Atrapando lo insólito: ver, reconocer, mirar

Recuerdo que de niño un dia yendo por la calle cogido de la mano de mi madre me quedé mirando una cara, se trataba de una persona que presentaba una rara deformidad en el rostro, no podia apartar la mirada de aquella cara, una persona que por otra parte andaba pidiendo limosna. Mi madre aceleró el paso y mientras me estiraba del brazo me dijo:

– Niño no mires y no señales.

En aquel momento no entendí porque no podia mirar aquel rostro tan insólito que atrapaba mi atención pues donde debia haber un ojo habia una cicatriz y donde debiera haber una nariz habia una especie de patata, eso recuerdo.

Más tarde comprendi que los «desgraciados» nombre común que agrupaba a los deformes, tullidos, cojos, mutilados, displásicos y contrahechos son -como se dice ahora- minusvalidos y no desgraciados y que mirarlos es una conducta de mala educación, y que debemos relacionarnos con ellos disimulando nuestro asombro, minimizando nuestra sorpresa.

Algo por otra parte antinatural porque la mirada humana solo fija su atención en lo insólito, sucede por la propia arquitectura y fisiología de nuestra mirada, sucede porque ver no es solo percibir con la vista, ver es sobre todo adelantar una hipótesis de lo que vamos a ver. Es por eso que cuando no vemos lo que era un suponer nos sobreviene un estado de confusión, no podemos dejar de mirar. Mi madre seguramente sabía esto perfectamente porque a ella tambien le habría sucedido pero asi y todo tiró de mi y me arrancó de aquella escena, mi madre no sabía -sin embargo- nada de la percepción ni mucho menos de que el cerebro opera haciendo predicciones todo el tiempo sobre lo que vamos a ver, oir, tocar o sentir.

Si lo que uno espera encontrarse es un ojo y se encuentra una nariz todo deviene confusión.

La idea se le ocurrió a Jeff Hawkins uno de esos ingenieros que trabajan con ordenadores inteligentes. Hawkins estaba muy interesado en descubrir como funciona el cerebro humano a fin de emularlo en sus máquinas, en realidad lo primeros ingenieros cognitivistas trataban con la hipótesis de que los ordenadores podian trabajar con millones de datos y que podrian superar a los cerebros humanos por su velocidad y capacidad de procesamiento, pero los ingenieros de segunda generación cayeron en la cuenta de que la inteligencia humana es inteligente porque no se ocupa de procesar tal cantidad de datos sino que más bien opera por descarte.

En su libro «Sobre la inteligencia» (On intelligence) Hawkins propone su teoria de la memoria predicción que es muy parecida a la hipótesis de Llinás de la que ya hablé en este post y tambien muy similar a la idea de enacción-autopoiesis de Maturana-Varela. Viene a decir que lo que percibimos visualmente no es solo una percepción pasiva, el cerebro no se limita a representarse el mundo sino que lo recrea a través de dos movimientos, uno percibir-memorizar y otro recobrar-predecir. Significa que cuando vemos una cara lo que estamos adelantando es ver una cara y esa es la razón por la que nos resulta insólito encontrar una nariz allí donde deberia haber un ojo. No podemos dejar de mirar porque no lo hemos visto nunca, se trata de un conocimiento nuevo que debemos memorizar para cuando lo volvamos a encontrar y que de alguna manera entra en contradicción con nuestra idea de qué cosa es una cara.

Hawkins pese a ser ingeniero propone una hipótesis neurobiológica a fin de construir un modelo cientifico acorde con la anatomia de la visión y explica en su libro precisamente como hace el cerebro para memorizar, recobrar y predecir y se vale de la metáfora visual, en la consideración de que los algoritmos por los que el cerebro comunica una neurona con otra son invariables (algoritmo de Mountcastle), significa que la corteza auditiva trabaja con un algoritmo igual que la corteza visual o la somatosensorial, pero en unas hay visión, en otras audición y en otras sensaciones táctiles.

