Amores esenciales, seres contingentes.

La vida es un hilo que se mantiene tenso gracias a la succión que ejercen en sus bordes dos vacíos: la muerte individual en uno de ellos y la succión del limbo, ese lugar donde se supone que nos encontrábamos antes de que un espermatozoide y un óvulo salieran de fiesta un buen dia a espaldas de nuestro albedrio y probablemente tambien de la elección de nuestros padres.

Nuestra existencia discurre entre dos incognoscibles, en ese tramo que llamamos vida no existe ningún fundamento para seguir vivos más que a través de una ilusión: la de creer que nuestra vida tiene un sentido. Un sentido que algunos encuentran a pesar de que ese sentido hallado carezca de fundamento. Nos encontramos prendidos pues de una paradoja, la de sentirnos esenciales y al mismo tiempo insignificantes.

Es por eso, que nos afanamos toda nuestra vida en dotar de un sentido a nuestra experiencia concreta aunque en esencia la vida carece de cualquier sentido y es en sí misma un accidente del azar al que nosotros sus dueños y guionistas tratamos de encontrarle alguno, pues sólo es posible buscar sentido en aquello que es un sin sentido.

Y no cabe ninguna duda de que el mejor sentido que puede dársele a la vida es el amor en todas sus versiones y facetas. Es por ello que Jose Antonio Marina, filósofo empedernido en un pais de técnicos de marketing y de reponedoras de supermercado acaba de sacar un libro sobre el asunto del amor que quizá por acercarse San Valentin ya está en las librerias aunque no hay que dejar de lado -por aquello del simbolismo- que S. Valentin nunca existió quiza como exégesis de lo dificil que es esto de entender en qué consiste el amor. «Palabras de amor» se llama a esta entrega donde Marina hace una especie de antología sobre un género denostado: el epistolar con intención amatoria. La vieja y desacreditada carta de amor, un género literario que ha venido a  reciclarse a si mismo gracias a los sms,  los emails o  los chats que han venido a sustituir al anticuado sobre de estanco y sello de Franco de una peseta.

Nada que ver con estas palabras de amor que cantaba Serrat y que suenan un poco casposas ya cuando no aburridas y edulcoradas prácticas de plañideras de pueblo, lo que Marina recoge más que cartas de amor son declaraciones libidinosas, amores turbios y violentos, amores fatídicos más espirituales que carnales, más cercanos a la desesperación que a la conquista. Amores tórridos de entre los que me gustaria destacar el que practicaron Abelardo y Eloisa, él una especie de beato con mala conciencia y ella una especie de madonna sacrificial. No hay que olvidar que ambos amantes vivieron en el siglo XII y que en aquella época, el amor cortés era una especie de trasunto idealizado donde el amante ponia a su amada en una especie de altar para adorarla desde lejos o desde la imposibilidad a lo que ella siempre respondia con fugaces escarceos amatorios de lo mas carnal y de lo más provocador como si ellas, las que habitaban en aquella Europa medieval estuvieran más liberadas que ellos, siempre dependientes de la normas y probablemente de los castigos que habia que esperar si las cosas se torcian. Y solian torcerse porque al parecer Eloisa quedó embarazada y Abelardo quiso casarse con ella a fin de reparar su ofensa pero Eloisa le contestó lo siguiente:

«Ser tu esposa es un gran don que me regalas pero sin renunciar a tal condición quisiera decirte que prefiero ser tu concubina o tu ramera».

Abelardo quedó estupefacto y ni aun asi pudo librarse de que la familia despechada de ella le castrara. Al final Eloisa entra en religión y hasta se convierte en abadesa de un convento desde el que sigue escribiendo cartas de amor al «plasta» de Abelardo que ni así accede a reencontrarse con su amada devocional.

