Ayer un amable comentarista dejó colgados una serie de tres videos en mi otro blog, videos que explican en qué consiste la alquimia; a través de Jose Maria Iñigo me enteré que en su antiquisimo y antediluviano programa «Directisimo» -que emitían cuando yo andaba por Alhucemas- tuvo la oportunidad de entrevistar a un tipo que decia era la reencarnación del conde de Saint Germain, el caso es que aquel señor que efectivamente tenia pinta de aristocrata decía ser alquimista y poseer cierta cantidad de piedra filosofal o piedra proyectiva como parece que se llama ahora.
El caso es que este señor a través de esos polvos mágicos era capaz -lo hizo en vivo y en directo y a través de la confirmación que dieron químicos y joyeros- de transformar un trozo de plomo en oro.
Después del programa el tipo -tal y como solía hacer el conde verdadero si es que hubo un conde verdadero- desapareció y unos meses depués de aquel programa -que se emitió en 1975- se suicidó.
Dicen que lo hizo porque se le terminaron los polvillos mágicos y que no sabia la fórmula para hacerlos. Algunos expertos en su vida y obra sospechan que él no era alquimista verdadero sino que los polvos proyectivos le habian sido regalados por alguien, no se sabe con que fin.
De manera que cuando se terminó su dosis de polvillos acabó con su vida y me quedé pensando en que eso es lo que nos sucede a todos: que tenemos una cantidad indeterminada de polvillos pero cuando venimos a darnos cuenta ya se nos terminan y nadie nos enseñó a confeccionar una nueva remesa de rescate.
Todos necesitamos pues un maestro que nos llene la caja de polvos mágicos, sin duda.
Después de ver estos videos comencé a plantearme por qué algunas cosas inexplicables nos lo parecen y más allá de esto ¿qué hace la ciencia cuando se encuentra frente a frente con lo inexplicable?
Una posibilidad es negar el fenómeno, negar la mayor y sostener que el fenómeno en sí mismo no existe, algo asi sucede con la levitación, la telepatia y fenómenos de ese tipo que llamamos paranormales.
Otra posibilidad es enfadarse y abandonar inmediatamente el lugar donde el fenómeno ha tenido lugar y del que se ha sido testigo, al parecer eso hicieron los quimicos invitados al programa que habian determinado como expertos que aquel trozo de plomo se habia convertido en oro. Huyeron de alli horrorizados.
Hay mas posibilidades que se dividen entre apelaciones al ilusionismo, a la sugestión o al deseo d ever lo que se ha visto cuando no a la paranoia o a la mala fe. En cualquier caso se sigue huyendo.
Y entonces el fenómeno deja de pertenecer a la ciencia y pasa a formar parte del catálogo de lo sobrenatural. De las cosas inexplicadas.
Abandonado a su propia suerte el fenómeno cambia de manos, entran en escena teólogos, adivinos, charlatanes, místicos y predicadores que le esconden entre sus jaculatorias y su verborrea y lo oscurecen aún más, de manera que el dichoso fenómeno pierde la poca fiabilidad que tenía mientras fue público y hubo luz y taquígrafos de tal modo que acaba convirtiéndose -ya no en un enigma a resolver- sino en una cuestión baladí o en un timo, me refiero ahora al marketing que se hace de algunas de estas cosas, recordemos ahora las cucharas de Uri Geller o las caras de Belmez. ¿Que sucedió con ellas?
En mi opinión las cosas inexplicadas -me refiero a los fenómenos inexplicados- están sin explicar cientificamenete por una razón de metodología de la propia ciencia. Naturalmente excluyo de todo esto los fenomenos que los ilusionistas manejan con especial maestría como explican en este video.
La ciencia admite un fenómeno a trámite si se puede replicar, es decir: para que un experimento sea demostrado debe de poder hacerse tanto aqui como alli, en Barcelona o Sebastopool, reproduciendo las mismas condiciones ha de dar el mismo resultado.
Pero no sólo eso, un fenómeno además no debe comprometer seriamente las leyes fisicas que se dan como inmutables de lo contrario se archiva como falso.
Vamos a suponer por un momento que un fenómeno X sólo pudiera ser producido por un tipo de persona Y. Y supongamos tambien que esta persona Y pudiera mostrarlo, es decir enseñarlo a todo el mundo, hacerlo público.
Si este fenómeno X que el señor Y puede llevar a cabo no puede reproducirse en otro lugar por usted mismo (en las mismas condiciones) entonces ese fenómeno no seria cientifico, es decir no podria ser de-mostrado aunque pudiera ser mostrado ¿No es algo contradictorio?
Efectivamente lo es.
Y también es verdad lo opuesto: por más que nos repitan que algo es ciencia como sucede en la publicidad de las enfermedades hará usted bien en no creerse la versión oficial sobre todo en esas enfermedades donde no están clara sus causas y donde los investigadores se reparten entre los que defienden una hipótesis y su contraria.
La ciencia de seguir instalada en este modelo corre un riesgo muy importante: puede quedarse sin predecir nada a causa de su propia metodología, algo que podemos observar sobre todo en las ciencias de la mente donde lo demostrado sólo supone un 10% de lo que sabemos con otros métodos: otra de las debilidades del método científico que resulta incluso obsesivo e insuficiente: la ciencia no debe servir sólo para predecir, sino tambien para explicar lo intangible.
Y pensando en lo inexplicable llegué a darme de bruces con la fé.
