Gaudí y los duendes

pedrera1.jpgUn arquitecto es una persona que se dedica a diseñar casas. Y una casa es ese lugar donde algunas personas viven, otras se refugian, mientras que para otras son como lugares de paso, más camas que casas por asi decir. Una casa es una casa y un hogar es un hogar, algo que se añade al valor de la casa y la trasciende, sin embargo los arquitectos no hacen hogares sino casas donde habitan o pernoctan personas y a veces duendes.

Los hogares los hace como su nombre indica la lumbre, el calor del fuego o sea que ya no existen. Hestia aquella diosa protectora del hogar ya no se lleva y su culto fue sustituido por el culto al dinero y al trabajo fuera del hogar como todo el mundo sabe, por eso el fuego desapareció de los hogares y fue sustituido por el butano.

Hay arquitectos que mueren de celos y les da por tener dolores de estómago como aquel personaje de la pelicula de Peter Greenaway titulada, «El vientre del arquitecto» y otros que se retiran del mundanal ruido después de un desengaño amoroso como es el caso de Gaudí ese artista catalán que anduvo enamoriscado de una tal Pepeta, mujer de mundo que terminó sus dias en un piso de 200 metros cuadrados aquellos que inventaron los modernistas y que no han prosperado.

pedrera.jpgComo todo el mundo sabe Gaudí se encuadra precisamente en un movimiento que se conoce con el nombre de modernismo que los catalanes rebautizaron como «art nouveau«y uno se pregunta por qué se llamó modernismo a ese estilo de Gaudí donde parece que toda su obra está dedicada -más que a la modernidad que se dedica a edificar para proletarios estresados- a hacer habitáculos para gnomos o personajes fantásticos, como aquella Pepeta de sus amores, más bien debería llamarse hiperrealidad arquitectónica pues sus pisos son tan grandes que desdicen los planes de la vivienda que nuestros politicos diseñan para la morralla, es decir para la mayoria de nosotros. La modernidad es pues la restricción y la pequeñez y no esos pisos en pleno ensanche barcelonés que conocemos con el nombre de «Casa Milá«, un homenaje a la cantera o a la piedra, a la corrosión del viento o un homenaje a todos los duendes que otrora habitaban en la ciudad encantada de Cuenca y que ahora son charnegos.

Sería porque Gaudí en realidad era un tipo bastante raro, no tanto por catalán sino por esquizoide, tanto que le tomaron por loco mientras era estudiante y quizá porque era un tipo bastante guarrillo de esos que no atienden a convenciones sociales y destacan por su torpe aliño indumentario todo ello salpicado por una especie de beateria -esta vez si- muy catalana, cuando Cataluña era una cosa de tradición de barretinas y sardanas y no como ahora una ciudad cosmopolita y diversa donde sólo se habla un idioma.

Gaudí compuso una obra por asi decir completa, pero quiso marcarse un farol con aquella catedral inconclusa que legó a una especie de fundación con la recomendación de que se financiara solo con las aportaciones de los catalanes, ¡menuda broma!, dicen que es por eso que nunca se termina y además ahora está amenazada por el AVE y el desastre de los ferrocarriles catalanes que si no funcionan debe ser por culpa de Madrid.

Cosa bien distinta es el caso de Pau Riba que aun no ha muerto: hijo también de la tradición poética catalana se hizo hippy pero no arquitecto quizá como consecuencia del peso de su apellido y nos legó una joya musical, me refiero a «Dioptría» y después se retiró a lamer las mieles de su éxito quizá agotado por el esfuerzo y ni a su homenaje acudió un poco por llevar la contraria a los organizadores catalanes. Hizo bien el Riba porque ya no son horas de homenajes sino de ponerles las pilas a los siguientes, a los que vienen, que la cançó ya murió y fue enterrada por Serrat en aquel concierto póstumo «D´un temps, d´un pais«. Es precisamente gracias a la sobriedad de Serrat dotado para la politica, la representación y el seny el que le hizo los honores al Riba y le arregló el desaguisado.

Me refiero a la «Noia de porcelana» por la que siempre recordaremos a Pau Riba y nos olvidaremos de su abuelo y de que Gaudí murió atropellado por un tranvia que ni siquiera paró a auxiliarle.

Y todo por la pinta de homeless que llevaba el maestro.