Y es que de amores nadie sabe nada salvo unos cuantos iniciados: aquellos que saben que el amor o es una fechoría o no es nada. Que el amor es una forma de sacrificio a fin de mantener estirados aquellos hilos que se encuentran suspendidos entre esos dos vacios entre los que discurre nuestra vida. Asi lo entendieron los misticos de todas las especies y religiones de entre los que me gustaria nombrar a Rumi, el mistico sufí que busco a través del amor carnal la fusión con el Todo tal y como se entendia el Todo en esa tradición. Dejo dicho Rumi:

«Antes de que en el mundo hubiera vid o uva nuestra alma estuvo embriagada de vino inmortal».

A todos aquellos interesados en la tradición mistica sufi les recomiendo este articulo escrito por mi mismo y recordar que Rumi y Abelardo y Eloisa fueron contemporáneos: todo parece indicar que el siglo XII fue El Dorado en la concepcion extendida del amor. Tambien es recomendable visitar esta web donde existen múltiples ejemplos de mistica sufí que como toda mística gira en torno al amor carnal para trascenderlo en un anhelo de fusionarse con algo más grande que uno mismo. En realidad todas las tradiciones místicas coinciden en una cosa: que hay amores esenciales y amores accesorios, amores de verdad y amores falsos o por asi decir existen dos versiones del amor, una versión dura que está relacionada con el sacrificio altruista y una versión blanda que está relacionada con el beneficio o el egoísmo, no significa que hayan personas egoístas  o altruistas sino que algunos hallan su misión en la vida a través de una posición u otra y  los dos grupos están condenados a encontrarse. Hasta en este blog escribí hace algun tiempo sobre este mismo asunto visto desde el lado de la cosmología, titulé el post  «Amores cósmicos y amores terrestres».

Volviendo a la poesia del siglo XII me gustaria recomendar a mis lectores este poema escrito por una condesa en la soledad de su torre, pues es imposible ignorar las condiciones de aislamiento en que discurrian las vidas de las mujeres nobles en el siglo XII:

Este poema se encuentra en «Breviari d´amor» una profunda investigación sobre textos medievales con música escrita por Jordi Sabatés y cantado por esa extraodrinaria voz de fusión entre culturas que es Maria del Mar Bonet:

Estic en gran desventura
per un cavaller que he tingut
i vull que sigui sabut
mon amor i desmesura.
Ara veig que sóc traïda,
car no li he donat amor
i així estic en gran enyor,
al llit i quan sóc vestida.

Bé voldria, cor hermós,
tenir-vos nu al meu llit,
sols per mi tota la nit
i jo de coixí amorós.
Per tu jo estic més rendida
que Floris per Blancaflor
i et dón mon cor i amor,
mon seny, mos ulls i ma vida.

Bon amic avinent i hermós,
quan us tindré vora el meu pit
i dormir amb vós tota la nit
i dar-vos un bes amorós?
Gran desig ara tindria
de vós en lloc del marit
i en vós calmar el meu neguit
fent tot el que jo voldria.

La condesa como puede observarse está casada pero su añoranza procede de un imposible amor que se encuentra más allá del rango de posibilidades atribuibles a su conducta de noble y opera como una imposibilidad. Y toda imposibilidad opera como un motivador místico pues eso es precisamente la mistica, un intento de reunión con lo imposible, lo incognoscible, o lo inefable.

Los humanos nos encontramos con un enorme dilema pues somos capaces de imaginarnos cosas que en realidad, existan o no escapan de nuestra percepción sensible, usualmente son estas tres cosas:

  • Es imposible volver al limbo, es decir a ese borde del que procedemos y que nos estira succionando nuestra vida desde el pasado, no me refiero solo al pasado histórico de nuestra existencia aun la intrauterina sino a la vida que hubo antes de nosotros mismos como organismo viviente. ¿Dónde estaba yo antes de nacer? Este anhelo es común a todos los humanos minimamente sensibles, es algo que todos nos hemos preguntado alguna vez y que representa un misterio al que nadie ha podido hasta la fecha responderse o al menos venir hasta la superficie con alguna prueba de que ese lugar o estado existe en la realidad.
  • Es imposible tener dos sexos, el hermafroditismo es una utopía en los humanos, o se es hombre o se es mujer, para un hombre saber como siente una mujer es un enigma trascendental como lo es para una mujer saber como siente y piensa un hombre, ambos son seres discontinuos y discretos, no existe posibilidad real de accederse el uno al otro de forma total ni siquiera a través del coito. Y aunque los humanos tenemos algunas estrategias destinadas al autoengaño en relación con la identidad genérica en realidad no se termina de resolver el problema de la plenitud, el problema de estar dividido en dos mitades, el problema de tener que asumirse como ser sexuado.
  • Es imposible ser inmortal y saber que hay después de ese borde que llamamos muerte, simplemente no lo podemos saber aunque si imaginar. Esta disonancia entre conocimiento e imaginación es tan humana como las anteriores y forma parte de nuestra condición de seres faltantes e incompletos.

Es por eso, que existe lo imposible, que los humanos tuvimos que inventar las prohibiciones y es por eso que existe Edipo y todos los héroes trashumantes, representan nuestra condición de seres limitados que precisan limitación y de limites para no perderse en la maraña de significantes imposibles  que los hombres tenemos tendencia a habitar, al menos aquellos que se hacen preguntas y no creen haberlas encontrado a través de la iluminación o de un fanatismo cualquiera. Si lo prohibido existe y es necesario que siga existiendo es para limitar las incursiones de los humanos hacia lo imposible, hacia la implosión del Yo, hacia la locura o la disgregación.

Cuando se disuelven o relajan las prohibiciones se producen grandes malestares colectivos y un incremento de la locura, de la indigencia moral y del sin sentido social.

El amor es desde luego un puente para recorrer este camino de discontinuidad entre lo humano y lo incognoscible siempre y cuando el amador acepte su inmolación en la pira del sacrificio que el amado lleva en sus manos, como un karma que precisa de sacrificios y de relevos constantes porque a fin de cuentas hay quien si sabe -o cree saber- cual es su destino y aquellos que no poseen uno propio no tienen mas remedio sino amar sin condiciones a los elegidos, a esos héroes que no tienen otra cosa que hacer sino bajar al infierno y traer el fuego de los dioses a fin de poderlo compartir con los humanos.

Pues Dios optó por mantenernos en la privación y necesitamos mediadores entre lo divino y lo humano.

Y es por eso que existe el anhelo de fusión, no sólo entre las personas sino entre la culturas. ¿La prueba? aqui abajo:

Ahora vean la versión de la Bonet sobre este tema:

El anhelo de fusión en cualquier caso se opone al anhelo de destrucción o de fragmentacion que tambien preside lo humano como un eterno acompañante de aventura de lo más sublime. Es inutil tratar de separarlos, siempre viajan juntos: sin sacrificio, sin dolor, sin heridas es imposible saltar la discontinuidad humana.

Es por eso que el amor es un arquero y que siempre deja heridas.

 

5 comentarios en “Amores esenciales, seres contingentes.

  1. Ya lo dijeron los sufíes, que hay que morir para renacer, igual que lo supieron todos los grandes místicos.
    Extraordinaria la idea de relevo, pues es relevándonos unos a otros/as es como continuamos y cumplimos con la misión, morir a través de otro y resucitar, y amar a los que murieron para que nosotros podamos estar en el presente y cruzar el puente. Y amar todo aquello que tiene sentido en este gigantesco puzzle.
    Muy lindo el video 🙂

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  2. Y también muy cierto lo del sacrificio, sólo que mal entendido actualmente, o poco y mal aplicado. Los caminos de la devoción no son fáciles de llevar, hay que ser muy valiente para ello, para cumplirse a sí mismo.
    Y todo lo demás 🙂
    Gracias por este arrobador post, no lo había dicho.

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