Pareciera que cada zona de nuestra corteza cerebral se hubiera especializado en notar o percibir una entrada sensorial distinta, a pesar de que la comunicación de neurona a neurona se produce siempre con el mismo algoritmo de corriente. Esto solo puede suceder por una razón, determinadas columnas de la corteza cerebral esta´especializadas en construir «representaciones invariables del mundo» y otras se dedican a representar las variedades, se representan trozos variables de esa realidad. Además existe conectividad cruzada entre unas columnas y otras lo que le da al sistema cortical una enorme potencia de cómputo dado que una columna determinada contiene millones y millones de asociaciones con otras columnas no visuales, es por eso que la visión de algo arrastra otro tipo de asociaciones que no son imágenes y que pertenecen a otra localizaciones cerebrales (de la corteza o subcorticales).

En suma la idea de Hawkins es la siguiente: nuestra corteza cerebral es lo que nos hace inteligentes aunque se pueden hacer muchas cosas sin corteza cerebral, por ejemplo respirar, andar, comer, hacer el amor, o montar en bicicleta son cosas que hacemos de modo automático sin necesidad de inteligencia humana, las hacemos con nuestro cerebro primitivo con nuestro cerebro reptiliano. Sólo los mamíferos alcanzamos una cierta sofisticación en nuestra inteligencia gracias a ese cerebro aun jóven que posee sólo algunos millones de años de vida y que en nuestra especie recubre todo el parénquima cerebral y lo divide -a través de la cisura de Silvio- en dos partes, una frontal donde se encuentran todas las funciones superiores (planear, pensar, predecir) de forma solapada con la corteza motora y otra caudal que es donde se encuentra precisamente la corteza visual.

La corteza visual tiene seis capas, los impulsos nerviosos que alli llegan penetran por V1 y ascienden capa por capa hasta V6. Lo interesante es que cada una de estas capas está especializada en la visión de una cosa concreta por ejemplo en V1 sólo se perciben contrastes, lineas, en otras sombras, en otras formas o color, etc: se trata de percepciones variables que construimos con nuestros movimientos sacádicos, mientras que en V6 lo que construimos son las etiquetas -una representación invariable-, en este caso la etiqueta llevaria por nombre «cara». Lo importante de este modelo es que es jerárquico, es decir cada capa está especializada en un tipo parcial de visión que da por resultado al final de la jerarquia en una cara, pero es que además V6 retroalimenta el sistema desde la globalidad hasta el detalle, desde lo universal a lo particular: existe una redundancia de abajo-arriba y de arriba-abajo de tal forma que V6 vuelve a preguntar a V1, de qué cara se trata pues V6 solo puede saber que estamos hablando de una cara pero no sabemos a quién corresponde. Sólo el flujo continuo del sistema nos permite reconocer una cara concreta si la tenemos memorizada.

En esta figura puede contemplarse esta idea, obsérvese como la aferencia (de abajo-arriba) es la alimentación del sistema mientras que la eferencia (arriba-abajo) es la retrolimentación. La alimentación sube el input hacia arriba hasta que en algún piso alguien es capaz de nombrar a lo visto, pero desde arriba se retroalimenta el sistema hacia alguna celdilla que en otro lugar cualquiera pueda saber de qué cara se trata.

Es precisamente la retroalimentación del sistema la que compara una cara con la memoria de caras conocidas y la que efectua una predicción. Asi cuando usted ve un rostro conocido -como este de aqui abajo- unos segundos antes de que diga ¡ah, es Paul Mc Cartney! ya se ha producido la percepción, el reconocimiento tarda unos segundos más: el tiempo que se precisa para comparar su predicción con la realidad.

Pero usted ha realizado una predicción:

  • Es una cara
  • De alguien conocido y aqui llega la etiqueta:
  • Su nombre es Paul Mc Cartney y aqui otras etiquetas semánticas:
  • Uno de los Beatles
  • Cuando era joven, etc.

O sea que ver y mirar son cosas bien distintas como siempre han sostenido los poetas de todos los tiempos y los artistas, pues ¿qué es un artista sino aquel cuya mirada va más allá de lo que el resto de personas podemos ver?

Es el caso de Francis Bacon, uno de esos pintores especializados en lo siniestro, en lo insólito, observe esas caras, ¿son personas o animales?

Lo que parece decirnos Bacon, es que el ve, que debajo de esos rostros con apariencia humana hay animalidad, bestialidad. Hay algo más allá de la apariencia, algo que no podemos ver pero si predecir.

Eso es lo que él ve.