Estar en las nubes es una manera de decir que uno es o está distraído que es lo que estamos la mayor parte del tiempo por aquello que no practicamos la meditación que es el nombre vulgar de la mindfulness que es como se llama ahora a estar en el ajo que es como siempre se ha llamado a eso de tener presencia en la vida mental de cada cual pues el personal siempre está más interesado en la vida de los vecinos aunque esa costumbre no tiene aun un nombre científico más allá del cotilleo.
Lo asombroso de las nubes es que todas tienen nombre a pesar de que no tienen forma y debe ser por es manía tan humana de clasificarlo todo, así hay cirros, cúmulos, nímbos, estratos y otras que están en esta web de nubes. Todos tendemos a pensar que las nubes tienen formas definidas como aquellas figuras de la ciudad encantada de Cuenca pero no, las nubes tienen nombres científicos como el mindfulness y aunque nosotros tendamos a pensarlas en plan «estar en el ajo» ellas no están en ese plan y se esfuman apenas hemos empezado a darles un nombre.
O sea que las nubes son como los contenidos mentales, aparecen y desaparecen como el Guadiana y nadie sabe cómo empiezan aunque todo el mundo sabe que las nubes son agua pero nadie sabe de qué están hechos los contenidos mentales. Es algo parecido ¿por qué si las nubes son agua por qué no siguen esos patrones uniformes que define el agua en si misma?, ¿por qué adquieren esas formas caprichosas y caóticas y no se establecen de una vez como un rio?, es un decir.
Y todo es por el caos, es por ello que las nubes son asi:
O así.
Lo que es lo mismo que decir que las nubes carecen de forma y que lo único que tienen en común a pesar de ser agua es que comparten un trasfondo no-conceptual, eso que llamamos cielo y que para más confusión es igual de azul que el mar.
Que es la otra metáfora que podemos recuperar para hablar de la mente.
El mar.
Y es por eso que el personal en Agosto se viene al mar por aquello de encontrarse a si mismos pues es en Levante donde se puede disfrutar del mar y del cielo y de los eclipses que en Madrid no se ven por aquello de la contaminación lumínica y será por eso que hay tantos accidentes de tráfico porque la gente se busca a si misma a través de ese espejo que es el cielo o el mar según se de. O los astros eclipsados.
El caso es que siempre miran allí donde no hay nada, donde hay algo -si es el caso- es el interior de la persona, es ahí donde aparecen nubes y fenómenos climatológicos de interés psicológico, al menos para la persona humana que los sufre. Y digo sufrir porque no estamos acostumbrados al mindfulness, o sea a estar presentes ni cuando fornicamos de tan atolondrados que somos cuando estamos en acción. Claro que no podemos quitarnos de la cabeza aquello de la perfomance o de los rendimientos que es uno de los venenos de la mente según dicen los budistas. Compararse es no sólo odioso sino que uno siempre sale escaldado.
Y es que no sabemos mirar tal y como dice Krishnamurti, solo sabemos atisbar o espiar por aquello de imitar a nuestros gurus que nunca son filósofos sino chonis o vicentines.
Ahi está el problema que yo quería citar con aquello de las nubes.
Una forma de mirar aquello que carece de contenido.
Es por eso que les recomiendo que visiten este post gemelo en plan serio, al fin y al cabo La nodriza es sólo literatura.
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