La fe es una estrategia cognitiva que supone un atajo frente a la incertidumbre pero se trata de algo que tiene muy mala prensa. La razón debe buscarse precisamente en mis argumentos anteriores, si uno no cree en Dios es muy poco probable que desarrolle esa estrategia puesto que la religión de alguna manera la secuestró de nuestro imaginario mental durante siglos.
Si pensamos en esa palabra es muy probable que recordemos que era una virtud teologal, es decir la aceptación de las cosas absurdas o inexplicables sin pruebas que nos proponen las religiones monoteistas. Aun hoy si usted hace una pequeña encuesta entre sus conocidos se dará cuenta de que lo que se entiende por fe es una creencia que se sostiene sin pruebas, algo que nos une con la deidad y aceptando sus dogmas sin la critica de la razón.
Pero yo tengo fe.
Y la tengo porque para mi la fe es la idea de que algo, una creencia quizá es cierta, es decir para mi la fe es la certeza de que algo es verdad. Seguro que usted también tiene ese tipo de certezas, estoy vivo, tengo una mente, una historia, una conciencia. Se trata de una saber inmediato, un axioma, algo que no precisa demostración, experiencias de ese tipo, están relacionadas con la fe y no necesitamos echar mano de la teología para sostener nuestra propia fe en algo.
Lo gracioso de esto es que si usted hace una busqueda por Internet -esa base datos del conocimiento– a través de los buscadores comunes caerá en la cuenta de que la palabra fé, esta siempre implicada en la fe cristiana, es decir una virtud teologal segun aprendimos en el catecismo pero existen muy pocas entradas que aborden el tema cognitivo de la fe desde una perspectiva puramente mental. Este blog escrito por un ateo preocupado por cuestiones cristianas es un buen ejemplo de las excepciones.
De manera que al no poder encontrar entradas cognitivas sobre el asunto recurri a las imagenes como ésta de Luis Salvador Carmona:
En esta imagen llamada «Alegoria de la fe» podemos entenderla mejor. Una mujer cuya cara está cubierta con un velo.Un símbolo de que hay algo que no podemos ver sino sólo su rastro. Entonces caí en la cuenta de que en realidad la fe es una abstraccion, algo que pertenece al mundo de las Ideas platónicas, más cercano a los qualia que a los pensamientos comunes y entonces comprendí por qué la fe mueve montañas pues solo accediendo a ese mundo que Popper llamó el mundo 3 y Penrose el mundo platónico podemos incidir sobre lo real, sobre lo físico.
¿Por qué la ciencia abandonó el estudio de la fe y lo dejó en manos de teólogos?.
Esta pregunta precisaría de un desarrollo histórico de la ciencia para poderlo comprender pero es cierto que la fe es uno de los poderes más potentes de la conciencia humana, ahora le llamamos intencionalidad pero en realidad no hay ninguna neuropalabra que pueda sustituir la idea original.
Que la fe procede de la misma raiz latina que la palabra «confianza» y ahi está el meollo de la cuestión, la ciencia abandonó esa cognición y nos enseño a dudar racionalmente.
Pero yo creo que más vale creer en algo falso que descreer algo que es verdadero o que puede estar implicado en el hallazgo de la Verdad.
Y también: que lo inexplicable sólo lo es porque nos negamos a admitir las explicaciones que tenemos a mano.
Parece que la ciencia a medida que sea capaz de explicarse más y más cosas (a medida que para ello reajusta algunos criterios) irá reduciendo el área del terreno de lo inexplicable.
Y mientras tanto, se diría que la hybris hace de las suyas y empuja a muchos a irse del plató indignados y niegan antes de saber.
Brillante exposición, maestro Carmesí…
Me gustaMe gusta
PS: y como dice aquella canción, there are things I’ve never seen that I believe (because I’ve felt it) 🙂
Me gustaMe gusta
«Ser es Ser Lenguaje.»
Gadamer dixit.
En arjé en ho LOGOS.
Juanito dixit.
Me gustaMe gusta
La intuición de la fe como una mujer cubierta con un velo me ha llamado la atención. La costumbre del velo en las mujeres se rastrea hasta en la cultura sumeria donde las prostitutas sagradas- la prosititución en estas culturas era considerada como parte del culto y del rito- eran cubiertas por un velo que simbolizaba su virginidad. Esta costumbre es adoptada por la los culturas posteriores y se conserva hasta hoy en día. Así que, se puede decir que es una de las tradiciones que más han resistido el paso del tiempo y además sin cambio en el significado del símbolo: La virginidad. Que Carmona escogiera precisamente como imagen de la fe el velo no deja de ser significativa.
Dices en el post que la fe para ti es la certeza de que algo es verdad. A mí me parece que la fe es tener la confianza ciega en algo sin tener la certeza de que pueda ser verdad, sino que uno quiere que sea verdad. Y distaría, por tanto según mi visión, mucho de las certezas de estar vivo, tengo mente, una conciencia. Creo que la fe mueve montañas porque reposa directamente sobre la irracionalidad y obtiene la fuerza y el ímpetu precisamente de ella. En cuanto se intenta racionalizar el movimiento pierde fuerza. En ese sentido la imagen de Carmona acierta al cubirir los ojos con un velo que ciega sin impedir continuar el movimiento.
Me gustaMe gusta
El movimiento de la fe creo que es intuitivo, se apoya en una visión diferente de la proporcionada por la vista.
Me gustaMe gusta