en una vida. Por eso no entiendo la filosofía budista cuando se intenta mediante el desarrollo de la vida ascética- modo de perfección también contemplado en el cristianismo- la eliminación del deseo como el yugo que impide al individuo entrar en nuevos estados de conciencia o elevación de la mente o espíritu. Y no lo entiendo porque el que no tiene deseo, por mínimo que sea, está muerto.

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  13. Quizá haya cierta confusión entre los conceptos «nuevos estados de conciencia» y «civilización». Los deseos de innovar las redes ferroviarias, o comprender la mente humana o sacar adelante a una familia tienen como efecto, verdaderamente, lo que algunos entienden por «sentirse vivo» (retos, para muchos la vida es eso, un reto tras otro y así hasta que se mueren, y fin), pero nada tiene eso que ver, según lo veo, con el estado de conciencia. (Justo ayer me decía alguien tras sibilino interrogatorio, recoozco, que si va al cine o lee novelas tipo Millenium es «para olvidar» sus agobios. Así es cómo muchos viven y «se sienten vivos» («Mi misión es matar el tiempo, la del tiempo matarme a mí», E. Cioran). Hacer la declaración o poner lavadoras se puede hacer en distintos estados de conciencia al igual que se puede hacer -por poner un ejemplo más mundano- en distintos estados de ánimo, gruñendo o con alegría, mientras que los deseos de mejorar las redes ferroviarias (p.e.) hacen avanzar lo que yo entiendo por «civilización» (sin entrar en si avanzamos por el buen camino o no). Lo que está claro es que el ascetismo nunca ha parecido necesitar trenes.

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  14. Los estados de conciencia Ana no son estancos, estan integrados unos en otros y donde el mas joven trasciende al anterior, pero estos estados de conciencia a nivel colectivo propician desarrollos que a su vez impulsan el progreso hacia delante. Está pactado porque es verdad que tener luz electrica es un adelanto y un progreso, no de la conciencia individual sino de la conciencia humana que permitió ese hallazgo y lo puso a disposicion de los colectivos humanos. Esto es progreso y no contradice al progreso indivdual. El ascetismo nunca ha tenido trenes pero si los hubiera tenido no les hubiera venido nada mal.

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  15. A mí saber (potencia) que puedo estar (acto) en dos hora y media en Barcelona o en Sevilla (p.e.) me encanta y lo de Valencia en una hora y media me rechifla y además, encima, en el trayecto se puede meditar, rezar el rosario o leer la saga Millenium, a gusto del consumidor.
    Ya era hora que el tiempo en España estuviera sincronizado con el espacio real, un buen camino de perfección ascética.

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  16. Y por seguir avanzando con las redes ferroviarias recuerdo dos alumnas mías que era brasileñas y yo les dije :
    – ¡qué bien, las dos sois de Brasil ¡
    – Sí, bueno, de su pueblo al mío hay 3000 kilómetros, así que tardo menos en llegar de mi casa a España que en ir a su pueblo, pero las dos somos de Brasil.
    – ¡ AVE maría purísima ¡- le respondí.

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  17. Gracias María Jose, me gusta tu respuesta y la considero interesante y valiosa. Creo, sin embargo. que la neuróloga a la cuál escuche hablaba de la necesidad de creer en algo supremos es parte de un programa cerebral, lo que yo pongo en duda. Me resulta mucho más comprensible tu explicación.

    Ety

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  18. Ety, yo no creo que exista un programa para creer en nada a no ser que esa creencia te beneficie en el sentido de hacerte pertenecer a un grupo, campanario 🙂 etc.; entonces estaríamos hablando de habilidad social determinada genéticamente. Por cierto Santa Teresa tuvo mucha suerte al creer en fray Pedro de Alcántara

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  19. Un apunte sobre la topografia de lo divino: el hecho de situarlo «arriba» o «en el cielo» creo que tiene que ver con el hecho de que para alcanzar ciertos estados de consciencia que llamamos «arrobados» o de trance, se pueden «rodar los ojos» hacia arriba en la órbita ocular. Por «rodar los ojos» se entiende realizar un movimiento voluntario, forzado, de rotación de los globos oculares hacia arriba. En el cartel anunciador de la pelicula «Perdita Durango», se ve a J. Bardem en esa actitud ocular.

    Creo que el hecho de que muchos santos y místicos fueran representados con esa pose ocular, dió lugar probablemente a la creencia de que estaban mirando «al cielo» en vez de al cielo de la órbita ocular como debería ser. En resumen, que es correcto decir que se mira hacia arriba o «al cielo» cuando se dice que uno está en trance o comunicandose con lo divino, pero debe corregirse que se trata del cielo de la órbita.

    Todo esto lo presenté en: F Orengo «Sobre las bases anatomofisiológicas del trance y la disociación». Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr., 26, 4 (247-253), 1998.

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  20. Interesante Paco, ya echaba de menos tus intervenciones aqui. Por cierto que ese movimiento ocular es uno de los trucos para conseguir que alguien entre en trance no?

