Peligros de ser un Buda

El cristianismo, por desgracia, nunca fue capaz de establecer tecnologías espirituales para sus seguidores, más allá de la oración o la liturgia, es por eso que el cristianismo fracasó en un mundo laico que encontró a la ciencia como un nuevo Dios al que adorar.
El espacio que dejaron vacío la catedrales fue ocupado inmediatamente por los Hospitales y los centros de Salud (ermitorios menores del nuevo culto) que en realidad ostentan su Vaticano Romano en las tecnologías radiodiagnósticas (TACs, resonancias magnéticas y PET). Ese es el nuevo ídolo al que adoran las multitudes después o al mismo tiempo que el consumo, el viaje o el sexo libre (es decir pagando).

El cristianismo perdió su batalla particular contra sus adversarios y no voy a referirme a él en este post salvo para señalar los peligros que rodean no tanto al budismo en sí sino a la conceptualización que de él hacemos los occidentales que no es ajena a como nos venden ese producto sus afines.

Por contra al cristianismo el budismo -casi tan antiguo- sobrevivió en lejanos altiplanos predicando una forma de religión que nada tenía que ver con nuestros dioses vengativos o amorosos y omnipotentes sino que lo libraba todo al buen hacer, desarrollando unas tecnologias espirituales que hoy están en el centro de aquella ciencia que no confía del todo en los métodos radiodiagnósticos y que se plantea la mente como una investigación personal. Ellos desarrollaron efectivamente tecnologías universales prescindiendo de un Dios externo que todo lo sabía y todo lo podía ver y algunos principios filosóficos que hoy ya casi nadie serio discute. Hasta la ciencia neurocognitiva ha empezado a utilizar algunos de sus constructos como el de «mindfulness» y han investigado sobre ese misterio que llamamos meditación. Al parecer ese es el camino que los cognitivistas han consensuado para el futuro.

Pero yo escribo este post precisamente para señalar sus riesgos.

Aunque el budismo no es una religión cada vez se le parece más, ese es un primer peligro que yo detecto cuando veo que al Dalai Lama le llaman su Santidad aunque bostece.

¿Santidad de qué? ¿Qué es una santidad?

¿Si un santo es aquél que participa de la divinidad y el budismo es una religión no teista (una religión sin Dios) qué sentido tiene apelar a la Santidad de un lider político que al mismo tiempo es el representante de un pais que aun no ha alcanzado su estatuto de libertad de su dependencia con China?

¿Es un santo o un político?

Porque en ninguno de los dos casos me interesa.

A mi lo que me interesa son las tecnologías ancestrales que los budistas han puesto a punto para que la mente se observe a si misma, asi como los conceptos filosóficos que las amplían y circundan. Me interesa el concepto de «vacuidad» y me interesa el concepto de atención plena o plenitud. También me interesa el concepto de karma porque eso entronca con la teoría de los sistemas y explica el por qué algunos aprendizajes precoces configuran un estado de cosas que son incompatibles con la expansión de la conciencia plena. Me interesa el concepto de dharma o aquello que no puede ser modificado porque está en las leyes de la naturaleza, me interesan -en fin- las tecnologias búdicas que pueden ser útiles para el hombre de hoy adaptado a un mundo difícil e imprevisible.

Cuando veo que el budismo posee una bandera me pongo a temblar ¡Y la tiene!, como un Logo, como una marca, ¿tiene algo que vender?

Pues parece ser que si, si atendemos a lo que venden aquí en esta fundación budista que tiene algunos monasterios ya en España: venden seminarios, retiros, cedés, mantras, molinillos, y toda clase objetos folclóricos para consumidores que seguramente aun no habrán entendido que de lo que se trata es que eso que llaman meditación no es un concurso de perfección ni un camino de salvación porque ese es el primer peligro que acecha al budismo: su asimilación a nuestra tradición que es teista, anticientifica, supersticiosa, jerarquizada, y sobre todo autoritaria y falsa.

Dios o el alma no existen pero tampoco existe la neurobiológia descarnada de la mente, de la experiencia directa humana. Pero los seres humanos buscan fundamentos y cimientos, unos lo encuentran en Dios y otros -los nihilistas- en los cerebros de las ratas descarnadas de lo humano. ¿Entonces qué hacer?

Todos necesitamos creer, y los que ya no creen en Dios están dispuestos a cambiar a su Dios infantil por un ritual cualquiera si lleva adosado el carácter de búsqueda espiritual o como dice Wilber trascendental, mejor si encima lleva adosada una dieta que le posibilite volver a aferrarse a algo. O una religión nueva hecha al estilo y decisión de cada fiel –el imperativo categórico kantiano ha muerto definitivamente-, y una nueva forma de adoración al Yo, a la conciencia, a la no agresión o a los vegetales emerge de entre los restos del cristianismo.

El buenismo vende y ese es el problema con el que se va a encontrar el budismo en su expansión europea.

En mi opinión el budismo conceptualizado como una religión carece de función en occidente más allá de una presencia formal o testimonial, la religión carece de futuro pero al mismo tiempo es necesaria para compensar los excesos de la ciencia y puede en esta dirección llegar a oscurecer hallazgos que distribuidos de forma democrática y accesible pudieran llegar a ser definitivos para el bienestar de los humanos, yo creo que los budistas conocedores de tecnologías cognitivas deberían especializarse en adiestrar profesionales de la mente y renunciar a todo el folclore que en el Tibet ha tenido cierto éxito pero que nunca lo tendrá en occidente. Y sobre todo deberían ser más generosos y publicar en Internet de forma gratuita todas y cada uno de sus hallazgos interesantes para la ciencia cognitiva, la psicología o la pisquiatría y no tanto publicidad para autofinanciarse de lo contrario cada vez se parecerán más al Vaticano.

Claro que no todo en el cristianismo ha sido malo, al fin y al cabo gracias a la caridad cristiana ha habido muchos que sobrevivieron a la adversidad, me da la impresión de que los monasterios budistas no practican ese mismo tipo de caridad. Pregunten ustedes cuanto cuesta permanecer en un convento budista y lo sabrán.

Ni comparación con nuestra tradición cristiana.

¡Vamos mal amigos!.

Demasiado marketing: