Oliver Sacks es un conocido neurólogo que se ha hecho famoso no tanto por neurólogo sino por su labor de divulgación sobre enfermedades neurológicas. Todo empezó con aquel libro titulado «Despertares» que cuenta la historia de la L-Dopa, una prodigiosa droga de la que se esperaba mucho pero que nos dejó con cara de tontos al poco de usarla en el tratamiento del Parkinson. Del Parkinson y otras cosas porque «Despertares» lo que cuenta es precisamente el proceso -al que asistió el propio Sacks- de los benéficos resultados de la droga en un grupo de enfermos condenados a una muerte vegetativa después de sufrir la encefalitis letárgica, la secuela postencefalitica de una gripe que se llevó por delante a media Europa allá en la década de 1920.
Pero no sólo por esa razón, ni tampoco por haber escrito otro best seller de la ciencia «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero» es bien conocido Sacks sino sobre todo por ser un jaquecoso ilustre, como dicen que fueron Pablo de Tarso, Tchaicovsky o Lewis Carroll.
Claro que Sacks no es uno de esos jaquecosos de andar por casa, sino un jaquecoso de verdad: de esos que a los tres años de edad ya tienen accesos de migraña y además con aura que es de lo que va este post, del aura de la jaqueca que es una especie de señal de que el ataque va a empezar, se trata de una alucinación visual especial al decir del propio Sacks que ha estudiado el fenómeno en sí mismo y que aporta además la visión del experto: dos en uno.
Lo curioso de la descripción de Sacks es que estas alucinaciones visuales son a veces muy simples como luces doradas (fotopsias) sin forma alguna, pero en otras ocasiones las alucinaciones toman formas más concretas como de castillos o fortificaciones. Al decir de Sacks estas formas geométricas sencillas: cuadrados, circulos encierran en si mismos los arquetipos que nuestra memoria inconsciente guarda de nuestra representación de la realidad. Es como si en la alucinación visual lo que se viera es precisamente la propia estructura de columnas de la corteza visual o el caos autoorganizativo de miles de puntos de luz que se organizan segun unas formas determinadas que reproducen la organización neuronal propiamente dicha.
Con todo el caso mas conocido y estudiado de una jaquecosa ilustre es el de Hildegarda de Bingen que nos legó hasta dibujos de esas visiones que ella creía dictada por la voluntad de Dios. Para aquellos que quieran profundizar en este caso de jaqueca medieval mezclada de misticismo, medicina, astrología y composición musical no dejen de visitar esta web donde se analizan pormenorizadamente las circunstancias que rodearon este extraordinario caso. Como muestra valga este botón: se trata de un dibujo de la propia Hildegarda acerca de una de sus auras:
Como puede observarse en esta visión aparece el famoso tema de la fortificación en la parte de la izquierda mientras en la parte de la derecha lo que aparece es un motivo que conocemos con el nombre de teselaciones , patrones geométricos bien estudiados por Escher y que fascinaron a los árabes que fueron precisamente los que inventaron los arabescos: motivos vegetales pero formas geométricas o fractales, los que no me crean pueden visitar La Alhambra.
Aqui podemos ver un ejemplo de teselación en Escher:
Y aqui un ejemplo de fortificación del mismo autor.
¿Seria jaquecoso Escher?
Y aqui la estructura de columnas de la corteza visual, naturlamente hay que imaginarselas superpuestas si queremos transformarlas en una imagen visual.
Vaya, otra como la de Ávila… Pero es impresionante que una mujer en pleno medioevo escribiera y compusiera música. Y no me meto con las místicas (te lo juro, di Zacco!) pero eso de ver a Dios por todas partes me parece cuando menos sospechoso. Seguro que si a Hilde le enseñaban el Rorschach también vería querubines… 🙂
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Lo sospechoso no es lo que ves sino cómo lo interpretas (representación o mapa mental). Es evidente que la representación mental es una mise-en-scène absolutamente subjetiva, traducida, a su vez, con la materia prima de nuestros cimientos (memoria, entorno, etc). Relaciono esto con el solipsismo, una teoría que, aunque a primera vista descabellada por anti-aristotélica, hoy día ningún científico puede desmontar con argumento sólido alguno. Cuando se tienen visiones que incluyen “luz”, Arg, no siempre hace falta recurrir a lo divino: puede documentarse uno hasta en internet sobre fenómenos ópticos o rarezas de la retina y quedar satisfecho con esa explicación. Por supuesto que no todos los arrobamientos se ciñen a revelaciones divinas, aunque es irrefutable que la ciencia, por su parte, aún no puede explicar todos esos fenómenos (encuentro loable su esfuerzo por hacerlo).
Pero haberlo, haylo. Me refiero a lo inefable: donde el lenguaje se queda insoportablemente pequeño. Y para esto está el arte como contrapeso humano de la ciencia, la poesía y los requiems o los Beatles: para que la hybris no se nos lleve en volandas y nos desintegre el aura a añicos.
Más arrobador el post, por cierto 😉
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Para mi lo curioso no es la motivación mistica ni siquiera a su parte de «arrobamiento» sino a que la alucinación reproduce la estructura columnar de la corteza visual, eso es lo sorprendente.
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El hombre que confundía es en efecto estupendo, lo leí hace poco.
Esas visiones e interpretaciones me han recordado por asociación a la historia de Ezequiel y su carro con querubines. Os he buscado un link que habla de esto: http://mpfiles.com.ar/ovni/ezequiel-rev.htm
(a reseñar como especialmente curiosa la parte «La interpretación técnica de un ingeniero de la NASA») (Ctrl-rueda para ampliar el texto, que sino se ve pequeño).
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Es verdad, P., esa coincidencia es asombrosa y me hace preguntarme ¿y si el ojo es más que un ojo y aún nos depara sorpresas? Igual hay un efecto «zoom» que aún se desconoce, por ejemplo, y somos capaces hasta de ver no a Dios sino una molécula que flote por ahí, o cosas así ;););)
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De forma poética te diré que el ojo no sólo es espejo sino tambien lente.
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[…] y uno no verdadero porque es muy infrecuente la migraña de comienzo precoz, con fotopsias, alucinaciones geométricas y aura. Lo usual es que estos fenómenos se presenten recortados siendo rara la presentación […]
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Oliver Sacks coleccionaba sus auras migrañosas. Las observaba cuidadosamente para describirlas y clasificarlas. En cierto sentido, las deseaba. Curiosamente era un admirador de la luz. Creo que tiene en su casa una colección de luces de todos los tipos.
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Estoy muy preocupada por las jaquecas que tiene mi hija de 13 años , la primera le dio a los 3 años y luego desaparecieron hasta mas o menos los 8 años son con aura en la que ella ve destellos luminosos y luego ve la mitad de las personas ej,la mitad de la cara esto le provoca panico ya que luego viene la jaqueca con mucho dolor. Consultamos a un neurologo pero no hemos tenido resultados.
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Viviana le recomiendo el blog del Dr Arturo Goicoechea para mas y mejor información
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