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  21. Veo un paralelismo claro con el orgasto; ese movimiento ocular equivaldría a hacer una extensión de cuello y estimularía el sistema simpático

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  22. Manifestaciones fisiológicas que tienen lugar cuando se produce la descarga del sistema ortosimpático (simpático) que van ligadas al orgasmo y pueden producirse en ausencia de éste. Si el ortosimpático no echara el freno en el acto sexual nos moriríamos.( Escuchado en una clase sobre fisiosexología). ¿Rodar los ojos hacia arriba podría ser una manifestación fisiológica ligada al orgasto?Se me ha ocurrido…….

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  23. Bueno, bien, no sé si puede ser o no algo realizado en una «via final común» con el orgasmo / to como apunta Kissy. Quizá ella podría profundizar en esto…

    Lo que parece que sucede, de acuerdo a lo que investigué, es que con este movimiento ocular se interrumpe una via aferencial a nivel pretalámico (probablemente a nivel de los núcleos de Cajal y Darkschewitch) y se induce un estado de consciencia tipo trance, oneroide (en el sueño se van también los globos oculares hacia arriba, espontáneamente).

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  24. ¿Siempre es espontáneo o también lo utilizan voluntariamente los místicos como truco para entrar en trance? Por lo que he leído esta pérdida de conciencia también se produce en la epilepsia , el síncope vasovagal y en algunas mujeres en el orgasmo, ¿también se van los globos oculares para arriba en estos casos?

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  25. No deja de venirme el tema a la cabeza. Y no sé si lo he soñado o lo he leído en algún lugar, pero me suena que hay cierta terapia que consiste precisamente en eso, en causa-efecto de movimientos del globo ocular con… no recuerdo qué más.

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  26. A la pregunta de Kissy: al parecer este movimiento ocular hacia arriba es utilizado desde tiempos inmemoriales para provocar trance /arrobamiento. Lo usaban los místicos pero también en el vudú (ver nº de Agosto de 1995 de la revista National Geographic Society).

    Por otro lado, NO ES una perdida de consciencia lo que ocurre, sino una alteración cualitativa que procura un estado de consciencia especial (que es al que se denomina de comunicación con «lo divino» en esas nomenclaturas).

    Por otro lado el EMDR, técnica en la que me formé en su día y practico, se basa en realizar los movimientos oculares de izda. a dcha. y en estado consciente. Eso si, fomenta enormemente la capacidad de asociación visual. En esto es como la hipnosis, mutatis mutandis… también formidable instrumento.

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  27. Gracias P.Orengo, y ese estado de consciencia especial que se denomina de comunicación con «lo divino» que dices que también se produce durante el sueño, ¿qué nombre recibiría según la nomenclatura científica?

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  28. Y al hacerlo voluntariamente, cuánto tiempo tendrá que pasar para que se interrumpa esa vía aferencial a nivel pretalámico?

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  29. KISSY: NO DIGO QUE ESTE ESTADO DE CONSCIENCIA SEA IGUAL QUE EN EL SUEÑO. DE HECHO CREO QUE SON DISTINTOS PORQUE UNA COSA ES QUE EL RODAR DE LOS OJOS SEA VOLUNTAARIO Y OTRA QUE SEA INVOLUNTARIO. AQUI ESTA LA DIFERENCIA EN LA INTENCIONALIDAD DEL ACTO.

    AUN ASÍ, EN LOS SUEÑOS HAY TAMBIÉN UN COMPONENTE DE «REVELACCIÓN» EN ALGUNAS CULTURAS, COMO ES SABIDO.

    RESPECTO A LA ÚLTIMA PREGUNTA LA RESPUESTA ES QUE LA INTERRUPCIÓN SERÍA INMEDIATA, ESO SI, PARA QUE DURE DEBE MANTENERSE TODO EL TIEMPO QUE DURE LA EXPERIENCIA.

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  30. Interesante propuesta sobre dios como una localización, aunque lamentablemente, y tal y como se apunta en el brillante intercambio de comentarios de más arriba, podría ésta ser considerada como una simple licencia poética, pues también podríamos decir que dios está o es el tubo digestivo de los humanos, debiendo señalarnos entonces el abdomen, quizá el cuello o cualquier otra parte que haga referencia a su trayecto. Esta comparación no pretende ser despectiva en modo alguno, pero partiendo de la base que no existe consenso sobre qué es dios, tal y como ya se ha apuntado, además de la falta de pruebas de su existencia, lícito considero que sería también decir que dios se halla en, o más concretamente es, cualquier otra localización. Es lo que tiene hablar sobre dios, que podemos establecer cualquier tipo de conclusión. Cualquiera. Debido a la falta de definición del terreno del debate.

    Si a toda esta panorámica de incertidumbre le unimos nuestro desconocimiento de la psique en cuanto a genes, circuitos neuronales y demás, creo que el caldo de cultivo es idóneo para las divagaciones.

    En cualquier caso, un post muy interesante.

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